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viernes, 16 de febrero de 2024

Para el camarada Lenin, en su 150 aniversario

Fuentes: Instituto Tricontinental de Investigación Social [Imagen: Lenin en la Plaza Roja durante la manifestación del Primero de Mayo de 1919. Créditos: marxist.org

Vladimir Ilyich Ulyanov (1870-1924) fue conocido por el seudónimo de Lenin. Al igual que sus hermanos, fue un revolucionario, lo cual en el contexto de la Rusia zarista significaba pasar largos años en prisión y en el exilio. Lenin ayudó a construir el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia tanto por su trabajo intelectual como organizativo. Los escritos de Lenin no son solo sus propias palabras, sino la suma de las acciones y pensamientos de miles de militantes cuyos caminos se cruzaron. Era la notable habilidad de Lenin para llevar las experiencias de los militantes al ámbito de la teoría. No es de extrañar que el marxista húngaro György Lukács llamara a Lenin «el pensador más grande que haya producido el movimiento obrero revolucionario después de Marx» (Lukács, 2007)».

Construir una Revolución

En 1896, cuando las luchas espontáneas surgieron en las fábricas de San Petersburgo, los revolucionarios socialistas fueron tomados por sorpresa. No sabían qué hacer. Estaban desorientados. Cinco años después, V. I. Lenin escribió: «Los revolucionarios se han rezagado de la creciente actividad de las masas, tanto en sus “teorías” como en su labor; no han logrado establecer una organización permanente que funcione y sea capaz de liderar todo el movimiento» (Lenin, 5:397). Lenin sentía que este retraso debía ser rectificado.

La mayoría de los escritos principales de Lenin siguieron esta percepción. Analizó las contradicciones del capitalismo en Rusia (El desarrollo del capitalismo en Rusia, 1899), lo que le permitió entender cómo los campesinos en el extenso Imperio zarista tenían un carácter proletario. Basado en esto, Lenin peleó por la alianza obrero-campesina contra el zarismo y los capitalistas. Cuando la Revolución rusa de 1905 colapsó, Lenin escribió en Novaya Zhizn (12 de noviembre de 1905) que «la persistencia de la servidumbre» constituyó una «carga cruel para toda la masa de campesinos» y los «proletarios bajo su bandera roja han declarado la guerra a esta carga». Lenin discutía que no era suficiente para los trabajadores luchar por las demandas campesinas y que no era suficiente con alcanzar las demandas independientes del campesinado de tierra; lo necesario era profundizar la unidad entre los trabajadores y los campesinos en la lucha «contra el dominio del capital» y por el socialismo. No tenía sentido ser naif, partiendo del hecho de que existían relaciones de clases entre el «campesinado» y que los pequeños granjeros tuvieran sus propias intereses de clase establecidos en sus pequeñas posesiones privadas. El estudio de Lenin enfatizaba la diferenciación del campesinado, para entender que los pequeños granjeros tenían una cercana lealtad de clase a los terratenientes en términos de la defensa de la propiedad privada y en términos de derechos para explotar a los agricultores sin tierra. Lenin veía con claridad que el desarrollo de la unidad obrero-campesina debía comprender completamente las complejidades del campo, de lo contrario el movimiento por el socialismo sería desbaratado en un dirección pequeñoburguesa.

Los opositores al zarismo que no eran bolcheviques (como los socialdemócratas, los agrícolas radicales, los social-revolucionarios y los mencheviques) se mantuvieron lejos del proyecto socialista. Lenin entendió desde su compromiso con la lucha de masas y con su lectura teórica que los socialdemócratas —como la fracción más liberal de la burguesía y de los aristócratas— no eran capaces de conducir una revolución burguesa y mucho menos el movimiento que conduciría a la emancipación del campesinado y los trabajadores. Su valoración teórica fue elaborada en Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática (1905). Dos tácticas es tal vez el primer tratado marxista que demuestra la necesidad de una revolución socialista, incluso en un país «atrasado», donde los trabajadores y los campesinos necesitan aliarse para quebrar las instituciones de esclavitud y hacer progresar a la sociedad hacia el socialismo.

