Para Sergio Olguín (Buenos Aires, 1967), Oscura monótona sangre está escrita al estilo de las novelas de Simenon, tanto que “es casi un plagio”. Julio Andrada, el protagonista, es un “ser amoral, como tantos personajes del autor belga”. “No hay juicios morales. Estoy radicalmente enojado con la realidad, pero no he querido hacer una novela moralista, un tratado de sociología o un panfleto...”
Julio Andrada, protagonista de esta novela con la que Olguín ganó el V Premio Tusquets, es un hombre hecho a sí mismo; que pasó de obrero a empresario; que invirtió luego en la construcción, en la importación, en hoteles; que tiene su dinero en paraísos fiscales, que se asocia con un usurero y se enriquecen durante la dictadura militar, mientras el país se derrumba...
Andrada, aparentemente un hombre de bien, deja de tomar precauciones para conservar su imagen. Todo se le descontrola. “Desafía los límites de lo que la sociedad burguesa tolera. Puede tener una amante menor de edad, puede cometer un delito, pero siempre que eso permanezca oculto. El problema viene cuando lo manifiesta”.
Es un hombre de doble moral. Su lema es “dime con quién hay que hablar y cuánto hay qué pagar”. Tiene a la policía a su disposición. “La policía es la fuerza de choque de las clases acomodadas, no está para controlar el delito sino para defender sus intereses. El dinero lo puede todo y la sociedad lo permite”. ... “Utiliza los códigos de la mafia. Protege a su familia y a sus amigos, fuera de eso no hay nada”.
Vemos toda la historia a través de los ojos de Andrada. “Es un exponente bastante común de Argentina un hombre que hizo su fortuna jugando en el límite de lo legal y de lo ilegal. La combinación de corrupción y especulación es una forma de crecimiento empresarial en mi país”.
Oscura monótona sangre -el título procede de un verso de Quasimodo- trata también sobre la marginalidad de los cartoneros que afean el bello barrio donde vive el empresario; y de otro barrio, deprimido, el de Daiana (su amante -¿¡- menor de edad), donde manda el paco. “Es crack,...
Es un fenómeno creciente que no ha llegado aún a su peor momento. Pero no preocupa”. Sólo a las madres de los afectados. “Se podría escribir una historia social de Argentina a través de las madres. Las de la plaza de Mayo, que lucharon contra la dictadura, ahora las Madres contra el paco”...Leer el artículo de El País aquí.
jueves, 1 de abril de 2010
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