martes, 5 de febrero de 2019

_- Cómo conseguir una educación apasionante


The Conservation


Cuando tenía 16 años, en el colegio público en el que estaba estudiando me quedé perplejo el primer día de clase del nuevo curso. La profesora, al iniciar la asignatura, nos dijo que ese año la asignatura no se iba a llamar Ciencias Naturales, sino “aprender a ligar”. Nos quedamos con la boca abierta, y una expresión entre soñadora y asombrada asomó a nuestros ojos. El silencio se hizo ensordecedor. No se oía ni el vuelo de una mosca. Toda nuestra atención dejó de estar pendiente de los miles de entretenimientos con los que solíamos matar el aburrimiento que preveíamos sería esa clase.

No nos lo podíamos creer, pero el entusiasmo pareció aflorar en los cuerpos y emergió una tensión que hizo que prácticamente todos los chicos y chicas del aula se volcaran en una atención inusitada hacia esta nueva profesora. Había captado completamente nuestra curiosidad al conectar con uno de nuestros intereses fundamentales a los 15 años: cómo relacionarnos afectivamente con quienes nos empezaban a gustar y a quienes solo sabíamos hacerles “señales” tirándoles del pelo, empujándoles o haciendo “idioteces”, entre el ridículo, la vergüenza y la sorpresa. Y era un momento en que esto comenzaba a ocupar la mayor parte de nuestro tiempo y de nuestros afanes.

Trabajo por proyectos
Nos explicó que se trataba de un “Proyecto de trabajo” conjunto con la profesora de Lengua, el de Educación Física (entonces le llamábamos “gimnasia”) y el de Dibujo (ahora sería de Expresión Plástica). Nos sorprendió aún más, porque por primera vez creo que fuimos conscientes de que varios “profes” se habían puesto de acuerdo para trabajar conjunta y coordinadamente. Al menos, lo explicitaban. Incluso nos fuimos dando cuenta, a medida que transcurría el curso, de que empezaban a utilizar términos educativos similares, o a actuar en clase de forma bastante parecida.

En aquella época yo no sabía lo que era “trabajar por proyectos” ciertamente, pero lo que sí recuerdo es cómo nos volcamos en ese “proyecto”. Claro que construimos conocimiento científico en Naturales y dimos anatomía del cuerpo humano masculino y femenino y biología y mucho más, pero a partir de aquellas que empezaban a ser nuestras preguntas fundamentales en el descubrimiento de nuestro cuerpo y de nuestras hormonas y a las que casi nadie nos respondía. Claro que dimos Lengua y Literatura y análisis morfológico y sintáctico, pero para escribir poesía en clase de lengua, de cara a expresar nuestros sentimientos a la persona amada, a partir de las poesías de Pablo Neruda, Miguel Hernández o Mario Benedetti, que fue el autor que me apasionó y muchas de cuyas poesías memoricé y aún recuerdo.

Claro que trabajamos Expresión Plástica, artística y corporal, pero también a través de un proyecto de teatro conjunto con Lengua, en el que construimos la decoración de la obra, desarrollamos técnicas teatrales para aprender a expresarnos oralmente o quitar el miedo al contacto físico y a la expresión corporal en público. Tantos aprendizajes…

Una innovación educativa incipiente
El caso es que, 40 años después, sigo recordando aquel curso y la mayor parte de unos aprendizajes que para mí, como para el resto de mis compañeros y compañeras, fueron apasionantes. Y recuerdo con un cariño enorme a aquellos profesores y profesoras que ponían en práctica de forma lúcida, organizada y colectiva lo que hoy denominamos con cierta pomposidad “innovación” y que no dejan de ser propuestas que las grandes pedagogas y pedagogos clásicos han hecho a lo largo de la historia de la educación: Paulo Freire, Celestin Freinet, Ovide Decroly, John Dewey, María Montessori, Anton Makarenko, William H. Kilpatrick, Francesco Tonucci…

Pero para eso es necesario replantear no solo las metodologías, sino también la división disciplinar en asignaturas, y el exceso de contenidos escolares de un currículum que se ha convertido en inabarcable con la última reforma de la LOMCE, así como los sistemas de evaluación implementados basados en continuas pruebas de evaluación y estándares de aprendizaje.

