martes, 11 de febrero de 2025

El Holocausto franquista: los judíos a los que el dictador no quiso salvar

_- Fuentes: El Diario [Foto: Refugiados en la frontera hispanofrancesa, en 1939 (Yad Vashem)]


El régimen se negó a repatriar a los judíos sefardíes y condenó a miles a morir en las cámaras de gas mientras diplomáticos españoles en diferentes países pedían que se les extendieran documentos para salvarlos.

Berlín, verano de 1943. 
Los diplomáticos franquistas que trabajan en la embajada española de la capital del Reich son plenamente conscientes de que sus aliados nazis están exterminando a la población hebrea. Saben, también, que tienen una baza para salvar a miles de ellos de las cámaras de gas.

Bastaría con que informaran a los dirigentes alemanes de que España, nación amiga, está dispuesta a proteger y a repatriar a los judíos sefardíes, apelando a su origen hispano. Algo tan sencillo como sellarles un documento oficial que les reconociera como compatriotas supondría un pasaporte hacia la vida. Pero Francisco Franco, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, había ordenado a todas sus embajadas en la Europa ocupada por Hitler que solo se preocuparan por aquellos judíos “de indiscutible nacionalidad española”.

En aquellos momentos dramáticos y convulsos no había tiempo ni medios para investigar la vida de aquellos hombres, mujeres y niños que llegaban a las sedes diplomáticas españolas luciendo la estrella de David en sus vestimentas y pidiendo que les salvaran la vida. Por ello el secretario de la embajada, Federico Oliván, escribió una dramática carta a sus superiores en la que expresaba su frustración: “Mal profeta seré si no llega el día en que se nos critique acertadamente el que, sabiendo lo que iba a ocurrir, nos hayamos lavado las manos como Pilatos y abandonado a su triste suerte a estos, al fin y al cabo, compatriotas sin siquiera elevar la más mínima protesta y sin hacer nada por salvarlos (…) Si España, por razones que a nadie pueden escapar, se niega a recibir esta parte de la colonia en el extranjero (…) la condena automáticamente a muerte –pues esta es la triste realidad y lo que no hay que tratar de disimularla–”.

La misiva escrita por Oliván y rescatada por el historiador Manu Valentín es solo una de las muchas huellas documentales que demuestran la complicidad pasiva que el régimen franquista tuvo con el Holocausto. Una tesis que la mayoría de académicos e investigadores sostiene con contundencia, como la que manifiesta a elDiario.es el historiador: “La afirmación que define a Franco como un ”salvador de judíos“, zanja Valentín, no es más que una aberración, un insulto a los hechos y a las víctimas que se derivan de la inacción del régimen franquista durante su persecución”.

Una inacción que comenzó desde el mismo inicio de la invasión de Europa occidental por parte de Hitler.

A Franco sí le interesaba el dinero de “sus judíos”

Franco mantuvo la frontera de los Pirineos cerrada a quienes trataban de huir de las tropas alemanas. Los judíos que intentaban escapar de una muerte segura se topaban con una muralla infranqueable en todos y cada uno de los pasos fronterizos españoles. Solo eran autorizados a pasar aquellos que disponían de un visado de tránsito para llegar a Portugal o a otros países. Se calcula que entre 40.000 y 50.000 judíos lograron acceder a uno de esos salvoconductos y escapar de Francia a través de España. El resto intentó cruzar clandestinamente a través de las montañas o acabó en las garras de los nazis.


Una de las muchas soflamas antisemitas que vertió Francisco Franco

Ya en aquellos primeros momentos hubo diplomáticos franquistas que se jugaron sus trabajos y hasta su integridad física para intentar salvar vidas. El cónsul español en Burdeos, Eduardo Propper de Callejón, expidió centenares de visados de tránsito a judíos, incumpliendo las órdenes que había recibido de Madrid. La entonces mano derecha de Franco, Ramón Serrano Suñer, se lo pagó con el cese, con un traslado a Marruecos y con una mancha en su expediente que nunca le permitió alcanzar el cargo de embajador.

En Burdeos, París o Vichy las sedes diplomáticas españolas tenían la orden de mantener una “actitud pasiva” frente a la persecución judía. Madrid solo pidió a sus cónsules y embajadores que mediaran ante las autoridades alemanas para lograr un objetivo: declararse legítimos administradores de los bienes que dejaran atrás los judíos españoles deportados a guetos o campos de concentración.

Esta actitud era coherente con el profundo antisemitismo de “la nueva España”. La cúpula franquista insultaba al pueblo judío en sus discursos y jaleaba la persecución emprendida por Hitler. El propio dictador la justificó reiteradas veces, alegando que él no tenía que seguir el ejemplo alemán porque aquí ya se había expulsado a la comunidad hebrea mucho tiempo atrás. “Por la gracia de Dios y la clara visión de los Reyes Católicos, hace siglos nos liberamos de tan pesada carga”, afirmó Franco en una de sus tradicionales alocuciones de fin de año.

En paralelo, toda la prensa del régimen alababa la limpieza étnica perpetrada por los nazis. “Europa, sin judíos”, celebraba en su portada el semanario El Español.
Portada del semanario El Español
La hemeroteca del diario ABC está repleta de artículos de opinión e informaciones antisemitas. Un torrente de odio y deshumanización que podemos resumir en esta frase. Forma parte de la crónica que su corresponsal en la capital francesa dedicó a una de las operaciones más criminales perpetrada por los nazis en esa ciudad: “El barrio judío de París Saint Antoine ha sido fumigado, desinfectado mediante la eliminación del censo israelita, el cual acaba de ser conducido a campos de concentración”.

A esas alturas ya había más de 7.000 españoles pudriéndose en el campo de concentración de Mauthausen. En este caso no se trataba de judíos, sino de los exiliados republicanos que primero habían luchado contra la sublevación franquista y, más tarde, se habían alistado en el ejército francés para combatir a Hitler.

Su número ascendería hasta superar los 9.000, de los cuales 5.500 serían asesinados entre las alambradas nazis. Existe numerosa documentación, ya publicada en elDiario.es, en la que se demuestra la responsabilidad, en este caso activa y directa, que tuvo el dictador español en la deportación y muerte de todos estos hombres y mujeres.

Hitler ofrece a Franco repatriar a sus judíos

En enero de 1943 el Reich cursó una circular a todas sus naciones aliadas, entre las que se encontraba España, ofreciéndoles repatriar a “sus judíos”. El periodista e investigador Eduardo Martín de Pozuelo logró documentar la escalofriante pasividad con la que reaccionó Franco ante esa propuesta, realizada en plena Solución Final. “El Gobierno español ha decidido no permitir en ningún caso la vuelta a España a los españoles de raza judía que viven en territorios bajo jurisdicción alemana”, informó a sus superiores un alto representante de la embajada alemana en Madrid tras consultar con la cúpula franquista.

