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sábado, 25 de septiembre de 2021

_- Qué es la dieta arcoíris y por qué debes procurar comer el mayor número de colores posibles

_- La mejor forma de consumir una dieta variada es comiendo colores variados. 

 Es la pregunta a la que muchos de nosotros nos enfrentamos más de una vez al día: qué comer. Y junto con el precio, accesibilidad y preferencia, a menudo nos basamos en la salud para ayudarnos a tomar una decisión.

Pero cuando inspeccionamos nuestras dietas en general, ¿cómo sabemos que estamos recibiendo los nutrientes necesarios?

Los investigadores aceptan ampliamente que necesitamos una dieta variada, y que una forma de hacerlo es comiendo siguiendo los colores del arcoíris.

¿Pero son los colores la mejor guía para obtener los nutrientes que necesitamos?
La evidencia podría estar en la dieta mediterránea, la cual contiene muchas frutas, verduras y grasas saludables, como el aceite de oliva extra virgen; y es frecuentemente catalogada como la más saludable por los científicos.

No es coincidencia que sea una dieta muy colorida, destaca Francesco Sofi, profesor asociado de nutrición clínica en la Universidad de Florencia, Italia.

"Seguir la dieta mediterránea tradicional significa que consumes diferentes nutrientes y fitonutrientes", dice el especialista.

Los fitonutrientes son pequeños compuestos químicos producidos por las plantas que nos ayudan a digerir nutrientes más grandes y que además juegan un papel clave en la eliminación de toxinas de nuestros cuerpos.

"Sin embargo, esta dieta no siempre contiene todos los colores. Depende de la temporada, ya que quienes la siguen suelen consumir frutas y verduras de la estación y cultivadas localmente", apunta Sofi.

En realidad, sus colores no son distintos a otras dietas basadas en vegetales, como la vegetariana, añade.

Hay, pues, otras razones por las que la dieta mediterránea está entre las más saludables: por ejemplo, que la población mediterránea tradicionalmente hierve los vegetales, en lugar de freírlos, lo que preserva sus nutrientes.

La dieta mediterránea, que contiene muchas frutas, verduras y aceites insaturados, suele ser calificada por los científicos como la más saludable 


Colores para el cerebro y el corazón
Los beneficios en la salud de una dieta rica en frutas y vegetales en nuestro cerebro y corazón están entre los hallazgos más consistentes dentro de la ciencia de la nutrición, dice Deanna Minich, nutricionista y doctora en la Universidad de Western States en Oregón, Estados Unidos.

Comer muchos colores puede reducir el riesgo de perder los nutrientes vitales.

"Si nos falta un color del arcoíris (en la dieta), es posible que nos falte la función de ese alimento", dice Minich.

Esto de debe a que los vegetales contienen cientos de fitonutrientes, incluidos los carotenoides y flavonoides, que tienen beneficios antiinflamatorios.

Y las plantas de diferentes colores tienen vienen con diferentes beneficios.

Los alimentos de color azul o púrpura, como los arándanos, tienen un alto contenido de un pigmento vegetal llamado antocianina, el cual está relacionado con una disminución en el riesgo de enfermedades cardíacas y diabetes del tipo II.

Las flavonas, que le dan a los alimentos un color amarillo, pueden reducir el riesgo de enfermedad coronaria.

"Ciertos pigmentos vegetales viajan a ciertas partes del cuerpo y se instalan allí", dice Minich.

"Por ejemplo, la luteína, que se encuentra en una variedad de alimentos amarillos y verdes, viaja a la mácula en la parte posterior del ojo, donde puede ayudar a reducir el riesgo de deterioro macular".

Algunos estudios muestran que los flavonoides pueden mejorar la salud del cerebro bloqueando neurotoxinas asociadas a la enfermedad de Alzheimer.

Después de seguir la dieta de 50.000 personas por más de 20 años, Tian-shin Yeh, investigadora de epidemiología de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, encontró que aquellos que comen más alimentos ricos en flavonoides —incluyendo naranjas, pimentones, apio y toronjas— tienen menores niveles de deterioro cognitivo y demencia.

Si bien actualmente no hay una cura para la demencia y el deterioro cognitivo en la vejez, Yeh dice que comer más alimentos ricos en flavonoides puede ayudar a disminuir el riesgo.

