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domingo, 23 de enero de 2022

_- Por qué acumulamos cosas, y cómo remediarlo.

_- Todas esas “cosas” en nuestros cajones, armarios y rincones son un peligro, pero hay formas de mantenerlas a raya.

Muchos de nosotros aprovechamos las largas y solitarias horas de los confinamientos de 2020 por la COVID-19 para sacar de nuestros clósets, cajones y gabinetes la ropa de una era pasada, alimentos empacados que hace mucho caducaron y archivos que ya no son relevantes. Al principio, yo estaba entre esas personas y con entusiasmo completé tareas sencillas y me deshice de vestidos y trajes que ya no me quedaban bien, zapatos en los que ya no podía caminar, cientos de contenedores de plástico y vidrio vacíos.

Se sintió bien al principio, pero pronto perdí el interés en deshacerme de cosas y carecía de la energía física y mental para encargarme de lo que faltaba.

Además, después de 55 años de vivir en la misma casa, ten por seguro que había mucho más que debía desechar. Los espacios vacíos tienen una manera de llenarse. De verdad envidio a las amistades y los vecinos que eliminaron muchas cosas y tuvieron que deshacerse de botes de basura llenos de artículos que ya no usaban o no eran útiles.

No obstante, hace poco, cuando una tubería que tenía una fuga empapó la alfombra en mi sótano, donde durante décadas almacené todo aquello que no utilizaba, pero de lo que no me podía deshacer, volví a la acción. No hay nada como una crisis, pequeña o grande, para obligarnos a lidiar con una acumulación inimaginable de cosas.

El desorden es un peligro
Personas como yo, que llenan las áreas de almacenamiento mientras los espacios de la vida cotidiana se mantengan ordenados, no llegan a ser unos acumuladores, una categoría que tiene su propio diagnóstico psiquiátrico. Sin embargo, tener muchas cosas conlleva sus propios riesgos, como el estrés crónico y repetido que puede provocar; por ejemplo, cuando se busca con frenesí un documento importante entre montones de misceláneos o se corre a toda velocidad para arreglar pilas de basura antes de que lleguen visitantes.

Eso sin mencionar el riesgo de tropezarse con objetos que no están en el lugar que les corresponde. Cuando mi amigo de 61 años, quien parece no poder deshacerse de nada, tuvo complicaciones a raíz de una lesión en la cabeza que lo mantuvo en el hospital durante varias semanas, su esposa se sintió motivada a limpiar muchos objetos que estaban desperdigados por su departamento antes de que él volviera a casa.

Además, el desorden distrae, roba tu atención de pensamientos y tareas que valen la pena. Consume tiempo y energía y disminuye la productividad. Aunado a eso, un estudio de 2015 de la Universidad Saint Lawrence descubrió que una habitación en desorden está ligada con el mal dormir.

La carga del desorden ni siquiera termina cuando morimos. Cuando mi amigo Michael y sus hermanos limpiaron la casa de su madre de 92 años en Florida después de su fallecimiento, entre las muchas cosas repetidas que encontraron estaban ocho frascos idénticos de mostaza, 60 latas de trozos de piña, 72 rollos de toallas de papel, 11 andadores y cuatro sillas de ruedas. Hubo que llevarse camiones cargados de cosas, algo que resultó muy costoso. Me gustaría que mi familia tuviera mejores cosas por las cuales preocuparse o reírse cuando yo muera.

Razones por las que acumulamos
Quizá te preguntes por qué personas como yo o la madre de mi amigo guardamos tantas cosas que quizás nunca necesitaremos. El temor de quedarnos sin ese artículo en la casa es una razón por la que compro al mayoreo, en especial cuando los productos deseados están en oferta. Sin duda, un miedo similar resultó en las compras de pánico de papel higiénico, pasta y frijoles enlatados al principio de la pandemia. Nunca olvidé lo que una vecina dijo cuando, en medio de una fiesta de vecinos, le preguntaron dónde guardaba el resto de sus toallas de papel. “En la tienda”, respondió.

