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sábado, 2 de abril de 2022

_- REDES SOCIALES. Del aula a TikTok: así trabajan los profesores que triunfan en las redes sociales.

_- Algunos creadores de contenido se convierten en docentes de referencia para muchos alumnos


De izquierda a derecha, los creadores de contenido Robbie V., de @letsspeakenglish, Susi Profe y Alberto Bustos, de @blogdelengua.

Cada vez son más los estudiantes que recurren a las redes sociales para tratar de resolver sus dudas. “Tengo examen mañana, otra vez me va a Susi Profe, salvar“. “En los vídeos todo parece muy fácil”. “Nadie me ayuda con mates como ella”. Los adolescentes desesperados antes de un examen se refieren así en Twitter a Susi Profe, creadora de contenido de Física, Matemáticas y Lengua que se acerca al millón de suscriptores en YouTube al millón de suscriptores en YouTube. Como esta maestra de Educación Primaria, otros docentes han visto disparada su popularidad en los últimos tiempos, como Robbie V. (Robert James Vincent) y Alberto Bustos, profesores de Inglés y de Lengua Castellana, respectivamente. Dedican cada vez más tiempo a las redes, donde han construido comunidades en torno a sus asignaturas.

Susi Profe, de 30 años, se llama, en realidad, María Jesús Villanueva: “Cuando lo dije por primera vez, los niños hicieron tiktoks diciendo que los había estado engañando”, comenta entre risas durante una videollamada con EL PAÍS. Algunos de los vídeos de esta maestra de un colegio de Madrid superan los tres millones de visualizaciones, como el que trata la suma y la resta de polinomios.

Confecciona sus contenidos con la voluntad de echar un cable a alumnos de cursos superiores: “La vocación por enseñar la he tenido siempre. Cuando era alumna siempre ayudaba a mis compañeros”, recuerda. Cinco años después de haber empezado, su comunidad consta de 390.000 seguidores en TikTok, 26.000 en Instagram y casi el millón en YouTube.

Aunque ya era una creadora de éxito antes de la pandemia, explica que, a partir de aquel momento, “el profesorado cambió el chip y ya usa los vídeos de YouTube en sus clases diarias e incluso los manda para ver en casa”. “Y también ha cambiado el chip en el alumno, que ha visto que puede recurrir a internet cuando tiene dudas”, añade.

Según cuenta, TikTok le ha servido para mostrar una faceta más personal: “En los vídeos de YouTube vas a lo que vas, pero en TikTok hay una mayor vinculación con los chavales y, además, en su lenguaje. La comunidad que se está generando en torno a Susi Profe es muy agradecida, sin apenas haters [odiadores]”.

En TikTok hay una mayor vinculación con los chavales y, además, en su lenguaje
María Jesús Villanueva, 'Susi Profe'

Hugo Lorán, alumno de 2º de la ESO, la sigue desde hace tiempo: “La descubrí cuando no sabía hacer los ejercicios del colegio. Me llamó la atención que explicara de una forma tan calmada y haciendo que pareciera fácil”. Según la creadora, la mayoría de los jóvenes acude a su canal la víspera del examen. “Intento que en 10 minutos les quede explicado algo desde cero con los ejemplos que pueden ser la excepción”, comenta.

Camino López, experta en innovación educativa, explica: “En TikTok demandan que tengas un superpoder de síntesis. Para algunos profesores no es fácil, pero sienten la responsabilidad de ir a donde están sus estudiantes. Si creas tu material en una plataforma que no van a consultar, cae en saco roto”.

Encontrar la narrativa adecuada en TikTok le cambió la vida a Robert James Vincent (Gales, 37 años), conocido como Robbie V. Este profesor de inglés cuenta con casi tres millones de seguidores en el perfil que lleva el nombre de su academia, Let’s Speak English, situada en Santander.

Su caso es el de un éxito propio de TikTok, que llevó a la popularización de sus otras cuentas, como explica también por videollamada: “En cinco años habíamos llegado a unos 2.000 seguidores en Instagram”. En un segundo intento por potenciar su perfil en TikTok, a principios de 2020, subió cuatro vídeos. Uno de ellos se viralizó y en dos días obtuvo 50.000 seguidores. Cuando empezó la pandemia, ya contaba con 100.000. El galés ha pasado de tener alumnos locales a llegar a miles de estudiantes del mundo que compran sus productos digitales.

Robbie V., fundador y profesor de Let's Speak English, mientras graba un vídeo para TikTok, en una imagen cedida por él mismo. Lo que le llamó la atención de TikTok a Robbie V. fue que podía aprender de la creatividad de los jóvenes: “Me gustaba eso de tener que ser tan directo y cogí un poco el estilo. Como soy un tipo bastante salao, quería mantener esa línea”.

Estos vídeos podrían denominarse “píldoras educativas” y, según explica Camino López, “son para algo muy básico, como detonante de aprendizaje”. La experta cree que los profesores que inician una actividad en las redes sociales “son capaces de condensar el tema de una forma que resuelve la vida’, y añade: ‘‘Muchos estudiantes van a por ese discurso cuando se sienten atascados y quieren verlo explicado de otra forma”. Además, considera que ‘’una comunidad educativa virtual siempre se traduce en un aprendizaje significativo”.

Nora Cuéllar, alumna de 2º de la ESO, no cree que sea posible explicar una lección difícil en TikTok por su brevedad, pero reconoce que ‘‘son mejores los vídeos cortos, porque dejan más tiempo para practicar’'. Su compañero Hugo asegura: “Gracias a los vídeos he evitado algún suspenso”.