Es difícil diseñar una educación lenta, reposada y apasionante que permita al alumnado pensar, reflexionar y preguntarse, con programas sobrecargados e inmensos, ante los que el propio profesorado se encuentra desbordado y que le obliga a una metodología esencialmente transmisora para cumplir el programa exigido por la administración. Es difícil poder apasionarles por el descubrimiento científico, si se le dan las respuestas en contenidos “enlatados” antes de que se hagan las preguntas a las mismas, por lo que tienden a memorizar esas respuestas, pero sin comprender por qué la humanidad eligió esas y no otras.

Si no estimulamos su curiosidad inmensa, motivándoles para que ensayen respuestas diferentes, se equivoquen y podamos trabajar con la “pedagogía del error” para explicarles la finalidad y la utilidad de las alternativas, difícilmente podremos hacerles entender el sentido del proceso de enseñanza-aprendizaje y acabarán viéndolo como una imposición o, en todo caso, una vía para conseguir un futuro trabajo o una mejor posición social.

En definitiva, para diseñar un currículum apasionante y motivador hemos de repensar los contenidos esenciales del currículum y reducirlos sustancialmente a una buena base de conocimientos que les permita ir añadiendo y asimilando otros después y, sobre todo, confiar y apoyar al profesorado, que son los profesionales y expertos de la educación, para que tengan autonomía suficiente con el fin de que sean ellos, con apoyo de la comunidad educativa de su centros, quienes organicen el currículum que efectivamente conecte con los intereses del alumnado y parta de aquellos aspectos relevantes y fundamentales en los que necesitan las nuevas generaciones educarse para vivir, ser felices y desarrollar nuestra vida en común.

Blog del autor:

https://theconversation.com/como-conseguir-una-educacion-apasionante-110077

lunes, 4 de febrero de 2019

_- Entre 1999 y 2016 han muerto 351.000 personas por la epidemia de opiáceos en EEUU-


_- Una familia multimillonaria, señalada por la epidemia de opiáceos en EEUU Joanna Walters
El Diario

Miembros de la familia multimillonaria Sackler, dueños de la empresa fabricante del analgésico recetado OxyContin y conocidos filántropos en EEUU, se enfrentan a una gran demanda en los tribunales y a una posible investigación criminal por la crisis de opiáceos que asola EEUU.

Algunos de los Sackler son dueños de Purdue Pharma, la empresa que fabrica y vende el narcótico legal OxyContin, un medicamento situado en el centro de la epidemia de opiáceos que está relacionado con la muerte de cerca de 200 personas al día en EEUU.

El condado de Suffolk, en Long Island, Nueva York, ha denunciado a varios miembros de la familia por las muertes por sobredosis y la adicción a los analgésicos que están echando a perder muchas comunidades locales. Los abogados advierten que esta acción servirá de catalizador para que otras ciudades, condados y estados sigan sus pasos.

Al mismo tiempo, y según diversas informaciones, fiscales de Connecticut y Nueva York están investigando un posible fraude penal y acusaciones de crimen organizado contra destacados miembros de la familia por la forma en que presuntamente se ha recetado su medicamento en exceso y por haber engañado a doctores y a la población durante años en su comercialización, según cuentan fuentes jurídicas a The Guardian.

"Esto es básicamente una familia criminal... traficantes de drogas con buenos trajes y vestidos", señala Paul Hanly, un abogado de Nueva York que representa al condado de Suffolk y que también es el principal abogado en una gran acción civil que se desarrolla en un tribunal federal de Cleveland, Ohio, y que implica a productores y distribuidores de opiáceos.