Estos dos textos de 1899 y 1905 muestran a Lenin evitando la visión respecto a que la Revolución rusa podía esquivar el desarrollo capitalista (como los populistas —narodniki– sugerían) o que debía atravesar el capitalismo (como los demócratas liberales —los Kadets—, por ejemplo, discutían). Ningún estado era posible ni necesario. El capitalismo ya había entrado a Rusia, un hecho que los populistas no reconocían; y podía ser superado por una revolución trabajadora y campesina, hecho que los demócratas liberales disputaban. La Revolución de 1917 y el experimento soviético probaron el punto de Lenin.

Habiendo establecido que las élites liberales no podrían liderar una revolución trabajadora y campesina, o ni siquiera una revolución burguesa, Lenin volvió su atención a la situación internacional. Desde su exilio en Suiza, Lenin vio cómo los socialdemócratas se rindieron frente a los belicistas en 1914 y entregaron a la clase trabajadora a la guerra mundial. Rosa Luxemburgo, igualmente consternada, escribió que «los trabajadores del mundo se unen en tiempos de paz; en tiempos de guerra se cortan las gargantas» (Luxemburgo, 1915). Frustrado por la traición de los socialdemócratas, Lenin escribió un importante texto — Imperialismo, fase superior del capitalismo –, en el cual desarrolló una comprensión clara del crecimiento del capital financiero y de las firmas monopólicas, así como del conflicto intercapitalista e interimperialista. Fue en este texto que Lenin exploró las limitaciones de los movimientos socialistas en Occidente, con la aristocracia obrera produciendo una barrera a la militancia socialista; y el potencial para la revolución en el Este, donde el «eslabón más débil» en la cadena imperialista debía ser encontrado. Los cuadernos de Lenin muestran que leyó 148 libros y 213 artículos en inglés, francés, alemán y ruso para clarificar su pensamiento sobre el imperialismo contemporáneo. Una evaluación clara acerca del imperialismo aseguró que Lenin desarrollara una posición firme sobre los derechos de las naciones a la autodeterminación, estuvieran estas naciones dentro del Imperio zarista o en cualquier otro imperio europeo. El núcleo del anticolonialismo de la URSS —desarrollado en la Internacional Comunista (Comintern)— se encuentra aquí (Riddell, Prashad y Mollah eds., 2019).

El término «imperialismo», tan central a la expansión que hace Lenin de la tradición marxista se refiere al desarrollo desigual del capitalismo a escala global y al uso de la fuerza para mantener esa desigualdad. Algunas partes del planeta —sobre todo aquellas que tenían una historia previa de colonización— permanecen en una posición de subordinación, con su habilidad para elaborar una agenda de desarrollo nacional independiente restringida por los tentáculos del poder económico, social, político y cultural extranjero. En nuestro tiempo, nuevas teorías han emergido que sostienen que las nuevas condiciones no pueden ya ser sostenidas por la teoría de Lenin. Antonio Negri y Michael Hardt, por ejemplo, argumentan que no existe la rivalidad geopolítica, lo que existe es solamente la extensión de la soberanía de Estados Unidos a escala mundial. A esto llaman Imperio. Lo que el pueblo —la multitud— debe hacer, sugieren, es combatir los términos de esta constitución, pero no el hecho de su aspiración global. Otros discuten que el mundo se ha aplanado, entonces no hay más un Norte global que oprime al Sur global, que las élites de ambas regiones son parte de un orden capitalista global. Este es el tipo de teoría que Karl Kautsky propone con el nombre del «ultraimperialismo» (Kautsky, 1970). Lenin le responde contundentemente a Kautsky y a esta teoría de «ultraimperialismo»: «(Kautsky afirma que) la dominación del capital financiero alivia la desigualdad y las contradicciones inherentes en la economía mundial, mientras que en realidad las incrementa» (Lenin, 19: 165). Los elementos del texto de Lenin están, por supuesto, pasados de moda —fue escrito cien años atrás— y requerirá de una revisión cuidadosa. Pero la esencia de la teoría es válida: la insistencia sobre la tendencia de firmas capitalistas a volverse monopolios, la crueldad con la cual el capital financiero drena el bienestar del Sur global y el uso de la fuerza para contener la aspiración de los países del Sur de trazar su propia agenda de desarrollo.

