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jueves, 6 de febrero de 2025

5 formas para evitar ser un amigo tóxico y por qué es importante celebrar los éxitos de los demás

Ilustraciones sobre la amistad.

Fuente de la imagen,Javier Hirschfeld / BBC

Pie de foto,
Nuestras acciones irreflexivas lastiman a las personas que amamos.

Los seres humanos somos a menudo incapaces de reconocer nuestros errores. Podemos quejarnos de la arrogancia, la ignorancia o la estupidez de otra persona, sin siquiera considerar los enormes defectos que nuestro carácter puede albergar.

Este punto ciego se vuelve evidente en cada una de nuestras relaciones de amistad. Sin tener nunca la intención de hacer daño, nuestras acciones irreflexivas lastiman a las personas que amamos. Me refiero a una crueldad casual más que deliberada, aunque las consecuencias de estos errores son igualmente perjudiciales.

Mientras escribía mi reciente libro (The Laws Of Connection) sobre la ciencia de la conexión social, descubrí que las "relaciones ambivalentes" (personas que se sienten a la vez cálidas y frías) pueden causar incluso más daño al bienestar que las figuras puramente rencorosas que, como es de esperar, resultan desagradables.

Afortunadamente, los hallazgos de la investigación pueden ayudarnos a desarrollar estrategias simples pero poderosas para identificar nuestros peores hábitos y mitigar su daño.

Aquí están mis 5 lecciones favoritas para evitar ser un enemigo accidental.

1. Ser consistente 

A nadie le gusta verse en un estado de incertidumbre, un hecho que se puede comprobar en las respuestas de las personas al dolor físico.

Archy de Berker y sus colegas del Instituto de Neurología del University College de Londres en Reino Unido pidieron a un grupo de personas que jugaran un juego de computadora que aplicaba una leve descarga eléctrica cada vez que encontraban una serpiente escondida debajo de una roca virtual.

Para examinar los efectos de la incertidumbre en la respuesta al estrés, los investigadores variaron la probabilidad de que una roca escondiera una serpiente a lo largo del experimento y midieron los signos fisiológicos de la ansiedad, como el sudor y la dilatación de las pupilas.

Sorprendentemente, los participantes mostraron la tendencia a reportar una respuesta de estrés más acentuada cuando solo había 50% de probabilidad de recibir una descarga eléctrica, en comparación con escenarios en los que sabían con certeza que el dolor se avecinaba.

El comportamiento de ser amigo sólo en las buenas puede poner a la gente que nos rodea en un estado similar de anticipación.

En estudios que investigan amistades impredecibles, los científicos piden a los participantes que se imaginen acudiendo a un amigo en busca de consejo, comprensión o un favor. Les piden que respondan a las siguientes preguntas en una escala del 1 (nada) al 6 (extremadamente):

• ¿Qué tan útil es tu conexión?

• ¿Qué tan perturbadora es tu conexión?


Cualquiera que responda 2 o más en ambas preguntas se considera una "conexión ambivalente", y la duda inherente sobre la reacción puede ser una fuente grave de estrés.

En un estudio, el simple hecho de saber que los amigos ambivalentes estaban sentados en la habitación de al lado fue suficiente para elevar la presión arterial de los participantes.

Es posible que no siempre podamos brindar el apoyo que nuestros amigos necesitan, pero podemos intentar ser un poco más confiables en nuestras respuestas. Podríamos aprender a gestionar mejor nuestro mal humor, por ejemplo, para no atacar si nuestros amigos se acercan a nosotros en el momento equivocado, en lugar de dejarlos al capricho de nuestro clima emocional.

Ser un amigo impredecible puede ser más estresante que ser consistentemente malo.

2. Evitar la ilusión de transparencia 

Cada uno de nosotros está atrapado en su propia mente, pero sobreestimamos qué tan bien los demás pueden leer nuestro estado emocional, un fenómeno que a veces se conoce como ilusión de transparencia.