20 millones de pastillas en un pueblo de 3.000 habitantes
En 2016 murieron 115 personas al día por sobredosis de opiáceos, unas 80 de ellas causadas directamente por medicamentos legales para aliviar el dolor como el OxyContin. La epidemia está directamente vinculada a la venta excesiva de este tipo de medicamentos. Entre 1999 y 2010, a pesar de que no hubo ningún aumento en el número de pacientes tratados por dolor, el número de opiáceos vendidos a farmacias, clínicas y hospitales se multiplicó por cuatro. La epidemia de opiáceos ha matado a 351.000 personas entre 1999 y 2016.

El Congreso de EEUU abrió una investigación sobre este asunto el año pasado y descubrió, por ejemplo, que en un periodo de 10 años, las farmacéuticas habían enviado 20,8 millones de analgésicos a dos farmacias separadas por cuatro manzanas de distancia en un pueblo de Virginia Occidental de unos 3.000 habitantes. Virginia Occidental es el estado más golpeado por la epidemia y una de sus zonas vio un aumento del 600% en la cantidad de opiáceos recentados entre 2000 y 2008.

En Kermit, un pequeño pueblo de 406 habitantes de Virginia Occidental, una de sus farmacias recibió 4,3 millones de dosis en un solo año. A una prescripción por minuto, según confesó posteriormente el dueño del establecimiento.

Actualmente en EEUU la adicción a opiáceos recetados es más común que cualquier otro uso de drogas ilegales, excepto la marihuana. De hecho, hay más adictos a medicamentos psicoterapéuticos que adictos a la cocaína, heroína y alucinógenos combinados.

Los Sackler son un clan rico, pero con muchos enemigos. Su apellido está directamente vinculado a instituciones culturales y académicas en EEUU y Reino Unido a las que han donado millones. Sin embargo, varios miembros de la familia están actualmente denunciados acusados de "participar de forma activa en una conspiración y fraude para retratar los analgésicos como no adictivos".

Su analgésico, el OxyContin se comercializó en un principio como un medicamento seguro y milagroso por su sistema único de liberación lenta de la sustancia activa, la oxicodona. Sin embargo, resultó ser muy adictiva.

El juez federal Dan Polster tiene ahora en sus manos las denuncias presentadas por más de 1.200 ciudades, condados y municipios en todo EEUU contra Purdue. Los primeros juicios empezarán el año que viene. La empresa también ha sido denunciada por al menos 30 estados en tribunales estatales, el primero de ellos empezará la próxima primavera en Luisiana.

"La codicia y los beneficios por encima de las personas" Hanly afirma que el coste económico de la crisis de opiáceos en EEUU, desde costes sanitarios a productividad perdida, fue de un billón de dólares entre 2002 y 2018, según algunos estudios líderes en su materia. "Otras estimaciones calculan que son 500.000 millones de dólares al año", afirma el abogado.

Según una fuente familiar con el caso judicial, Purdue Pharma alega a puerta cerrada ante el juez Polster que no se puede permitir una indemnización a gran escala por daños. "Por supuesto que la compañía no tiene mucho dinero porque los Sackler lo han sacado todo", asegura la fuente. Los demandantes quieren que los Sackler paguen, aunque su patrimonio esté repartido en propiedades, fundaciones caritativas, grupos de empresas y cuentas bancarias en el extranjero.

Purdue y algunos destacados ejecutivos, pero no los Sackler, fueron juzgados y se declararon culpables en un tribunal penal federal en 2007 por engañar a los reguladores, a los doctores y a los pacientes.

Los sackler también salen mencionados por su nombre en una denuncia presentada por el estado de Massachusetts en junio. El estado alega que Purdue, sus directores y sus dueños "engañaron a los doctores y a los pacientes para conseguir que más gente consumiese sus productos opiáceos en mayores cantidades y durante periodos de tiempo más largos", alegando incluso que el OxyContin, derivado del opio, era más seguro que el paracetamol o el ibuprofeno.

La fiscal general de Massachusetts, Maura Healey, cuenta a The Guardian que los expertos estiman que la epidemia costó al estado solo en 2017 15.000 millones de dólares en productividad perdida, seguridad pública y sanidad, por no decir la tragedia humana que ha supuesto la pérdida de miles de vidas solo en ese estado.