Cuando me siento triste, no me resisto a la terapia de las compras, a menudo compro otro traje de baño o una chaqueta abrigadora para agregar a mi extensa colección. Scott Bea, un psicólogo clínico en la Clínica Cleveland, ha destacado que nuestra sociedad de consumo impulsa a mucha gente a coleccionar cosas que no necesita.

Algunas personas también se sienten obligadas a aferrarse al pasado, como un amigo que conserva el programa de cada evento al que ha asistido durante las seis últimas décadas. Por culpa o sentimientos, a algunas se les dificulta dejar ir los regalos inútiles de personas que aman o admiran. “¿Qué pasa si un día vienen y descubren que ya no lo tengo?” es un razonamiento común.

Tengo muchas razones para no botar un artículo que no uso desde hace tiempo. Si es algo que he atesorado durante un largo periodo de tiempo, como los cubiertos y la porcelana que mi esposo y yo compramos con nuestros regalos de bodas hace 46 años, quiero dárselos a alguien que sé que los apreciará y los usará. Además, tengo un miedo cuasi irracional de que tan pronto como me deshaga de algo, descubriré que lo necesito.

Aun así, con frecuencia me armo de valor y dono a organizaciones benéficas que recolectan ropa y artículos del hogar en mi vecindario. Vivo en una cuadra con mucho tráfico peatonal y dejo “regalos” (desde champús y zapatos hasta macetas y marcos para fotografías) en el frente de la casa; los artículos suelen desaparecer en horas.

Cuando me di cuenta de que era momento de decir adiós a archivos profesionales con décadas de antigüedad, solicité la ayuda de asistentes, les instruí que no me dejaran ver nada de lo que tirarían de mis cajones. ¡Ahora haré lo mismo con los cientos de libros relacionados con mi trabajo que nunca volveré a abrir!

Consejos para limpiar el desorden
Establece un plan. Puede que quieras ir habitación por habitación o centrarte en una categoría como los abrigos o los zapatos, pero evita cambiar de rumbo a mitad de camino antes de haber terminado la tarea que empezaste.

Establece objetivos razonables en función del tiempo y la resistencia de que dispongas. Si un armario entero es demasiado intimidante, incluso una tarea tan pequeña como limpiar los artículos de un solo cajón o estante puede hacer que empieces en la dirección correcta.

Si un enfoque más gradual es más manejable, considera la sugerencia de mi amiga Gina: mantener un contenedor en cada habitación para guardar las cosas de las que te quieres deshacer. Cuando te pruebes algo que ya no te quede bien o no se vea bien, irá directamente a la bolsa de donaciones, no volverá al armario.

Si es necesario, pide ayuda a un amigo, a un familiar o a un asesor pagado que no tenga el mismo apego a tus posesiones.

Crea tres pilas: conservar, donar y descartar. No te equivoques en tu evaluación inicial; tira inmediatamente la pila de descartes y programa una recogida para las donaciones o llévalas a un destino que valga la pena.

Si el desorden incluye objetos que guardas para otras personas, considera la posibilidad de darles un plazo para que los recojan, o sugiéreles que alquilen un almacén.

Por último, evita la reincidencia. Resístete a rellenar los espacios que has despejado con más cosas.

Jane Brody es la autora de la columna de salud Personal Health, un puesto que ha tenido desde 1976. Ha escrito más de una decena de libros incluyendo los éxitos de ventas Jane Brody’s Nutrition Book y Jane Brody’s Good Food Book.

martes, 17 de noviembre de 2015

La magia del orden en nueve pasos. La japonesa Marie Kondo se ha convertido en un fenómeno súper ventas gracias a su libro sobre cómo organizar el hogar.

Ordeno, luego existo. Este parece ser el lema de la japonesa Marie Kondo, que aborda la organización como una forma de terapia en su súper ventas La magia del orden. “La verdadera vida comienza después de poner tu casa en orden”, asegura.

