viernes, 13 de septiembre de 2024

A las señoras de la limpieza

Todos los años, desde que comencé a escribir en este espacio hace ahora veintiún años, he dedicado un artículo por estas fechas a dar la bienvenida al nuevo curso escolar.

Habituados a este prodigio de la sociedad democrática, no le damos importancia. Sin embargo es un hecho impresionante que la maquinaria del Estado ponga en marcha un proyecto de esta envergadura, en todos los niveles del sistema educativo a lo largo y ancho del país. En alguna de esas bienvenidas propuse que se celebrase la fiesta de Curso Nuevo, del mismo modo y por mayor motivo que se celebra la fiesta de Año Nuevo. Sé que algunos colegios han hecho realidad esta sugerencia. Espero que lo sigan haciendo y que otras instituciones hagan suya la iniciativas.

Este año quiero dar la bienvenida al curso escolar rindiendo homenaje de gratitud y admiración a un colectivo profesional que, con su trabajo, hace posible el desarrollo del proyecto educativo que los docentes realizan en los centros educativos. Un colectivo sin el protagonismo que tienen las autoridades académicas, la inspección, los directores y directoras, el profesorado, las familias y los propios alumnos y alumnas. Concretamente, agradeceré su trabajo a las señoras de la limpieza. En ellas veré representados otros colectivos como los conserjes, los conductores de autobús, las cocineras, las enfermeras, los administrativos, los representantes de Ayuntamientos en el Consejo Escolar, los proveedores, los encargados de la seguridad…

Hablamos de señoras de la limpieza, no de señores de la limpieza. Se trata de un gremio altamente feminizado. En nuestra cultura machista la limpieza ha sido y, al parecer, sigue siendo, una tarea feminizada. Ahí están las Kellys, las que limpian, librando su batalla de justas reivindicaciones. El nombre «Las Kellys» proviene de un popular juego de palabras en inglés: «la Kelly, la que limpia». La expresión se ha popularizado para incidir en el trabajo de las mujere que limpian hoteles. En efecto, las mujeres se han hecho cargo de tareas sencillas, humildes, escasamente remuneradas, que nadie quiere hacer.

La discriminación sigue existiendo. Algunos, de forma ingenua y equivocada, dicen que si una mujer ha llegado a alcanzar el éxito, todas pueden hacerlo. No es verdad. Se trata del mito de la excepción. No es cierto que las mujeres estén en las mismas condiciones que los hombres. Si para unos pocos puestos hay muchos y muchas aspirantes, y unas parten en peores condiciones, es lógico que los otros (las otras, en este caso) lleguen con mayor dificultad. La cultura del delantal y de la fregona todavía tienen presencia entre nosotros.

Probablemente las señoras de la limpieza de nuestros centros educativos se encuentren contentas y agradecidas por tener un trabajo fijo, regularmente (en las dos acepciones del adverbio, temporal y cantidad) remunerado en una institución escolar. Un trabajo imprescindible para que la institución funcione. ¿Podríamos imaginar un centro escolar en el que se fuese acumulando la porquería sin que unas manos enguantadas fueran limpiando lo que otros ensucian?

Humildemente, pacientemente, van moviendo las mesas, recogiendo el contenido de las papeleras, eliminando el polvo, colocando las cosas en su sitio, fregando los suelos y limpiando los cristales. Dichoso inventor de la fregona. Fue Manuel Jalón, un militar riojano que nunca cobró royalties por su creación. Los hombres y mujeres que friegan los suelos deberían hacer un monumento a este pragmático inventor, nacido en 1925

Gracias a ese trabajo, un tanto rutinario, de las señoras de la limpieza, los alumnos y las alumnas van a ir aprendiendo, van a seguir formándose para conseguir un puesto de trabajo más creativo y mejor remunerado que el que ellas realizan cada día.

Conozco algunos centros, he de añadir que se trata de colegios privados, en los que no se permite a los alumnos relacionarse con las señoras de la limpieza. Se trata de una disposición clasista. Para realizar trabajos de limpieza no hace falta haber conseguido ningún certificado académico, pero la dignidad de las personas no está vinculada a las titulaciones. Cada persona tiene su dignidad de forma consustancial, sea cual sea su raza, religión, clase, sexo o formación académica.

Los alumnos y las alumnas de esos centros suelen tener en la casa personas que realizan trabajos de limpieza. Y corren el riesgo de pensar que las señoras de la limpieza de la escuela tienen esa misma condición de ser sus sirvientas. No. Las señoras de la limpieza no están ahí para recoger lo que algunos tiran por descuido o para limpiar lo que otros ensucian de forma irresponsable. Para eso están las señoras de la limpieza, dicen algunos que se consideran señoritos de nacimiento.

Hace algunos años, exactamente catorce, publiqué en la editorial Homo Sapiens, un libro titulado “Pasión por la escuela. Cartas la comunidad educativa“. Hay en ese libro un capítulo dedicado a esos agentes del sistema educativo que trabajan en la sombra.

Quiero dar las gracias a las mujeres de la limpieza por su trabajo sacrificado, humilde y silencioso que realizan en las instituciones educativas. Si el director se ausenta una semana, todo puede seguir funcionando con normalidad, si ellas dejan de trabajar una semana, no se puede entrar en las aulas.

Sé que ponen todo su empeño en hacer las cosas bien, en que todo esté en su sitio y todo esté limpio y ordenado. Llegan con puntualidad y buen ánimo cada día. De forma silenciosa y eficaz, al cabo de unas horas todo vuelve a su sitio, todo queda ordenado y resplandeciente, como si alguien hubiese hecho magia. Sería mejor decir que realmente la hacen.

Muchas veces me ha llamado la atención el gesto de una de estas mujeres que se encuentra fregando el suelo y, al verte llegar, se detiene y te pide que pases por ese lugar que acaba de ser limpiado. Perdón, señora, suelo decir, no es justo que usted limpie y yo ensucie. El encuentro se salda con una sonrisa.

Es probable que les duelan algunos comportamientos de los alumnos y de las alumnas. Porque ellas no están para quitar chicles pegados en las mesas ni para recoger lo que queda fuera de la papelera cuando los chicos juegan al baloncesto tratando de meter a distancia las bolas de papel en la improvisada canasta, o para retirar compresas de los baños.

Su trabajo es sacrificado y humilde. Hay que limpiar los baños y no siempre los chicos y las chicas saben comportarse Las puertas de los wáteres han sido muchas veces un espacio para todo tipo de grafittis.

Hay centros en los que no se colocan rollos de papel en los baños con la excusa de que los chicos atascan los wáteres. Los profesores tienen en su mesa un rollo y los alumnos que quieren ir al baño llevan un trozo. ¿Y si está descompuesto? Lo vengo denunciado desde hace muchos años. ¿Por qué no atascan los baños en sus casas? Y otra cosa: ¿cómo van a aprender a usar los rollos si no hay rollos? No es verdad que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que mientras no sean libres no pueden ser responsables.

Sería estupendo que el director o la directora presentase a los alumnos y a las alumnas a estas personas y que conociesen sus nombres. No son robots que hacen tareas ingratas, son personas de carne y hueso que tienen familia y que a veces arrastran problemas. Merecen el respeto, la admiración y la gratitud de todos por el trabajo que realizan.

Por cierto fueron estas personas quienes más sensibles se mostraron ante la carta que les había escrito en el libro que he citado más arriba. Un día, después de impartir una conferencia en un Colegio de la ciudad de Oviedo, me esperaban las señoras de la limpieza Y me preguntaron si era el autor de la carta que ellas tenían pegada en la puerta del lugar donde tenían sus uniformes y sus útiles de trabajo, porque querían decirme que nadie les había reconocido nunca que fueran tan importantes.

Mi amigo Horacio Muros, director de una escuela argentina fue llamando a los destinatarios de mis cartas, para leerles la suya y pedirles opinión sobre su contenido. Las señoras de la limpieza, según me dijo, se mostraron especialmente agradecidas.

El nuevo curso escolar llega cargado de proyectos, de ilusiones, de prometedoras experiencias de aprendizaje y de encuentro. Se irán haciendo realidad gracias al trabajo de estas personas que cada día obran el milagro de dejarlo todo limpio y ordenado.

jueves, 12 de septiembre de 2024

_- La expulsión de los moriscos españoles, un crimen de lesa humanidad

_- Hace 415 años, en 1609, comenzó a perpetrarse una página negra de la historia de España, menos publicitada que la expulsión de los judíos pero con similares efectos devastadores en la sociedad y la economía.

Seguimos en la España del siglo XVII, el Siglo de Oro de los creadores, de oro molido para una minoría de privilegiados y de oropel para la inmensa, sufrida mayoría. Tras las deslumbrantes bambalinas literarias, artísticas, científicas reina el orden bien entendido: es una de esas épocas de extremada corrupción a que tan aficionadas son, históricamente, las élites de la sociedad española.

