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jueves, 13 de enero de 2022

Aprendices de brujo. Sobre la polémica de las macrogranjas y el ministro Garzón,

¿Cómo es posible que dos presidentes socialistas de comunidades autónomas hayan actuado de la forma en que lo han hecho, convirtiéndose en altavoces de la falsedad? ¿No se les cae la cara de vergüenza de haber dicho lo que han dicho, convirtiéndose en acólitos de la derecha española? — Los datos que demuestran que las macrogranjas han llevado a España fuera de la legalidad ambiental

Acabo de regresar de la Sierra de las Nieves, en donde he pasado los primeros días de 2022, y nada más llegar me he topado con el escándalo orquestado en torno a las palabras de Alberto Garzón en su entrevista en The Guardian. Tengo que confesar que me ha sorprendido y eso que, después de más de 30 años siguiendo la actualidad política del país y la forma en que se refleja en los diversos medios de comunicación, no es fácil sorprenderse de la distancia que puede existir entre una determinada noticia y la forma en que es transmitida a la opinión pública.

Como es natural, lo primero que hice tras oír primero y leer después la información sobre las palabras de Alberto Garzón, fue acudir a la fuente original y leerlas. Entre lo que el ministro dijo y lo que se está diciendo que dijo hay una distancia tan abismal que resulta imposible entender cómo es posible que el escándalo haya tomado cuerpo.

El contenido de la entrevista carece de interés. En ninguna dirección. Y como las palabras están publicadas unas detrás de las otras, es fácil comprobarlo. El ministro refleja a través de ellas una posición que ha sido mantenida desde hace muchos años por prácticamente todo el mundo que se ha ocupado del tema. No hay novedad alguna digna de mención en la citada entrevista.

Y, sin embargo, lo que se está transmitiendo es todo lo contrario. La información sobre las palabras de Alberto Garzón ha desplazado, por ejemplo, a la información sobre el potencial incremento de la energía nuclear como fórmula para hacer frente a las consecuencias pavorosas del cambio climático, que ha puesto en circulación Ursula von der Leyen. Parecería que la economía española está a punto de sufrir un quebranto irreparable como consecuencia de la entrevista del ministro en The Guardian y no se estuviera jugando nada en la acogida que tenga en la Unión Europea la propuesta de la presidenta alemana de la Comisión Europea.

Si los comentarios sobre la entrevista procedieran exclusivamente de los portavoces de PP y Vox, el escándalo no se habría producido. Sería otra más de las falsedades con las que un día sí y otro también llevan intentando descalificar al Gobierno presidido por Pedro Sánchez antes de que fuera un Gobierno de coalición y mucho más desde que lo es.

Quienes han convertido la entrevista en The Guardian en un escándalo han sido los presidentes de las comunidades autónomas de Aragón y Castilla-La Mancha, que han ejercido de altavoces de la denuncia falsa de los partidos de la derecha española y han hecho suyas la exigencia de dimisión o, en su defecto, de destitución del ministro Garzón.

Tras haber leído las palabras tan tajantes de los dos presidentes socialistas, uno no puede dejar de preguntarse si ambos han leído la entrevista o simplemente han escuchado la interpretación que de la misma han hecho los portavoces de la derecha española. O si habiéndola leído personalmente, han decidido que les interesa coincidir en este punto con la derecha como forma de debilitar al socio del Gobierno de coalición.

Tengo la impresión de que es esto último lo que ha ocurrido. A Javier Lambán no se le han escapado las palabras que ha pronunciado y en las que no solo condena de manera tajante al ministro Garzón, sino que afirma expresamente que no puede continuar de ministro “ni un día más”, con lo que sitúa la pelota no en el tejado del ministro, sino en el del presidente del Gobierno.

Jugar a aprendiz de brujo nunca es bueno en ningún terreno, pero menos en el de la política y más todavía en una coyuntura como la de esta segunda mitad de la legislatura, en la que quedan por resolver temas de una enorme importancia. Sin ir más lejos la convalidación del Real Decreto-ley sobre la reforma laboral.

