jueves, 8 de mayo de 2025

_- Segunda Guerra Mundial. Varias empresas alemanas reconocen que contribuyeron a consolidar el dominio nazi

El ministro de Armamento y Producción de Guerra del Tercer Reich, Albert Speer, y Adolf Hitler en una reunión en la casa de este último en Obersalzberg.

Un total de 49 firmas asumen su responsabilidad histórica en el 80 aniversario del final de la II Guerra Mundial

Medio centenar de empresas alemanas contribuyeron a consolidar el dominio de los nazis durante el Tercer Reich y, en las primeras décadas tras la II Guerra Mundial, evitaron enfrentarse con su responsabilidad como lo hizo gran parte de la sociedad en Alemania. Sin embargo, ahora reconocen su papel en los crímenes nazis. Un total de 49 empresas alemanas, entre ellas: Bayer, BASF, Bosch, Evonik, Siemens, Deutsche Bahn, Volkswagen, Lufthansa y Rheinmetall, asumen actualmente su responsabilidad histórica en los delitos perpetrados y muestran su rechazo al antisemitismo.

Esta alianza de líderes empresariales ha hecho este jueves 8 de mayo —ochenta aniversario del final de la II Guerra Mundial— un llamamiento a asumir responsabilidad juntos, preservar las lecciones de la historia y fortalecer los valores fundamentales de la democracia. “Hoy asumimos la responsabilidad como empresas alemanas de hacer visible el recuerdo de los crímenes en la época nazi porque estos crímenes nos recuerdan reconocer continuamente la fragilidad de la democracia”, según la declaración que firman los consejeros delegados de 49 grandes empresas alemanas.

Además, los máximos ejecutivos de Alemania invitan a otras compañías a unirse a esta declaración de responsabilidad. Juntas se posicionan contra el odio, la exclusión y el antisemitismo con motivo de la celebración del fin del conflicto. Varios medios de comunicación alemanes como los diarios Frankfurter Allgemeine Zeitung, Süddeutsche Zeitung, Zeit y prensa local publican este jueves la declaración conjunta.

Muchas empresas han publicado también en sus páginas web la declaración en la que reconocen su responsabilidad en los trabajos forzados a los judíos y otros crímenes de guerra de los nazis durante el Tercer Reich.

“La toma de poder de los nacionalsocialistas en 1933 hubiera sido impensable sin el error de los que entonces tomaron decisiones en la política, el ejército, la justicia y la economía”, reza la declaración. “Las empresas alemanas contribuyeron a consolidar el dominio de los nacionalsocialistas. Teniendo su propio beneficio en mente, muchas empresas y sus actores en aquel entonces estuvieron involucradas”, añade el documento.

Ahora hacen hincapié en que “la democracia necesita actitud y coraje”. “En 1933 y posteriormente, demasiados guardaron silencio y miraron hacia otro lado”, aceptan ahora los máximos responsables de las mayores empresas de Alemania.

Indemnizaciones a trabajadores forzados
El Gobierno de socialdemócratas y verdes creó en el año 2000 la fundación EVZ, siglas de Erinnerung, Verantwortung und Zukunft (recuerdo, responsabilidad y futuro), para indemnizar a los trabajadores forzados y otras víctimas de la injusticia nacionalsocialista. La fundación ha pagado a unos 1,7 millones de trabajadores forzados durante el Tercer Reich en casi 100 países, alrededor de 4.400 millones de euros en indemnizaciones, financiadas por Alemania y las empresas alemanas.

Alemania estableció una fecha límite de solicitud de la indemnización hasta el 31 de diciembre de 2001 y en algunos casos aceptó solicitudes hasta el 31 de diciembre de 2002. La mayor parte de las indemnizaciones fueron para trabajadores forzados en Polonia, Rusia, Bielorrusia y Ucrania.

Además, mediante el “proceso de arianización”, Alemania despojó durante el Tercer Reich a los judíos de sus propiedades, mediante la compra de sus propiedades, incluidas empresas, a precios ridículos o mediante el robo. Entre otras medidas de resarcimiento, Alemania no cobra impuestos a la jubilación de las víctimas de la persecución nacionalsocialista, entre ellos los trabajadores forzados.

Algunas empresas investigaron su colaboración con los nazis 
Algunas empresas, como Volkswagen, Mercedes-Benz y la reaseguradora muniquesa Münchener Rück, han investigado de forma independiente y exhaustiva su implicación con los nazis, pero otras no lo han hecho.

El fabricante automovilístico Volkswagen (cuya traducción literal es el coche del pueblo), fundado en 1937 para producir el escarabajo, es una de las empresas que más ha hecho y da acceso público a su archivo histórico. Ferdinand Porsche presentó en 1936 el prototipo del escarabajo, el primer coche de masas, que le había encargado Hitler, quien decidió crear la fábrica en Wolfsburgo para producirlos. Por su parte, Mercedes-Benz investigó en los años ochenta del siglo pasado su colaboración con los nazis con una comisión de expertos independientes.

miércoles, 7 de mayo de 2025

5 cosas que necesitas para superar un corte de energía como el que hubo esta semana en España y Portugal

Dos personas se iluminan con velas luego del apagón en españa y portugal

Fuente de la imagen,EPA

Pie de foto,

No hay electricidad y nada funciona. ¿Cómo voy a sobrevivir hoy?

Esa fue la pregunta que se hicieron millones de personas el lunes en España y Portugal durante el peor apagón eléctrico de su historia.

El incidente, que ya ha sido solucionado, provocó caos en el transporte e interrumpió gran parte de la actividad laboral en la península.

Durante el suceso, pedimos a las personas que pasaron el día sin electricidad que nos contaran qué las ayudó a seguir adelante con sus vidas y qué elementos esenciales echaron en falta durante el corte de energía

1. Dinero en efectivo

Efectuar pagos con teléfono y tarjeta se ha convertido en la norma.

