La película Oppenheimer ha logrado un récord de taquilla en su estreno en Japón el pasado fin de semana gracias, en parte, a una campaña publicitaria que reunió a 23 personalidades nacionales, entre ellos un célebre superviviente de la bomba atómica de Nagasaki y activista antinuclear. El doctor Masao Tomonaga, que sobrevivió a la explosión en su casa de Nagasaki cuando tenía dos años, asegura en conversación telefónica con EL PAÍS que valora positivamente la película de Christopher Nolan porque “aunque los diálogos no lo especifiquen, su mensaje antinuclear subyace a lo largo de toda la obra”.
“Hace veinte años era imposible que en Estados Unidos se hiciera una película así”, añade Masao Tomonaga, hoy investigador especializado en enfermedades de la sangre y conocido por haber identificado un tipo especial de leucemia llamado síndrome mielodisplásico en los supervivientes que tenían menos de diez años en el momento del bombardeo. “Oppenheimer da una visión correcta del choque de poderes que tiene lugar durante el desarrollo de armas de destrucción masiva”, continúa. La vio por primera vez el año pasado en Chicago, donde se encontraba con un grupo de supervivientes dando conferencias sobre el peligro de las armas nucleares en colegios y universidades estadounidenses.
En Japón la volvió a ver como invitado a las proyecciones previas al estreno programadas por la distribuidora en Hiroshima y Nagasaki, las dos ciudades atacadas por Estados Unidos con bombas atómicas al final de la Segunda Guerra, en 1945, cuyo desarrollo se cuenta en la película. La promoción de la cinta en Japón incluyó también conferencias, anuncios a página entera en los diarios con comentarios de jóvenes espectadores y un sitio web con opiniones de actores como Ken Watanabe (El último samurái) y cineastas como Takashi Yamazaki (Godzilla Minus One).
Robert Oppenheimer y su esposa, Katherine, se encuentran con ciudadanos japoneses durante su visita al país nipón en 1960.
Watanabe, que trabajó con Nolan y Cillian Murphy en Batman Begins (2005), elogia el trabajo de estos actores en Oppenheimer y explica que al ser Japón el único país atacado por las bombas atómicas se sentó a verla “preocupado”. El actor japonés considera que Nolan logró entrar en la mente de un hombre “caótico pero sincero”, creador de una bomba que “aún hoy podría terminar con este mundo”.
Yamazaki, que con Godzilla Minus One ganó este año el Oscar a los efectos especiales, sostuvo un diálogo online con Nolan en el que sugiere “una respuesta cinematográfica a Oppenheimer hecha en Japón”. “Nadie mejor que tú para dirigirla”, le dice Nolan a Yamazaki en un vídeo promocional que hasta la primera semana de abril superaba las 100.000 vistas en YouTube. Godzilla, el monstruo protagonista de una de las franquicias más longevas de la historia del cine mundial, fue creado en 1954 como metáfora del poder incontrolable de la energía atómica y del peligro de las armas nucleares. Las más de treinta secuelas del hoy clásico del cine de monstruos se caracterizan por sus espectaculares secuencias de destrucción masiva.
Las explosiones
En el filme dirigido por Yamazaki aparece una explosión causada por el aliento radiactivo del monstruo que recrea con gran realismo la devastación de las dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas, las primeras, y hasta ahora las únicas, lanzadas contra población civil. La ausencia de secuencias similares en Oppenheimer fue recibida con opiniones dispares por los espectadores japoneses.
Masaru Suzuki, un empleado de 35 años que vio la película en un cine del céntrico barrio de Shibuya, opina que mostrar las consecuencias de la bomba en Japón “no era necesario” y que “se deben respetar las decisiones creativas del director”. Por su parte, la socióloga japonesa Luli van der Does, profesora de la Universidad de Hiroshima, considera que “no mostrar las consecuencias humanas de la bomba reduce el miedo visceral a la explosión y hace más factible la idea de una futura guerra nuclear”.
La biografía del llamado padre de la bomba atómica, el físico Robert Oppenheimer, se estrenó en muchos países al tiempo que Barbie. La coincidencia originó el hashtag #Barbenheimer, con el que se etiquetaron una serie de polémicos memes que aunaban los dos ataques nucleares contra Japón con el universo fucsia de la muñeca de Mattel. Académicos e intelectuales condenaron los mensajes y asociaciones de víctimas de las bombas atómicas en Japón pidieron a la distribuidora norteamericana de Barbie una disculpa pública por apoyar un meme satírico de la explosión con la frase: “Será un verano que nunca olvidarás”.
En su debut nipón la obra de Nolan recaudó 2,5 millones de dólares, el máximo entre los estrenos de Hollywood en lo que va del año, por encima de Aquaman y el reino perdido (1,6 millones de dólares) y Dune: parte 2 (1.3 millones de dólares), según fuentes del sector. El estreno ha tenido lugar ocho meses después del lanzamiento mundial, el 20 de julio de 2023, fecha considerada demasiado próxima a las ceremonias anuales que cada 6 y 9 de agosto, en Hiroshima y Nagasaki, honran a las víctimas de las explosiones atómicas y actualizan el número de fallecidos por las secuelas de la radiación.
En Japón, el holocausto nuclear es un tema recurrente en numerosas obras literarias, películas, historias de manga y anime que tienen como denominador común el escenario de una ciudad calcinada por una descomunal explosión. Muchos niños japoneses conocen los horrores de la guerra nuclear cuando sus colegios organizan visitas a los museos conmemorativos de Hiroshima y Nagasaki, donde pueden apreciar restos de las explosiones atómicas, grabaciones de testimonios de los supervivientes y muchas fotografías.
El Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima anunció esta semana que en los últimos 12 meses las visitas subieron a casi dos millones, un incremento interanual de más de 850.000 personas, la mayoría extranjeros y escolares japoneses. El aumento fue atribuido al interés por la ciudad que despertó la celebración allí de la cumbre del G7 en mayo de 2023.
Supervivientes irradiados
El total de muertes como consecuencia de las bombas atómicas, actualizado en los últimos aniversarios, fue de 339.227 personas en Hiroshima, y de 195.607 personas en Nagasaki. Aún siguen vivos unos 127.000 supervivientes irradiados (llamados en japonés hibakusha), con una edad promedio de 83 años.
Muchos de los miembros de este colectivo, que con sus testimonios y las cicatrices en sus cuerpos irradiados defendían el artículo 9 de la Constitución japonesa (que renuncia a participar en conflictos bélicos internacionales), residen hoy en hogares para la tercera edad, alejados de cualquier activismo. Su desaparición paulatina de los foros de opinión ha coincidido con el renacer de una política de rearme que, justificada con el expansionismo chino en el Este de Asia, fomenta el gasto en armamento inconcebibles hasta 2012, cuando el entonces primer ministro Shinzo Abe inició su llamado “pacifismo proactivo”.
En la pasada cumbre del G7, el actual primer ministro japonés, Fumio Kishida, propuso un documento llamado Visión de Hiroshima, que insta a la transparencia respecto a los arsenales nucleares y destaca la importancia de la educación y la divulgación sobre el desarme y la no proliferación en la sociedad civil, en especial entre los jóvenes.