Esto puede resultar evidente en las entrevistas de trabajo: asumimos que los nervios se reflejan en nuestro rostro, pero los sentimientos de ansiedad suelen ser mucho más difíciles de percibir de lo que creemos. Este error cognitivo común también puede impedirnos compartir nuestro aprecio por los demás, dándoles la impresión de que los descuidamos y los subvaloramos.

Amit Kumar, de la Universidad de Texas en Austin, y Nicholas Epley, de la Universidad de Chicago, pidieron a grupos de participantes que escribieran cartas de agradecimiento a personas importantes en sus vidas. Utilizando encuestas para medir las expectativas de quienes escriben las cartas y las reacciones reales de los destinatarios, los investigadores descubrieron que las personas subestimaban constantemente cuán sorprendida estaría la otra persona al recibir sus amables palabras y lo bien que les haría sentir. Asumieron que la otra persona ya sabía lo agradecida que estaba.

Por supuesto, es posible que nuestro lenguaje corporal transmita nuestra calidez y aprecio a los demás, pero no podemos confiar en ello, lo que significa que a menudo haríamos mucho mejor si expresamos esos sentimientos con palabras.

3. Validar los sentimientos de los demás (y animar al amigo a considerar nuevas perspectivas) 

Cuando alguien está pasando por un momento difícil, a menudo buscará naturalmente la comprensión de los demás.

Una respuesta empática puede validar los sentimientos, lo que alivia parte del estrés. Un amigo tóxico puede ser muy desdeñoso o crítico acerca de tus sentimientos, lo que resulta en una sensación de rechazo que sólo aumenta la carga emocional de la persona.

Cuando un amigo se "desahoga", simplemente estar de acuerdo con él no siempre ayuda. 

Sin embargo, el hecho de que sintamos empatía por el dolor de alguien no significa que tengamos que estar totalmente de acuerdo con su interpretación de la situación. Las ofertas de apoyo emocional más eficaces a menudo incluirán aliento o consejos que les ayuden a ver sus problemas desde una nueva perspectiva.

De hecho, un creciente conjunto de investigaciones psicológicas sugiere que simplemente alentar a alguien a desahogarse, sin ningún intento de replantear sus problemas, sólo puede fomentar la reflexión y amplificar su angustia a largo plazo.

Esta tendencia, que se parece a la de un buitre que se alimenta de las emociones de los demás sin ayudarles a cambiar su situación, constituye otra forma de toxicidad en las amistades.

Una conversación constructiva necesita mucha sensibilidad y tacto, pero un artículo de Ethan Kross de la Universidad de Michigan y sus colegas ofrece algunas preguntas que pueden ayudar a alguien a ver sus problemas desde una perspectiva más amplia. Por ejemplo:

• Al evaluar la situación, ¿podrías decirme por qué este evento fue estresante para ti?

¿Has aprendido algo de esta experiencia? Si es así, ¿te importaría compartirlo conmigo?

• Si miras el "panorama general", ¿eso te ayuda a darle sentido a esta experiencia? ¿Por qué sí o por qué no?

Después de considerar los diferentes puntos de vista, los participantes en el estudio tendieron a sentir un mayor cierre sobre un evento doloroso, en comparación con aquellos que habían contado los detalles concretos de la situación y los sentimientos que había producido.

4. Celebrar los éxitos de los demás (y practicar la felicidad compartida) 

La empatía es igualmente importante al compartir emociones positivas. La compasión, que deriva del latín "dolor compartido", es bien aceptada como fundamento de la amistad, pero la importancia de la felicidad compartida es mucho menos conocida.

La falta de atención a este aspecto se ha arraigado en la investigación científica.

Cuando Shelly Gable de la Universidad de California en Santa Bárbara, y Harry Reis de la Universidad de Rochester en Nueva York, examinaron la literatura sobre psicología en 2010, descubrieron que el número de artículos enfocados en acontecimientos negativos de la vida superaba a los que se centraban en los positivos en más de siete a uno.