El diplomático nazi añadió en su misiva que España apostaba porque los judíos fueran enviados a terceros países y que solo estaba dispuesta a dar algunos visados, siempre y cuando fueran de tránsito. “Si no se da esta circunstancia, el Gobierno español abandonará los judíos de nacionalidad española a su destino”, sentencia el informe, incluido en el libro El franquismo cómplice del Holocausto.

Dos recordatorios de las innumerables misas que se celebraron por toda España para honrar a Hitler tras su muerte
Esa actitud condenó a morir en las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau a miles y miles de judíos de origen sefardí. Solo desde la ciudad griega de Salónica fueron deportados cerca de 50.000.

La documentación epistolar nos sigue aportando más claves de lo que ocurrió durante aquellos años en toda Europa. El cónsul español en París, Alfonso Fiscowitz, quiso dejar claro en su correspondencia con el ministro de Asuntos Exteriores, Gómez Jordana, qué consecuencias estaban teniendo las órdenes recibidas: “De acuerdo con telegrama VE, intervengo tan solo a favor liberación sefarditas indiscutible nacionalidad española (…) Ha quedado demarcada totalmente diferencia entre los que están condición ser breve plazo repatriados (pocos casos) y aquellos cuya eventual repatriación puede ser objeto estudio”, se lee en el telegrama enviado desde el Consulado General en París al ministro de Asuntos Exteriores, el 18 de diciembre de 1943.

Fiscowich envió más telegramas, algunos tan elocuentes como este: “Familias Mayo y Abastado después de larga detención han sido deportadas Alemania (…) Ambas han sufrido … consecuencias señaladas en mi telegrama n.º 44”. El diplomático explicaba a sus jefes que la familia Abastado “no había cumplido todos los requisitos exigidos para considerar su nacionalidad como indiscutible”, explica un telegrama del 10 de marzo de 1944.

En el caso de la familia Mayo se dictaminó que sí eran plenamente españoles, pero demasiado tarde. Ya habían sido deportados a un campo de concentración.
 
Uno de los muchos telegramas enviados al Mº de Asuntos Exteriores en los que los diplomáticos explicaban las letales consecuencias de proteger exclusivamente a los judiós de “indiscutible” nacionalidad española. 
Solo la decisión personal y valiente de algunos diplomáticos franquistas permitió aportar algo de luz entre tanta oscuridad. Ángel Sanz Briz salvó a unos 5.000 judíos en Budapest desoyendo las órdenes que le llegaban desde Madrid. Sanz Briz seguía la estela de su antecesor en el cargo, Miguel Ángel de Muguiro, que fue cesado por sus superiores cuando se supo que estaba prestando protección a grupos de judíos.

En Atenas, el cónsul Sebastián Romero Radigales informó a sus superiores del exterminio al que estaban abocados decenas de miles de sefardíes. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores le pusieron todo tipo de trabas cada vez que intentó evitar las deportaciones. Nada mejor que poner nombre y apellidos a la tragedia. Para ello, recuperamos esta orden que le envió el ministro de Asuntos Exteriores, Gómez Jordana: “Únicamente se autoriza concesión visados sefardita Hassid e hija en el caso de que realmente fueran deportados sin que baste para ello simple aviso o intimidación”. Podemos hacernos una idea de lo que sintió Romero Radigales al recibir esta instrucción. Si no podía protegerles hasta el mismo momento de ser deportados, ¿a dónde les llevaría el visado? ¿A la antesala de la cámara de gas de Auschwitz-Birkenau?
La correspondencia entre la cúpula franquista y sus diplomáticos demuestra el interés que la “nueva España” tenía en apropiarse de los bienes abandonados por los judíos españoles deportados a guetos y campos de concentración.
Solo en la fase final de la guerra, cuando ya se vislumbraba la derrota de Hitler y Franco trataba de congraciarse con los Aliados, España permitió la repatriación de dos convoyes de sefardíes procedentes de Salónica. Fueron unos 700 que lograron salvar la vida por el pragmatismo de un dictador que se veía obligado a cambiar de chaqueta. Aun así, el desprecio que el régimen español sentía por ellos provocó que uno de los dos trenes cargados de desesperados judíos permaneciera “olvidado” en la frontera. Solo el telegrama urgente que envió un diplomático español desde Berlín provocó la reacción de las autoridades franquistas e impidió que los alemanes, hartos de esperar, desviaran el convoy hacia Auschwitz: “Lleva 36 horas en frontera hispano-francesa sin ser recibidos por autoridades españolas y que servicio competente alemán le hace saber (…) la imposibilidad de continuar haciéndose cargo de ellos como hasta el presente, por haber expirado hace meses plazo concedido para repatriación de judíos extranjeros, y procederá a su inmediato transporte a campos de concentración en Polonia, de donde no podrán salir en ningún caso ni en manera alguna”.

El historiador Manu Valentín concluye, por tanto, que el papel jugado por Franco durante el Holocausto no es opinable: “La respuesta nos la ofrecen los propios documentos elaborados por el régimen. Léanlos, hierve la sangre”.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/holocausto-franquista-judios-dictador-no-quiso-salvar_1_11990086.html?utm_source=Al+d%C3%ADa&utm_campaign=f135450c4e-EMAIL_CAMPAIGN_2025_01_26_08_07&utm_medium=email&utm_term=0_-f135450c4e-70387644&mc_cid=f135450c4e&mc_eid=25a657c028

lunes, 10 de febrero de 2025

"Holocausto": la serie de TV estadounidense que cambió la visión de los alemanes sobre el genocidio nazi

Escena de la miniserie "Holocausto"

Fuente de la imagen,Alamy

Pie de foto,La miniserie "Holocausto" dramatizó el genocidio nazi a través de la historia ficticia de la familia Weiss.

"Holocausto", una megaproducción televisiva estadounidense de 1979 protagonizada por Meryl Streep, transformó la forma en que los alemanes veían su propia historia.

La miniserie llevó los horrores de los crímenes nazis a las salas de estar de los alemanes y convirtió la palabra "holocausto" en un término de uso común en el idioma alemán.

Es que solo en Alemania Occidental, un tercio de la población (unas 20 millones de personas) vieron al menos parte de la serie de cuatro episodios en 1979.

En enero, cuando se conmemora el día internacional en memoria de las víctimas del Holocausto, el drama se ha vuelto a mostrar en la televisión alemana y sigue siendo tan relevante como siempre.

El impacto de ver a las víctimas

"Holocausto" cuenta la historia de una familia judía alemana ficticia integrada por Josef Weiss (Fritz Weaver), un exitoso médico de Berlín, su esposa Berta Palitz Weiss (Rosemary Harris) y sus tres hijos, y traza su trágico viaje desde la afluencia burguesa hasta las cámaras de gas.

