En los últimos tiempos han proliferado en las redes sociales los chistes sobre la dislexia. La lingüista española Luz Rello, disléxica e investigadora de esta dificultad para leer y escribir, recuerda uno de ellos en inglés: I have sexdaily, I mean dyslexia (tengo sexo a diario, digo dislexia). Sonríe con la broma sobre el tópico baile de letras de los disléxicos, pero Rello, actualmente en la Universidad Carnegie Mellon de EE UU, sabe que el asunto no tiene ninguna gracia. “Alrededor del 10% de la población tiene dislexia. Hay 600.000 niños escolarizados con dislexia en España y no lo saben. Ese es el problema”, subraya.
La dislexia —que suele pasar desapercibida tanto para los padres, como para los profesores, como para los propios afectados— es una máquina trituradora de niños. “Se quedan por el camino pensando que son tontos y no valen”, lamenta Rello. El 40% del abandono escolar está relacionado con dificultades del lenguaje. Y la dislexia, cuyo origen está en el cerebro, es la más frecuente. Los disléxicos poseen una inteligencia normal o superior a la media, pero son como ciegos para las palabras, igual que un daltónico no puede ver determinados colores. Si no se detecta su problema, el sistema educativo les pasa por encima: para aprender hay que leer y para demostrar lo aprendido hay que escribir. Otros disléxicos, como el estadounidense Steve Jobs, cofundador de Apple, sí logran el éxito profesional.
Rello cree que tiene una solución al problema. Junto a su equipo, ha desarrollado Dytective, una aplicación que mezcla juegos lingüísticos con inteligencia artificial, para detectar dificultades de lectura y escritura. “Tiene un 86% de precisión”, afirma la lingüista, primera persona española en recibir el premio Joven Investigador Europeo de la organización Euroscience, en 2013, y también nombrada Innovadora Social del Año menor de 35 años en España por el MIT Technology Review, en 2014, por sus anteriores investigaciones sobre la dislexia.
La eficacia de Dytective se ha evaluado con más de 5.000 participantes en 71 colegios de España, Chile y Colombia. La aplicación, calcula Rello, estará totalmente lista en abril de 2016, aunque ya cosecha éxitos. El juego es finalista en el premio el premio AI & Robotic Award for Good, un galardón otorgado por Emiratos Árabes Unidos y dotado con un millón de dólares. “La Consejería de Educación de Murcia quiere implantar Dytective en cuanto esté disponible. Son 250.000 niños escolarizados”, adelanta la lingüista.
“En la mayoría de los casos la dislexia, con un poco de atención y que te enseñen a leer y a escribir más pausadamente, se puede superar sin ningún problema. Yo tengo un doctorado. Pero tienes que saberlo. La idea es encontrar algo que te diga, antes de que surja el problema, si tienes riesgo de tener dislexia o no. Y esto es lo que hemos hecho en Carnegie Mellon”, explica Rello. La investigadora ya ha puesto a disposición de la comunidad educativa otras herramientas contra la dislexia, como Piruletras, una aplicación para mejorar la escritura que va por las 30.000 descargas. En niños de 9 a 11 años, el número de errores se reduce un 42% tras cuatro semanas jugando. Rello pide que los centros educativos “no den tanta importancia a las faltas de ortografía” cometidas por las personas con dislexia.
El juego Dytective, de apenas 15 minutos, analiza 200 variables, desde el movimiento del ratón a su aceleración, pasando por el número de errores y el tiempo de reacción. Gracias al cotejo con una base de datos de miles de niños diagnosticados, un algoritmo de aprendizaje automático alerta de posibles dificultades de lenguaje y escritura, antes de que el niño entre en la trituradora del fracaso escolar.
“Ahora mismo un diagnóstico de dislexia te cuesta de 150 a 1.000 euros. Hay muy pocas personas que se pueden permitir esto. La idea es democratizar el acceso a la detección y a la intervención de la dislexia. Dytective tendrá un precio mínimo sostenible de unos pocos euros”, sostiene Rello, que ha llegado a un acuerdo con la Universidad Carnegie Mellon para explotar la patente sin ánimo de lucro, a través de la organización Change Dyslexia, fundada por la propia lingüista.
En el núcleo del equipo dirigido por Rello figuran Miguel Ballesteros, experto en aprendizaje automático de la Universidad Pompeu Fabra; Abdullah Ali, especialista en diseño de interacción en la Universidad de Maryland, Condado de Baltimore; y Jeff Bigham, investigador de la accesibilidad de la web en la Universidad Carnegie Mellon.
A largo plazo, el objetivo de Rello es, aplicando la misma metodología, detectar las fortalezas del aprendizaje, en lugar de las dificultades. “Con los datos que vamos a recoger intentaremos dar al mundo una herramienta para detectar los talentos en potencia”, apunta. Como en el microcuento del artista francés Alejandro Jodorowsky:
—Maestro, tengo un problema con mi hijo: me trajo las notas del colegio, una alta calificación en dibujo y una pésima calificación en matemáticas.
—¿Qué harás?
—¡Lo pondré de inmediato a tomar clases particulares con un profesor de matemáticas!
—Necio, ponlo de inmediato a tomar clases particulares con un profesor de dibujo. Desarrolla su talento. Todos servimos para algo, pero no todos servimos para lo mismo.
http://elpais.com/elpais/2015/12/30/ciencia/1451479191_791338.html?rel=epr
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