Healey cree que los Sackler estaban "bien al tanto" del daño que estaba haciendo su medicamento. "Pero para ellos era la codicia y los beneficios por encima de las personas... Me siento muy segura al nombrar a los miembros de la familia", asegura.

"Estoy centrada en utilizar mi autoridad legal para asegurarme que conseguimos una indemnización para las familias, así como un castigo por la conducta ilegal. Seguiremos buscando esto en los tribunales", afirma. "En la medida que ellos han hecho su fortuna a costa de personas enfermas y vulnerables, deberían devolverla. No siento empatía por ellos".

La fotógrafa artística estadounidense Nan Goldin estuvo a punto de morir por su adicción al OxyContin y actualmente está en rehabilitación. Goldin lidera una campaña para convencer a las instituciones culturales que no acepten las donaciones de la familia Sackler y que rechacen el "lavado de reputación", tal y como ella y otros críticos han apodado su filantropía.

Publicado originalmente en
https://www.eldiario.es/theguardian/multimillonaria-senalada-epidemia-calmantes-EEUU_0_837467083.html

domingo, 3 de febrero de 2019

_- Menos carne y más nueces, la receta para comer mejor y preservar el planeta


Ednh.news



París.– Para alimentar a 10.000 millones de seres humanos en 2050 de una manera sana y respetando al mismo tiempo el planeta, los expertos preconizan dividir entre dos el consumo de carne y duplicar el de frutas, verduras y frutos secos, una “transformación radical” de nuestros hábitos alimenticios.

En un estudio de la revista médica The Lancet y la oenegé Fundación EAT, los científicos recomiendan consumir cada día una media de 300 gramos de verdura, 200 gramos de fruta, 200 gramos de semillas enteras (arroz, trigo, maíz), 250 gramos de leche entera (o equivalente) pero solo 14 gramos de carne roja, es decir diez veces menos que un bisté.

Para sustituir las proteínas que proporciona la carne roja, los científicos preconizan consumir carne de ave (29 g), pescado (28 g), huevos (13 g) y frutos secos como nueces , almendras (50 g)…

Según ellos, este régimen permitiría evitar unas 11 millones de muertes prematuras al año en el mundo, es decir, una quinta parte del total de muertes. En 2050 la población mundial alcanzará los 10.000 millones de individuos.

Además, también sería bueno para el planeta, porque “la producción de alimentos mundial amenaza la estabilidad de nuestro sistema climático y nuestros ecosistemas”. “Los regímenes alimenticios actuales están llevando a la Tierra más allá de sus límites y son fuente de enfermedades: son una amenaza a la vez para la gente y para el planeta”, escriben los autores.

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El régimen alimentario propuesto aconsejado por el informe de la revista The Lancet y la ONG Fundación EAT. Gráfico: Jonathan Walter, Kun Tian y Marimé Brunengo / AFP

Este informe, que durante tres años movilizó a 37 expertos de 16 países, establece un “régimen de salud planetaria”. Su objetivo es garantizar un “equilibro entre las necesidades en materia de salud humana y los impactos medioambientales”. “Esto no significa que la población mundial debería comer exactamente los mismos alimentos”, indican los especialistas.

A nivel mundial, este régimen permitiría duplicar el consumo de alimentos sanos como frutas, verduras, leguminosos y nueces . Al contrario habría que reducir en más del 50% el consumo de alimentos menos sanos, como los azúcares añadidos (los refrescos, por ejemplo) y la carne roja, y evitar los alimentos procesados.

Cambio en la producción
Estos objetivos globales ocultan enormes disparidades según el nivel de desarrollo y la cultura del país. En Estados Unidos, por ejemplo, el consumo de carne roja es de 280 gramos de media, lo que obligaría dividir su consumo por 20.

“Más de 820 millones de personas no tienen acceso a suficiente comida, 2.400 millones de personas consumen demasiado, y en total cerca de la mitad de la población mundial tiene un régimen alimenticio con carencias en nutrientes” indica el informe.

