miércoles, 1 de noviembre de 2023

Cuán rica llegó a ser realmente Argentina y cómo y cuándo comenzó su desplome económico

Imagen del obelisco y la avenida 9 de Julio en Buenos Aires

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Buenos Aires fue apodada "La París de Sudamérica" a principios del siglo XX.


"La Argentina arrancó el siglo XX siendo el país más rico del mundo, y hoy tiene 40% de pobres y 10% de indigentes".

Esta frase, repetida varias veces durante la campaña presidencial por el economista "libertario" Javier Milei -el candidato que lidera las encuestas para los comicios de este domingo- reproduce un concepto que subyace en el inconsciente de los argentinos: que esta nación, sumida desde hace décadas en sucesivas crisis económicas, supo alguna vez ser una superpotencia.

Son varios los motes que rememoran ese pasado glorioso. El más famoso es "el granero del mundo", una referencia al poderoso modelo agroexportador que llevó a Argentina a ser rica hace un siglo, y hoy sigue siendo su principal sustento económico.

También está "la París de Sudamérica", una alusión a la bella arquitectura de estilo europeo de la capital argentina, que hoy desentona con la realidad de un país en el que el 56% de los niños son pobres.

Estas nostálgicas frases son recuerdos de una época dorada que muchos en el país idealizan. Y que algunos políticos, como Milei, prometen revivir.

"Argentina puede volver a ser una potencia mundial", dice una y otra vez el economista ultraliberal.

"Si aplicamos todas las reformas promercado, en los primeros 15 años nos podríamos parecer a Italia o Francia; en 20 años a Alemania; en 35 a Estados Unidos", asegura, haciendo referencia a algunos de los países con los que la nación sudamericana se codeaba a principios de siglo.

No es el primer político que ilusiona a los votantes con volver a ese pasado próspero.

El expresidente Mauricio Macri (2015-2019) -cuyo espacio está representado en estas elecciones por Patricia Bullrich- propuso en su momento convertir a Argentina en una "nueva Australia", un país que en la primera parte del siglo XX tuvo una trayectoria económica paralela a la de Argentina, pero que logró mantener la senda del desarrollo, algo que muchos argentinos toman como ejemplo de lo que tendría que haber hecho su nación.

Pero ¿fue realmente Argentina el país más rico del mundo?

Y ¿cómo pasó de estar entre las naciones más acaudaladas a ser uno de países con mayor inflación del planeta?

Una mano entregando a otra billetes de 1000 y 500 pesos argentinos 
Una mano entregando a otra billetes de 1000 y 500 pesos argentinos

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Argentina tiene una inflación interanual del 138%, y eliminó 13 ceros de su moneda en el último medio siglo.



¿El #1?

Comparar la riqueza de distintos países es complejo, pero la mayoría de los expertos considera que la mejor forma de hacerlo es medir el Producto Interno Bruto por habitante (PIB per cápita o PIBpc).

Dado que el PIB de países periféricos, como Argentina, empezó a medirse oficialmente recién a mediados del siglo XX, los datos anteriores a ese período deben ser tomados con pinzas.

No obstante, economistas de diversas ideologías coinciden en que la fuente más confiable es la base de datos del 56, que utiliza diversas estadísticas económicas históricas para estimar el PIBpc desde el comienzo de la civilización.

En 2018, esa serie estadística -creada por el economista británico Angus Maddison y luego mantenida, hasta la actualidad, por la Universidad de Groninga, en Países Bajos- estimó que Argentina había sido el país más rico del mundo en el año 1896, y que luego se mantuvo entre los más acaudalados en las primeras décadas del siglo XX.

Sin embargo, la metodología utilizada fue cuestionada por muchos historiadores económicos, llevando a la publicación de una nueva serie estadística en 2020 que le quitó la corona de #1 al país sudamericano, relegándolo al sexto puesto en 1896.

No obstante, esa edición -que sigue siendo la más actual- confirma que Argentina empezó el siglo XX siendo una de las naciones más ricas del mundo, una prosperidad que lo llevó a estar en el "top 10" de naciones acaudaladas antes de la Primera Guerra Mundial (1914-18), posición de la que iría descendiendo hasta alcanzar el puesto 66 hoy.

¿Cuán rica llegó a ser Argentina?

En 1913, antes de que estallara la Gran Guerra, el PIBpc argentino era de US$6.052 (a precio de dólar de 2011), según los cálculos del Proyecto Maddison.

Eso era menos del PIBpc de Estados Unidos (US$10.108), Reino Unido (US$8.212) y Australia (US$8.220).

Pero era el doble que el de su excolonizador España (US$3.067), del que se había independizado casi un siglo atrás, y superior al de Alemania (US$5.815), Francia (US$5.555) e Italia (US$4.057), entre otras naciones europeas.

También era muy superior al ingreso de países asiáticos que hoy dominan la economía, como China (US$985) y Japón (US$2.431).

Pero no se trataba de un fenómeno regional, como muestran los índices de sus vecinos y otros países latinoamericanos como Uruguay (US$4.838), Chile (US$4.836), México (US$2.004) y Brasil (US$1.046).

Entonces, ¿cuándo empezó Argentina a perder su lugar privilegiado en el mundo y por qué?

"100 años de decadencia"

Si uno mira cómo evolucionó el PIB por habitante en el mundo en el último siglo puede ver que la posición de Argentina en el ranking mundial fue descendiendo de manera sostenida a lo largo de los últimos cien años.

Es decir: aunque la riqueza de todos los países -incluyendo Argentina- fue aumentando con el paso del tiempo, la nación sudamericana arrancó el siglo XX teniendo ingresos de un país rico y lentamente fue quedando cada vez más relegado en la tabla internacional.

Muchos llaman al fenómeno "los 100 años de decadencia argentina" y aseguran que este es el único ejemplo que existe de un país que pasó de ser desarrollado a estar en vías de desarrollo.

Algunos incluso usan el caso argentino para aleccionar sobre qué no hacer.

Así lo hizo la revista económica británica The Economist, que en 2014 publicó una famosa nota de portada titulada "La parábola de Argentina", en la que explicaba "lo que otros países pueden aprender de un siglo de declive".

