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sábado, 20 de marzo de 2021

_- Dan Price: "La filantropía de los multimillonarios es una estafa de relaciones públicas".

_- Dan Price recortó su salario en US$1 millón, hipotecó sus dos casas y renunció a sus acciones, al mismo tiempo que le subió el sueldo a sus empleados en 2015.

Dan Price está cansado de los multimillonarios que hacen obras de caridad y entregan donaciones a los más desposeídos.

Le molesta porque cree que es una buena excusa para no hacer lo que realmente "deberían hacer": pagar más impuestos y mejores sueldos.

Price es el fundador y director ejecutivo de Gravity Payments, una compañía que procesa pagos con tarjetas de crédito.

Se hizo conocido internacionalmente cuando en 2015 anunció que había decidido bajarse el salario en US$1 millón y subirles el sueldo a todos sus empleados.

Fue así como estableció un sueldo mínimo de US$70.000 al año para los 120 empleados de su empresa.

Y lo hizo por considerar que se trataba de un "imperativo moral" para reducir las diferencias salariales entre los jefes de una empresa y sus empleados.

Seis años después, Price cree que valió la pena.
Ahora está embarcado en lograr que se apruebe un impuesto a la riqueza por primera vez en la historia de Estados Unidos.

Su objetivo es lograr que la medida se implemente en el estado de Washington, aunque también está promoviendo la idea a nivel nacional.

"Una de las principales críticas que escucho de la gente es que los multimillonarios no necesitan pagar más impuestos porque hacen donaciones", le dice Price a BBC Mundo.

Y como cada vez que hacen una donación reciben una gran cobertura de prensa, agrega, eso ayuda a la construcción de una imagen pública que les favorece.

"En realidad, la cantidad que donan es una fracción de lo que pagarían si sus tasas impositivas estuvieran en línea con las de la clase trabajadora", explica Price.

"Los multimillonarios utilizan la estafa de la filantropía para evitar que se produzca un cambio sistémico", le dice Price a BBC Mundo.

"Los multimillonarios pagan la tasa impositiva más baja de cualquier grupo de ingresos a nivel nacional".

Por ejemplo, en el estado de Washington, "los más ricos pagan el 3% de sus ingresos en impuestos, mientras que los pobres pagan el 18%", apunta el empresario.

¿Es realmente útil cobrarles un impuesto a la riqueza a los multimillonarios? (y qué países lo hacen)

Aunque reconoce que los multimillonarios hacen obras de caridad por distintas razones, asegura que al final de cuentas las donaciones les benefician, dado que les permiten evitar hacer una contribución mucho mayor para resolver problemas sistémicos.

"Los multimillonarios utilizan la estafa de la filantropía para evitar que se produzca un cambio sistémico", argumenta Price.

"Por eso digo que la filantropía multimillonaria es una estafa de relaciones públicas".

"Millonarios patriotas"
Como él, hay otros grupos de empresarios e inversores de Wall Street que abogan por un alza de impuestos para los más ricos de Estados Unidos.

La más conocida es la organización "Millonarios Patriotas", que propone gravar la riqueza a partir de los US$1.000 millones.

"Estamos hablando de los más ricos, de unos pocos cientos de personas", explicó el presidente del grupo, Morris Pearl, en diálogo con BBC Mundo a comienzos de febrero.

Organizaciones como "Millonarios Patriotas" gravar la riqueza a partir de los US$1.000 millones.

Pearl es un exdirectivo de BlackRock (una de las mayores firmas de inversión del mundo) que ahora vive de la rentabilidad que le generan sus inversiones, tras una exitosa carrera en Wall Street.

Durante la pandemia su propia fortuna ha crecido aún más gracias a que los mercados bursátiles están en máximos históricos.

"Nuestro país se está desmoronando": el multimillonario estadounidense que pide que los más ricos paguen más impuestos

"Creo que tenemos que cambiar de dirección y que los más ricos paguen más impuestos que el ciudadano común que trabaja para poder vivir", sostiene Pearl.

