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viernes, 18 de diciembre de 2015

El asalto contra Stop the War en realidad está dirigido a Corbyn

Tariq Ali The Independent/La Jornada

 El movimiento Stop de War (Detengan la Guerra), del que soy miembro fundador, fue creado para oponerse a la guerra, que evidentemente era una venganza contra Afganistán, en 2001. Recuerdo haber discutido en esa época sobre el desastre que sería para los afganos una intervención bélica; desestabilizaría al vecino Pakistán y terminaría no resolviendo nada.

Me equivoqué en un punto: porque todavía no ha terminado. También denunciamos que la guerra contra Irak estaba basada en una mentira enorme. Un millón de vidas más tarde, el país sigue siendo una ruina; su infraestructura está destruida y el vacío político que existe provocó el surgimiento del Isis (hasta Obama reconoce este hecho), mientras los políticos occidentales responsables de estos crímenes están libres. En ese tiempo muchos kurdos famosos fueron invitados a los estudios de la BBC para apoyar la guerra.

Hicimos campaña, como minoría contra la campaña de seis meses de la OTAN en Libia, que costó entre 20 mil y 30 mil vidas y dejó al país dividido en tres zonas yihadistas (Isis, Al Qaeda y variables locales de ambos grupos).

En ninguno de estos casos los medios ingleses condujeron una cacería de brujas para acusarnos de ser una fuerza maligna para la política británica. Entonces, ¿a qué se debe el actual ataque contra Stop the War, en el que participan incluso algunos miembros destacados del Partido Verde, quienes argumentan que hemos perdido la brújula moral?

La respuesta es simple: además de las guerras en Medio Oriente, ahora tenemos esa horrenda y desagradable guerra en Inglaterra, cuyo objetivo es el líder laborista, Jeremy Corbyn. Algunos esperaban que la mayor parte del Parlamento votara en favor de bombardear Siria. Esto no sucedió.

El patético discurso en favor de la guerra del laborista Hilary Benn (quien también, en su momento, apoyó la guerra contra Irak) fue inflado a niveles inconcebibles por los medios y el establishment político, desesperado por sustituir a Corbyn.

¿Cómo explicar que la mayoría de los legisladores laboristas votó en contra? Fácil. Fueron intimidados por los militantes de Stop the War. Tres páginas de esta basura fue publicada en The Independent. El verdadero intimidador fue el chico de Bullingdon (club de estudiantes de la universidad de Oxford, en el que estudió el primer ministro David Cameron, N de la T) en el Parlamento, quien acusó a los parlamentarios antiguerra de ser simpatizantes del terrorismo, al igual que Bush lo hizo cuando lanzó su guerra contra el terror.

Pero no hubo mención alguna de los diputados laboristas que fueron convencidos de votar por los bombardeos, gracias a videos sobre Siria que vieron en el Ministerio de Defensa.

¿Acaso alguien intimidó al leal contingente escocés en el Parlamento, o más bien decidieron por sí mismos que debían respetar el hecho de que 70 por ciento de los escoceses se considera opuesto a la guerra?

Al frente de esta campaña contra Corbyn, quien no hizo el menor intento de ocultar sus opiniones sobre la política doméstica ni interior antes de las elecciones, están sus propios colegas thatcherianos en las bancas de adelante y las de atrás.

Ningún opositor al Partido Conservador jamás ha despertado semejante odio y encono, siendo un líder recién electo.

La bilis se reserva para aquellos que rehúsan abandonar la socialdemocracia. Al darse cuenta de que los argumentos contra la austeridad son populares, los bandidos se han cambiado al patriotismo, la defensa de sus razones y la seguridad de su reino, volviendo sagrados los ridículos misiles Trident en el proceso.

Una prueba general de esto se aprecia en todos los programas matutinos, los cuales sugieren que si Corbyn resulta electo todo el ejército se amotinará. Dado que Corbyn es miembro fundador de Stop the War, el asalto propagandístico en su contra está esencialmente diseñado para debilitarlo y destruirlo.

Stop the War se opone a las intervenciones extranjeras, especialmente en lugares en que el gobierno británico ya está involucrado. Existe una larga tradición de actividades de este tipo en la política inglesa, comenzando con la observación que hizo William Morris en 1885, quien afirmó que la derrota del ejército británico en Sudán, bajo el mando del general Gordon y a manos de Mahdi (el líder religioso por excelencia), era positivo porque debilitó al imperio británico. Él, entonces, escribía como socialista.

Durante los años 50, la Campaña para el Desarme Nuclear impidió que Gran Bretaña se convirtiera en réplica de Estados Unidos o Alemania Occidental.

Durante más de 100 años, diputados laboristas fueron parte del movimiento antes de que la capitulación de Aneurin Bevan (líder laborista histórico, promotor de una red de seguridad social, nacido en 1897 y fallecido en 1960, N de la T) diera marcha atrás a la decisión del año siguiente.

Stop the War se ha fundado en distintos momentos. Es y siempre ha sido una coalición de individuos y organizaciones que difieren en sus opiniones sobre muchos temas. Por eso siempre se han hecho campañas en torno a un solo tema. Nunca se han hecho campañas de antipatía contra el Talibán, de Saddam; de Kadafi o de Assad. Se exige que sean retiradas todas las tropas extranjeras (incluidas las rusas) y que cesen los bombardeos aéreos.

Los argumentos contra la guerra de Stop the War no son tan distintos de los que plantean columnistas conservadores que no pueden ser intimidados: Simon Jenkins, Peter Hitchens, Peter Oborne. Ninguno de los tres simpatiza con Corbyn.

Hemos sido consistentes durante años, y por eso la organización ha sobrevivido. No existe en otro lugar un organismo similar. El reciente incremento de actividades contra la debacle en Siria se debe a la creciente convicción de que el caos asesino en la región, que tanta miseria a provocado, sólo empeorará con más bombas. La imagen de cientos de miles de refugiados sirios buscando techo en Europa ha hecho que muchos se den cuenta que la paz no se obtiene con la guerra que promueven Estados Unidos, Europa y Rusia.

Por eso la tendencia contra Stop the War, que han adoptado algunos de los verdes más importantes, sugiere una pérdida de valentía política. ¿Es muy cínico detectar en este comportamiento un temor a que el Flautista de Islington (Corbyn, N de la T) está atrayendo apoyo electoral de muchos verdes y, por tanto, tiene que ser acusado de algo?

La brújula moral del movimiento antibelicista no ha cambiado. No es ni mejor ni peor que el día en que se fundó. Las guerras continúan. Espero que este domingo haya una gran marcha.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/12/13/opinion/025a1mun
Traducción: Gabriela Fonseca