La gurú de la organización ha conseguido vender millones de ejemplares de sus libros en todo el mundo con aseveraciones como estas: “Cuando experimentes lo que es tener una casa realmente ordenada, sentirás cómo se ilumina todo tu mundo”; “ordenas tu casa, pero también ordenas tus asuntos y tu pasado. El resultado es que puedes ver con claridad lo que necesitas y lo que no”. Lo tiene clarísimo, quizá porque cuando otras niñas jugaban a la comba ella pasaba las horas embelesada con revistas de decoración.

Sin embargo, al otro lado de la barrera las preguntas se acumulan: ¿No habíamos quedado en que el desorden estimula la creatividad? ¿Es el orden una prioridad para los seres humanos, como parece indicar el aluvión de artículos y manuales en el mercado? Y, sobre todo, ¿no es el orden total, el de casa y el de la vida, una utopía inalcanzable?

“Las habilidades que construyes cuando aprendes a ordenar tu casa pueden influir en el resto de tu vida de muchas formas positivas”, responde Kondo a Verne por email. “Nuestras vidas son muy complicadas, y a menudo tiran de nosotros al mismo tiempo en diferentes direcciones, como un calcetín en dos pies. Por eso, para la mayoría de la gente es más sencillo pasar a otra cosa nueva que simplemente centrarse en hacer una única cosa de la forma correcta. El resultado es una falta de organización”.

En lo que se refiere a la creatividad que presuntamente surge del caos, (pensemos en la famosa y amontonada mesa de Einstein, por ejemplo), la autora recomienda mantener un espacio en casa o en la oficina donde guardar cosas que inspiran y ayudan a obtener resultados. “Pero estos objetos deben mantenerse en esta zona especial, donde se encuentran fácilmente. Y si inspiran felicidad, deben estar a la vista en casa”.

Casada y sin hijos (lo cual ayuda a mantener las cosas en su sitio) Kondo se ha convertido en una autora de culto en Estados Unidos, con grupos de Facebook donde los fans comparten trucos y fotos de cajones impecables y utilizan su nombre como un verbo sinónimo de ordenar, tipo “voy a Kondear mis camisetas”. Su manifiesto se apoya en muchas bolsas de basura donde depositar los objetos a descartar y trucos como los que exponemos a continuación:

1. Primero, desecha
Todo se reduce a dos tareas: eliminar cosas y decidir dónde guardarlas. “Son solo dos tareas, pero la eliminación debe ir primero. Asegúrate de concluir la primera tarea antes de empezar con la siguiente”, escribe Kondo. ¿Y cuál es el criterio para decidir qué desechar? La pregunta que viene a continuación.

2. ¿Produce felicidad?
Esta es la piedra angular de la filosofía de Kondo: descartar todo lo que no produzca alegría. “Creo que deberíamos rodearnos únicamente de aquello que nos trae felicidad. Para algunas personas serán un montón de cosas. Para otras, solo un puñado”, dice la autora. “La clave es trabajar para identificar aquello que verdaderamente produce dicha, y para la mayoría de la gente no es fácil. Pero es la mejor manera de asegurarnos de que vivimos con aquello que nos satisface. Y en la cantidad justa”.

3. Ordena por categoría y no por ubicaciones
En lugar de ir ordenando habitación por habitación, Kondo recomienda centrarse en una categoría. Por ejemplo, ropa (que a su vez tiene subcategorías como deportiva o zapatos), libros o papeles. En este caso, el orden sí altera el producto. Empieza con la ropa, continúa con los libros, papeles y objetos varios, y termina con los de valor sentimental. “Si reduces tus posesiones en este orden, tu trabajo fluirá con una facilidad sorprendente”, asegura. “Al empezar con las cosas fáciles y dejar las más difíciles para el final podrás afinar poco a poco tus habilidades para tomar decisiones, y así acabará por parecerte sencillo”.