La portada de The Economist del 15 de febrero de 2014.
La portada de The Economist del 15 de febrero de 2014.

El artículo apuntaba claramente a un culpable por esa caída: el peronismo, el movimiento político fundado en por Juan Domingo Perón y su esposa, Eva Duarte ("Evita"), que desde 1946 fue la principal fuerza que gobernó Argentina.

Según la revista de tendencia conservadora, el peronismo generó "una sucesión de populistas económicamente analfabetos" que llevaron a Argentina "a la ruina".

Se trata de una opinión muy difundida entre los sectores liberales en el país sudamericano.

Pero ¿es verdad?

El peronismo

El economista Fausto Spotorno es el vicepresidente de la Fundación Norte y Sur, dedicada a temas de desarrollo, y compiló las estadísticas económicas de Argentina desde su fundación en 1810 hasta 2018.

Spotorno señaló a BBC Mundo que "los datos muestran que el crecimiento económico argentino se empezó a frenar a partir de 1930", cuando el país sudamericano sufrió un embate doble: los impactos de la crisis internacional, por la caída de la bolsa de Wall Street, y su primer golpe de Estado militar.

No obstante, remarcó: "Está claro en los números que a partir del peronismo la cosa se empezó a complicar".

"Argentina se pareció a una economía desarrollada, por nivel de vida, por ingreso per cápita y por tasa de crecimiento, hasta 1946", detalló. Es decir: hasta la llegada de Perón.

Juan Domingo Perón y su primera esposa, "Evita"

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Juan Domingo Perón y su primera esposa, "Evita", fundaron un movimiento popular que gobernó durante 40 de los últimos 78 años.


"Ahí es cuando empieza a aparecer la inflación", señaló, en referencia al problema más persistente que ha tenido Argentina.

Si bien el país había tenido aumentos de precios antes, aclaró, a partir de ese momento escalaron por primera vez por encima del 20%.

¿Por qué empezó a subir la inflación? "Porque aumentó mucho el gasto", explicó el economista, quien señaló que "Argentina tenía un gasto público del 8,5% del PIB y en la segunda mitad de la década de 1940 aumentó al 12%".

Sin embargo, Spotorno aclaró que muchos de los problemas que enfrentó Perón habían surgido antes de su llegada, y se agravaron por el contexto internacional desfavorable que trajo la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Los países europeos a los que Argentina exportaba su agricultura retaceaban los pagos, afirmó. Y el país, que por décadas había tenido superávit primario -es decir, más ingresos que egresos- "empezó a tener déficit en la década de 1940".

Este agujero no podía ser resuelto -como habían hecho gobiernos anteriores- con financiación externa, también por culpa de la guerra, dijo el experto.

Pero esas limitaciones no frenaron a Perón, quien, a pesar del contexto, elevó fuertemente el gasto social.

"Argentina aumentó los gastos sin poder financiarlos", señaló Spotorno. "Perón nacionalizó el Banco Central para poder imprimir dinero, lo que disparó la inflación".

Ese problema (gastar más de lo que se tiene) fue escalando con cada gobierno sucesivo, explicó el economista.

Y la solución que encontraron todos -ya sea emitir más dinero o pedir más deuda- fue lo que llevó a que Argentina se convierta en uno de los países con más inflación y más defaults (o cesación de pagos de la deuda) en el mundo.


Los militares

Pero también es cierto que hay muchos que sostienen que es injusto decir que Argentina "perdió el rumbo" por culpa del peronismo.

Después de todo, esas potencias con las que se codeaba el país a comienzos de siglo tuvieron el beneficio del Plan Marshall, que después de la Segunda Guerra les permitió retomar la senda del desarrollo.

En cambio, Argentina, que se había tardado en declararle la guerra a Alemania y Japón, fue excluida de los mercados europeos.

Respecto a la inflación, recuerdan que Perón había logrado reducirla a menos del 4% antes de ser derrocado por un golpe de Estado en 1955.

Y observan que, después de ese evento, el peronismo quedó proscrito por más de 18 años.

Académicos como Eugenio Díaz Bonilla, economista y profesor de la George Washington University, han resaltado que si uno contrasta el trayecto económico de Argentina con el de Australia -que sufrió los mismos embates internacionales y tampoco estuvo incluido en el Plan Marshall- puede ver que el verdadero desplome del país sudamericano no ocurrió con el surgimiento del peronismo sino décadas más tarde, con la llegada del último régimen militar, que aplicó políticas neoliberales.

"Si uno compara a ambos países tomando como punto de referencia su distancia respecto al ingreso per capita de Estados Unidos, ve que la relación se mantiene pareja desde 1900 hasta 1975. El cambio se da con el golpe de 1976", señaló a BBC Mundo Díaz Bonilla tras la polémica que generó The Economist.

Emilio Massera (izq), Jorge Rafael Videla y Orlando Ramon Agosti, los líderes de la Junta militar que tomó el poder el 24 de marzo de 1976
Emilio Massera (izq), Jorge Rafael Videla y Orlando Ramon Agosti, los líderes de la Junta militar que tomó el poder el 24 de marzo de 1976

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Muchos académicos sostienen que el verdadero descalabro económico sucedió con el régimen militar, hace 40 años.

El historiador argentino Ezequiel Adamovsky concluyó lo mismo: "En los treinta años posteriores a 1945 la Argentina duplicó su ingreso per cápita y amplió su producto a ritmos superiores a los de EE.UU. y también a los del Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda (aunque fueron superados por los de algunos países de Europa)", observó en una columna de opinión en El Diario AR.

"Con todos sus problemas, la economía argentina crecía entonces a un ritmo más veloz que el de las principales potencias occidentales", señaló.

"Es recién en 1975 que la economía local sufre una caída abrupta y pierde terreno por comparación no sólo con los países más avanzados, sino prácticamente con todo el mundo. Desde 1975 sí, puede decirse que el país sufre un declive", escribió en referencia a un período que estuvo signado por crisis de hiperinflación.

Un problema de base

Pero hay algo en lo que coinciden analistas de diversas ideologías: más allá de las culpas de gobiernos particulares, el problema de fondo que afectó a Argentina es una inestabilidad institucional que llevó a que en el siglo XX hubiera seis golpes de Estado, y que recién este año el país esté celebrando, por primera vez, 40 años ininterrumpidos de democracia.

