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viernes, 28 de julio de 2023

‘Danza humana’, renuevos de Montaigne.

Portada de ‘Danza humana’, de Rafael Argullol.


Rafael Argullol dialoga consigo mismo en un volumen de mil páginas y escritura libérrima, en el que recorre los hitos de la historia de la cultura. El autor pone fin así a la trilogía iniciada con ‘Visión desde el fondo del mar’ y ‘Poema’.

Son ya muchos años, toda una vida podría decirse, los que lleva Rafael Argullol explorando una escritura extraterritorial que rechaza lindes genéricos y aduanas disciplinarias, una escritura que alguna vez llamó “transversal” pero que es esencialmente agenérica y libérrima, serenamente tornadiza y metamórfica, en la que lo lírico y lo narrativo se impregnan de especu­lación filosófica, de remembranza autobiográfica o de confesión. Emanada de un yo ubicuo, es una escritura intensamente personal concebida a menudo como una expedición de descubrimiento que aparece jalonada por la historia de la cultura (arte, literatura, filosofía y religión salen al camino constantemente) y elevada por una mirada universalista que sitúa a los seres humanos en su pequeñez cósmica y al mismo tiempo en su irresoluble fluctuación entre la luz y la tiniebla. Esa vía pareció alcanzar su expresión más granada en 2010 con Visión desde el fondo del mar, sin embargo se prolongó en otro magno esfuerzo de disciplina escrituraria, Poema (2017), y ahora está claro que culmina con esta Danza humana que cierra, así, una trilogía que suma más de 3.000 páginas.

Cada volumen constituye a su modo una forma elíptica y minuciosa de autorretrato, cada uno obedeciendo a unas reglas internas distintas que determinan tanto la vertiente que se escudriña como la estrategia de escritura escogida. El conjunto es fastuoso y no cabría en esta reseña ni siquiera una sobria descripción de un proyecto que trata de explorar una conciencia particular, la de Argullol, con su depósito laberíntico de experiencias y tiempos, desde su función de receptáculo testimonial de una época, la nuestra, y de caja de resonancia de una tradición cultural en la que la literatura y la filosofía, la historia y el arte, la espiritualidad y la estética se interpelan e intersecan. Por eso debo limitarme a esta Danza humana, escrita entre el 9 de mayo de 2019 y el 6 de octubre de 2021 (los breves capítulos van datados como un diario) y organizada en diez libros nucleados en torno a otros tantos conceptos esenciales en la vida del escritor y, vale decir, de cualquier ser humano. A saber: verdad, restitución, desprendimiento, enigma, jovialidad, divinidad, antagonismo, afinidad, luz y libertad.

El orden en que aparecen no es arbitrario porque la secuencia conforma un itinerario, del mismo modo que cada uno de los libros se plantea como un viaje al corazón de esos conceptos mediante la creación de sucesivos destinatarios que no dejan de ser desdoblamientos parciales del autor: Elia (la que lo rescatará en el futuro), Jano, Ra, Marcello, Sleipner (el caballo octópodo de Odín), Gaspar (un ciprés), Miguel, o Å (el pueblo noruego), con el que se abre y cierra la obra.

Argullol se deja arrastrar por una escritura en torrente, que avanza sin prisa impulsada por un motor de interrogantes sobre sí mismo (que son extrapolables a cualquier lector) y abandonada a su propio devenir, día a día En diálogo consigo mismo a través de esas máscaras, Argullol se deja arrastrar por una escritura en torrente, que avanza sin prisa impulsada por un motor de interrogantes sobre sí mismo (que son extrapolables a cualquier lector) y abandonada a su propio devenir, día a día, entre tiempos y lugares de un pasado remoto y otros de un futuro intuido, mientras las emergencias del presente (los disturbios de 2019 en Barcelona o el curso de la pandemia) le devuelve al aquí y ahora del acto de escribir y del propósito que lo mueve.

