lunes, 22 de enero de 2024

Aquí están los 10 experimentos más bellos de la ciencia. Por GEORGE JOHNSON

Corrección adjunta

Ya sea destruyendo partículas subatómicas en aceleradores, secuenciando el genoma o analizando la oscilación de una estrella distante, los experimentos que captan la atención del mundo a menudo cuestan millones de dólares para ser ejecutados y producen torrentes de datos que serán procesados durante meses por supercomputadoras. Algunos grupos de investigación han crecido hasta alcanzar el tamaño de pequeñas empresas.

Pero, en última instancia, la ciencia se reduce a la mente individual que lucha con algo misterioso. Cuando Robert P. Crease, miembro del departamento de filosofía de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook e historiador del Laboratorio Nacional Brookhaven, pidió recientemente a los físicos que nominaran el experimento más bello de todos los tiempos, los 10 ganadores fueron en gran medida actuaciones en solitario, involucrando como máximo a unos pocos asistentes. La mayoría de los experimentos, que se enumeran en Physics World de este mes, se llevaron a cabo en mesas y ninguno requirió más potencia computacional que la de una regla de cálculo o una calculadora. Lo que tienen en común es que personifican la elusiva cualidad que los científicos llaman belleza. Esto es belleza en el sentido clásico: la simplicidad lógica del aparato, como la simplicidad lógica del análisis, parece tan inevitable y pura como las líneas de un monumento griego. La confusión y la ambigüedad quedan momentáneamente dejadas de lado y algo nuevo acerca de la naturaleza queda claro. La lista de Physics World se clasificó según su popularidad, y el primer lugar fue para un experimento que demostró vívidamente la naturaleza cuántica del mundo físico. Pero la ciencia es una empresa acumulativa, y eso es parte de su belleza. Reorganizados cronológicamente y comentados a continuación, los ganadores ofrecen una vista panorámica de más de 2000 años de descubrimiento.

1. La medida de Eratóstenes de la circunferencia de la Tierra
Al mediodía del solsticio de verano en la ciudad egipcia que ahora se llama Asuán, el sol se cierne sobre nosotros: los objetos no proyectan sombras y la luz del sol cae directamente en un pozo profundo. Cuando leyó este hecho, Eratóstenes, el bibliotecario de Alejandría en el siglo III a.C., se dio cuenta de que tenía la información que necesitaba para estimar la circunferencia del planeta. Ese mismo día y hora, midió las sombras en Alejandría y descubrió que los rayos solares allí estaban un poco inclinados, desviándose de la vertical unos siete grados.
 El resto fue sólo geometría. Suponiendo que la Tierra es esférica, su circunferencia abarca 360 grados. Entonces, si las dos ciudades están separadas por siete grados, eso constituiría siete 360vos del círculo completo, aproximadamente un quincuagésimo. Calculando a partir del tiempo de viaje que las ciudades estaban separadas por 5.000 estadios, Eratóstenes concluyó que la Tierra debía tener 50 veces ese tamaño: 250.000 estadios de circunferencia. Los eruditos difieren sobre la longitud de un estadio griego, por lo que es imposible saber con qué precisión estaba. Pero según algunos cálculos, su diferencia era sólo de alrededor del 5 por ciento. (Clasificación: 7)

2. El experimento de Galileo sobre la caída de objetos.
A finales del siglo XVI, todo el mundo sabía que los objetos pesados caen más rápido que los más ligeros. Después de todo, Aristóteles lo había dicho. El hecho de que un erudito griego antiguo todavía mantuviera tal influencia era una señal de hasta qué punto había decaído la ciencia durante la Edad Media.
 Galileo Galilei, catedrático de matemáticas en la Universidad de Pisa, tuvo el descaro de cuestionar el conocimiento común. La historia se ha convertido en parte del folklore científico: se dice que dejó caer dos pesos diferentes desde la Torre Inclinada de la ciudad, lo que demuestra que aterrizaron al mismo tiempo. Sus desafíos a Aristóteles pueden haberle costado a Galileo su puesto, pero había demostrado la importancia de tomar a la naturaleza, no a la autoridad humana, como árbitro final en cuestiones científicas. (Clasificación: 2)

3. Los experimentos de Galileo con bolas rodantes por planos inclinados
Galileo continuó perfeccionando sus ideas sobre los objetos en movimiento.

Tomó una tabla de 12 codos de largo y medio codo de ancho (aproximadamente 20 pies por 10 pulgadas) y cortó una ranura, lo más recta y lisa posible, en el centro. Inclinó el avión y hizo rodar bolas de latón hacia abajo, cronometrando su descenso con un reloj de agua, un recipiente grande que se vaciaba a través de un tubo delgado en un vaso. Después de cada carrera, pesaba el agua que había salido (su medida del tiempo transcurrido) y la comparaba con la distancia que había recorrido la pelota.

Aristóteles habría predicho que la velocidad de una bola rodante era constante: al duplicar su tiempo en tránsito se duplicaría la distancia que recorría. Galileo pudo demostrar que la distancia es en realidad proporcional al cuadrado del tiempo: duplíquela y la pelota llegaría cuatro veces más lejos. La razón es que la gravedad lo acelera constantemente. (Clasificación: 8)

4. La descomposición de la luz solar de Newton con un prisma.
Isaac Newton nació el año en que murió Galileo. Se graduó en el Trinity College de Cambridge en 1665 y luego se refugió en casa durante un par de años esperando que pasara la plaga. No tuvo problemas para mantenerse ocupado.
 La sabiduría común sostenía que la luz blanca es la forma más pura (nuevamente Aristóteles) y que, por lo tanto, la luz coloreada debe haber sido alterada de alguna manera. Para probar esta hipótesis, Newton hizo brillar un rayo de luz solar a través de un prisma de vidrio y demostró que se descomponía en un espectro proyectado en la pared. La gente ya conocía los arcoíris, por supuesto, pero se los consideraba poco más que bonitas aberraciones. En realidad, concluyó Newton, eran estos colores (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo, violeta y las gradaciones intermedias) los fundamentales. Lo que parecía simple en la superficie, un rayo de luz blanca, era, si uno miraba más profundamente, maravillosamente complejo. (Clasificación: 4)

5. El experimento de la barra de torsión de Cavendish
Otro de los aportes de Newton fue su teoría de la gravedad, que sostiene que la fuerza de atracción entre dos objetos aumenta con el cuadrado de sus masas y disminuye con el cuadrado de la distancia entre ellos. Pero, en primer lugar, ¿qué fuerza tiene la gravedad? A finales del siglo XVIII, un científico inglés, Henry Cavendish, decidió averiguarlo. Tomó una varilla de madera de dos metros y le colocó pequeñas esferas de metal en cada extremo, como una mancuerna, y luego la suspendió de un cable. Dos esferas de plomo de 350 libras colocadas cerca ejercieron la fuerza gravitacional suficiente para tirar de las bolas más pequeñas, lo que provocó que la mancuerna se moviera y el cable se torciera. Al montar piezas de marfil finamente grabadas en el extremo de cada brazo y en los lados de la caja, pudo medir el sutil desplazamiento. Para protegerse contra la influencia de las corrientes de aire, el aparato (llamado balanza de torsión) se encerró en una habitación y se observó con telescopios montados a cada lado.
 El resultado fue una estimación notablemente precisa de un parámetro llamado constante gravitacional, y a partir de ahí Cavendish pudo calcular la densidad y la masa de la Tierra. Erastóstenes había medido la distancia alrededor del planeta. Cavendish lo había pesado: 6,0 x 1024 kilogramos, o alrededor de 13 billones de billones de libras. (Clasificación: 6)

6. Experimento de interferencia luminosa de Young
Newton no siempre tuvo razón. A través de varios argumentos, había llevado a la corriente científica hacia la convicción de que la luz se compone exclusivamente de partículas y no de ondas. En 1803, Thomas Young, un médico y físico inglés, puso a prueba la idea. Hizo un agujero en la contraventana de una ventana, lo cubrió con un trozo de papel grueso al que le habían perforado un pequeño agujero y utilizó un espejo para desviar el fino rayo que entraba. Luego tomó "un trozo de tarjeta, de aproximadamente un treintavo de pulgada de ancho" y la sostuvo de canto en el camino del rayo, dividiéndola en dos. El resultado fue una sombra de bandas claras y oscuras alternadas, un fenómeno que podría explicarse si los dos rayos interactuaran como ondas.
Thomas Young, el hombre que sabía demasiado | OpenMind Aparecieron bandas brillantes donde dos crestas se superponían, reforzándose entre sí; bandas oscuras marcaban donde una cresta se alineaba con un valle, neutralizándose entre sí.

La demostración se repitió a menudo a lo largo de los años utilizando una tarjeta con dos agujeros para dividir la viga. Estos experimentos llamados de doble rendija se convirtieron en el estándar para determinar el movimiento ondulatorio, un hecho que llegaría a ser especialmente importante un siglo después, cuando comenzó la teoría cuántica. (Clasificación: 5)

7. El péndulo de Foucault
 El año pasado, cuando los científicos montaron un péndulo sobre el Polo Sur y lo observaron oscilar, estaban replicando una célebre demostración realizada en París en 1851. Utilizando un alambre de acero de 220 pies de largo, el científico francés Jean-Bernard-Léon Foucault suspendió un peso de 62 libras. bola de hierro de la cúpula del Panteón y la puso en movimiento, balanceándose hacia adelante y hacia atrás. Para marcar su progreso, colocó un lápiz óptico en la pelota y colocó un anillo de arena húmeda en el suelo de abajo. El público observó con asombro cómo el péndulo parecía girar inexplicablemente, dejando un rastro ligeramente diferente con cada movimiento. En realidad era el suelo del Panteón el que se movía lentamente, y Foucault había demostrado, más convincentemente que nunca, que la Tierra gira sobre su eje. En la latitud de París, la trayectoria del péndulo completaría una rotación completa en el sentido de las agujas del reloj cada 30 horas; en el hemisferio sur rotaría en sentido antihorario y en el ecuador no giraría en absoluto. En el Polo Sur, como han confirmado los científicos modernos, el período de rotación es de 24 horas. (Clasificación: 10)

8. El experimento de la gota de aceite de Millikan
Desde la antigüedad, los científicos habían estudiado la electricidad, una esencia intangible que venía del cielo en forma de relámpago o que podía producirse simplemente pasando un cepillo por el cabello. En 1897 (en un experimento que fácilmente podría haber figurado en esta lista), el físico británico J. J. Thomson había establecido que la electricidad consistía en partículas cargadas negativamente: electrones. Le correspondió al científico estadounidense Robert Millikan, en 1909, medir su carga.
 Usando un atomizador de perfume, roció pequeñas gotas de aceite en una cámara transparente. En la parte superior e inferior había placas de metal enganchadas a una batería, haciendo una positiva y la otra negativa. Dado que cada gota recogía una ligera carga de electricidad estática a medida que viajaba por el aire, la velocidad de su descenso podía controlarse alterando el voltaje de las placas. (Cuando esta fuerza eléctrica igualaba la fuerza de gravedad, una gota, "como una estrella brillante sobre un fondo negro", flotaba en el aire). Millikan observó una caída tras otra, variando el voltaje y notando el efecto. Después de muchas repeticiones, llegó a la conclusión de que la carga sólo podía asumir ciertos valores fijos. La más pequeña de estas porciones no era otra que la carga de un solo electrón. (Clasificación: 3)

9. El descubrimiento del núcleo por Rutherford
Cuando Ernest Rutherford estaba experimentando con la radiactividad en la Universidad de Manchester en 1911, generalmente se creía que los átomos consistían en grandes masas blandas de carga eléctrica positiva con electrones incrustados en su interior: el modelo del "pudín de ciruela". Pero cuando él y sus asistentes dispararon diminutos proyectiles cargados positivamente, llamados partículas alfa, contra una fina lámina de oro, se sorprendieron al comprobar que un pequeño porcentaje de ellos rebotaba. Era como si las balas hubieran rebotado en la gelatina.

 Rutherford calculó que, en realidad, los átomos no eran tan blandos después de todo. La mayor parte de la masa debe estar concentrada en un pequeño núcleo, ahora llamado núcleo, con los electrones flotando a su alrededor. Con modificaciones de la teoría cuántica, esta imagen del átomo persiste hoy. (Clasificación: 9)

10. El experimento de la doble rendija de Young aplicado a la interferencia de electrones individuales
Ni Newton ni Young tenían toda la razón acerca de la naturaleza de la luz. Aunque no está hecho simplemente de partículas, tampoco puede describirse puramente como una onda. En los primeros cinco años del siglo XX, Max Planck y luego Albert Einstein demostraron, respectivamente, que la luz se emite y se absorbe en paquetes, llamados fotones. Pero otros experimentos continuaron verificando que la luz también tiene forma de onda
 Fue necesaria la teoría cuántica, desarrollada durante las siguientes décadas, para reconciliar cómo ambas ideas podían ser ciertas: los fotones y otras partículas subatómicas (electrones, protones, etc.) exhiben dos cualidades complementarias; son, como dijo un físico, "ondículas".

Para explicar la idea, a los demás y a ellos mismos, los físicos solían utilizar un experimento mental, en el que la demostración de la doble rendija de Young se repite con un haz de electrones en lugar de luz. Obedeciendo las leyes de la mecánica cuántica, la corriente de partículas se dividiría en dos y las corrientes más pequeñas interferirían entre sí, dejando el mismo tipo de patrón de rayas claras y oscuras que genera la luz. Las partículas actuarían como ondas.

Según un artículo adjunto en Physics Today, escrito por el editor de la revista, Peter Rodgers, no fue hasta 1961 que alguien (Claus Jönsson de Tubinga) llevó a cabo el experimento en el mundo real.

En ese momento, el resultado no sorprendió a nadie y el informe, como la mayoría, fue absorbido de forma anónima por la ciencia. (Clasificación: 1)

Fotos: Galileo Galilei (Corbis-Bettmann); Ernest Rutherford (The New York Times, principios de los años 1930); Eratóstenes; Jean-Bernard-Léon Foucault (Photo Researchers Inc.); Thomas Young (Foto Investigadores Inc.); Henry Cavendish; Isaac Newton (Sir Godfrey Kneller); Robert Millikan (Los New York Times, 1950); (Los New York Times); (Foto investigadores Inc.)

domingo, 21 de enero de 2024

5 de las preguntas más apasionantes que la ciencia aún no ha podido responder.

5 signos de interrogación de colores

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Hay pocas cosas más emocionantes que desentrañar los misterios del mundo natural.

Y no son sólo para las mentes brillantes que lo logran.

Es un placer que, afortunadamente, está al alcance de todos.

Piensa en ese momento maravilloso en el que comprendes por primera vez un enigma, generalmente gracias a que una o, a menudo, varias de esas mentes brillantes dieron sus almas, corazones y vidas por desvelarlo.

La ciencia ha tenido un éxito sorprendente en la investigación, pero quedan muchos interrogantes aún sin resolver.

Algunos son de larga data, otros han ido surgiendo a medida que adquirimos más conocimiento: cuanto más sabes, más sabes qué no sabes.

Así que, desde cómo las bicicletas se mantienen en posición vertical hasta los incomprensiblemente raros números primos, hay un vasto océano de incógnitas.

