lunes, 10 de septiembre de 2012

La injusticia social mata

Sí, tu salud es cuestión de clase
La desigualdad también mata en países de Occidente - Los estudios desvelan graves contrastes en esperanza de vida en una misma ciudad
Esta declaración sin paliativos no procede de una organización marxista ortodoxa, sino de un estudio detallado sobre los determinantes sociales de la salud en el mundo. Publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 28 de agosto de 2008, el informe titulado «Cerrar la brecha en una generación» (1), resume los resultados de tres años de investigación. El informe señala las desigualdades sanitarias entre los países y además entre los ricos y los pobres de un mismo país. Por ejemplo, si la esperanza de vida de un neonato estadounidense es de diecisiete años más que la de un indio, la esperanza de vida de un recién nacido en un suburbio marginal de Glasgow es de veintiocho años menos que la de otro nacido en un barrio lujoso de la misma ciudad. «La injusticia socia mata masivamente», señalan los autores agrupados en la «Comisión de los determinantes sociales de la salud», creada por la OMS en 2005 y que cuenta entre sus miembros con investigadores en Ciencias Sociales, médicos, políticos, etcétera (2).

 «La distribución desigual de los factores que perjudican la salud no es un fenómeno natural», explican, «sino que resulta de la combinación de los efectos de políticas y programas sociales insuficientes, modalidades económicas injustas y estrategias políticas mal concebidas». Reducir esas desigualdades pasa, obviamente, por el acceso universal a los bienes básicos (agua, alimentos, alojamiento, sanidad, energía), y además por la educación, la cultura, un urbanismo armonioso y buenas condiciones laborales. Además, el abismo sanitario no se cerrará «si no se mejora la vida de las mujeres, las adolescentes y las niñas. Los poderes públicos deben comprometerse firmemente para poner fin a las discriminaciones que afectan a estas últimas»

 El informe, de 256 páginas, viene a ser una acusación contra las políticas económicas promovidas por las instituciones financieras internacionales, que se practican en muchos países. El documento recomienda especialmente «Luchar contra las desigualdades en la distribución del poder, el dinero y los recursos, es decir, los factores estructurales de los cuales dependen las condiciones de la vida cotidiana a nivel mundial, nacional y local».

 Estableciendo la relación entre la salud y el trabajo, los miembros de la Comisión rechazan con claridad las recomendaciones liberales de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) «El pleno empleo, la igualdad en materia de empleo y las condiciones de trabajo dignas deben ser los objetivos comunes de las instituciones internacionales y situarse en el centro de las políticas y estrategias nacionales del desarrollo; los trabajadores deben estar mejor representados en la elaboración de las políticas, la legislación y los programas relacionadas con el empleo». Efectivamente, «un trabajo seguro, sin peligro y debidamente remunerado» reduce los factores de riesgo. Lo mismo que un empleo estable ya que, a la vista de los resultados, «la mortalidad es significativamente más elevada entre los trabajadores temporales que entre los trabajadores permanentes».

 Para remediar las desigualdades sanitarias y las diferencias de las condiciones de vida cotidianas, el informe de la OMS recomienda la creación «de una amplia protección social universal» que funcione preferentemente «por distribución», así como importantes inversiones en el sector de la salud. Esta tarea «requiere un sector público poderoso, decidido, capacitado y suficientemente financiado»

 En un momento en el que los gobiernos de los países capitalistas avanzados delegan en el mercado una parte, cada vez más grande, de las actividades de la salud y transfieren a las aseguradoras privadas sectores enteros de la cobertura sanitaria, los autores del informe recuerdan «que la salud no es un bien negociable». El abastecimiento de los bienes sociales básicos como el acceso al agua y la atención sanitaria «debe regirse por el sector público y no por las leyes del mercado». Los miembros de la Comisión de la OMS insisten en este punto: «Como los mercados no pueden proporcionar los bienes y servicios imprescindibles de manera justa, la financiación por el Estado exige que el sector público asegure un marco sólido y un gasto público suficiente». Antes de concluir plantan cara a los partidarios de una fiscalidad cada vez más reducida. «Eso implica un impuesto progresivo ya que está demostrado que una redistribución, incluso modesta, contribuye más a disminuir la pobreza que el crecimiento económico por sí mismo».

 A la vista de estos resultados habría que plantearse imprimir en las cajas de los medicamentos las indicaciones: «Bajar los impuestos es perjudicial para la salud» y «La injusticia social mata»
Notas:
(1) http://whqlibdoc.who.int/publications/2008/9789241563703_eng.pdf
(2) http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2008/pr29/fr/index.html
Original en francés: http://www.monde-diplomatique.fr/carnet/2008-09-02-inegalites
Pierre Rimbert, sociólogo, escritor y periodista francés, trabaja en Le Monde Diplomatique como especialista en la cuestión de los medios de comunicación de Francia y está elaborando una tesis titulada «Le torunant néo-liberal dans la France des années 80» en el Centro de Sociología Europea, bajo la dirección de Patrick Champagne. Es miembro de la Asociación de análisis y crítica de los medios de comunicación «Acrimed» y del periódico irónico Le Plan B, heredero del periódico PLPL del cual fue uno de los fundadores. Ha escrito el libro Libération, de Sartre à Rothschild, Raisons d'agir édition, 2005. « L’injustice sociale tue » Par PIERRE RIMBERT
Leer otro artículo relacionado con el tema en El País.

No hay comentarios: