domingo, 6 de mayo de 2012

Que los niños no paguen esta crisis. Es lo que debería ser si fuese justo el mundo, pero Soledad Gallego nos muestra los datos que parecen confirmar la injusticia.

Se aproxima un incendio Los niños y jóvenes de hoy van a ser quienes paguen el agujero que ha provocado una crisis puramente financiera “Árbol clavado en la tierra al que se aproxima un incendio”. La premio Nobel polaca Wislawa Szymborska supo crear imágenes poderosas, capaces de revelar la realidad, en pocas y sencillas palabras. Sus poemas hablan de las cuestiones más trascendentes, pero en un entorno cotidiano, “un entorno de paz vulnerable y amenazada”, como escribe Mercedes Monmany en la presentación de Instantes (Ediciones Igitur). La cita viene a cuento de la angustia que producen los recortes que se anuncian en los presupuestos de Educación de este país. No hace ni cinco meses que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su discurso de investidura, aseguró solemnemente que “la España del futuro dependerá de nuestro sistema educativo”. Habló de lo mucho que había que cambiar para, entre otras cosas, reducir el abandono educativo temprano y elevar la formación de los alumnos. Cinco meses después, lo único que está realmente claro es que la educación en España va a sufrir un recorte inmediato de 3.623 millones de euros (más de medio billón de las antiguas pesetas) en solo un año. Las comunidades autónomas, que tienen transferidas las competencias, deberán rebajar 3.000 millones y el Gobierno central otros 623 millones (el 21,9% respecto a 2011), a la espera del recorte que haya que sumar en el presupuesto de 2013. El sistema educativo español está clavado en la tierra mientras se le aproxima el incendio. Ninguna de las medidas anunciadas pretende impedir el abandono escolar prematuro (el número de alumnos que fracasa en la secundaria es ya superior al 30%, una de las cifras más altas en la Unión Europea) ni mejorar la formación, sino, simple y directamente, rebajar el coste. No cubrir las bajas de docentes durante las dos primeras semanas, aumentar los alumnos por aula y subir el número de horas de clase que imparten los profesores perjudica la calidad de la enseñanza y solo desde el cinismo se puede decir que es posible llevar adelante un recorte presupuestario de estas proporciones sin acarrear graves consecuencias para todo el sistema.... Seguir leyendo aquí en EL País.

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