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domingo, 22 de octubre de 2023

Conflicto israelí-palestino: 6 mapas que muestran cómo ha cambiado el territorio palestino en las últimas décadas

Tanque con la bandera de Israel (foto de archivo)

FUENTE DE LA IMAGEN,REUTERS

Más de 70 años después de que se proclamara el Estado de Israel, las fronteras en la región siguen sin definirse por completo.

Las guerras, los tratados y la ocupación de territorios han alterado el mapa de lo que en su momento fue el Mandato británico de Palestina.
En estos seis gráficos te lo explicamos cómo ha sido su evolución en casi un siglo.

Mapa 1: Mandato británico de Palestina


El territorio que se convertiría en Israel fue durante siglos parte del Imperio otomano.

Después de la Primera Guerra Mundial y el colapso del imperio, el territorio conocido como Palestina —cuya parte al oeste del río Jordán también era conocida como la Tierra de Israel por los judíos— fue delimitado y asignado a Reino Unido para que lo administraran las potencias aliadas victoriosas (poco después respaldadas por la Liga o Sociedad de las Naciones).

Los términos del mandato encomendaron a los británicos el establecimiento en Palestina de "un hogar nacional para el pueblo judío", siempre y cuando hacerlo no perjudicara los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías allí presentes.


Mapa 2: Plan de la ONU para la partición de Palestina


El auge del nacionalismo árabe palestino, junto con el rápido crecimiento de la población judía, menos numerosa, de Palestina —especialmente después del advenimiento del nazismo en la década de 1930— resultó en una escalada de violencia entre ambos grupos.

Los británicos traspasaron el problema a Naciones Unidas, que en 1947 propuso dividir a Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe, con el área de Jerusalén-Belén convertida en una ciudad internacional.

El plan fue aceptado por el liderazgo judío de Palestina, pero rechazado por los árabes.

Mapa 3: Armisticio de 1949

El liderazgo judío en Palestina proclamó el establecimiento del Estado de Israelel 14 de mayo de 1948, momento en el que terminó el mandato británico, aunque sin anunciar cuáles serían sus fronteras.

Al día siguiente, Israel fue invadida por cinco ejércitos árabes, lo cual marcó el inicio de la guerra árabe-israelí, conocida por los israelíes como guerra de la independencia.

La lucha terminó en 1949 con una serie de alto el fuego, produciendo líneas de armisticio a lo largo de las fronteras de Israel con los estados vecinos y creando los límites de lo que se conoció como la Franja de Gaza (ocupada por Egipto) y Jerusalén Este y Cisjordania (ocupados por Jordania).

Los estados árabes circundantes se negaron a reconocer a Israel, por lo que sus fronteras se quedaron sin establecer.

Mapa 4: después de la guerra de 1967

El mayor cambio en las fronteras de la zona se produjo en 1967, cuando el conflicto conocido como la Guerra de los Seis Días dejó a Israel ocupando la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y la mayor parte de los Altos del Golán sirios, triplicando el tamaño del territorio bajo su control.

La Guerra de los Seis Días: el conflicto relámpago ocurrido hace medio siglo que cambió para siempre Medio Oriente Israel anexó Jerusalén Este, reclamando la totalidad de la ciudad como su capital, y los Altos del Golán.

Estas acciones no fueron reconocidas por la comunidad internacional, hasta que Estados Unidos cambió su posición oficial sobre el asunto bajo el gobierno de Donald Trump, convirtiéndose en la primera gran potencia en hacerlo.

De manera abrumadora, la opinión internacional sigue considerando a Jerusalén Oriental y los Altos del Golán como territorio ocupado.


Mapa 5: en 1982, después del tratado de paz egipcio-israelí

Una de las fronteras terrestres de Israel se formalizó por primera vez en 1979, cuando Egipto se convirtió en el primer país árabe en reconocer el estado judío.

En virtud del tratado, se estableció la frontera entre ambos países e Israel retiró todas sus fuerzas y colonos del Sinaí, un proceso que se completó en 1982.

Eso dejó a Israel ocupando la Franja de Gaza, Jerusalén Oriental y los Altos del Golán, con sus fronteras (excluyendo la de Egipto) todavía delineadas por las líneas del Armisticio de 1949.

Mapa 6: fronteras actuales de Israel

En 1994, Jordania se convirtió en el segundo país árabe en reconocer a Israel, formalizando su larga frontera con el Estado judío en el proceso.

Si bien aún no ha habido un tratado de paz entre Israel y el Líbano, la línea de armisticio de los dos países de 1949 sirve como la frontera norte de facto de Israel, mientras que la frontera con Siria sigue sin resolverse.

De manera similar, Israel ha tenido una frontera de facto con Gaza desde que retiró sus tropas y colonos en 2005, pero la ONU considera que Gaza y Cisjordania son una sola entidad ocupada, y las fronteras oficiales no se han determinado.

El estatus y los perímetros finales de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este deben decidirse en las negociaciones entre Israel y los palestinos que viven allí bajo la ocupación israelí, pero décadas de conversaciones intermitentes no han dado frutos.


domingo, 16 de enero de 2022

El Gobierno español rechaza dos Proyectos de Resolución de la ONU condenando el nazismo, el neonazismo y el racismo

Hasta la presente, el socio minoritario del Gobierno de coalición, Unidas Podemos, mantiene silencio.

