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domingo, 23 de enero de 2022

_- Por qué acumulamos cosas, y cómo remediarlo.

_- Todas esas “cosas” en nuestros cajones, armarios y rincones son un peligro, pero hay formas de mantenerlas a raya.

Muchos de nosotros aprovechamos las largas y solitarias horas de los confinamientos de 2020 por la COVID-19 para sacar de nuestros clósets, cajones y gabinetes la ropa de una era pasada, alimentos empacados que hace mucho caducaron y archivos que ya no son relevantes. Al principio, yo estaba entre esas personas y con entusiasmo completé tareas sencillas y me deshice de vestidos y trajes que ya no me quedaban bien, zapatos en los que ya no podía caminar, cientos de contenedores de plástico y vidrio vacíos.

Se sintió bien al principio, pero pronto perdí el interés en deshacerme de cosas y carecía de la energía física y mental para encargarme de lo que faltaba.

Además, después de 55 años de vivir en la misma casa, ten por seguro que había mucho más que debía desechar. Los espacios vacíos tienen una manera de llenarse. De verdad envidio a las amistades y los vecinos que eliminaron muchas cosas y tuvieron que deshacerse de botes de basura llenos de artículos que ya no usaban o no eran útiles.

No obstante, hace poco, cuando una tubería que tenía una fuga empapó la alfombra en mi sótano, donde durante décadas almacené todo aquello que no utilizaba, pero de lo que no me podía deshacer, volví a la acción. No hay nada como una crisis, pequeña o grande, para obligarnos a lidiar con una acumulación inimaginable de cosas.

El desorden es un peligro
Personas como yo, que llenan las áreas de almacenamiento mientras los espacios de la vida cotidiana se mantengan ordenados, no llegan a ser unos acumuladores, una categoría que tiene su propio diagnóstico psiquiátrico. Sin embargo, tener muchas cosas conlleva sus propios riesgos, como el estrés crónico y repetido que puede provocar; por ejemplo, cuando se busca con frenesí un documento importante entre montones de misceláneos o se corre a toda velocidad para arreglar pilas de basura antes de que lleguen visitantes.

Eso sin mencionar el riesgo de tropezarse con objetos que no están en el lugar que les corresponde. Cuando mi amigo de 61 años, quien parece no poder deshacerse de nada, tuvo complicaciones a raíz de una lesión en la cabeza que lo mantuvo en el hospital durante varias semanas, su esposa se sintió motivada a limpiar muchos objetos que estaban desperdigados por su departamento antes de que él volviera a casa.

Además, el desorden distrae, roba tu atención de pensamientos y tareas que valen la pena. Consume tiempo y energía y disminuye la productividad. Aunado a eso, un estudio de 2015 de la Universidad Saint Lawrence descubrió que una habitación en desorden está ligada con el mal dormir.

La carga del desorden ni siquiera termina cuando morimos. Cuando mi amigo Michael y sus hermanos limpiaron la casa de su madre de 92 años en Florida después de su fallecimiento, entre las muchas cosas repetidas que encontraron estaban ocho frascos idénticos de mostaza, 60 latas de trozos de piña, 72 rollos de toallas de papel, 11 andadores y cuatro sillas de ruedas. Hubo que llevarse camiones cargados de cosas, algo que resultó muy costoso. Me gustaría que mi familia tuviera mejores cosas por las cuales preocuparse o reírse cuando yo muera.

Razones por las que acumulamos
Quizá te preguntes por qué personas como yo o la madre de mi amigo guardamos tantas cosas que quizás nunca necesitaremos. El temor de quedarnos sin ese artículo en la casa es una razón por la que compro al mayoreo, en especial cuando los productos deseados están en oferta. Sin duda, un miedo similar resultó en las compras de pánico de papel higiénico, pasta y frijoles enlatados al principio de la pandemia. Nunca olvidé lo que una vecina dijo cuando, en medio de una fiesta de vecinos, le preguntaron dónde guardaba el resto de sus toallas de papel. “En la tienda”, respondió.

Cuando me siento triste, no me resisto a la terapia de las compras, a menudo compro otro traje de baño o una chaqueta abrigadora para agregar a mi extensa colección. Scott Bea, un psicólogo clínico en la Clínica Cleveland, ha destacado que nuestra sociedad de consumo impulsa a mucha gente a coleccionar cosas que no necesita.