Elías, estudiante de 4º, también recurre a ellos para “saciar la curiosidad por alguna asignatura, más que por el estudio en sí”. Según una encuesta de Marketing Science, el 94% de los usuarios de TikTok afirma haber aprendido algo gracias a la plataforma, y el 85,5% dice prestar más atención a los vídeos con los que puede aprender algo nuevo.

Estos profesores son capaces de condensar el tema de una forma que te resuelve la vida
Camino López, experta en Tecnologías de la Información y la Comunicación

Julio Ruiz Palmero, profesor de la Universidad de Málaga especializado en Tecnología Educativa, considera que estos vídeos a los que están acostumbrados los alumnos “tienen que ir acompañados de otras propuestas pedagógicas“. Eso sí, “no podemos dar la espalda a estos canales”, reconoce, aunque “implementarlo en el día a día de las clases no es fácil”.

Alberto Bustos, madrileño de 52 años, es profesor de la Universidad de Extremadura y el creador del Blog de Lengua, que desde 2016 es un canal de YouTube que roza los 250.000 suscriptores. Su perfil de Instagram supera los 4.000 seguidores y su cuenta de TikTok, los 47.000.

“Convencer a 200.000 personas de que les voy a soltar la chapa de Lengua todas las semanas y que se apunten creo que tiene su mérito, sobre todo sin ser de videojuegos, móviles o cocina”, cuenta por videollamada.

En septiembre pasó a una jornada parcial para profesionalizarse como creador. “Ya veremos si es viable económicamente”, comenta. Para ello, ha puesto en marcha unos cursos en línea de pago impartidos por Zoom, con los que tiene una relación más cercana con su comunidad.

A pesar de contar con tantos seguidores en TikTok, dejó la aplicación en 2019, antes de que se convirtiera en el éxito que es hoy. Sin embargo, todavía hay usuarios que preguntan dónde está y por qué no publica nada. ¿La respuesta? “No daba más de mí. Tuve que priorizar y me quedé en YouTube”, comenta.

“Lo que me llamaba la atención de TikTok era que tenía una biblioteca musical amplísima que podía utilizar para explicar Lengua con lo que oye la gente: pop, reguetón… Era la forma de enseñar deleitando, que es de lo que se trata”, explica Bustos.

Tanto Susi Profe como Alberto Bustos y Robbie V. se han pasado a los directos, aunque solo el último ha probado Twitch. Los tres insisten en que esas retransmisiones les permiten conocer mejor a sus seguidores y saber qué dificultades e intereses tienen.

Aunque los directos viven su época dorada, uno de los alumnos de 2º, Hugo, argumenta que prefiere los vídeos cortos: “Con los largos pierdo fácilmente la atención”. El experto Ruiz Palmero lo explica: “Hemos pasado de ser capaces de leer un libro durante varias horas a una situación en la que todo va a golpe de clic, lo que se ve reflejado en los estudiantes, que siempre están en plan multitarea”.

Este especialista insiste en que los docentes no deben dejarse llevar por la última aplicación que haya salido sin tener un objetivo claro. Susi Profe va más allá y declara que, aunque sean herramientas útiles, “nunca van a sustituir a la enseñanza presencial”, e insiste: “Si quieren complementar, genial, pero no pueden pasar de las explicaciones de su profesor porque luego ya esté Susi Profe. Sí que estoy, pero además de él. Su profesor es el de carne y hueso, lo demás son complementos”.

https://elpais.com/tecnologia/2022-03-27/del-aula-a-tiktok-asi-trabajan-los-profesores-que-triunfan-en-las-redes-sociales.html

viernes, 11 de marzo de 2022

Matthew Jackson gana el premio Fronteras del Conocimiento del BBVA por su teoría de redes.

El jurado destaca que el galardonado “supo distinguir la importancia de las redes para la economía hace más de 25 años”

La Fundación BBVA ha anunciado este jueves la concesión del premio Fronteras del Conocimiento de Economía al economista estadounidense Matthew Jackson (60 años) por su teoría sobre las redes sociales, un trabajo que ha servido para “predecir qué redes se formarán en función de los costes y beneficios de las conexiones, y en qué difieren esas redes de las óptimas”. Las aplicaciones prácticas de ese enfoque aparentemente abstracto son múltiples, desde la pandemia, las cadenas de suministro globales, las crisis financieras, las creencias y la polarización y la guerra en Ucrania.

En este último asunto, que marca la agenda mundial ahora mismo, una investigación de Jackson demostró que a lo largo de la historia, conforme las economías se han entrelazado, se han reducido los incentivos para que los países se declaren la guerra. El estudio, escrito junto al profesor Stephen Nei y publicado en PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences, la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU) en el año 2015, concluye que existe una correlación entre la disminución de los conflictos bélicos y el aumento de las alianzas entre diferentes naciones e introduce, como posible factor explicativo, el crecimiento del comercio internacional.

Jackson opina que “el tipo de sanciones que se están imponiendo sobre Rusia y Bielorrusia para aislarlos y recortar sus conexiones bancarias y sus oportunidades financieras, así como limitar los contactos sociales y las posibilidades de que sus poblaciones entren y salgan de sus territorios puede tener un gran impacto”. Y recuerda que esas herramientas eran impensables cuando no existía un intercambio comercial entre países tan intenso. “El hecho de que hoy exista una densa red de comercio internacional y Rusia forme parte de la economía global es un motivo para la esperanza ante el actual conflicto. Imaginemos que el sistema bancario ruso no formara parte del sistema SWIFT, ni tuvieran reservas externas, ni una población que quisiera viajar al extranjero, ni oligarcas cuyas fortunas se pudieran congelar. Si no tuviéramos ninguna de estas herramientas, lo único que podríamos hacer es intervenir militarmente”, ha señalado.

