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viernes, 18 de marzo de 2016

El día en que un carpintero casi mata a Hitler. Oliver Hirschbiegel (‘El hundimiento’) reflexiona en su nuevo filme sobre cómo el nazismo absorbió el alma alemana.



Antes de que Adolf Hitler saliera solo con heridas leves de la operación Valkiria en julio de 1944 —preparada por el coronel del Estado Mayor Claus von Stauffenberg para asesinarle—, antes de los otros 40 intentos de atentado, tentativas todas frustradas que no acabaron con la vida del Führer, hubo un carpintero que estuvo muy cerca de alterar la Historia.

En noviembre de 1939, Hitler asistió a un mitin en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich, una de las más grandes de la ciudad. En una de sus columnas, cerca de donde el Führer iba a dar su discurso, Georg Elser colocó una bomba para que estallara durante el acto. Por una vez en su vida, Hitler acortó su arenga y se fue 13 minutos antes de que explotara el dispositivo, que asesinó a siete personas. “Hoy sería calificado de jipi”, asegura el cineasta alemán Oliver Hirschbiegel, el director de 13 minutos para matar a Hitler, la película que llegó ayer a las salas españolas y que ilustra aquel magnicidio frustrado. Lo curioso de Hirschbiegel es que su cine nunca ha abandonado los fascismos y los enfrentamientos violentos (El experimento, Cinco minutos de gloria o Invasión, versión hollywoodiense contemporánea de La invasión de los ultracuerpos) o la figura del Führer (El hundimiento y esta 13 minutos para matar a Hitler). Mejor olvidarse de Diana, su biopic sobre Lady Di.

Hirschbiegel (Hamburgo, 1957) asegura que a él, como cineasta, lo que realmente le interesa es la figura del demonio. “Hitler fue ese diablo dotado para el mal que por desgracia ejerció su poder en Alemania apoyado por los alemanes. Y aún estamos pagando aquel pecado. A mí siempre me ha fascinado cómo pudo pasar aquello, qué mecanismos funcionaron en el cerebro de los alemanes como para que todo un país ayudara y permitiera aquel horror. Porque claro, la barbaridad, el tamaño de la salvajada de lo que fue el Holocausto no ha dejado espacio durante décadas a la reflexión más profunda: ¿por qué, cómo pudo ocurrir lo que ocurrió?”.

Sin comparaciones
Hirschbiegel es duro con la Alemania de entonces y con la actual. Se niega a comparar Gobiernos o a hablar de similares culpabilidades diluidas en la Alemania de los años treinta y en la actual. “La crisis de los refugiados no tiene que ver con una crisis identitaria alemana o europea, tiene que ver con otra cosa, con la guerra como negocio, con la falta de nuestra ayuda en sus países de origen, con el capitalismo salvaje en el que vivimos”.

En la época nazi, muy pocos se sustrajeron a la oleada de fascismo. “Me siento muy cercano a Elser porque era un defensor de la individualidad, y únicamente con sus actos casi logra el éxito, porque lo ideó en solitario. Me interesa el tema del nazismo desde que tenía ocho años. Iba mucho a una biblioteca pública, mi familia no tenía mucho dinero, y un día cogí un libro sobre la II Guerra Mundial. Me acuerdo perfectamente de las fotos, de cómo empecé por el capítulo de Dunquerque, fui pasando páginas y llegué al dedicado a los campos de concentración, de los que nadie me había hablado. Las fotografías... Mi cabeza estalló. Me parecía algo irreal”. Durante un tiempo, el cineasta asegura que ha intentado encontrar respuestas, explicaciones a todo aquel salvajismo: “No las hay, al menos yo no las he encontrado”. Y tampoco pudo recurrir a recuerdos familiares. “Mi padre solo tenía 14 años cuando acabó la guerra. Yo nunca conocí a mi abuelo paterno y el materno se pasó bastante tiempo del conflicto bélico escondido. En esto soy un alemán extraño. Pero si preguntas en general, nadie recuerda nada, nadie vio nada”.

A Elser todo llegó un poco después. “Con 15 o 16 años su nombre aparecía en otro libro. Le definían como un tipo extraño, nerd [la entrevista se realiza en inglés y el director asegura que ese término define a la perfección la imagen que en Alemania había del carpintero], un hombre manipulado por algún servicio secreto extranjero... porque en mi país aún muchos piensan que fue un antipatriota. Cuando empecé a investigar, me di cuenta de que todo eran estereotipos, de que Elser fue un idealista, un jipi visionario, un artesano muy dotado para el trabajo manual, inteligente y con encanto para las mujeres”. Lo fascinante es que los descendientes de Elser han borrado sus huellas, avergonzados por el comportamiento del carpintero: “En vez de pensar —y yo así lo creo— que fue un héroe”.