Hay una historia paralela que se centra en el personaje de Erik Dorf (Michael Moriarty), un abogado desempleado que inicialmente es apolítico, pero consigue un trabajo con las SS, las fuerzas de seguridad de Adolf Hitler, y se convierte en parte de la máquina de matar nazi.

Meryl Streep en una escena de "Holocausto"
Meryl Streep en una escena de "Holocausto"

Fuente de la imagen,Alamy


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La actriz Meryl Streep interpretó a una mujer cristiana, Inga Helms Weiss, que estaba casada con uno de los hijos Weiss. La serie provocó un debate nacional. 

Las encuestas de la época muestran que 86% de los espectadores hablaron sobre el Holocausto con amigos o familiares después de ver el programa.

Unos 10.000 alemanes llamaron-muchos llorando- a la emisora del programa, WDR, para expresar su conmoción y vergüenza. En algunos casos, exsoldados se pusieron en contacto para confirmar los detalles de los crímenes nazis.

Fue la primera vez que una popular producción televisiva representó la vida de las víctimas de Hitler.

Hasta entonces el tema solo había sido abordado en documentales, que se focalizaban en los hechos y en las cifras.

Durante la década de 1960 el debate se centró principalmente en los perpetradores, provocado en parte por los juicios de Auschwitz, realizados en Frankfurt entre 1963 y 1965.

"Los sobrevivientes vinieron a los juicios de Auschwitz y los periodistas ni siquiera los entrevistaron. A nadie le importaban las víctimas. Eso cambió con (la serie) 'Holocausto'", dice el historiador y profesor Frank Bösch.

Bösch escribió el libro Zeitenwende 1979 ("Momento crucial 1979"), sobre eventos clave de ese año que transformaron al mundo. El drama televisivo es considerado uno de ellos, junto con la revolución iraní y la elección de Margaret Thatcher.

James Woods en una escena de "Holocausto"
James Woods en una escena de "Holocausto"

Fuente de la imagen,Alamy


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El actor James Woods (centro) interpretó al artista judío Karl Weiss, casado con Inga. 

La miniserie cuenta emotivas historias personales de personajes de la vida cotidiana, haciendo que sea fácil para los espectadores identificarse con ellos y accesible para la sociedad en general.

Además, los perpetradores no son demonizadoscomo seres malvados y sádicos, sino que aparecen como alemanes comunes, piezas de la maquinaria nazi que contribuyeron al Holocausto a través de pequeños actos cotidianos de crueldad o cobardía.

La serie fue polémica y casi no llega a Alemania. Fue realizada por la cadena de televisión estadounidense NBC y en 1978 fue vista por 120 millones de estadounidenses.

Pero los comentaristas alemanes criticaron la serie, calificándola como una telenovela melodramática que trivializó la Shoah (el holocausto judío).

Los de izquierda acusaron a la cadena estadounidense de explotar cínicamente los crímenes nazis para obtener más rating.

Los nacionalistas de derecha se quejaron de que las víctimas de guerra alemanas estaban siendo olvidadas.

Los neonazis incluso bombardearon dos transmisores de televisión en un intento por detener las emisiones del programa en Alemania.

 Incluso hoy la serie todavía tiene sus críticos: algunos sobrevivientes del Holocausto han dicho que el drama es higienizado y simplista.

Pero lo cierto es que ha transformado la forma en que Alemania se vincula con su pasado nazi.

James Woods en una escena de "Holocausto
James Woods en una escena de "Holocausto"

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
En la serie el personaje de Karl es enviado al campo de concentración Buchenwald. 

Inicialmente, algunos funcionarios alemanes temían que la serie provocara un sentimiento antialemán en el extranjero, dice el profesor Bösch.

Pero la toma de conciencia nacional provocada por el drama generó respeto por la forma en que Alemania enfrenta sus crímenes del pasado.

Unos meses después de la emisión de la serie, Alemania eliminó el estatuto de limitaciones para el asesinato, para permitir que los nazis fueran juzgados por su participación en el Holocausto.

Y el debate a nivel nacional generó sed de más conocimiento.

Durante la década de 1980 las escuelas exigieron más material didáctico, los historiadores alemanes comenzaron a centrarse más en el Holocausto y los campos de concentración abrieron las primeras exposiciones y memoriales importantes.

Un recordatorio oportuno

Ahora Alemania ha estado reevaluando cómo el drama cambió al país hace 40 años.

La rememoración del Holocausto y las palabras "nunca más" se han convertido en principios clave de la identidad política de la Alemania moderna.


Niños y una mujer encerrados en Auschwitz, el día de su liberación el 27 de enero de 1945

Fuente de la imagen,Getty Images

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Niños y mujeres encerrados en Auschwitz en el día de su liberación, el 27 de enero de 1945, por tropas soviéticas. 

Pero el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) dice que los alemanes ahora deben avanzar y dejar atrás esa cultura de conmemoración.

El año pasado el líder de AfD, Alexander Gauland, describió el período nazi como "meros excrementos de pájaro en más de 1.000 años de historia alemana exitosa".

Y menos de la mitad de los alemanes de 14 a 16 años saben lo que era Auschwitz, según una encuesta realizada por la Fundación Körber.

 A 40 años de la primera transmisión de "Holocausto" en Alemania, todavía se necesitan dramas accesibles que resalten los crímenes nazis.

domingo, 9 de febrero de 2025

_- Liberación de Auschwitz: cómo este campo de concentración se convirtió en el centro del Holocausto nazi

Auschwitz

_- Auschwitz era inicialmente un cuartel del ejército de Polonia en el sur del país.

El 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas entraron con precaución en Auschwitz.

Primo Levi, uno de los sobrevivientes más famosos, estaba en un hospital de campaña con fiebre escarlatina cuando llegaron los libertadores.

Aquellos hombres lanzaron "miradas sorprendentemente avergonzadas a los cuerpos amontonados, a los refugios destrozados y a los pocos que quedábamos vivos", escribió más tarde.

"No nos saludaron ni sonrieron; parecían angustiados no solo por compasión sino por... el sentimiento de culpa de que tal crimen hubiera existido".

"Vimos gente demacrada, torturada y empobrecida", dijo el soldado Ivan Martynushkin sobre la liberación del campo de exterminio. "Podríamos decir por sus ojos que estaban felices de ser salvados de aquel infierno".

Play video, "¿Qué pasó en el campo de concentración de Auschwitz?", Duración 2,47 02:47 

Título del video,¿Qué pasó en el campo de concentración de Auschwitz?
En menos de cuatro años, la Alemania nazi asesinó sistemáticamente a al menos 1,1 millones de personas en Auschwitz. Casi un millón eran judíos.

Los deportados a este complejo fueron gaseados, obligados a trabajar o pasar hambre hasta la muerte e incluso asesinados en experimentos médicos. La gran mayoría murió en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.