¿Piensan los presidentes socialistas de Aragón y Castilla-La Mancha que sus palabras favorecen la negociación que tiene que producirse en este mes de enero con los aliados para conseguir la mayoría necesaria para la convalidación? ¿De verdad creen Javier Lambán y Emiliano García-Page que su coincidencia con PP y Vox en la crítica a un ministro del socio del Gobierno de coalición es una garantía de la fiabilidad de dicho Gobierno y de su presidente para las formaciones políticas que lo vienen acompañando desde la moción de censura de 2018 hasta hoy? Si así es como tratan a un socio del Gobierno, ¿qué no serán capaces de hacernos a quienes no somos ni socios?

Y además, con base en una mentira inocultable. Las palabras del ministro Garzón en The Guardian son las que son y no cabe interpretación alguna en términos objetivos y razonables que las aproxime a lo que los portavoces del PP y Vox están haciendo. ¿Cómo es posible que dos presidentes socialistas de dos comunidades autónomas hayan actuado de la forma en que lo han hecho, convirtiéndose en altavoces de la falsedad? ¿No se les cae la cara de vergüenza de haber dicho lo que han dicho, convirtiéndose en acólitos de la derecha española?

domingo, 3 de febrero de 2019

_- Menos carne y más nueces, la receta para comer mejor y preservar el planeta


Ednh.news



París.– Para alimentar a 10.000 millones de seres humanos en 2050 de una manera sana y respetando al mismo tiempo el planeta, los expertos preconizan dividir entre dos el consumo de carne y duplicar el de frutas, verduras y frutos secos, una “transformación radical” de nuestros hábitos alimenticios.

En un estudio de la revista médica The Lancet y la oenegé Fundación EAT, los científicos recomiendan consumir cada día una media de 300 gramos de verdura, 200 gramos de fruta, 200 gramos de semillas enteras (arroz, trigo, maíz), 250 gramos de leche entera (o equivalente) pero solo 14 gramos de carne roja, es decir diez veces menos que un bisté.

Para sustituir las proteínas que proporciona la carne roja, los científicos preconizan consumir carne de ave (29 g), pescado (28 g), huevos (13 g) y frutos secos como nueces , almendras (50 g)…

Según ellos, este régimen permitiría evitar unas 11 millones de muertes prematuras al año en el mundo, es decir, una quinta parte del total de muertes. En 2050 la población mundial alcanzará los 10.000 millones de individuos.

Además, también sería bueno para el planeta, porque “la producción de alimentos mundial amenaza la estabilidad de nuestro sistema climático y nuestros ecosistemas”. “Los regímenes alimenticios actuales están llevando a la Tierra más allá de sus límites y son fuente de enfermedades: son una amenaza a la vez para la gente y para el planeta”, escriben los autores.

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El régimen alimentario propuesto aconsejado por el informe de la revista The Lancet y la ONG Fundación EAT. Gráfico: Jonathan Walter, Kun Tian y Marimé Brunengo / AFP

Este informe, que durante tres años movilizó a 37 expertos de 16 países, establece un “régimen de salud planetaria”. Su objetivo es garantizar un “equilibro entre las necesidades en materia de salud humana y los impactos medioambientales”. “Esto no significa que la población mundial debería comer exactamente los mismos alimentos”, indican los especialistas.

A nivel mundial, este régimen permitiría duplicar el consumo de alimentos sanos como frutas, verduras, leguminosos y nueces . Al contrario habría que reducir en más del 50% el consumo de alimentos menos sanos, como los azúcares añadidos (los refrescos, por ejemplo) y la carne roja, y evitar los alimentos procesados.

Cambio en la producción
Estos objetivos globales ocultan enormes disparidades según el nivel de desarrollo y la cultura del país. En Estados Unidos, por ejemplo, el consumo de carne roja es de 280 gramos de media, lo que obligaría dividir su consumo por 20.

