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domingo, 8 de septiembre de 2019

La fórmula finlandesa para salvar a los ‘sin techo’ Finlandia reduce la población sin hogar en un 35% con una idea rompedora: otorgar una casa a quien la necesita, sin exigencias. La clave es crear un “sentimiento de pertenencia”

BELÉN DOMÍNGUEZ CEBRIÁN
Twitter 5 SEP 2019 - 00:00 CEST

El que haya visitado varias veces Finlandia conocerá la expresión“the finnish way” (la manera, el estilo finlandés) que sus ciudadanos repiten con cierto pundonor. Se trata de una forma de tomar decisiones para afrontar problemas que resulta innovadora y deja al resto del mundo con la boca abierta. A veces, una aparente locura que, sin embargo, sale bien. Es el caso de Housing First: la simple —y a la vez original— forma de sacar a miles de vagabundos de las calles devolviéndoles un pedacito de dignidad e integrándolos socialmente. “El futuro empieza con un manojo de llaves”, reza el lema de la campaña.

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Un politólogo, un obispo, un médico y un sociólogo formaron en 2007 el comité especial gubernamental que tenía como misión sacar de las calles a miles de personas sin hogar. Inspirado en el movimiento estadounidense Pathways Housing First, fundado a principios de los años noventa por el psicólogo Sam Tsemberis, el Gobierno del país nórdico consiguió reducir entre 2008 y 2015 un 35% el número de ciudadanos que se acuestan y se despiertan cada día a la intemperie: 1.345 personas que vagabundeaban por las calles sin esperanza de futuro lo dejaron de hacer. En Helsinki, según dicen las ONG involucradas en el programa, ya casi no hay vagabundos. Y el objetivo del Gobierno ahora es erradicar la población sin techo en todo el país para 2027, según Bloomberg.

Siguiendo la estela de Tsemberis —que implementó el proyecto en Nueva York, una ciudad especialmente complicada durante las últimas décadas del siglo XX—, la clave no está en la reinserción ni en la desintoxicación de drogas o alcohol como condición sine qua non para acceder a una vivienda. Por lo contrario, se trata de un cuasiliteral “empezar la casa por el tejado”. Todo comienza con la entrega de llaves, sin condiciones ni prejuicios. Y a partir de ahí, aseguran los impulsores del proyecto, la vida de miles de familias y ciudadanos empieza a mejorar. “Se concibe la casa como el punto de partida y no como punto de llegada en el camino de los sin techo”, explica en un vídeo la ONG FEANTSA, involucrada en el proyecto que ya gestiona más de 3.000 apartamentos en 10 ciudades del país.

A diferencia de Estados Unidos y de otra docena de países europeos (España entre ellos) a los que se ha exportado Housing First, los vagabundos de Finlandia, un país de poco más de cinco millones de habitantes, sí tienen el deber de pagar un alquiler. Pese a las crisis económicas —de su gigante Nokia primero y del euro después—, el país nórdico cuenta con un robusto Estado de bienestar que el nuevo Gobierno, liderado por el socialista Antti Rinne, quiere preservar y proteger a toda costa. Los beneficiarios pueden pagar la renta del nuevo hogar con parte de la ayuda económica que reciben del Estado por su condición de desempleado, de incapacitado, de viudo, en concepto de ayudas al alquiler, etcétera. Otro punto que hace único a este programa es que en los complejos de viviendas, integradas en barrios de clase media para evitar los guetos (como ocurre en Dinamarca, por ejemplo), no está prohibido el consumo de alcohol.

Finlandia está eliminando paulatinamente los refugios temporales para personas sin hogar (de 600 que había en Helsinki en 2008, ya solo quedan unos 50, que solo se utilizan en invierno como emergencia, cuando las temperaturas se desploman hasta los 20 grados bajo cero). “El sistema de refugio temporal no estaba funcionando (…). Mientras esa gente no tenga una casa permanente, siempre serán considerados sin techo”, subraya, citado por Politico, Juha Kaakinen, que formó parte del cuarteto de expertos que puso en marcha el proyecto y hoy es consejero delegado de Y-Foundation, la ONG encargada de implementarlo en Finlandia. El fundador de Housing First, Sam Tsemberis, añade que, a diferencia de un piso compartido o de un refugio donde uno pernocta de manera intermitente, esta iniciativa ofrece “sentimiento de pertenencia” a un lugar, a una comunidad. Un valor intangible que hace al ser humano más humano. Los impulsores de la idea en Finlandia, que bautizaron su primer informe como Nimi Ovessa (tu nombre en la puerta), están convencidos de que el mero hecho de ver una placa con la identificación de cada inquilino al lado del telefonillo o en el buzón inyecta fuerza de voluntad para poder empezar a cambiar de vida y de hábitos.