Seis millones de judíos murieron en el Holocausto, la campaña de los nazis para erradicar a la población judía de Europa. Y Auschwitz, precisamente, estaba en el centro de ese genocidio.
 
¿Qué fue el Holocausto?

Cuando los nazis llegaron al poder en 1933, comenzaron a despojar a los judíos de todas sus propiedades, libertades y derechos recogidos por la ley.

Tras la invasión alemana de Polonia en 1939, los nazis comenzaron a deportar judíos desde Alemania y Austria hasta Polonia, donde crearon guetos para separarlos del resto de la población.

En 1941, durante la invasión alemana de la Unión Soviética, los nazis comenzaron en serio con su campaña de exterminio.

Prisioneros llevados en tren a un campo de concentración nazi.

Prisioneros llevados en tren a un campo de concentración nazi.

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Pie de foto,
En menos de cuatro años, los nazis asesinaron a al menos 1,1 millones de personas en Auschwitz. 

Los nazis se referían a su invasión como una guerra racial entre Alemania y el pueblo judío, así como con la población eslava y los gitanos.

 Grupos de soldados alemanes llamados Einsatzgruppen (grupos de operaciones, en alemán) se lanzaron a masacrar a civiles a través de tierras recién conquistadas en Europa del Este.

A finales de 1941 habían matado a 500.000 personas, y en 1945 habían asesinado a unos dos millones de los que 1,3 millones eran judíos.

Los comandantes nazis estaban experimentando con formas de matar en masa. Temían que dispararle a la gente fuera demasiado estresante para sus soldados, por lo que pensaron en métodos más eficientes de asesinato.

Cámaras de gas en Auschwitz 
Cámaras de gas en Auschwitz I

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Auschwitz puso en marcha sus cámaras de gas a inicios de los 40. 

En Polonia ya se habían utilizado en 1939 furgonetas de gas para matar a personas con discapacidad mental. Se expulsaban gases venenosos en un compartimento sellado para asfixiar a quienes estaban dentro.

Para el invierno de 1941, los nazis habían construido las primeras cámaras de gas en Auschwitz, donde los guardas usaban Zyklon B para asesinar a los prisioneros.

Los líderes nazis se reunieron en enero de 1942 para coordinar la matanza industrial.

En la Conferencia de Wansee acordaron lo que llamaron una "solución final a la cuestión judía": matar a toda la población judía europea, 11 millones de personas, mediante el exterminio y el trabajo forzado.

¿Qué fue Auschwitz?

Auschwitz era inicialmente un cuartel del ejército polaco en el sur de Polonia. La Alemania nazi invadió y ocupó Polonia en septiembre de 1939, y en mayo de 1940 convirtió el lugar en una cárcel para prisioneros políticos.

Esta área, con la infame mentira Arbeit Macht Frei ("el trabajo libera", en alemán) escrita sobre la entrada, se conoció como Auschwitz I.

Auschwitz.
Auschwitz.

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"Arbeit Macht Frei" ("el trabajo libera", en alemán) es la inscripción que se encuentra a la entrada de Auschwitz. 

Pero a medida que la guerra y el Holocausto avanzaron, el régimen nazi amplió en gran medida el lugar.

Los primeros prisioneros en ser gaseados fueron un grupo de polacos y soviéticos en agosto de 1941.

El mes siguiente, los trabajos comenzaron en un nuevo campo, Auschwitz II-Birkenau. Allí se encontraban las enormes cámaras de gas donde cientos de miles fueron asesinados hasta noviembre de 1944 y los crematorios donde quemaban sus cuerpos.

Hornos de cremación en Auschwitz

Hornos de cremación en Auschwitz

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Los nazis cremaban a sus víctimas en hornos de incineración. 

La compañía química alemana IG Farben construyó y operó una fábrica de caucho sintético en Auschwitz III-Monowitz.

Otras compañías privadas como Krupp y Siemens-Schuckert también tenían fábricas cerca para utilizar a los prisioneros como mano de obra esclava.

Tanto Primo Levi como el ganador del Premio Nobel Elie Wiesel sobrevivieron al campo de concentración de Monowitz o Auschwitz III.

 Cuando Auschwitz fue finalmente liberado, aglutinaba más de 40 campos y subcampos.

¿Cómo funcionaba Auschwitz?

Personas de toda Europa fueron hacinadas en trenes sin ventanas, baños, asientos ni comida para ser transportadas a Auschwitz.

Allí eran clasificados entre quienes podían trabajar y quienes serían asesinados de inmediato.

Al último grupo se le ordenaba desnudarse y se los enviaba a las duchas para "despiojarse", un eufemismo utilizado para las cámaras de gas.

Los guardias del llamado "Instituto de Higiene" arrojaban entonces gránulos de gas Zyklon-B en las cámaras selladas y esperaban a que la gente muriera. Demoraba unos 20 minutos. Los gruesos muros no podían ocultar los gritos de las personas asfixiándose en el interior.

Zyklon B
Zyklon B

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Los guardas usaban Zyklon B para asesinar a los prisioneros en las cámaras de gas. 

Otros prisioneros conocidos como Sonderkommandos -generalmente judíos obligados a trabajar para los guardias y no ser asesinados- retiraban el cabello, los dientes, anteojos y extremidades artificiales de los cadáveres antes de arrastrarlos a las incineradoras. Las cenizas de los cuerpos eran enterradas o utilizadas como fertilizante.

Las pertenencias de las víctimas se llevaban entonces para ser clasificadas a una parte del campo conocida como "Canadá", llamada así porque el país era visto como una tierra de abundancia.

¿Quiénes fueron las víctimas?

Los guardias de las SS intentaron ocultar sus crímenes cuando se aproximaron las tropas soviéticas. Intentaron destruir sus extensos registros de prisioneros, lo que dificulta cuantificar con exactitud el número de víctimas.

Desde entonces, estudios académicos coinciden en que cerca de 1,3 millones de personas llegaron a Auschwitz. Alrededor de 1,1 millones de ellos murieron allí.

Judíos de toda la Europa controlada por los nazis suponían la gran mayoría de las víctimas. Casi un millón de judíos fueron asesinados en Auschwitz.

Un ejemplo específico fue la población judía de Hungría. En solo dos meses, entre mayo y julio de 1944, Hungría transportó a 437.000 judíos a este campo de concentración.

Judíos húngaros llegando a Auschwitz

Judíos húngaros llegando a Auschwitz

Fuente de la imagen,Getty Images


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 Decenas de miles de judíos húngaros eran enviados a Auschwitz cada día. 

Tres de cada cuatro fueron asesinados a su llegada.

Unos 75.000 civiles polacos, 15.000 prisioneros de guerra soviéticos, 2.000 gitanos, así como homosexuales y prisioneros políticos fueron también ejecutados por el Estado alemán en el complejo de Auschwitz.