La corte de Felipe III, ‘el Piadoso’, está dominada por su valido: Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia –recompensados sus oficios por el monarca con el ducado de Lerma y grandeza de España–, un águila en el tráfico de influencias, los sobornos, la venta de cargos públicos y, sobre todo, santo (o diabólico) patrón honorario del Colegio Oficial de Especuladores Inmobiliarios de España.

Hasta 1561, la corte de Castilla había sido, como en muchos otros países europeos, itinerante, es decir, se establecía en la ciudad donde se celebrara la convocatoria a Cortes Generales. Los planes unificadores de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón eligieron Castilla por no ser, paradójicamente, tan centralista como Aragón y su nieto Carlos V y bisnieto Felipe II mantuvieron la tradición, aunque designaran Toledo como residencia personal. En 1561, Felipe II se trasladó a Madrid, por ser ciudad fortificada por los fundadores árabes, disponer de un alcázar acondicionado por su padre, estar alejada de los centros de poder y presión de los grandes aristócratas y eclesiásticos y tener un clima apropiado para la frágil salud de su tercera esposa, Isabel de Valois. Y aunque las Cortes generales siguieron migrando por Castilla –Toledo, Aranjuez, Ocaña, Ávila, Medina del Campo, Segovia, incluso Madrid y Valladolid, que las albergó 45 veces a lo largo de la historia–, con el tiempo se convirtió en capital del imperio español.

En 1601, Lerma convence al rey, un indolente entregado a la caza, a su pasión por las artes y a sus rezos compulsivos, de la conveniencia de trasladar la capital del reino de Madrid a Valladolid, a pesar de las inútiles protestas, fiestas y rogativas de la nobleza, los comerciantes y el pueblo madrileño para que no lo hiciera. Cuando cortesanos y funcionarios llegaron a Valladolid con intención de comprar fincas para sus nuevas casas y palacios se encontraron con que el dueño de todo no era otro sino el duque de Lerma, que se había dedicado con anterioridad a comprar fincas e inmuebles vallisoletanos a un precio ridículo y ahora las vendía a precio de oro. El mismo rey estuvo un tiempo sin palacio propio, hasta que el duque le vendió el de Benavente, que él mismo había comprado meses antes. Además, Lerma quería alejar al rey de la influencia de su madre, María de Austria, recluida en el convento de las Descalzas Reales de Madrid, enemiga de las trapacerías del valido. Fallecida ésta, Lerma, que había hecho la operación inversa, comprando a la baja en el deprimido mercado inmobiliario madrileño, y cobrando exacciones a los comerciantes, convenció nuevamente al monarca de devolver la capitalidad a su sitio en 1609.

Con la muerte de Felipe III y el cambio de valido, los enemigos de Lerma hicieron limpieza y sacaron a la luz los delitos y las fortunas ilícitas de los anteriores mandamases, lo que llevó a juicio en 1619 a Lerma y a su hombre de confianza, Rodrigo Calderón, quien terminó siendo ajusticiado en la Plaza Mayor de Madrid en 1621. Pero no pudieron juzgar al duque, ya que se adelantó jugando hábilmente una carta que le salvaría la vida: solicitó al papa Pablo V que lo nombrara cardenal, lo que suponía que sólo el Sumo Pontífice podía juzgarle y, por consiguiente, eludir la justicia del nuevo rey, Felipe IV, quien, además, estaba obligado a rendirle pleitesía como alto representante de Cristo en la tierra, ya saben. El papa, que le debía de deber algún señalado favor, accedió en 1618 a la petición y le concedió el capelo cardenalicio. Ante este hecho, se hizo famosa en la corte una coplilla de Juan de Tassis, conde de Villamediana:

Para no morir ahorcado,

el mayor ladrón de España

se viste de colorado.

Lo dicho: un águila.

Aunque, cardenal y todo, finalmente, cayó, y tras vestirse de colorado, Felipe III lo desterró a su mayorazgo de Lerma y en agosto de 1624 fue condenado a devolver al reino más de un millón de ducados, unos 200 millones de euros actuales y entonces, una quinta parte de las rentas anuales de la corona.

De las honrosas capitulaciones a la persecución
Pero mucho antes de su caída, todavía le quedaba otro negocio indigno: la expulsión de los moriscos: 300.000 españoles que dejaron atrás unas 100.000 viviendas, tierras, negocios, riquezas…

Hace 415 años, el 4 de agosto de 1609, Felipe III, tras haber obtenido Lerma la unanimidad del Consejo de Estado, firmó la orden para expulsar a los moriscos de España y de todos los territorios de la Corona y con ella se consuma otro de los feroces episodios de la historia de “este país de todos los demonios”, como lo llamó el poeta Jaime Gil de Biedma.

Hubo antecedentes, unos provechosos para las arcas de la corona y de la Iglesia, la expulsión de los judíos en 1492, y otros para el reino de Cristo en España, las conversiones masivas de moriscos para huir del exterminio en que estaban empeñados sujetos como san Vicente Ferrer y el canciller de Castilla y obispo de Burgos Pablo de Santa María –el judío converso Salomón ha Levi, que había sido gran rabino de Castilla–, pero, al contrario que los judíos –’pueblo deicida’, acaparadores de bienes, recaudadores de impuestos, etcétera–, con los moriscos no había ninguna animadversión popular. De hecho, durante la llamada ‘Reconquista’ –término en discusión por la historiografía moderna–, los conquistadores cristianos habían observado en el camino de vuelta los mismos términos que habían establecido los conquistadores andalusíes en el camino de ida: respeto de la religión, costumbres, derecho del pueblo conquistado, que sólo estaba obligado, si no se convertía a la religión del conquistador, de satisfacer impuestos personales y territoriales.

De hecho, las rebeliones mudéjares (musulmanes no bautizados) y moriscas (musulmanes bautizados) de los reinados de los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II, obedecieron a deshonrar, impulsados por integristas intolerantes como Tomás de Torquemada y el cardenal Cisneros, las capitulaciones firmadas en 1591 por Isabel y Fernando con Boabdil el Chico para la rendición del reino de Granada.

Judíos y musulmanes de los reinos ibéricos, pronto: de España, estaban presos en un círculo infernal: mientras conservaran su creencia estaban a salvo de la feroz Inquisición, que, como pareciera natural, sólo tenía potestad sobre los creyentes en la “Verdadera Fe de Cristo”. Pero si no se convertían, eran expulsados, perdían todos los bienes que no pudieran transportar y no podían sacar oro, plata ni monedas ni joyas. Y si se convertían, se convertían en cristianos nuevos, carne de cárcel, de hoguera, de expolio…, en víctimas de la feroz Inquisición. Desde que en 1499 cambia la política religiosa en Granada, las acciones contra los moriscos se suceden cada año a lo largo de todo el siglo XVI hasta desembocar en la expulsión definitiva.

El 22 de septiembre de 1609 se dio a los moriscos de Valencia, por donde empezó la expulsión –la comunidad morisca valenciana constituía un tercio de la población–, un plazo de tres días para embarcar –obligándolos a pagar el pasaje en navíos de la flota de Flandes– “y que se echen en Berbería” con los bienes muebles que pudieran acarrear, “sin que reciban mal tratamiento, ni molestias en sus personas, ni lo que llevaren, de obra, ni de palabra”, advirtiendo que si cumplidos los tres días fueran encontrados por los caminos u otros lugares “pueda cualquier persona sin incurrir en pena alguna prenderle, y desvalijarle, entregándole al Justicia del lugar más cercano; y si se defendiere, le pueda matar”. Felipe III decía en su orden real que adoptaba el “remedio a que en conciencia estaba obligado, para aplacar a nuestro Señor que tan ofendido está desta gente”…

Apaciguar al Señor era, pues, lo principal para los católicos delincuentes; llenarse las faltriqueras –por tercios: la corona, la Iglesia y la Inquisición, descontando las prebendas y lo que se pegara a las manos de los intermediarios–, efecto colateral no buscado. El Consejo de Estado, presidido por Lerma, se oponía a la expulsión por las graves consecuencias económicas y para el desarrollo del país que supondría –en la memoria seguía presente la nefasta experiencia de la expulsión de los judíos– y argüían, razonablemente, que la falta de integración de los moriscos era culpa de “los señores”, que “se aprovechan de ellos” y los mantenían en condiciones extremas de pobreza, y puesto que se mandaban misioneros a evangelizar China y Japón, con más razón habían de emplearse en hacerlo con los moriscos españoles. Prejuicios que desaparecieron en cuanto les aseguraron a Lerma y sus secuaces que recibirían las tierras y casas de los expulsados para resarcirles de la pérdida de mano de obra tan barata como disfrutaban.

Ya se lo preguntaba el conde de Villamediana:

Cien mil moriscos salieron

y cien mil casas dejaron;

las haciendas que se hallaron,

¿en qué se distribuyeron?

La expulsión continuó en Andalucía, Extremadura y el resto de la Corona de Castilla, la Corona de Aragón –donde una sexta parte de la población era morisca– y el Reino de Murcia y, finalmente, en 1613, el incombustible valle murciano de Ricote, también llamado Valle Morisco. Miles de moriscos, ya verdaderamente cristianizados, prefirieron exiliarse en Europa antes de que los “echaran” en países de Berbería, con cuya fe nada tenían que ver, aunque sí con sus costumbres.

