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miércoles, 19 de junio de 2013

El secreto de crear pequeños lectores, en las jornadas de Lecciones y Maestros. Las séptimas jornadas de Lecciones y Maestros de la UIMP y la Fundación Santillana reúne a Joan Manuel Gisbert, María Isabel Molina y Jordi Sierra i Fabra

Futuro soñado: más y más lectores.
Pasado a olvidar: malas prácticas en el inicio de la lectura.
Presente deseado: mejora en el desarrollo del plan lector en colegios e institutos.

Es parte del recorrido sobre la literatura infantil y juvenil que han hecho Joan Manuel Gisbert, María Isabel Molina y Jordi Sierra i Fabra en la séptima edición de las jornadas Lecciones y maestros, organizada por la Univerdidad Internacional Menéndez Pelayo y la Fundación Santillana, en Santander. Una de las peticiones de los escritores es que se inculque el verdadero placer de la lectura en los menores, para lo cual, afirma Molina, “los profesores tienen que convertir la lectura en un premio y no en una tarea más”.

El Palacio de La Magdalena, en Santander, es el escenario elegido para estas jornadas que ayer estuvieron dedicadas a Molina y Gisbert. Hoy será el turno de Sierra i Fabra. Una manera de recordar no solo la importancia de crear lectores, sino de fomentar la lectura justo en un momento en que los libros tienen cada vez más rivales en el ámbito del entretenimiento y del ocio.

Placer, emoción y goce debe ser el resultado al coger un libro, a sabiendas de que, asegura Gisbert, detrás de esto, o, mejor, implícito, está el aumento de la riqueza del lenguaje, lo que a su vez conduce a un mejor desarrollo del pensamiento.

Joan Manuel Gisbert.
La jornada inaugural, que contó con la asistencia de Ignacio Polanco —presidente de honor del Grupo Prisa—, César Nombela —rector de la UIMP— y Basilio Baltasar —director de la Fundación Santillana—, tuvo presente no solo el recorrido por el origen de los lectores y su futuro; también los autores dieron pistas sobre sobre los embrujos que deben crear los escritores para seducir a niños y jóvenes. Una clave para Gisbert es “despertar impulsos fundamentales relacionados, por ejemplo, con la vivencia del misterio o la atracción por el enigma. Historias que reten al lector a entrar en ella para dilucidar temas y saber qué esconde el libro, ayudados por una estructura adecuada”. Dentro de las temáticas de seducción, Gisbert señala la de mundos absurdos pero que amplían la realidad conocida.

“¿A quién no le gusta leer?”, preguntó un día María Isabel Molina en un instituto. Doce niños levantaron la mano. “¿Por qué?”, preguntó ella. “Porque los libros están llenos de letras”, fue una de las respuestas en medio de las risas de sus compañeros. Pero la escritora supo que esa respuesta, aparentemente obvia, quería decir que la lectura había resultado pesada y no se había convertido en una aventura para el adolescente. Muchas veces, aclara Molina, los profesores simplemente dicen qué libro o libros deben leer los alumnos, piden comentarios escritos o hacen encuestas o evalúan, “pero no motivan su lectura, no lanzan un señuelo”. Si no se motiva, agrega la escritora, significa que se está ejecutando mal el plan lector.

“No es un género menor, aunque su presencia sea pequeña en los suplementos culturales de los periódicos, destinados lógicamente a lectores adultos”, dijo en la inauguración de las jornadas Emiliano Martínez, presidente del Grupo Santillana en España. Es más, recordó que la literatura infantil y juvenil es parte viva de la creación, y citó a Mario Vargas Llosa y su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 2010, que empezaba diciendo: “Aprendí a leer a los cinco años (…) es la cosa más importante que me ha pasado en la vida (…)”.

A ello han contribuido en el ámbito del español los tres maestros de estas jornadas. Joan Manuel Gisbert. (Barcelona, 1949) es uno de los principales exponentes de la transformación que se inició en la literatura para niños y jóvenes en España, a partir de los años ochenta. Entre sus obras figuran Escenarios fantásticos, El misterio de la isla de Tökland o La mansión de los abismos. La madrileña María Isabel Molina ha publicado títulos como El arco iris, La balada de un castellano y Las ruinas de Numancia. Jordi Sierra i Fabra (Barcelona 1947) es uno de los autores más prolíficos en España. Ha publicado 400 títulos desde 1972 y ganado varios premios nacionales. En 2004 creó la Fundació Jordi Sierra i Fabra, en Barcelona, y la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra, en Medellín (Colombia).