Sin embargo, los participantes que obtuvieron los mayores beneficios fueron aquellos que habían seguido una dieta rica en flavonoides por 20 años.

Incluso alimentos blancos como el tofu pueden ser parte de la dieta arcoíris.

Nunca es demasiado tarde para incorporar estos alimentos a tu dieta y beneficiarte de los flavonoides, apunta Yeh.

Comer una dieta colorida puede además ayudar a las personas a evadir posibles efectos adversos por comer una sola comida demasiadas veces, añade Yeh.

"La comida es muy compleja. Por ejemplo, los investigadores encontraron que el jugo de naranja está asociado a un menor riesgo de deterioro cognitivo, pero un consumo excesivo se asocia a la diabetes tipo II", explica la científica.

"No obstante, esto se debe a su contenido de azúcar, no a los flavonoides", acota.

Pero seguir una dieta arcoíris puede ser complejo, dice Victoria Taylor, nutricionista principal en la British Heart Foundation.

"Puede ser realmente complicado ingerir todos los colores todos los días. Podrías hacerte un lío".

Necesitamos además comer de otros grupos alimenticios para obtener todos los macronutrientes necesarios, como las proteínas, dice Taylor.

Sin embargo, Minich argumenta que la dieta del arcoíris no se limita a ingerir frutas y vegetales, sino que también incluye otras comidas naturales, como hierbas, especies, legumbres, nueces, semillas, cereales integrales e incluso té.

También considera que las comidas blancas son parte de la dieta arcoíris, incluido el tofu, el cual contiene numerosas isoflavonas, asociadas a un menor riesgo de enfermedades del corazón y algunos tipos de cáncer, así como deterioro cognitivo.

Ingerir una variedad de colores podría significar que comemos más frutas y vegetales en general. Un estudio encontró que incitar a las personas a ingerir comidas coloridas incrementaba su consumo de alimentos saludables.

"Si comes la misma fruta, te sentirás lleno en seguida. Pero si optas por un plato con frutas y vegetales de distintos colores, es probable que quieras comer más", dice Rochelle Embling, estudiante de doctorado en la Universidad de Swansea, quien no participó en el estudio.

Los arándanos contienen antocianina, que se ha relacionado con la reducción del riesgo de enfermedad cardíaca.

¿Dulces coloridos? Eso no cuenta
Pero seguir una dieta más colorida también puede aumentar el riesgo de consumir productos poco saludables en exceso.

Embling encontró que es más probable que comamos más pizza cuando tiene muchos ingredientes de diferentes colores.

Ella aconseja comer frutas y verduras de colores variados pero optar por una paleta más limitada cuando se trata de caprichos.

Y aclara que los brillantes colores artificiales de muchos dulces y pasteles tristemente no forman parte de una dieta variada y saludable.

Pero hay otras guías, más allá de los colores, para asegurarte de que obtienes los nutrientes y fitonutrientes que necesitas.

Y una de ellas es el sabor.
Incluso un sabor más fuerte en los vegetales significa mayor presencia de nutrientes.

Incluso un sabor más fuerte en los vegetales significa mayor presencia de nutrientes.

Un estudio encontró que los participantes que comieron verduras amargas y de sabor fuerte por 12 semanas tenían menor presión arterial y azúcar en la sangre debido a su contenido en fibra y la variedad de fitonutrientes que contienen.

El estudio afirma que "los tubérculos y las coles son fuentes ricas en antioxidantes", como flavonoides, carotenoides y otros fitoquímicos bioactivos.

La ingesta de estos combinados en alimentos integrales puede permitir una acción sinérgica, proporcionando así efectos mejorados que promueven la salud.

En otras palabras, pueden ser más saludables que la suma de sus partes.

"Los colores de las comidas son muy importantes para nuestra dieta, pero también lo son los sabores, especialmente los amargos, como el de la rúcula, la col rizada, el nabo y el té verde", dice Minich, quien no participó en el último estudio pero está de acuerdo con sus hallazgos.

Y enfatiza los beneficios de estos compuestos que reaccionan entre sí para beneficiar aún más nuestra salud.

Otra opción es fijarte en qué partes de la planta estás comiendo, dice Yeh.
"Los rábanos y nabos tienen valores nutricionales similares porque son la misma raíz. Mientras que los valores nutricionales del repollo y el nabo no son tan similares porque uno es una hoja y el otro la raíz de la planta".