Eso es estupendo. Las preguntas nunca se deben agotar, no sólo porque encierran la esperanza de una respuesta, sino porque la curiosidad, como dijo el filósofo Thomas Hobbes, es la lujuria de la mente.

Pero, ¿cómo escoger cuáles si te prometimos sólo 5?

Pues con mucha dificultad, algo de reflexión y la lamentable arbitrariedad que caracteriza estas tareas.

1. ¿De qué está hecho el Universo?

Signo de interrogación en el espacio

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El Universo en sí es una fuente de interrogantes: qué había antes de que existiera; es infinito o sencillamente inmenso; es único o uno de muchos...

Pero particularmente curioso es el hecho de que los científicos, por el momento, sólo comprendan la naturaleza del 5% de su estructura.

Aunque eso no es poca cosa.

Estamos hablando de los átomos, de sus componentes -protones, electrones y neutrones- y de los neutrinos, las esquivas partículas que pueden atravesar la materia (hasta toda la Tierra) como si no hubiera nada ahí.

Todo eso nos suena familiar ahora pero conviene recordar que, a pesar de que la idea del átomo fue registrada ya en el siglo V a.C. y fueron los griegos lo que le dieron el nombre, no fue sino hasta principios del siglo XIX que el químico John Dalton desarrolló un argumento muy persuasivo que llevó a la sorprendente conclusión de que toda la materia estaba hecha de pedacitos muy, muy pequeños, indivisibles... atómicos.

Así que desde entonces, muchas preguntas han sido respondidas.

Pero persiste un gran misterio, y es sustancial: de qué está hecho el otro 95%.

Lo que se sabe es que aproximadamente el 27% es materia oscura.

Fue descubierta por primera vez en 1933 y actúa como un pegamento invisible que une galaxias y cúmulos de galaxias.

Se sabe que está en la vecindad pues tiene masa y, por ende, fuerza de gravedad, que se puede medir cuando atrae al 5% conocido.

Y si ese manto invisible es misterioso, aún más lo es lo que compone más o menos el 68% del Universo: la energía oscura.

Sabemos de su existencia desde 1998.

Los expertos explican que es algo parecido al éter, que llena el espacio e impulsa la expansión del Universo a velocidades cada vez mayores.

Y poco más.

Hay varias hipótesis pero tras décadas de investigación, el misterio pervive.

2. ¿Cómo surgió la vida?

Muñeco examinando signo de interrogación

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Si te vinieron a la mente las palabras "caldo primigenio" vas por buen camino.

La hipótesis, propuesta en la década de 1920 por Alexander Oparin en la URSS y el genetista británico JBS Haldane simultánea e independientemente, es una de las varias teorías que compiten como respuesta.

La noción es que cuando la Tierra era joven, los océanos estaban llenos de sustancias químicas simples importantes para la vida, y que con la mezcla de gases en la atmósfera y la energía de los rayos, se podrían haber formado aminoácidos, los componentes básicos de las proteínas.

Es para muchos científicos la mejor candidata para explicar cómo surgió la vida en la Tierra.

Pero no está universalmente aceptada ni es la única.

De hecho, sobre la vida no hay acuerdo ni siquiera sobre dónde empezó.

Hay estudiosos que creen que en el mar, otros que en piscinas geotérmicas, en el hielo o hasta lejos de la Tierra (y llegó aquí con asteroides o polvo espacial).

¿Y cuándo? Mmm... no se sabe con exactitud: el momento del origen de la vida también está en duda.

Lo único que sabemos con certeza es que ocurrió después de que la Tierra se formara, hace 4.500 millones de años, y antes de hace 3.400 millones de años, la época de los fósiles más antiguos confirmados.

Aún más complicado es cuál fue el mecanismo.

Aquello de que los aminoácidos se ensamblaban formando proteínas es una posibilidad, pero no es tan popular como la hipótesis de que la vida comenzó con el ARN, un primo cercano del ADN que puede transportar genes y copiarse a sí mismo, y además plegarse y actuar como una enzima.

Otra idea es que los primeros organismos eran simples masas o burbujas, unas "protocélulas" que actuaban como contenedores para los componentes de la vida.

Así que aún no hay acuerdo sobre la respuesta a una de las preguntas más profundas de la ciencia.

Y eso que no nos atrevimos a formular esa otra pregunta: por qué empezó la vida.

3. ¿Qué nos hace humanos? 


Manos levantando signos de interrogación

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Es una pregunta que se ha ido volviendo más difícil de contestar.

Antes había aspectos que parecían excepcionalmente humanos: el lenguaje, reconocernos al vernos reflejados, la capacidad de crear y usar herramientas o de solucionar problemas complejos.

Pero animales como los pulpos y los cuervos, por nombrar sólo a dos, nos fueron quitando ese complejo de superioridad.

¡Y qué decir del ADN!

Resultó que el genoma humano es 99% idéntico al de un chimpancé, ese animal que horrorizó a tantos cuando les pareció que Charles Darwin había insinuado que era de la familia.

Es cierto que nuestros cerebros son más grandes que los de la mayoría de los animales: tenemos, por ejemplo, tres veces más neuronas que los gorilas.

Pero teniendo en cuenta que nos superan animales como el elefante, no parece que la respuesta esté ahí.

Ni en ningún lado aún: lo que hay son preguntas.

¿Será por tener la corteza frontal más gruesa? ¿O el pulgar opuesto? ¿Quizás nuestra cultura, o la capacidad de cocinar, o nuestro dominio del fuego? ¿Tal vez la cooperación, de compasión y el intercambio de habilidades?

Pero, ¿es algo de eso lo que nos hace humanos o sencillamente dominantes?

4. ¿Qué es la consciencia?

Cerebro y signo de interrogación

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Cerebro y signo de interrogación

De pronto la consciencia es lo que nos hace humanos, pero es difícil saberlo sin entender qué es.

El órgano de la consciencia, según los expertos, es el cerebro humano, lo más complejo del universo conocido: 100 mil millones de células nerviosas incesantemente activas que controlan las funciones biológicas y nos ayudan a pensar.

No sólo nos permite responder a sonidos, aromas y toda clase de señales ambientales sino también a retener información.

Es más: al integrar y procesar mucha información, podemos concentrarnos y bloquear esos estímulos sensoriales que nos bombardean en vez de reaccionar.

Además, nos permite distinguir entre lo que es real y lo que no lo es, e imaginar múltiples escenarios futuros que nos ayuden a adaptarnos y sobrevivir.

Pero no es una computadora, es mucho más.

Nos da una vida interior: nosotros no sólo pensamos sino que además sabemos que pensamos.

¿Cómo genera el yo, la experiencia única que tenemos de ser únicos?

¿Cómo hace posible el pensamiento abstracto?

La consciencia es lo más sorprendente del cerebro y un interrogante que quizás nunca podremos resolver.

5. ¿Por qué soñamos?

Muñeco pintado en tablero con burbuja de signos de interrogaciónMuñeco pintado en tablero con burbuja de signos de interrogación.

Los científicos y expertos en sueño saben cuándo soñamos: normalmente durante la parte de movimientos oculares rápidos (REM) del ciclo de sueño.

Lo que no saben es por qué soñamos.

Sigmund Freud creía que los sueños eran expresiones de deseos insatisfechos (a menudo sexuales); otros conjeturan que los sueños no son más que imágenes aleatorias de un cerebro en reposo.

Algunos estudios parecen señalar que los sueños podrían desempeñar un papel en la memoria, el aprendizaje y las emociones.

Aunque también podrían ser una forma de reflexionar o liberar el estrés de la vida cotidiana, o incluso una forma inconsciente de desentrañar experiencias desafiantes.