El concepto de felicidad compartida es mucho menos conocido que su contraparte para dolor compartido (empatía). Esto está cambiando ahora, con múltiples estudios que revelan que nuestras conversaciones sobre buenas noticias pueden ser tan importantes como la compasión para el desarrollo y mantenimiento de relaciones saludables.

Un amigo comprensivo debe responder de manera activa y constructiva: pidiendo más información, discutiendo las implicaciones y expresando su propia alegría u orgullo.

Sin embargo, muchas personas responden de manera demasiado pasiva (cambiando rápidamente de tema, por ejemplo), mientras que algunas son activamente destructivas y hacen comentarios que intentan minimizar la importancia de los acontecimientos.

Envueltos en las distracciones de la vida diaria, podemos olvidar darle a estos momentos la atención que merecen, pero si queremos ser un buen amigo, debemos tomarnos el tiempo y el esfuerzo para celebrar los éxitos de nuestros amigos, por pequeños o grandes que sean.

También podríamos pensar más detenidamente en la forma en que compartimos nuestra propia felicidad.

Puede que nos preocupe parecer jactanciosos o arrogantes y, por lo tanto, optemos por mantener nuestros éxitos en secreto, pero esta estrategia puede resultar contraproducente, según una serie de experimentos realizados por Annabelle Roberts de la Universidad de Texas en Austin, Emma Levine de la Universidad de Chicago y Övül Sezer de la Universidad de Cornell.

En sus investigaciones descubrieron que las personas tienden a sentirse muy ofendidas cuando ocultamos información como promociones laborales a las personas que nos rodean. Ven este comportamiento como paternalista, que establece frialdad en lugar de calidez y conexión.

5. Ser el primero en pedir perdón

Todo el mundo comete errores, pero pocos se disculpan libremente, lo que induce a que el resentimiento se instale en nuestros vínculos sociales hasta mucho después de que se haya cometido la ofensa.

La investigación psicológica sugiere que existen cuatro obstáculos principales para disculparse de manera efectiva: no apreciamos el daño que hemos causado, asumimos que el acto de disculparse será demasiado doloroso y vergonzoso, creemos que la disculpa hará poco para reparar la relación; y, finalmente, es posible que no entendamos qué constituye una buena disculpa, por lo que no decimos las palabras que serán necesarias para la sanación.

El primer punto, la falta de valoración sobre el daño, depende claramente de los detalles del desacuerdo. Pero las dos preocupaciones siguientes sobre el costo de pedir disculpas o subestimar su efecto, al igual que muchas de nuestras suposiciones sobre las relaciones, son en gran medida infundadas y, por lo tanto, imponen barreras innecesarias a la conexión social.

En general, la gente siente alivio al enmendar sus malas acciones y es posible que podamos reconstruir los puentes rotos mejor de lo que esperábamos, siempre que nuestras disculpas se presenten de la manera correcta.

Para garantizar que su disculpa sea efectiva, debe darle a la otra persona suficiente tiempo para expresar su dolor por lo ocurrido. Luego debe reconocer la responsabilidad por la infracción, expresar arrepentimiento o tristeza (genuino), ofrecerse a reparar el daño y explicar cómo evitará volver a cometer un error similar.

Cada relación tendrá sus altibajos: esa es la naturaleza del comportamiento humano y la complejidad de nuestra vida social. Sin embargo, al aplicar estos cinco sencillos consejos para lograr una conexión más sólida, podrá evitar fácilmente los errores más comunes y asegurarse que es el tipo de amigo que le gustaría tener.

* En el libro The Laws of Connection, David Robson examina 13 estrategias basadas en la ciencia para transformar su vida social, publicado por Canongate (Reino Unido y Commonwealth) y Pegasus (EE.UU. y Canadá). Es @davidarobson en Instagram y Threads.


sábado, 30 de enero de 2021

_- 4 preguntas clave que pueden ayudarte a dejar de procrastinar

_- Imagínate que pudieras volverte más saludable, más rico y sentirte menos estresado con unas pocas acciones diarias.