Una vez las personas se quedaron sin energía, en ciudades de España y Portugal se formaron colas en los cajeros automáticos (al menos en los que todavía funcionaban) porque no había otra forma de pagar en los comercios que no fuera con efectivo.

"Logramos comprar nuestros cafés con tarjeta cuando empezó el apagón, [pero luego] no teníamos efectivo así que no pudimos comprar nada", dijo a la BBC Ed Rowe, de Madrid.

"En todos los restaurantes que estaban abiertos solo se aceptaba pago en efectivo", agregó.

Grace O'Leary, de 32 años, que también vive en la capital de España, dijo que en cierto momento ella y su madre se vieron contando monedas para ver si tenían suficiente dinero para comprar vino en la tienda de la esquina.

"El efectivo, aparentemente, es el rey", sostuvo.

Un cartel en una tienda muestra la lista de cosas y pide pago solo en efectivo.

Un cartel en una tienda muestra la lista de cosas y pide pago solo en efectivo.

Fuente de la imagen,Getty Images


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Las personas comenzaron a hacer colas en los cajeros automáticos que aún funcionaban en un intento de retirar dinero físico para poder efectuar compras.

Jaime Giorgio, de 28 años, tuvo la suerte de llevar algo de efectivo consigo, lo que le permitió comprar comida y otros artículos esenciales.

"En Madrid era bastante caótico, no había metro y no se podía sacar dinero en efectivo. Yo tenía dinero en metálico, pero mi compañero de piso no, así que tuve que prestarle para que pudiera comprar cosas", contó.

2. Radio

El corte de electricidad también provocó un apagón informativo. Internet, aplicaciones como WhatsApp, las llamadas y televisión dejaron de funcionar.

"La pérdida total de comunicación fue lo más confuso y preocupante... solo nos quedó especular sobre la causa y reconstruir las noticias con la gente del barrio", dijo Daniel Clegg desde Barcelona.

El hombre de 42 años afirmó que la ausencia de información lo llevó a mirar el cielo para ver si los aviones seguían volando.

A Siegfried y Christine Buschschlüter una vieja radio de transistores a cuerda los ayudó a sintonizar estaciones locales. De esta forma descubrieron qué había sucedido, después de que sus teléfonos dejaran de funcionar y de que se fuera la luz en su casa rural en las afueras de la capital de España.

Christine, de 82 años, explicó: "Tuvimos que comenzar a dar vueltas. Fue una situación extraña. Nací en Berlín durante la guerra y me recordó aquellos días en que mis padres intentaban conseguir noticias. Me transportó al pasado".

Una mujer en la calle sintoniza una radio.

Una mujer en la calle sintoniza una radio.

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
El suministro de electricidad se reestableció por completo el martes tanto en España como en Portugal. La pareja estima que el apagón provocará un auge en la demanda de radios que funcionan con baterías.

Daniel dice que también lo incluirá en su lista de compras de cara a que suceda un próximo apagón.

"Un kit esencial para volver a la comunicación básica y mantenerse informado que había olvidado por completo", dijo.

3. Comida enlatada

Los microondas, freidoras de aire, así como algunas placas de cocina y hornos solo funcionan con electricidad.

Por eso el lunes hubo demanda de alimentos que no requieren energía para calentarse o prepararse.

En los supermercados, los compradores formaron largas colas y realizaron compras de productos básicos presos del pánico, evocando escenas de la pandemia de Covid-19.

"Compramos mucha comida que no se iba a echar a perder, como atún en latas, por si acaso", dice Jaime.

"El apagón solo duró un día y ahora tenemos muchísima comida, pero la mayor parte no se va a echar a perder, ya que se conserva fácilmente", añadió.

Estantería en un supermercado con decenas de latas de comida de todos los colores.

Estantería en un supermercado con decenas de latas de comida de todos los colores.

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
La falta de energía provocó que muchas personas realizaran compras desesperadas de alimentos no perecederos.

Lesley Elder, de la ciudad de Fortuna, en el sureste de España, dijo: "Intentar encontrar alimentos que no necesiten calentarse fue más difícil de lo que pensábamos".

"Así que terminamos cenando jamón y queso", detalló.

Y añade que una pequeña estufa de gas para calentar la comida en una sartén habría sido útil.

4. Velas y antorchas

La gente recurrió a las velas para iluminar sus hogares.

Richard, que vive en la ciudad española de Alcalá de Henares, comentó que no había ni una sola luz en la calle cuando cayó la noche.

"La gente se orientaba con linternas. Fue bastante surrealista ver la vista desde mi ventana totalmente negra, sobre todo porque vivo junto a una autovía", dijo.

"En mi tiempo libre hago velas y por suerte me sobraron algunas para poder ver en la oscuridad", indicó.

Sarah Baxter, de Barcelona, dijo que incluso utilizó una estufa con velas para calentar la comida.

"Podíamos calentar frijoles y arroz, y poner a hervir agua para preparar papas instantáneas", dijo.

Un hombre vende en su tienda ilumindo por una vela en el mostrador.

Un hombre vende en su tienda ilumindo por una vela en el mostrador.

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,
El apagón del lunes obligó a cerrar comercios en España y Portugal. 

"Era mucho más seguro que una estufa de propano para acampar dentro del apartamento".

Aunque las velas y las llamas desnudas pueden ser un riesgo de incendio.

5. Baterías portátiles

En Madrid, la gente hacía cola a las puertas de las tiendas de tecnología para conseguir baterias portátiles.

Afortunadamente, Sarah tenía un cargador solar que mantuvo su teléfono energizado durante diez horas de apagón y ayudó a su vecino anciano a hacer lo mismo.