Nuestros sueños también pueden proporcionar una especie de mecanismo de supervivencia al permitirnos simular amenazas potenciales o ensayar situaciones sociales con anticipación.

Pero quizás no cumplen una función específica. De pronto no son más que el subproducto de la incesante actividad de nuestro cerebro mientras dormimos.

Más poéticamente, recordando a Calderón de la Barca, son eso: sueños, como la vida, y los sueños, sueños son.

Cómo lo que pensamos antes de dormir afecta la calidad del sueño

Mujer con insomnio

Estás en la cama, tratando de conciliar el sueño, pero tus pensamientos no se detienen.

Tu cerebro está ocupado haciendo planes detallados para el día siguiente, repitiendo momentos vergonzosos (“¿por qué dije esto o aquello?”), o produciendo pensamientos aleatorios (“¿dónde está mi certificado de nacimiento?”).

Muchos usuarios han compartido vídeos en las redes sociales de cómo dormirse más rápido conjurando “escenarios falsos”, como una historia romántica donde tú eres el protagonista.

¿Pero qué dicen respeto a esto las investigaciones? ¿Tiene alguna influencia lo que pensamos antes de dormir en cómo dormimos?

Diferencias importantes

Resulta que la gente que duerme bien y las personas que tienen una calidad de sueño pobre tienen diferentes tipos de pensamientos antes de dormir.

Quienes duermen bien reportan que experimentan mayormente imágenes sensoriales visuales mientras se quedan dormidos (ven personas y objetos, y tienen experiencias similares a las de un sueño).

Para muchos, dormir bien no representa un problema.

Puede que tengan menos pensamientos ordenados y más experiencias alucinatorias, como por ejemplo imaginarse que están participando en eventos en el mundo real.

Para las personas con insomnio, los pensamientos previos a conciliar el sueño, tienden a ser menos visuales y más enfocados en la planificación y resolución de problemas.

Estos pensamientos son generalmente menos placenteros y menos aleatorios en comparación con los de las personas que duermen bien.

Las personas con insomnio también son más proclives a estresarse por el sueño cuando están tratando de dormir, lo que da lugar a un círculo vicioso, ya que hacer esfuerzo para dormir te despierta aún más.

Las personas con insomnio reportan con frecuencia que se preocupan, planifican o piensan en cosas importantes a la hora de acostarse, o se centran en problemas o ruidos en el entono, y tienen una preocupación general por no dormir.

Desafortunadamente, toda esta actividad mental previa, puede evitar que te quedes dormido.

Quienes duermen bien reportan que experimentan mayormente imágenes sensoriales visuales mientras se van durmiendo.

Un estudio encontró que las personas que normalmente duermen bien, pueden tener problemas para dormir si están estresados por algo cuando se van a dormir (como, por ejemplo, el tener que dar un discurso a la mañana siguiente).

Incluso niveles moderados de estrés a la hora de acostarse pueden afectar el sueño de esa noche.

Atracones de TV

Otro estudio de 400 adultos jóvenes investigó cómo los atracones de televisión pueden afectar el sueño.

Los investigadores encontraron que los niveles más altos de visualización compulsiva están asociados con una mala calidad del sueño, más fatiga, y un aumento en los síntomas de insomnio.

La “excitación cognitiva”, o la activación mental, provocada por una narrativa interesante y la identificación con los personajes, también puede desempeñar un papel.

Los programas con narrativas interesantes no ayudan después a que uno se duerma con facilidad.

La buena noticia es que hay técnicas que puedes usar para cambiar el estilo y el contenido de tus pensamientos antes de dormir.

Estas pueden ayudarte a reducir la excitación cognitiva nocturna o reemplazar los pensamientos no deseados con otros más placenteros. Estas técnicas se denominan “reenfoque cognitivo”.

¿Qué es el reenfoque cognitivo?

El reenfoque cognitivo, desarrollado por el psicólogo e investigador estadounidense Les Gellis, involucra distraerte con pensamientos placenteros antes de acostarse.

Es como los “escenarios falsos” que publican los usuarios de las redes, pero el truco es pensar en un escenario que no sea demasiado interesante.

Decide antes de ir a la cama en qué vas a pensar cuando estés acostado, esperando quedarte dormido.

Elige una tarea cognitiva atractiva, con suficiente alcance y amplitud para mantener tu interés y atención, sin que te cause excitación física o emocional. Así que nada demasiado aterrador, emocionante o estresante.

Por ejemplo, si te gusta la decoración interior, puedes imaginarte rediseñando una habitación en tu casa. Si eres amante del fútbol, puedes repetir en tu mente una parte del juego o imaginarte un plan de juego.

Un fan de la música puede recitar mentalmente las letras de su álbum favorito. Alguien a quien le gusta tejer puede imaginarse tejiendo una manta.

Si te gusta tejer, por ejemplo, imagínate tejiendo una manta.

No importa lo que elijas, asegúrate de que sea algo que se adapte a ti y a tus intereses. La tarea necesita ser placentera, sin ser demasiado estimulante.

El reenfoque cognitivo no es la solución perfecta, pero puede ayudar.

Un estudio de personas con insomnio encontró que aquellos que probaron el reenfoque cognitivo experimentaron una mejora significativa en los síntomas de insomnio en comparación con el grupo de control.

Meditación y conciencia plena

Otra antigua técnica es la meditación o conciencia plena.

La práctica de la meditación puede aumentar nuestra autoconsciencia y hacernos más conscientes de nuestros pensamientos. Esto puede ayudarnos con los pensamientos rumiantes. A menudo, cuando tratamos de bloquear o frenar pensamientos, la situación puede volverse peor.

El entrenamiento en esta práctica puede ayudarnos a reconocer cuándo estamos entrando en una espiral de pensamientos rumiantes, y ayudarnos a dar un paso atrás, casi como si fuéramos un espectador pasivo.

Trata de observar tus pensamientos, sin juzgarlos. Puedes incluso decirles “hola” a tus pensamientos y dejarlos pasar e irse. Déjalos estar allí y míralos por lo que son: solo pensamientos, nada más.

Investigaciones de nuestro grupo han demostrado que las terapias basadas en la conciencia plena pueden ayudar con el insomnio.

Trata de observar tus pensamientos sin juzgarlos.

También pueden ayudar a las personas con condiciones psiquiátricas como desorden bipolar, obsesivo compulsivo y esquizofrenia a dormir más.

¿Qué puedes hacer para aliviar tus pensamientos antes de dormir? Un buen sueño comienza en el momento en que te despiertas. Para darte la mejor oportunidad de dormir bien por la noche, empieza levantándote a la misma hora todos los días y exponte al sol de la mañana (sin importar cuánto has dormido la noche anterior).

Ten un horario consistente para irte a la cama, reduce el uso de la tecnología por la noche, y haz ejercicio regularmente durante el día.

Si tu mente está ocupada cuando te vas a dormir, trata de practicar el reenfoque cogntivo.

Elige un “escenario falso” que mantenga tu atención pero que no sea aterrador o estimulante.

Practica ese escenario en tu mente cuando te vas a dormir y disfruta la experiencia.

También puedes probar:

Mantener una rutina constante a la hora de acostarte, para que tu cerebro pueda relajarse 

Anotar tus preocupaciones en algún momento del día (para no pensar en ellas cuando te acuestas) 

Adoptar una mentalidad más compasiva (no te castigues a la hora de dormir por tus defectos imaginados) 

*Melinda Jackson es profesora asociada del Instituto Turner para la Salud Mental y del Cerebro, Escuela de Ciencias Psicológicas, Universidad Monash, Australia. 

Hailey Meaklim es psicóloga e investigadora del sueño, Universidad de Melbourne, Australia.

Quiénes son y qué han hecho los 8 astronautas que viajaron a la Luna y aún siguen vivos

 Harrison Schmitt en la Luna con la bandera de EE.UU.