Sobre si serán efectivas, no tiene certezas, pero sí sobre el hecho de que amplían el porcentaje de éxito. “Es muy difícil comprender ahora mismo las motivaciones de los líderes rusos y saber cómo detenerles, pero sin estas herramientas económicas, no tendríamos ninguna esperanza de hacerlo”.

Nacido en Elmhurst, Illinois, en 1962, Jackson se licenció en Economía por la Universidad de Princeton en 1984 y obtuvo su doctorado por la Universidad de Stanford en 1988. En la actualidad ocupa la cátedra William D. Eberle de Economía en la Universidad de Stanford y es catedrático externo del Instituto Santa Fe. Tiene publicados más de 270 artículos y cuatro libros de referencia internacional, entre los que destacan La Red Humana y Redes Sociales y Económicas.

Uno de los primeros estudios de Jackson analizaba los mercados laborales. Y pone letra a algo que la mayoría ya sospechaba: la importancia de los contactos. “En función del campo profesional, entre un tercio y el 100% de los empleos se consiguen a través de algún contacto, es decir, gracias a una red. Cuando quieres conseguir una entrevista para un puesto de trabajo, tienes ventaja si conoces a alguien que trabaja para esa compañía. Ese tipo de contactos pueden ser esenciales para meter el pie en la empresa, hacer una entrevista y lograr ese puesto. Eso significa que, si tengo muchos amigos que ya tienen puestos de trabajo, es más fácil para mí conseguir un empleo, mientras que si la mayor parte de mis amigos están en el paro, es más difícil para mí conseguir un trabajo”.

El profesor Jackson descubrió el papel clave de un concepto ligado a eso, la homofilia. Se define como la tendencia natural de las personas a relacionarse con otras similares a ellas en edad, religión, clase social, grupo étnico, idioma o estatus económico. Como él mismo explica, esto tiene efectos positivos y negativos. “Por un lado, es más fácil aprender de personas que son más parecidas a uno mismo, así que yo aprendo mejor de alguien que tiene una formación parecida a la mía. Por ejemplo, si un joven está intentando decidir si ir a la universidad, otra persona muy similar a él puede darle buena información sobre este tema. Pero al mismo tiempo, el hecho de que la homofilia divide a una red en grupos diversos significa que las personas de un determinado grupo pueden quedarse sin acceso a información que tienen los miembros de otro grupo”, señala.

La conjunción de la importancia de las redes para encontrar empleo con la homofilia es un cóctel que tiende a perpetuar el status quo: algunos segmentos tienen índices altos de empleo y otros están mayoritariamente en paro, como si viviéramos en burbujas que te empujan hacia arriba o te mantienen abajo. “Comprender esto nos ofrece una perspectiva diferente sobre cómo abordar la desigualdad salarial y el acceso al empleo. Es fundamental comprender la estructura de una red y cómo esto influye sobre la capacidad de las personas para conseguir un trabajo”.

Redes efectivas
En conclusión, Jackson es un analista de cómo condicionan nuestro comportamiento y los resultados que obtenemos las redes sociales de las que formamos parte, ya sean amistades, relaciones laborales, alianzas entre empresas y otras. Su funcionamiento es diverso. En caso de una crisis bancaria, si hay cuatro bancos y uno de ellos entra en bancarrota, el impacto sobre el sistema es mayor que si hay 100 y uno quiebra. Mientras que en los contagios de enfermedades sucede al contrario, cuantos más hay, peor es la situación.

Jackson demostró cómo cada banco se preocupa esencialmente de su propia supervivencia, pero apenas tiene en cuenta cuál sería el coste social de una bancarrota para el conjunto de la red, y por eso asumen más riesgos de lo que sería óptimo. “Es importante que tengamos mejores mapas de las redes financieras, para comprender cómo una crisis en un país puede provocar un gran impacto en otras partes del mundo. Algo que hemos podido experimentar en la crisis financiera de finales de los dos mil”.

El galardonado cree en el poder de las redes para obtener información eficaz, lo que ayudaría a resolver uno de los problemas clásicos de la economía, el de los datos incompletos o asimétricos. E insta a confiar más en las redes que en las propias opiniones. “Hay un paper asombroso escrito por Sir Francis Galton en 1907, titulado Vox Populi —La voz del pueblo—, en el que analizó una feria local en la que la gente intentaba adivinar cuánto pesaba un buey, basándose únicamente en su apariencia. El peso real del buey era 1.197 libras, y la media de peso estimada por los participantes fue 1.198 libras, así que, al agregar las estimaciones de esta población —hubo unos 780 participantes—, la media que salía era correcta. La pregunta entonces es: ¿Cómo logramos agregar esa información? Yo puedo tener una opinión sobre algo, la comparto con mis amigos y recibo su propia opinión al respecto, y así sucesivamente. En un trabajo desarrollado con Ben Golub, analizamos cómo, si en una red, pregunto continuamente a mis amigos sus valoraciones sobre un tema, y de ahí obtengo una media, finalmente se logra una respuesta bastante correcta”.

