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sábado, 3 de diciembre de 2022

_- PSICOLOGÍA Un paseo con Freud o cómo caminar tiene efectos positivos sobre la mente


_- Un viernes de agosto de 1910, dos caminantes de mediana edad fueron vistos dando un largo paseo por las calles de Leiden. Los lugareños pudieron haber adivinado que uno, algo inquieto, buscaba el consejo del otro. Más que charla casual, fue una sesión de terapia de cuatro horas —el breve psicoanálisis de Gustav Mahler por Sigmund Freud—. El músico, habiendo trabajado en su décima sinfonía, la última antes de morir, estaba angustiado porque su esposa, Alma, estaba teniendo una aventura con el arquitecto Walter Gropius. Dejando de lado el contenido de la sesión, el contexto es instructivo: Mahler había cancelado dos citas y, cuando solicitó una tercera, la única posibilidad fue verse en el sur de Holanda, donde Freud pasaba el mes, lejos del consultorio, por lo que el encuentro tuvo que realizarse a pie. Pensando en Mahler y Freud, durante la pandemia transformé el marco de mi práctica, al proponerles a algunos de mis pacientes que realizáramos nuestras sesiones al aire libre. Caminar juntos —con la mirada hacia el horizonte, sin mirarnos a los ojos— nos permitió configurar un paradigma peripatético del diván y emprender la aventura de descubrir la cura en nuestro andar. 

La itinerancia involucra a todo nuestro ser, abre un mundo de acordes y correspondencias, condiciona la relación espacial del yo sintiente. Nuestro enlace profundo entre el movimiento corporal y el entorno facilita un enfoque plural y polifónico de las situaciones recreadas. Como la mayoría de nosotros no tenemos que dedicar mucho esfuerzo consciente al acto de caminar, la mente queda libre para deambular. Es más, la manera en que movemos el cuerpo cambia aún más la naturaleza de los pensamientos, y viceversa —al caminar a nuestro propio ritmo creamos un circuito de retroalimentación axiomático entre el ritmo del cuerpo y nuestro estado mental, que no sería fácil lograr con ningún otro tipo de locomoción—. Mientras caminamos, el ritmo de nuestros pasos oscila naturalmente con nuestros estados de ánimo y con las cadencias de nuestro monólogo interior. De igual forma, es posible cambiar activamente el ritmo de nuestros pensamientos caminando deliberadamente más rápido o disminuyendo la velocidad.

Su vínculo con la salud y su relación con la creatividad son bien sabidos. Al caminar aumentamos el flujo de oxígeno a nuestros tejidos, específicamente el cerebro. Se ha demostrado que caminar con regularidad, incluso levemente, mejora la memoria y la atención, evita el desgaste del tejido cerebral que provoca la edad, aumenta el volumen del hipocampo —una región clave para la memoria—, estimula el desarrollo de nuevas neuronas y acelera la transmisión de mensajes entre ellas. Es una estrategia fácil de implementar para aumentar la producción de ideas novedosas. La poesía y el caminar, por ejemplo, han ido siempre de la mano: Teócrito y Horacio, Dante y Petrarca, Spencer y Woolf se han representado como caminantes que deambulan por un paisaje, traduciendo su movimiento en obras de arte. Thomas de Quincey calculó que Wordsworth caminó unos 290.000 kilómetros en su vida, lo que equivale a un promedio de 10,5 kilómetros diarios desde que tenía cinco años —y su hermana Dorothy, que mantuvo un evocativo diario de sus caminatas, también era una excursionista vigorosa—.