Finalmente, Lenin pasó el período de 1893 a 1917 estudiando cuidadosamente las limitaciones del partido de viejo tipo, el partido socialdemócrata. Si pasas algún tiempo con las Obras Escogidas de Lenin durante las décadas anteriores a la Revolución Rusa de 1917, encuentras miles de artículos y reportes sobre cómo fortalecer el trabajo de masas y la construcción del partido. En el texto de Lenin de 1899 Nuestro Programa insiste en que el partido debe involucrarse en actividades continuas y no confiar en estallidos espontáneos o iniciales (stikhiinyi). Esta actividad concreta llevaría al partido a un contacto íntimo y orgánico con la clase trabajadora y el campesinado, así como también ayudaría a germinar protestas que luego puedan asumir un carácter masivo. Fue esta consideración la que llevó a Lenin a desarrollar su comprensión del partido revolucionario en ¿Qué hacer? (1902). Lenin desarrolló ideas audaces para la construcción de un partido obrero-campesino, incluyendo el rol de los trabajadores con conciencia de clase como la vanguardia del partido y la importancia de la agitación política entre trabajadores para desarrollar una conciencia política genuinamente poderosa contra toda tiranía y toda opresión. Los trabajadores necesitan sentir la intensidad de la brutalidad del sistema y la importancia de la solidaridad.

Estos textos —desde 1896 a 1916— prepararon el terreno para que los bolcheviques y Lenin entendieran cómo operar durante las luchas de 1917. Es un indicador de la confianza de Lenin en las masas y en su teoría, que Lenin retrató en el audaz panfleto ¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder? Este fue escrito unas semanas antes de la toma de poder. Y a medida que se desarrollaban los acontecimientos en 1917, Lenin constantemente intentó teorizar la dinámica del cambio. La revolución de Febrero de 1917 había derrocado al Zar; había llevado al poder a los liberales. Lenin siguió la pista de dos desarrollos de igual importancia: primero, que los liberales —bajo Kerensky— se estaban preparando para traicionar los objetivos revolucionarios y volver a poner Rusia en la guerra y por lo tanto conservar completamente el sistema zarista; segundo, que el proletariado revolucionario —y sus principales partidos— permanecían alertas y activos, y habían fortalecido su forma política a través de los Soviets. Los soviets controlados por obreros y campesinos se volvieron un centro de «poder dual» contra la Duma (parlamento) dominado por los liberales. Lo que esto significaba para Lenin, como escribió en varios de sus ensayos en este período, era que los soviets debían defender los objetivos revolucionarios y tomar el poder. En septiembre de 1917 Lenin escribió que para un marxista «la insurrección es un arte»; Lenin y los bolcheviques dirigieron sus fuerzas y en octubre de 1917 golpearon y completaron la Revolución Rusa de 1917.

Construir un Estado

Ninguna revolución es «completa» solo por tomar el poder. Había mucho más trabajo por hacer en el período inmediatamente posterior a que Lenin y sus camaradas tomaran el control del colapsado Estado zarista. Una lectura minuciosa de El Estado y la revolución (1918) anticipa los problemas enfrentados por los soviets en sus nuevas tareas: no solo no podían heredar la estructura del Estado, sino que debían «destruir el Estado», construir un nuevo conjunto de instituciones y una nueva cultura institucional, crear una nueva actitud de los cuadros hacia el Estado y la sociedad.

El texto más importante aquí es Las tareas inmediatas del gobierno de los soviets (abril de 1918), que diseña la agenda de la URSS en sus primeros años. Los otros textos muestran la actitud general de Lenin hacia la construcción del Estado y los desafíos que enfrentaba la URSS —rodeada de poderes hostiles— en este período. Es preferible menos pero mejor (1923), escrito hacia el final de su vida, es uno de los más honestos y razonables textos sobre los problemas enfrentados por el nuevo gobierno y la sociedad.

