Mostrando entradas con la etiqueta Ignacio Martín-Baró. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ignacio Martín-Baró. Mostrar todas las entradas

miércoles, 10 de junio de 2020

_- En busca de justicia 30 años después: comienza la vista en la Audiencia Nacional por la matanza de jesuitas en El Salvador. Los compañeros de las víctimas creen que el proceso en España impulsará el iniciado en el país centroamericano.

_- Tras una batalla de más de 30 años, este lunes se sentarán finalmente en el banquillo de la Audiencia Nacional el excoronel Inocente Orlando Montano, exviceministro de Seguridad Pública de El Salvador, y uno de sus subordinados, acusados de participar en el “diseño” y “ejecución” de la matanza de los jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador, perpetrada en 1989 y entre cuyas víctimas se encontraban cinco españoles. Uno de ellos, el teólogo Ignacio Ellacuría. La Fiscalía pide una condena de 150 años de cárcel para el primero, y 5 para el segundo.

“Para nosotros, celebrar este juicio es un paso muy importante”, se sincera José María Tojeira, compañero de las víctimas y posterior rector de la UCA. “El proceso en España siempre ha tenido mucha repercusión en El Salvador y ha servido para reimpulsar aquí la causa contra otros presuntos autores intelectuales del asesinato, que actualmente se encuentra prácticamente parada”, relata el jesuita por teléfono, apenas un día antes de que arranque en la Audiencia Nacional la vista oral contra dos acusados por la matanza de hace tres décadas.

La Fiscalía y la Asociación Pro Derechos Humanos de España centran su acusación en el excoronel Montano, que entonces ocupaba el cargo de viceministro de Seguridad. Según el ministerio público, este reconocido miembro de La Tandona, una promoción de oficiales ultraderechistas que ocupó puestos clave en el Ejército, formó parte del grupo de autoridades que decidió y ordenó que los militares irrumpieran durante la madrugada del 16 de noviembre de 1989 en la Universidad Centroamericana, donde tirotearon a seis sacerdotes jesuitas —los españoles Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno; y el salvadoreño Joaquín López— y a la mujer e hija del guardián de la universidad, Elba y Celina Ramos. Son “los mártires de la UCA”, como los ha bautizado el propio centro docente, que recibió en 1990 el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por “su denodada defensa de la libertad” y “el diálogo”. “Supremos valores, en cuya defensa ha dado heroico testimonio el claustro de sus profesores”, destacó el jurado.

Montano, encarcelado en España desde 2017 después de que Estados Unidos lo entregara tras una ardua pelea judicial, fue señalado como uno de los autores intelectuales. El ahora septuagenario destacaba por sus arremetidas contra Ellacuría y sus compañeros, a los que acusaba de conexiones con “terroristas”. Como dijo el juez Manuel García-Castellón cuando lo envió a prisión a la espera de que se celebrase el juicio, el coronel utilizó la emisora de radio oficial del Estado para lanzar amenazas de muerte solo unos días antes del asesinato múltiple. Además, era miembro de “una estructura al margen de la legalidad, que alteró gravemente la paz pública con ejecuciones civiles y desapariciones forzosas”, añade la Fiscalía. A la investigación se han incorporado archivos desclasificados del Departamento de Estado, la CIA y el Departamento de Defensa de EE UU.

Ellacuría, nacido en Portugalete (Bizkaia) en 1930, se había convertido en una figura muy incómoda para el Gobierno y en la bestia negra de los grupos de ultraderecha que operaban en el país en plena guerra. Este comprometido teólogo de la liberación apostaba por el diálogo para lograr la paz entre la guerrilla revolucionaria del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el régimen.

“Requiere un gran coraje vivir en un país donde las armas de la muerte estallan con desesperada frecuencia en la más amenazadora de las proximidades”, denunciaba el jesuita unos días antes de su muerte, durante un viaje a España. “Estoy abrumado por el hecho terrorista. Estoy dispuesto a trabajar por la promoción de los derechos humanos. [...] Quisiera apoyar todo esfuerzo razonable para que prosiga el diálogo/negociación de la manera más efectiva posible”, escribía en una carta fechada en Salamanca el 9 de noviembre de 1989 y dirigida al ministro de la Presidencia, el coronel Juan Antonio Martínez Varela, donde le anunciaba su vuelta a El Salvador el día 13.

José María Tojeira cree que el juicio —en el que también se encuentra acusado Rene Yushsy Mendoza, un antiguo teniente del ejército salvadoreño y miembro del batallón Atlacatl, ejecutor de los asesinatos— servirá para reimpulsar la causa abierta en El Salvador contra otros cinco supuestos autores intelectuales de la matanza. “Aquí siempre ha habido muchas reticencias a investigar. Pero en 2016 logramos, gracias también a la presión internacional, que se declarara inconstitucional la ley de amnistía que lo impedía. Eso permitió reabrir la causa, que ahora mismo se encuentra casi parada”, apunta el jesuita, que añade: “Ha pasado mucho tiempo. Nosotros no tenemos problema de que, después de los juicios, se les puedan dar medidas de gracia por la edad. Creemos en la verdad y en la justicia para que no se repitan estos crímenes. Y también en el perdón”. 

https://elpais.com/espana/2020-06-07/en-busca-de-justicia-30-anos-despues-comienza-la-vista-por-la-matanza-de-jesuitas-de-1989.html

sábado, 16 de noviembre de 2013

Ciencia y compromiso en Ignacio Martín-Baró, jesuita y profesor de psicología, asesinado en el Salvador junto a Ellacuría.