Harrison Schmitt fue el primer científico en visitar la Luna.

 Article information Author, Ben Fell Role,
BBC News 
14 enero 2024

Fueron los pioneros de la exploración espacial. Se trata de los 24 astronautas de la NASA que viajaron a la Luna en las misiones Apollo de los años 60 y 70.

La carrera por volver a poner a personas sobre la superficie lunar se intensificará en los próximos años.

En noviembre, la NASA debía lanzar Artemis 2, su primera expedición lunar tripulada en más de 50 años que debía orbitar nuestro satélite natural, aunque esta semana la agencia espacial estadounidense anunció que ahora tendrá lugar no antes de septiembre de 2025.

En el anuncio realizado el martes, el jefe de la NASA, Bill Nelson, dijo que el primer aterrizaje tripulado, originalmente planeado para 2025 como parte de Artemis III, ahora se lanzará en septiembre de 2026 como muy pronto.

China también busca mandar astronautas a la superficie lunar para 2030.

Estos lanzamientos planificados resaltan el triste hecho de que el número de astronautas que quedan del programa Apollo está disminuyendo.

Ken Mattingly y Frank Borman, dos participantes del programa murieron con unos días de diferencia a finales del año pasado.

Solo quedan ocho personas que han viajado más allá de la órbita terrestre. ¿Quiénes son y cuáles son sus historias?

Buzz Aldrin (Apollo 11)
El 21 de julio de 1969, el expiloto de combate Edwin "Buzz" Aldrin abandonó su nave de alunizaje y se convirtió en la segunda persona en pisar la superficie de la Luna.
Casi 20 minutos antes, su comandante, Neil Armstrong, se había convertido en el primero en hacerlo.

Buzz Aldrin, Neil Armstrong y Michael Collins en sus trajes de astronautas 
 FUENTE DE LA IMAGEN,NASA Pie de foto,

Buzz Aldrin, a la derecha, junto con sus compañeros de tripulación Neil Armstrong y Michael Collins, antes de su misión a la Luna.

Las primeras palabras de Aldrin fueron: "Hermosa vista".

“¿No es extraordinario?”, preguntó Armstrong. "Magnífica vista aquí".

"Magnífica desolación", respondió Aldrin.
El hecho de ser segundo nunca le sentó del todo bien. Su compañero de tripulación Michael Collins dijo que a Aldrin "se resintió por no ser el primer en la Luna más que lo que apreció ser el segundo”.

Pero aún así Aldrin estaba orgulloso de su logro. Muchos años después, cuando se enfrentó a un hombre que afirmaba que el Apollo 11 fue una mentira, Aldrin, de 72 años, le dio un puñetazo en la mandíbula.

Y tras la muerte de Neil Armstrong en 2012, Aldrin dijo: "Sé que muchos millones de personas de todo el mundo se unen a mí para llorar el fallecimiento de un verdadero héroe estadounidense y el mejor piloto que he conocido".

Huella den la Luna  

FUENTE DE LA IMAGEN,NASA Pie de foto,

¿Quién será el próximo humano en dejar su huella en la superficie de la Luna?

A pesar de problemas que enfrentó posteriormente en su vida, nunca perdió su sed de aventuras y se unió a expediciones tanto al Polo Norte como al Polo Sur, esta última a la edad de 86 años.

Si bien abraza su posición como una celebridad, sigue siendo un defensor del programa espacial, especialmente de la necesidad de explorar Marte.

"No creo que debamos simplemente ir allí y regresar; eso lo hicimos con Apollo", dice.

Además, su nombre se ha dado a conocer entre las nuevas generaciones como la inspiración para la creación de Buzz Lightyear, el personaje de la serie de películas animadas Toy Story.

En enero de 2023, a la edad de 93 años, se casó por cuarta vez.

Bill Anders (Apollo 8)
En diciembre de 1968, Bill Anders voló en el Apollo 8, la primera misión en la que los humanos viajaron más allá de la órbita terrestre baja, y el primer vuelo tripulado que alcanzó y orbitó la Luna.

Cuando la nave espacial salió de detrás de la Luna para cruzar por cuarta vez su cara, la tripulación presenció una "salida de la Tierra" por primera vez en la historia de la humanidad, y Anders capturó el momento con una cámara.

Bill Anders

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Junto con sus compañeros astronautas Jim Lovell y Frank Borman, Bill Anders fue uno de los primeros humanos en orbitar la Luna.

A la primera fotografía en color de la Tierra tomada desde el espacio se le atribuye ampliamente el mérito de haber motivado el movimiento ambientalista global y haber llevado a la creación del Día de la Tierra, un evento anual para promover el activismo y la conciencia sobre el cuidado del planeta.

"Vinimos hasta aquí para explorar la Luna, y lo más importante que descubrimos fue la Tierra", dijo Anders al hablar sobre ese momento.

La Tierra vista desde el espacio
 
La Tierra vista desde el espacio

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Anders inicialmente tomó una fotografía en blanco y negro de la “salida de la Tierra” antes de tomar esta fotografía a color.

Tras su retiro del programa espacial en 1969, Anders trabajó ampliamente en la industria aeroespacial durante varias décadas.

También sirvió como embajador de Estados Unidos en Noruega durante un año en la década de 1970.

Charles Duque (Apollo 16)
Solo quedan cuatro personas vivas que han caminado sobre la Luna: Charlie Duke es uno de ellos. Lo hizo a los 36 años, convirtiéndose en la persona más joven en pisar la superficie lunar.

En una entrevista posterior con la BBC, habló de un "terreno espectacular".

"La belleza de esto... el marcado contraste entre la oscuridad del espacio y el horizonte de la Luna... nunca lo olvidaré. Fue tan dramático".

Charles Duke 

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Charlie Duke, junto con Jim Lovell y Fred Haise en Mission Control, durante la misión Apollo 11.

Pero ya había desempeñado otro papel importante en la exploración de la Luna por parte de la NASA.

Después de que el Apollo 11 aterrizara en 1969, fue Duke, en el control de la misión como el comunicador de cápsula, o Capcom, el que esperaba nervioso al otro lado de la línea cuando Neil Armstrong dijo: "Houston, la Base Tranquility aquí. El Águila ha aterrizado".

Con su distintivo acento sureño, Duke respondió: "Recibido, Tranquility. Los copiamos en la tierra, tienen un grupo de tipos a punto de ponerse azules, estamos respirando de nuevo".

"Lo dije en serio, estuve conteniendo la respiración durante el último minuto", le contó a la BBC.

En 2022, Duke le dijo, también a la BBC, que estaba entusiasmado con la misión Artemisa de la NASA, pero advirtió que no sería fácil para la nueva generación de astronautas.

"Eligieron las cercanías del Polo Sur para el aterrizaje, porque de haber hielo en la Luna, estaría en esa región. Será difícil, porque allí abajo es muy duro. Pero lo lograremos".

Charlie Duke ahora vive en las afueras de San Antonio, Texas, con Dorothy, con quien ha estado casado durante 60 años.

Fred Haise (Apollo 13)
Fred Haise formó parte de la tripulación del Apollo 13 que se escapó por poco de un desastre en 1970, después de que una explosión a bordo provocara que la misión fuera abortada cuando la nave estaba a más de 321.000 kilómetros de la Tierra.

El mundo entero observó con nerviosismo cómo la NASA intentaba traer de vuelta la nave espacial dañada y su tripulación de manera segura.

Fred Haise 

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Fred Haise y sus compañeros de tripulación parecieron sorprendidos por ser tratados como celebridades tras su regreso a la Tierra.

Una vez de regreso, Haise y sus compañeros de tripulación James Lovell y Jack Swigert se convirtieron, para su sorpresa, en celebridades.