Algunas personas también se sienten obligadas a aferrarse al pasado, como un amigo que conserva el programa de cada evento al que ha asistido durante las seis últimas décadas. Por culpa o sentimientos, a algunas se les dificulta dejar ir los regalos inútiles de personas que aman o admiran. “¿Qué pasa si un día vienen y descubren que ya no lo tengo?” es un razonamiento común.

Tengo muchas razones para no botar un artículo que no uso desde hace tiempo. Si es algo que he atesorado durante un largo periodo de tiempo, como los cubiertos y la porcelana que mi esposo y yo compramos con nuestros regalos de bodas hace 46 años, quiero dárselos a alguien que sé que los apreciará y los usará. Además, tengo un miedo cuasi irracional de que tan pronto como me deshaga de algo, descubriré que lo necesito.

Aun así, con frecuencia me armo de valor y dono a organizaciones benéficas que recolectan ropa y artículos del hogar en mi vecindario. Vivo en una cuadra con mucho tráfico peatonal y dejo “regalos” (desde champús y zapatos hasta macetas y marcos para fotografías) en el frente de la casa; los artículos suelen desaparecer en horas.

Cuando me di cuenta de que era momento de decir adiós a archivos profesionales con décadas de antigüedad, solicité la ayuda de asistentes, les instruí que no me dejaran ver nada de lo que tirarían de mis cajones. ¡Ahora haré lo mismo con los cientos de libros relacionados con mi trabajo que nunca volveré a abrir!

Consejos para limpiar el desorden
Establece un plan. Puede que quieras ir habitación por habitación o centrarte en una categoría como los abrigos o los zapatos, pero evita cambiar de rumbo a mitad de camino antes de haber terminado la tarea que empezaste.

Establece objetivos razonables en función del tiempo y la resistencia de que dispongas. Si un armario entero es demasiado intimidante, incluso una tarea tan pequeña como limpiar los artículos de un solo cajón o estante puede hacer que empieces en la dirección correcta.

Si un enfoque más gradual es más manejable, considera la sugerencia de mi amiga Gina: mantener un contenedor en cada habitación para guardar las cosas de las que te quieres deshacer. Cuando te pruebes algo que ya no te quede bien o no se vea bien, irá directamente a la bolsa de donaciones, no volverá al armario.

Si es necesario, pide ayuda a un amigo, a un familiar o a un asesor pagado que no tenga el mismo apego a tus posesiones.

Crea tres pilas: conservar, donar y descartar. No te equivoques en tu evaluación inicial; tira inmediatamente la pila de descartes y programa una recogida para las donaciones o llévalas a un destino que valga la pena.

Si el desorden incluye objetos que guardas para otras personas, considera la posibilidad de darles un plazo para que los recojan, o sugiéreles que alquilen un almacén.

Por último, evita la reincidencia. Resístete a rellenar los espacios que has despejado con más cosas.

Jane Brody es la autora de la columna de salud Personal Health, un puesto que ha tenido desde 1976. Ha escrito más de una decena de libros incluyendo los éxitos de ventas Jane Brody’s Nutrition Book y Jane Brody’s Good Food Book.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Por qué aprender a tirar cosas te puede hacer más feliz.

La teoría del Dan-sha-ri anima a tirar todos esos objetos que no son necesarios y que acumulamos sin sentido, como una nueva forma de mejorar nuestro estado de ánimo.


Elouise Casserly no se gusta cuando se mira al espejo. Tampoco le gusta su trabajo y casi todas sus relaciones interpersonales son un tanto tóxicas. Un día lee un artículo que le impulsa a hacer limpieza general en su casa y en su vida. El resultado es que cada vez que tira la basura se siente más ligera, segura y poderosa, lo que le hace descubrir que organizar su casa, está acabando con el caos de su vida. Ese es el argumento de la nueva edición de la novela Al llegar la primavera de Milly Johnson, pero lo cierto es que es una historia que ya ha traspasado la ficción.