miércoles, 25 de marzo de 2020

_- Amigos con derecho a roce, unámonos. Es urgente que nos neguemos a la separación forzosa del sexo y las emociones e inventemos nuevas maneras de conectar. Levantar la cabeza del teléfono móvil es levantar la cabeza, sin más

_- Cuando recibo un mensaje en el móvil, parpadea una luz azul. El resto del tiempo, la luz es verde. Esta noche, estoy con unos amigos en un café debajo de mi casa. Hablo, río, pido una cerveza, salgo a fumar un cigarrillo. Por fuera, parece que estoy presente. Pero, en realidad, estoy obsesionada con esa luz. Esa luz verde, otra vez verde, siempre verde. ¿Por qué no me escribe él? Él, un hombre al que he conocido a través de Tinder y que me gusta. Me dijo que me “tendría al corriente” de lo que iba a hacer esta noche. “Escríbele tú y ya está”, me indica una amiga. Me parece imposible. Ilegítimo. Porque estoy en el lado de las llamadas “amigas con derecho a roce”. Sí, es una expresión violenta. Vulgar. Deshumanizante, casi. Lo sé, y lo siento por la gente a la que sorprende. Pero lo uso a propósito. Para mostrar lo violento que es. Y para volver esa violencia contra la sociedad y no contra los que la padecen.

Como periodista especializada en el amor y las redes sociales, en L’amour sous algorithme investigué el funcionamiento de Tinder y su repercusión en nuestras vidas, incluso las de quienes no usan la aplicación. Una de las principales consecuencias observadas por los expertos es que se ha agudizado la separación entre vida emocional y sexual. Se ha agudizado la línea de fractura entre la pareja propiamente dicha y los amigos con derecho a roce. El compañero oficial frente a aquel al que no debemos nada. Casi como si fuera una nueva lucha de clases: la burguesía contra el proletariado emocional. Porque el problema de la relación de amigos con derecho a roce no es que sea sexo sin obligaciones, no; es que es sexo sin palabras. Sin derecho a hablar. El amigo con derecho a roce no está autorizado a expresarse, debe mantenerse confuso, sin que la claridad pueda tranquilizarle; solo está autorizado a esperar, mientras finge que no espera nada; no está autorizado a escribir mensajes. ¿Les parece anecdótico? Me parece todo lo contrario. Nunca me cansaré de repetirlo: nuestra vida digital es nuestra verdadera vida. No tener derecho a escribir un mensaje es no tener derecho a hablar.


Uno de los mecanismos psicológicos más fuertes de la adicción es el principio de la recompensa aleatoria

He pasado tres años enganchada a Tinder porque fingía no esperar. Tinder, con su sistema de deslizar y coincidir, está pensado para engancharnos; es lo que los especialistas como la profesora estadounidense Natasha Dow Schüll llaman el diseño de la adicción. Uno de los mecanismos psicológicos más poderosos de la adicción es el principio de la recompensa aleatoria y variable. Todo se reduce al hecho de no saber si vamos a recibir una recompensa y de qué naturaleza. ¿Un mensaje? ¿Una coincidencia? ¿Pero de quién? Con cada notificación, se produce una nueva descarga de serotonina en nuestro cerebro, como cuando ganamos al Candy Crush. Es el mismo mecanismo que nos engancha a Instagram o Facebook. Si el mecanismo se ha apoderado tanto de mí es porque, para fingir que no esperaba, me dedicaba a conversar con otros hombres. Prefería volver a empezar de cero con otro antes que mostrarme vulnerable, atreverme a reconocer que estaba pendiente de la luz verde.

No creo que, en mi caso, fuera cuestión de orgullo, sino más bien de un profundo sentimiento de ilegitimidad. Como no estaba en una pareja tradicional, no tenía voz en el asunto. No me di cuenta enseguida, Fue cuando pedí mis datos personales a la aplicación y leí la totalidad de mis mensajes, unos detrás de otros, cuando comprendí que me había quedado estancada. Estaba atrapada en un bucle.

No se trata de escribir un alegato en defensa de que todas las relaciones sexuales desemboquen en el matrimonio, con peladillas y vestido de novia, salvo para quienes así lo deseen. Sin duda, es maravilloso poder hacer el amor sin formar necesariamente una pareja. ¿Pero por qué separar el sexo de las emociones? ¿Por qué convertirlo en un producto de consumo inmediato, que se desliza y se olvida a continuación? Por otra parte, ¿es humanamente posible separar el sexo de las emociones? “Como si pudiéramos verdaderamente acariciar la piel de un/a desconocido/a sin emocionarnos un poco”, escribe Victoire Tuaillon en Les couilles sur la table.

De hecho, ¿existe el sexo por el sexo? Durante mi investigación me he encontrado con decenas, centenares de personas que desplegaban enormes energías para obligarse a no sentir nada. Como si no sentir nada fuera un logro. ¿Por qué? ¿Para qué hacer el amor si no es para ser visto/a, tocado/a, sostenido/a, abrazado/a por ser esa persona, precisamente esa persona y no otra? La periodista estadounidense Moira Weigel afirma en The Labor of Love que el capitalismo nos ha robado la revolución sexual. Convertir el sexo en un objeto de consumo como cualquier otro beneficia, por ejemplo, a aplicaciones como Tinder. Mientras deslizamos kilómetros y kilómetros de vacío, la aplicación saca provecho a nuestros datos y se transforma en la aplicación más rentable de la App Store.

¿Para qué hacer el amor si no es para ser visto/a, tocado/a, sostenido/a, abrazado/a por ser esa persona, precisamente esa persona y no otra?