“Este apartamento me ha dado la oportunidad de volver a una vida normal. Puedo planear mi futuro”, afirma un hombre de 48 años. Una mujer de 59 años añade que vivir en un apartamento le da “seguridad”. Son dos de los beneficiados por esta medida que, a lo largo de 10 años, ha costado a las arcas públicas unos 300 millones de euros (70 millones en el último trienio). Una cantidad que no resulta abrumadora si se cuenta el ahorro anual por persona sin hogar que el erario deja de gastar en servicios de emergencias, policía y gastos judiciales: 9.600 euros, según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés).

Aunque, por lo general, el programa ha sido bien acogido, también ha suscitado críticas. Timo Kauppinen, sociólogo en el Instituto Nacional de Sanidad y Bienestar, explica por correo electrónico que cuando se planifican nuevos apartamentos de este tipo, algunos vecinos reaccionan con lo que se ha bautizado como NIMBY (el acrónimo en inglés de “no en mi patio trasero”). “Estas casas generan algunos temores de antemano, tal vez más aún si se planifican cerca de escuelas o jardines de infancia. Sin embargo, mi impresión es que en realidad no ha habido grandes problemas en los vecindarios una vez que estas unidades han comenzado a funcionar”, sostiene Kauppinen. Los habitantes de las zonas donde se alojan estas casas —normalmente a las afueras de una decena de grandes ciudades como Helsinki, Tampere o Turku— tardan una media de dos años en acostumbrarse a sus nuevos vecinos. Pero lo hacen.

Trabajadores sociales y especialistas en enfermedades mentales, adicciones y demás problemas que aquejan muchos de los antiguos homeless se acercan una vez a la semana a estos vecindarios para ofrecerles apoyo y fomentar su integración en la vida de la comunidad, por ejemplo, recogiendo basura o involucrándose en actividades del barrio.

Pese a los 5.482 vagabundos que se estima que aún quedan en las calles de toda Finlandia (un país con una densidad de población muy baja: 17 habitantes por kilómetro cuadrado), según las autoridades, el programa ha cosechado éxito. Mientras en el Reino Unido el número de sin techo ha aumentado un 7% en el último año; en Alemania, un 35% desde 2017, y en Francia, un 50% en la última década, el país nórdico es el único en Europa, según el WEF, en el que el número de personas sin hogar ha disminuido.

 https://elpais.com/elpais/2019/08/30/ideas/1567183974_693033.html

miércoles, 12 de agosto de 2015

Cómo ayudar a tu hijo si está ‘Del revés’. Consejos de dos especialistas para que un niño supere un cambio de ciudad y sus consecuencias, como en la película de Pixar

Tristeza se ha convertido en la emoción protagonista de Del revés. Pixar ha demostrado a través de la animación que, a veces, es necesaria para seguir adelante y, entonces sí, encontrar la felicidad. Para desarrollar esta premisa han recurrido a Riley, una niña de 11 años que pierde la inocencia cuando su padre recibe una oferta de trabajo y toda la familia tiene que mudarse a otra ciudad. A miles de kilómetros de su casa de siempre, de sus amigos del colegio y de sus compañeros del equipo de hockey. Todo lo que conocía queda demasiado lejos. Algo similar sucede en su mecanismo emocional. Hasta el momento en que se sube al coche y se despide de lo que considera su hogar, la felicidad guiaba su vida. Cuando el motor arranca, el cóctel emocional empieza a agitarse.

Con la ayuda de Ana Piñar Salinas, psicóloga especializada en niños y adolescentes, y Patricia Ramírez, experta en psicología deportiva, intentamos responder a las cuestiones que este tipo de situaciones provocan en los más pequeños. ¿Cómo se ayuda a un niño que pierde sus referentes en el camino que separa su casa de su nueva ciudad? ¿Cómo pueden reaccionar unos padres cuyo único objetivo es que su hijo sea feliz?