Lesley dice que su Kindle se quedó sin batería. "No tengo televisión ni Scrabble en el teléfono. Así que tener un par de libros me habría venido bien", mencionó.

Pero para otros, no tener acceso a Internet y a sus dispositivos fue un alivio.

"Todos dependemos tanto de la tecnología que es un buen recordatorio de que podemos ser más independientes", afirmó Ed.

"No tienes que estar conectado con todo el mundo todo el tiempo", dijo su compañera de piso Hannah Steiner, de 23 años. "Me lo pasé muy bien con mis compañeros de piso", añadió.

Sara Francisco, de 24 años, de Leiria, en el centro de Portugal, comentó: "Creo que esto nos hará tomar más conciencia de nuestros hábitos".

martes, 6 de mayo de 2025

No olvidar la Comuna de París

Comuna de París, Fuentes:Rebelión


En este mes de abril, pero de 1871, se llevó a cabo un importante suceso que los trabajadores no debemos olvidar. Es necesario tener presente el acontecimiento conocido como La Comuna de París, que nos permita comprender las lecciones para quienes buscamos hoy una verdadera transformación social.

Si lo medimos por su duración histórica, del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, fueron 72 días, prácticamente un tiempo insignificante, entonces ¿por qué se le ha prestado tanta atención? Porque se trata de un acontecimiento denso, infinitamente más complejo de lo que uno puede pensar que ocurra en un proceso que solo duraría 72 días.

Este acontecimiento histórico se enmarca a mediados de 1870. Tanto el Imperio francés, entonces liderado por Napoleón III (el mismo que invadió a México en 1861), como el Imperio prusiano, liderado por el káiser Guillermo I, se encontraban en una etapa de expansión por razones económicas y políticas. Su enfrentamiento se le conoce como la guerra franco-prusiana. En julio de 1870 se declaró la guerra y en septiembre de 1870 los ejércitos napoleónicos fueron derrotados en la Batalla de Sedán; el resultado fue la captura del emperador Napoleón III y más de 100 mil tropas francesas.

En medio de la ofensiva de las tropas prusianas que estaban apoderándose de territorio francés y que se acercaban a París, se convocó a la formación de un proceso electoral para elegir la Asamblea Nacional y un gobierno provisional de salvación o defensa. En estas elecciones fue electo Adolph Thiers el 17 de febrero de 1871, pero ello no generó ningún remedio, en marzo del mismo año los dirigentes de las tropas francesas ofrecieron una rendición en condiciones humillantes que implicaba la entrega de París.

En este contexto entró en escena el pueblo parisino. La población francesa estaba dispuesta a defender París. Infinitamente superior a lo que habían hecho los juristas y militares de la burguesía, en marzo de 1871 se generó un salto de conciencia, un salto en la disposición a reconocerse con otros para formar un solo cuerpo, una unidad superior a la plasmada en el papel. El pueblo francés, y en particular el pueblo parisino, ya venía con una gran tradición de lucha y de reconocimiento de sus verdaderos enemigos. Dado que existía una gran reserva de conocimiento de lo que significa luchar, de lo que significa enfrentarse al enemigo, el pueblo francés se enfrentó a su propio gobierno, a la cúpula del gobierno comandada por Thiers.

La Guardia Nacional, organismo auxiliar del ejército francés en ese momento inexistente, se unió al levantamiento popular para formar junto con los trabajadores, artesanos e inmigrantes desempleados, una organización miliciana popular. El gobierno mendaz de Thiers por su parte incitó a los militares a disparar contra la población, sin embargo, las fuerzas militares no dispararon.

El pueblo parisino, encabezado por los trabajadores, dentro de sus primeras acciones llamó a participar a los diferentes distritos de París y a las distintas comunas para elegir al máximo órgano político, el Consejo Comunal. Mediante sufragio universal directo, fueron elegidas las autoridades del Consejo Comunal, compuesto por concejales de los diferentes distritos y municipios de París.

Los miembros electos de este nuevo gobierno podían ser revocados si se comprobaba que no estaban cumpliendo con los mandatos que la población les había otorgado al elegirlos, y que funcionarían exclusivamente con ingresos equivalentes al salario de un trabajador promedio en París de aquellos años. Ser miembro del gobierno no significaba entonces obtener prebendas y privilegios, sino una tarea que exigía cumplir cabalmente con su responsabilidad y mantenerse siempre, hombro con hombro, al servicio de su pueblo.

Muchos de los dueños de las empresas huyeron de París, de modo que una gran cantidad de empresas fueron abandonadas y cerradas, por lo que la Comuna de París declaró que estas empresas debían ser confiscadas y, por tanto, pasarían a la administración y autogestión de los propios trabajadores, comenzó así su reactivación y funcionamiento regular para beneficio de la población parisina.

Se suspendió el pago de alquileres. Se devolvieron las prendas de las casas de empeño. Se eliminaron los turnos de noche en las panaderías. Se asumió el compromiso de que la educación debía ser fundamental y un derecho que debía cumplirse. Por limitaciones de espacio no es posible describir en toda su amplitud la gran obra del pueblo parisino como gobierno. El Consejo Comunal se convirtió pues en un gobierno del pueblo y para el pueblo.

En paralelo a este proceso, Thiers, apostado en Versalles, cerca de París, negoció un rearme con el gobierno del emperador Guillermo I y junto a las fuerzas del ejército prusiano se dispusieron erradicar a la Comuna; el peligro ya no era la invasión de Francia por tropas prusianas, ahora la amenaza fundamental residía en la fuerza del pueblo parisino que, dirigido por los trabajadores, comenzaba a gobernar con éxito. Del 21 al 28 de mayo de 1871 se realizó el implacable castigo contra el París obrero de la Comuna: fueron asesinados más 35 mil hombres, mujeres, niños y ancianos, una salvaje y sangrienta carnicería para retomar el control de la ciudad de París. Había que impedir a toda costa que los trabajadores de Francia, Alemania y el mundo, aspiraran a construir una sociedad nueva dirigida por ellos mismos.