Una investigación realizada por el profesor de Economía de la Universidad de Ljubljana Rok Spruk resaltó que esta debilidad surgió desde el comienzo.

"En comparación con EE.UU., Canadá y Australia, Argentina nunca completó la transición a una democracia abierta sustentada en el Estado de derecho", escribió Rok en un paper titulado "El ascenso y la caída de Argentina", publicado en 2019 en el Latin American Economic Review.

"Cuando los militares rompieron formalmente el orden constitucional en 1930, Argentina se embarcó en el camino de un desarrollo institucional inestable y frecuentes transiciones de ida y vuelta entre dictadura y democracia".

"En lugar de emprender el camino hacia un desarrollo institucional sostenido, Argentina sufrió un tumultuoso fraude electoral con una casi erosión del sistema de controles y contrapesos que precipitó el ascenso de líderes populistas".

La debilidad institucional de la democracia argentina provocó muchos quiebres durante el último siglo.

Spotorno dice que esa inestabilidad democrática hizo que Argentina perdiera el atractivo que había tenido a finales del siglo XIX y comienzos del XX.

"Si tenés un golpe de Estado cada dos por tres y se violan las instituciones obviamente las inversiones empiezan a flaquear", señaló.

Para el economista, Argentina empezó a sufrir un declive “cuando se dejaron de respetar dos cosas: las instituciones y la básica relación entre ingresos y gastos del Estado".

"No tener instituciones permitió a los gobiernos siempre buscar atajos, en vez de hacer las cosas bien, y eso terminó en sucesivas crisis fiscales".

"El país tuvo un momento de orden, entre 1860 hasta 1930, donde todos estaban enfocados para el mismo lado", resume. "Después de eso todo fue buscar atajos y gastar de más".

Como un péndulo

Hay un factor más que resaltan varios expertos y que ayuda a entender la dificultad que ha tenido Argentina para despegar económicamente en el último siglo.

Y es que el país no solo ha sido un péndulo desde lo político, oscilando entre democracias y gobiernos de facto.

También ha ido y venido con sus políticas económicas, pasando -sin escalas- del nacionalismo al neoliberalismo, del proteccionismo al libre mercado, de la ortodoxia a la heterodoxia… un vaivén interminable que se ha dado incluso en distintos gobiernos de un mismo partido.

Las investigadoras Valeria Arza y Wendy Brau, del Centro de Investigaciones para la Transformación (Cenit), analizaron en 2021 “el péndulo argentino en números” -es decir, cuántas veces viró la política económica- y encontraron que en las seis décadas entre 1955 y 2018 hubo más de 30 cambios de rumbo, de los cuales 16 fueron “cambios radicales”.

También revelaron otra evidencia de la falta de continuidad de la política económica argentina: “en promedio, los ministros de economía duraron 13 meses en su cargo” durante ese período.

“El rasgo dominante de la política económica es la oscilación extrema”, sintetizó Adamovsky en la revista Anfibia.

Pocos ejemplos pueden ser tan claros de este rasgo como la noción sobre el rol del Estado en la economía que tienen los tres candidatos con más posibilidades el próximo domingo.

Sergio Massa, el tercer ministro de Economía del actual gobierno peronista, compite por la presidencia con promesas de mantener un Estado fuerte, mientras que Patricia Bullrich promete achicarlo y Javier Milei amenaza con arrasarlo.


"Actualmente, el riesgo de una detonación nuclear por malas interpretaciones y malos cálculos es altísimo": Carlos Umaña, Premio Nobel de la Paz

Primer plano de Carlos Umaña

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Carlos Umaña, Premio Nobel de la Paz 2017 junto con la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés)

Aunque nació en un país sin poder militar, el médico costarricense Carlos Umaña sabe mucho armas nucleares que hay actualmente en el mundo. Y de los peligros, no solo de que sean usadas, sino de que sean activadas por accidente, error humano o hackeo.

De hecho, Umaña es uno de los grandes referentes en la lucha para eliminar los arsenales nucleares, un camino que para él pasa por estigmatizarlos y concientizar sobre el riesgo de la retórica actual.

"Jugar al más valiente con armas nucleares es algo increíblemente peligroso que nos tiene absolutamente a todo el mundo al borde de un precipicio", afirma.

Copresidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (que ganó el Premio Nobel de la Paz en1985), él mismo obtuvo ese galardón en 2017 junto a ICAN, la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, a la que pertenece.

BBC Mundo habló con él en el contexto de su participación en el HAY Festival de Querétaro.

La invasión de Rusia a Ucrania ha reavivado los temores de una destrucción masiva, en un mundo cada vez más conectado y vulnerable. ¿Es la vez que más próximos hemos estado de una guerra nuclear?

Son varios los expertos que concuerdan con este análisis.

El hecho más famoso sería el Reloj del Apocalipsis del Boletín de Científicos Atómicos, que este año y debido a esta guerra está apuntando a menos 90 segundos de la medianoche, es decir, es el riesgo más alto de la historia.

Este es un reloj que mide el riesgo de una destrucción catastrófica en manos humanas y ha variado en la historia. Mientras más cerca de la medianoche, mayor el peligro.

En 1963, a consecuencia de la crisis de los misiles en Cuba, estuvo en menos 7 minutos. Luego en 1983 estuvo a menos 2 minutos, y al final de la Guerra Fría a menos 14 minutos.

Imagen del Reloj del Juicio Final

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El Reloj del Apocalipsis llegó este año al punto más cercano a la medianoche, la hora simbólica en el que la humanidad llega a su fin.

En un momento en el que la retórica y las amenazas de uso de armas nucleares por parte de Rusia han hecho saltar todas las alarmas... ¿Cree que los líderes son conscientes de las consecuencias que tendría un conflicto nuclear?
Son conscientes, pero a la vez hay un juego al que están habituados.

Las consecuencias serían sin duda devastadoras para el mundo.

Se habla, por ejemplo, de una sola detonación de un arma nuclear como algo táctico o estratégico, como si una bomba fuera algo pequeño, pero en realidad no hay armas nucleares pequeñas.