Antes de seguir leyendo una advertencia: hay algunos spoilers de la película.

- ¿Cómo se explica a un hijo/a de unos 11 años una mudanza a otra ciudad?

Piñar aconseja anticiparse a la situación e involucrar paulatinamente a los niños en el cambio. "Informarles muy bien. Tendemos a pensar que ellos no se enteran de nada, pero es al contrario. Podemos argumentar las razones de la mudanza, que entiendan que es una necesidad... Pero sin idealizar la situación". Un buen recurso es poner ejemplos que los hijos puedan comprender. "Tendemos a llevar una vida estancada, con casas y trabajos para toda la vida", explica Ramírez, "si les planteamos casos como los de los entrenadores de fútbol que cambian de equipo cada año y se llevan con ellos a su familia, o los hijos de diplomáticos que también se trasladan frecuentemente de ciudad, el cambio se convierte en algo positivo".

- La mudanza supone para Riley un cambio de colegio, nuevos amigos y nuevas rutinas. ¿Qué consejos hay que darle a un niño/a para el primer día de clase?

"En este caso la preocupación es mayor por parte de los padres que por los hijos", opina Ramírez. "Normalmente un niño va al parque y solo le hace falta decir ‘cómo te llamas’ para hacer amigos". Piñar sugiere la posibilidad de ensayar en casa situaciones que podrían sucederles en clase para ayudarles a que se relajen. "La mejor manera es comportarse como uno es, presentarte e interesarse por los demás porque así los otros se sentirán importantes y enseguida se harán amistades", apostilla Ramírez.

Existen algunas herramientas que pueden guiar a un padre. "Hay que empezar por preguntarles qué les preocupa", plantea la Ramírez. "Probablemente sea no ser aceptado o que se rían de ellos. En ese caso, hay que buscar experiencias en su vida similares. No encontrarán ninguna. Entonces, ¿por qué hay que preocuparse por cosas que nunca han ocurrido?". Otra opción es recordarles que esos nervios que sienten son los mismo que tenían cada inicio de curso en su anterior colegio.

- En la película, Riley siente celos porque su mejor amiga tiene nuevas amigas.

"Los celos", dice Piñar, "son una respuesta emocional que ellos desconocen, así que hay que comenzar por explicarles por qué se sienten así. Mostrar empatía ante su frustración a través de nuestra propia experiencia ('yo también siento ganas de llorar o me enojo cuando me ocurre esto con un amigo') dándoles pautas para gestionarlo". Para atenuar esa parte posesiva de "mi" mejor amiga, Ramírez sugiere que se les explique que lo ideal es tener varias amigas y que se alegren por las nuevas amistades: "Así se transmiten valores como la generosidad y el compartir".

"Lo importante es que invierta su energía en mantener la relación con sus antiguas amistades: contarles cosas nuevas, ir a visitarla de vez en cuando, acordarme de su cumpleaños, de las cosas que le gustan… Y ayudarles como adultos para que lo consigan", remata Ramírez.

- ¿Hay que animarles a que sigan con sus aficiones en esta nueva etapa? Riley lo intenta con el deporte.

"Mantener las rutinas", nos cuenta Ana Piñar, "suele funcionar muy bien en situaciones de cambio. Eso no significa, sin embargo, que debamos mantener todas ni que los nuevos hábitos sean exactamente igual a nuestra vida anterior". Otra opción es animarles a que hagan cosas nuevas. "Cuando llegas a un sitio nuevo donde nadie te conoce es el momento de reinventarte", dice Ramírez.

- El cambio de trabajo de uno de los padres afecta a la familia. ¿Cómo se explica a un niño/a de esa edad este tipo de problemas familiares de los que hasta ese momento no era consciente?

Ambas expertas consideran que "aunque no contemos todo, ni les hagamos llegar los temas más escabrosos, sí debemos hacerles partícipes de lo que ocurre". La mejor forma de afrontar las adversidades es siendo francos con ellos y contándoles la parte del problema que sea comprensible para un niño de esta edad. "Es aconsejable trasladarles que lo importante no es agobiarnos sino buscar soluciones", dice Ramírez. "Y si pueden participar de las soluciones se sentirán importantes y además agradecerles su participación".

http://verne.elpais.com/verne/2015/07/29/articulo/1438164820_641718.html