“Más de 820 millones de personas no tienen acceso a suficiente comida, 2.400 millones de personas consumen demasiado, y en total cerca de la mitad de la población mundial tiene un régimen alimenticio con carencias en nutrientes” indica el informe.

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Plato con tomates y champiñones en la semana verde de la agricultura en Berlín, el 18 de enero de 2013. Foto: Johannes Eisele / AFP

Además del cambio de alimentación, los expertos preconizan un cambio radical en la manera de producir, evitando la concentración en unos pocos tipos de cultivo, limitando la expansión de las tierras agrícolas que reducen los bosques y evitando el exceso de pesca. También hay que reducir a la mitad el desperdicio de alimentos y las pérdidas en los procesos de producción.

“La manera en la que comemos es una de las causas principales del cambio climático, de la pérdida de la biodiversidad y de las enfermedades no transmisibles”, como la obesidad, la diabetes o las dolencias cardiovasculares, explicó a la AFP uno de los autores del estudio, el profesor Tim Lang, de la Universidad de Londres. “De la misma manera que nuestro sistema alimenticio cambió radicalmente en el siglo XX, creemos que tiene que cambiar radicalmente en el siglo XXI”, añadió.

Como era de esperar el informe no gustó a la industria agroalimentaria. “Hace propuestas extremas para atraer al máximo la atención, pero hay que ser más responsables cuando establecemos recomendaciones en materia de nutrición”, dijo Alexander Anton, responsable de la Asociación Lechera Europea.

Fuente: https://www.ednh.news/es/menos-carne-y-mas-nueces-la-receta-para-comer-mejor-y-preservar-el-planeta/

sábado, 1 de septiembre de 2018

Carne humana

El diario

- Los discursos del poder han recurrido siempre a deshumanizar y animalizar a aquellos sectores a los que se quiere ignorar o explotar.

- Todas las personas que quedan fuera del estrecho marco de lo aceptado, son estigmatizadas como inmundas, sucias, contaminantes y consideradas carne.

Matteo Salvini EFE

Según el diccionario, carne es la parte blanda del ser humano y de algunos animales, formada fundamentalmente por músculos del cuerpo. En una cultura antropocéntrica como la nuestra, los individuos no humanos son frecuentemente reducidos al estado de carne.

La valoración de la vida animal como simple carne supone la transformación de muchos seres vivos en una mercancía. Se cree que su vida tiene sentido solo porque es útil para los seres humanos y los mercados. Pero muchos seres humanos son considerados también carne. Carne viva con capacidad de trabajo, carne que puede ser explotada para hacer crecer la economía y engrosar las ganancias de otros que no se consideran carne ni cuerpo.

En esta fase neoliberal del capitalismo mundializado, y con los límites ecológicos sobrepasados, cada vez más personas formamos parte de esa masa de carne humana utilizada como recurso o como desecho para mantener una economía que, en vez de garantizar la satisfacción de las necesidades, tiene como finalidad maximizar las tasas de ganancia del capital y para ello devora minerales, petróleo, animales, plantas, tierra, agua, reduce personas a carne y expulsa residuos, gases contaminantes, plásticos, artefactos que ya no sirven y también carne humana.

La expresión 'carne de cañón' nació para designar a los soldados, normalmente de rango bajo, que se exponían al fuego de los enemigos sabiendo que su muerte era casi segura. Pero fue utilizada, también, como sinónimo de proletariado y como metáfora de la mano de obra barata y explotada. Marx utilizó esta expresión para referirse a las cuadrillas de trabajo y a la población obrera sobrante o fuerza de trabajo desempleada, estructuralmente necesarias en el capitalismo para garantizar el control de las condiciones laborales, que optimizan la acumulación de capital.

Los discursos del poder han recurrido siempre a deshumanizar y animalizar –en una cultura, insisto, donde lo animal es despreciado– a aquellos sectores a los que se quiere ignorar o explotar. Quitarles la cualidad humana, despreciarles y reducirlos a carne, es el paso previo para poder legitimar la explotación y, en regímenes autoritarios e inhumanos, el abandono e incluso el exterminio.