Si un arma nuclear táctica de unos 100 kilotones -que sería de una potencia de unas cinco o seis bombas de Hiroshima-, detonara en una gran ciudad, tendría el potencial de aniquilar de forma inmediata a cientos de miles de personas y de dejar heridas a muchísimas más.

Y cuando hablamos de heridas, estamos hablando del síndrome de radiación aguda, que es una descomposición de los órganos y los sistemas vitales, uno de los padecimientos más dolorosos por los que puede pasar cualquier ser vivo.

¿Y si ocurriera más de una detonación?
Si hablamos de una guerra nuclear a gran escala, además de los decenas de millones de muertos y heridos, también se generarían muchísimo hollín y escombros que subirían a la estratosfera y bloquearían la luz solar.

Ese bloqueo provocaría a su vez una oscuridad y un descenso drástico y súbito de la temperatura en un promedio de unos 25 °C.

Esto es lo que se denomina el invierno nuclear.

De esta manera, lo que hubiese sobrevivido a la devastación y la radiación tendría que hacer frente a este frío extremo y a esta ausencia de la luz solar.

¿Cuál es el riesgo de que esto pase?
Ese es el gran meollo aquí.

Actualmente el riesgo de malas interpretaciones y malos cálculos es altísimo.

Hemos visto que solamente en Estados Unidos ha habido ya más de 1.000 accidentes con arsenales nucleares y hemos estado en seis ocasiones, que se sepa públicamente, al borde de una guerra nuclear a gran escala, no en época de guerra, sino en época entre comillas de paz.

¿Qué ocurre? Que de las 12.500 ojivas que tienen los arsenales nucleares mundiales hay aproximadamente unas 2.000 que están en estado de alerta máxima, es decir, están listas para ser detonadas en un lapso de unos 6 a 15 minutos.

Estos sistemas responden a quien da la orden de detonarlos, y dependen de sistemas de alerta máxima, que son vulnerables a ciberataques, a errores técnicos, a errores humanos y han confundido cosas banales como una nube de tormenta, una tormenta solar, una banda de gansos o un globo meteorológico, con una amenaza nuclear.

Las personas que están detrás de estos sistemas tienen que interpretar estas falsas alarmas como verdaderas o como falsas.

Esto quiere decir que en un contexto de guerra, donde hay amenazas nucleares explícitas, y donde se han cruzado ya varias líneas rojas, el riesgo de que se dé un mal cálculo o una mala interpretación es bastante más alto.

Entonces, ¿la guerra nuclear más probable no es una intencional, sino una accidental?
Sí, hay un componente accidental definitivamente bastante fuerte aquí y también tenemos que considerar otra cosa.

Cuando la gente habla de que la guerra nuclear es algo poco probable, porque ningún líder estaría tan loco, tenemos que tener en cuenta que estamos ante personas emocionales y todas las personas piensan de forma distinta cuando están ante una crisis.

De hecho, los simulacros que se han hecho con los tomadores de decisiones en estos entornos al final escalan la guerra, porque es lo que hay que hacer, porque es lo que manda el protocolo, es decir, si me atacan con armas nucleares, tengo que devolver el ataque con armas nucleares, y así sucesivamente.

Es la destrucción mutua asegurada. Es mejor que se destruya todo a que solo me destruyan a mí.

Ese es el pensamiento actual de los líderes y en el contexto de un accidente es muy peligroso.

Desfile militar en Moscú 

Desfile militar en Moscú

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Actualmente hay nueve países con armamento nuclear: Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte.

La aceptación de un orden internacional en el que algunos países cuentan con armas de destrucción masiva mientras que están prohibidas para los demás es vista ya por muchos expertos como insostenible. ¿Cuán inestable es esta situación?

Hay una contradicción aquí, porque en los años 60, después de la Crisis de los Misiles en Cuba, se dieron dos tratados muy importantes: el de Tlatelolco, que se firmó en 1967 y entró en vigor en el 69, en virtud del cual toda Latinoamérica y el Caribe es una zona libre de armas nucleares.

Y el de No Proliferación de Armas Nucleares, que se negoció en el 69 y entró en vigor en 1970, que tiene tres pilares: el desarme nuclear, la no proliferación y el uso pacífico de la energía nuclear como derecho inalienable.

En ese momento, había cinco estados nucleares: Estados Unidos, la Unión Soviética, ahora Rusia, China, Francia y Gran Bretaña, que se comprometían al desarme nuclear en un plazo de 25 años.

En el segundo punto los denominados no nucleares se comprometían a no adquirir armas nucleares, y el tercero era que todos los países tienen derecho a desarrollar energía nuclear.

Obviamente, el desarme no ocurrió en 1995, y la idea de que las armas nucleares son solo para unos cuantos envía el mensaje al resto de la comunidad internacional de que las armas nucleares son necesarias y dan privilegio, y debilita el régimen de no proliferación.

La no proliferación depende de progresos, de avances verdaderos en el desarme y es algo que los países nucleares, ahora nueve (se han sumado Pakistán, India, Israel y Corea del Norte) no están dispuestos a ceder.

Carlos
Si todas las fichas van bien, digamos que en unos diez años se podría lograr una eliminación de las armas nucleares"

Carlos Umaña
Miembro directivo de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) 

Pero entonces, ¿cómo hacer frente a la oposición al TPAN, que es el primer acuerdo que impulsa una prohibición universal de las armas nucleares para absolutamente todos los países? ¿Cree que conseguirá su objetivo?

Este tratado trae algo nuevo: es una prohibición universal que lo que hace es fortalecer el sistema multilateral y estigmatizar las armas nucleares.

Tenemos que analizar el fenómeno de las armas nucleares, qué es lo que lo causa, qué es lo que hace que los países quieran tenerlas.

Se trata de ver su verdadera cara, porque las armas nucleares no son armas prácticas, están hechas para causar una destrucción masiva y matar a la mayor cantidad de civiles de una forma atroz.

No respetan fronteras y es prácticamente imposible detonar una bomba nuclear sin que alguien más detone otra en contra de uno. Entonces usarlas sería un acto suicida.