Desincentivo a la inversión
Pero quienes se oponen a este tipo de propuestas argumentan que subir los impuestos es un desincentivo a la inversión.

Por lo tanto, un aumento tributario haría que muchos empresarios e inversores trasladen su dinero a otros países para conseguir una mayor rentabilidad.

De hecho, en diciembre de 2017 el gobierno de Donald Trump logró que se aprobara el mayor recorte de impuestos en más de tres décadas.

Quienes se oponen a crear un impuesto a la riqueza argumentan que desincentiva la inversión, daña el crecimiento económico y afecta la creación de empleos.

"Queremos una reforma de impuestos que favorezca el crecimiento, que favorezca los empleos", sostuvo el expresidente en aquella época.

Chris Edwards, director de Estudios de Políticas Tributarias del Instituto Cato en Estados Unidos, le dijo al programa Business Daily de la BBC que no es productivo aumentar la tributación a los más ricos con un impuesto a la riqueza.

"Ellos ya pagan impuestos altos", argumentó.

"La mayoría de sus activos están invertidos en negocios. Por ejemplo, Jeff Bezos de Amazon, genera crecimiento económico y miles de trabajos", dijo en una entrevista a comienzos de 2020.

"La mayor parte de la riqueza en EE.UU. es generada por la innovación de multimillonarios como Bezos o Gates, por gente que crea nuevos negocios que los hace ricos, pero que benefician a todos", apuntó.

La filantropía en medio de un "boom" de riqueza
Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y otros seis magnates tecnológicos ganaron US$360.000 millones durante la pandemia, según datos recopilados por el periódico The Washington Post, basados en el Índice de Multimillonarios de Bloomberg.

Las firmas tecnológicas tuvieron un año de altas rentabilidades. Tanto así que solo seis empresas tecnológicas -Apple, Facebook, Amazon, Netflix, Microsoft y Google- fueron responsables de más del 60% de las ganancias del índice S&P 500 en 2020, de acuerdo a Yardeni Research.

Jeff Bezos de Amazon, Tim Cook de Apple, Mark Zuckerberg de Facebook y Sundar Pichai de Google son las caras de las mayores empresas tecnológicas que durante la pandemia consiguieron enormes rentabilidades.

Es por eso que las fortunas de los magnates de un sector, dominado por pocos jugadores, se dispararon durante la pandemia de covid-19.

Según Megan Tompkins-Stange, profesora de Políticas Públicas de la Universidad de Michigan, Jeff Bezos, fundador de Amazon, donó US$150 millones, equivalente al 0,1% de las ganancias que acumuló durante la pandemia.

"Pequeños aumentos en los impuestos se ven mucho mejor que las pequeñas donaciones", escribió en su cuenta de Twitter.

Elon Musk habría donado un 0,004%, Zuckerberg un 0,36%, y Bill Gates un 7,3% de las rentas conseguidas durante la pandemia, de acuerdo al periódico estadounidense.

Sin embargo, las cifras varían sustancialmente dependiendo de cómo se hacen los cálculos y la fuente de información utilizada. Por otro lado, algunos millonarios hacen donaciones anónimas y muchos no están obligados a revelar los montos entregados.

A fines de diciembre, The Chronicle of Philanthropy publicó su ranking anual de las principales contribuciones caritativas de individuos y sus fundaciones en 2020.

Según The Chronicle of Philanthropy Jeff Bezos es el individuo que hizo la mayor donación filantrópica en 2020 con la creación de su propio fondo mediambiental "Bezos Earth Found".

El primer lugar lo ocupa Jeff Bezos con su donación de US$10.000 millones para la creación de su propio fondo mediambiental "Bezos Earth Found", dedicado a entregar aportes a organizaciones que combaten el cambio climático.

En la lista (organizada según el valor de los montos) vuelve a aparecer Bezos en el séptimo lugar por su donación a US$100 millones a la organización Feeding America.

También está en el ranking Mark Zuckerberg con dos donaciones entregadas a la misma organización: Center for Tech and Civic Life. La primera es de US$250 millones y la segunda de US$100 millones.