Viví dos años en Berlín, considerada la capital europea de la diversión y la liberación sexual. La ciudad acoge unas veladas locas, magníficas y liberadas, con todos los excesos que eso entraña. Sin embargo, me pareció que era también la capital de la soledad. Participé en grupos de apoyo dedicados a Divertirse en Berlín, a los que acudían jóvenes llenos de angustia. Porque, en nuestra sociedad, optar por la libertad y rechazar la pareja tradicional es incorporarse al proletariado emocional. Si la expresión de las necesidades afectivas solo se considera legítima en el marco de la pareja, ¿cómo construir una vida segura cuando todas nuestras relaciones íntimas deben ser “ligeras”, “divertidas”, “desenfadadas”? Por supuesto, y afortunadamente, tenemos en nuestras vidas otras fuentes de felicidad y afecto: amigos, familias, incluso animales.

Pero es urgente que nos neguemos a la separación forzosa del sexo y las emociones, que inventemos nuevas maneras de conectar, aparte de, por un lado, el amigo con derecho a roce que solo puede callarse y, por otro, el vínculo oficial que tiene todos los derechos, a veces incluso demasiados (a aislarnos del mundo, vigilarnos, leer nuestra correspondencia). Rechazar esta división entre la sexualidad y las emociones, que rebaja las experiencias humanas plenas y las transforma en semiexperiencias, que empaña los amores de vacaciones, los besos a medianoche y las pasiones más deliciosas, y los convierte automáticamente en sucedáneos de relación. Este combate se libra en todas partes, en las palabras que empleamos para hablar de nuestras experiencias sexuales, en las películas, los libros y los relatos que se construyen. Pero creo que empieza en cada uno de nosotros. Cuando escribía L’amour sous algorithme me di cuenta de que el combate debía comenzar en lo más profundo de mi ser. Para empezar, frente a la intromisión de las voces dentro de mi cabeza: lo que Bourdieu llama la violencia simbólica, la interiorización de la dominación. Unas voces que me repetían que nunca sería suficientemente guapa, suficientemente divertida, suficientemente nada para poderme expresar con plenitud. Todos tenemos esas voces, hombres y mujeres, porque todos hemos crecido en una sociedad que nos llama al orden de forma brutal desde niños siempre que no respondemos por completo a las normas de la feminidad o la masculinidad y, más tarde, de la pareja. “Me han hecho falta muchos años para vomitar todas las porquerías que me habían enseñado sobre mí mismo”, escribió James Baldwin, el poeta afroamericano, en relación con lo que había sufrido por ser negro en Estados Unidos en los años cuarenta.

Sin poder imaginarme los horrores que sufrió él, creo que podemos inspirarnos en su lucha. Aprender a no despreciar nuestras emociones cuando se salen de la norma. Decir nuestra verdad. Escribir esos mensajes. Levantar la cabeza del móvil, dejar de obsesionarnos con las luces verdes, los “visto”, las V azules de WhatsApp. ¿Les parece anecdótico? Nunca me cansaré de repetirlo: nuestra vida digital es nuestra verdadera vida. Levantar la cabeza del teléfono es levantar la cabeza, sin más.

Judith Duportail es periodista y escritora. Su último libro es El algoritmo del amor: Un viaje a las entrañas de Tinder (Contra).

https://elpais.com/elpais/2020/02/27/opinion/1582801219_268879.html

viernes, 14 de septiembre de 2018

La poesía estalla en las redes. Miles de jóvenes se apuntan a un género que ha encontrado una nueva forma de difusión fuera de los salones. La nueva poesía vive entre tatuajes y YouTube.

No son cantantes, ni presentadores de televisión, sino poetas. Es el último domingo de la Feria del Libro de Madrid, y las vallas están fuera para ordenar la fila, que apenas empieza a formarse junto a la caseta donde firmarán. Cristina, de 17 años, descubrió los versos de Escandar Algeet en un vídeo de YouTube —“es romántico y ha sufrido por amor, pero no es ñoño”, dice para explicarse—, ha venido temprano, a pesar del calor, con su amiga Silvia, esa que busca poemas para descargar —“incluidos Bécquer y Neruda”—. La cola frente a la caseta crece, la mayoría son chicas, groupies poéticas que con sus móviles y a través de las redes diseminan y comparten versos y fotos. Silvia y Cristina han logrado sacarse una con el autor de Alas de mar y prosa,un palentino que estudió cine y arrancó escribiendo en un foro del grupo Extremoduro de forma anónima, antes de caer en un bar de Malasaña, Bukowski, donde el propietario, Carlos Salem, organizaba lecturas de poesía a las que cualquiera podía sumarse. Seis años después su poemario va por la quinta edición y se ha convertido en el superventas de la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker. Este sello, con un catálogo de 20 libros, lo puso en marcha otro poeta que frecuentaba el bar, Marcus Versus: “Hace seis años llevábamos los ejemplares a cuestas para intentar colocarlos en las librerías y hoy nos llaman para pedirlos. Es un cambio positivo y lo será aún más si ayuda a despertar interés por otros autores”.