Por cierto: ¿Eres de los que utilizan en casa la ropa que no les gusta, o se ha quedado vieja para la calle, como las mallas desgastadas? Error. “No me parece bien conservar ropa que no nos gusta para andar por casa. El tiempo que pasamos en casa es una parte preciosa de la vida. Su valor no debe cambiar porque nadie nos ve”.

4. Hazlo de una vez
“Algunos creen que esto es un proceso que nunca termina, y que hay que hacerlo todos los días”, dice Kondo. Su método es extremo: la purga debe hacerse de una vez, de un tirón, para “cambiar la mentalidad drásticamente”. No hay una pila de objetos dudosos; nada queda para después. Justo lo contrario de lo que suelen recomendar otros expertos, que abogan por adquirir el hábito de hacer un poco cada vez. “Si organizas un poco cada día, nunca acabarás”, dice Kondo.

5. Trata a las cosas como si fueran personas (o casi)
“Nunca jamás hagas una pelota con tus calcetines”, escribe en su libro. “Sufren una buena paliza en su trabajo diario. El tiempo que pasan en tu cajón es su única oportunidad de descansar”. En el universo Kondiano, las cosas están vivas, o casi. Un planteamiento que dejará estupefacto a muchos lectores, y que ella justifica así: “No creo que deba haber ninguna competición en nuestro corazón entre cosas y personas. Si valoramos los objetos que nos importan, y los tratamos bien, no solo durarán más y nos darán más placer; también podemos aprender incluso a ser más amables y generosos con las personas”.

6. Rechaza los productos de almacenaje, y usa cajas de zapatos vacías
A diferencia de otros gurús de la organización, que recomienzan hacerse con un ejército de productos de almacenaje, Kondo cree que estos no son más que una trampa, ya que resuelven el problema solo de forma superficial. No necesitas comprar separadores ni nada por el estilo. “Puedes solucionar tus problemas de almacenamiento con cosas que ya tienes en casa. El objeto más común que yo uso son cajas de zapatos vacías”.

7. Ropa de temporada
La costumbre de empaquetar la ropa de temporada, asegura Kondo, está obsoleta, ya que con el aire acondicionado en verano y la calefacción central en invierno los hogares y oficinas están menos expuestos al clima exterior. “Ya es hora de abandonar esta costumbre y tener toda nuestra ropa lista para usarla todo el año sin importar la estación”.

8. No dejes que te vea tu familia
“Recomiendo de manera especial a mis clientes que eviten ser vistos por sus padres y familiares. A los padres les angustia mucho ver lo que desechan sus hijos. El volumen de las cosas puede hacer que los padres se pregunten ansiosamente si sus hijos podrán sobrevivir con lo que les queda”, escribe Kondo. ¿Y qué decir de ese trasvase de ropa entre madres e hijas? Su respuesta es un tajante no.

9. Qué hacer cuando no puedes desechar algo
Por ejemplo, las tacitas de té de la abuela, que has ido cargando de mudanza en mudanza sin atreverte a usarlas nunca de horrendas que son. Ese vestido que te encantaba pero que ahora, después de haber sido mamá, te queda regular. “Cuando te topes con algo de lo que no puedes desprenderte piensa con cuidado sobre su verdadero propósito en tu vida. Te sorprenderá cuántas cosas que posees ya cumplieron su función. Al reconocer su contribución y dejarlas ir con gratitud, serás capaz de poner en verdadero orden las cosas que posees y toda tu vida”.

http://verne.elpais.com/verne/2015/11/10/articulo/1447151617_649753.html?rel=cx_articulo#cxrecs_s



Te fuiste hace tiempo ya
tú que no conozco más
tú a quien un día me di más

tú que ayer me has sofocado de amor y de felicidad
hoy me ahogas de nostalgia
tú que no me dices más las cosas que preciso oír
tú que hasta hoy aún no te olvidé
tú de quien me engaño yo diciendo que todo pasó
la realidad es que en mi quedaste tú

tú en quien no encuentro más los besos que ya no te doy
fui tanto para ti y hoy ya nada soy