La lista también incluye a conocidos donantes como Phil Knight, cofundador de Nike. La publicación advierte que dos multimillonarios famosos en el mundo de las donaciones, MacKenzie Scott (exesposa de Jeff Bezos) y Jack Dorsey, director ejecutivo de Twitter, no aparecen en la lista porque sus contribuciones fueron divididas entre diferentes causas.

Calcula que sumando los distintos aportes, Scott contribuyó con cerca de US$4.000 millones y Dorsey con US$300 millones dirigidas a más de un centenar de organizaciones sin fines de lucro.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-56409627

viernes, 22 de noviembre de 2019

El alegato de Mark Zuckerberg en defensa de la clase multimillonaria es profundamente antidemocrático

En su defensa contra la llamada de Bernie Sanders a la desaparición de los multimillonarios, los argumentos de Mark Zuckerberg son elitistas e incorrectos

En respuesta a la afirmación del candidato presidencial Bernie Sanders de que los multimillonarios no deberían existir –y su llamada a gravar su riqueza con impuestos mucho más altos– el Director Ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, con una fortuna de 70.000 millones de dólares, acudió a Fox News para defender a su clase asediada. Los multimillonarios, argumentó, no deberían existir en un "sentido cósmico", sino que en realidad la mayoría de ellos son simplemente "personas que hacen cosas realmente buenas y que ayudan a muchas otras personas. Y te compensan bien por eso”. Zuckerberg también advirtió sobre los peligros de ceder demasiado control sobre su riqueza al gobierno, presuntamente propenso a sofocar la innovación y la competencia y “privar al mercado” de los fondos de sus compañeros multimillonarios para filantropía e investigación científica.

“Algunas personas piensan que, bueno, la clave o la forma de lidiar con este tipo de acumulación de riqueza es: "Hagamos que el gobierno lo tome todo"”, dijo Zuckerberg. "Y ahora el gobierno básicamente puede decidir, ya sabes, toda la investigación médica que se realiza". Lo que Zuckerberg no mencionó es que el impuesto que Sanders propone le costaría 5.500 millones de dólares en su primer año.

El razonamiento de Zuckerberg no es único entre el 1% más rico, especialmente en Silicon Valley: las personas con una riqueza escandalosa se lo han ganado mediante su propia astucia, creando un servicio esencial para el mundo y que promueve el bien común. Su éxito –nos dice este mito– es un reflejo de su capacidad para adivinar lo que es mejor para la sociedad y llevarlo a cabo; sus fortunas son proporcionales a su genialidad. La filantropía, como tal, no es solo una alternativa a pagar más impuestos, sino que es preferible. Después de todo, ¿qué podría saber mejor una cuadrilla de burócratas sin nombre ni rostro que un hombre –sí, generalmente son hombres– que ha construido una riqueza tan vasta? La innovación más crucial, advierte Zuckerberg, solo sucederá si eres lo suficientemente amable con él y sus amigos ricos.

Pese a lo común que es este argumento, resulta que no es cierto. Fijémonos en los cimientos de la fortuna de Mark Zuckerberg, Internet. Internet se desarrolló a partir de una pequeña red del Pentágono destinada a permitir que los militares intercambiasen información durante la Guerra Fría. En su libro The Entrepreneurial State, la economista Mariana Mazzucato muestra que los iPhones –de los que Facebook roba grandes cantidades de datos para venderlos al mejor postor– son en gran parte un conjunto de tecnologías creadas por varias agencias estatales, juntadas por Apple en un mismo elegante producto.

Por otro lado, en vez de allanar el camino para la mejora de los resultados de salud, el afán de beneficios en el sector de la medicina privada ha llevado a las compañías farmacéuticas a producir fármacos lo suficientemente diferentes de los de sus competidores para patentarlos, permitiendo a estas empresas cobrar una renta a los enfermos. Asimismo, los economistas Fred Block y Matthew Keller han descubierto que, de las 88 principales innovaciones clasificadas por la revista R&D como las más importantes entre 1971 y 2006, 77 fueron beneficiarias de una importante financiación federal para la investigación en su desarrollo inicial. "Si uno busca una edad dorada en la que el sector privado hizo la mayor parte de la innovación por sí solo sin ayuda federal", escriben, "uno tiene que volver a la era anterior a la Segunda Guerra Mundial". Así pues, a medida que la derecha ha ido rebajando la reputación del sector público, éste solo se ha vuelto más fundamental para el progreso por el cual el sector privado se ha llevado todo el reconocimiento.