…la Psicología ha estado por lo general muy poco clara acerca de la íntima relación entre desalienación personal y desalienación social, entre control individual y poder colectivo, entre la liberación de cada persona y la liberación de todo un pueblo. Ignacio Martín-Baró.

El 16 de noviembre de 1989 es recordado por el infame asesinato de Elba Ramos, su hija Celina y los jesuitas de la UCA, Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López e Ignacio Martín-Baró.

Veintidós años han pasado desde que se cometió este asesinato por parte de miembros del ejército salvadoreño. Contrario a la intención de sus hechores, la condena que recibió el gobierno de El Salvador fue tan fuerte que influyó en la realización de las negociaciones de paz en este país.

Pero además de recordar el infame crimen y sus consecuencias, es bueno recordar la vida y la obra de los jesuitas. En este caso particular, el importante legado que dejó Ignacio Martín-Baró.

Martín-Baró fue, además de sacerdote jesuita, un psicólogo social y fundador, con su obra, del movimiento de la llamada Psicología de la Liberación, que cuenta ya con la producción de diversos trabajos, la celebración de varios congresos en distintos países de América Latina y el andar que muchos psicólogos comprometidos realizan en sus países y comunidades de origen.

Dicha psicología de la liberación, además del esfuerzo de Martín-Baró y de otros psicólogos comprometidos, nace en la realidad social y del ambiente cultural propio del contexto. Es parte de una genuina producción que se realizó más ampliamente en América Latina y que comparte preocupaciones y un claro aire de familia con la teoría de la dependencia, la teología latinoamericana de la liberación y la pedagogía del oprimido, aportes nacidos de una realidad sociohistórica común y de un talante comprometido y crítico.

Parte del legado de Martín-Baró se encuentra en la producción que realizó en libros, compilaciones y artículos. De hecho, en este año también se celebra el 30 aniversario de presentación del extraordinario libro Acción e ideología. Psicología social desde Centroamérica.

Editado por la Universidad Centroamericana Simeón Cañas (UCA), lleva ya dieciséis reimpresiones al 2013 y sigue teniendo una actualidad y vigencia enormes.

En las páginas de este libro se combinan el riguroso examen de una ciencia en crisis (llena de problemas epistemológicos, teóricos y metodológicos importantes), con el compromiso con la realidad del pueblo salvadoreño y, por extensión, de los sectores populares centroamericanos, proponiéndose pensar y acompañar tal realidad.

Entre otros aportes, la discusión respecto al objeto de estudio de la psicología social es totalmente pertinente y actual. Según Martín-Baró, la psicología social estudia la acción en cuanto ideológica, es decir, en cuanto referida a una significación social producida desde unos intereses sociales determinados (a lo que se puede añadir, atravesados de relaciones de poder).

En otras palabras, más que estudiar exclusivamente los “mecanismos” formales de la acción de las personas y grupos como lo hacen muchas expresiones de la psicología, se trata de comprender las determinaciones que van más allá de lo meramente “interpersonal” y que se anclan en las condiciones sociales que les dan sentido.

Esto puede resultar demasiado “comprometido” para un tiempo en que priva una actitud “light” y de indiferencia, en que la hegemonía del capitalismo, pese a las crisis, sigue siendo parte efectiva de la configuración del mundo y de la realidad personal y colectiva.

Precisamente los planteamientos que realiza Martín-Baró respecto al objeto de estudio de la psicología social (y muchos otros que se encuentran en su producción científica y académica), pueden ayudar a comprender las vinculaciones que se establecen entre la realidad social y la realidad personal, a darle respuesta a las preguntas sobre cómo se reproduce lo social en lo personal y cómo lo personal se recrea en lo social.

Fenómenos tan diversos como el impacto de la globalización en el esquema neoliberal, la apatía en la participación política, el anhelo y la aceleración del consumo en amplios sectores de la población, la violencia en sus distintas formas, la integración en grupos como las pandillas y el narcotráfico, la migración, etc., pueden ser enriquecidos desde una perspectiva que pueda engarzar la relación entre lo personal y lo social como proponía Martín-Baró.

Acción e ideología y su continuación Psicología, sistema y poder, así como compilaciones y artículos que produjo Ignacio Martín-Baró, resultan referencias necesarias para seguir pensando la realidad. Para seguir cuestionándola. Un primer paso para su transformación.

Como dice en el prólogo de este libro:
“Se trata de una psicología social desde Centroamérica, encaminada a desentrañar los intereses agazapados tras el hacer y quehacer de grupos y personas en estas sociedades conflictivas, orientada a poner de manifiesto la ideología que se materializa en la acción cotidiana. Intencionadamente se asume una postura crítica, pero sin desechar el acervo de conocimiento disponible. Hay en este libro un esfuerzo por construir una psicología social que, recogiendo lo mejor de su tradición, intenta dar respuesta a las acuciantes preguntas que plantean los procesos que hoy viven los pueblos centroamericanos”.
Intención admirable y actual que constituye uno de los mejores legados de Ignacio Martín-Baró. Fuente: Mariano González.