Pero Yeh admite que "fijarse en los colores puede ser la forma más fácil de guiarse para los consumidores".

miércoles, 31 de julio de 2019

_- Los 164 colores de La Habana Vieja. Una investigación por los 500 años de la capital cubana establece un catálogo exhaustivo de los tonos de pintura utilizados en los inmuebles de su centro histórico.

_- “Es el amarillo de Cádiz con un grado más, el rosa de Sevilla tirando a carmín y el verde de Granada con una leve fosforescencia de pez. La Habana surge entre cañaverales y ruidos de maracas…”. En 1930 Federico García Lorca llegaba a la capital cubana procedente de Nueva York y quedaba deslumbrado por sus colores: “¿Pero qué es esto? ¿Otra vez España? ¿Otra vez la Andalucía mundial?”.
Balcones coloniales en el centro histórico de La Habana.

A lo largo de los siglos, muchos otros viajeros pasaron por la ciudad y dejaron testimonio del apabullante espectáculo de naranjas, grises, rosas, azules, bermellones, castaños, rojos pastel, amarillos, beis, blancos sucios, verdes, ocres, cada uno de ellos con sus infinitos matices estampados en fachadas, zócalos, destaques, cenefas que decoraron los interiores de los palacios y también en la carpintería de madera y en los vitrales de los medios puntos usados para tamizar el fuego del sol.

Federico García Lorca no iba desencaminado en su examen, aseguran los investigadores y expertos: en La Habana fueron empleados los mismos pigmentos que en España se utilizaban para pintar las casas y los edificios, desde donde vinieron.

Sin embargo, fue en el trópico, donde la luz todo lo condiciona y a la vez que agrede, resalta los colores, que estos adquirieron la personalidad y los tonos que subyugan y le dan a la ciudad carácter.

La poesía increible de este inventario había llegado a la literatura y también a algunos estudios sobre la arquitectura colonial, pero nunca hasta hoy se había plasmado en una paleta completa de colores, extraída de una minuciosa investigación sobre los inmuebles más representativos de La Habana Vieja.

El catálogo, obra de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que dirige Eusebio Leal, y la empresa española Isaval, principal suministradora de pintura del centro histórico, acaba de presentarse como parte de los homenajes a La Habana por sus 500 años y su resultado impresiona: estamos ante los 164 colores más empleados durante cuatros siglos en los edificios y casas que abrazan las cinco grandes plazas de la ciudad intramuros —la de Armas, la Catedral, San Francisco, la plaza Vieja y la del Cristo—, una verdadera milla de oro en la que se encuentran las construcciones coloniales más emblemáticas de la villa que los españoles consideraron la Llave de las Indias.

Para llegar a esta paleta se realizó un cuidadoso estudio estratigráfico —que en ocasiones supuso raspar en cenefas y paredes más de 20 capas de pintura— que mostró una gama de colores de una riqueza sorprendente, que va desde el azul Habana al rosa colonial, pasando por el verde mar y el negro humo.

Esta escalera ingobernable fue puliendose estadísticamente hasta llegar a los 164 tonos más empleados en los diferentes siglos, cada uno identificado con una referencia, la dirección del inmueble donde se halló y si se encontró en fachadas, carpintería o zócalos. Como primera conclusión destaca el cuidado extremo que se tuvo desde el inicio con el empleo del blanco, para evitar el reflejo del ardiente sol cubano, de ahí la tendencia a los colores vivos.

En la carpintería del siglo XVIII se hicieron frecuentes los tonos verde mar, azul colonial y castaño oscuro, sobre todo en las rejas, mientras que en las puertas predominó el color rojo, bermellón y plomo. Para la herrería que fue sustituyendo a la madera en el XIX se destinó el color negro, añadiéndole verde para reducir el brillo.

En las fachadas de los edificios de finales del XVIII hasta nuestros días predominaron el ocre, rojo, azul y el verde, utilizándose además el beis, café, gris y amarillo, pero en menor proporción.

A finales del siglo XIX y principios del XX se hizo común el uso de colores crema y pastel, el blanco sucio, beis y ocre en general, sobre todo aquellas tonalidades que imitaban la piedra y los betunes que se le aplicaban. Todo un banquete para los sentidos que dejó loco a Federico cuando llegó del cemento de Nueva York.

https://elpais.com/elpais/2019/07/10/mas_se_perdio_en_la_habana/1562742877_183501.html