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Plato con tomates y champiñones en la semana verde de la agricultura en Berlín, el 18 de enero de 2013. Foto: Johannes Eisele / AFP

Además del cambio de alimentación, los expertos preconizan un cambio radical en la manera de producir, evitando la concentración en unos pocos tipos de cultivo, limitando la expansión de las tierras agrícolas que reducen los bosques y evitando el exceso de pesca. También hay que reducir a la mitad el desperdicio de alimentos y las pérdidas en los procesos de producción.

“La manera en la que comemos es una de las causas principales del cambio climático, de la pérdida de la biodiversidad y de las enfermedades no transmisibles”, como la obesidad, la diabetes o las dolencias cardiovasculares, explicó a la AFP uno de los autores del estudio, el profesor Tim Lang, de la Universidad de Londres. “De la misma manera que nuestro sistema alimenticio cambió radicalmente en el siglo XX, creemos que tiene que cambiar radicalmente en el siglo XXI”, añadió.

Como era de esperar el informe no gustó a la industria agroalimentaria. “Hace propuestas extremas para atraer al máximo la atención, pero hay que ser más responsables cuando establecemos recomendaciones en materia de nutrición”, dijo Alexander Anton, responsable de la Asociación Lechera Europea.

Fuente: https://www.ednh.news/es/menos-carne-y-mas-nueces-la-receta-para-comer-mejor-y-preservar-el-planeta/

sábado, 2 de febrero de 2019

Una brújula moral de la izquierda. Obituario de Erik Olin Wright (1947-2019)


CTXT

Erik Olin Wright se radicalizó en los años sesenta y ya nunca dejó de ser marxista pues su brújula moral sencillamente no le permitió desviarse de esa senda. Con su muerte, la izquierda ha perdido a uno de sus intelectuales más brillantes



Erik Olin Wright en una conferencia organizada por la Fundación Rosa Luxemburgo en 2011.


PATRICK STARY - RLS

El miércoles [23.01.2019] murió Erik Olin Wright, solo unos meses después de recibir un diagnóstico de leucemia avanzada. Durante los primeros días que siguieron al diagnóstico, se dedicó a dar los últimos retoques a su libro How to be an Anti-Capitalist for the Twenty-First Century, que se publicará a fines de este año.

Seguramente, si Wright hubiera sobrevivido, ese no sería su último libro. Aunque ya tenía setenta y un años, una edad en la que la mayor parte de los pensamientos de los académicos se concentran principalmente en el retiro, Wright ni siquiera había considerado tal intención. “Planeo ‘profesar’ el derecho hasta el final” solía bromear [haciendo un juego de palabras con el sentido de la palabra right]. Continuaba siendo increíblemente activo, produciendo profusamente nuevos textos, supervisando doctorados, viajando y dando conferencias.

Aun cuando nos deja una obra enorme escrita a lo largo de más de cuarenta años, uno no puede dejar de sentir que su agenda ha quedado abruptamente interrumpida. Quienes lo hemos conocido y amado hemos perdido a un querido amigo. Y la izquierda, que hoy muestra signos de revitalizarse tras años de retraimiento, ha perdido a uno de sus intelectuales más brillantes.

El carácter central de la clase
Erik será recordado como el más importante teórico de las clases de la segunda mitad del siglo XX y como el máximo sociólogo marxista de su tiempo.

Irónicamente, cuando presentó su tesis de doctorado en la Universidad de California en Berkeley solo tenía la intención de clarificar brevemente el lugar que ocupa el concepto de clase en la teoría marxista, para poder pasar a ocuparse de su verdadero interés que era la teoría del Estado. Pero pronto se dio cuenta de que el tema no admitiría un tratamiento somero. Y pensó que resolver las cuestiones de su estatus conceptual, sus pretensiones teóricas y sus predicciones empíricas le llevaría un poco más de tiempo… quizá algunos años.

De hecho, le llevó cuatro libros, decenas de artículos y la creación de un equipo de investigación diseminado por varios países, un proceso que se extendió a lo largo de un cuarto de siglo. Cuando Erik sintió que era el momento de avanzar hacia el siguiente proyecto, había refinado el concepto de clase mucho mejor que cualquier otro marxista anterior a él y había obligado a los representantes de las instituciones dominantes a reconocer, por primera vez en el siglo XX, su validez.