Puede hablarse de una verdadera guerra civil continuada donde todas las víctimas siempre, como siempre, las pusieran los mismos y del mismo lado. ¿Cuántos de esos moriscos expulsados no tendrían entre sus ancestros cristianos tan viejos como los cristianos viejos y que de grado o por fuerza hubieron de convertirse al islam siglos antes? Sin olvidar, dice la historiadora Kim Pérez Fernández-Fígares, de la Universidad de Granada, que “Hacia 1150, la población mozárabe [cristianos en la España musulmana] del centro de la Península se acrecentó cuando llegó una nueva oleada, en un impresionante vaivén: muchos descendientes de los que habían sido deportados por los almohades a Marruecos, un siglo antes (la primera expulsión de la historia de la Península, esta vez contra cristianos y hebreos) retornaron a la tierra de sus padres y se establecieron en el Reino de Toledo: muchos miles de guerreros y peones cristianos atravesaron el mar y vinieron a Toledo”.

Las ‘soluciones finales’
Y parece que aún hay que dar gracias a que el rey exterminador fuera ‘el Piadoso’, a pesar de la crueldad de las medidas que acompañaron a la Real Orden: solo seis familias de cada cien fueron autorizadas a quedarse –¿puede dudarse de qué 6% sería sino de la minoría poderosa de la comunidad musulmana?–. También podrían quedarse quienes, a criterio del funcionario verdugo, demostraran su auténtico cristianismo, además de mujeres casadas con cristianos viejos y niños menores de seis años, para ser adoptados por cristianos viejos para, claro está, ser esclavos y esclavas.

Pero gracias, porque –desde el reinado de Felipe II que ya había decretado en 1571 la expulsión de los moriscos del reino de Granada tras la rebelión de las Alpujarras y su deportación a diversas zonas de la península– las medidas propuestas por los cristianísimos inductores de la exterminación no tenían nada que envidiar a las que, siglos después, implementarán los nazis para perpetrar la Shoah genocida contra los judíos europeos: Martín de Salvatierra, obispo de Segorbe, propuso castrar a los varones y deportar a todos a Terranova y un doctor Fidalgo, prior de la orden de Calatrava, que se los pusiera en altamar en barcos sin aparejos y barrenados, a lo el duque de Alba de turno añadió que con explosivos…

Las cosas son así: como ya es normal en el país de las dos Españas, hay dos bandos, pero el tolerante de los humanistas frente al de las bestias descrito, el intolerante, no deja de ser también estremecedor: el humanista Pedro de Valencia (Zafra, Badajoz, 1555-1620) llama españoles a los moriscos y dice, además, que lo parecen –lo que es decir la pura verdad– y si figura en el bando de los tolerantes es sólo –y ya vemos que no es poco– porque de las ocho soluciones finales para la cuestión morisca de su Tratado acerca de los moriscos descarta, no sin analizarlas, la muerte, la escisión o amputación, la cautividad y la expulsión y, en cambio, recomienda la dispersión, la conversión, la permixtión o mezcla y la sujeción.

Un dominico integrista, el valenciano Jaime Bleda, que consagró su vida, decía, a “la total ruina del Imperio Mahometano y la restauración del Imperio Romano”, fue un persecutor indesmayable de los moriscos españoles ante el papado de León XI y la corte de Felipe II –ignorado por ambos por su enloquecido extremismo (no así en su pueblo, Algemesí, cuyos ayuntamientos, de derecha e izquierda, mantienen una calle en honor de su Barrabás local, la única de Valencia)–. Pero en los sucesores, el papa Pablo V y el rey Felipe III y su apéndice Lerma, encontró oídos a su obsesión y financiación para escribir su Crónica de los Moros de España (1618), ocho tomos destinados al Vaticano, en la que describe a los moriscos como “(…) muy amigos de burlerías, cuentos y novelas. Y sobre todo amicíssimos de bayles, danças, solaces, cantarzillos, alvadas, passeos de huertas y fuentes, y de todos los entretenimientos bestiales, en los que con descompuesto griterío y gritería suelen yr los moços villanos vozinglando por las calles. Tienen comúnmente gaytas y dulçainas, laúdes, sonajas, adufes. Vanagloriánse de baylones, corredores de toros, y de otros hechos semejantes de gañanes”.

Eso, lo bueno. Lo malo, “(…) capitanes, maestros y autores de los más excesivos crímenes, y más perjudiciales, a la república cristiana, de sacrílegos blasfemos, homicidas, falsarios, hechiceros, ladrones, herejes, apóstatas, promotores y ejecutores de toda maldad (…) derriban, y hacen pedaços las cruces de los caminos: que jamás confiesan, ni comulgan, ni reciben la confirmación ni la extrema Unción: que hacen mofa, y escarnio del Santísimo Sacramento del altar, con mil actos hereticales, todos los domingos y fiestas que les dicen misa: que matan a todos los cristianos que pueden a su salvo en odio, y abominación de la Fe, en particular a todos los pobres mendigos, que van a pedir limosna a sus lugares, y a otra gente simple, que pasa por ellos. Que hospedan a los moros de allende. Que a los esclavos que huyen de las galeras de Vuestra Majestad, y de sus amos, los pasan a África, comprando para ellos barcas, aunque los que se las venden publican después que se las han hurtado, o en barcas de trafago de franceses. Que por estos medios van, y vienen de Argel, siempre que quieren: y avisan allá, de cuanto pasa en España, que van proveyéndose de armas”…

La citada historiadora Fernández-Fígares lo resume así: “Los moriscos eran alegres, mientras que los cristianos eran severos”. Amor a la vida, sensualidad, sexo…; una trinidad satánica para el dominico y para el resto de propagandistas y de los exterminadores, que anima la proliferación de literatura difamatoria mediante mentiras –ya sabemos que las fake news no son de hoy– que van desde el consumo (de vino, de carne de cerdo, de caza…) a la herejía, pasando por el órgano más sensible del cristiano: el bolsillo –se los acusó de falsificar moneda, entre otros perjuicios económicos–.

Los perjuicios fueron, también, para los de siempre: los campos de pan abandonados, los ‘engenios açucareros’ parados, los arrozales mediterráneos secos, las huertas agostadas… El empobrecimiento demográfico acarreó una notable pauperización para las regiones afectadas, agravada por la crisis económica de la época –la corona se declaró en bancarrota en 1608– y el poco entusiasmo reproductivo de los cristianos.

Pero éste ya era entonces el país del “hecha la ley, hecha la trampa”. Se confió la ejecución de la orden de expulsión de los moriscos de ambas Castillas, La Mancha y Extremadura a Bernardino de Velasco y Mendoza, conde de Salazar, quien la aplicó con eficiencia: “Mezcla la misericordia con la justicia”, escribió Cervantes en el proemio de El coloquio de los perros (1613) –una ironía genial, para don Américo Castro, puesto que criticó la expulsión– y que el conde de Villamediana lo retrató con su agudeza habitual:

Al de Salazar ayer

mirarse a un espejo ví,

perdiéndose el miedo a sí

para ver a su mujer.

Pues reunía la fealdad física a la moral. En carta al rey, el 8 de agosto de 1615, dos años después de consumarse la expulsión, constata que los moriscos regresan por miles a sus lugares de origen, donde son acogidos y encubiertos, como emigrantes que vuelven a su tierra y son recibidos por sus hermanos: “En el Reino de Murcia donde con mayor desvergüenza se han vuelto cuantos moriscos del salieron por la buena voluntad con que generalmente los reciben todos los naturales y los encubren las justicias (…) que ya se han vuelto los que expelió, y los que habían ido y los que dejo condenados a galeras acuden de nuevo a quejarse el Consejo en toda el Andalucía por cartas del duque de Medina Sidonia, y de otras personas se sabe que faltan de volverse solos los que se han muerto”.

Pero parece que ni al rey ni a Lerma, quizá logrados sus objetivos de enriquecimiento y seguramente señalados por un Occidente que se civiliza con más rapidez que la civilizadora España –será el último país occidental en abolir la esclavitud…–, les importa el desvelo del feo Salazar ni la vuelta de los moriscos, que, como se queja el impotente expulsador, “se sabe que faltan de volverse solos los que se han muerto”.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Hace 51 años

Fuentes: El mostrador


Es importante recordar, mantener la memoria viva para que las generaciones que no vivieron esas experiencias estén al corriente de ese pasado, que, aunque obscuro, pertenece a nuestra historia.

El tiempo pasa a ritmos diversos de acuerdo a las vivencias de cada individuo, pero la memoria conserva de manera intacta aquellos sucesos que marcaron y que convulsionaron profundamente la vida de las personas.