Gracias a Marie Kondo son muchas las personas que han descubierto que ordenar su casa puede ser el primer paso para ordenar su vida. Sin embargo, la conocida japonesa se inspiró para crear su método en la llamada teoría DAN-SHA-RI, que ya llevaba años practicándose en territorio asiático. Ahora, la precursora de esta filosofía de vida, Hideko Yamashita, publica en España su ya ‘best seller’ Ordena tu vida. Quédate solo con lo necesario, ¡y encuentra la felicidad! (Planeta), que pretende no ser solo un modelo de decoración, sino sobre todo un revolucionario método autoayuda.

Esta idea se basa en tres principios básicos. El DAN, que supone cerrar el paso a las cosas innecesarias que tratan de entrar en nuestra vida, es decir, adquirir solo cosas que de verdad sean necesarias; el SHA, que significa tirar todo aquello que es inservible y que inunda nuestras casas y por último el RI, que es convertirse en una persona despegada de las cosas, consiguiendo un entorno más relajado y por lo tanto un mejor humor.

Personas que no saben tirar
Tras 8 años impartiendo seminarios de Dan-sha-ri, Hideko Yamashita ha elaborado una lista de los tres tipos de personas que “acumulan trastos”, teniendo en cuenta que las distinciones a veces no son del todo claras y que hay quién comparte varias características. Así, la autora define las siguientes:

Tipo huida de la realidad:
Se trata de un tipo de persona incapaz de ponerse a ordenar las cosas al estar muy ocupada y apenas pasar tiempo en casa. En muchos casos, el hecho de no estar en casa, se debe a su descontento con la familia o se busca excusas para estar cada vez más ocupado. Es fácil caer en el círculo vicioso de no querer estar en casa, precisamente porque está desordenada y no es un lugar en el que nos sintamos cómodos.

Tipo apego por el pasado:
Serían las personas que guardan cosas del pasado, que en la actualidad ya no utilizan. Por ejemplo, guardan álbumes y trofeos como si fueran algo de suma importancia. Detrás de eso se suele ocultar un aferrarse a épocas felices del pasado. En ocasiones, tiene cierta relación con el tipo anterior, en el sentido de que no quiere enfrentarse a la realidad.

Tipo inquietud hacia el futuro:
Las personas que se corresponden con este tipo comparten una gran inquietud por las cosas que podrían suceder en el futuro. Una característica es la de almacenar un exceso de objetos cotidianos, como por ejemplo cajas de pañuelos de papel. Suelen justificarlo por el hecho de que quedarse sin estos elementos, sería un problema que les haría sentirse intranquilos. De los tres tipos descritos, este último sería el más abundante.

¿Por qué ordenar tu casa ordena tu vida?
El libro explica no solo los orígenes y metodología del DAN-SHA-RI, sino sobre todo cuáles pueden ser sus efectos positivos, de una forma muy práctica y cercana. Si te has sentido identificado con alguno de los tres tipos de personas “que no saben tirar”, el practicar Dan-sha-ri te puede ayudar a reflexionar sobre algunas de las siguientes cuestiones:

1. La elección de las cosas implica tomar conciencia:
Las cosas que elegimos también hablan de nosotros. De esta forma, al practicar Dan-sha-ri “comienza a activarse un mecanismo psicológico que nos permite usar cosas de calidad y cambia nuestra percepción de nosotros mismos”. Por ejemplo, reservar ciertos utensilios para ocasiones especiales porque “es una lástima usar algo tan bueno”, se traduce en que “no es apropiado para mí”. Por ello, la autora recuerda que “las cosas que usamos ofrecen tanto una imagen de sí mismas, como de las personas que las utilizan”.

2. Recuperar la energía y el espacio de los que se habían apoderado las cosas:
Cuando uno empieza a pensar en tirar cosas, se da cuenta de que el espacio en el que vive, tiene más trastos de los que pensaba. Por ejemplo, “guardar los cubiertos de plástico que vienen con la comida precocinada, por si acaso nos vamos de picnic”, ¿pero los hemos usado realmente alguna vez para irnos de picnic como para seguir guardándolos? ¿Podemos usar ese espacio para algo más útil?

