“Una generación dispuesta a dar un giro, un golpe de timón; una revolución donde las armas son tu voz” -El grito de mi generación, canción de la Semana contra la Pobreza-
Ya pasó la Semana contra la Pobreza, así que ya podemos cambiar la chapa de la solapa. ¿Qué toca esta semana? ¿Cambio climático? ¿Alguna enfermedad africana? Pásenme ya el manifiesto que lo firmo. Y avísenme de la mani, que si no llueve ni juega el Madrid me apunto. Sobre todo si al final hay concierto y coreamos una canción bonita.
Perdonen la mala baba, los lunes son así. Tengo en alta estima a muchas de las personas y colectivos que se han movilizado contra la pobreza en el mundo, y sé que trabajan mucho más que los días señalados en el calendario de las buenas causas. Pero me temo que este tipo de campañas y canciones, por bienintencionadas que sean, no consiguen más que una adhesión fofa por parte de los ciudadanos.
Empezando por el lema: “contra la pobreza”. Yo, por más que miro no veo pobreza por ningún lado. Pobres, un montón, pero nada de pobreza. Al contrario, por todas partes abundancia y lujo. Hay hambre, sí, pero las despensas del mundo están a rebosar. Hay gente en la calle, sí, y miles de pisos vacíos. Hay salarios de miseria, cierto, pero conviven con sueldazos y pensiones millonarias.
¿Dónde está la pobreza? O de otra manera: ¿por qué lo llaman pobreza cuando quieren decir desigualdad? Puede parecer un matiz semántico poco importante, pero define la forma de ver el problema. Supongo que si en vez de contra la pobreza convocan contra la desigualdad, va menos gente. Si suben un escalón más y llaman no contra la pobreza o la desigualdad, sino contra el sistema económico que la causa, menos todavía. Y si llegamos al final de la escalera y decimos “Contra el capitalismo”, huy, nos disuelve la policía. Y nos quedamos sin canción y sin artistas. (de Isaac Rosa) (ver aquí)
Asombroso dato
Hablar de cifras de hambrientos en el mundo suele producir una cierta incredulidad y, finalmente, indiferencia: ¿1.000 millones, 1.020 millones de seres humanos con hambre crónica? Quizá nos debería bastar con saber el asombroso dato de que hoy hay más personas desnutridas que hace una década, que la cifra se ha estado incrementando de forma lenta pero constante desde 1997 y que la última crisis económica mundial ha llevado la cifra de hambrientos a niveles históricos. Un balance realmente inesperado para un siglo XXI recién comenzado bajo el símbolo de la globalización y la tecnología.
¿Cómo es posible? ¿No se habla todo el rato de ayuda alimentaria, no hay más ONG que nunca, no ponen los Gobiernos más dinero en programas de ayuda al desarrollo? Pues no... seguir aquí (SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ 18/10/2009)
lunes, 19 de octubre de 2009
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