En su última aparición pública —en el Soviet de Moscú, el 20 de noviembre de 1922— se puede ver la personalidad de Lenin desplegada al máximo. Su confianza y su humanidad. Su honestidad y ambición:

«Todavía tenemos la vieja maquinaria y nuestra tarea ahora es remodelarla a lo largo de nuevas líneas. No podemos hacerlo de inmediato, pero debemos asegurarnos de que los comunistas controlan la maquinaria que les asignaron, y no, como suele ocurrir con nosotros, que la maquinaria los controle. No debemos ocultarlo y hablar de ello con franqueza. Tales son las tareas y las dificultades que enfrentamos en el momento en que hemos emprendido nuestro camino práctico, cuando no debemos abordar el socialismo como si fuera un ícono pintado de colores festivos. Necesitamos tomar la dirección correcta, necesitamos ver que todo esté controlado, que las masas, toda la población, verifiquen el camino que seguimos y digan: «Sí, esto es mejor que el sistema anterior». Esa es la tarea que nos hemos propuesto. Nuestro partido, un pequeño grupo de personas en comparación con la población total del país, ha abordado este trabajo. Este pequeño núcleo se ha fijado la tarea de rehacer todo y lo hará. Hemos demostrado que esto no es una utopía, sino una causa por la cual las personas viven. Todos hemos visto esto. Esto ya está hecho. Debemos rehacer las cosas de tal manera que la gran mayoría de las masas, los campesinos y los obreros, digan: «No son ustedes quienes se alaban a sí mismos, sino nosotros. Decimos que ha logrado resultados espléndidos, después de lo cual ninguna persona inteligente jamás soñará con volver a lo viejo». Aún no hemos llegado a ese punto. El socialismo ya no es una cuestión de un futuro lejano, ni una imagen abstracta, ni un ícono. Nuestra opinión sobre los íconos sigue siendo la misma, muy mala. Hemos traído el socialismo a la vida cotidiana y aquí debemos ver cómo están las cosas. Esa es la tarea de nuestros días, la tarea de nuestra época». (Lenin, 33: 442.)

Hacia 1921, la salud de Lenin se había deteriorado dramáticamente. En mayo de 1922 sufrió su primer ataque. Murió el 21 de enero de 1924 a los 53 años. Más de un millón de personas vinieron a rendirle homenaje durante tres fríos días de enero antes de que fuera acogido en un mausoleo en la Plaza Roja, donde su cuerpo permanece.

Lo que Lenin escribió cien años atrás no es para ser tomado como un evangelio. Es una guía. Las circunstancias cambian, los desarrollos deben estudiarse cuidadosamente. Fue Lenin quien nos enseñó que «lo que constituye la esencia, el alma viviente del marxismo, es un análisis concreto de una situación concreta» (Lenin, 31:165). Lo que aprendimos de Lenin es su método y su disciplina, su aguda conciencia de clase en términos de su comprensión de la política y la administración del Estado. Las revoluciones no se repiten en todas sus particularidades, tampoco los procesos revolucionarios. Conjeturas históricas diferentes, situaciones concretas, requieren diferentes dinámicas históricas revolucionarias. Tenemos a Lenin sobre nuestros hombros; él es nuestra inspiración y modelo.

Referencias

Kautsky, Karl (1970). Ultra-Imperialism. New Left Review, 1/59, January-February 1970.

Lenin, Vladimir. Collected Works. Moscow: Progress Publishers, 45 volumes, various dates.

Lukacs, Georg (2007). Lenin. Buenos Aires: Razón y Revolución/La rosa blindada.

Luxemburg, Rosa (1915). Rebuilding the International. Die Internationale, n.º 1. En Le Blanc, Paul (ed.) (1999). Rosa Luxemburg: Reflections and Writings. Amherst: Humanity Books.

Riddell, John; Prashad, Vijay y Mollah, Nazeef(eds.) (2019). Liberate the Colonies. Communism and Colonial Freedom, 1917-1924. New Delhi: Left Word Books.

Vijay Prashad es director del Instituto Tricontinental de Investigación Social y director editorial de Left Word Books (Delhi). Es editor de Lenin: Selected Writings (2018).