"Siento que tal vez me perdí de algo mientras estaba allí", le dijo al presentador del programa de entrevistas Johnny Carson cuando el equipo apareció en el programa de televisión estadounidense The Tonight Show.

Haise nunca llegó a la Luna. Aunque estaba previsto que fuera el comandante del Apollo 19, esa misión fue cancelada debido a recortes presupuestarios, al igual que todos los demás vuelos posteriores al Apollo 17.

Posteriormente, fue piloto de pruebas en el prototipo del transbordador espacial Enterprise.

Como muchos de sus compañeros del programa Apollo, después de dejar la NASA, Haise continuó trabajando en la industria aeroespacial hasta su jubilación.

James Lovell (Apollo 8, Apollo 13)
Lovell, Borman y Anders hicieron historia cuando emprendieron la primera misión lunar en el Apollo 8, al probar el Módulo de Comando/Servicio y sus sistemas de soporte vital en preparación para el posterior aterrizaje del Apollo 11.

De hecho, su nave realizó 10 órbitas alrededor de la Luna antes de regresar a casa.

Después, se suponía que Lovell sería el quinto ser humano en caminar sobre la superficie lunar como comandante del Apolo 13, pero, por supuesto, eso nunca sucedió.

Jim Lovell con su traje de astronauta 

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Apolo 13 fue la última misión de Jim Lovell.

En cambio, la historia de su roce con la muerte quedó inmortalizada en la película Apollo 13, en la que fue interpretado por Tom Hanks.

Tras su retiro de la NASA en 1973, Lovell trabajó en la industria de las telecomunicaciones.

Marilyn, su esposa durante más de 60 años, que se convirtió en el centro de atención de los medios durante el incidente, murió en agosto de 2023.

Jim Lovell es uno de los tres únicos hombres que han viajado a la Luna dos veces y, tras la muerte de Frank Borman en noviembre de 2023, se convirtió en el astronauta vivo de mayor edad.

Harrison Schmitt (Apollo 17)
A diferencia de la mayoría de los astronautas de la época, Schmitt no había servido en la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Geólogo y académico, inicialmente instruyó a los astronautas de la NASA sobre qué buscar durante sus viajes geológicos lunares antes de convertirse en científico-astronauta en 1965.

Harrison Schmitt con su traje de astronauta 

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Schmitt en una foto de 1971.

Schmitt formó parte de la última misión tripulada a la Luna, el Apollo 17, junto al comandante Eugene Cernan, uno de los dos últimos hombres en pisar la superficie lunar, en diciembre de 1972.

Después de dejar la NASA en 1975, fue elegido miembro del Senado de los Estados Unidos por su estado natal de Nuevo México, pero sólo cumplió un mandato.

Desde entonces ha trabajado como consultor en diversas industrias además de continuar en el mundo académico.

También es conocido por hablar en contra del consenso científico sobre el cambio climático.

David Scott (Apollo 15)
David Scott, el comandante del Apollo 15, es uno de los cuatro hombres vivos que han caminado sobre la Luna, pero también fue uno de los primeros en conducir sobre ella.

En 1971, Scott y su compañero de tripulación James Irwin probaron el Lunar Roving Vehicle (LRV), dispositivo que fue llamado "las primeras ruedas del hombre en la Luna".

David Scott con su traje de astronauta

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David Scott fue la séptima persona en caminar sobre la Luna.

Viajando a velocidades de hasta 12 km/h, el LRV les permitió a los astronautas recorrer grandes distancias desde el módulo de aterrizaje lunar mucho más rápido que si lo hubiesen hecho caminando.

"En una primera misión nunca se sabe si va a funcionar", recordó. "La mayor emoción fue sacarlo, encenderlo y que realmente funcionara".

Después de regresar de la Luna, Scott trabajó en varios puestos directivos dentro de la NASA, antes de unirse al sector privado.

También ha actuado como consultor en varios proyectos de cine y televisión, incluidos Apollo 13 y la miniserie de HBO From The Earth To The Moon (De la Tierra a la Luna).

Thomas Stafford (Apollo 10)
Como comandante del Apollo 10 en mayo de 1969, Tom Stafford dirigió la misión de prueba final del programa antes del aterrizaje previsto del Apollo 11.

En esa misión, Stafford y el piloto Eugene Cernan se convirtieron en la primera tripulación en volar el módulo de aterrizaje lunar fuera de la órbita terrestre.

Tom Stafford y Aleksei Leonov en órbita

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El encuentro en órbita entre Tom Stafford (arriba) y Aleksei Leonov fue el comienzo de una amistad para toda la vida.

Poco después de su regreso, Stafford fue nombrado jefe de la Oficina de Astronautas, cargo que desempeñó durante casi dos años.

En 1975 fue el comandante de la NASA del vuelo del Proyecto de Prueba Apollo-Soyuz, la primera misión espacial conjunta entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, precursora de la Estación Espacial Internacional.

Su homólogo soviético, Alexey Leonov, se convirtió en un amigo para toda la vida.

Juntos habían protagonizado el trascendental apretón de manos en órbita, algo que habría sido inimaginable en el apogeo de la carrera espacial.

¿Qué logrará la próxima generación de aventureros lunares? 

sábado, 20 de enero de 2024

Qué es la navaja de Ockham, la idea de un monje que ha guiado a mentes brillantes desde el Medioevo

Navaja

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Hay varias navajas filosóficas, y la de Ockham es una de las más utilizadas. 

En igualdad de condiciones, la solución más sencilla suele ser, también, la más probable.

Con esa y otras frases similares se ha popularizado el principio planteado por un monje franciscano del siglo XIV que se ha aplicado en una variedad de campos, de la ciencia a la lógica, y sigue vigente.

Ese monje, uno de los más grandes filósofos de la Europa medieval, se llamaba William, o Guillermo, en español, y como nació en la pequeña aldea de Ockham, en el sur de Inglaterra, pasó a la historia como Guillermo de Ockham.

Sus ideas sobre la libertad y la naturaleza de la realidad influyeron en el filósofo político Thomas Hobbes y ayudaron a impulsar la Reforma protestante.

Durante su carrera logró ofender al Canciller de la Universidad de Oxford, discrepar de su propio orden eclesiástico y ser excomulgado por el Papa.

Declaró que la autoridad de los gobernantes deriva del pueblo que gobiernan, siendo uno de los primeros en hacerlo.

Y que la Iglesia y el Estado debían estar separados.

Insistió, además, en que la ciencia y la religión nunca deberían mezclarse, porque la ciencia se basa en la razón, mientras que la religión deriva de la fe.

Acorde con eso, provocó una gran ira por utilizar la lógica científica para refutar las cinco pruebas racionales de la existencia de Dios de Tomás de Aquino.

De ahí su entonces transgresora afirmación: "La existencia de Dios no puede deducirse sólo por la razón".

Pero por turbulenta que haya sido su vida, e interesante y valiosa su obra, su nombre se siguió mentando más que todo por su asociación con ese principio del que hablábamos.

Su idea era que los argumentos filosóficos deben mantenerse lo más simples posible, algo que él mismo practicó severamente con sus teorías y las de sus predecesores.

Siglos después, cuando ya había sido aplicado por varias mentes brillantes, a esa idea se le daría el nombre de la navaja de Ockham u Occam.

Guillermo de Ockham

Guillermo de Ockham

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Pluralitas non est ponenda sine necessitate”, que significa “la pluralidad no debe postularse sin necesidad” fue literalmente lo que dijo Ockham.



Un atajo mental

Una navaja filosófica es un atajo mental que puede ayudar a llegar a mejores explicaciones de un fenómeno al descartar hipótesis innecesariamente complejas o poco probables.

