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sábado, 28 de octubre de 2023

Asquerosa doble moral

El 19 de octubre del año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escribió (con toda la razón) el siguiente mensaje en la red X (antes Twitter): «Los ataques de Rusia contra infraestructura civil, especialmente eléctrica, son crímenes de guerra. Los cortes de agua, electricidad y calefacción cuando llega el invierno a hombres, mujeres y niños son actos de terror».

Sin embargo, cuando ahora Israel hace lo mismo, von de Leyen no responde de la misma forma ni con semejante contundencia. Y no porque esté distinguiendo entre víctima y atacante. Cuando Israel ha estado invadiendo durante años a Palestina con actos de claro terrorismo, o cometiendo crímenes de guerra (tan deleznables como el último de Hamás), ni ella ni los demás dirigentes europeos reaccionaron como lo hicieron (con toda razón) cuando Rusia invadió a Ucrania.

Tal y como actúan, parece claro que a los dirigentes europeos sólo les preocupan y merecen su radical condena los crímenes de guerra que vengan de Rusia o Hamás (como los de la semana pasada) o de quienes no sean sus aliados militares o socios comerciales, como Israel. Y exactamente lo mismo puede decirse de los de Estados Unidos.

Es esa una doble vara de medir vergonzosa. Asquerosamente inmoral y rechazable por injusta, cruel e inhumana y porque de ella sólo puede brotar, sin remedio, cada vez más terror y violencia.

No se expresar mi opinión mejor que como lo ha hecho Santiago Alba en un artículo reciente  (aquí), así que simplemente me permito tomar sus palabras y hacerlas mías:

«Lo siento, pero no se puede ser demócrata en Tel Aviv y supremacista colonial en Gaza y Cisjordania. Respecto de la UE y los EEUU cabe un razonamiento similar: lo siento, pero no se puede defender a la víctima en Ucrania y al ocupante en Palestina. No se puede defender el derecho de los ucranianos a combatir la invasión rusa y pasar por alto desde hace décadas la Ocupación israelí, la extensión de las colonias en territorio ocupado, los ataques deliberados a civiles, el asedio inhumano de Gaza. Mientras los israelíes no se vuelvan realmente demócratas y los europeos y estadounidenses no defiendan de verdad los derechos humanos que pomposamente enuncian y las resoluciones de la ONU que ellos mismos firman, mucha gente en el sur global acabará refugiándose en regímenes monstruosos, organizaciones terroristas y alegrías violentas y reaccionarias.»

La doble moral de nuestros dirigentes, y el silencio cómplice de tanta gente, es lo que realmente viene alimentando la hoguera en la que se está convirtiendo nuestro mundo.

Y, por cierto, no puedo olvidar, cuando acuso de inmorales a los dirigentes occidentales, que esa misma doble vara de medir la utilizan también bastantes dirigentes de izquierdas. A quienes se debe aplicar lo mismo que he dicho de quienes sólo condenan a Rusia y Hamás.

Cuando nos acostumbramos a que la violencia sea el lenguaje y la imposición unilateral el modo de resolver los problemas que se dan entre desiguales, no estaremos sembrando sino más violencia y conflictos permanentes, odio y afán de venganza. Un mundo en llamas.

Decía Martin Luther King que nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda. Y llevaba razón. Nada de todo esto que está pasando se consentiría que ocurriera si no se mintiera tanto y si no se manipulara constantemente la información que difunden los medios. Unos medios cuyos propietarios son, precisamente, quienes se benefician con la violencia y la guerra, vendiendo armas y reconstruyendo lo que a cada paso destruyen. Sólo la educación, la información veraz y la comunicación en auténtica libertad nos podrán sacar del pozo ciego en el que estamos cayendo. Otra cosa es que sepamos cómo conseguirlo y que se tenga capacidad para hacerlo posible.

miércoles, 26 de agosto de 2015

La Trata -de personas- la fomentamos todos

La trata de personas es un tema escabroso que como sociedad de doble moral preferimos mantener al margen de la burbuja de apatía donde vivimos. No quiere decir que no sea de suma importancia ventilarlo, denunciarlo y accionar para combatirlo. Precisamente porque es un realidad cruda y nos exige conciencia es que preferimos ignorarla pero, ¿qué pasaría si en la trata está envuelto uno de los nuestros como víctima? Las cosas cambian, ¿verdad? Porque están de por medio los afectos y los lazos sanguíneos. Es mezquindad si solo denunciamos cuando uno de los nuestros está implicado. Prevenir la Trata es obligación de todos, así como denunciarla y luchar por erradicarla.