Karl Marx, de este acontecimiento diría más tarde: la clase obrera no puede simplemente tomar el viejo aparato estatal y usarlo para avanzar en su tarea de emancipación económica y política. Como corolario de esto, deben crear su propio Estado, sus propios gobiernos, sus propias formas de hacer política.

La Comuna de París fue la forma política descubierta, en un momento histórico determinado, para la emancipación política y económica de la clase obrera. La Comuna fue la forma de Estado o el Estado que surge como consecuencia de la revolución proletaria. ¿Qué será capaz de edificar ahora el pueblo mexicano si se organiza y lucha?

lunes, 5 de mayo de 2025

_- Hace 200 años Francia impuso una deuda inhumana para aplastar la Revolución Haitiana


_- Fuentes:Instituto Tricontinental - Imagen: Jean-Claude Sévère (Haití), L’ennemi attaqué chacun de sa propre volonté se tient debout pour défendre sa patrie [Cuando el enemigo ataca, cada quien se levanta por su propia voluntad para defender su patria], 1970.






Desde su revolución en 1804, Haití ha sido castigado por su libertad: asfixiado por deudas, golpes e injerencias extranjeras. No olvidemos que fue la primera revolución antiimperialista triunfante.

Queridas amigas y amigos,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

En una noche tormentosa de agosto de 1791, Dutty Boukman (1767–1791) y Cécile Fatiman (1771–1883) dirigieron una ceremonia de vudú en Bois Caïman, en la parte norte de Saint-Domingue, la parte de la isla La Española bajo dominio francés. Boukman había sido capturado en Senegambia (actualmente Senegal y Gambia), mientras que Fatiman era hija de una mujer del Congo (como escribió Aimé Césaire) y un hombre de Córcega. Su ceremonia, realizada ante más de 200 africanxs esclavizadxs, fue el catalizador de un levantamiento masivo en las plantaciones francesas. Boukman pronunció en kreyòl palabras que se transmitieron de generación en generación y finalmente quedaron registradas en los libros de historia (incluido el clásico de 1938 de C. L. R. James, Los jacobinos negros):

El dios que creó el sol que nos alumbra, que levanta las olas y gobierna la tormenta, aunque escondido entre las nubes, nos observa. Ve todo lo que hace el blanco. El dios del blanco lo inspira con el crimen, pero nuestro dios nos llama a hacer buenas obras. El dios que es bueno para nosotros nos ordena que venguemos nuestros agravios. Dirigirá nuestros brazos y nos ayudará. Boten el símbolo del dios de los blancos que tanto nos ha hecho llorar, y escuchen la voz de la libertad, que nos habla en el corazón de todos nosotros.

La resonancia de la Revolución Francesa de 1789 se sentía en el ambiente de la ceremonia convocada por Boukman y Fatiman. Pero para ellxs, aún más poderosas eran sus propias tradiciones de humanidad, nutridas por un abanico de creencias africanas e islámicas, ambas parte de su herencia. Lxs esclavxs africanxs se alzaron. Quemaron las plantaciones y mataron a quienes decían ser sus dueñxs. Su venganza fue brutal, aunque ni siquiera comenzaba a reflejar el trato al que habían sido sometidxs. Para tener una idea de la mentalidad de quienes poseían plantaciones, basta leer estas reflexiones sobre cómo sacar el mejor provecho de una esclava o esclavo africano, relatadas por un propietario inglés en Antigua al capitán John Newton, comerciante de esclavxs convertido en abolicionista, quien recogió este y otros ejemplos en su panfleto de 1787 Thoughts Upon the African Slave Trade [Reflexiones sobre el comercio de personas esclavizadas africanas]:

¿Qué es mejor? ¿Asignarles trabajo moderado, provisiones abundantes y un trato que les permita alargar sus vidas hasta la vejez? ¿O exigir al máximo su fuerza, con poco descanso, comida escasa y maltrato, para agotarlos antes de que se vuelvan inútiles e incapaces de servir, y entonces comprar nuevos esclavos para ocupar sus lugares?

Pierre-Louis Riche (Haití), The Handshake and Hopeful Suitors, [El apretón de manos y los pretendientes esperanzados], s.f. Aquella noche comenzó la rebelión que finalmente sería liderada por Toussaint L’Ouverture (1743–1803). En 1791, L’Ouverture —quien había aprendido a leer gracias a su padrino— era mayordomo de una plantación (cargo que le daba acceso a muchos libros, incluidos los Comentarios sobre la Guerra de las Galias de Julio César, que le introdujeron en la ciencia militar). L’Ouverture y lxs demás líderes rebeldes se aliaron brevemente con los españoles para derrotar a los franceses, quienes luego recurrieron al apoyo de los británicos. Los europeos tendrían que dejar de lado sus propias enemistades para enfrentar la verdadera amenaza común: la rebelión de lxs esclavxs africanxs. El equilibrio se alteró aún más con el ascenso de los jacobinos en París, liderados por Maximilien Robespierre. En febrero de 1794, Robespierre y los jacobinos respaldaron un decreto de la Convención Nacional para abolir la esclavitud en las colonias francesas, lo que llevó a una alianza entre el ejército francés y las fuerzas de L’Ouverture contra los españoles y británicos. ¡A las armas, ciudadanos!, cantaban en kreyòl lxs africanxs antes esclavizadxs que marchaban detrás de L’Ouverture.