Este texto es el prólogo al libro Lenin 150, libro publicado con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Lenin que contiene, junto con este texto de Vijay Prashad sobre la vida y la obra de Lenin, el ensayo de Lenin Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo (1913) y el poema épico en honor a Lenin escrito por Vladimir Mayakovsky (1924).

jueves, 15 de febrero de 2024

El épico viaje en el tren con que Lenin regresó a Rusia para liderar la Revolución

Locomotora

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"La locomotora que haló los vagones en los que Vladimir Ilitch Oulianov viajó fue un regalo de Finlandia. 
 Pablo Esparza. Role, Especial para BBC Mundo*

La tarde del 9 de abril de 1917, un tren esperaba su salida de la estación de Zúrich en dirección a la frontera alemana. A bordo viajaban Vladimir Ilyich Ulyanov, más conocido como Lenin, y otros 31 revolucionarios. Su destino final: Rusia.

Después de más de una década en el exilio, solo ocho días separaban a Lenin de su entrada triunfal en la escena de la revolución rusa con un papel -el del líder revolucionario- para el que llevaba casi toda la vida preparándose.

Su llegada a Petrogrado, como se conocía en aquella época a San Petersburgo, supondría un punto de inflexión en la historia del siglo XX.

Pero antes de apearse en la Estación Finlandia de la ciudad rusa, el dirigente bolchevique tenía por delante un largo viaje a través de una Europa en plena I Guerra Mundial.

Un trayecto que, según los historiadores, cambió la estrategia de la revolución: el socialismo pasó de ser un objetivo a medio plazo a una acción inminente.

El nuevo plan quedó plasmado en las famosas Tesis de Abril, que Lenin hizo públicas apenas unos días después de su llegada a Rusia.

Sin zar

El recorrido fue minuciosamente preparado, pero en el momento de partir, su desarrollo, e incluso el recibimiento que esperaba a los exiliados en San Petersburgo, era incierto.

La situación en Rusia era convulsa. 
El zar Nicolás II Romanov (1868-1918), el último emperador de Rusia, leyéndole el acta de abdicación a los mensajeron de la Duma.

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El zar Nicolás II Romanov (1868-1918), el último emperador de Rusia, leyéndole el acta de abdicación a los mensajeron de la Duma.


 El 15 de marzo, el zar Nicolás II había abdicado como consecuencia de las protestas contra el desabastecimiento y la implicación rusa en la guerra contra Alemania.


La llamada Revolución de Febrero desembocó en la toma de control del país por un gobierno provisional formado por liberales y socialistas moderados con la connivencia de los bolcheviques.

Lenin se había enterado de esos acontecimientos en su residencia del número 14 de la calle Spielgasse de Zúrich, una modesta habitación en la que vivía con su mujer, Nadya Krupskaya. 

Lenin con su esposa, Nadya Krupskaya

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Lenin vivía en Zúrich con su esposa, Nadya Krupskaya.

Menos de un mes después, se encontraría en un tren a punto de emprender camino a Rusia.

Héroes o traidores
En el andén de Zúrich, en Suiza, las voces que cantaban la Internacional y los gritos de ánimo se mezclaban con acusaciones de traición contra el líder bolchevique y los suyos por haber aceptado cruzar Alemania, enfrentada a Rusia en el conflicto mundial.

A las 03:10, la locomotora se puso en marcha y el griterío fue quedando atrás. Los preparativos del viaje no habían sido fáciles.

Fritz Platten, secretario del Partido Socialdemócrata suizo, había logrado un acuerdo con el káiser Guillermo II para que Lenin y sus compañeros pudieran atravesar Alemania.

Pasaporte falsificado 
Pasaporte falsificado

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Lenin disfrazado en la foto de un pasaporte falsificado que le permitió escapar meses después del viaje en el tren sellado de vuelta al exilio en Finlandia.

Pero la bendición del káiser era un movimiento interesado. Y un arma de doble filo para los revolucionarios, que temían ser acusados de espionaje y traición al llegar a su país.

"Alemania estaba empeñada en que Rusia saliera de la guerra y Lenin era uno de los portavoces principales de quienes querían cerrar la participación rusa en la guerra. Fue por orden del propio káiser que llegaron los permisos para su salida", le dice a BBC Mundo Ricardo Martín, catedrático de historia de la Universidad de Valladolid.

"La obsesión del káiser era concentrar todo el esfuerzo bélico en un frente, en el frente occidental. Si el frente oriental desaparecía rápidamente, para Alemania podía ser la vida".

"Por supuesto, la sintonía entre el pensamiento del káiser y de Lenin era mínima, pero el káiser miró fundamentalmente el corto plazo", agrega el experto en historia rusa.

