“Con el compromiso político (en la literatura) hay que tener mucho cuidado, porque la línea que separa la exposición de un problema social y el panfleto social es muy delgada y fácil de traspasar. Lo literario es conducir imperceptiblemente al lector para que sea él (o ella) quien saque sus propias conclusiones ideológicas, no que el autor imponga las suyas diciéndole: esto es lo bueno y esto lo malo. En ambos casos la herramienta que transmite el mensaje es el lenguaje y lo que diferencia a un artista de un diletante panfletario es la maestría a la hora de utilizarlo”, afirmaba Manuel Talens.
Fallecido el 21 de julio a los 67 años en Valencia, el escritor y traductor Manuel Talens legó novelas como “La parábola de Carmen la Reina” (1992), “Hijas de Eva” (1997) y “La cinta de Moebius” (2007), además de libros de relatos como “Venganzas” y “Rueda del tiempo”. Tradujo asimismo más de 70 obras relacionadas con la ficción, el cine, el teatro, la psiquiatría o la lingüística. Como coordinador del equipo de traductores de Rebelión.org o en la fundación de Tlaxcala (red internacional de traductores por la diversidad lingüística) contribuyó a horadar el pensamiento único. En la vida de Manuel Talens ocupaban un lugar relevante las causas justas, como las de Palestina o Cuba (en 2008 publicó el libro de ensayos “Cuba en el corazón”).
“Cuando hablo de Manuel Talens lo hago de su escritura”, afirma el escritor y periodista Alfons Cervera, autor de obras como “Las voces fugitivas” o “Todo lejos”, en un acto de homenaje a Talens organizado por la Librería Primado de Valencia. Siempre les juntaron las letras, los libros que uno y otro publicaron, y que después presentaban juntos. Alfons Cervera define a Manuel Talens como una persona de gran cercanía y una inocencia que provocaba mucho afecto en la gente que lo quería. Pero no era una inocencia aséptica, pues en muchas ocasiones resultaba incómoda “para determinada gente, por lo que Manuel decía y escribía” (su relación con la editorial Tusquets y con el diario El País, donde colaboró durante once años, se rompió de manera abrupta). La escritura también les unió a la hora de encontrar motivos literarios. Manuel Talens incorporó paisajes de uno de los libros de Alfons Cervera –“Maquis”- en el relato “María”, sobre un viejo republicano que vuelve al pueblo en busca de un lejano amor. También coincidían en el gusto por las descripciones escatológicas, como el que hizo Manuel Talens sobre Franco en “Venganzas”: la muerte del dictador ahogado en su propia mierda.
“Era una persona buena y un excelente escritor”. Es la caracterización que hace de Talens la escritora Teresa Garbí, autora de libros como “Sakkara”, “El pájaro solitario anida tras el muro” o “Grisalla”. En el plano literario, lo define como a un “gran contador de historias”, influido por clásicos como Cervantes con su “ironía distanciadora”. Otro de sus modelos era el escritor y humorista irlandés del siglo XVIII Laurence Sterne, autor del libro “Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy”. Tenía además una mirada compasiva sobre los personajes, que destilaba una enorme piedad. De estilo impecable, Manuel Talens incluía en sus textos citas de Lorca, el Evangelio (también la irreverencia y parodia de elementos religiosos), un humor escatológico (de ahí las referencias al “coño de la Bernarda” y al “cristo de las cucarachas”) y modos de narrar cervantinos, galdosianos y valleinclanescos.
Pero sobre todo, en sus textos “cuenta los avatares de la vida del pueblo, la explotación de los personajes que viven en la pobreza y la injusticia”, destaca Teresa Garbí. Otro elemento de interés en sus novelas y relatos es el tratamiento de las mujeres. En la novela “Hijas de Eva” (1997) dice uno de los personajes: “Ni monja, ni criada, ni esposa ni puta”. En “La parábola de Carmen la Reina” (1992) aparecen personajes femeninos fuertes, con una personalidad compleja y definida. “Qué importa si no te conviertes en la pintora que querías en tu juventud, tú importas por encima de la tradición y de los hombres”, afirma una de las mujeres en el relato “Venganzas”. Resalta Teresa Garbí que, en el fondo, Manuel Talens era “un gran conocedor del ser humano, sus personajes poseen un humanismo trascendente”.