3. Redefinirse a uno mismo empieza por los cajones:
¿Cuánta ropa vieja de esa de “a ver si me la puedo volver a poner” guardamos en el armario? Hay que distinguir entre lo que es necesario y lo que guardamos por apego. Pero según la autora “no es el cariño lo que nos lleva a guardar tanta ropa, es un apego mal entendido, casi obsesivo”.

4. La relación con las cosas cambia la relación con la gente:
Elegir las cosas que queremos en nuestra vida, también ayuda a elegir mejor a las personas que queremos en ella. Según Yamashita “alguien que se conforma con cualquier cosa, recibe un trato equivalente de los demás”. Si parece que cualquier cosa nos vale, repararán menos en nosotros, por ejemplo, para tener más mimo en un regalo.

5. Tirar basura ayuda a pulir el sensor de inteligencia inherente:
Según la autora “tirar las cosas que podemos calificar de basura, equivale a pulir nuestra inteligencia inherente. Es un acción simple”. Eso es así, porque al hacerlo es nuestro propio juicio el que debe de encargarse de mantener un ambiente cómodo y apropiado, lo que supone un trabajo constante de pulir y pulir, prolongado en el tiempo, que supone establecer una forma diferente de pensar.

6. Las cosas tienen valor cuando se utilizan:
Muchos de nuestros problemas de estrés o ansiedad derivan de pensar demasiado en pasado o en futuro. También por eso acumulamos cosas, pensando en el cariño de un momento pasado o en una posible utilidad en el futuro. Sin embargo, Yamashita deja claro que las cosas “deben cumplir su función en el momento del presente. Son bellas cuando están donde deben estar”.

7. Cambiar el planteamiento de restar por el de sumar:
El hecho de sentirnos activos y de tomar la iniciativa en nuestra casa y en nuestra vida, también cambia la orientación de nuestros pensamientos. “Si no confiamos en nosotros mismos es porque restamos al pensar”, por ejemplo con ideas del tipo “tampoco hoy he hecho esto…”. En cambio, proponernos eliminar lo que sobra de nuestra vida es un trabajo continuo que ayuda con pensamiento del tipo “hoy he hecho esto y he cumplido mi promesa”, que nos hace sentir mejor con nosotros mismos.

http://smoda.elpais.com/belleza/bienestar/aprender-tirar-cosas-te-puede-mas-feliz/

jueves, 16 de junio de 2016

Los trastos o la vida: cómo organizar y simplificar tu vida en 10 pasos. Francine Jay, autora de 'Menos es más', propone que, por cada nuevo objeto que entre en casa, nos desprendamos de otro similar

"Prefiero una fotografía del gramófono de mi abuela al aparato en sí mismo", señala en declaraciones a Verne Francine Jay, autora de Menos es más. Cómo ordenar, organizar y simplificar tu casa y tu vida, el último superventas de una serie dedicados a conseguir esa (¿imposible?) magia del orden.

Jay cree que con menos cosas podemos ser más felices, y que organizar es prácticamente un imperativo de los tiempos que corren. "Tenemos una vida tan ocupada que nuestras rutinas diarias han de ser más fáciles y eficientes. Cuando no tenemos que bucear en pilas de cosas para encontrar la cartera o las llaves del coche por la mañana nos encontramos más calmados y menos estresados. Sin los trastos, nuestras vidas diarias fluyen más suave y grácilmente".

Conocida como Miss Minimalist (el nombre de su exitoso blog, que echó a andar en 2009), Jay cree que deshacerse de lo innecesario se parece bastante a hacer dieta. Podemos empezar de un día para otro, contar las posesiones como si fueran calorías y pasar hambre, pero lo más probable es que esto fracase. "Desarrollar una actitud minimalista transformará el modo en que tomamos decisiones respecto a los objetos. En vez de ser una solución a corto plazo, se convertirá en un compromiso a largo plazo con un nuevo modo de vida", apunta.

Ordenar o no ordenar, esa es la cuestión. "En nuestras vidas modernas tenemos un montón de cosas. Pero de lo que estamos realmente faltos es de espacio y tiempo. El desorden ocupa espacio y tiempo preciosos en nuestras vidas, ya que tenemos que pasar tiempo limpiando, manteniendo, reparando, organizando y trabajando para pagar por ello. Organizar nos ayuda a dejar espacio para las actividades y la gente que nos importan. Los estudios han mostrado que obtenemos más felicidad de las experiencias que de las posesiones", señala Miss Minimalist.