Robespierre fue finalmente derrocado. En 1799, Napoleón Bonaparte llegó al poder como Primer Cónsul y rompió todos los acuerdos entre Francia y las fuerzas revolucionarias africanas, incluido el decreto de abolición de la esclavitud. Entre 1802 y 1803, el vizconde de Rochambeau encabezó un reinado del terror en el norte de Saint-Domingue para restaurar el control francés sobre la colonia. Entre sus métodos se incluía el uso de 1.500 mastines cubanos para cazar personas africanas. Se reporta que quemaba azufre en las bodegas de los barcos para asfixiar a prisionerxs rebeldes. Rochambeau les decía a los soldados franceses: “Ya no quiero valentía de ustedes. Quiero furia”. Arrojaron tantos cuerpos al mar cerca de Le Cap (hoy Cap-Haïtien) que, durante mucho tiempo, la gente se negó a comer pescado de esa zona. L’Ouverture fue arrestado por el ejército francés en 1802 y murió al año siguiente en una prisión en las montañas del Jura, cerca de la frontera con Suiza. Sin embargo, su ejército —ahora bajo el mando de Jean-Jacques Dessalines— continuó luchando. El 1º de enero de 1804, las fuerzas de Dessalines declararon la independencia de Francia y renombraron su país Hayti (hoy Haití, palabra taína que significa “tierra de montañas”).

El pueblo haitiano llevó a cabo la primera revolución triunfante del Tercer Mundo. Durante los últimos meses de lucha, Dessalines le pidió a su ahijada, Catherine Flon, que retirara la franja blanca de la bandera francesa, cosiera juntas la roja y la azul, y bordara en su nueva bandera de independencia: La liberté ou la mort [Libertad o muerte]. Cuando conquistaron su libertad, retiraron esas palabras de la bandera.

Prosper Pierre-Louis (Haití), Génesis, 1985. Pero la libertad no es tan fácil de alcanzar.

Los recién creados Estados Unidos, construidos sobre los cimientos de la esclavitud, temían que la Revolución Haitiana pudiera extenderse a su propio territorio. En 1792, el presidente George Washington instruyó a su secretario de Estado, Thomas Jefferson, para que enviara tres cuartos de millón de dólares en ayuda a lxs propietarixs de plantaciones para reprimir las revueltas. En julio de 1802, Thomas Jefferson, ya como presidente de los Estados Unidos, escribió al embajador británico en ese país, Rufus King: “El curso de los acontecimientos en las islas vecinas de las Indias Occidentales parece haber dado un impulso considerable a las mentes de los esclavizados en diferentes partes de los Estados Unidos. Se ha manifestado una gran disposición a la insurrección entre ellos”. Por eso, Jefferson y su gabinete se propusieron encontrar cualquier medio para sofocar la Revolución haitiana. El 21 de febrero de 1806, Jefferson prohibió el comercio con “ciertas partes de la isla de Santo Domingo, Haití”. En 1824, el senador de Carolina del Sur, Robert Hayne, lo dijo sin rodeos: “Nuestra política con respecto a Haití es clara. Nunca podremos reconocer su independencia. La paz y la seguridad de una gran parte de nuestra Unión nos impiden siquiera discutirla”. La libertad de Haití era un desafío al sistema esclavista estadounidense.

En 1825, en un acto de diplomacia de cañoneras, el rey Carlos X de Francia envió una flota de buques de guerra a las aguas haitianas y exigió que la joven nación pagara 150 millones de francos como “compensación” por la pérdida de su colonia y de su mano de obra esclavizada. La suma equivalía a diez veces el presupuesto anual de Haití y al mismo monto que Estados Unidos había pagado por el territorio de Luisiana. Haití pidió préstamos a bancos franceses para pagar esa suma y, con ello, cayó en una trampa de deuda de la que nunca ha podido salir. Entre 1825 y 1947, cuando Haití terminó de pagar la deuda, el 80 % de su riqueza, unos 21 mil millones de dólares, se había destinado a ese pago, lo que dejó al país en un estado de caos total (se estima que lxs haitianxs terminaron pagando más del doble del valor original de la indemnización). Este pago es odioso. Ni Francia ni Citibank, que compró la deuda, han pedido disculpas por este saqueo.

Prefete Duffaut (Haití), Ville imaginaire [Ciudad imaginaria], 1994. Cada vez que Haití ha intentado levantarse, ha sido derribado.

En 1915, cuando el nuevo gobierno de Haití intentó afirmar su soberanía tras el asesinato del presidente Jean Vilbrun Guillaume Sam, afín a los intereses de Estados Unidos, las fuerzas armadas estadounidenses intervinieron y ocuparon la isla durante 19 años, hasta 1934. Luego impusieron el brutal régimen dictatorial de los Duvalier, que gobernó en su nombre desde 1957 hasta 1986. En diciembre de 1990, una lavalas [inundación repentina] de energía popular, con raíces claras en el campesinado haitiano, llevó a la presidencia al ex sacerdote Jean-Bertrand Aristide con el 70% de los votos. Ningún haitiano había recibido antes un mandato semejante. Era como si L’Ouverture volviera a la escena, o como si se reviviera la rebelión de Piquet de 1844 y su Armée souffrante [Ejército de los que sufren]. El liderazgo de Aristide y su compromiso con el campesinado resultaban tan amenazantes como aquellos episodios del pasado.

Ocho meses después, el 30 de septiembre de 1991, el ejército y la policía —respaldados por Estados Unidos— derrocaron a Aristide. Eventualmente, y bajo presión internacional, se le permitió completar su mandato entre 1994 y 1996, aunque bajo severas restricciones.