Y hay muchas, como la de Hitchens, "Aquello que se afirma sin evidencia se puede rechazar sin evidencia", o la de Hanlon, "Nunca atribuyas a la malicia aquello que puede ser explicado adecuadamente por la estupidez".

Ockham expresó la suya de una manera algo opaca, pero existen versiones de otros autores que dan una idea más clara.

Entre las varias, hay incluso una mucho anterior a Ockham, escrita nada menos que por Aristóteles, en "Segundos analíticos":

"Podemos asumir la superioridad, en igualdad de condiciones, de la demostración que se deriva de menos postulados o hipótesis".

O quizás prefieras...

"Es vano hacer con más lo que se puede hacer con menos",
"Una explicación de los hechos no debe ser más complicada de lo necesario"
o, ante una encrucijada, "la solución más simple suele ser la más acertada".
Pero si te da curiosidad saber cuál fue la de Ockham, la dio cuando estaba reflexionando sobre lo que estaba más allá de la Tierra.

“Me parece... que la materia en los cielos es del mismo tipo que la materia aquí abajo. Y esto se debe a que la pluralidad nunca debe postularse sin necesidad”.

Esos cielos también estaban en la mente de uno de los primeros en adoptar su navaja: Nicolás Copérnico.

En Commentariolus, de 1543, declaró que la "monstruosa" complejidad de la idea dominante de que los cuerpos astronómicos giraban alrededor de la Tierra "podría resolverse con menos construcciones y mucho más simples".

El modelo geocéntrico del universo que prevaleció desde la época de los antiguos griegos se había vuelto cada vez más engorroso.

Observaciones de los movimientos de los planetas habían requerido que se hicieran retoques, como agregar epiciclos sobre epiciclos y alejar ligeramente la Tierra del centro de las órbitas de todos los demás cuerpos.

Buscando simplicidad, Copérnico llegó al modelo de planetas que orbitan alrededor del Sol, que seguía siendo algo complicado pero nada como el anterior.

La cosmología heliocéntrica de Copérnico en este diagrama de su "De Revolutionibus".

La cosmología heliocéntrica de Copérnico en este diagrama de su "De Revolutionibus".

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La cosmología heliocéntrica de Copérnico en este diagrama de su "De Revolutionibus".



Curiosamente, Claudio Ptolomeo, el matemático, astrónomo y geógrafo griego del siglo II famoso por su teoría geocéntrica que Copérinco derrocó, había afirmado algo similar a la navaja de Ockham:

"Consideramos un buen principio explicar los fenómenos mediante la hipótesis más simple posible".

En cualquier caso, Copérnico no fue el único de los devotos renombrados de la navaja.

En 1632, Galileo Galilei, al realizar una comparación detallada de los modelos ptolemaico y copernicano del Sistema Solar, sostuvo que “la naturaleza no multiplica las cosas innecesariamente; utiliza los medios más fáciles y sencillos para producir sus efectos; no hace nada en vano...”.

Isaac Newton, por su parte, hizo del principio de Ockham una de sus tres "Reglas de razonamiento en filosofía" al comienzo del Libro III de "Principia Mathematica" (1687):

Regla I: No debemos admitir más causas de las cosas naturales que las que sean verdaderas y suficientes para explicar sus apariencias.

“La naturaleza -añadió- se complace con la simplicidad".

Un siglo después, en su "Crítica de la razón pura", Immanuel Kant citó la máxima de que “los rudimentos o principios no deben multiplicarse innecesariamente” y sostuvo que se trataba de una idea reguladora de la razón pura que subyacía a las teorizaciones de los científicos sobre la naturaleza.

La historia está llena de historias similares de científicos que dejaron que la simplicidad los guiara hacia una mejor comprensión de la realidad.

Pero cerremos este recuento con Albert Einstein, quien escribió:

"El gran objetivo de toda ciencia... es cubrir el mayor número posible de hechos empíricos mediante deducciones lógicas a partir del menor número posible de hipótesis o axiomas".

Precaución

No y Sí en burbujas
No y Sí en burbujas

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Con la navaja de Ockham se corre el riesgo de eliminar la complejidad, y frustar facetas tan importantes como la imaginación.


La navaja de Ockham, entonces, insta a elegir las explicaciones más simples para cualquier fenómeno que observemos.

Si ves una luz moviéndose en el firmamento, antes de sospechar que es un platillo volador, piensa que es más probable que sea un avión o un satélite, o que tuviste la suerte de ver una estrella fugaz.

Siguiendo ese principio, a los estudiantes de medicina les aconsejan: “cuando escuches el ruido de los cascos, piensa en caballos, no en cebras”, para guiarlos a buscar primero el diagnóstico más simple que explique los síntomas de sus pacientes.

Esta navaja es, en muchos sentidos, la precursora de la teoría de la probabilidad moderna, y ha servido en campos tan diversos como la física, la economía, la filosofía y el diseño.

Los científicos la siguen invocando en temas que van desde los orígenes del covid hasta la materia oscura cósmica.

Pero como cualquier navaja, hay que usarla con precaución.

La de Ockham es considerada usualmente como un principio heurístico, es decir, una regla general que con la experiencia ha mostrado ser una herramienta útil pero sin una base lógica o teórica firme.

No es una ley.

Escoger ciegamente explicaciones por el mero hecho de que son más sencillas implicaría, por ejemplo, deshacerse de teorías como la de la evolución, a pesar de la evidencia científica que la sostiene.

En comparación, la teoría no científica del creacionismo, de que toda la vida surgió como es hoy gracias a un creador sobrenatural, es más simple.

Pero no por eso necesariamente correcta.

Parafaseando algo que Einstein dijo en una conferencia en 1933, todo debe hacerse lo más simple posible, pero no más simple.

Eliminar cualquier aparente complejidad, además, puede frustrar líneas de investigación o restringir la imaginación.

Fuera del mundo de la ciencia, en ámbitos como la política o la opinión pública, donde la navaja de Ockham ha encontrado un espacio, esta puede ser en ocasiones limitante, alertan algunos pensadores.

A menudo, las cuestiones sociales son más complicadas de lo que los discursos políticos y las opiniones estridentes reflejan en los medios o las redes sociales.

Los puntos de vista aparentemente simples e inequívocos seducen, pues parecen ofrecer claridad.

Sin embargo, para tener realmente claridad sobre un tema a menudo es vital comprender su complejidad.

Y, puede sorprender cuánto más simples se tornan tras examinarlos más detenidamente.

Así que el truco está en aprender a usar la navaja de Ockham de manera reflexiva y estratégica para poder entender bien la realidad.

https://www.bbc.com/mundo/articles/cd1p0x21696o

Los coleccionistas de ceros

En el aeropuerto de Barajas compré hace unos días un pequeño librito titulado “Los coleccionistas de ceros”. Un libro cuya lectura dura el tiempo del trayecto aéreo de Madrid a Málaga. Es decir, un poquito menos de una hora. Su autora es Eva Escudero Fraile, profesora de primaria. He de decir que se nota que quien escribe tiene muy pegado a sus zapatos el barro de la práctica. La obra ha sido ganadora del II Premio Hortensia Roig de Literatura Infantil 2023.Siempre insisto en mis clases y conferencias a profesores en la necesidad y la importancia de escribir. Por eso me sumo al aplauso que supone un premio. Con sencillez y meridiana claridad aborda la autora un profundo problema que afecta a la evaluación. Me refiero al problema de la actitud estricta que algunos profesores (afortunadamente pocos) tienen a gala exhibir a la hora de evaluar los aprendizajes de sus alumnos y alumnas. Digo exhibir porque, frecuentemente, alardean de los pésimos resultados que los aprendices consiguen en su asignatura. En este caso, de matemáticas. Piensan de sí mismos que son profesores excelentes porque con ellos solo aprueban los que realmente saben. Y esos son muy pocos.