¿Qué pasó cuando Auschwitz fue liberado?

Las autoridades alemanas ordenaron detener los gaseos y destruir las cámaras de gas y los crematorios a finales de 1944, a medida que las tropas soviéticas avanzaban hacia el oeste.

La reserva de objetos de valor robados que se almacenaban en el sector de Canadá se envió a Alemania poco después.

Decididos a borrar la evidencia de sus crímenes, los nazis ordenaron a las decenas de miles de prisioneros que quedaban marchar hacia el oeste a otros campos de concentración, como Bergen-Belsen, Dachau y Sachsenhausen.

Los que estaban demasiado enfermos para caminar se quedaron atrás. Todos los que se retrasaron en la marcha fueron asesinados.

Las fuerzas soviéticas solo encontraron a unos pocos miles de sobrevivientes cuando entraron en el campo de concentración de Auschwitz el 27 de enero de 1945, además de cientos de miles de prendas de ropa y varias toneladas de cabello humano.

Elie Wiesel en 2015 

Elie Wiesel en 2015

Fuente de la imagen,Reuters

Pie de foto,

Elie Wiesel, sobreviviente de Auschwitz fallecido en 2016, perdió a sus padres y a su hermana menor en el campo de concentración.

Los soldados recordaron años después cómo tuvieron que convencer a algunos sobrevivientes de que los nazis realmente se habían ido.

Elie Wiesel dijo durante un discurso para conmemorar el 50 aniversario de la liberación que los crímenes nazis en Auschwitz "produjeron una mutación a escala cósmica, que afecta los sueños y los esfuerzos del hombre".

"Después de Auschwitz, la condición humana ya no es la misma. Después de Auschwitz, nada volverá a ser lo mismo".

sábado, 8 de febrero de 2025

Un experimento consigue simular los beneficios de la siesta sin dormir.

Beneficios de la siesta
Por qué necesitamos dormir es un misterio aún no del todo resuelto.
La investigación apunta a la posibilidad futura de una terapia para corregir los daños del insomnio.

Que dormir es una necesidad primaria, como beber y comer, es algo que todos hemos experimentado después de una noche de mal sueño, y lo que ocurre en situaciones extremas lo sabemos por casos desgraciados como el de las familias que sufren una forma letal de insomnio hereditario. Sin embargo, por qué necesitamos dormir es un misterio aún no del todo resuelto. Un equipo de investigadores ha conseguido simular uno de los beneficios del sueño por estimulación cerebral, lo que apunta a la posibilidad futura de una terapia para corregir los daños del insomnio, pero también a algo más: ¿llegaremos a tener un dispositivo que nos permita disfrutar del descanso del sueño sin necesidad de dormir?

El descanso reparador es la visión más clásica del porqué de la necesidad de dormir, y es cierto que durante el sueño el organismo entra en modo de mantenimiento: se reduce el consumo de energía y se favorecen las funciones restauradoras del metabolismo. Pero mientras que algunos de estos beneficios podemos obtenerlos con un simple reposo, en cambio, el cerebro necesita el sueño: como escribía el psiquiatra Allan Hobson, “el sueño es del cerebro, por el cerebro y para el cerebro”. Aunque también nuestro órgano pensante disminuye su actividad respecto a la vigilia, no está ni mucho menos en off; son los procesos cerebrales durante el sueño los que motivan la necesidad de dormir y centran el grueso de las investigaciones.

Algunos de los efectos cerebrales del sueño son conocidos. Su papel en la consolidación de la memoria está ampliamente aceptado, y se ha sugerido que el sueño permite la reparación neuronal. En 2013, investigadores del centro médico de la Universidad de Rochester, en Nueva York, descubrieron que en los ratones el sueño ahueca el espacio entre las neuronas permitiendo la entrada del líquido que baña el cerebro, que de este modo evacúa los residuos metabólicos tóxicos como la proteína beta amiloide, implicada en el alzhéimer. Un comentario en la revista Science lo comparaba a sacar la basura. El hallazgo, que se contó entre los 10 más importantes del año para Science, apoyaría la idea de que un sueño correcto ayuda a prevenir las enfermedades neurodegenerativas.

Sincronizar para dormir más
En el nuevo trabajo, publicado también en Science, investigadores de la Universidad Rice, la Facultad de Medicina Weill Cornell y el Instituto Metodista de Investigación de Houston —todos en EE UU— han estudiado el sueño sin movimientos oculares rápidos (NMOR o NREM, por sus siglas en inglés), el estado que a lo largo de la noche se alterna repetidamente con el sueño MOR o REM, y cuya función en el mantenimiento de las funciones mentales se conoce peor. Dado que el sueño NREM antecede al REM, este estado es el típico de una siesta corta.

Los autores estudiaron la actividad neuronal en el cerebro de un grupo de macacos durante y después de una siesta de 30 minutos, así como la capacidad de los monos para resolver una tarea consistente en identificar imágenes iguales con distinta orientación. “Durante el sueño, observamos un aumento de actividad de ondas delta de baja frecuencia y un disparo sincronizado de neuronas en diferentes regiones corticales”, explica la primera autora del estudio, Natasha Kharas. Esas ondas cerebrales lentas son características del sueño NREM.

Según Kharas, esa sincronización de las neuronas al dormir prepara el cerebro para trabajar mejor al despertar: “Después del sueño, sin embargo, la actividad neuronal se hizo más asíncrona que antes del sueño, permitiendo a las neuronas dispararse de forma más independiente. Este cambio condujo a una mayor precisión en el procesamiento de la información y en la realización de tareas visuales”. Por tanto, podría decirse que el sueño, la siesta en este caso, despeja y agudiza la mente para mejorar el rendimiento.

A continuación, los investigadores ensayaron qué ocurría si transmitían impulsos mediante electrodos cerebrales a los macacos mientras estaban despiertos para simular esa actividad de ondas lentas propia del sueño. Descubrieron entonces que esta estimulación artificial bastaba para lograr el efecto de desincronización y obtener un rendimiento en la tarea que era similar al observado después de la siesta. Según el director del estudio, Valentin Dragoi, “este hallazgo es significativo porque sugiere que algunos de los efectos restauradores y potenciadores del rendimiento que ofrece el sueño podrían obtenerse sin necesidad de dormir”.

Dormir sin dormir
Dragoi apunta a las potenciales aplicaciones de sus resultados: “Planeamos llevar a cabo ensayos clínicos en pacientes humanos que sufren trastornos del sueño, estimulando diferentes partes de su cerebro con ondas eléctricas delta para aliviar las deficiencias en la memoria y en el rendimiento cognitivo debidas a la falta de sueño”. Pero además, el investigador cree que el alcance de este descubrimiento podría ser mayor: “Queremos examinar si podemos emular los efectos beneficiosos del sueño sin dormir, lo que sería ampliamente provechoso en una variedad de aplicaciones en las personas sanas”.