Primo Levi cuenta cómo los nazis, antes de matar judíos, gitanos, comunistas y homosexuales, les arrebataban la condición humana reduciéndoles a la pura condición de carne. La deshumanización justificaba su exterminio y la pasividad de muchas personas ante él. En nuestra sociedad tecnologizada, muchas personas siguen siendo tratadas como carne.

Las aparadoras del calzado, por ejemplo, se resisten y se organizan para no ser tratadas como tal . Llevan décadas trabajando como si no existiesen. Sin derechos, sin contratos. Ganando apenas 400 euros por 10 u 12 horas de trabajo que hacen en casa, aportando ellas la maquinaria y el coste del consumo eléctrico. Han contraído enfermedades derivadas del oficio: problemas de huesos o columna a causa de pasar horas en la misma posición, depresión por la situación en la que tradicionalmente se han encontrado u otras enfermedades derivadas del contacto con productos químicos tóxicos. Esconder el trabajo en casa sin que genere derechos es ser tratada como carne.

La plantilla de Iveco irá a la huelga en septiembre porque se está despidiendo a trabajadores por faltas de asistencia intermitentes y justificadas. Son gente enferma y personas que tienen lesiones derivadas de los ritmos excesivos del trabajo. Según los representantes sindicales, se trata de una plantilla joven y la empresa aplica los despidos sobre gente que puede tener futuras bajas. Explotar hasta la enfermedad y después despedir a quien enferma es también ser tratado como carne. El colmo de la explotación de la carne es que una empresa cárnica explote también carne humana a través de Servicarne , una falsa cooperativa en la que 1.350 falsos autónomos trabajaban en condiciones precarias y con una absoluta vulneración de sus derechos.

También son deshumanizados y reducidos a la más pura corporalidad las personas pobres. Adela Cortina acuñó el término "aporofobia" para definir el rechazo al pobre, el odio al "sin techo" y a quienes, por desposeídos, no tienen poder. Un artículo reciente , se hacía eco de un informe de la Fundación Rais en el que se concluía que un 80% de las personas sin hogar que se encuentran en la calle han sufrido acoso o agresiones de diversos tipos. Raúl o Alberto son algunas de ellas. Duermen alrededor de la Plaza Mayor de Madrid y, llevar sudaderas con la bandera de España, no les ha servido para esquivar las patadas o insultos de quienes deambulan por allí y les dicen que dan asco.

Susanne Soederberg, investigadora de la universidad canadiense de Queen, afirmaba a raíz de un estudio realizado que la población sobrante es el sector que más crece en el mundo. Todas las personas que quedan fuera del cada vez más estrecho marco de lo aceptado, son estigmatizadas como inmundas, sucias, contaminantes. Son consideradas exclusivamente carne.

Pero la situación más extrema de "sobrecorporalidad" en el momento actual, la están viviendo las personas, que previamente expulsadas de sus territorios, buscan otro lugar para vivir. El poder económico y político también trata como carne de cañón a quienes sufren en mayor medida las consecuencias del cambio climático, el despojo de los recursos y el territorio, el extractivismo; a quienes son expulsadas de sus territorios a causa de la pobreza, las guerras formales e informales que se desencadenan por el acaparamiento de tierra y recursos.

Están surgiendo liderazgos y partidos que han hecho del racismo su eje discursivo central. Amanecer Dorado, desató una ola de odio y violencia en Grecia, que logró ser temporalmente frenada en las urnas. FPÖ's de Austria, la AfD de Alemania, los Finns de Finlandia o los Sweden Democrats de Suecia, el gobierno xenófobo del húngaro Viktor Orbán o Donald Trump son algunos ejemplos de este eclosión.