En el año 2000, Aristide obtuvo un mandato aún mayor, con el 90% de los votos. El golpe de Estado y la camisa de fuerza impuesta por Estados Unidos para permitirle terminar su primer mandato lo habían radicalizado. Exigió que Francia pagara 22 mil millones de dólares como concepto de reparación por la indemnización. Francia respondió que el asunto había sido resuelto mediante tratados en el siglo XIX y que no se pagarían tales reparaciones. En 2004, Aristide fue derrocado en un golpe respaldado por Francia y Estados Unidos. Fue reemplazado por una junta militar que renunció a la demanda haitiana de reparación. El tema de la indemnización quedó sepultado bajo huracanes, terremotos, la invasión posterior al golpe por parte de los cascos azules de la ONU, que dejaron a su paso un brote de cólera y abusos sexuales generalizados, la plaga de la deuda externa, el peso de la deflación, la deforestación masiva, el colapso de la agricultura haitiana provocado por el ingreso de productos estadounidenses subvencionados, el rechazo de un proyecto de ley sobre salario mínimo, el asesinato de un presidente no elegido y, más recientemente, el control del país por parte de bandas armadas.

Todo esto se remonta a la negativa del imperialismo a permitir que Haití respire. Jamás perdonaron que el pueblo haitiano fuera el primero en liderar con éxito una revolución contra el imperialismo.

Frankétienne (Haití), Silhouettes [Siluetas], 1996.
El 20 de febrero de 2025, el poeta y pintor haitiano Frankétienne murió en Delma, Puerto Príncipe, a los 88 años. A lo largo de su vida, reflexionó sobre el hecho de haber nacido en 1936, hijo de una mujer haitiana violada por un hombre de Estados Unidos. Frankétienne permaneció en su país a pesar de las adversidades, dando voz a un pueblo desesperado por un futuro. En su extraordinario Flores de insomnio, 1986, escrito al final de la pesadilla duvalierista, Frankétienne escribió:

El sueño es sin lugar a dudas el primero de los caminos que conducen a la libertad. Soñar, es ya ser libre.​

Cordialmente,

Vijay 

domingo, 4 de mayo de 2025

_ - "Si puede, no vaya al médico": cómo la ciencia hace creer a la gente que aunque estén sanos todos son enfermos potenciales

Doctor Sitges-Serra.


_ - Su libro lleva por título "Si puede, no vaya al médico". ¿Por qué no hay que ir al médico?

Antonio Sitges-Serra ha escrito un libro tan revelador y documentado como polémico. Y con un título bastante provocador: "Si puede, no vaya al médico".

La recomendación viene de cerca.

Sitges-Serra (Barcelona, 1951) es catedrático de Cirugía en la Universidad Autónoma de Barcelona, fue jefe del departamento de Cirugía del Hospital del Mar y ha publicado más de 400 artículos científicos.

En su controversial libro, denuncia cómo en la sociedad actual -una sociedad que venera la ciencia y que siente pánico por la muerte y por envejecer- la medicina se ha convertido en un colosal negocio, a expensas casi siempre del paciente

Su libro lleva por título "Si puede, no vaya al médico". ¿Por qué no hay que ir al médico?

Si uno está bien, si se puede evitar, no hay por qué ir al médico.

El concepto de que el médico tiene que vigilar nuestra salud me parece un poco arcaico. El médico está para ayudar cuando uno tiene problemas, pero si te encuentras bien y tu vida se va desarrollando de forma correcta, si no tienes molestia alguna, el médico no ayuda a prevenir la enfermedad.

Más bien somos nosotros los que deberíamos ayudarnos a nosotros mismos, a prevenir la enfermedad.

El mensaje básico del libro es tranquilizador contra la hipocondría social, contra el abuso de la medicina y a favor del autocuración, de la responsabilidad personal y de evitar la sobremedicación.

Hablando de hipocondría social... En su libro revela que entre un 15 y un 20% de los pacientes que acuden al médico no tiene motivos para hacerlo. ¿De dónde surge esta hipocondría que padecemos?

Es una cuestión multifactorial. Para empezar, la salud se ha convertido en obsesión para muchos ciudadanos.

En segundo, los medios de comunicación insisten mucho en cómo cuidarse, en que hay que tener mucho cuidado si uno se nota un bulto aquí y allá,. Sin duda, eso contribuye a generar esa hipocondría.

Quizás también la ciencia abusa un poco de su poder, haciendo creer a los ciudadanos que aunque estén sanos todos son enfermos potenciales.

Y a eso se suma nuestra propia angustia y ansiedad, porque la nuestra es una sociedad bastante ansiosa.

Al final uno cree que la salud es lo más importante y que yendo al médico y usando el sistema de salud va a vivir mucho más tiempo, algo bastante dudoso.

Sala de espera en un hospital de Venezuela. 

Sala de espera en un hospital de Venezuela.

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Uno cree que la salud es lo más importante y que yendo al médico y usando el sistema sanitario va a vivir mucho más tiempo, algo bastante dudoso.

¿Existe el riesgo de que cuando uno está sano y va al médico éste se empeñe en encontrarle algo?

Claro. Es lo que conoce como sobrediagnóstico.

Uno va al médico, el médico le pide pruebas, si no está convencido le pide más prueba.

Cuando te haces muchas pruebas es posible que haya alguna que no salga bien, entonces el médico insiste.

Podemos entrar así en una espiral que puede acabar con una operación, una biopsia o una medicación innecesarias que van a tener efectos adversos.

¿Y por qué hay ese exceso de sobrediagnósticos?

El médico no quiere equivocarse y va hacer por tanto todo lo posible para llegar a un diagnóstico.

El enfermo, si tiene una molestia, quiere que se la traten. Y si uno abusa de las visitas médicas corre el riesgo de ser sobremedicado y sobrediagnosticado.

¿Y ese sobrediagnóstico no puede responder también a motivos estrictamente económicos, a una cierta mercantilización de la sanidad? Recuerdo que hace unos años en Italia detuvieron a un médico que se dedicaba a realizar operaciones absolutamente innecesarias sólo para cobrarlas…

Claro. Evidentemente, en la medicina privada el riesgo de que un paciente sea sobremedicado, sobretratado y sobreoperado es más alto, porque ahí hay en juego unos honorarios médicos que se quieren cobrar y puede haber la tentación de sobreindicar cirugías.