Sin embargo, para que los humanos podamos llegar a disfrutar de las ventajas de un simulador del sueño, antes los científicos deberán encontrar el modo de aplicar esa estimulación cerebral de forma externa, sin implantar los electrodos en el cerebro, como en el caso de los macacos. “Hay grandes posibilidades”, valora Dragoi. “La estimulación eléctrica invasiva se aplicó de manera superficial, en las capas superiores de la corteza, lo que nos anima a explorar protocolos de estimulación eléctrica no invasiva variando la ubicación en la corteza, la intensidad de la corriente y el área de la superficie a estimular para obtener efectos comparables a los inducidos por la estimulación invasiva”.

Todo lo anterior se refiere al sueño NREM, pero para que algún día dispongamos de una tecnología que realmente nos ofrezca la reparación y el descanso completo del sueño sin dormir, será necesario también simular el sueño REM, el estado en el que soñamos de forma más vívida. Dragoi es optimista en lo que se refiere a expandir sus estudios a todo el ciclo del sueño: “Esto requerirá más experimentos para examinar el papel de otros estados del sueño y en particular la función del sueño REM, y encontrar maneras específicas de sustituirla usando estimulación eléctrica dirigida”. Por el momento, dormir sin dormir sigue siendo solo un sueño.

viernes, 7 de febrero de 2025

Europa: una crisis de identidad que obliga a cambiar el rumbo

La continua aplicación de políticas económicas erróneas y orientadas a favorecer sólo el interés privado, además del sometimiento a los dictados de Estados Unidos, han dejado a Europa en una situación de gran debilidad, justo en un momento en que debe enfrentarse a grandes amenazas en la escena internacional.

Dos hechos reflejan sintomáticamente la situación con la que comienza Europa el nuevo año. Alemania, su motor económico, culmina un segundo año en recesión y uno de sus grandes institutos de investigación económica reconoce que se encuentra en una situación de «crisis estructural».

Desde otro punto de vista, es significativo el silencio vergonzante de las autoridades europeas ante el anuncio de Donald Trump de que quiere apropiarse de Groenlandia, un territorio que forma parte de un país miembro de la Unión Europea.

Debilidad económica e insignificancia geopolítica. Dos expresiones de una misma moneda: la pérdida de impulso, poder y presencia de Europa en el mundo de nuestros días.

Fracturas de todo tipo

La UE se encuentra en el vértice de un conjunto de amenazas que no sólo se pueden calificar de peligrosas, sino de auténticamente existenciales, pues afectan al mismo tiempo a la economía, la política y sus instituciones, además de al poder efectivo que estas van a poder desplegar para defenderse.

La primera es de carácter estrictamente económica. Aunque de momento Alemania se lleva la peor parte, es toda la economía europea la que tiene problemas. La eurozona no levanta cabeza y la mayoría de los pronósticos coinciden en que «está lejos de la recuperación». Y es normal. Crisis energética, desindustrialización acelerada, pérdida de competitividad y retraso tecnológico conforman un cóctel envenenado que produce parálisis productiva y retraso frente a las demás potencias económicas.

La segunda amenaza que enfrenta Europa es su pérdida de influencia en el nuevo marco de relaciones económicas y comerciales que se está generando. Entre Estados Unidos y los BRICS, Europa no encuentra lugar ni ofrece al mundo alternativas de planteamiento y resolución multilateral de los grandes problemas de nuestro tiempo. Está a la deriva y esta desubicación le supone una amenaza grave porque la deja desprotegida, dependiente y vulnerable. Especialmente, si a eso se añade el rechazo explícito que recibe de países, como los africanos, donde antaño influyó y de donde obtuvo poder.

¿Acuerdos que debilitan?

En contra de lo que se quiere hacer creer, el reciente acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur no va a abrir un nuevo espacio de fortalecimiento para la economía europea (como tampoco para la contraparte). Sin potentes políticas redistributivas o de compensación, la liberalización del comercio aumentará las divergencias internas, eliminará miles de empleos y deprimirá sectores fundamentales en ambas partes al desprotegerlos. Impulsará la concentración que dará aún más poder a los grandes grupos de capital industrial y financiero, como ha ocurrido siempre que se conceden ventajas asimétricas en los mercados. Dañará al medio ambiente, dificultando los procesos de transición hacia una mayor sostenibilidad. Y, para colmo, debilitará aún más a Europa al llevarse a cabo justo cuando Trump va a reforzar el proteccionismo de Estados Unidos.

A esas grandes amenazas económicas se le pueden sumar otras dos que tienen que ver con la política, el poder y la hegemonía.

Por un lado, Europa mantiene una posición de sometimiento ante Estados Unidos que no sólo hace que sufra ella misma los costes que se imponen a terceros, como en el caso de las sanciones a Rusia. Además, la lleva a adoptar posiciones de incoherencia e incluso de franca inmoralidad. Por ejemplo, condenando “la invasión a gran escala de Ucrania” por parte de Rusia y permitiendo al mismo tiempo que Israel cometa un genocidio con Palestina. Una contradicción vergonzante que le impide asumir posiciones de liderazgo internacional autónomas y resta credibilidad a cualquier iniciativa de política exterior en el futuro inmediato.

Por otro, Europa se muestra incapaz de contener el avance de fuerzas populistas de extrema derecha que cada vez disimulan menos su propósito final de dinamitar el actual modo de funcionamiento de la Unión Europa, sus instituciones, valores y políticas.

Todo esto le ocurre a Europa en el peor de los momentos, cuando la presidencia de Trump va a abrir un periodo de convulsión y conflicto abierto en todos los órdenes. La guerra comercial puede ser demoledora para una Europa económicamente debilitada, dependiente, sin proyecto estratégico y desprotegida; y la tensión militar la obligará a destinar recursos a este rubro, aumentando el descontento que alimenta a la extrema derecha y mina la confianza institucional.

Lo sorprendente de todo esto es que se produzca por causas tan visibles.

En primer lugar, por la aplicación continuada durante décadas de políticas favorecedoras de los mercados que sólo han servido para reforzar el poder de las grandes corporaciones. Y no precisamente gracias a su dinamismo y capacidad innovadora, sino la influencia conseguida sobre las instituciones europeas para poder extraer rentas sin límite. Ni siquiera el shock que produjo la Gran Recesión, ni la crisis del COVID-19 sirvieron para que los responsables de la Unión Europea tomaran conciencia del daño que generan sus errores y el servilismo hacia el poder económico y cambiaran de orientación política, como incluso Estados Unidos hizo bajo la presidencia de Biden.