La trata de personas tiene tantos rostros, se comercia con ellas para fines de explotación sexual, tráfico de órganos, trabajo forzado lo que hoy en día también es llamado como esclavitud moderna. La trata de personas con fines de explotación sexual que está en cada bar, casa de citas, o como comúnmente se les conoce “prostíbulos” –que no estoy de acuerdo con el término, pero el punto no es ese en este artículo- existen personas que están ahí contra su voluntad. Niñas, niños, adolescentes y mujeres. ¿Cuántos bares hay en nuestra ciudad, en nuestro barrio, en nuestro país, en el mundo? ¿Cuántas miles de personas están ahí del otro lado de la puerta y nosotros fingimos no ver? Porque somos mojigatos, tenemos doble moral, y los prejuicios y los estereotipos nos corroen.

Como humanidad tenemos que realizar una evaluación profunda acerca de nuestro actuar, de esa indolencia que nos impide ver el sufrimiento de otros. En todas las clases sociales se está propenso a ser víctima de Trata pero ésta se facilita para las mafias en personas que viven en vulnerabilidad económica. Muchas engañadas con promesas de trabajo, ahí entran las migraciones forzadas que dejan a miles a la deriva. Niños, niñas, adolescentes, mujeres, afro descendientes, personas LGBTI, indígenas.

La Trata no puede ser imperceptible, ésta cuenta con la impunidad de estructuras en los gobiernos de origen, traslado y llegada. Para esto se requiere de un enganche, transporte, traslado, recepción. Viene con engaño o bien por secuestro. La Trata se da frente a nuestras narices y la indiferencia y el egoísmo de pensar que todo gira alrededor nuestro no nos permite ver lo que es obvio. No solo no hacemos nada para evitarlo y denunciarlo sino que encima criminalizamos a las víctimas de Trata. ¿Somos descarados verdad?

Un ejemplo muy claro es el de las víctimas que han sido detenidas por autoridades como caso de prostitución, se ven con la barrera de no poder acceder libremente y sin prejuicios por parte del sistema y de la sociedad a salud, educación, un empleo y vivienda.

El tema de Trata es extenso, un artículo no es suficiente. Un día Mundial tampoco. La Trata la vemos todos los días en los niños que trabajan en las calles, en los campos de cultivo donde están esos jornaleros sin dormir y sin comer trabajando de sol a sol, sin paga o con un salario de miseria. La Trata la vemos todos los días en nuestros hermanos migrantes que se van de nuestros países, que se trasladan en nuestros países, que llegan a nuestros países. La Trata está en todos lados, ¿cómo es posible que no actuemos para erradicarla?

No olvidemos que la violencia sexual y los feminicidios van de la mano de la Trata, de la violencia de género, del patriarcado. Que la Trata con fines de explotación laboral va de la mano del capitalismo, de la oligarquía y de las transnacionales. Que esa explotación infantil que viene con la Trata va de la mano de la discriminación y del clasismo. Todo se entrelaza. La Trata con fines de robo de órganos la sufren en su mayoría los migrantes indocumentados en estos tiempos de migraciones forzadas.

Una película excelente que toca muy de fondo el tema de la Trata con fines de explotación sexual es la argentina “La Mosca en la Ceniza.” Como también el famoso corto que no dura ni dos minutos pero el golpe lo da certero, “Bailarinas en el Barrio Rojo de Ámsterdam.” La película española, Evelyn.

La próxima vez que veamos un burdel, una casa de citas, a unos niños trabajando en la calle, campos de cultivos, bananeras, azucareras, algodoneras, tabacaleras. Maquilas, fábricas, migrantes pensemos en la Trata. Y preguntémonos qué podemos hacer para informarnos al respecto, para contribuir a denunciarla, a erradicarla. Yo les diría que así sin tanto embrollo lo único que necesitamos es esencia humana y amor. Porque el camino se encuentra una vez uno quiere involucrarse en ser parte del cambio.

Me pregunto, qué piensan acerca de la Trata estos que se ponen la capa de revolucionarios e intelectuales, o los religiosos rematados pero que asisten gustosos a los bares a violar niñas, adolescentes y mujeres. ¿Qué piensan las prejuiciosas mujeres de buena fe que no salen de la iglesia? ¿Y usted que lee este texto, qué piensa de la Trata?

Vayamos por lo que vale, de nada nos sirve una vida de mediocridad si no dignificamos nuestra esencia humana. Si no hacemos florecer este amor que nos hermana.
Ilka Oliva Corado
@ilkaolivacorado.

Blog de la autora: Crónicas de una Inquilina