Por supuesto que no todas las caminatas son faenas en solitario. Sarah Hanson, de la Universidad East Anglia, recalca que “caminar en grupo es diferente a caminar solo, hay una gran cantidad de activación, contacto con el entorno y, lo que es más importante, la conexión social. Las personas pueden estar juntas pero separadas… Al enfrentar problemas en los que nuestro estado mental se ve comprometido, hay algo especial en estar en un grupo de caminata”, afirma, haciendo notar que “no es necesario equipo extraordinario, ni comprar ropa cara, no es el gimnasio. Cualquiera puede acceder a la caminata en su propia comunidad, especialmente los más necesitados”. Además, este grupo incluye a menudo a ciudadanos con discapacidades, como demuestra la pintora, escritora y activista Sunaura Taylor en el vídeo Examined Life, mientras “sale a caminar”, como ella lo describe, en su silla de ruedas por Oakland, en conversación con su colega de Berkeley la filósofa Judith Butler. De hecho, en un meta­análisis frecuentemente citado —que comprende 42 estudios con 1.843 participantes—, Hanson y sus colaboradores corroboran que los grupos de caminata son efectivos, con buena adherencia y amplios beneficios para la salud, y concluyen que pueden ser una intervención prometedora como actividad proactiva de promoción de la salud.

En lugar de optar por el tradicional “paseo por el bosque” a la manera del naturalista Henry David Thoreau y tantos otros, Jane Jacobs, una de las figuras clave del urbanismo, igualmente propone un enfoque comunitario innovador centrado en caminar en espacios urbanos. Hoy día, Las caminatas de Jane son conversaciones ambulantes organizadas por personas motivadas —tú, un amigo o un grupo— dentro de tu barrio, que ayudan a descubrir y compartir algo sobre tu comunidad. Pueden enfocarse en una variedad de temas sobre cómo interactuamos, usamos y habitamos las ciudades. El programa ha logrado llevar el potencial de las conexiones comunitarias a ciudades tan variadas como Anchorage y Bombay, a través de caminatas globales, y confirma que hay infinidad de formas de galvanizar el término “peatón”.

David Dorenbaum es psiquiatra y psicoanalista.

https://elpais.com/eps/2022-11-08/caminar-tiene-ilimitados-efectos-fisicos-y-mentales.html

domingo, 9 de agosto de 2015

Adelgazar caminando: ¿a partir de cuántos pasos se pierden kilos? Según los expertos, el número de zancadas, los kilómetros recorridos y la velocidad son factores clave del 'power walking'. También en la playa

Parece que se nos está bajando la fiebre del running. No es que estemos viviendo el declive de una moda pasajera, ni mucho menos, pero sí es cierto que está perdiendo fuelle en favor del power walking. Y es que, aunque correr es una de las actividades físicas más completas, "su práctica tiene un inconveniente con un claro poder disuasorio: el impacto reiterado que sufre el cuerpo", explica Helena Olsson, entrenadora personal de Prorunners. Este obstáculo es una de las principales razones por las que poco a poco caminar le está restando adeptos al running. Ya que, "el impacto es mucho menor, debido a que el centro de masas no asciende tanto como al correr y a que la velocidad es inferior", apunta Olsson.

Así que, si a esta ventaja le sumamos la posibilidad de adelgazar sin el esfuerzo que supone correr, muchos habrán encontrado, por fin, el ejercicio que buscaban para estar en forma y, al mismo tiempo, perder esos dos kilos de los que querían deshacerse desde hace tiempo.

 Camine como si tuviera prisa
 Aunque caminar pueda ser la respuesta a las plegarias de muchos, es una respuesta con matices. Y en este caso, dos de ellos son fundamentales: el número de pasos y la cadencia con que se dan. Así, el National Center for Biotechnology Information fija en 10.000 pasos el mínimo exigible para que esta actividad física se traduzca en beneficios significativos para la salud. Lo que se traduce, dependiendo de la zancada de cada uno (la media está en 75 cm), en aproximadamente 8 Km. Pero, además de recorrer esa distancia o caminar 10.000 pasos, si queremos adelgazar, deberíamos hacerlo a un ritmo moderado, que según el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM), para un adulto sería entre los 4,8 Km/h y los 6,4 Km/h.

De este modo, ya se puede empezar a hablar de estar quemando calorías. Pero, ¿cuántas? Según Olsson, la respuesta no es sencilla, ya que "cualquier actividad física tiene un gasto calórico que varía en función de varios factores: la intensidad, el sexo y la condición física del que la practica, el peso o la masa magra, entre otros". Sin embargo, a modo orientativo podemos tener en cuenta los datos que revela un estudio elaborado por el ACSM, en el que se dice que un hombre que recorre 1.600 metros quema entre 124 y 88 calorías, mientras que una mujer, entre 105 y 74.