Si bien a menudo se le ha descrito como un “neomarxista” –una expresión que sugiere un distanciamiento de la tradición clásica–, la conceptualización de la clase propuesta por Erik O. Wright era completamente ortodoxa y se fundaba en tres proposiciones centrales.

En primer lugar, mientras las teorías de la corriente dominante consideran que la clase está conectada con el ingreso, Erik reflotó la opinión de Marx para quien la clase era una relación social fundada en la explotación. La explotación se da cuando un grupo hace derivar sus medios de vida del control del trabajo de otro grupo. De modo tal que lo que determina la clase de una persona no es su ingreso sino cómo gana ese ingreso. En segundo lugar, puesto que la clase se basa en la extracción forzada del trabajo, es necesariamente antagonista. Requiere que la clase dominante socave el bienestar de los grupos subordinados, lo cual, a su vez, tiende a generar la resistencia de estos últimos. En tercer lugar, en ciertas condiciones, ese antagonismo adquiere la forma de conflicto organizado entre las clases o la lucha de clases.

Pero esta formulación creó el rompecabezas central de todas las teorías de clase marxistas: ¿cómo explicar la existencia de la clase media? Si el capitalismo es un sistema económico en el que hay explotadores y explotados, ¿qué decir entonces de las personas que están en el medio, que parecen no pertenecer a un grupo ni al otro? Un ejemplo clásico es el de los comerciantes o el de los profesionales asalariados. ¿Son explotadores o explotados?

Muchos marxistas respondieron a este interrogante sugiriendo dos soluciones posibles. La primera, que el capitalismo mismo resolvería el problema de la clase media quitándosela de encima. El mismo Marx en algunas de sus formulaciones sugería esta posibilidad: con el tiempo, las personas pertenecientes a esa clase se sumergirían en la clase trabajadora o se elevarían a las filas de los capitalistas. El desafío conceptual tenía en sí mismo fecha de caducidad.

La segunda solución consistía en sugerir que, aun cuando muchas personas parecieran estar en el “medio”, aquello era una ilusión que desaparecía cuando se observaba más atentamente su situación. Según este argumento, bien miradas, la mayoría de las personas pertenecientes a la “clase media”, en realidad, era simplemente trabajadores y solo una pocas eran capitalistas.

De manera que, mientras la primera posición afirmaba que en algún momento del futuro habría solo dos clases, la otra sostenía que ya ahora había solo dos clases. Desde uno y otro punto de vista, el resultado era el mismo: solo dos clases.

Erik rechazó ambas posiciones. Primero, estaba claro que la clase media no era una categoría residual, condenada a desaparecer con el paso del tiempo. El capitalismo creaba activamente las ocupaciones que identificamos con ese estrato social: siempre habría tenderos, gerentes de nivel medio, profesionales asalariados, etcétera. Segundo, si bien es verdad que muchos “profesionales” solo son trabajadores altamente cualificados, hay otros que son mucho más que eso. Son personas que tiene auténtica autoridad sobre otros trabajadores, cuyos ingresos proceden solo en parte de un salario y que tienen control genuino sobre su propio trabajo. El poder y la capacidad de decisión de los que gozan parecen cualitativamente diferentes de los de un trabajador asalariado. Por lo tanto, la clase media existe. La cuestión es: ¿cómo la incorporamos al marco marxista?

La solución de Erik parece simple pero era profunda. Definía la clase media como aquellos grupos que contenían elementos de ambas clases: la del capitalista y la del trabajador. Los comerciantes comparten algunas cualidades con los capitalistas porque son los dueños de sus medios de producción, pero también con los trabajadores, porque tienen que ser participantes activos en el trabajo de la tienda. Los gerentes de nivel medio tienen algunos de los poderes de los capitalistas por cuanto ejercen poder sobre los trabajadores, pero, como estos, carecen de control real sobre las decisiones de inversión.