Aunque el crecimiento del PIB es una expresión bastante burda, al menos resulta significativo de la debilidad y decadencia que esas políticas han provocado en la Unión Europea: su PIB (incluyendo el de Reino Unido antes del Brexit) sólo aumentó un 21% en los últimos 15 años, frente al 72% de EE.UU. y el 290% de China.

Desde el 2000, su peso en la economía mundial medido en paridad de poder de compra (es decir, equiparando los precios) ha bajado 5,1 puntos; el PIB per cápita en relación con el de Estados Unidos se redujo en casi dos puntos y, en lugar de ser 12 veces mayor que el de China como lo era entonces, ahora sólo es poco más de 3 veces superior.

En segundo lugar, la debilidad europea proviene de su incapacidad para reforzar la democracia y las instituciones representativas, lo que impide que la UE se consolide como un proyecto que la ciudadanía apoye y sienta como propio. Aunque la opinión no sea exactamente comparable por la forma en que se realiza el Eurobarómetro, es significativo, por ejemplo, que en 2000, sólo un 19% de la población encuestada tenía una imagen negativa o bastante negativa de la Unión, mientras que en 2024 un 59% consideraba que las cosas iban en la mala dirección.

En su día, Angela Merkel reclamó reglas presupuestarias que ningún Parlamento pudiera modificar y lo consiguió. Pero el resultado ha sido el reforzamiento de los grupos de poder que actúan en las sombras, el declive económico, el descontento social que ha catapultado a la extrema derecha y la irrelevancia cada vez mayor de la Unión Europea en el tablero mundial.

Tras las pasadas elecciones al Parlamento Europeo, la gobernabilidad se ha hecho más difícil e inclinada hacia posiciones radicales, populistas y peligrosamente volcadas hacia el militarismo, esto último, incluso con el apoyo de los socialistas. Si no se produce un giro de orientación y la Unión Europea no apuesta por políticas económicas que protejan su actividad productiva y generen más bienestar, y si no define con urgencia un proyecto propio que la libere de los imperativos de las imposiciones estadounidenses, Europa puede entrar en una etapa de dolor, frustraciones y conflictos hasta hace poco imprevisibles.


jueves, 6 de febrero de 2025

5 formas para evitar ser un amigo tóxico y por qué es importante celebrar los éxitos de los demás

Ilustraciones sobre la amistad.

Fuente de la imagen,Javier Hirschfeld / BBC

Pie de foto,
Nuestras acciones irreflexivas lastiman a las personas que amamos.

Los seres humanos somos a menudo incapaces de reconocer nuestros errores. Podemos quejarnos de la arrogancia, la ignorancia o la estupidez de otra persona, sin siquiera considerar los enormes defectos que nuestro carácter puede albergar.

Este punto ciego se vuelve evidente en cada una de nuestras relaciones de amistad. Sin tener nunca la intención de hacer daño, nuestras acciones irreflexivas lastiman a las personas que amamos. Me refiero a una crueldad casual más que deliberada, aunque las consecuencias de estos errores son igualmente perjudiciales.

Mientras escribía mi reciente libro (The Laws Of Connection) sobre la ciencia de la conexión social, descubrí que las "relaciones ambivalentes" (personas que se sienten a la vez cálidas y frías) pueden causar incluso más daño al bienestar que las figuras puramente rencorosas que, como es de esperar, resultan desagradables.

Afortunadamente, los hallazgos de la investigación pueden ayudarnos a desarrollar estrategias simples pero poderosas para identificar nuestros peores hábitos y mitigar su daño.

Aquí están mis 5 lecciones favoritas para evitar ser un enemigo accidental.

1. Ser consistente 

A nadie le gusta verse en un estado de incertidumbre, un hecho que se puede comprobar en las respuestas de las personas al dolor físico.

Archy de Berker y sus colegas del Instituto de Neurología del University College de Londres en Reino Unido pidieron a un grupo de personas que jugaran un juego de computadora que aplicaba una leve descarga eléctrica cada vez que encontraban una serpiente escondida debajo de una roca virtual.

Para examinar los efectos de la incertidumbre en la respuesta al estrés, los investigadores variaron la probabilidad de que una roca escondiera una serpiente a lo largo del experimento y midieron los signos fisiológicos de la ansiedad, como el sudor y la dilatación de las pupilas.

Sorprendentemente, los participantes mostraron la tendencia a reportar una respuesta de estrés más acentuada cuando solo había 50% de probabilidad de recibir una descarga eléctrica, en comparación con escenarios en los que sabían con certeza que el dolor se avecinaba.

El comportamiento de ser amigo sólo en las buenas puede poner a la gente que nos rodea en un estado similar de anticipación.

En estudios que investigan amistades impredecibles, los científicos piden a los participantes que se imaginen acudiendo a un amigo en busca de consejo, comprensión o un favor. Les piden que respondan a las siguientes preguntas en una escala del 1 (nada) al 6 (extremadamente):

• ¿Qué tan útil es tu conexión?

• ¿Qué tan perturbadora es tu conexión?


Cualquiera que responda 2 o más en ambas preguntas se considera una "conexión ambivalente", y la duda inherente sobre la reacción puede ser una fuente grave de estrés.

En un estudio, el simple hecho de saber que los amigos ambivalentes estaban sentados en la habitación de al lado fue suficiente para elevar la presión arterial de los participantes.

Es posible que no siempre podamos brindar el apoyo que nuestros amigos necesitan, pero podemos intentar ser un poco más confiables en nuestras respuestas. Podríamos aprender a gestionar mejor nuestro mal humor, por ejemplo, para no atacar si nuestros amigos se acercan a nosotros en el momento equivocado, en lugar de dejarlos al capricho de nuestro clima emocional.

Ser un amigo impredecible puede ser más estresante que ser consistentemente malo.

2. Evitar la ilusión de transparencia 

Cada uno de nosotros está atrapado en su propia mente, pero sobreestimamos qué tan bien los demás pueden leer nuestro estado emocional, un fenómeno que a veces se conoce como ilusión de transparencia.

Esto puede resultar evidente en las entrevistas de trabajo: asumimos que los nervios se reflejan en nuestro rostro, pero los sentimientos de ansiedad suelen ser mucho más difíciles de percibir de lo que creemos. Este error cognitivo común también puede impedirnos compartir nuestro aprecio por los demás, dándoles la impresión de que los descuidamos y los subvaloramos.

Amit Kumar, de la Universidad de Texas en Austin, y Nicholas Epley, de la Universidad de Chicago, pidieron a grupos de participantes que escribieran cartas de agradecimiento a personas importantes en sus vidas. Utilizando encuestas para medir las expectativas de quienes escriben las cartas y las reacciones reales de los destinatarios, los investigadores descubrieron que las personas subestimaban constantemente cuán sorprendida estaría la otra persona al recibir sus amables palabras y lo bien que les haría sentir. Asumieron que la otra persona ya sabía lo agradecida que estaba.