¿Bajar peso o eliminar masa grasa?
Aunque lo parezca, no es lo mismo. La entrenadora nos recuerda que "es posible perder dos kilos en una misma sesión de entrenamiento. Sin embargo, serán en su mayor parte líquido, el cual repondremos rápidamente con una correcta hidratación. Por eso, lo mejor sería hablar de pérdida de un porcentaje de masa grasa corporal y no de peso".

Puestos los puntos sobre las íes, para perder esos kilos, Olsson aconseja hacerlo "de forma progresiva y controlada, sin olvidar una dieta equilibrada y una buena hidratación". Para ello, es imprescindible caminar con regularidad (tres o cuatro veces por semana) y combinar esta actividad con ejercicios de fuerza general donde los gestos sean amplios y controlados. Y es que, "si queremos consumir más calorías en un mismo margen de tiempo, tendremos que realizar cambios de ritmo en nuestra marcha o incorporar algunos ejercicios donde se implique la mayor musculatura posible", apunta.

Por la arena, máximo 10 minutos
Una buena forma de hacer que intervengan más músculos es caminando sobre la arena de la playa, lo cual "es una actividad que tonifica mucho más que andar sobre el asfalto o la tierra, ya que es más exigente a nivel muscular", asegura Soraya Casla, doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Sin embargo, si ha pensado en aprovechar estos días de vacaciones en la costa para "dar el primer paso" en esto del power walking, tenga en cuenta que "si no está acostumbrado, es mejor comenzar con 5 o 10 minutos y combinar la arena con el asfalto para que los músculos no se sobrecarguen y evitar lesiones", advierte la experta.

En cuanto a si es mejor caminar descalzo o con zapatillas, Casla asegura que "hacerlo descalzo es muy bueno para fortalecer la planta del pie. Sin embargo, al estar acostumbrados a llevar el pie completamente protegido, puede resultar muy agresivo para la musculatura". Razón por la cual, "lo ideal es no caminar más de 10 minutos sobre la arena seca, 20 minutos en el caso de la arena mojada y no más de 30 sobre el césped", concluye.

Sume pasos mientras hace la compra
Según la American Heart Association caminar al menos 10.000 pasos diarios comporta numerosos beneficios para nuestra salud cardiovascular. Motivo suficiente para empezar a contar. Pero, ¿cómo llevar la cuenta? Si pudiera contabilizar sus pasos desde que pone un pie en el suelo, se dirige a la oficina, camina por el supermercado, callejea y vuelve a casa, se percataría de cómo hay multitud de desplazamientos con los que uno no cuenta y que pasan a engrosar nuestro cómputo particular de pasos diarios. Una tediosa tarea que millones de personas han delegado en los podómetros: artilugios electrónicos o aplicaciones para móviles que ofrecen mucho más que datos, ya que la mayoría de ellos son capaces de monitorizar totalmente nuestra actividad física, recopilando información, pero también analizándola y proponiendo objetivos y planes de acción. Actualmente podemos encontrar en el mercado muchos en forma de pulsera, como la popular Jawbone que permite monitorizar el ejercicio físico que se realiza, fijar metas o registrar lo que se come o las horas que se duerme. Por su parte, Fitbit informa durante el día sobre la distancia recorrida, los pasos dados y las calorías quemadas y, por la noche, controla la calidad del sueño.

Si prefiere que sea su teléfono móvil el que lleve la cuenta, una de las aplicaciones más descargadas es Endomondo, utilizada por más de 25 millones de personas en todo el mundo. Y es que esta app no solo recopila y almacena información sobre su actividad, también analiza su rendimiento, propone desafíos y publica los progresos en las redes sociales. Por su parte, Runtastic Pedometer es otra de las app mejor valoradas. Ambas están disponibles para Android y iPhone.
http://elpais.com/elpais/2015/07/30/buenavida/1438263043_959659.html