Jay propone que, por cada nuevo objeto que entre en casa, nos desprendamos de otro similar. Su método es, al menos en apariencia, sencillo: consiste en clasificar todas las pertenencias en tres categorías (útiles, bonitas y con valor sentimental), y seguir lo que la autora llama streamline (optimización, en español), un acrónimo de estos diez pasos para liberarnos del desorden:

1. Siempre hay que volver a empezar. Jay recomienda vaciarlo todo y después recolocar los objetos uno a uno.

2. Trasto, tesoro o traspaso. Clasifica las pertenencias en estas categorías: Trastos, Tesoro y Traspaso. “No tengas nada en casa que no sea útil o que no consideres bonito”, que diría el escritor William Morris.

3. Razón de ser de cada objeto. Tenemos que asegurarnos de que hay una buena razón para que cada objeto forme pare de nuestro hogar.

4. En cada lugar una cosa y cada cosa en su lugar. La autora se refiere a tres espacios: En lo que llama “Círculo Íntimo” se encuentran los objetos de uso habitual; en el “Círculo Externo” los de uso irregular y en “Almacenamiento Profundo” aquellas cosas que se usan menos de una vez al año.

5. Apartarlo todo de las superficies. Las superficies de mesas, camas, mesillas, etc, deben estar siempre despejadas.

6. Módulos. Jay recomienda usar cajas diferentes para subdividir los objetos en módulos y etiquetarlos para no perderlos de vista.

7. Límites. Imprescindibles para mantener el estilo de vida minimalista.

8. Intercambio. Por cada cosa que entra, sale otra de la casa.

9. Nada de ser permisivo: restringe. Reduce, reduce y reduce.

10. El mantenimiento diario. Actitud vigilante para que haya orden y no se acumulen las cosas innecesarias.

Nunca podremos saber, aunque nos lo imaginamos, lo que pensaría de esta nueva moda Einstein, cuya amontonada mesa a menudo se usa como ejemplo de la creatividad que surge del caos. "Yo diría que Einstein era lo suficientemente genial para hacer un gran trabajo a pesar de su caótica mesa. Pero para los que no somos como él, es más probable que el desorden entorpezca; hay demasiadas distracciones. De la misma manera, un espacio limpio tiende a despejar la mente, y nos ayuda para concentrarnos", apunta Jay.

Como nos ocurre a muchos, el desorden digital puede ocasionar tantos o más quebraderos de cabeza que el material. Las recomendaciones de Jay pasan por limitar las cuentas en redes sociales a un máximo de tres y separar claramente los tiempos online y offline. "Por ejemplo, no consultar el correo electrónico en el teléfono cuando estás en el parque con tu hijo", señala. "Optimizar nuestras vidas digitales nos puede aportar mucha serenidad".

Casi tan difícil como contagiar este estilo de vida al resto de ocupantes de la casa (uno de los objetivos de la autora) parece desprenderse de objetos sentimentales al estilo del gramófono de la abuela del que, como señalábamos al principio, Jay conserva el recuerdo fotográfico. "Creo que la mejor manera de lidiar con ellos es ser selectiva", señala la autora. "Por ejemplo: elijo solo un objeto para conmemorar a una persona, experiencia o evento, en lugar de un puñado o una caja. Creo que una versión digital de varios objetos conmemorativos es igual de efectiva. Prefiero recordar mis viajes con fotografías que con una maleta llena de recuerdos".

¿Estamos ante una fenómeno global? Jay cree que sí. "Mi libro se ha traducido ya a 17 lenguajes, así que creo que el interés es definitivamente global. Puede haber alguna diferencia cultural en relación a cuánto es suficiente, pero demasiadas cosas parece ser una epidemia global". Como dejó dicho el famoso poeta japonés Bashō, conocido por sus haikus: "Desde que ardió mi casa veo mejor la luna naciente".

http://verne.elpais.com/verne/2016/05/23/articulo/1464008172_296957.html 

http://verne.elpais.com/verne/2015/11/10/articulo/1447151617_649753.html

martes, 17 de noviembre de 2015

La magia del orden en nueve pasos. La japonesa Marie Kondo se ha convertido en un fenómeno súper ventas gracias a su libro sobre cómo organizar el hogar.

