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viernes, 23 de octubre de 2015

La pobreza golpea duro en el Sur de Europa desde el inicio de la crisis. La pobreza y exclusión social afectó a uno de cada cuatro europeos en 2014

Casi 1.000 millones de personas salieron de la extrema pobreza en el mundo en los últimos 20 años. Pero la magia del capitalismo va por barrios: la emergencia de las clases medias en Asia contrasta con los 122 millones de europeos que viven hoy en riesgo de pobreza o exclusión social. La crisis del euro hace estragos. Especialmente en el Sur: Grecia y España presentan los peores números desde 2008, según Eurostat.

La Gran Recesión no ha germinado literariamente en obras como Oliver Twist o Los Miserables —aunque ahí está el Crematorio de Rafael Chirbes—, que retrataron la miseria del proletariado industrial, ni hay en Europa un reverendo Malthus, una suerte de Nostradamus fallido (por el momento) que pronóstico un apocalipsis económico si la población seguía creciendo mucho más que los recursos. Pero las cifras cuentan historias, y los números de la crisis europea tienden hacia zonas umbrías: en 2014, 122 millones de personas —el equivalente a toda la población de Alemania y España— estaban en riesgo de pobreza o exclusión social en Europa. En otras palabras: uno de cada cuatro europeos lo pasa realmente mal, por mucho que la recuperación estadística haya comenzado. Las cicatrices de la crisis son especialmente visibles en la ribera del Mediterráneo: los mayores incrementos de los niveles de población con riesgo de pobreza corresponden a Grecia (que ha pasado del 28% al 36% desde 2008) y España (del 24,5% al 29,2%), seguidas de Chipre, Malta, Hungría e Italia.

La geografía de la pobreza, sin embargo, es engañosa. El país más favorecido desde el punto de vista de los riesgos de exclusión social no es Alemania, que está viviendo una crisis estupenda. La pobreza es siempre relativa —salvo para quienes la padecen—, pero donde más ha mejorado es en el bloque del Este: Polonia, Rumanía y Eslovaquia presentan las mayores tasas de reducción de la población en riesgo.

La definición exacta de esa estadística es embrollada. Eurostat, la agencia estadística de la Unión, calcula el porcentaje de gente cuyos ingresos (después de transferencias sociales, impuestos y demás) se sitúan por debajo del 60% de la mediana nacional. Ese indicador no ofrece una medida de riqueza o pobreza absoluta, sino en comparación con el resto de residentes nacionales; depende, además, de numerosos factores.

¿Cuesta creer que 13,4 millones de españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social? ¿Que esa cifra haya crecido en dos millones de personas desde 2008? ¿Que los incrementos sean aún más galopantes en Grecia, donde han pasado de tres a casi cuatro de millones en esa situación desesperada sobre una población de 11 millones? Esos cálculos no siempre reflejan con fidelidad lo que al lector se le viene a la cabeza cuando se habla de pobreza: Eurostat pone el umbral de ingresos en 16.719 euros anuales en hogares con dos adultos y dos niños en España (y casi 8.000 euros para un adulto que viva solo). “Esas cifras no siempre son objetivables”, apuntaba ayer Jagdish Bhagwati, de Columbia, uno de los mayores expertos del mundo en la materia. “Es evidente que la crisis del euro, especialmente dura en la periferia de Europa por cómo se ha gestionado, tiene un claro reflejo en las estadísticas”, añadía Erik S. Reinert, experto en pobreza y profesor en Tallin.

24,4% de la población
Más de cinco millones de europeos se han sumado desde 2008 a ese ejército que ahora asciende a 122 millones de personas con riesgo de pobreza o exclusión social; el 24,4% de la población. El detalle de las cifras de Grecia es sobrecogedor. El de las de España no le va a la zaga: de 11,1 a 13,3 millones de personas en riesgo (casi tantos como alemanes, con una población que casi duplica la española); el 7,1% —cifra que multiplica por dos la de 2008— en niveles de extrema pobreza, aunque ahí España está lejos de Grecia, Hungría, Rumanía o Bulgaria, con un cuarto de su población incapaz de pagar sus facturas, de poner la calefacción o de irse una semana de vacaciones.

Los expertos no coinciden a la hora de medir qué parte de esas cifras se debe a errores de política económica. Reinert critica con dureza “el extraño fenómeno de la austeridad, con el capitalismo declarándole la guerra a sus propios consumidores por ceguera ideológica”. Para Bhagwati, “habría que preguntarse cuánta pobreza habría sin esos recortes que hizo la eurozona durante la crisis”. “Al menos en Grecia, el resultado podría ser aún peor sin el apoyo financiero que vino de la mano de esos ajustes”, apostilla.

http://economia.elpais.com/economia/2015/10/16/actualidad/1444997502_865517.html

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