Nunca le perdonarán que corrigiera a don Alberto. Embarrarán, se mofarán, lanzarán bulos, se meterán en su vida privada, con su pareja y con sus hijos. Dirán medias verdades y enteras mentiras, pero más nunca aceptarán que solo hizo su trabajo. Porque ellos nunca hubieran hecho lo que ella hizo. Porque no saben y porque no pueden.
No es la primera persona que pasa por la máquina de triturar carne humana de El Mundo y este 20º aniversario del 11-M nos recordó cómo quienes ahora dirigen periódicos (Pedro J. Ramírez en El Español, Joaquín Manso en El Mundo, Casimiro García-Abadillo en El Independiente) firmaron entonces bulos que destrozaron vidas. Nunca pidieron perdón, ni 20 años después. Y no lo harán ahora por un caso infinitamente menor.
“No es correcto, señor Feijóo”, cortó la periodista de TVE Silvia Intxaurrondo el 17 de julio a don Alberto en la entrevista previa a las últimas elecciones generales cuando el candidato popular contaba que su partido, cuando gobernó, siempre subió las pensiones al menos lo que había subido la inflación. Don Alberto insistió, pero Intxaurrondo resistió y se negó a aceptar la mentira. Hizo simplemente su trabajo, evitar que al televidente le dieran gato por liebre, pero desde aquel día en El Mundo empezó la carga contra la periodista. No le iban a perdonar semejante desfachatez. Nunca. Pasarían los días, las semanas, los meses, pero ellos siempre volverían.
El mismo día de la entrevista, El Mundo tituló que don Alberto e Intxaurrondo habían tenido “un rifirrafe”. En la crónica que firmaba Esther Mucientes, el diario que dirige Joaquín Manso dijo que la periodista puso “contra las cuerdas al líder del PP desde casi el inicio de la entrevista”. Marc Sala, compañero de Intxaurrondo, siguió preguntando, y cuando respondió don Alberto la periodista le interrumpió porque era “una respuesta que Intxaurrondo no iba a permitir”, según El Mundo. Mucientes reconoce en esa crónica que Intxaurrondo estaba en lo correcto y no don Alberto, pero las hostias se las propinó a ella, no al mentiroso.
Dos días después, Isabel Pedrejón decía que Intxaurrondo era “el azote” de don Alberto y que “ambos protagonizaron varios rifirrafes”. La táctica, evidente, pasa por negar que la periodista preguntara e intentara desmontar los datos falsos que daba don Alberto, para hacer creer que, más que una entrevista, ella buscaba un debate contra el líder popular. Escribió Pedrejón que “no es la primera vez que se encuentra en esta tesitura porque en el pasado también tuvo momentos tensos con Isabel Díaz Ayuso”. Como si el problema fuera Intxaurrondo por intentar que no le colaran mentiras y no los políticos mentirosos.
Este 5 de marzo, El Mundo volvió a la carga. Aprovechando la renovación del contrato entre RTVE y la productora de la periodista, El Mundo dijo que cobraría 537.000 euros (se les olvidó titular que ese dinero era por dos años y no su salario, sino el pago total a la productora) y, sobre todo, relacionó la renovación del contrato con la entrevista a don Alberto porque tituló que se había renovado a Intxaurrondo “el mismo día de su dura entrevista a Alberto Núñez Feijóo”. Más allá de que la explicación sobre los dineros que se daba en el artículo era engañosa para hacer creer que cobrará más de lo que en realidad será, el titular era insidioso porque conectaba la entrevista con esa renovación de contrato. Como si hubiera sido premiada con medio millón de euros por lo que El Mundo llamó “rifirrafe” (y como si RTVE no tuviera derecho a invertir en talento). Pero el contrato de renovación de Intxaurrondo se empezó a negociar en junio y no se firmó hasta 35 días después de la entrevista.