Los países que las tienen son conscientes de que no las pueden usar. El poder de las armas nucleares es en virtud de la amenaza de su uso, del poder simbólico que representa el ser un Estado nuclear. Es un símbolo de disuasión.

Este componente de estigmatización es un fenómeno que hemos visto con otras armas de destrucción masiva como las químicas, las biológicas, las minas terrestres y las municiones en racimo.

Hoy en día no hay ningún país que se jacte de ser una potencia química o de tener armas biológicas.

Esto es porque hay una normativa internacional fuerte y hay un clima mundial de condena moral que hace que esto sea un tabú.

¿Cuán lento puede ser ese proceso de estigmatización de las armas nucleares?

Depende de varios factores y es un poco difícil predecir. La prohibición es un cambio de paradigma.

Por un lado, la gente debe ser consciente de las consecuencias de las armas nucleares, y por otro lado, eso debe generar presión, activismo tanto de la calle, como a nivel político y diplomático.

Y eso requiere su tiempo.

Si todas las fichas van bien, digamos que en unos diez años se podría lograr una eliminación de las armas nucleares, aunque claro está que puede ser antes o después.

En este momento en el que estamos al borde del precipicio, lo más importante es alejarnos un poquito de él, e ir hacia atrás hasta lograr eliminarlas por completo.

Hasta que no lo hagamos no vamos a estar libres del virus: o acabamos con las armas nucleares o ellas terminan con nosotros.

Imagen de despegue de un misil 

Imagen de despegue de un misil

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El TPAN, que entró en vigor en enero de 2021, es el primer acuerdo internacional a nivel mundial que prohíbe las armas nucleares e incluye disposiciones para su total eliminación.

Y en este momento de amenazas, ¿dónde queda el Manifiesto Russell-Einstein firmado en 1955, que entre otras cosas decía: “Apelamos, como seres humanos a seres humanos: recuerden su humanidad y olviden el resto”? ¿Hemos olvidado nuestra humanidad?
Es complicado, porque no es una cuestión de la cultura humana en general.

Es un sistema en el que se prima la competencia de algunos miembros, una competencia que los hace miopes al progreso real y a las necesidades tanto de de su población como de toda la humanidad.

Si cambiamos de esquema mental, si pensamos en utilizar las herramientas que ahora tenemos de interconectividad para fomentar el diálogo, la cooperación, podemos llegar a ese diálogo de humanos con humanos.

Hay que dejar de pensar en los otros como algo diferente e inferior sobre los que tenemos que imperar, algo que a lo largo de la historia toma diferentes formas.

Por ejemplo, en la cultura popular se utilizan armas nucleares en las películas de Marvel para acabar con los alienígenas, que son feos, malos y quieren destruir a la humanidad, y la única forma es matándolos a todos.

En los años 40, los alienígenas eran los japoneses. Era una forma de justificar ese homicidio masivo que se hizo en Hiroshima y Nagasaki.

El sufrimiento de ellos no importaba porque todos eran copartícipes de las decisiones de su cúpula militar. Todos merecían que les cayera la bomba atómica porque también eran otros, eran malos, eran distintos.

Es el discurso de otredad que también se maneja en los regímenes totalitarios que justifican la guerra y que hacen que se estigmatice una población entera y que se justifique el ataque mi+

Según la inteligencia estadounidense, Rusia tiene unas 2.000 armas nucleares tácticas, es decir, pequeñas ojivas nucleares con sistemas de lanzamientos destinados a usarse en el campo de batalla o en un ataque limitado.

Hablando de Japón, la película sobre "Oppenheimer" ha rescatado la historia de este tipo de armamento. ¿Cómo ve su evolución desde la Segunda Guerra Mundial hasta ahora? ¿Cree que la humanidad no ha aprendido de sus errores?

Es muy interesante, porque hay que conocer la historia, pero la historia verdadera. Ha habido mucha tergiversación.

Cuando se dieron los ataques de Hirosima y Nagasaki se escondieron las consecuencias humanitarias de forma activa, por parte no solo del gobierno estadounidense, sino también del japonés.

A los hibakusha, que son los sobrevivientes de los ataques nucleares, se les censuraban las cartas, las fotografías, incluso el arte o hasta los poemas.

No querían que el mundo supiera lo que estaban sufriendo a causa de la radiación. Querían que se celebraran las armas nucleares sin ver el drama humano que causaban.

La crisis en la que ahora estamos es precisamente por la retórica que se ha manejado en torno a las armas nucleares, y a cómo mucha gente las ve como un mal necesario. Cómo se han entronizado dentro de las doctrinas de seguridad y es precisamente por ese mal manejo de la información.

Por eso, lo primero que tenemos que hacer es informar bien de cuáles son los riesgos.

Carlos Umaña Getty
Es prácticamente imposible detonar una bomba nuclear sin que alguien más detone otra en tu contra. Usarlas sería un acto suicida"

Carlos Umaña
Ganador -como miembro de las organizaciones premiadas- de dos Premios Nobel de la Paz

Yo sí creo en la bondad inherente del ser humano, que es algo que se desaprende, según nuestro contexto cultural, y es algo que necesitamos fomentar.

Y dejar de someternos sin cuestionar a una violencia sistémica estructural patriarcal, a un sistema en el que se gobierna por imposición, donde el más fuerte es el que manda.

El error ha sido no buscar la cooperación, no buscar el entendimiento, creer que siempre tiene que haber alguien inferior a nosotros del que poder abusar o explotar.

Es algo que estamos haciendo tanto con los otros seres humanos como con otras especies o la misma naturaleza.

Debemos dejar de ignorar nuestra humanidad, nuestro impulso, y resaltar a parte de convivencia, la parte de la paz.

BBC Mundo habló con Carlos Umaña en el marco del Hay Festival Querétaro, que se celebra entre el 7 y el 10 de septiembre en esa ciudad mexicana.

martes, 31 de octubre de 2023

Qué puedes hacer para dormir mejor en un vuelo de larga distancia, según una experta en salud del sueño


Personas durmiendo en un avión

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A algunas personas les resulta más fácil dormir en un avión que a otras.