Creo que ha sido el caso de quienes fuimos de alguna manera protagonistas principales o secundarios de esa singular experiencia de cambio social con democracia y participación ciudadana, que condujo durante mil y un días el presidente Salvador Allende y que culmina con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

Aunque hayan pasado 51 años en nuestra memoria aún están nítidos los acontecimientos de esa fecha y las crueldades, asesinatos, desapariciones, torturas, exilios y violaciones a los derechos de las personas y de la dignidad humana que con más o menos intensidad se prolongaron durante poco más de 16 años hasta el retorno a la democracia.

Igualmente están presentes los cambios que la dictadura militar apoyada por civiles y por los Estados Unidos produjo en la sociedad chilena imponiendo un estado totalitario, antidemocrático e individualista, antítesis de una antigua tradición republicana, solidaria y tolerante.

Perduran aún las imágenes de los prisioneros de La Moneda tirados boca abajo y maltratados por soldados cuyo uniforme evoca la vestimenta de las tropas nazis. O la terrorífica imagen del dictador Pinochet con sus lentes negros y su cara patibularia inmortalizada por el fotógrafo de la agencia Gramma, el holandés Chas Gerretsen, luego del tedeum efectuado el 19 de setiembre de 1973 en honor a las Glorias del Ejército en la Iglesia de la Gratitud Nacional; como si la felonía y la traición fuesen una gloria. Tedeum al que asistieron sin vergüenza alguna el ex presidente Gabriel González Videla, quien dejó para la posteridad su figura de bailador de conga, de perseguidor de secretarias por los pasillos de la Moneda y su traición a sus aliados comunistas; el también ex presidente conservador en lo político y menos en su vida personal Jorge Alessandri y el más presentable de todos aunque también vasallo del golpismo el demócrata Cristiano Eduardo Frei Montalva cuya familia donó ostentosamente joyas para “reconstruir el país” y que hasta hoy nadie se ha preguntado en qué dedos y gargantas de ex militares se encuentran.

Presente en la memoria está también el exilio del que muchos sufrimos, el desarraigo y la voluntad por insertarse en las diferentes sociedades y por continuar la lucha por la democracia. Lucha que le costó la vida al General Prat, al ex ministro de Salvador Allende Orlando Letelier junto a los intentos de asesinato a Bernardo Leighton, a su esposa y a Carlos Altamirano entre muchos otros atentados en el marco de la Operación Condor, organización terrorista que contó con la complicidad y el beneplácito de las dictaduras latinoamericanas y de la CIA

Muchos exiliados fuimos objeto de persecución por denunciar las atrocidades del régimen y por propiciar la democracia. En Argentina se nos persiguió, torturó y encarceló junto a nuestras esposas, dejando a nuestros hijos pequeños solos y desvalidos, peligrando ser raptados por familias de militares. Hasta el último suspiro de agonía de la dictadura se nos prohibió el ingreso al territorio nacional. Se nos negó el derecho a pasaportes y cuando se pudieron obtener, esos documentos fueron marcados con una letra “L “que indicaba que estábamos en las listas de los aborrecidos.

Una vez recuperada la democracia y aunque la alegría no haya sido del todo como se esperaba, los chilenos pudieron tomar conciencia de lo que fueron esos años de terror, de miedo, de intolerancia. Los medios de comunicación jugaron un rol fundamental en ello, al igual que las diversas Comisiones por establecer la verdad, la reconciliación, como el informe Rettig publicado en 1991. Los posteriores mea culpa de muchos conspicuos civiles que siempre dijeron que no sabían nada, que ignoraban las atrocidades o que se excusaban diciendo “algo habrán hecho” o “es necesario extirpar los males para restablecer la convivencia”, mostraron el servilismo, la condescendencia y la bajeza moral de esos personajes algunos de los cuales ocuparon altas funciones en el periodo democrático.

Es importante recordar, mantener la memoria viva para que las generaciones que no vivieron esas experiencias estén al corriente de ese pasado, que, aunque obscuro, pertenece a nuestra historia.

Agustín Muñoz. Exdirector Regional de la OIT para Las Américas.

Fuente: 

El increíble hallazgo del tercer campo que rodea a la Tierra y cómo cambia lo que se sabe del comportamiento de nuestro planeta

Viento solar

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

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Los científicos lo describen como “un agente del caos”.

Se trata de un “campo ambipolar” que rodea a la Tierra y que acaba de ser descubierto por el cohete Endurance de la NASA.

El campo, dicen los expertos, es una pieza fundamental en la forma en que funciona nuestro planeta y ahora, por primera vez, lograron medirlo.

Hasta ahora se conocían dos campos de energía que crea nuestro planeta.

El primero es el campo gravitacional, que se encarga de mantener nuestra atmósfera. Si no hay suficiente gravedad, la atmósfera escaparía al espacio.

El segundo campo es el magnético. Es el escudo que protege nuestro planeta del viento solar, la corriente de partículas cargadas que libera el Sol.

Ahora, después de años de buscarlo, finalmente se logró ubicar al tercer campo: el ambipolar.

Su función es contrarrestar la gravedad y expulsar partículas al espacio y, afirman los científicos, es tan fundamental como los campos gravitacional y magnético.

Hipótesis antigua

La hipótesis de la existencia de un campo eléctrico ambipolar se formuló por primera vez hace más de 60 años.

Se creía que este campo impulsaba el escape de la atmósfera de nuestro planeta hacia el espacio exterior por encima de los polos norte y sur de la Tierra.

“Cada vez que una nave espacial sobrevolaba los polos de la Tierra, se sentía este viento supersónico de partículas, llamado viento polar, que fluye hacia el espacio”, explica Glyn Collinson, investigador principal de la misión del cohete Endurance del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA.

“(Se pensaba que) debía haber alguna fuerza invisible acechando allí, responsable de esta salida. Pero nunca antes habíamos podido medirla porque no teníamos la tecnología necesaria”, agrega Collinson, principal autor del estudio sobre el hallazgo publicado en Nature.

Para analizar de que se trataba esa fuerza invisible, el equipo de investigadores creó el cohete Endurance y en mayo de 2022 lo lanzaron desde Svalbard, una pequeña isla al norte de Noruega.

Endurance
Endurance

FUENTE DE LA IMAGEN,NASA

Pie de foto,

El cohete Endurance fue lanzado desde Svalbard, al norte de Noruega.

“Svalbard es el único campo de cohetes del mundo donde se puede volar a través del viento polar y realizar las mediciones que necesitábamos”, dijo Suzie Imber, física espacial de la Universidad de Leicester, Reino Unido, y coautora del estudio.

El Endurance alcanzó una altitud de 768 kilómetros y amarizó 19 minutos después en el mar de Groenlandia.

Durante el vuelo suborbital de 15 minutos el Endurance midió un cambio en el potencial eléctrico de solo 0,55 voltios.

“Medio voltio no es nada ¿no es así? Es casi la misma fuerza de una de esas pequeñas baterías de reloj”, explica Collinson.

“Pero esa es exactamente la cantidad que se necesita para explicar el escape de viento polar”, agrega.

Polo Norte
Polo Norte

FUENTE DE LA IMAGEN,NASA

Pie de foto,

El Polo Norte visto desde el cohete Endurance a 768 kilómetros de altitud sobre el Ártico.

Contrarestar la gravedad

Los iones de hidrógeno, el tipo de partícula más abundante en el viento polar, experimentan una fuerza hacia afuera de este campo 10,6 veces más fuerte que la gravedad.

Eso, dicen los investigadores, es más que suficiente para contrarrestar la gravedad; de hecho, es suficiente para lanzarlos hacia el espacio a velocidades supersónicas.

Básicamente, el campo ambipolar “eleva los cielos”, dando forma a la ionósfera (una capa de la atmósfera superior).

Es “como una cinta transportadora que eleva esta atmósfera hacia el espacio”, explica Collinson.

El campo es “ambipolar”, porque funciona en ambas direcciones. Los iones arrastran a los electrones hacia abajo mientras se hunden por la gravedad.

Al mismo tiempo, los electrones elevan a los iones a mayores alturas mientras intentan escapar al espacio.

Y eleva las partículas cargadas de nuestra atmósfera superior a alturas mayores de las que alcanzarían de otro modo, lo que quizás puede haber dado forma a la evolución de nuestro planeta de maneras que aún no se han explorado.

El descubrimiento de Endurance, aseguran los investigadores, plantea muchas preguntas que, ahora, podrán comenzar a responderse.

Campo magnético de la Tierra
Campo magnético de la Tierra

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,


El campo, dicen los científicos, es una parte fundamental de la forma como funciona nuestro planeta 

Por ejemplo, cuál es la función exacta de este campo y cómo ha dado forma a nuestro planeta.

Según Glynn Clllinson, probablemente el campo ambipolar ha tenido un impacto en la evolución de la atmósfera y quizás hasta ha dejado su huella en los oceános.

Aunque aún hay muchos interrogantes sin respuesta, el hecho de que por primera vez se logró medir este tercer campo de energía de la Tierra abre muchos caminos nuevos para la exploración.

“Cualquier planeta con una atmósfera debería tener un campo ambipolar”, afirma Collinson.