Y aunque no lo declara, esta inmersión en la naturaleza humana desde la irreductible subjetividad del escritor no deja de ser tributaria del gesto de Montaigne cuando, admitiendo los límites de su entendimiento, quiso ensayarse (esto es, ponerse a prueba) ante los grandes problemas filosóficos (la muerte, el amor, el conocimiento) y las pequeñeces del vivir cotidiano (el dolor corporal, la decrepitud o los placeres de los sentidos) y confesó a su lector al comienzo de sus Ensayos: “Soy yo mismo la materia de mi libro”. Argullol podría suscribir el aserto, pero sería un necio quien no entendiera que, en el fondo, somos todos nosotros la materia de un libro que pone a bailar las preguntas fundamentales.

martes, 5 de octubre de 2021

_- Último dictamen del Comité de la ONU. Naciones Unidas insta a España a investigar y perseguir penalmente los crímenes de la guerra civil y la dictadura franquista

_- España Fuentes: Nueva Tribuna

Emplaza al Estado a asumir la búsqueda, identificación y restitución de los restos de los desaparecidos.

El último dictamen de la Comisión contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas vuelve a emplazar al Estado español a asumir la búsqueda de los desaparecidos en la dictadura y a perseguir penalmente a los autores de dichos delitos.

La ONU reconoce las medidas adoptadas en respuesta a sus anteriores recomendaciones, pero observa todavía ciertas lagunas en el proyecto de ley de memoria democrática impulsado por el Gobierno y que se encuentra en trámite parlamentario.

El Comité centra sus observaciones en la investigación de casos de desaparición forzada, búsqueda de personas desaparecidas y reparación de las víctimas del franquismo y muestra su “preocupación” por que los tribunales españoles sigan amparándose en la Ley de Amnistía de 1977 que califica de “obstáculo jurídico”.

Ante la jurisprudencia marcada por el Tribunal Supremo de que dichos crímenes habrían prescrito o les debería ser aplicable la Ley de Amnistía, el Comité recuerda que el delito de desaparición forzada no empieza a prescribir hasta que cese la desaparición es decir hasta que no se tenga conocimiento de la ubicación de la persona, dado que se trata de un delito permanente (delito de lesa humanidad), tal y como explicó en su día a este periódico el experto en Derecho Penal Internacional Miguel Ángel Rodríguez Arias.

La legislación interna no es óbice para impedir la persecución de los crímenes franquistas ya que el derecho internacional ampara a las víctimas de este delito desde los juicios de Nuremberg.(Ver artículo ‘Franquismo y Núremberg’)

Por ello, la ONU recomienda a nuestro país a que tipifique dicho delito en el Código Penal como delito autónomo (art. 167) de “desaparición forzada” especificando las penas aplicables y “garantizando que sean proporcionales a su extrema gravedad”.

Asimismo, pide que se establezca expresamente en nuestro ordenamiento jurídico que el plazo de prescripción “debe contarse a partir del momento en que cesa la misma”.

El Comité exhorta al Estado español a investigar estos crímenes “independientemente del tiempo transcurrido, y aun cuando no se haya presentado ninguna denuncia formal” y “asegurar que los autores sean juzgados y sancionados de conformidad con la gravedad de sus actos.

Añade que el Estado debe asegurarse los medios económicos, técnicos y humanos para la búsqueda de desaparecidos (fosas franquistas), y “asegurar que toda víctima de desaparición forzada pueda ejercer sus derechos a la justicia, la verdad y la reparación integral”, incluyendo indemnizaciones.

La ONU también insta a España a agilizar la creación del Banco Nacional de ADN y acelerar la tramitación de la Proposición de Ley sobre Bebés Robados que en estos momentos se encuentra paralizada en el Congreso.

Además, apunta la necesidad de garantizar el acceso a los archivos y documentos que “pudieran ser relevantes para las investigaciones y para la búsqueda de las personas desaparecidas en el pasado” y atender las solicitudes que otros Estados pudieran hacer para la investigación de casos de desaparición forzada como ha ocurrido con Argentina.

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/actualidad/onu-insta-espana-perseguir-penalmente-autores-desaparecidos-franquismo/20211001181915191512.html