Para la mayoría de nosotros, la perspectiva de un vuelo de larga distancia es emocionante, aunque también da un poco de nervios. Estamos en camino a un lugar diferente, quizás de vacaciones, o para reencontrarnos con amigos o familiares.

Incluso trabajar puede ser más interesante cuando estás en un sitio nuevo.

Por supuesto, quieres llegar descansado y listo para empezar. Pero, por su propia definición, un vuelo de larga distancia implica viajar por un período de tiempo largo, por lo general de más de 12 horas.

Si estás viajando de Nueva York a Singapur, pueden ser cerca de 19 horas.

Todo ese tiempo estás confinado en un asiento supuestamente reclinable, pero uno siente que apenas se mueve, mientras que el asiento de adelante parece reclinarse diez veces más que el tuyo.

¿Qué puedes hacer para lograr un descanso decente?

Acepta la situación

El primer consejo para dormir en este entorno es reducir un poco tus expectativas. Los humanos simplemente no están diseñados para dormir en una posición casi vertical.

A menos que tengas la suerte de volar en una clase donde el asiento pueda ponerse de manera horizontal, es muy poco probable que bajes del avión habiendo dormido de corrido por ocho horas.

Bajar las expectativas ayuda te ayudará a relajarte.

Investigaciones de colegas y mías han demostrado que los pilotos –que tienen una litera para dormir en sus pausas durante el vuelo- duermen de forma liviana y fragmentada.

A pesar de que no tienen un sueño de mucha calidad, puedes quedarte tranquilo que nuestra investigación también muestra que los pilotos siguen siendo muy buenos en su trabajo durante un vuelo de larga distancia.

Esto, sumado a otros hallazgos de varios estudios de laboratorio, nos dice que, incluso unas pocas horas de sueño liviano tiene sus beneficios.

Entonces, aunque no puedas dormir tus habituales ocho horas durante el vuelo, dormir un poco te ayudará a sentirte bien y funcionar mejor en tu destino.

Además, no somos buenos para juzgar cuánto dormimos, particularmente durante el sueño liviano e interrumpido. Con lo cual es probable que hayas dormido más de lo que piensas.

Calcula tu sueño y tus bebidas

El horario de tu vuelo, y el consumo de alcohol y cafeína tendrán un impacto directo en tu capacidad de dormir en el avión.

Suponiendo que estés adaptado a la zona horaria de donde parte el vuelo, los vuelos diurnos harán que sea mucho más difícl dormir en el avión, mientras que los vuelos nocturnos harán que sea más fácil.

La cafeína y el alcohol tienen un impacto directo en la calidad del sueño.

Todos los humanos tenemos un sistema de cronometraje circadiano (de 24 horas) que nos programa para dormir por la noche y estar despiertos durante el día. Estar dormido (o despierto) en contra de este sistema de cronometraje biológico presenta desafíos significativos.

Nuestro estado de alerta disminuye de forma natural en medio de la tarde, lo que hace que este sea un buen momento para tratar de dormir en un vuelo diurno.

En un vuelo nocturno, será más fácil dormir después de que sirvan la cena. De otro modo estarás luchando contra los ruidos, la luz y el movimiento de gente a tu alrededor.

Como estimulante, la cafeína nos ayuda a mantenernos alerta. Incluso si eres un bebedor habitual de café y puedes dormirte después de consumir cafeína, tu sueño será más liviano y te despertarás con más facilidad.

Por otro lado, el alcohol nos da sueño pero interfiere con la habilidad del cerebro de entrar en la fase REM (también conocida como sueño onírico).

Aunque puedas sentir que te duermes más fácilmente después de beber alcohol, tu sueño se verá más perturbado una vez que tu cuerpo metabolice el alcohol e intente recuperar el sueño REM que perdió.

¿Y si tomo melatonina u otras drogas?

Alguna gente encuentra que tomar una pastilla para dormir o melatonina puede ayudarla en un vuelo. Esto es una elección muy personal. Antes de tomar cualquier medicación para dormir o melatonina debes consultar con un médico, y solo tomar lo que te prescribieron.

Tomar algo para dormir en un vuelo es una elección muy personal.

Muchos medicamentos para dormir no permiten que se tenga un sueño normal y pueden hacer que te sientas aturdido o somnoliento después de despertarte.

Es importante recordar que la melatonina es una hormona que nuestro cerebro usa para indicarnos que es de noche. La melatonina puede ayudarte a dormir, pero dependiendo cuándo y cuánto tomes, puede cambiar tu reloj circadiano.

Esto podría hacer que te alejes aún más de estar alineado con la zona horaria de tu destino.

Tomar melatonina en tu tarde y noche biológica desplazará tu sistema de cronometraje circadiano hacia el este (o más temprano) y tomarla hacia el final de tu noche y mañana biológica y empujará tu sistema circadiano hacia el oeste (o más tarde). Todo se complica muy rápidamente.

Prepara tu ropa y accesorios

Prepárate de modo que puedas crear la mejor situación posible para dormir dentro de los límites de tu asiento.

Usa capas de ropa cómodas como para que te puedas sacar cosas si tienes calor o poner si tienes frío, y mantén tu frazada y no la pierdas bajo tu asiento.

Vístete con capas y no pierdas tu frazada.

La luz y los ruidos interrumpen el sueño, así que lleva un antifaz para los ojos y tapones de oído (o un auricular que tape el ruido) para bloquearlos. Practica con ambos objetos en tu casa, ya que puede tomar tiempo acostumbrarse a usarlos.

Una parte normal y necesaria del proceso de quedarse dormido es la relajación, incluida la de nuestros músculos del cuello.

Al sentarnos, esto significa que nuestras pesadas cabezas ya no tendrán un buen apoyo, lo que provoca esos horribles cabeceos que la mayoría de nosotros hemos experimentado.

Trata de sostener tu cabeza con una almohada de cuello, o si te sientas al lado de la ventana, con la pared del avión. A menos que conozcas a la persona sentada al lado, apoyarles la cabeza no es una una buena opción.

Trata de no forzarlo

Finalmente, si te despiertas y te cuesta volver a dormir, no insistas.

Aprovecha el entretenimiento que ofrece el vuelo. Esta es una de las pocas ocasiones en que los científicos te dirán que está bien recurrir a la tecnología, y mirar una película o muchos capítulos de una serie de TV, o, si prefieres, escuchar música o leer un buen libro.