Intxaurrondo respondió en X y después envió a El Mundo un burofax exigiendo, como la ley le permite, su derecho a rectificar la información porque consideraba que contenía errores factuales que dañaban su reputación. Otros medios, como El Economista, hicieron lo correcto en esa situación y publicaron la rectificación, una forma de aceptar que la información tenía al menos algunos errores. El Mundo se negó y respondió con otra pieza en la que repetía su información y añadía el respaldo como fuentes de la misma de “tres altos cargos de RTVE”, sin dejar claro si esas personas eran los tres consejeros a propuesta del PP.
“No es correcto, señor Feijóo”, cortó la periodista de TVE Silvia Intxaurrondo el 17 de julio a don Alberto en la entrevista previa a las últimas elecciones generales cuando el candidato popular contaba que su partido, cuando gobernó, siempre subió las pensiones al menos lo que había subido la inflación. Don Alberto insistió, pero Intxaurrondo resistió y se negó a aceptar la mentira. Hizo simplemente su trabajo, evitar que al televidente le dieran gato por liebre, pero desde aquel día en El Mundo empezó la carga contra la periodista. No le iban a perdonar semejante desfachatez. Nunca. Pasarían los días, las semanas, los meses, pero ellos siempre volverían.
El mismo día de la entrevista, El Mundo tituló que don Alberto e Intxaurrondo habían tenido “un rifirrafe”. En la crónica que firmaba Esther Mucientes, el diario que dirige Joaquín Manso dijo que la periodista puso “contra las cuerdas al líder del PP desde casi el inicio de la entrevista”. Marc Sala, compañero de Intxaurrondo, siguió preguntando, y cuando respondió don Alberto la periodista le interrumpió porque era “una respuesta que Intxaurrondo no iba a permitir”, según El Mundo. Mucientes reconoce en esa crónica que Intxaurrondo estaba en lo correcto y no don Alberto, pero las hostias se las propinó a ella, no al mentiroso.
Dos días después, Isabel Pedrejón decía que Intxaurrondo era “el azote” de don Alberto y que “ambos protagonizaron varios rifirrafes”. La táctica, evidente, pasa por negar que la periodista preguntara e intentara desmontar los datos falsos que daba don Alberto, para hacer creer que, más que una entrevista, ella buscaba un debate contra el líder popular. Escribió Pedrejón que “no es la primera vez que se encuentra en esta tesitura porque en el pasado también tuvo momentos tensos con Isabel Díaz Ayuso”. Como si el problema fuera Intxaurrondo por intentar que no le colaran mentiras y no los políticos mentirosos.
Este 5 de marzo, El Mundo volvió a la carga. Aprovechando la renovación del contrato entre RTVE y la productora de la periodista, El Mundo dijo que cobraría 537.000 euros (se les olvidó titular que ese dinero era por dos años y no su salario, sino el pago total a la productora) y, sobre todo, relacionó la renovación del contrato con la entrevista a don Alberto porque tituló que se había renovado a Intxaurrondo “el mismo día de su dura entrevista a Alberto Núñez Feijóo”. Más allá de que la explicación sobre los dineros que se daba en el artículo era engañosa para hacer creer que cobrará más de lo que en realidad será, el titular era insidioso porque conectaba la entrevista con esa renovación de contrato. Como si hubiera sido premiada con medio millón de euros por lo que El Mundo llamó “rifirrafe” (y como si RTVE no tuviera derecho a invertir en talento). Pero el contrato de renovación de Intxaurrondo se empezó a negociar en junio y no se firmó hasta 35 días después de la entrevista.
Intxaurrondo respondió en X y después envió a El Mundo un burofax exigiendo, como la ley le permite, su derecho a rectificar la información porque consideraba que contenía errores factuales que dañaban su reputación. Otros medios, como El Economista, hicieron lo correcto en esa situación y publicaron la rectificación, una forma de aceptar que la información tenía al menos algunos errores. El Mundo se negó y respondió con otra pieza en la que repetía su información y añadía el respaldo como fuentes de la misma de “tres altos cargos de RTVE”, sin dejar claro si esas personas eran los tres consejeros a propuesta del PP.