Límites territoriales... en el tren

Para contrarrestar el riesgo de ser vistos como colaboracionistas con los alemanes, Lenin estableció una serie de condiciones antes de aceptar la ayuda de Berlín.

Y así nació la idea del "tren sellado": un vagón con un estatus de extraterritorialidad similar al de una embajada extranjera en el que los exiliados podrían viajar a través de territorio enemigo sin contacto con los alemanes.

Lenin con soldados en vagón sellado 
Lenin con soldados en vagón sellado

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Así imaginó el artista Pyotr Vasilievich Vasiliev (1899-1975) el encierro en el tren sellado en el que viajó Lenin hacia Petrogado en abril de 1917.

"Desde el momento en que se embarcaran en el tren, no lo abandonarían hasta el final del trayecto. Las puertas estarían selladas", cuenta el historiador Robert Service en su libro "El tren sellado".

De acuerdo con ese plan, el propio Fritz Platten viajaría en el tren y ejercería de intermediario para evitar el contacto directo entre los exiliados rusos y sus interlocutores alemanes.

"Lenin insistió en que no se dieran nombres, sólo una lista de números de pasajeros", apunta el profesor emérito de historia de Rusia en la Universidad de Oxford.

En la estación de Gottmadingen, ya en Alemania, se produjo el cambio de trenes. Dos oficiales del ejército alemán embarcaron en el mismo vagón que los exiliados y se instalaron en un compartimento de tercera clase en uno de los extremos.

De acuerdo con Service, se trazó con tiza una línea blanca en el suelo para delimitar el "territorio alemán" del "territorio ruso".

"En cuanto el tren se movió de la estación de Gottmadingen, los temores se disiparon y se levantaron los ánimos", cuenta el historiador británico.

La escala misteriosa

El "tren sellado" avanzaba ya por Alemania.
 
Afiche de Lenin

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Afiche de Lenin 

¿Fue en esa escala que cambió la dirección en la que dirigió a Rusia?

Los hombres que viajaban solos se instalaron en compartimentos de tercera clase, las mujeres y las parejas -incluidos Lenin y su esposa- en segunda.

"Una de la primeras dificultades tuvo que ver con el tabaco, que Lenin detestaba. Desde el principio decidió que quienes quisieran fumar debían retirarse al servicio", apunta Service.

Desde la frontera sur, el vagón -que cambió varias veces de vía y de locomotora- se adentró en Alemania en dirección a Berlín. Los exiliados cruzaron Ulm, Stuttgart, Karlsruhe, Frankfurt... hasta llegar a la capital alemana, donde el tren se detuvo durante horas.

Esa misteriosa escala, señala Service, tuvo consecuencias profundas en la forma de pensar de Lenin.

Lenin en tren 

Lenin en tren

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Cruzó una Europa en guerra con permiso del enemigo de Rusia, al que le convenía convencerlo de que los rusos dejaran de luchar contra Alemania.

La teoría marxista más extendida entendía que países atrasados económicamente como Rusia debían pasar por un periodo de capitalismo al estilo occidental antes de adentrarse en el socialismo.

Pero a su llegada a San Petersburgo, el líder bolchevique defendió una estrategia revolucionaria que omitió ese paso intermedio.

Lo que había después que no hubo antes

"Las razones de esa parada son al mismo tiempo oscuras y tentadoras (…). ¿Hubo una reunión secreta en la que Lenin recibió información que le hizo cambiar la estrategia de la revolución?", pregunta Service.

"Aunque los eventos de aquella noche en Berlín sólo pueden ser objeto de especulación, no hay duda alguna de que durante el viaje de Berlín a San Petersburgo, Lenin alteró por completo su plan táctico (…)".

"Ningún historiador -soviético u occidental- ha sido capaz de dar una explicación adecuada sobre esto hasta la fecha", subraya el experto en historia rusa.

Sin embargo, Service apunta una hipótesis:

Afiche con propaganda soviética de los años 20

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Afiche con propaganda soviética de los años 20: "¡Todo el poder para los soviéticos! ¡Paz para el pueblo! ¡Fábricas y molinos para los trabajadores!". Lenin empuñando el diario Pravda... ¿financiado por Alemania?