“Ahora que finalmente lo hemos medido, podemos comenzar a aprender cómo ha moldeado nuestro planeta y otros a lo largo del tiempo”, concluye.

martes, 10 de septiembre de 2024

¿No lo puedes cambiar? Estos son los beneficios de aceptar y tomar distancia

Asumir que hay cuestiones de la vida sobre las que no tenemos influencia resulta complicado. Nuevas terapias enseñan a admitir esta realidad

Aunque el sufrimiento sea una condición humana posible, la sociedad occidental nos empuja a huir de él. Se transmite la idea de que para poder vivir se necesita evitar la presencia de determinados pensamientos, recuerdos o sensaciones asociados al malestar. Además, también se ha reforzado el mensaje de que se debe encontrar una solución inmediata a los problemas. Es cierto que existen algunos de fácil solución, como elegir qué tinte para el pelo aplicarse o qué película ver en el cine… Pero hay otros contextos problemáticos. Cuesta aceptar que a uno le han dejado, que no se puede tener ya hijos, que no se ha aprobado una oposición para la que uno se había preparado durante tiempo o que no se puede volver a correr maratones debido a una enfermedad cardiaca. Lo que peor se admite tiene que ver con la salud, el amor, la familia, lo económico… En estos contextos, buscar una solución inmediata puede frustrar aún más.

En los últimos años se ha incrementado la investigación de terapias psicológicas que parten de la idea de que hay un grado de sufrimiento inherente a la vida que no se puede eliminar y que el intento de acabar con él puede llegar a provocar trastornos psicológicos. El objetivo de estas terapias no es tanto reducir eventos internos (preocupaciones, miedo, tristeza…) como la aceptación de ellos cambiando la relación que uno tiene con sus pensamientos y emociones. La idea es que las personas retomen las riendas de su vida a pesar del malestar. Esto redundará en un mejor estado de ánimo.

Para estos objetivos se propone el uso de metáforas. Por ejemplo, se plantea la del autobús, en el que se le dice al sujeto si es capaz de mantener la dirección de su autobús hacia lo que le importa en la vida a pesar de que los pasajeros le traten de boicotear permanentemente con mensajes que le auguran un fracaso. Para saber hacia dónde dirigir el autobús, se emplean metáforas como la del jardín para clarificar las direcciones que la persona desea tomar en su vida en diferentes ámbitos (laboral, familiar, amistad, ocio…). Se le dice a la persona que no es fácil cuidar de las plantas porque los jardines suelen tener malas hierbas que cuanto más se arrancan, más salen. La no aceptación tiene más que ver con obsesionarse con arrancar las malas hierbas olvidándose de cultivar las propias plantas. Hay libros para reflexionar sobre estas ideas y llevarlas al terreno práctico, como Manual para soltar. Practicando la aceptación radical de la terapia dialéctica conductual, del psicólogo clínico Joaquim Soler, o Cómo reducir el sufrimiento con aceptación y mindfulness, del psiquiatra Javier García Campayo. En ellos se orienta a hacer algo valioso en la vida y a aprender a tomar distancia.

Thaïs Tiana Sastre, psicóloga del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, señala que lo importante para incorporar estas ideas sería ser conscientes de cuándo no lo estamos aceptando. Aparece en forma de rumias: “Si no hubiera tenido a este padre”, “debería haber hecho aquello”, “hasta que no desaparezca este dolor, no voy a poder volver a nadar”. La persona, en lugar de estar de forma efectiva en el mundo, lo está en sus pensamientos o razonamientos orientados hacia el pasado o el futuro. Cuando uno acepta, se abre a permitir, a ponerse a favor de la corriente, a soltar… La no aceptación, en cambio, está relacionada con cerrarse a lo que pasa en la vida, oponerse, ponerse a contracorriente, aferrarse…

Habría diferentes capas de la aceptación. La mental y la emocional se fomentan al enfocar nuestra atención al momento presente. Pero no únicamente. Según Manual para soltar, entender que hay causas en lo que sucede, que el universo es como es y no tiene intencionalidad y no oponerse al dolor cuando algo naturalmente lo causa ayudan a orientarse mentalmente a la aceptación. Notar la tensión física, saber relajar y soltar corporalmente ayuda a la aceptación en su componente emocional.

Finalmente, comportarse coherentemente con la aceptación, actuar como si lo admitieras, a pesar de que emocionalmente uno no lo sienta así, sería la tercera capa. Esta, la aceptación conductual, consiste en activarse llevando a cabo una acción opuesta a la emoción: es decir, tener un plan de acción que se relacione con intereses y valores personales con independencia del estado de ánimo que se tenga. Si ahora ya aceptara completamente esta situación, ¿cómo me comportaría en ese caso?

La permanente huida del sufrimiento inherente a la vida y la búsqueda de soluciones inmediatas a lo que no tiene remedio pueden estar entre las causas por las que se demande ayuda profesional. Una vez eliminada esta necesidad de huida, uno puede implicarse en las actividades que se establezcan como objetivos valiosos y aprender que el problema no es tener pensamientos negativos, sino el modo en que se reacciona ante ellos. Cuando uno elige aceptar. Sobre todo, si se sabe cómo hacerlo y si se tiene claro qué plantas cuidar del propio jardín personal. Aceptar no es algo pasivo, sino algo tremendamente activo y se ha de cultivar con intención. La aceptación ha de estar al servicio de lo que a uno le importa en la vida.

lunes, 9 de septiembre de 2024

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. De Cuelgamuros a Granada: seis paisajes donde aún resuena el eco espantoso de la Guerra Civil.

Rutas de senderismo por montañas donde aún resuena el eco espantoso de la Guerra Civil española. Excursiones donde trincheras, memoriales, centros de interpretación o Orwell y Lorca son protagonistas.
 
CUERDA DE CUELGAMUROS (Madrid, Segovia y Ávila). Hay pocos paisajes en España más cargados de recuerdos que los que se ven caminando desde el alto del León hasta San Lorenzo de El Escorial por el cordal montañoso que domina el valle de Cuelgamuros, antes de los Caídos. El Alto del León era la llave que abría la sierra de Guadarrama, la puerta de Madrid. Por eso lo tomaron enseguida los sublevados y por eso los leales no les dejaron avanzar mucho más. Siguiendo las marcas rojas y blancas del sendero GR-10, en una hora y media se corona Cabeza Líjar, donde los primeros tuvieron su posición más avanzada. Justo enfrente, en el cerro de La Salamanca, los otros tenían la suya. A tres horas largas del inicio de la caminata, se descubren el ruinoso refugio de La Naranjera y el vecino mirador de Cuelgamuros, desde donde se ve con un escalofrío la cruz más alta del mundo —150 metros—. Tres horas más se tarda en alcanzar el monte Abantos y bajar a San Lorenzo, completando una ruta de 18 kilómetros (solo ida), difícil de hacer si no se cuenta con alguien que nos lleve al principio y nos recoja al final. Mucho más fácil es acercarse al mirador desde la Fuente de las Negras, en Peguerinos (Ávila). Es un paseo de 900 metros: unos 20 minutos de excursión.

1 CUERDA DE CUELGAMUROS (Madrid, Segovia y Ávila). 

Hay pocos paisajes en España más cargados de recuerdos que los que se ven caminando desde el alto del León hasta San Lorenzo de El Escorial por el cordal montañoso que domina el valle de Cuelgamuros, antes de los Caídos. El Alto del León era la llave que abría la sierra de Guadarrama, la puerta de Madrid. Por eso lo tomaron enseguida los sublevados y por eso los leales no les dejaron avanzar mucho más. Siguiendo las marcas rojas y blancas del sendero GR-10, en una hora y media se corona Cabeza Líjar, donde los primeros tuvieron su posición más avanzada. Justo enfrente, en el cerro de La Salamanca, los otros tenían la suya. A tres horas largas del inicio de la caminata, se descubren el ruinoso refugio de La Naranjera y el vecino mirador de Cuelgamuros, desde donde se ve con un escalofrío la cruz más alta del mundo —150 metros—. Tres horas más se tarda en alcanzar el monte Abantos y bajar a San Lorenzo, completando una ruta de 18 kilómetros (solo ida), difícil de hacer si no se cuenta con alguien que nos lleve al principio y nos recoja al final. Mucho más fácil es acercarse al mirador desde la Fuente de las Negras, en Peguerinos (Ávila). Es un paseo de 900 metros: unos 20 minutos de excursión.

 
MONTE NARANCO. (Asturias). Joyas del prerrománico, pozos de nieve, antiguas minas de hierro y carbón, la piedra caliza de la que está hecha Oviedo y el agua que se bebe en la ciudad… Además de todo esto, que ya es mucho, el monte Naranco ha servido para defender a la capital asturiana del viento norte. Pero no de los vientos de la guerra, que en estas alturas soplaron con violencia en 1936 insuflados por ambos bandos, uno para defender la ciudad sublevada y el otro para tratar de recuperarla. Todo lo que allí se puede ver y recordar del Sitio de Oviedo se cuenta en descubreelnaranco.com. También se describe con detalle la senda de Cama’l Moro —o de la Campa del Moro—, un recorrido circular, de tres horas de duración, que además de nidos de ametralladoras y trincheras permite contemplar neveros, fuentes, manantiales, lagunas y la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo.