Ordeno, luego existo. Este parece ser el lema de la japonesa Marie Kondo, que aborda la organización como una forma de terapia en su súper ventas La magia del orden. “La verdadera vida comienza después de poner tu casa en orden”, asegura.

La gurú de la organización ha conseguido vender millones de ejemplares de sus libros en todo el mundo con aseveraciones como estas: “Cuando experimentes lo que es tener una casa realmente ordenada, sentirás cómo se ilumina todo tu mundo”; “ordenas tu casa, pero también ordenas tus asuntos y tu pasado. El resultado es que puedes ver con claridad lo que necesitas y lo que no”. Lo tiene clarísimo, quizá porque cuando otras niñas jugaban a la comba ella pasaba las horas embelesada con revistas de decoración.

Sin embargo, al otro lado de la barrera las preguntas se acumulan: ¿No habíamos quedado en que el desorden estimula la creatividad? ¿Es el orden una prioridad para los seres humanos, como parece indicar el aluvión de artículos y manuales en el mercado? Y, sobre todo, ¿no es el orden total, el de casa y el de la vida, una utopía inalcanzable?

“Las habilidades que construyes cuando aprendes a ordenar tu casa pueden influir en el resto de tu vida de muchas formas positivas”, responde Kondo a Verne por email. “Nuestras vidas son muy complicadas, y a menudo tiran de nosotros al mismo tiempo en diferentes direcciones, como un calcetín en dos pies. Por eso, para la mayoría de la gente es más sencillo pasar a otra cosa nueva que simplemente centrarse en hacer una única cosa de la forma correcta. El resultado es una falta de organización”.

En lo que se refiere a la creatividad que presuntamente surge del caos, (pensemos en la famosa y amontonada mesa de Einstein, por ejemplo), la autora recomienda mantener un espacio en casa o en la oficina donde guardar cosas que inspiran y ayudan a obtener resultados. “Pero estos objetos deben mantenerse en esta zona especial, donde se encuentran fácilmente. Y si inspiran felicidad, deben estar a la vista en casa”.

Casada y sin hijos (lo cual ayuda a mantener las cosas en su sitio) Kondo se ha convertido en una autora de culto en Estados Unidos, con grupos de Facebook donde los fans comparten trucos y fotos de cajones impecables y utilizan su nombre como un verbo sinónimo de ordenar, tipo “voy a Kondear mis camisetas”. Su manifiesto se apoya en muchas bolsas de basura donde depositar los objetos a descartar y trucos como los que exponemos a continuación:

1. Primero, desecha
Todo se reduce a dos tareas: eliminar cosas y decidir dónde guardarlas. “Son solo dos tareas, pero la eliminación debe ir primero. Asegúrate de concluir la primera tarea antes de empezar con la siguiente”, escribe Kondo. ¿Y cuál es el criterio para decidir qué desechar? La pregunta que viene a continuación.

2. ¿Produce felicidad?
Esta es la piedra angular de la filosofía de Kondo: descartar todo lo que no produzca alegría. “Creo que deberíamos rodearnos únicamente de aquello que nos trae felicidad. Para algunas personas serán un montón de cosas. Para otras, solo un puñado”, dice la autora. “La clave es trabajar para identificar aquello que verdaderamente produce dicha, y para la mayoría de la gente no es fácil. Pero es la mejor manera de asegurarnos de que vivimos con aquello que nos satisface. Y en la cantidad justa”.

3. Ordena por categoría y no por ubicaciones
En lugar de ir ordenando habitación por habitación, Kondo recomienda centrarse en una categoría. Por ejemplo, ropa (que a su vez tiene subcategorías como deportiva o zapatos), libros o papeles. En este caso, el orden sí altera el producto. Empieza con la ropa, continúa con los libros, papeles y objetos varios, y termina con los de valor sentimental. “Si reduces tus posesiones en este orden, tu trabajo fluirá con una facilidad sorprendente”, asegura. “Al empezar con las cosas fáciles y dejar las más difíciles para el final podrás afinar poco a poco tus habilidades para tomar decisiones, y así acabará por parecerte sencillo”.