De ahí llegó Erik a su famosa conclusión: la clase media ocupaba posiciones contradictorias dentro de la estructura de clases. Lo cual, políticamente, significaba que esta clase tendía objetivamente hacia una y otra dirección, hacia el mundo del trabajo y el del capital. Pero no podía predecirse hacia cual de las dos irían a parar sus miembros. Esto dependería de cómo convergieran la política y las circunstancias en cada momento determinado.

Soñar de manera realista
Erik comprendió que, por más que los marxistas trataran la clase como un concepto científico, la clase tenía además un apuntalamiento normativo. Decir que el capitalismo se basa en la explotación es lanzar un acusación moral contra el sistema. Nos exige trabajar en pos de una sociedad que no se base en que un grupo subordine sistemáticamente a otro, una sociedad en la que el alcance del desarrollo individual no quede paralizado por las privaciones y la inseguridad.

Pero en las postrimerías del siglo XX, muchos progresistas habían perdido la confianza en la posibilidad de semejante alternativa. En los años felices de la izquierda, había habido dos fuentes de esperanza. Para muchos, fue la existencia de la Unión Soviética, que pareció la evidencia concreta de que era posible trascender el capitalismo. La segunda fuente de optimismo procedía del interior mismo del marxismo, de su teoría de la historia, que parecía prometer que el capitalismo, tarde o temprano, daría paso a un nuevo sistema económico, así como los sistemas que los precedieron habían engendrado formas más avanzadas de organización social.

Al finalizar el siglo, estas dos creencias andaban en harapos. El modelo soviético no solo se había derrumbado sino que su desaparición parecía desacreditar la idea misma de una sociedad poscapitalista. Y muchos marxistas, tal vez la mayoría, habían llegado a juzgar que el materialismo histórico ortodoxo era una teoría con profundos defectos.

El mismo Erik llegó a esta conclusión en un largo compromiso con la teoría, tal como la había desarrollado su buen amigo Gerald Cohen. No había ningún telos histórico que condujera a un futuro socialista. Amplios sectores de la izquierda no solo descreyeron de la posibilidad del socialismo sino que además ni siquiera tenían claro qué clase de forma institucional podría encarnarlo.

Reconociendo el efecto debilitante que tendrían estos sentimientos en la práctica política, Erik se lanzó al siguiente proyecto de su carrera: la serie de la Utopías Reales [Real Utopias series]. La idea básica era sencilla. Históricamente, los marxistas habían seguido el desdén que el propio Marx había manifestado por los proyectos detallados de la sociedad futura, que con demasiada frecuencia degeneraban en fantasías utópicas. Pero, como señaló Erik, este rechazo tradicional de los modelos sociales se había convertido en un lastre. Si pedimos que la gente se sacrifique y se arriesgue por un futuro mejor, tenemos que proporcionarles alguna idea de qué es aquello por lo que están peleando, algo más que un conjunto de principios. Las personas necesitan saber cuál podría ser la alternativa.

Erik lanzó el proyecto de las Utopías Reales para generar propuestas concretas para las instituciones que encarnaran los principios socialistas. Era utópico en el sentido de que procuraba impulsar ideas muy ambiciosas, suficientemente audaces para concebir formaciones sociales fundamentalmente diferentes del capitalismo, pero eran ideas sustentadas en la realidad pues se basaban en la experiencia real dentro del capitalismo.

El argumento básico del proyecto aparece expuesto en su libro Construyendo utopías reales , aunque, en gran medida como el proyecto anterior sobre la estructura de clase, fue un trabajo en colaboración y de alcance internacional. Durante más de quince años, este proyecto generó una media docena de volúmenes editados, cada uno de los cuales se organizó alrededor de una propuesta concreta –por una reforma legislativa, por la igualdad de géneros, por la democracia en los lugares de trabajo, etcétera– y contó con la participación de docenas de destacados académicos.