Para el cineasta, en el alma de sus 13 minutos para matar a Hitler anida la idea de que “un solo hombre puede marcar la diferencia”. “En esta ocasión, no tuvo suerte. Por desgracia”.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/03/04/actualidad/1457110471_493868.html

sábado, 2 de febrero de 2013

La Conferencia de Munich abre un errático debate europeo

Alemania no se da prisa en ayudar a Francia en Mali, pero su ministro de defensa le pide que se integre más en la OTAN

La creciente desigualdad interna de la Unión Europea, el problema que está erosionando como nunca un club en su día fundado como asociación de estados iguales, no fue tema ayer en el arranque de la Conferencia de Seguridad celebrada hasta el domingo en Munich. El primer gran debate de la sesión titulado, “La crisis del euro y el futuro de la UE”, ni siquiera rozó el asunto.

La crisis está transformando la UE y el euro, una moneda para la común prosperidad, en algo muy diferente a su idea fundadora. La UE se convierte a marchas forzadas en un conjunto atravesado por una trinchera que divide a deudores y creditores, siendo estos últimos, con Alemania al frente, los que mandan y deciden. El euro se ha convertido en una vaca sagrada ante la que se sacrifican los derechos sociolaborales de millones de ciudadanos. Ajena a este grave proceso, la discusión abierta ayer tuvo como única concesión a la realidad una frase del ministro de exteriores español, José Manuel García-Margallo, advirtiendo que, “la consolidación fiscal es imposible sin crecimiento”.

La frase fue una llamada de alerta a la canciller Angela Merkel, que en Davos reconoció, por primera vez y en una frase, lo que parecía ser una vaga señal keynesiana: “medidas puente” a nivel europeo para los países más castigados por el paro.

El asunto tiene más contenido de lo que parece porque la recesión, en la que la UE ha entrado en bloque, dispara la deuda. Como advirtió en Davos el millonario George Soros, la deuda se mide como una relación entre PIB y la deuda, por lo que si el PIB disminuye –y eso es lo que significa la recesión- la deuda aumenta. Con ello se incrementa aún más, la gran desigualdad interna europea, lo que a su vez disuelve el proyecto europeo tal como fue concebido. Millones de europeos se harán alérgicos a la UE si las cosas siguen así, pero en la cubierta del Titanic se continua bailando: “¿se está saliendo ya de la crisis, o no?”, fue la pregunta del día.

La conferencia debe abordar temas como la guerra de Siria, Malí y la ambición nuclear de Irán. La situación en Asia Oriental, donde la tensión militar entre China y Japón podría decidir la crisis económica global, precipitando un hundimiento, ni se trata. En el asunto de Mali, la posición alemana es todo menos clara.

“La intervención francesa en Mali ha sido correcta”, sentenció el ministro de defensa alemán, Thomas de Maiziere. Pero entonces, ¿por qué no ayuda Alemania de una forma clara? Algunos sectores del estáblishment alemán así lo propugnan invocando el “liderazgo” germano en Europa.

“Alemania sería universalmante reconocida como la potencia líder europea”, si apoyara, se queja el embajador Wolfgang Ishinger, presidente de la Conferencia de Munich. “No podemos determinar el destino financiero y económico de Europa y quedarnos en un segundo plano en decisiones de seguridad”, dice.

Es un ejemplo de cómo en esta Europa en crisis, cada vez más, Alemania habla de sí misma asumiendo un papel que nadie le ha dado y que muy pocos desean que encarne.

Sin arrimar el hombro en Mali, De Maiziere aleccionó a sus socios: “Queremos que Francia juegue un papel más importante en la OTAN y que el Reino Unido tenga mayor papel en la seguridad de la UE”, dijo el ministro de defensa alemán.

Respecto a las relaciones trasatlánticas, lo más claro es que son de pago. Con retraso, llegan noticias de la guerra de Libia. Obama le ha enviado a Hollande una factura de más de 20 millones de dólares por el transporte de tropas francesas en aviones americanos. En total sale a unos 50.000 dólares la hora de vuelo. En París están atónitos, señala el informe. Desbarajuste económico, desbarajuste político y desbarajuste de seguridad.
Rafael Poch. La Vanguardia
Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacional/20130202/54362632543/conferencia-munich-debate-europeo.html