Por cierto: ¿Eres de los que utilizan en casa la ropa que no les gusta, o se ha quedado vieja para la calle, como las mallas desgastadas? Error. “No me parece bien conservar ropa que no nos gusta para andar por casa. El tiempo que pasamos en casa es una parte preciosa de la vida. Su valor no debe cambiar porque nadie nos ve”.

4. Hazlo de una vez
“Algunos creen que esto es un proceso que nunca termina, y que hay que hacerlo todos los días”, dice Kondo. Su método es extremo: la purga debe hacerse de una vez, de un tirón, para “cambiar la mentalidad drásticamente”. No hay una pila de objetos dudosos; nada queda para después. Justo lo contrario de lo que suelen recomendar otros expertos, que abogan por adquirir el hábito de hacer un poco cada vez. “Si organizas un poco cada día, nunca acabarás”, dice Kondo.

5. Trata a las cosas como si fueran personas (o casi)
“Nunca jamás hagas una pelota con tus calcetines”, escribe en su libro. “Sufren una buena paliza en su trabajo diario. El tiempo que pasan en tu cajón es su única oportunidad de descansar”. En el universo Kondiano, las cosas están vivas, o casi. Un planteamiento que dejará estupefacto a muchos lectores, y que ella justifica así: “No creo que deba haber ninguna competición en nuestro corazón entre cosas y personas. Si valoramos los objetos que nos importan, y los tratamos bien, no solo durarán más y nos darán más placer; también podemos aprender incluso a ser más amables y generosos con las personas”.

6. Rechaza los productos de almacenaje, y usa cajas de zapatos vacías
A diferencia de otros gurús de la organización, que recomienzan hacerse con un ejército de productos de almacenaje, Kondo cree que estos no son más que una trampa, ya que resuelven el problema solo de forma superficial. No necesitas comprar separadores ni nada por el estilo. “Puedes solucionar tus problemas de almacenamiento con cosas que ya tienes en casa. El objeto más común que yo uso son cajas de zapatos vacías”.

7. Ropa de temporada
La costumbre de empaquetar la ropa de temporada, asegura Kondo, está obsoleta, ya que con el aire acondicionado en verano y la calefacción central en invierno los hogares y oficinas están menos expuestos al clima exterior. “Ya es hora de abandonar esta costumbre y tener toda nuestra ropa lista para usarla todo el año sin importar la estación”.

8. No dejes que te vea tu familia
“Recomiendo de manera especial a mis clientes que eviten ser vistos por sus padres y familiares. A los padres les angustia mucho ver lo que desechan sus hijos. El volumen de las cosas puede hacer que los padres se pregunten ansiosamente si sus hijos podrán sobrevivir con lo que les queda”, escribe Kondo. ¿Y qué decir de ese trasvase de ropa entre madres e hijas? Su respuesta es un tajante no.

9. Qué hacer cuando no puedes desechar algo
Por ejemplo, las tacitas de té de la abuela, que has ido cargando de mudanza en mudanza sin atreverte a usarlas nunca de horrendas que son. Ese vestido que te encantaba pero que ahora, después de haber sido mamá, te queda regular. “Cuando te topes con algo de lo que no puedes desprenderte piensa con cuidado sobre su verdadero propósito en tu vida. Te sorprenderá cuántas cosas que posees ya cumplieron su función. Al reconocer su contribución y dejarlas ir con gratitud, serás capaz de poner en verdadero orden las cosas que posees y toda tu vida”.

http://verne.elpais.com/verne/2015/11/10/articulo/1447151617_649753.html?rel=cx_articulo#cxrecs_s



Te fuiste hace tiempo ya
tú que no conozco más
tú a quien un día me di más

tú que ayer me has sofocado de amor y de felicidad
hoy me ahogas de nostalgia
tú que no me dices más las cosas que preciso oír
tú que hasta hoy aún no te olvidé
tú de quien me engaño yo diciendo que todo pasó
la realidad es que en mi quedaste tú

tú en quien no encuentro más los besos que ya no te doy
fui tanto para ti y hoy ya nada soy