No olvidemos tampoco los innumerables proyectos fallidos e innecesarios surgidos de Silicon Valley en la última década, desde Theranos hasta el Fyre Festival y Juicero. La reciente implosión de la empresa inmobiliaria WeWork, respaldada por SoftBank y JP Morgan Chase, así como la pérdida de un dólar por cada dólar que gana, debería arrojar algunas dudas sobre la supuesta habilidad del sector privado para superar los desafíos más apremiantes de la sociedad, o incluso para elegir ganadores. Además de la financiación gubernamental, la mayoría de las prodigiosas empresas tecnológicas están respaldadas por ejércitos de trabajadores típicamente mal pagados, ya sea que estén manejando Ubers, extrayendo los minerales de tierras raras necesarios para teléfonos inteligentes en condiciones de trabajo brutales o viendo videos espeluznantes hora tras hora para alejarlos de nuestros timelines de Facebook.

Todo esto no es para decir que el sector privado no ha desempeñado un papel importante en impulsar la innovación; al fin y al cabo, alguien tenía que diseñar el iPhone. Pero las fortunas construidas a partir de cada uno de estos nuevos inventos no podrían existir si no fuera por el hecho de que el gobierno –la mayoría de las veces– dio el primer paso, asumiendo unos riesgos en la financiación de la innovación que los emprendedores capitalistas y los prodigiosos inversores generalmente no asumen. "No solo el gobierno ha financiado la investigación más arriesgada", escribe Mazzucato, "sino que a menudo ha sido la fuente de los tipos de innovación más radicales y novedosos". En otras palabras, los Mark Zuckerbergs del mundo pueden hacer cosas buenas. Pero casi nunca lo hacen solos.

Además, la insultante riqueza de los multimillonarios no se gasta –como sugiere Zuckerberg– en investigación de vanguardia y esfuerzos filantrópicos. Después de haber comprado suficientes yates y jets privados, estos invierten su dinero principalmente en enriquecerse a través de la especulación financiera al estilo de los casinos y en bienes inmuebles de lujo en ciudades muy desiguales como San Francisco, Miami y Nueva York, donde la mayoría de las casas vacías actúan como depósitos de seguridad para proteger su riqueza de los impuestos. Su dinero también podría terminar en paraísos fiscales como las Islas Caimán, donde puede permanecer sin ser molestado por los recaudadores del estado. Por todo ello, muy poca de esa riqueza llega al 99% de la población, para quienes la desigualdad se ha disparado y los salarios se han estancado.

Así pues, la defensa de Zuckerberg de la clase multimillonaria es, por encima de todo, profundamente antidemocrática, puesto que pone en duda la capacidad de las masas para decidir qué es lo mejor para sí mientras repite el mito de que el sector público está condenado al despilfarro y al estancamiento. Quizás el mejor argumento para el tipo de políticas que Sanders ha propuesto sería dejar claro que, si bien podrían desempeñar algún papel en la financiación de la investigación avanzada que surge de lugares como ARPA-E y los National Institutes of Health, los multimillonarios no pueden trascender la democracia y tomar todas las decisiones sobre lo que la sociedad necesita y lo que no. En un mundo verdaderamente democrático –donde el trabajo se valorara de manera justa– los multimillonarios no existirían en absoluto.

Kate Aronoff Es periodista en de In This Times, donde cubre elecciones y política relacionada con el cambio climático.

Fuente:
https://www.theguardian.com/commentisfree/2019/oct/21/mark-zuckerberg-plea-biillionaire-class-anti-democratic
Traducción:Miquel Caum Julio