En la caseta de la feria, con bandana y camiseta negra, Salem, argentino radicado en Madrid, autor de una serie de novelas negras y tres poemarios, ofrece una sucinta explicación de sus libros a un comprador: “Este es como Cortázar pero con sexo, este otro es más social”. Las pasiones que despierta #Follamantes, su último título, aún le sorprenden. Dice que contiene “poesía erótica bastante fuerte”, pero esto no ha sido impedimento para que multitud de matrimonios se acerquen a comprar el volumen para sus hijas adolescentes, que ya leyeron los versos en Internet. “Me dicen que peores cosas ven en televisión”, comenta Salem. Recibe fotos de tatuajes con sus poemas y tiene más de 43.000 seguidores en Twitter. Junto a Escandar y a Versus han llenado auditorios y cafés por toda España.

Batania Neorrabioso, cuyas pintadas poéticas han quedado recogidas en La poesía ha vuelto y yo no tengo la culpa (descrito por el autor como 340 páginas con 75 pintadas, 66 poemas, 49 tuits, 47 meteoros, 9 artículos festivos, 8 convocatorias y 25 relatos); y el cantautor Marwan Abu-Tahoun Recio con La triste historia de tu cuerpo sobre el mío, forman también parte de este fenómeno que se expande por la web a través de blogs, tuits, tumblr y YouTube, y llega a las librerías mucho después, impulsado por pequeños sellos como Noviembre, Origami, La bella Varsovia, El Gaviero, Arrebato Libros, Kriller 71 o Ediciones Liliputienses. Quizá las pequeñas editoriales dedicadas a la poesía no sean una gran novedad, como tampoco la creación de efímeras y bellas revistas, pero los nuevos canales virtuales se inundan de poesía inédita y crean un punto de encuentro infeccioso.

“A los 15 años no es raro escribir poesía, pero en la era de Facebook, eso se comparte”, apunta el peruano Leo Zelada, que acude a esta red social para conectar con poetas a los que invita a las lecturas que organiza en Madrid. En una de ellas, el pasado junio, en el estrecho bar Diablos Azules, no quedaba un sitio libre mientras Zelada ofrecía una lección rápida de análisis de textos a modo de presentación, hilando en una misma frase los términos churrigueresco, neobarroco y metapoesía, palabras que no apelan, en principio, al público de masas y que a duras penas se ajustan al límite de los 140 caracteres de Twitter. Pero da igual, hay un público joven receptivo ante la poesía, sin miedo a fórmulas híbridas y experimentales, deudoras de las vanguardias. ¿Es éste un fenómeno juvenil? “Es joven porque esa es la generación que entiende la Red y ha crecido con ella, pero no van a desaparecer cuando cumplan años. Hay muy buenos jóvenes premiados, que empezaron en internet como Berta García Faet o Guillermo Morales”, dice Carlos Pardo, poeta que puso en marcha en 2004 el festival de Cosmopoética, convocatoria que demostró que era posible llenar los bares y plazas de Córdoba con el reclamo poético.

El poeta Eduard Escoffet lleva más de una década organizando eventos y festivales en el CCCB, entre otros lugares, y ha visto en primera línea cómo la resistencia ha ido cediendo hasta incluir mundos poéticos más desconocidos. “Se ha roto la diferencia entre poesía de corte más tradicional y nuevos formatos. Y se ha dado un vuelco a la imagen que se tenía de la poesía, que hoy está casi al mismo nivel que el teatro o la danza. El cambio importante es la normalización de propuestas de vanguardia, de la poesía concreta, visual o sonora; la discusión sobre si algo es o no poesía está pasada. Gana la convivencia”, apunta. “Leemos o consumimos cultura de forma fragmentaria y ahí entra la poesía con sus distintos formatos”. Desde el uso que la publicidad ha hecho de fórmulas poéticas, hasta la sonoridad y proximidad con la música, ímplicita en la poesía, el contacto del gran público con este género ha tomado muchas derivas. Ahí están las rimas y el repentismo, el rap y el spoken word —Edwin Torres maestro del Bowery Poetry Club de Nueva York y el poeta Urayoán Noel son dos nombres fundamentales en esta escena —. Escoffet enmarca el fenómeno actual dentro de una tendencia más amplia: la atomización de la cultura, y cómo la distancia entre lo masivo y lo minoritario se va acortando.

En 2009 una estadounidense en Barcelona puso un anuncio para buscar poetas. Quería trasplantar a esta ciudad el burdel poético que habían creado un grupo de jóvenes en Nueva York en 2006, unas peculiares lecturas que ofrecían un tú a tú con el autor de los versos; poesías por dinero. La actriz y poeta Sonia Barba llegó al barco donde se celebraba una de estas lecturas barcelonesas y puso en marcha el prostíbulo poético en español, que este año ha estado una vez por semana el Teatreneu. El burdel cuenta con 10 franquicias que se expanden desde Bogotá hasta Nueva Orleans y su dinámica consiste en una lectura general y luego los privados a un euro por poema. Barba es la madame que dice que sus chicas, de muchas nacionalidades, la abandonan cuando se echan novio. Los poemas quedan recogidos en el Libro Rojo (Canalla Ediciones).

La poesía estalla en las redes sociales y un nuevo público abarrota festivales y lecturas, compran libros de versos que vieron la luz en la Red, en blogs, en tumblr. Irene X, una de las estrellas de la nueva constelación, habla de un boom de lectores más que de poetas. Ella llegó a este género gracias a su padre que le pasaba libros. En 2008 arrancó su blog y dos años después superó sus reservas y empezó a publicar allí sus poemas. En septiembre sacó su primer libro, El sexo de la risa (Origami), porque sentía que esa etapa ya estaba cerrada Ya prepara el siguiente: Grecia.