El periodista y escritor Pascual Serrano mantuvo una relación cercana con Manuel Talens en el periódico digital “Rebelión”, pero también durante los viajes que hicieron a Cuba, las cervezas compartidas, presentaciones de libros y fiestas del PCE. “El mercado hace millonario a alguien cuando le gusta, pero cuando se muere lo ignora; los pueblos en cambio sí recuerdan”, ha afirmado el periodista durante el homenaje organizado por la Librería Primado. Pascual Serrano define a Talens como a un “necio” en el sentido de la canción de Silvio Rodríguez: el niño que quiere seguir jugando a lo perdido. “Dirán que pasó de moda la locura, dirán que la gente es mala y no merece, mas yo seguiré soñando travesuras (acaso multiplicar panes y peces)”, dice la letra del cantautor. Pascual Serrano define al escritor valenciano con tres rasgos: una inocencia y candidez que a veces se volvía intolerable para el poder; una vitalidad y una cultura vasta, a la que se agregaba un interés continuo por aprender; y la solidaridad y sensibilidad con los más débiles. Los niños de la escuela primaria dicen en Cuba “seremos como el Che”. “El mundo sería mucho mejor si muchos fueran necios como Manuel”, remata Pascual Serrano.
El poeta Jenaro Talens, hermano del escritor fallecido, recuerda que un colega docente le invitó a impartir un curso en Canadá, donde Manuel ejercía de médico. “Empecé a reírme a carcajadas de unos textos que casualmente leí, y que finalmente eran de mi hermano. Con el tiempo se convertirían en una parte de la novela “La parábola de Carmen la Reina”. Se trata de una obra narrativa en la que no hay nada de ficción, “es puro realismo socialista”, destaca el poeta, una novela en la que se incluía el odio a la madre y el amor por la abuela. “Le dije que el texto estaba muy bien, que lo iríamos corrigiendo y así iría avanzando en la escritura hasta terminarlo”. Pero Manuel añadía cada vez más barbaridades, le dijo su hermano, sólo faltaba incluir al coño de la Bernarda y al cristo de las cucarachas. “Y los metió en el libro, siempre le gustaron mucho los chistes escatológicos”, comenta Jenaro.
Conclusa la novela, resultaron 400 páginas sin comas ni puntos y aparte. Pero finalmente hubo que agregar la puntuación para que la editorial Cátedra publicara la primera edición del texto. En la segunda novela de Manuel Talens, “Hijas de Eva”, se mantienen los argumentos escabrosos: dos monjas que se escapan de un convento y organizan una casa de putas. En “La cinta de Moebius” opta el escritor valenciano por la blasfemia: pinta a Dios Padre con mal de Alzheimer. Jenaro coincide en la inocencia de su hermano, de hecho, le decía que formaba parte del Partido Comunista del Niño Jesús. Los dos hermanos aspiraban, desde pequeños, a convertirse en escritores, pero Jenaro siempre tuvo claro que si uno es “radical” escribiendo, no le van a hacer caso. Ese abrumador silencio le llevó a Manuel Talens a, en un momento dado, renunciar al mundo de la novela y dedicarse a la traducción. Cuando murió estaba embarcado en otro libro, “No hay más destino que el deseo”.
“Nadie escapa de sus orígenes a la hora de hablar o escribir, porque el lenguaje no es un vehículo neutro, aséptico, y no es lo mismo ser el hijo de un telegrafista de pueblo, como García Márquez, que nacer en el seno de una familia de ilustre linaje patrio, como Borges, o tener un padre médico, académico y de renombre internacional y una madre lectora asidua de Racine y de Madame de Sévigné, como Proust. Esto que digo no es un juicio de valor, ya que estéticamente García Márquez no tiene nada que envidiar a Borges ni Zola me parece peor que Proust, sino la constatación empírica de que el lenguaje de cualquier autor, a poco que uno bucee en él, es como una fotografía conceptual del estrato socioeconómico del que éste procede”, explicaba Manuel Talens.
Enric Llopis
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