"Después del viaje a través de Alemania en el tren sellado hubo un factor que no existía cuando Lenin estaba en Suiza: una gran cantidad de financiación alemana, suficiente para publicar periódicos en toda Rusia y difundir propaganda a una escala que Lenin nunca antes pudo concebir".

Las autoridades soviéticas e historiadores comunistas siempre negaron la existencia de esos fondos alemanes.

Bienvenido a Estocolmo

Sea como fuere, tras su escala en Berlín, Lenin y sus compañeros prosiguieron su viaje y el 12 de abril llegaron a Sassnitz, en la costa báltica, donde embarcaron en el ferry sueco "Reina Victoria", con destino a Trelleborg.

Desde allí prosiguieron, de nuevo en tren, hasta Malmo y después, en un ferrocarril nocturno, hasta Estocolmo.

Mapa del viaje
Mapa del viaje de Lenin desde Suiza hasta Rusia
En la capital sueca, Lenin fue recibido casi como una estrella y se reunió con socialistas locales y con otros exiliados.

Al día siguiente, una multitud de periodistas y curiosos lo despidieron en la estación, desde donde salió rumbo a Haparanda, 600 km al norte.

Tornio, la primera ciudad de la entonces provincia rusa de Finlandia, se encuentra al otro lado del río Torniojoki, que está congelado a mediados de abril, y que deben atravesar en trineo.

En la frontera, el interrogatorio y los registros fueron intensos, pero finalmente consiguieron pasar.

Punto de peligro

Era domingo 15 de abril. Lenin le envió un telegrama escueto a su hermana, que se encontraba en San Petersburgo, pidiéndole que le informara al periódico oficial bolchevique de su llegada inminente.

Telegrama: 
Telegrama: Llegada el lunes 23 horas. Avisa a Pravda

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El día siguiente, el tren atravesó Finlandia.

"Por la tarde se acercaron a la frontera de Rusia. Beloostrov, la pequeña ciudad de la frontera ruso-finlandesa era el primer punto de peligro, un lugar obvio para que una unidad de cosacos o de junkers, los cuerpos de élite, los esperara para arrestarlos", indica Service.

La detención no sucedió y los revolucionarios se adentraron en Rusia: su destino final, la estación de Finlandia, estaba a apenas unas horas.

Paz, pan y tierra

La noticia de la llegada de Lenin corrió como la pólvora y las autoridades locales prepararon un recibimiento masivo.

Miles de personas con pancartas y símbolos revolucionarios esperaban a los exiliados. Era de noche y muchos llevaban linternas y antorchas. La imagen de la llegada se convertiría en uno de los íconos de la Revolución Rusa y del arte soviético.

Ya en San Petersburgo, sobre el andén, Lenin pronunció un discurso clave para entender el devenir de Rusia.

Lenin declamando

Lenin declamando

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Entre otras cosas, Lenin es recordado también por su condición de gran orador de masas.

"El pueblo necesita paz, el pueblo necesita pan, el pueblo necesita tierra. Y ellos le dan guerra, hambre, no pan y dejan a los terratenientes con la tierra. Debemos luchar por la revolución social, luchar hasta el final, hasta la victoria completa del proletariado. Larga vida a la revolución social internacional".

34 semanas

Apenas unos días después, Lenin desarrolló estas ideas en sus Tesis de Abril que, según los historiadores, servirán de hoja de ruta para la Revolución de Octubre.

"Con ellas rompe de alguna forma con otros líderes bolcheviques que no estaban de acuerdo con esa estrategia: firma inmediata de la paz, proceso de colectivizaciones, no colaboración, incluso lucha, con el gobierno provisional y el famoso 'todo el poder para los soviets'", señala el profesor Martín.

Lenin 

Lenin

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Un viaje que cambió la historia.

La Revolución Rusa -con sus consecuencias profundas y duraderas no sólo para Rusia- llegaría ocho meses después de este viaje de Zúrich a San Petersburgo. En apenas 34 semanas cambió el mundo.

Como el mismo Lenin dijo: "Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas".

*Este artículo fue publicado originalmente el 9 de abril de 2017 para conmemorar el centenario de la salida de Lenin de Zurich en su regreso histórico a Rusia.