Resistencia moral
Erik estuvo inmerso en la teoría marxista y su desarrollo durante medio siglo. Se adhirió a ella a fines de los años sesenta cuando muchos de sus pares se radicalizaban en las universidades. Pero, aun cuando su generación se apartó de la política socialista y de la teoría marxista, él permaneció firme.

Lo más notable de esta decisión es que la tomó teniendo muy pocos de los apoyos sociales con que supuestamente cuenta uno en esos casos. Erik nunca formó parte de una organización política. Ni estuvo respaldado por un medio intelectual de izquierda como Socialist Register ni New Left Review. No participó de manera particularmente activa en la política local y hasta sus círculos sociales eran francamente típicos de la élite académica estadounidense. Nada en su contexto social e intelectual parecía impulsarlo a su largo compromiso de varias décadas con el marxismo.

La resistencia de Erik nacía del interior de sí mismo, de una singular integridad moral e intelectual. Fue uno de esos raros individuos que, una vez que han reconocido la verdad de una proposición, sencillamente no pueden abandonarla. Continuó siendo marxista porque su brújula moral no le habría permitido apartarse de esa senda. Tan simple como eso. Y precisamente por su simplicidad, tan sorprendente, la resistencia de Erik se inspiró en la fuerza pura de su personalidad, aun cuando el espectro de apoyos sociales y políticos no fuera suficiente para sostener el compromiso de tantos otros pensadores de su generación.

La misma integridad resplandeció en su relación con sus estudiantes. Casi es un cliché alabar a los académicos fallecidos por su dedicación a la enseñanza, pero en el caso de Erik la descripción es absolutamente exacta. A lo largo de su carrera, supervisó docenas de disertaciones sobre una asombrosa variedad de temas de estudiantes de todo el mundo.

Cuando alguno de ellos le acercaba un texto pidiéndole su comentario, la respuesta de Erik no se hacía esperar y, en ocasiones, tenía una extensión mayor que la del documento comentado. Tenía una sorprendente habilidad para captar de inmediato el meollo de un argumento y era habitual que lo reformulara de manera más clara y concisa que el original. En realidad, uno de los mayores favores que hacía a sus interlocutores era elevar sus argumentos a un nivel más alto y más exaltado, hasta ponerlos a la altura de una valiosa crítica.

Erik vivió una vida increíblemente rica y deja tras de sí un legado admirable pero se ha ido demasiado pronto. Ni siquiera había comenzado a desacelerar la marcha, mucho menos a perder potencia. Fue una de las personas más felices que he conocido. Cuando alguien le preguntaba cómo estaba con frecuencia le escuchaba responder: “Bueno, supongo que la vida podría ser mejor, pero no puedo imaginar cómo”. Cuando el cáncer lo atacó, Erik luchó por equilibrar una visión realista con un impulso optimista, exactamente como hizo siempre con sus compromisos morales. Se sentía profundamente triste por la inminencia de la muerte, pero siempre tranquilizó a su familia y a sus seres queridos asegurándoles que no tenía miedo.

En uno de las últimas entradas subidas a su diario en CaringBridge, se negaba a entregarse a cualquier fantasía romántica sobre la vida después de la muerte. “Soy”, escribió simplemente, “polvo de estrellas que aleatoriamente vino a parar a este maravilloso rincón de la Vía Láctea”. Pero esto no es del todo exacto. Es verdad, la mayoría de nosotros no somos más que eso. Pero unos pocos, muy pocos, son algo más. Descansa en paz, Erik.

[Erik Olin Wright murió el miércoles 23 de enero. Entre sus publicaciones destacan Clase, crisis y Estado , Clases , Construyendo utopías reales y Comprender las clases sociales .]

Vivek Chibber es profesor de Sociología en la Universidad de Nueva York. Su último libro es Postcolonial Theory and the Specter of Capital (Ediciones Akal, en prensa).

Fuente:

 https://ctxt.es/es/20190123/Firmas/24119/erik-olin-wright-marxismo-clases-medias-vivek-chibber-obituario.htm?fbclid=IwAR1SWfCgiIWOy8j2etQzZcXQL_e8E_qN5wtXXXo6NsYLDthFXJ3RfPCM2SM