2. MONTE NARANCO. (Asturias).
 

Joyas del prerrománico, pozos de nieve, antiguas minas de hierro y carbón, la piedra caliza de la que está hecha Oviedo y el agua que se bebe en la ciudad… Además de todo esto, que ya es mucho, el monte Naranco ha servido para defender a la capital asturiana del viento norte. Pero no de los vientos de la guerra, que en estas alturas soplaron con violencia en 1936 insuflados por ambos bandos, uno para defender la ciudad sublevada y el otro para tratar de recuperarla. Todo lo que allí se puede ver y recordar del Sitio de Oviedo se cuenta en descubreelnaranco.com. También se describe con detalle la senda de Cama’l Moro —o de la Campa del Moro—, un recorrido circular, de tres horas de duración, que además de nidos de ametralladoras y trincheras permite contemplar neveros, fuentes, manantiales, lagunas y la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo.

MONTE ARTXANDA (Bizkaia). Gernika, arrasada por la Legión Cóndor alemana, aún humeaba. Bilbao temblaba como una hoja, a punto de caer. El Cinturón de Hierro que debía defenderla del ejército sublevado resultó ser de papel. Para ganar tiempo, porque había que evacuar a miles de personas, el 16 de junio de 1937 varios batallones vascos subieron a Artxanda, el monte que domina Bilbao, cantando el Eusko Gudariak y allí libraron la última batalla, retrasando dos días lo inevitable. Para recordarlo, existe el Itinerario de la Memoria de Artxanda, una ruta de menos de dos kilómetros que va desde la estación superior del funicular hasta la ermita de San Roque. Se pasa por el mejor mirador de la ciudad y su ría, donde se alza la escultura ‘Aterpe 1936′, en recuerdo de los combatientes por la memoria y la libertad. Y también por una de las trincheras donde gudaris y milicianos soportaron aquellos días ¡12.700 kilos de bombas! Más información, en la web de Gogora, Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos.

3. MONTE ARTXANDA (Bizkaia). 

Gernika, arrasada por la Legión Cóndor alemana, aún humeaba. Bilbao temblaba como una hoja, a punto de caer. El Cinturón de Hierro que debía defenderla del ejército sublevado resultó ser de papel. Para ganar tiempo, porque había que evacuar a miles de personas, el 16 de junio de 1937 varios batallones vascos subieron a Artxanda, el monte que domina Bilbao, cantando el Eusko Gudariak y allí libraron la última batalla, retrasando dos días lo inevitable. Para recordarlo, existe el Itinerario de la Memoria de Artxanda, una ruta de menos de dos kilómetros que va desde la estación superior del funicular hasta la ermita de San Roque. Se pasa por el mejor mirador de la ciudad y su ría, donde se alza la escultura ‘Aterpe 1936′, en recuerdo de los combatientes por la memoria y la libertad. Y también por una de las trincheras donde gudaris y milicianos soportaron aquellos días ¡12.700 kilos de bombas! Más información, en la web de Gogora, Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos.
 

4. SIERRA DE HUÉTOR (Granada). 

En la sierra de Huétor, a solo 10 kilómetros al noreste de la ciudad de Granada, hay dos parajes que ponen los pelos de punta. Uno es el barranco de Víznar, donde recientes excavaciones han permitido exhumar 124 cadáveres de víctimas de la represión franquista y un monolito recuerda: “Lorca eran todos”. Porque Lorca, donde quiera que esté, fue el más famoso represaliado. Otro lugar de memoria turbulenta son las trincheras del cerro del Maúllo, una de las últimas posiciones defensivas de la Granada sublevada. En 20 minutos, paseando desde el Centro de Visitantes de Puerto Lobo por un camino bien señalizado, se llega a esta fortificación de 150 metros de circunferencia, con galerías, casamatas y parapetos almenados desde los que se ve Sierra Nevada entera y de frente, como en un cuadro. Dicen que el cerro se llama así por los maullidos de los gatos monteses, que los soldados imitaban para comunicarse a distancia. Oirían también los gritos de las rapaces sobre los picachos. Y los del cercano barranco de Víznar, claro. Más información, en universolorca.com y ayuntamientodeviznar.es


5. RUTA ORWELL (Huesca y Zaragoza).
 
“Hacía demasiado frío para que hubiera piojos”. Tampoco había mucha acción en la sierra de Alcubierre, recordaba George Orwell en Homenaje a Cataluña (1938), donde ambos bandos estaban parapetados a principios de 1937, a caballo entre Huesca y Zaragoza. Solo niños apuntando a niños: “La edad promedio debe de haber estado muy por debajo de 20″. A su lado, Orwell era un señor escritor de 33 años, un inglés alto y educado que había venido a España “a matar fascistas porque alguien debía hacerlo” y veía cómo la guerra se hacía con megáfonos: “Aquí estamos sentados”, gritaban desde su lado, “comiendo tostadas con mantequilla. ¡Deliciosas tostadas con mantequilla!”. Una mentira digna del Ministerio de la Verdad de ‘1984′. Las trincheras de Orwell y las de los fascistas, reconstruidas con todo detalle, se pueden visitar desde 2006, así como el Centro de Interpretación de la Guerra Civil, en Robres. Turismo de Los Monegros (turismolosmonegros.org) informa de todo esto y organiza recorridos guiados para grupos. Son en coche, pero en la web de Wikiloc se describen diversos senderos por estas trincheras. Cada dos años viene el hijo de Orwell a visitarlas, a hacer memoria.



6. TERRA ALTA (Tarragona). 

115 días de 1938 duró la Batalla del Ebro, la más larga, multitudinaria y mortífera (¡30.000 caídos!) de la Guerra Civil. Y de las más difíciles de olvidar: solo en la comarca de la Terra Alta (terra-alta.org), en el suroeste de Tarragona, hay cinco centros de interpretación, dos memoriales y una veintena de espacios históricos relacionados, ninguno tan impactante como Corbera d’Ebre, pueblo que se encontraba en primera línea del frente republicano y que las bombas de la Legión Cóndor y la artillería franquista dejaron como un cuadro cubista, otro ‘Guernica’. Arriba, en el Poble Vell, las ruinas conviven con obras de arte alegóricas. Abajo, en el pueblo nuevo, se explica todo en el Centro de Interpretación 115 días, cuyo nombre es lo único que no necesita explicación. En Gandesa, la capital de la comarca, hay otro centro imprescindible: el Museo Memorial de la Batalla del Ebro. Allí también espera una senda ideal para hacer ejercicio y memoria: la que asciende al Pico de la Muerte, que fue objeto de sangrientos enfrentamientos entre brigadistas británicos y legionarios. Si se recorre con un guía de Terra Enllà (terraenlla.com), mucho mejor.


domingo, 8 de septiembre de 2024

SENDERISMO Seis bosques en España para una excursión bajo los árboles más grandes.

Bosques España
Una persona disfruta del paseo en el Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal (Cantabria).
Del Roblón de Estalaya a los tejos del arroyo Barondillo, caminatas a la sombra de gigantes verdes que permiten esconderse del sol cuando más pica. Y, para rematar, un chapuzón en aguas dulces y frías.

España no es un páramo pelado rodeado de playas y sombrillas, sino el tercer país más boscoso de la Unión Europea, con 18,5 millones de hectáreas de superficie arbolada. Quizá las ardillas ya no puedan atravesarla saltando de rama en rama, como en tiempos de Estrabón, pero tampoco desfallecen de una insolación. Hemos seleccionado seis bosques sombríos y asombrosos, de robles copudos, secuoyas inmensas y tejos milenarios, ideales para pasear en verano. Además, son propuestas en las que no solo es preciso vestir un buen calzado, también hace falta llevar un bañador en la mochila, porque donde hay un bosque suele haber un río y alguna poza para zambullirse. Aunque tampoco es una prenda obligatoria.

El Roblón de Estalaya (Palencia) 
El Roblón de Estalaya es un ejemplar enorme de roble albar de 17 metros de alto y unos 10,6 metros de perímetro, hay expertos que le echan 800 años.
El Roblón de Estalaya es un ejemplar enorme de roble albar de 17 metros de alto y unos 10,6 metros de perímetro, hay expertos que le echan 800 años.