Crece el mundo virtual y aumenta el reclamo del directo. Los recitales hoy se llaman jam, y los libros que se publican son más un colofón que un pistoletazo de salida. ¿La poesía está de moda? Alan Mills, poeta guatemalteco afincado en Berlín, recuerda, en una conversación vía Skype, cómo hubo un tiempo en el que las estrellas de rock copiaron los nombres de poetas (Bob Dylan por Dylan Thomas, The Doors por un verso de William Blake) y se apropiaron de la poesía. La idea de que el número de sus seguidores en Twitter llegue a 45.000 le parece que sería “algo enfermo”; la comunidad de lectura que él imagina tiene más que ver con compartir estrategias, autores y obsesiones. Más paraíso de nichos que fenómeno de masas.

Casi toda la poesía que Mills lee es a través de Internet y allí encontró a los autores que más le interesan. Un ejemplo: el maestro John Ashberry, con cuyo trabajo se topó en una revista virtual mucho antes de comprar sus libros. Pero es en Twitter donde Mills ha encontrado, además de un buen medio de difusión, chispazos poéticos que entroncan con una tradición. “Caben ironías, chistes, antipoemas que han mutado en antituits o pequeños engaños que implican la creación de un personaje que habla a través de la cuenta”. Parece que Nicanor Parra y Monterroso se adelantaron porque la ironía, el cinismo posmoderno o el poeta personaje que se burla de su propia poesía tienen un terreno fértil en los 140 caracteres. Ahí está la etiqueta/hashtag #poetuit que Mills usa de forma burlona para justificar un arrebato poético. Eso sí, los tuits que tocan alguna fibra los guarda para futuros poemas, como el que dio título a su libro Pasan poesía por la televisión apagada, publicado en 2013 en Ecuador.

A la micropoeta Ajo la definición de su trabajo que más le gusta se la dio un amigo ilustrador: una mezcla entre Lou Reed y Gloria Fuertes. Entre sus influencias cita a Alejandra Pizarnik y a Clarice Lispector, y su trabajo conecta con greguerías y aforismos. Su Micropoemas 4, (Arrebato Libros) publicado este año, estuvo entre los cinco más vendidos —“y yo era la única viva, porque en el resto de la lista estaban todos muertos”, comenta divertida—. Sentada en La Realidad, el bar que fundó en Malasaña, y con su perra Musa merodeando, Ajo cuenta que viene del mundo de la música, tuvo una banda y escribió letras, cuando se disolvió tomó la deriva de la micropoesía. Y en aquel momento, si buscaba el término en Google, el corrector insistentemente sugería sustituirlo por micropene. Ella se propuso cambiar esto y se subió al escenario para defender el microgénero. Hoy cuenta con 15.000 seguidores en Twitter y miles de visitas a sus vídeos. Tiene un podcast, montó un sello (Por Caridad Producciones), en el que publicó el primer disco de Accidents Polipoetics, y organizó el festival Yuxtaposiciones en Madrid durante una década. Así que a Ajo le interesan las formas híbridas, la poesía performativa, que prefiere llamar polipoesía e incluye imágenes, música, puesta en escena. Internet, ¿qué ha traído? “Bueno, al haber canales de difusión de fácil acceso la gente se anima a exponerse con desigual fortuna”, reflexiona. Uno de sus micropoemas reza:

“Inmensamente proporcional

—veo, veo

—¿qué ves?

—pues en general:

mucho gusano y poca mariposa”.



¿Es éste un efecto colateral de la nueva ola? Carlos Zanón, que publicó en 1989 El sabor de tu boca borracha, su primer poemario, cree que la poesía mantiene su mala salud de hierro, como género minoritario y resistente. Al final, recuerda este crítico, la diferencia entre el mejor poeta y el peor puede ser de apenas 300 ejemplares. “No hay muchos cambios respecto de épocas anteriores, salvo que hay una nueva generación que prescinde del libro para recitar, y que las redes han acabado con el filtro entre lo que el autor cree imprescindible publicar, y lo que el lector merece leer. La parte positiva es que conoces a poetas que no conocerías, y la negativa es que hay una cantidad excesiva de mala poesía”.

La joven poeta y editora Luna Miguel cada día se sumerge en la Red para descubrir poesía, un hábito que califica de friki.Photolog y Myspace fueron donde echó los dientes, antes de que llegaran Facebook, Twitter e Instagram. En 2006, con 15 años, pasó un año en Niza y decidió empezar un blog para contar sus experiencias. Buscaba a gente de su edad con quien compartir sus inquietudes poéticas, jóvenes que como ella leyeran a los clásicos sin estar desencantados. Diez libros y la edición de tres antologías de poesía de su generación avalan su trayectoria, que también incluye el haber sido incluida en YOLO (You Only Live Once), el libro autoeditado por un colectivo estadounidense que lidera Steve Roggenbuck, el rey poeta de YouTube, cuyas declamaciones filmadas de forma rudimentaria le han convertido en una estrella, y a quien Luna define como un juglar moderno. Los autores de YOLO colaboran con tuits, tumblr, snapchats. “Hay un cambio de mentalidad. Los editores encuentran belleza y poesía en terrenos no necesariamente poéticos. Por otro lado, el movimiento Alt Lit se refiere a autores que no se preocupan por el mundo editorial sino por Internet”.