En la jornada dedicada a Gisbert, Basilio Baltasar, director de la Fundación Santillana: "Es considerado un narrador de sueños, un arquitecto de lo imposible, un hacedor de enigmas, un constructor de laberintos, un hechicero de las palabras, un creador de misterios, un fabricante de ilusiones y un viajero en el tiempo.

¿Cabe añadir algo más?
Sí: un diseñador de escenarios fantásticos, un guardián de olvidos, un descifrador de misterios arcanos, un explorador de abismos…"

El mundo de la creación literaria infantil y juvenil se suma así a las jornadas de años anteriores que ha abordado temas sobre literatura de ficción, ensayo e ilustración con autores como Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, José Saramago, Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Arturo Pérez-Reverte, Luis Mateo Díez, Ángeles Mastretta, Antonio Muñoz Molina, Héctor Aguilar Camín, Rosa Montero y Manuel Vicent, Carlos García Gual, Santos Juliá y Vicente Verdú, Antonio Fraguas (Forges), José María Pérez (Peridis) y Andrés Rábago (El Roto).
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/06/18/actualidad/1371549558_921176.html

viernes, 12 de noviembre de 2010

Aprender a leer y escribir cambia el cerebro

Unos experimentos muestran los cambios de la actividad mental en personas analfabetas y alfabetizadas
(Lo que ya había descubierto Luria, psicólogo discipulo de Vigotsky. Así que este experimento ha venido a confirmar y evidenciar lo ya descubierto en los años 30)
La alfabetización, la capacidad de leer y escribir, es algo muy reciente en la historia del ser humano, por lo que el cerebro debió recurrir a lo que ya tenía para hacer frente a esta nueva e importante actividad mental y no habría desarrollado mecanismos nuevos, genéticos o de desarrollo, algo que exige bastante tiempo evolutivo, creen los científicos. Unos investigadores han hecho ahora unos experimentos curiosos para medir su huella en el cerebro, analizando con técnicas de resonancia funcional el cerebro de 63 voluntarios brasileños y portugueses: 11 analfabetos, 22 alfabetizados ya de adultos y 31 que aprendieron a leer y escribir de niños.
Han identificado así las regiones cerebrales moduladas en la alfabetización, que están en zonas ya conocidas por su especialización en el vocabulario y en el reconocimiento visual de caras. Además la alfabetización mejora las funciones del habla. Todavía no saben si estos cambios en la anatomía cerebral, esta especialización dedicada a leer y escribir, merman o no la capacidad, por ejemplo, de reconocer rostros.
Stanislas Dehaene (Universidad Paris-Sur) y sus colegas destacan en el informe de su investigación en la revista Science que no sólo se aprecian diferencias en el cerebro entre las personas analfabetas y alfabetizadas, sino que son notables también las diferencias en aquellos que aprendieron de adultos, lo que indica que la educación a edades tardías "puede refinar profundamente la organización de la corteza".
El experimento es interesante, además, porque parte de los sometidos a resonancia funcional son analfabetos, mientras que la inmensa mayoría de los sujetos sanos de ensayos de este tipo son voluntarios de entornos académicos. Durante las pruebas, los científicos presentaron a las 63 personas diferentes tareas de reconocimiento de rostros, problemas de cálculo y respuesta a frases oídas y leídas.
La alfabetización, ya sea adquirida en la infancia o en la edad adulta, refuerza la respuesta cerebral de varias maneras, explican Dehaene y sus colegas. Por un lado relanza la organización de la corteza visual, pero también permite que, en respuesta a frases escritas, se active toda la red del lenguaje hablado en el hemisferio izquierdo. "La capacidad de leer, una invención cultural tardía, se aproxima a la eficiencia de la vía de comunicación más evolucionada de la especie humana, que es el habla", explican en Science. (A. R.-Madrid El País-12/11/2010)  (En la ilustración se ven registros de las resonancias de los cerebros de las diferentes personas, según sean analfabetos o lectores ante las diferentes pruebas)