En toda Europa crece el número de personas que creen que su pérdida de nivel de vida, su precariedad o las expectativas incumplidas están causadas por las personas migrantes que compiten con ellas. Éstas últimas son señaladas como culpables por los dedos de las mismas manos que precarizan a trabajadores y trabajadoras, especulan con la vivienda, el agua o la energía, aprueban tratados internacionales que arruinan territorios y sectores y hacen hasta de la comida y los cuerpos, un negocio. Todo vale con tal de escalar en las encuestas electorales. Y lo malo es que en algunos espacios, habitados por personas con incertidumbre y miedo, eso da votos. Es como si se tuviese la esperanza de poder escapar de ser tratado como carne, yendo contra la carne de otros que están peor que tú.

En fechas recientes, Matteo Salvini rechazaba que un barco en el que se hacinaban personas migrantes desembarcase en tierra italiana. Se jactaba de haber impedido que el Aquarius, repleto, decía textualmente, "de carne humana", soltase su carga "contaminante" en su país. También él tiene carne. La mostraba en las fotos, descamisado y con corbata verde , que vendió –como si fuese una burla más– para favorecer a una organización que se autodenomina "pro–vida". Sonreía en la foto con la tranquilidad de quien nunca ha abandonado un barco de personas al borde de la muerte en el mar.

Rivera también usó su propia carne como reclamo electoral . Pareciera que el cuerpo de quien ostenta, o pugna por ostentar el poder, es menos cuerpo y su carne, tan vulnerable, mortal y contingente como la del resto, es menos carne y da menos asco. En estos momentos, Rivera y Casado, a lo Salvini, rivalizan por ver quién enarbola con más fuerza la bandera del control de las fronteras, de los límites a la entrada de extranjeros pobres, del acrecentamiento de los beneficios económicos y electorales que genera tratar la migración como si fuese un problema de seguridad. Algunos medios de comunicación ofrecen datos falsos o medias verdades sobre la entrada de personas, inventan enfermedades y falsas amenazas que refuerzan la percepción de la gente. Se promete la vuelta a una España próspera y cañí que nunca existió.

Todas somos –podemos ser– trabajadoras que pierden derechos, personas que no pueden pagar la hipoteca, familias con dificultades para afrontar las matrículas de la universidad de las hijas, sujetos cuyo territorio se cede a una minera, gente que se tiene que marchar de su tierra porque deja de haber agua o posibilidades de supervivencia digna o mujeres obligadas a sostener cotidianamente la vida en un mundo que la ataca. Todas somos susceptibles de ser consideradas carne humana.

Todas somos –podemos ser– futuras refugiadas que tratan de saltar fronteras, ya sean territoriales, raciales, de género o económicas, para poder mantener vidas que merezcan la pena ser vividas. Y cuando lo seamos, a quienes defienden que lo primero son los españoles les importará bien poco lo que diga la partida de nacimiento. De Cuenca, Madrid, Granollers o Écija, si se trata de elegir entre los beneficios o las personas, la elección estará clara y seremos carne humana abandonable y culpable.

En estas circunstancias, es una locura confiar y seguir a quien señalan a otros como culpables, a quien esconde las posibilidades de medrar detrás de la persecución de los que tienen otro color de piel, no nacieron aquí, tienen menos que el resto, y no se resignan ante la desposesión y el despojo.

Es peligroso fiarse de los discursos que no hacen más propuestas que la de asegurar las fronteras y se limita a increpar, insultar y calumniar sin mesura; de quienes reclaman el poder para sí mismos haciendo promesas a todos los bandos, sin preocuparse de las contradicciones en las que se incurre. Fue la estrategia que a Hitler le fue funcional en un momento no tan diferente al que vivimos hoy y con adversarios políticos incapaces, o no dispuestos a oponer una resistencia verdadera.

Como explicaba Hannah Arendt –y nos recuerda permanentemente Santiago Alba Rico– el ser humano desnudo, sin atributos, sin nombre propio, protegido solo por los derechos humanos se convierte en carne de matadero. Pero, aunque cuando se arrincona y señala a alguien diferente, deshumanizado y solo, hace falta poco para que surja el linchamiento, en ese momento de inflexión, también puede ocurrir que brote la solidaridad, la compasión, el apoyo mutuo –una versión del amor– que iguala y rehumaniza. Para ello, es imprescindible que existan discursos y alternativas viables, reales y valientes que confronten con las promesas de la exclusión y la expulsión.