De hecho, hay un estudio que dice que los parientes de los médicos se operan mucho menos que los que no son parientes.

Doctores realizando una cirugía.

Doctores realizando una cirugía.

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Un estudio afirma que los parientes de doctores suelen operarse mucho menos que los que no son parientes. 

Un dato muy revelador… ¿Y qué ocurre en el sistema de salud pública?

Un poco lo mismo, pero los médicos del sistema público no se ven tan acuciados por motivos mercantiles, pero sí por otros motivos: los académicos, los del prestigio, el que su centro haga el mejor lo que sea, la connivencia con la industria.

Tanto la mercantilización como ciertas formas de promoción ponen al enfermo en riesgo de ser sometido a pruebas y cirugías que no necesita.

¿Nos hemos convertido en cobayas de los laboratorios farmacéuticos?

Yo no lo diría en términos tan agresivos. La industria farmacéutica y la industria de dispositivos sanitarios han sido fundamentales para el desarrollo de la medicina, que hoy dispone de un arsenal terapéutico, de diagnóstico y de monitorización impresionante, que supone una ayuda capital.

Pero, naturalmente, la industria farmacéutica tiene intereses esencialmente mercantiles, porque son empresas cuyo último fin es hacer negocio, incrementar su valor en bolsa y mejorar cada año su resultado económico.

Es un poco paradójico: es como si la industria sanitaria fuera una industria de televisores o de automóviles.

Además, si estamos más sanos, si vivimos más años, hasta cierto punto deberíamos de recibir menos tratamientos de los que recibimos.

Pero la industria farmacéutica, como cualquier otra industria, quiere ir creciendo. Y en este ir creciendo emplea prácticas deshonestas. Esto hay que denunciarlo.

Mujer mostrando un compuesto.
Mujer mostrando un compuesto.

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La industria farmacéutica, como cualquier otra industria, quiere ir creciendo. 

¿A qué prácticas deshonestas recurre la industria farmacéutica?

A prácticas de sobornos, a sacar publicaciones que no son correctas, a financiar de manera exagerada la formación continuada, una formación sesgada a favor de la industria…

Todo eso es debido al hecho de que la industria médica en general es una industria capitalista como cualquier otra. Los accionistas aprietan, hay que subir las ventas… Y entonces entramos en la sobremedicación y en la promoción de enfermedades.

Empiezan, por ejemplo, a aparecer en muchos periódicos noticias hablando no de impotencia sino de disfunción sexual, que tiene un espectro mucho más amplio que la impotencia, y esto puede ayudar a aumentar las ventas de Viagra.

Medicamentos.

Medicamentos.

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Las intoxicaciones por efectos adversos de medicamentos representan entre la tercera o quinta causa de ingresos urgentes en Estados Unidos.

¿Todo esto puede ser también fruto de que hemos deificado a la tecnología, a la ciencia? Cualquier cosa que venga con la etiqueta 'ciencia' la compramos sin dudarlo….

Claro. Yo pienso que en general la población, la ciudadanía, tiene un concepto de la ciencia muy dogmático.

Es paradójico: hemos rechazado los dogmas religiosos para aceptar otros. Y máxime cuando la ciencia es muy controvertida. Lo que hoy defiende la ciencia puede no defenderlo mañana.

La naturaleza misma de la ciencia es ser crítica, revisar continuamente lo que dice.

Por supuesto, hay conocimientos adquiridos, sólidos, que nadie discute.

Pero cuidado con tener fe en la ciencia porque eso nos lleva a pervertir su sentido.

La ciencia se equivoca muchas veces o, por lo menos en ella, hay opiniones muy diversas.

Lo hemos visto por ejemplo con la pandemia de coronavirus…

Eso es. Casi cada país, cada epidemiólogo, cada régimen sanitario, ha actuado de forma diferente.

Las evidencias científicas son, por naturaleza, cuestionables; en algunos aspectos las cosas están más claras, pero en otros muchos no.

Hay quien defiende el uso de la mascarilla y quien no, quien defiende el confinamiento y quien no, quien defiende una cosa para los enfermos y otra para los sanos.

Yo creo que la ciudadanía en este momento debería ser un poquito más escéptica respecto a lo que representa la ciencia, porque en esta pandemia ha demostrado ser muy insuficiente.

La canciller alemana Angela Merkel con una mascarilla facial.

La canciller alemana Angela Merkel con una mascarilla facial.

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En la ciencia hay siempre opiniones diversas. Por ejemplo, como en el uso de las mascarillas faciales para protegerse del coronavirus.

Vivimos también en un período dominado por el hedonismo, el miedo a las enfermedades y el miedo a la muerte. Hay incluso médicos que aseguran que vamos a vencer a la muerte, que en unos años ya seremos inmortales… ¿Todo eso está relacionado con del concepto capitalista de la sanidad?

Desde luego. Google, por ejemplo, está destinando cientos de millones de dólares para luchar contra el envejecimiento y buscar la clave de la vida perpetua.

Hay grandes corporaciones que ya están congelando a gente muy enferma con la promesa de descongelarla cuando la ciencia y la técnica lo permita.

Hay todo un movimiento transhumanista, que está fuertemente apoyado por la industria, y que pretende convencer al público de que está a nuestro alcance eliminar la muerte o, por lo menos, demorarla muchos años.

¿Y usted cree que eso es posible?

Yo creo que es una gran mentira y, además, me parece que esa idea es poco honrada respecto a las generaciones que nos siguen.

Debe de haber una cierta solidaridad intergeneracional, dar paso a la gente de las siguientes generaciones.