Padre e hijo en un avión 
Padre e hijo en un avión

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Pie de foto,

Si no te puedes dormir, no insistas, aprovecha para mirar películas o escuchar música.


Cuando te dé sueño, puedes volver a intentar dormir, pero no te estreses o preocupes por dormir lo suficiente.

Nuestro cerebro es muy bueno para dormir, confía en que tu cuerpo compensará lo que le falta cuando pueda.

*Leigh Signal es profesora de Manejo de la Fatiga y Salud del Sueño, investigadora, Universidad Massey, Nueva Zelanda.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.



Cuáles son las 5 fases de la imaginación y por qué es importante desarrollarlas todas

Adriana Grimaldo

FUENTE DE LA IMAGEN,ADRIANA GRIMALDO

  • Author,Adriana Grimaldo lleva años pensando en la imaginación. E incentivándola.

La experta mexicana promueve la educación imaginativa, una teoría creada en los años 90 por el irlandés Keran Egan, que es especialmente popular en Canadá, pero cada vez gana más espacio en México y Chile.

Se trata de una teoría que busca expandir las posibilidades de la imaginación, con el fin no sólo de alcanzar nuestro potencial creativo, sino de ser más empáticos y entender mejor la vida y el mundo.

En entrevista con BBC Mundo, Grimaldo explica cuáles son las cinco fases de la imaginación y por qué es importante desarrollarlas.

Consejera académica de CIRCE (Centre for Imagination in Research Culture and Education), coautora de "Aprendizaje: una forma de vida. Alcances y prácticas de la educación imaginativa”, y autora de elogiadas novelas juveniles, la especialista participa en el Hay Festival de Querétaro, que se realiza en esa ciudad mexicana del 7 al 10 de septiembre.

La 5 fases de la imaginación: 
somática, 
mítica, 
romántica, 
teórica 
y creativa.

Uno podría pensar que la educación imaginativa es algo para los niños, ¿es un mito?

Es un mito. La imaginación tiene cinco fases que se desarrollan a lo largo de la vida. Mientras más años tienes, mayor es el potencial para imaginar.

A mí me gusta mucho trabajar con adultos porque son las personas que ya tienen acumuladas las cinco fases de la imaginación: la somática, la mítica, la romántica, la teórica y la creativa.

El cometido de la educación imaginativa es que las personas conozcan cómo funcionan con cierta profundidad esas cinco fases y puedan educarlas.

Cuando somos bebés estamos en la fase somática, eso quiere decir que imaginamos desde el cuerpo. Aunque el lenguaje oral no está presente, el bebé se comunica fabulosamente usando gestos, los sentidos, las sensaciones, el humor. En todo eso se manifiesta la imaginación.

Cuando el niño empieza a hablar desarrolla la imaginación mítica. Su característica especial es que hay mucha fantasía, mucha libertad mental, muchas historias.

¿Y eso se acaba en la adolescencia?

Cambia porque el adolescente vive en la imaginación romántica, que es la tercera fase.

El adolescente pasa por un duelo cuando descubre que el mundo no es lo que pensaba. La mente de la imaginación romántica brinca mucho entre el duelo del pasado y el augurio de un futuro muy distinto.

En la adolescencia prima la imaginación romántica.

Se imaginan cómo será su futuro desde una mente sumamente egocéntrica porque creen que sus experiencias son la realidad.

La cuarta fase es la imaginación teórica-filosófica, que se da en una mente que ha reposado.

Avanza desde la imaginación del cuerpo, trae las fantasías de la infancia, pasa por las experiencias de la adolescencia y está buscando callarse, porque ha entendido que no lo va a poder saber todo.

Empieza a teorizar, a hacerse preguntas.

¿Y dónde busca respuestas?

En los libros, en las conversaciones, fuera de sí mismo.

Es una imaginación más nutrida, una mente que se ha abierto a buscar respuestas porque sus experiencias no son suficientes.

Es interesante la idea de que la mente busca callarse…

La persona más imaginativa es la que ha sabido callar porque ha escuchado lo que imagina el otro y ha sumado a su propio imaginario algo de su imaginario. Es la quinta fase de la imaginación adulta, la fase creativa.

Es una imaginación más elevada porque está llena de referentes externos a la propia mente. Es una fase mucho más serena y, por lo tanto, mucho más creativa.

¿Hay adultos sin imaginación?

No, no, no. No existe ningún adulto sin imaginación. Neurológicamente eso no es posible.

Yo estoy en Ciudad de México, que es una zona sísmica. Si alguien oye una alarma sísmica, sale corriendo y lo hace porque su cuerpo, desde el inconsciente, imaginó peligro. La imaginación es un mecanismo que tenemos hasta para sobrevivir.

Ahora, hay una imaginación más educada, más sofisticada, pero no hay un solo ser humano que no tenga imaginación.

¿Qué pueden hacer los adultos que piensan que no tienen imaginación, que no tienen nuevas ideas?

Si tú sales de tu egocentrismo y te abres a los otros, vas a tener más ideas.

Estamos pasando por una época de mucho egocentrismo, que es un veneno para la imaginación, porque mi referente nada más soy yo y mi propio mundo mental. Y eso es tristísimo.

La imaginación, desde la teoría de Keran Egan, habla mucho de la empatía, de la comunicación con el otro, del desarrollo de las habilidades sociales, para mejorar tu propia imaginación.

Y el que está sentado en una silla, con la imaginación bloqueada, ¿qué puede hacer?

Pararse a caminar.

Si estás bloqueado, mueve tu cuerpo, porque la imaginación somática siempre tiene mucho que ver. El movimiento físico ayuda definitivamente a desarrollar las ideas, la creatividad. Conversa, amplía tus referentes, sal al mundo.

Imagínate que tienes una casa de cinco habitaciones. Llegas del trabajo, cocinas, te sientas en el mismo sillón de siempre y te vas a dormir a una habitación pequeña. No entras al balcón, no entras a la sala, no te das un baño en tu alberca.