El libro cuenta el caso de Tomás Zurdo, un profesor de matemáticas cuyas evaluaciones, una tras otra, muestran un fracaso generalizado. La inmensa mayoría de sus alumnos son coleccionistas de ceros. Solo hay una excepción que le sirve al profesor como argumento para demostrar que lo que exige se puede alcanzar. Una niña que se llama Helena. Y de ella dice el señor Zurdo (como le gusta que le llamen) a sus estudiantes “que bastante desgracia tiene la pobre con ser vuestra compañera, que estáis coartando sus posibilidades”.

El hilo argumental de la historia de este grupo es Ana, una niña daltónica, con estupendas cualidades artísticas pero especialmente negada para las matemáticas, según su severo profesor.

La comprobación que este docente realiza viene a decir que no han aprendido nada de lo que pretendía enseñar. (En realidad no deberían pagarle un sueldo, porque le pagan para que sus alumnos aprendan y él certifica en cada evaluación que la mayoría no ha aprendido nada). Y ahora viene el segundo y decisivo problema: la atribución. ¿Por qué no han aprendido? El profesor atribuye el cien por cien de la responsabilidad del fracaso a sus alumnos y, por consiguiente, él no tiene nada que revisar, que modificar o que cuestionarse. Ni en la forma de enseñar ni en la forma de evaluar. Y, lo que es más grave, ni en las concepciones que tiene sobre estos procesos y sobre la capacidad y disposición de quienes aprenden.

Curiosa e interesada forma de analizar la realidad. Porque esos mismos niños y niñas van bien en otras asignaturas y, en este caso, se evidencia el error del profesor cuando cambian los resultados y el clima del aula con la nueva maestra. Incluso tienen una comprobación externa incontestable del éxito al ganar un certamen de matemáticas organizado por varias escuelas.

El primer párrafo del libro dice así “El día que Tomás Zurdo, tutor y profesor de matemáticas, se dio de baja por ansiedad, todo comenzó a cambiar en la clase de 4ª B del Colegio Marie Curie”. Cuando aquella tarde la directora anuncia la baja del profesor de matemáticas, Ana “sintió una felicidad tan grande que, al salir, invitó a sus amigos a cruasanes de mantequilla en la pastelería de al lado, a modo de celebración”.

Al señor Zurdo le sustituye una joven profesora interina llamada Diana Cortés. Y ya el primer día les sorprende colocando las mesas para trabajar en equipo. Con su predecesor cada uno, desde su pupitre, seguía de forma aislada las explicaciones del profesor, realizaba las tareas y hacía los exámenes.

“Diana llegaba cada día cargando al hombro con varias bolsas de tela repletas de materiales quesolo ella sabía para qué y cuando iba a utilizar”.

El rumbo y la actitud del grupo cambia radicalmente. Se interesan por la asignatura, aprenden de forma cooperativa, se sienten valorados por la maestra y, como es lógico, mejoran las calificaciones. Se acabaron los ceros. Las matemáticas ya eran hermosas, divertidas y útiles. El grupo, que antes era considerado nefasto, ahora tiene la etiqueta de magnífico.

Un buen día, Ana va a buscar a su maestra porque han descubierto una noticia importante. Un certamen que lleva por lema “Calculo, luego existo. Categoría infantil”. El anuncio seguía diciendo: “Participa con tu clase y gana jugosos premios Porque todos llevamos un pequeño genio dentro”. Movidos por los premios prometidos y por el deseo de demostrar a su maestro lo equivocado que estaba, deciden presentarse al certamen. Esa decisión provoca un compromiso entusiasta con el entrenamiento para poder competir.

Diana inscribió a la clase en el Certamen y les empezó a preparar: “A partir de mañana quiero que cada uno de vosotros me redacte en el cuaderno de mates una situación que deseéis resolver y que pueda lograrse con números o lógica. Pensadlo bien. Las pondremos en común y trataremos de encontrar la solución”.

Andrés planteó el siguiente problema: “Si voy a casa de mi padre los miércoles y el fin de semana y el resto e los días estoy con mi madre, ¿cuánto tiempo paso con cada uno de ellos al año? ¿Con quién de los dos estoy más tiempo?”.

Para controlar las respuestas, Diana utilizaba un cronómetro. Era preciso cuidar el rigor y también la rapidez. Porque ambas cosas se tendrían en cuenta en el certamen. Por eso la maestra dijo:

¡Tres, dos, uno! ¡Tiempo!
Al cabo de unos minutos, antes de que sonase el cronómetro para indicar el final de la prueba, Helena dijo:

– ¡Lo tenemos!

“Si un año tiene 52 semanas, calculando dos días de finde por 52 y sumando un día por cada una de esas semanas, todo sería igual a 156 días al año con tu padre. Y, si restamos a los 365 días del año los 156 que pasas con él, obtenemos los 209 días que pasas con tu madre”.

La historia que nos cuenta Eva Escudero nos muestra un encuentro fortuito de un grupo de alumnos entre los que no podía faltar su antigua alumna Ana con el señor Zurdo acompañado de su madre. Él sigue aferrado a sus concepciones, a sus estereotipos, a su frialdad emocional. Por lo que, cuando le dicen que van a participar en el XXXV Certamen “Calculo, luego existo”, les dice:

– Pues mucha suerte, la vais a necesitar.

Llegó el día del certamen. 25 alumnos, 8.30 horas, 5000 euros de premio. Comenzaron las pruebas. Helena, abrió el sobre y, con voz temblorosa, leyó para su equipo: “El día 3 de marzo de 2013 nació Hugo. En ese momento, su hermano Juan tenía 8 años y su hermana Sara 6. Si el día 3 de marzo del año 2023, su padre tiene 50 años, ¿cuántos años les saca a todos ellos en la actualidad? ¿En qué año nacieron Juan y Sara?”.

Y siguieron los ejercicios., que fueron realizando con la mayor premura.

Para su sorpresa vieron que el señor Zurdo estaba entre el público, con una media sonrisa que venía a decir: he venido para ver cómo sufrís un irremediable fracaso.

Los antiguos coleccionistas de ceros empezaron a anotar los datos y a calcular con rapidez las edades que les pedían. Lo cierto es que 4º B del colegio Marie Curie pasó a la gran final y la ganó justamente para orgullo y regocijo de los antiguos coleccionistas de ceros.

La tesis del pequeño libro nos muestra una realidad vívida y aleccionadora. Una buena parte del éxito en el aprendizaje radica en la calidad del maestro: en su cercanía emocional, en la concepción que tiene de su tarea, en su capacidad didáctica, en las expectativas que tiene sobre sus alumnos, en su creatividad innovadora, en el amor a lo que enseña y a los que enseña. Pero hay tres efectos secundarios de la actitud del señor Zurdo que no se suelen tener muy en cuenta y que yo considero de gran importancia. Uno se refiere a la repercusión que este persistente fracaso tiene en el autoconcepto de los alumnos: “soy incapaz”, “soy torpe”, “no valgo”… Otro se refiere a la actitud hacia la asignatura: “no me gusta”, “es muy difícil”, “no quiero estudiar matemáticas”… O, peor aún, no quiero estudiar nada. El tercero tiene que ver con el vínculo profesor/alumno, que se debilita o se destruye ante el persistente fracaso y la actitud hostil. Cualquier otro tipo de influencia beneficiosa se hace casi imposible.

Está muy claro en esta historia y en la vida. Con un buen maestro el clima se transforma, la motivación se aviva, el aprendizaje se produce, la felicidad aparece y nunca se va. Qué importante es un buen docente.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2024/01/13/los-coleccionistas-de-ceros/