Un rayo lo hirió y hace 60 años estuvo a punto de ser talado, pero ahí sigue este ejemplar enorme de roble albar, en lo alto del cerro de San Cristóbal, dominando un hermoso panorama de la Montaña Palentina. El río Pisuerga, que acaba de nacer, se para con respeto a sus pies, en el embalse de Requejada. Al Roblón de Estalaya, un coloso de 17 metros de alto y unos 10,6 metros de perímetro, hay expertos que le echan 800 años, de modo que puede ser coetáneo de la colegiata de San Salvador de Cantamuda, joya del románico del norte de Palencia, que no anda lejos (a unos 10 kilómetros en coche). La senda del Roblón —circular, de 4,6 kilómetros y una hora y media de duración— lleva hasta él por un camino sombreado por otros robles albares, rebollos, hayas, acebos, espinos, serbales y mostajos. La caminata comienza en el kilómetro 5 de la carretera PP-2173, a 500 metros de Estalaya, donde hay un aparcamiento y un panel informativo. Y se describe con detalle en la web de Palencia Turismo.

Fraga de Catasós (Pontevedra)

A cuatro kilómetros de Lalín, yendo por la carretera N-525 hacia Ourense, se descubre a mano izquierda la Fraga de Catasós, un bosque de cinco hectáreas (como 10 campos de fútbol), poblado por robles y castaños monstruosos. Cuenta con una senda perimetral bien señalizada, muy cómoda y andadera, de poco más de un kilómetro, cuya mayor dificultad es no contracturarse el cuello de tanto levantar la cabeza para admirar estos árboles gigantescos, que solo un cataclismo puede derribar. De hecho, junto al camino se halla el tocón de uno abatido en 1984 por el huracán Hortensia, en el que se ven y se cuentan 300 anillos de crecimiento, uno por año, hasta llegar a su corazón, formado en tiempos de Carlos II El Hechizado. Entre todos estos gigantes, destacan algunos castaños de hasta 30 metros de altura y cinco de perímetro. Protegidos bajo la figura de Monumento Natural, su tamaño formidable se explica porque tienen la mayor tasa de crecimiento anual de Europa, gracias a un clima y a un suelo ideales, y porque no han sufrido poda alguna, pues nunca se trató de mejorar ni aprovechar sus frutos. En cambio, eran muy apreciados para labrar las vigas de los pazos señoriales. La madera de roble se consideraba peor: era para la plebe.

Castaños de la Pesanca (Asturias)
 
Algunos de los castaños del área recreativa de La Pesanca, junto al río del Infierno, en Asturias.Algunos de los castaños del área recreativa de La Pesanca, junto al río del Infierno, en Asturias.

Otros castaños de aúpa son los que asombran las mesas y las praderas ribereñas del área recreativa de La Pesanca, junto al río del Infierno, en el concejo asturiano de Piloña. A 11 kilómetros de la población de Infiesto, al final de la carretera PI-4, se encuentra esta zona de pícnic, la más antigua y encantadora del Principado, donde acaba el asfalto y nace una pista forestal que invita a seguir avanzando a pie valle arriba, como por un túnel abierto en la espesura de castaños, robles, alisos y hayas. En media hora, chapuzón obligado en las pozas que forma el río en el estrecho de la Lanchosa, al pie de preciosas cascadas. Se puede continuar subiendo un par de horas para admirar la espectacular Foz de Moñacos o regresar al área recreativa de La Pesanca para bajar en coche a Espinaréu, que es un pueblo bien bonito, el que más hórreos tiene de todo el Principado: 26. Son antiquísimos: ¡hay uno de 1548! No hace falta decir de qué madera están hechos.

Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal (Cantabria)
 
El Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal, en Cantabria, es estupendo para abrazar árboles.

El Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal, en Cantabria, es estupendo para abrazar árboles. ANDRÉS CAMPOS

Como todos los montes situados cerca de la costa, este de Cabezón de la Sal fue esquilmado por la Marina: construir un navío de 70 cañones exigía talar una superficie arbolada equivalente a 50 campos de fútbol. Para repoblarlo, en los años cuarenta del pasado siglo, se plantaron árboles más productivos que el roble autóctono: pinos, eucaliptos, abetos de Douglas, castaños japoneses, robles americanos... Entre ellos, también 850 secuoyas que hoy dejan atónitos a quienes se acercan a conocerlas, no tanto por su enorme tamaño, sino por lo poco que les ha costado alcanzarlo. 80 años, para seres que viven 3.000, son dos telediarios. Este insólito bosque está a tres minutos de Cabezón, muy cerca de la autovía A-8, bien indicado junto a la carretera que lleva a Comillas (CA-135). Hay un aparcamiento, paneles informativos, cinco sendas señalizadas e incluso un par de pasarelas para adentrarse en él en silla de ruedas. Aunque las sendas marcadas suman más de cinco kilómetros, el cogollo del monte, donde se yerguen majestuosas las secuoyas, se recorre cómodamente en una hora, sin necesidad de indicaciones ni posibilidad de extravío. Y es que difícilmente uno puede perderse ni perder de vista un bosque —declarado Monumento Natural por decreto del Gobierno de Cantabria en 2003— donde las secuoyas destacan sobre los demás árboles como Pau Gasol en un parvulario. Tres personas hacen falta, como poco, para abrazar a estos gigantes con una altura media de 40 metros.

Hayedo de Altube (Álava)
 
Desde el puerto de Altube, en Álava, una sencilla senda permite recorrer este fabuloso hayedo en un par de horas.

Desde el puerto de Altube, en Álava, una sencilla senda permite recorrer este fabuloso hayedo en un par de horas. ANDRÉS CAMPOS

No como Gasol en un parvulario, sino como un luchador de sumo en una sala de neonatos: así destacan las gruesas hayas centenarias, rodeadas de miles más jóvenes, que salpican la falda suroccidental del Gorbea, el monte más alto (1.481 metros) del País Vasco y su parque natural más extenso (20.016 hectáreas). Desde el puerto de Altube, una sencilla senda permite recorrer este fabuloso hayedo en un par de horas. Si no queremos andar ni eso, frente a la Casa del Parque de Sarria, junto al aparcamiento, hay un área recreativa extraordinaria asombrada por hayas colosales, a orillas del río Baias. Paseando un cuarto de hora por la pista forestal que sube cerca del río, veremos más hayas corpulentas, robles también grandecitos y las cascadas y pozas de Zaldibartxo, idóneas para saltar y nadar en sus aguas puras y profundas. Eso sí: calientes no están.

Tejos del arroyo Barondillo (Comunidad de Madrid)
 
Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo llevan los tejos en el alto valle del Lozoya, en Rascafría.

Tejos del arroyo Barondillo (Comunidad de Madrid) Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo llevan los tejos en el alto valle del Lozoya, en Rascafría. ANDRÉS CAMPOS

1.200 años, 1.500, 1.800, 2.000… Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo llevan estos tejos en el alto valle del Lozoya, en Rascafría, pero viendo lo que miden sus troncos —9,10 metros de perímetro, el mayor— y lo lentísimo que crece esta especie —23 centímetros, también de cintura, cada 30 años—, cabe suponer que una eternidad. Para verlos, se ha de aparcar en el área recreativa de La Isla, en el kilómetro 32 de la carretera M-604, que une Rascafría y el puerto de Cotos, y hacer una ruta a pie de un par de horas, tal como se describe en la página web de Wikiloc. Es un plan perfecto para el verano: todo el camino discurre a la sombra de un magnífico bosque de pinos silvestres —el histórico pinar de los Belgas— y, después, podemos darnos un baño en las pozas que hay un poco más arriba del puente de la Angostura, en las primeras aguas del Lozoya.

sábado, 7 de septiembre de 2024

Entrevista a João Pacífico, millonario anticapitalista «Elon Musk es un ser despreciable»

Fuentes:CTXT [El empresario anticapitalista João Paulo Pacífico en una imagen reciente. / Cedida]

João Paulo Pacífico (São Paulo, 1978) no es un ejecutivo al uso. Usa pelo largo, “para no parecerse al resto”. Su frase predilecta es de Martin Luther King Jr.: “La oscuridad no puede combatir la oscuridad; solo la luz puede hacerlo. El odio no puede combatir el odio, solo el amor puede hacerlo”. Y lanza vídeos en Instagram repletos de mensajes anticapitalistas. El pasado enero, João Pacífico se convirtió en el primer millonario latinoamericano en firmar el manifiesto Proud to pay more, presentado en el Foro Económico Mundial de Davos por superricos que quieren pagar más impuestos. “Cuanto más tienes, más pagas, y punto. El Estado necesita dinero”, asegura João Pacífico en esta entrevista a CTXT.

La vida de Pacífico, ingeniero de formación, dio un vuelco tras la crisis financiera de 2008. Se dio cuenta de que el mercado financiero para el que trabajaba era inhumano. En 2009 fundó el Grupo Gaia, especializado en operaciones financieras y títulos de deuda para pequeños productores de agricultura orgánica. “Cuando me adentré en la agroecología me di cuenta de que todo lo que yo apoyaba antes estaba equivocado”, dice. En 2022, vendió la única empresa del grupo que trabajaba para sectores tradicionales y donó todo el dinero a una ONG. Desde entonces, dejó de ser el dueño del Grupo Gaia y pasó a ser un empleado. “Acumular dinero es de imbéciles”, defiende con frecuencia el autor de libros como Onda Azul (2017) y Seja Líder Como o Mundo Precisa (2022).