Se pregunta uno cómo el gobierno de un país que sufrió cuarenta años de dictadura, tras un golpe de estado que dio lugar a una agresión monstruosa al pueblo español, financiada por la oligarquía y ejecutada por una parte del ejército gracias a la ayuda del fascismo italiano y el nazismo alemán, con una represión cruenta que alfombró de muertos las cunetas y llenó campos de concentración y cárceles, que obligó al exilio a miles de españoles y españolas, se abstiene ahora de condenar el nazismo y el neonazismo.

Se pregunta uno cómo el gobierno actual, que se autotitula de izquierdas, que presume de recuperar la memoria democrática facilitando la búsqueda de los represaliados y asesinados por el franquismo, renuncia a condenar el nazismo y el neonazismo.

Escandaliza que un gobierno formado por socialdemócratas, unos más a la izquierda que otros, al menos aparentemente, rechace dos Proyectos de Resolución que fueron objeto de análisis y votación en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el pasado mes de noviembre de 2020.

El primer Proyecto de Resolución (A/C.3/76/L.57/Rev.1) tiene por título «Combatir la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia«.

En este documento podemos leer que: «el neonazismo es algo más que la mera glorificación de un movimiento ya pasado; es un fenómeno contemporáneo con fuertes intereses en la desigualdad racial que ha centrado sus esfuerzos en obtener un apoyo amplio para sus falsas afirmaciones de superioridad racial». Al mismo tiempo, muestra profunda preocupación «por cualquier forma de glorificación del movimiento nazi, del neonazismo y de quienes fueron en su día miembros de la organización Waffen-SS, por medios como la construcción de monumentos conmemorativos y la organización de manifestaciones públicas para glorificar el pasado nazi, el movimiento nazi y el neonazismo, la declaración o el intento de declarar participantes en movimientos de liberación nacional a esos miembros y a quienes lucharon contra la coalición antihitleriana, colaboraron con el movimiento nazi y cometieron crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, y el cambio del nombre de calles para glorificarlos». Finalmente, este primer Proyecto de Resolución insta a los Estados a «declarar como acto punible conforme a la ley toda difusión de ideas basadas en la superioridad o en el odio raciales, toda incitación a la discriminación racial, así como todo acto de violencia o toda incitación a cometer tales actos contra cualquier raza o grupo de personas de otro color u origen étnico, y toda asistencia a actividades racistas, incluida su financiación»

En este primer Proyecto de Resolución, aprobado por 121 votos, España se abstuvo junto al resto de países de la Unión Europea, votando en contra solamente Estados Unidos y Ucrania.

El segundo Proyecto de Resolución (A/C.3/76/L.61/Rev.1) se titula «Llamamiento mundial para la adopción de medidas concretas para la eliminación del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia y para la aplicación y el seguimiento generales de la Declaración y el Programa de Acción de Durban«

En este otro documento se exhorta a los Estados a que «honren la memoria de las víctimas de las injusticias históricas de la esclavitud, la trata de esclavos, incluida la trata transatlántica de esclavos, el colonialismo y el apartheid» y afirma que todos los seres humanos «nacen libres e iguales en dignidad y derechos y tienen la capacidad de contribuir de manera constructiva al desarrollo y bienestar de la sociedad y que todas las doctrinas de superioridad racial son científicamente falsas, moralmente condenables, socialmente injustas y peligrosas y deben rechazarse, al igual que las teorías con que se pretende determinar la existencia de distintas razas humanas», para finalmente reconocer y afirmar que «la lucha mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, así como contra todas sus abominables formas y manifestaciones contemporáneas, es una cuestión prioritaria para la comunidad internacional».

Este segundo Proyecto de Resolución, aprobado con el voto de 125 miembros, contó con el voto en contra del Gobierno de España, haciendo causa común con Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Israel, Australia, Austria, entre otros.

Si la abstención del Gobierno de España, en la primera Propuesta de Resolución de condena de exaltación del nazismo y el neonazismo, es de todo punto incompresible, el voto en contra de la segunda Propuesta de Resolución para la adopción de medidas para la eliminación del racismo, la discriminación racial y la xenofobia termina de colmar el vaso.

La explicación, si es que la tiene, de la posición del Gobierno más progresista de la historia ante estos dos Proyectos de Resolución de Naciones Unidas, seguramente está en qué país vota en contra de ambos y tiene la capacidad de marcar la política internacional de España sometiéndola a un vasallaje propio de la Edad Media. En ambos casos, son los Estados Unidos.

Hasta la presente, el socio minoritario del Gobierno de coalición, Unidas Podemos, mantiene silencio.

Para la izquierda española que se resiste a claudicar de los principios que son su razón de ser y existir, que le dan el componente de clase imprescindible para luchar por la transformación radical del capitalismo, al que siguen considerando un «sistema criminal e injusto», para esa izquierda que hace de la lucha contra el neonazismo, el fascismo y la discriminación racial una de sus señas de identidad y reivindica la reparación y el reconocimiento de los asesinados y muertos en la lucha contra la dictadura franquista, para la izquierda que encarna y no renuncia a sus principios es intolerable la posición del gobierno de coalición respecto de los Proyectos de Resolución votados en la Asamblea General de la ONU en noviembre de 2021.

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