¿Hasta qué punto el medio cambia la forma de hacer poesía? Luna señala las frases breves, la hibridación del género, que resulta más desenfadado e íntimo. “Es curioso que ante tanta tecnología la nueva poesía trate temas tan viscerales. También hay mucho feminismo”. Y más allá de la temática surgen nuevas ideas relacionadas con la tecnología, próximas al arte, como el proyecto del mexicano Eugenio Tiselli, cuyo programa de ordenador permite componer un poema a través de un sistema que traduce un primer verso al inglés, y busca sinónimos que va retraduciendo en distintas combinaciones. El arte se acerca a la palabra y la poesía responde: al fin y al cabo, es un género especialmente bien dotado para la mezcla, la brevedad, la intensidad y el presente.

Ante las voces que hablan de la democratización de la poesía y de la rotura del statu quo, sobran los ejemplos de poetas que eran desconocidos y muy jóvenes antes de ser conocidos: ahí está Claudio Rodríguez que con Don de la ebriedad se alzó con el Adonis con 19 años, o Neruda que con 20 sacó sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pero Luna aporta un matiz importante: “Antes el reconocimiento que recibían los poetas que despuntaban venía de los que ya estaban. Hoy la poesía está llegando a otros sitios, es una especie de fenómeno”. A ella la pararon en el festival Sónar unos anónimos seguidores de Instagram, y reconoce que saber que un post lo leerán 20.000 personas le da cierto vértigo: “No es que los textos sean mejores, es que es un gran megáfono. Antes, los movimientos de renovación no llegaban al público de forma tan bestia”.

Quizá a los personajes de ficción de Roberto Bolaño, Los detectives salvajes, real visceralistas, hoy habría que buscarles en la Red. Allí podría encontrarse la verdad que se escondía en la ficción sobre los infrarrealistas en los que se inspiró; se vería que las apasionadas y enconadas peleas poéticas han pasado a mejor vida o a una sola mañana de discusión en Facebook; y, sobre todo, se podría constatar, como dice el guatemalteco Mills, que “ahora todos somos malditos. Lo maldito es ser bendito”.

https://elpais.com/cultura/2014/07/21/babelia/1405960941_843796.html

martes, 26 de junio de 2018

La polémica chaqueta que vistió Melania Trump en su visita a los niños separados de sus padres en la frontera

La ropa de Melania Trump está otra vez en el centro de la polémica.

Esta vez no es por su alto precio ni por la marca ni por el modelo en sí mismo. De hecho, se trata de una sencilla chaqueta verde olivo de Zara, que cuesta unos US$39 en el mercado estadounidense.

La primera dama de Estados Unidos la utilizó este miércoles cuando visitó de imprevisto a un grupo de niños de los más de 2.300 que han sido separados de sus padres inmigrantes en la frontera sur.

Y más que la visita, lo que llamó la atención de todos fue la prenda de vestir, que se volvió viral en las redes sociales por el mensaje que lleva estampado en la espalda.

"Realmente no me importa. ¿Y a ti?", dice, en una traducción libre del inglés "I don't really care, do you?".

En los últimos días, el gobierno de Donald Trump ha sido duramente criticado por una nueva política migratoria, llamada de "tolerancia cero" que considera un delito el intento de los migrantes indocumentados de cruzar la frontera.

Esto implica que pierden la custodia de sus hijos y como resultado, más de 2.000 menores fueron separados de sus familiares.

Tras el aluvión de críticas, Trump firmó el miércoles una orden ejecutiva para impedir que los niños fueran separados de sus padres.

"Ningún mensaje oculto"
La controvertida chaqueta de la primera dama no la utilizó durante la visita en sí, pero se la volvió a poner al bajar del avión ya en Washington.

Ante la lluvia de críticas, la portavoz de la primera dama, Stephanie Grisham, aseguró que "no había ningún mensaje oculto" entre la elección de la prenda y el motivo de la visita.

En cambio, criticó a los medios estadounidenses por centrarse en la pieza de ropa y no en el gesto de Melania de visitar a los niños.

"Es una chaqueta. No había ningún mensaje oculto. Después de la importante visita a Texas, espero que los medios no vayan a elegir centrarse en su vestuario", dijo Grisham

Trump, por su parte, escribió en Twitter que el mensaje iba dedicado a los medios de comunicación que hacen noticias falsas

Una insensible elección de ropa
Por Katty Kay, presentadora de BBC World News, Washington

La empática visita de Melania Trump a la frontera con México corre el riesgo de quedar eclipsada por el mensaje de aversión en la parte trasera de su chaqueta.

La primera dama hizo el esfuerzo de volar a Texas, visitar a los niños, hablar con el personal y ser partícipe de esta historia desgarradora, por lo que resulta una pena que los motivos de su viaje hayan quedado opacados por una insensible elección de ropa.

No está claro cómo esto pudo pasar por los protocolos cuidadosos de la Casa Blanca, pero es un error de parte de su personal.

Le doy el beneficio de la duda sobre su compasión, pero si eligió usar esta prenda sin pensar en sus consecuencias, fue bastante poco atenta.

Qué vio Melania
La primera dama visitó unos 55 niños que se encuentran albergados en un centro de detenciones en McAllen, Texas.

El director del programa, Rogelio de la Cerda, le dijo a Melania Trump que la mayoría de los niños allí provenían de Guatemala, y que llegaban al centro "muy angustiados".

Melania Trump fue a un albergue en Texas tras la tormenta política por la separación de niños migrantes de sus padres.
Durante la visita, la primera dama intentó conversar con los niños, les preguntó cuánto tiempo habían estado en el establecimiento y con qué frecuencia podían hablar con sus padres.

"Sean amables y agradables con los demás, ¿de acuerdo?", les dijo a unos y otros les deseo "buena suerte"