El Grupo Gaia apoya proyectos de vivienda popular, de educación, de energías renovables y de agricultura orgánica. La empresa mueve unos cuatro mil millones de reales en operaciones financieras, y presume de tener una plantilla más femenina que masculina y más negra que blanca. “Una sociedad regida por hombres blancos y heterosexuales fomenta el individualismo”, afirma.

Con más de 217.000 seguidores en Instagram, João Pacífico es un okupa en el Wall Street brasileño (la avenida Faria Lima de São Paulo). Y se ha convertido en un gurú de la izquierda. Sus vídeos contienen duras críticas contra el bolsonarismo, el mercado financiero, el sector agropecuario y todos los tipos de negacionismo.

Tras la crisis de 2008, su vida dio un giro radical. ¿Qué ocurrió?

Tras la crisis de 2008, me di cuenta de la falta de humanidad del mercado financiero

En 2002 comencé a financiar al sector agropecuario. Aún estaba dentro del sistema. Pensaba que necesitábamos los pesticidas y que Brasil era la despensa del mundo. Tras la crisis de 2008, me di cuenta de la falta de humanidad del mercado financiero. Solo piensa en ganar más dinero. Despidió a mucha gente de manera innecesaria. Entonces decidí montar una empresa más humana.

¿Cómo fue el comienzo de su relación con el Movimento dos Trabalhadores Sem Terra (MST)?

Todo el mundo hablaba mal de ellos. Visité un asentamiento y para mí se abrió un nuevo mundo. Vi que lo que el MST decía tenía sentido. Me dije, tengo que usar mi habilidad para montar operaciones financieras con el fin de apoyar a esta gente. En una situación de opresión, si permaneces en silencio, estás apoyando al opresor. Y el MST estaba siendo oprimido por la opinión pública.

Y entonces, consiguió financiación para el MST, un movimiento que ocupa latifundios improductivos. ¿Cómo lo logró?

Primero emití un título de deuda. Funcionó. Después, hice una segunda operación para que cualquiera, en lugar de colocar el dinero en el banco, se lo prestara al MST. Entregamos ese dinero a una cooperativa del MST, que hace lo pactado y después paga a los inversores con intereses.

O sea, el inversor financia la agricultura sostenible y, además, obtiene lucro con ello…

Si dejas el dinero en un banco, no se queda parado. El banco se lo presta a la industria de los pesticidas o a una viejecita con intereses gigantescos. Cuando hacemos una operación como la que hemos hecho, haces entender a las personas que su dinero es poderoso, porque estás reduciendo la desigualdad y produciendo alimentos orgánicos. Es una revolución. Cuando me adentré en la agroecología me di cuenta de que todo lo que yo apoyaba antes estaba equivocado.

¿Cómo cambiaron sus ideas?
Comencé a levantar la bandera contra los pesticidas. Pasé a defender la reforma agraria y la agricultura familiar. Empecé a criticar la monocultura, las commodities, los transgénicos. Cambié completamente de lado. Entonces, vendí todas mis operaciones en el mercado tradicional.

Y decidió transformar sus empresas en una ONG…

Técnicamente, vendí la empresa y creé una gestora de fondos patrimoniales. El dinero de la venta se transformó en una donación. Ahora todo es de una asociación, una ONG. ¿Por qué lo hice? Porque creo que es necesario para enfrentar nuestros dos grandes problemas, la desigualdad y el medioambiente. Para reducir la desigualdad, quienes tienen más deben renunciar a sus activos.

Es muy justo que quien tiene más pague más impuestos, no solo de manera absoluta, sino proporcionalmente. Cuanto más tienes más pagas, y punto

Firmó el manifiesto Proud to pay more, para reivindicar el papel de los impuestos. ¿Por qué?

Es muy justo que quien tiene más pague más impuestos, no solo de manera absoluta, sino proporcionalmente. Cuanto más tienes, más pagas, y punto. Es una cuestión de justicia social. El Estado necesita dinero. Obviamente, tenemos que exigir eficiencia al Estado. Tenemos que parar con la acumulación. Tenemos comida para todo mundo, pero en Brasil veinte millones de personas pasan hambre.

El neoliberalismo elogia la mano invisible del mercado, pero algunos de sus iconos, como Silicon Valley, están regados de dinero público…

Por eso defiendo un Estado fuerte para tener educación, salud pública e investigación de calidad. El sistema público inventó Internet y la NASA. Esos mismos neoliberales, cuando la cosa se pone fea, son los primeros que piden ayuda al Estado. Ahora, tras las inundaciones en el sur de Brasil, un aeropuerto privado de Porto Alegre pide ayuda pública. Defienden un Estado mínimo, pero para los pobres.

Pensar que un millonario explotador es bondadoso porque dona una miseria es una fantasía

Algunos multimillonarios, como Amancio Ortega, donan dinero para lavar su imagen y reforzar el mito del libre mercado.

Pensar que un millonario explotador es bondadoso porque dona una miseria es una fantasía. Hace eso porque explota a la gente y a la cadena productiva.

Es crítico con la meritocracia. ¿Qué le incomoda de esa narrativa?

La meritocracia es una gran mentira del neoliberalismo

Es una falacia para mantener los privilegios. Quienes salen en la parte delantera dicen que la carrera es igual para todos. No lo es. Porque algunas personas nacieron en una familia rica. Incluso en la pandemia, no todos estaban en la misma tempestad. Algunos estaban en el navío, muy cómodos. Otros, en el bote salvavidas, cayéndose. La meritocracia es una gran mentira del neoliberalismo.

Uno de los grandes gurús de la meritocracia es Elon Musk. ¿Qué opinión le merece?

Es un psicópata. Un ser despreciable. Es un misógino, negacionista, acumulador, explotador. En su propio libro muestra cómo explota a la gente. Es un antimodelo que, desafortunadamente, es aplaudido.

El Grupo Gaia se enorgullece de ser más femenino que masculino y de tener más empleados negros que blancos. ¿Cómo funciona la contratación de personal?

Una sociedad regida por hombres blancos y heterosexuales fomenta el individualismo. Es importante rescatar el feminismo y dar más protagonismo a las mujeres. La diversidad es importante, no solo por reparación histórica, sino para incorporar la mirada de esas personas.

Mucha gente no consigue contratar a personas negras porque usan criterios que las excluyen. Por ejemplo, exigir inglés para un puesto donde no se necesita excluye a quienes vienen de la educación pública.

El “retorno ambiental” es uno de los pilares de Gaia. ¿Por qué?

El ser humano es el único animal que tiene la capacidad de autodestrucción. Estamos destruyendo el futuro. La crisis climática va a provocar cada vez más eventos extremos. El sector agropecuario es burro y cortoplacista. Hay estudios que muestran que de aquí a poco van a perder mucho dinero y cosechas enteras. Espero que la gente cambie su comportamiento y su voto para intentar revertir la situación.

He leído que está estudiando cómo ayudar a financiar a pueblos indígenas y quilombolas (los quilombos son asentamientos fundados por esclavos huidos).

Sí. Creamos un fondo para esas personas invisibilizadas por el capital tradicional. Son los grandes protectores de la naturaleza. Para mucha gente no existen.

Hace unas semanas denunció en sus redes sociales a un emprendedor brasileño que defendía que el éxito está basado en semanas de setenta horas de trabajo.

Que alguien trabaje ochenta horas por semana no es bonito, es explotación

Esta gente glamuriza el trabajo extremo y extenuante para ganar más. Es una glamurización de la opresión, de la explotación. Que alguien trabaje ochenta horas por semana no es bonito, es explotación. Esa persona no va a tener tiempo para cuidarse, para estar con la familia, con amigos, para sus aficiones. Como CEO, tu responsabilidad es cuidar de las personas, no al accionista.

Hace poco, ayudó a denunciar a la CEO de Nubank, por colaborar con plataformas de extrema derecha. ¿Es importante encender debates en redes sociales?

Ese fenómeno de las redes sociales es bueno y malo. Es bueno porque la gente tiene más voz. Malo porque existen fake news. Es muy difícil luchar contra las fake news, porque generan interacción y las plataformas se lucran con ello. Y cuando llega un intento de regular las redes sociales, dicen que es censura.

La extrema derecha en Brasil continúa fuerte. Este año, hay elecciones municipales. ¿Cómo lo ve?

La extrema derecha es uno de los grandes problemas del mundo. Bolsonaro, aunque esté inhabilitado, todavía condiciona el voto de mucha gente. En Brasil ya no existe la derecha, solo la extrema derecha y la izquierda. Lula solo ganó a Bolsonaro porque es un gran líder. Cualquier otro habría perdido. Necesitamos formar a nuevos políticos progresistas.

es periodista, escritor e investigador hispano brasileño. Ha cubierto América Latina desde el año 1999, como corresponsal en Brasil la mayoría de ese tiempo. Es el autor de los libros Calle Amazonas (Altaïr), #24H (Dpr-Barcelona), Pasado Mañana (Arpa Editores) y Saudades de junho (Liquid Books).

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