Lo ocurrido en Volkswagen es un claro ejemplo de las consecuencias que pueden generar las incongruentes e interesadas estructuras de mando que rigen hoy tanto en las grandes empresas como en el mundo de los dirigentes políticos. De nada ha servido en Volkswagen que durante muchos años miles de trabajadores hayan hecho perfectamente su trabajo si los responsables de gestionar la empresa, movidos por vete a saber qué avaricioso interés desmedido, han tomado unas decisiones equivocadas y fraudulentas que han destrozado la empresa. El problema es que los dirigentes responsables, en el mejor de los casos, solo perderán sus puestos, que no los enormes ingresos de los que han disfrutado. Serán los trabajadores de una forma u otra los que sin ninguna duda acabarán pagando las consecuencias. Al igual que los ciudadanos de muchos países que tienen que pagar las incompetencias, irresponsabilidades y corrupciones de unos dirigentes casi siempre exentos de responder por ellas. Todo sería diferente si el hecho de ser alto cargo en las grandes empresas o en la política implicara, además de los generosos beneficios que tan fácilmente ellos mismos se adjudican, la obligación por ley de responder personalmente, tanto económica como penalmente, por las consecuencias de su gestión.
JOSÉ LUIS REQUELME ARNEDO Zaragoza 24 SEP 2015. El País
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martes, 29 de septiembre de 2015
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