Si la casa es tu imaginación, no la estás ocupando. Como adultos nos quedamos en un rinconcito de nuestra casa y ahí nos pasamos la vida.

Pero si tenemos una imaginación educada, vamos a ocupar toda la casa, y seremos más creativos, e incluso más empáticos.

Y para educarla hay muchas herramientas: juegos, metáforas, historias, chistes y todo lo que recrea la vida mental de la infancia y la adolescencia.

¿Hay adultos desconectados de alguna de las cinco fases de la imaginación?

Todas las fases de imaginación se suman.

Una persona adulta que esté desconectada de su fase mítica es una persona desesperanzada; una sin imaginación romántica, no tiene ideales, no tiene ganas de cambiar el mundo, está fastidiada.

Por eso es importante conocer cómo funciona la imaginación y educar la propia.

Conocerla sirve para tener un grado mayor de comprensión de la humanidad.


Tiempo varado, poemas a modo de Haiku

Tiempo varado.    

Vienen a continuación una serie de pequeños poemas a modo de haikus. 

    Digo a modo de haikus porque, en puridad, me temo que no pueden ser considerados como tales. Así es, si se entiende por haiku al tipo de poema original de ese nombre que ha de construirse con unas reglas que yo no he respetado en la mayoría de los que habitan en estas páginas. Por cierto, como me parece a mí que ocurre con la inmensa mayoría de sus creadores contemporáneos occidentales. 

     En el sentido más estricto, un haiku es un viejo poema japonés que empezó a escribirse en el siglo XIII con tres versos de cinco, siete y cinco sílabas y que debiera tener dos partes. Una primera ubica espacial o temporalmente al poema, y la segunda contiene una acción espontánea, simple y que impacta en quien lo lee como una especie de rayo inesperado. El purismo exigiría que el haiku contenga en esa primera parte un “kigo”, es decir, una referencia a la estación del año a la que se refiere el poema. De no llevarla, sería un muki y no un haiku. También habría de contener una escena cercana a lo cotidiano y una sensación, expresadas con estilo muy sencillo y directo, y todo ello compuesto con un corte gramatical o cesura. Si de ambas cosas carece, de kigo y de esta última cesura, y si además el poema habla de relación o convivencia entre personas, tampoco sería haiku en puridad, sino un senryū, su hermano rebelde, según se dice.  

      Me parece que fue Roland Barthes, en su libro El imperio de los signos, quien mejor, con más sencillez y luminosidad, ejemplificó lo que es un haiku: “El haiku reproduce el gesto indicativo del niño que muestra con el dedo alguna cosa, diciendo tan solo: ¡esto!, ¡mira allá!, ¡oh!, ¡ah!”. 

     Los poemas de esta pequeña obra quizá puedan llamarse generosamente haikus si se atiende a que están escritos siguiendo la simple regla de tener tres versos de cinco, siete y cinco sílabas (espero que bien contadas) y a que reflejan sentimientos o sensaciones sin demasiada complejidad, de la manera más simple posible y queriendo jugar siempre con cierto doble sentido, provocar la confusión y presentar con espontaneidad las heridas, sorpresas, risas, amores, quebrantos o lamentos que seguramente todas las personas -como el autor en este caso llevamos dentro. 

      He tardado mucho tiempo en completar esta colección de haikus (¿se me permite, entonces, que los llame así?) porque no los he podido escribir cuando me lo he propuesto. Decía José Hierro que la poesía se escribe cuando ella quiere y, al menos a mí, eso es lo que me ocurre. Los haikus que siguen han salido por su propia cuenta y riesgo, a cualquier hora, y algunos en los momentos en que menos podía yo pensar que se me iba a ocurrir escribir un verso. 

       Aunque parezca ordenada, en la secuencia con que los presento en estas páginas no hay orden ni concierto. Y tampoco hay siempre tras ellos -o sí, esa es la gracia- personas, espacios o momentos reales. A mí me ocurre lo que decía Graham Green que le pasa a todas las personas reales: estamos repletos de seres imaginarios. Aunque, al mismo tiempo, debo decir que cada haiku está donde ha querido estar y que yo lo he puesto donde ambos hemos convenido que es su sitio. Lo mismo que todos llevan consigo rostros, almas o situaciones reales, porque mis seres imaginarios también están repletos de personas reales. Aquí, cualquier verso puede ser, al mismo tiempo, lo que dice o parece, y lo contrario; tener detrás a alguien, o que ese alguien no sea nadie. 

        Es sabido que trasladar a versos los sentimientos es algo así como desnudarse en público. A mí eso me produce, por un lado, cierto pudor, pues imagino mirándome como un voyeur a quien, tras cada verso, tan sólo quiera ver lo que del mí real pueda haber. Aunque, por otro, me divierte imaginar las confusiones que ese afán por descubrir provocará, sin duda, en quien quiera ir más allá de lo que son siempre los versos, un sueño, una fantasía, la palabra que se dice y no se dijo o la que, dicha, cobra ahora otro sentido; un juego, la emoción y la magia que permite a cada cual ver en ellos lo que cada quien quiere ver. Según el sofista Gorgias, un engaño. Pero, cuidado. Un engaño, decía, en el que quien engaña es más honesto que quien no engaña, y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja. 

          Casi todo lo que he hecho en mi vida (desde luego, lo más importante e incluso lo que más sacrificio, renuncias, dolor o coste me ha supuesto) lo he realizado siempre por amor, solamente por el gusto de hacerlo o por ambas cosas a la vez, es decir, sin tener más ambición que la de sentirme libre y feliz viviendo la experiencia que, en cada caso, conllevase mi elección. A mí, sin duda, me ha pasado lo que Jean Paul Sartre dijo (no me atrevería yo a decir si con acierto) que le ocurre a todos los seres humanos: he vivido condenado a ser libre. 

          Publicando modestamente estos versos modestos vuelvo de nuevo a perseguir simplemente ese placer de hacer algo sólo por el gusto de hacerlo. Si bien ahora, eso sí, desearía que semejante satisfacción fuese compartida y que, a quien los lea, le gusten estos haikus y los disfrute. Aunque simplemente sea por el mero hecho de leerlos, o quizá de leerme. 

Juan Torres López. 
Sevilla, octubre de 2023.