Luchar hoy es establecer lazos que permitan resistir frente a la ofensiva de quienes van a hacer lo que sea con tal de mantener sus privilegios. Tú, ellos y yo les importamos muy poco y por eso no queda ninguna opción más viable que la de cuidarnos unos a otros. El capitalismo global ha declarado la guerra a todo lo vivo. Cantaba Silvio Rodríguez que en esta contienda, la orden de fuego siempre la dan "disidentes de la cultura, la carne, la gente, el sueño y la vida que no sea virtual".

La tarea constituyente que tenemos por delante y que ya es inaplazable es la adquisición de la conciencia de que podríamos ser reducidos solo a carne útil y potencial desecho y que solo podremos superarlo poniendo las vidas, las luchas y las alternativas en común. Arrinconar a quienes disparan y reorganizar la vida para que quepamos todos, establecimiento lazos de solidaridad entre diferentes que nos igualen, adoptar una dignidad colectiva sin victimismos son pasos necesarios para superar esta situación de encrucijada sin dejarnos jirones de vida por el camino.

@yayo_herrero 

Fuente: https://www.eldiario.es/zonacritica/Carne-humana_6_805679446.html

sábado, 22 de mayo de 2010

No llevar a casa bacon

Un nuevo estudio de Harvard que no encontró aumento del riesgo de enfermedades cardíacas entre los consumidores de carne está generando un montón de rumores para la carne roja. "Una hamburguesa sin culpas", reza un titular. "Orden de la Carne", comienza otro.

Sin embargo, la investigación, publicada esta semana en la revista Circulation, no es tanto una celebración de la carne roja, ya que es un auto de procesamiento de las carnes procesadas como el tocino, salchichas y carnes frías. Comer una porción de esos alimentos al día se asoció con un riesgo de 42 por ciento mayor de enfermedades cardíaca y el 19 por ciento más de riesgo de diabetes. Pero no hubo un incremento en el riesgo asociado con comer carne roja en estado natural.

Los hallazgos provienen de un amplio análisis de varios estudios de seguimiento de consumo de carne y las enfermedades cardiovasculares y la diabetes. Las carnes procesadas incluyen tocino, salami, salchichas, perritos calientes o fríos o fiambres procesados.

En particular, el culpable de la carne procesada no era la grasa saturada o colesterol - los dos cortes de carne entera y las carnes procesadas contenían la misma cantidad por porción. Las grandes diferencias fueron los niveles de sodio y conservantes químicos.

Las carnes procesadas tenía como cuatro veces más sodio y 50 por ciento más de conservantes nitrato de que las carnes sin procesar.

El estudio sugiere que las carnes como las hamburguesas y filetes han sido injustamente implicado en la enfermedad cardíaca. Pero ese error probablemente se debía a que las personas que comen mucha carne también tienden a consumir grandes cantidades de tocino, perritos calientes y otras carnes procesadas.
Si bien es cierto que el estudio hará más fácil disfrutar de una hamburguesa, por lo menos si estamos preocupados por nuestro corazón, no se ocupa de la investigación que ha relacionado un mayor riesgo de cáncer de colon con el consumo alto de carne. Además, mucha gente no consume la carne roja por motivos de salud personal, sino porque están preocupados por la salud del planeta.

La ganadería representan el 18 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.
En comparación con una hamburguesa, un sandwich de mantequilla de maní y jalea ahorra hasta 2,5 kilos de dióxido de carbono, 280 galones de agua y 50 metros cuadrados de terreno, de acuerdo con el sitio Web PBJCampaign.org

Para más información sobre las razones para disminuir el consumo de la carne roja, lea esta historia del Times del escritor sobre comida Bittman Marcos, “Reinventando la carne Guzzler". (Por Tara Parker-Cenicola Tony / The New York Times).