El mundo no es nuestro, lo tenemos prestado y hay que irlo pasando. Nadie puede apropiarse de él para siempre.

Aparte de las cuestiones estrictamente ideológicas o tecnológicas, en lo de vivir para siempre o muchos años más hay un aspecto filosófico y ético que a mí me hace ser muy crítico.

Cementerio de La Habana.

Cementerio de La Habana.

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"El mundo no es nuestro, el mundo lo tenemos prestado y hay que irlo pasando. Nadie puede apropiarse del mundo para siempre". 

Lo que hoy ya se está haciendo es cronificar muchas enfermedades incurables, lo que provoca que quienes padecen esas enfermedades tengan en muchas ocasiones una calidad de vida terrible e incluso agónica…

Y tanto. Yo estoy a favor de alargar la vida, pero no de alargar la muerte. Porque -como ya dijo Ivan Illich, uno de los precursores en la crítica cultural de la medicina-, la medicina genera mucha patología.

También cura cosas, pero genera mucha gente enferma, muchas veces enferma crónica.

Yo considero que sería prudente invertir menos en medicina de fases terminales e invertir más en prevención o, por ejemplo, en otras medidas sociales.

Me imagino que habría que analizar la calidad de vida de algunas de esas personas, ¿no?

Sí. La calidad de vida, las visitas al médico, las pruebas complementarias, nuevas visitas al médico, tratamientos de quimioterapia que muchas veces no tienen ninguna finalidad terapéutica.

Y aparte de que la calidad de vida del enfermo muchas veces queda comprometida, el enfermo queda totalmente dependiente del sistema sanitario. Todo eso es enormemente costoso, tanto en términos de calidad de vida del paciente como para las arcas públicas.

Operación de un tumor cerebral.

Operación de un tumor cerebral.

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Para el doctor Sitges-Serra, habría que analizar si merece la pena mantener con vida a los pacientes con cáncer incurable. 

Leyendo su libro me he enterado de que, en los últimos años, y a pesar de la hipermedicalización, en los países más desarrollados la esperanza de vida no sólo se ha estancado sino que está retrocediendo...

Sí, sí. Hay noticias de Francia, Estados Unidos, España, que apuntan a que puede haber un estancamiento en el crecimiento de la esperanza de vida. De hecho, desde hace años la curva se ha ido aplanando.

Y tiene su lógica: nos acercamos a lo que muchos creemos que son los límites biológicos. Por cuestiones biológicas y de deterioro del propio organismo, yo creo que es desaconsejable intentar alargar extremadamente la vida.

Y, por hacerlo, estamos pagando un precio: por ejemplo la enfermedad de Alzheimer, que es una enfermedad terrible, ya casi ha alcanzado proporciones epidémicas.

El alargamiento de la vida tiene una cara B: la aparición de más cánceres, de más enfermedades neurológicas incurables y más deterioro del sistema cardíaco y vascular.

Si a eso se añade que la obesidad se está generalizando, las adicciones ganan terreno y que (re)aparecen enfermedades relacionadas con el cambio climático, tiene su lógica que la esperanza de vida no crezca e incluso retroceda.

Doctor Sitges-Serra.

Doctor Sitges-Serra.

Fuente de la imagen,Antonio Sitges-Serra


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En la opinión de Sitges-Serra, estasmos asistiendo a una hipermedicalización de la sociedad. 

Y doctor, todos estos problemas, ¿cómo se curan?

Un poco con el empoderamiento del enfermo. Será difícil, hoy no vemos señales de que el sistema adopte medidas para cambiarse a sí mismo, a pesar de que los avisos llegan por todas partes.

No descarto que haya una involución y un cambio de ruta en algunos de los temas fundamentales que estamos comentando. Pero cada uno de nosotros debemos de ser conscientes de todo esto.

El enfermo que tiene cáncer a lo mejor tiene que ver que no le pueden tener dos años muriéndose poco a poco, a lo mejor tiene que preguntarse en qué le está ayudando realmente su doctor o están haciendo un ensayo clínico a sus espaldas o probando un medicamento para ver si me alarga un mes la vida, a expensas de que el sistema público se gaste 50.000 euros más en ese enfermo.

Creo que debe haber más responsabilidad propia y una cierta aceptación de la muerte natural. Antes, de nuestros abuelos se decía que morían de muerte natural.

Ahora la muerte está supermedicalizada, es muy artificial.

Doctor Antonio Sitges-Serra.

Doctor Antonio Sitges-Serra.
Antonio Sitges-Serra
La mercantilización de la sanidad pone al enfermo en riesgo de ser sometido a pruebas y cirugías que no necesita”
Antonio Sitges-Serra
Cirujano y autor del libro: "Si puede, no vaya al médico"

¿Cómo ha sido acogido su libro por sus colegas médicos?

Quizás nadie escribe al autor para decirle que lo ha hecho mal, porque he recibido un montón de correos diciéndome que ya era hora de que alguien pusiera en negro sobre blanco lo que muchos pensábamos.

Creo que en este libro se ha cristalizado lo que en el ambiente lleva tiempo flotando.

Ahora bien, he puesto en evidencia -y acaso se hayan molestado- a aquellos que creen que la medicina es una ciencia básica. La oncología y la psiquiatría están en la diana de mi libro y algunos profesionales se habrán sentido señalados.

Por ejemplo, hago una crítica bastante dura a la psiquiatrización social que convierte en enfermedades mentales lo que son estados fisiológicos y abusa de la medicación. Hoy en día alrededor del 15% de los hombres y casi el 30% de las mujeres recibe algún tipo de medicación neuroléptica.

En general el libro ha tenido una buena acogida y yo creo que el público ha recibido un mensaje liberador. Además, está documentado, lleno de números, de hechos, de datos. Y se pueden criticar las opiniones, pero los hechos y los datos están ahí.