No requeriría un gran sacrificio de tu parte, pero a lo largo de los años, tu vida personal y profesional mejoraría enormemente de muchas maneras.

Para muchos, la procrastinación es la principal barrera que les impide hacer un cambio positivo.

Los procrastinadores crónicos tienen menos probabilidades de tener un empleo permanente, y aquellos que tienen trabajo, tienen un ingreso muy reducido, y ganan bastante menos que sus colegas más proactivos.

Los procrastinadores también tienen dificultad para encontrar tiempo para hacer ejercicio, ya que siempre posponen la actividad física para otro día.

Y, gracias al caos generalizado que surge de evadir constantemente tareas importantes, tienden a sufrir niveles de ansiedad altos.

El resultado es un riesgo elevado de enfermedades crónicas, incluida la enfermedad cardiovascular.

Pero esto no tiene por qué ser así, según una investigación de vanguardia de Jason Wessel.

Como parte de su doctorado en la Universidad Griffith en Queensland (Australia), Wessel desarrolló un sistema de cuatro "puntos para reflexionar" (o preguntas) simples, que se centran en las raíces psicológicas del problema.

Hazte estas preguntas con regularidad y te resultará mucho más fácil resistirte a las tentadoras distracciones, lo cual te permitirá concentrarte en las cosas que realmente importan en tu vida.

Teoría de la motivación temporal
La técnica de Wessel está inspirada en la teoría de la motivación temporal, que propone cuatro causas interrelacionadas de la procrastinación.

La primera es la "expectativa": subestimamos nuestras posibilidades de hacer bien la tarea, lo que reduce nuestra motivación general.

La segunda es nuestra "sensibilidad a la demora": muchos de nosotros no reconocemos adecuadamente en qué medida nuestras tácticas dilatorias actuales afectarán las posibilidades de completar la tarea a tiempo.

En tercer lugar, no apreciamos el "valor" de la tarea y los beneficios de realizarla a tiempo, lo que significa que priorizamos nuestro placer inmediato por sobre las consecuencias a largo plazo.

Finalmente, Wessel argumenta que carecemos de la "metacognición" básica -la autoconciencia y la capacidad de pensar analíticamente sobre nuestro propio pensamiento- que nos permitiría identificar las formas en que podríamos resistir estos comportamientos y volver a encaminarnos.

Estudios sobre procrastinadores crónicos han proporcionado una buena evidencia de la teoría de la motivación temporal, pero los posibles antídotos para estos problemas han sido hasta ahora, lamentablemente, poco investigados.

"Sencillamente, todavía no hay muchos estudios", dice Wendelien van Eerde de la Universidad de Ámsterdam, quien realizó un metaanálisis de las intervenciones disponibles en 2018.

En su estudio, Van Eerde descubrió que la terapia cognitivo-conductual (TCC) era el único método existente con beneficios confiables.

Durante las sesiones de TCC, un terapeuta profesional ayudará a su cliente a hablar sobre los pensamientos, emociones y acciones que están limitando su productividad.

"Tratas de reconocer qué estás haciendo mal, y de adaptar tus comportamientos a formas más funcionales de lidiar con las cosas", dice Van Eerde.

Sin embargo, por más eficaz que pueda ser, la TCC en persona consume relativamente mucho tiempo y es cara de realizar, lo cual dificulta su implementación en masa.

Esto llevó a Wessel a preguntarse si sería posible ofrecer una alternativa más rápida y económica.

Las cuatro preguntas para pensar
Después de considerarlo cuidadosamente, Wessel decidió resumir los principios de la teoría de la motivación temporal en cuatro simples indicaciones, que piden a las personas que consideren lo siguiente:

¿Cómo lograría una persona exitosa completar la meta?
¿Cómo te sentirías si no haces la tarea que se requiere?
¿Cuál es el paso siguiente inmediato que necesitas hacer?
Si pudieras hacer una cosa para cumplir con tu objetivo a tiempo, ¿Cuál sería?