Por supuesto, es posible que nuestro lenguaje corporal transmita nuestra calidez y aprecio a los demás, pero no podemos confiar en ello, lo que significa que a menudo haríamos mucho mejor si expresamos esos sentimientos con palabras.

3. Validar los sentimientos de los demás (y animar al amigo a considerar nuevas perspectivas) 

Cuando alguien está pasando por un momento difícil, a menudo buscará naturalmente la comprensión de los demás.

Una respuesta empática puede validar los sentimientos, lo que alivia parte del estrés. Un amigo tóxico puede ser muy desdeñoso o crítico acerca de tus sentimientos, lo que resulta en una sensación de rechazo que sólo aumenta la carga emocional de la persona.

Cuando un amigo se "desahoga", simplemente estar de acuerdo con él no siempre ayuda. 

Sin embargo, el hecho de que sintamos empatía por el dolor de alguien no significa que tengamos que estar totalmente de acuerdo con su interpretación de la situación. Las ofertas de apoyo emocional más eficaces a menudo incluirán aliento o consejos que les ayuden a ver sus problemas desde una nueva perspectiva.

De hecho, un creciente conjunto de investigaciones psicológicas sugiere que simplemente alentar a alguien a desahogarse, sin ningún intento de replantear sus problemas, sólo puede fomentar la reflexión y amplificar su angustia a largo plazo.

Esta tendencia, que se parece a la de un buitre que se alimenta de las emociones de los demás sin ayudarles a cambiar su situación, constituye otra forma de toxicidad en las amistades.

Una conversación constructiva necesita mucha sensibilidad y tacto, pero un artículo de Ethan Kross de la Universidad de Michigan y sus colegas ofrece algunas preguntas que pueden ayudar a alguien a ver sus problemas desde una perspectiva más amplia. Por ejemplo:

• Al evaluar la situación, ¿podrías decirme por qué este evento fue estresante para ti?

¿Has aprendido algo de esta experiencia? Si es así, ¿te importaría compartirlo conmigo?

• Si miras el "panorama general", ¿eso te ayuda a darle sentido a esta experiencia? ¿Por qué sí o por qué no?

Después de considerar los diferentes puntos de vista, los participantes en el estudio tendieron a sentir un mayor cierre sobre un evento doloroso, en comparación con aquellos que habían contado los detalles concretos de la situación y los sentimientos que había producido.

4. Celebrar los éxitos de los demás (y practicar la felicidad compartida) 

La empatía es igualmente importante al compartir emociones positivas. La compasión, que deriva del latín "dolor compartido", es bien aceptada como fundamento de la amistad, pero la importancia de la felicidad compartida es mucho menos conocida.

La falta de atención a este aspecto se ha arraigado en la investigación científica.

Cuando Shelly Gable de la Universidad de California en Santa Bárbara, y Harry Reis de la Universidad de Rochester en Nueva York, examinaron la literatura sobre psicología en 2010, descubrieron que el número de artículos enfocados en acontecimientos negativos de la vida superaba a los que se centraban en los positivos en más de siete a uno.

El concepto de felicidad compartida es mucho menos conocido que su contraparte para dolor compartido (empatía). Esto está cambiando ahora, con múltiples estudios que revelan que nuestras conversaciones sobre buenas noticias pueden ser tan importantes como la compasión para el desarrollo y mantenimiento de relaciones saludables.

Un amigo comprensivo debe responder de manera activa y constructiva: pidiendo más información, discutiendo las implicaciones y expresando su propia alegría u orgullo.

Sin embargo, muchas personas responden de manera demasiado pasiva (cambiando rápidamente de tema, por ejemplo), mientras que algunas son activamente destructivas y hacen comentarios que intentan minimizar la importancia de los acontecimientos.

Envueltos en las distracciones de la vida diaria, podemos olvidar darle a estos momentos la atención que merecen, pero si queremos ser un buen amigo, debemos tomarnos el tiempo y el esfuerzo para celebrar los éxitos de nuestros amigos, por pequeños o grandes que sean.

También podríamos pensar más detenidamente en la forma en que compartimos nuestra propia felicidad.

Puede que nos preocupe parecer jactanciosos o arrogantes y, por lo tanto, optemos por mantener nuestros éxitos en secreto, pero esta estrategia puede resultar contraproducente, según una serie de experimentos realizados por Annabelle Roberts de la Universidad de Texas en Austin, Emma Levine de la Universidad de Chicago y Övül Sezer de la Universidad de Cornell.

En sus investigaciones descubrieron que las personas tienden a sentirse muy ofendidas cuando ocultamos información como promociones laborales a las personas que nos rodean. Ven este comportamiento como paternalista, que establece frialdad en lugar de calidez y conexión.

5. Ser el primero en pedir perdón

Todo el mundo comete errores, pero pocos se disculpan libremente, lo que induce a que el resentimiento se instale en nuestros vínculos sociales hasta mucho después de que se haya cometido la ofensa.

La investigación psicológica sugiere que existen cuatro obstáculos principales para disculparse de manera efectiva: no apreciamos el daño que hemos causado, asumimos que el acto de disculparse será demasiado doloroso y vergonzoso, creemos que la disculpa hará poco para reparar la relación; y, finalmente, es posible que no entendamos qué constituye una buena disculpa, por lo que no decimos las palabras que serán necesarias para la sanación.

El primer punto, la falta de valoración sobre el daño, depende claramente de los detalles del desacuerdo. Pero las dos preocupaciones siguientes sobre el costo de pedir disculpas o subestimar su efecto, al igual que muchas de nuestras suposiciones sobre las relaciones, son en gran medida infundadas y, por lo tanto, imponen barreras innecesarias a la conexión social.

En general, la gente siente alivio al enmendar sus malas acciones y es posible que podamos reconstruir los puentes rotos mejor de lo que esperábamos, siempre que nuestras disculpas se presenten de la manera correcta.

Para garantizar que su disculpa sea efectiva, debe darle a la otra persona suficiente tiempo para expresar su dolor por lo ocurrido. Luego debe reconocer la responsabilidad por la infracción, expresar arrepentimiento o tristeza (genuino), ofrecerse a reparar el daño y explicar cómo evitará volver a cometer un error similar.

Cada relación tendrá sus altibajos: esa es la naturaleza del comportamiento humano y la complejidad de nuestra vida social. Sin embargo, al aplicar estos cinco sencillos consejos para lograr una conexión más sólida, podrá evitar fácilmente los errores más comunes y asegurarse que es el tipo de amigo que le gustaría tener.

* En el libro The Laws of Connection, David Robson examina 13 estrategias basadas en la ciencia para transformar su vida social, publicado por Canongate (Reino Unido y Commonwealth) y Pegasus (EE.UU. y Canadá). Es @davidarobson en Instagram y Threads.