El entorno universitario proporcionó el medio perfecto para probar el método.

Primero, Wessel reclutó a más de 100 estudiantes universitarios que debían entregar una tarea escrita, que valía un tercio de su calificación final.

La mezcla tentadora: la novedosa fórmula para dejar de procrastinar las cosas que odias hacer 

Para medir su progreso, a todos los estudiantes se les enviaron mensajes de texto regulares, pidiéndoles que estimen su progreso general para completar la tarea (del 0% al 100%).

También se les pidió a los participantes que reflexionaran sobre los puntos enumerados anteriormente en varios momentos a lo largo de las dos semanas.

Una de las preguntas sobre la cual podemos reflexionar es cómo una persona exitosa lograría cumplir con la tarea o la meta.

Wessel esperaba que el reflexionar sobre estas preguntas produjera los mismos cambios en el pensamiento que generalmente se logran durante la terapia en persona, pero en ráfagas mucho más breves.

"Es una réplica de algunos de los elementos de una sesión de coaching o terapia", dice, "pero es como una 'microdosis'".

Cuando Wessel comparó la información sobre el progreso de los participantes en el transcurso de las dos semanas, descubrió que aquellos que contemplaban los cuatro puntos de reflexión tenían muchas más probabilidades de ponerse al día con el trabajo a tiempo, en lugar de posponer la tarea hasta el final de la quincena.

En otras palabras, esto había logrado reducir significativamente la procrastinación.

Los beneficios no fueron inmediatos; Wessel dice que los estudiantes necesitaron considerar las distintas preguntas varias veces antes de comenzar a actuar, un fenómeno que describe como un "efecto durmiente".

"Hay pocas ocasiones en las que puedes decirle a la aplicación (que enviaba recordatorios a los participantes) que sabes exactamente lo que necesitas hacer, pero luego no lo haces", dice.

Es de esperar que los recordatorios hayan irritado a los estudiantes, pero la mayoría informó que habían aprendido mucho de la experiencia. "Dijeron que deberíamos hacer esto para cada curso que tienen".

Enfoque "prometedor"
Van Eerde está impresionada con los resultados y se muestra optimista sobre la practicidad de la intervención. "Creo que es uno de los enfoques más prometedores", dice.

Muchos jóvenes empiezan a estudiar para sus exámenes a último momento.

Wessel ya ha diseñado una aplicación para ayudar a las personas a mejorar su dieta que sigue principios similares y se pregunta si, sin importar nuestros objetivos, todos podríamos beneficiarnos de considerar regularmente estas preguntas para reflexionar.

Si quieres aplicar esto tú mismo, podrías considerar poner un par de recordatorios diarios en tu calendario en línea para asegurarse de que realmente te tomes el tiempo para reflexionar sobre los cuatro puntos.

"Si notas que siempre está posponiendo cosas, podría ser una buena forma de controlar tu comportamiento".

Lo importante, dice, es cuestionarse con regularidad qué objetivos realmente valoras y verificar si los estás priorizando lo suficiente.

Luego, deberías encontrar formas de dividir tu tarea en partes más pequeñas, antes de tomar medidas apenas puedas.

Esto puede crear una especie de impulso, dice, que te hará menos susceptible a la procrastinación a medida que avanzas (en tu tarea).

El trabajo de Wessel se suma a un número creciente de investigaciones que muestran cómo los breves momentos de autorreflexión pueden generar grandes dividendos.

Un poco de concentración, al parecer, puede ser de gran ayuda para aumentar tu perseverancia, organización y eficiencia, de modo que tengas más tiempo para dedicarlo a las cosas que realmente importan.

Estas pocas preguntas o puntos para reflexionar puede que sean el secreto de una vida más feliz y saludable.

*David Robson es autor del libro "The Intelligence Trap: Revolutionise Your Thinking and Make Wiser Decisions". ("La trampa de la inteligencia: revolucione su pensamiento y tome decisiones más sabias".)