Cuando Johannes Kepler nació en 1571, la astronomía aún se sostenía en ideas heredadas de los griegos: los planetas debían moverse en círculos perfectos. Pero la realidad no encajaba con esa geometría.
Con las observaciones precisas de Tycho Brahe en sus manos, Kepler dedicó años de cálculos y correcciones hasta descubrir algo que cambió la historia: los planetas no trazan círculos, sino elipses con el Sol en uno de sus focos.
Así nació la primera de sus tres leyes del movimiento planetario.
Luego vino la segunda: los planetas recorren áreas iguales en tiempos iguales, lo que explica por qué se aceleran cuando están cerca del Sol y se ralentizan al alejarse.
Finalmente, formuló la tercera: el cuadrado del tiempo orbital es proporcional al cubo de la distancia media al Sol, una relación sencilla que unifica a todos los planetas.
En el corazón de estos descubrimientos está la ecuación de Kepler, una fórmula que conecta el tiempo con la posición real de un planeta en su órbita. Gracias a ella, hoy podemos calcular con precisión dónde estará la Tierra —o una nave espacial— en cualquier momento.
Kepler mostró que el cosmos no era un misterio impenetrable ni un escenario de círculos perfectos, sino un lugar gobernado por leyes matemáticas claras. Con números y paciencia reveló la danza real de los planetas, abriendo el camino para Newton y, siglos después, para toda la exploración espacial moderna.
martes, 19 de agosto de 2025
lunes, 18 de agosto de 2025
La crueldad y la impunidad del franquismo

Fuentes: Nai
Hay más casos. Matilde Landa, militante comunista, se tiró desde lo alto de una galería de la prisión de Mallorca para no acceder a los requerimientos de la catequista Bárbara Pons, del obispo José Miralles y de la orden de monjas Hijas de la Caridad de San Vicente Paul, que se dedicaban a la caritativa actividad de torturar a las presas, que exigían a Matilde que se bautizara y si no lo hacía lo pagarían sus compañeras de cárcel. En la violencia contra las mujeres, a veces violencia vicaria, la Iglesia franquista desempeñó un papel primordial. El sadismo que demostraron es de una crueldad inigualable.
El caso de Maravillas Lamberto, una niña de 14 años asesinada un 15 de agosto de 1936, día de la virgen, es el paradigma del franquismo y su manera de actuar.
Era natural de Larraga, en Navarra, donde los fascistas entraron como en toda la provincia muy rápidamente. La cobardía del Frente Popular contribuyó a ello. En Navarra tuvieron la desgracia de «disfrutar» de dos fascistas de alto renombre como Mola y Sanjurjo. No eran dos cualesquiera. Eran los dirigentes del golpe y Sanjurjo, que ya había intentado antes otro golpe, La Sanjurjada, iba para presidente del gobierno.
En Navarra la represión fue tremenda. No respetaron nada. Falangistas y requetés. Las cunetas están llenas de enterramientos. Mi abuelo, Pedro Béjar, fue una de las víctimas. Trabajaba en Cáseda haciendo el canal de riego de las Bardenas. En ese pueblo mataron a más de 40 personas. Entre ellos al cura, que abogaba por la gente sin tierra, y al que los criminales franquistas no perdonaron a pesar de ser cura y le cortaron la cabeza.
En el caso de Maravillas, su padre, militante de UGT, fue detenido y ella pidió ir con él al ayuntamiento para protegerle. La violaron en presencia del secretario del ayuntamiento. La violaron delante de su padre. Los llevaron al campo, los asesinaron y echaron los restos a los perros.
Nadie pagó por ello ni pagará. La ley de amnistía, ley de punto final, es la excusa para que nadie haya pagado y nadie pagará porque la mayoría de las alimañas que hicieron estas cosas ha fallecido. Se han ido de rositas en compensación de una inmaculada transición.
El caso es que en Larraga siguen gobernando los herederos políticos de los asesinos. Los herederos de los requetés y los carlistas siguen mandando por doquier. El ayuntamiento de Larraga no ha hecho ningún homenaje a Maravillas y su familia en todos estos años. Solo las asociaciones se han volcado y los partidos de izquierda han defendido el nombre de Maravillas y han creado asociaciones para mantener su memoria.
Si aplicaran el mismo rasero que con la ley de partidos, en la que puedes ir a la cárcel o tu organización puede ser disuelta por no condenar el terrorismo, el PP y toda la derecha estarían disueltos y sus dirigentes en la cárcel. Un terrorismo, el franquista, cien veces mayor que el de ETA y dirigido desde el Estado, que sigue teniendo a sus seguidores actuando impunemente. Si se aplicase el mismo rasero, la mayoría de estos podridos franquistas estarían en la cárcel y no luciendo su chulería por todas partes.
Hoy, casi 90 años después, sigue sin haber justicia, ni reparación, ni verdad. La Administración hace muy poco. Algunas ayudas para exhumaciones, nacionalizaciones para familiares de víctimas del franquismo y un reconocimiento, que según me dijeron de la Fiscalía, no tiene ningún valor salvo el sentimental. No perseguirán a nadie. De hecho, el único condenado fue el juez Baltasar Garzón por intentar investigar al franquismo. No tendrás derecho a ninguna compensación. Y nadie moverá un dedo para conseguir información. Hazlo tú por tu cuenta. Conocemos muchas cosas por las asociaciones memorialistas. El gobierno, progresista, ni siquiera colabora con la llamada querella argentina que pretende acabar con esta injusticia exigiendo que los crímenes de lesa humanidad no prescriban. No harán nada que no sea arrancado con la lucha.
Ahora el monumento a los caídos de Pamplona es de nuevo motivo de enfrentamiento. La izquierda siempre ha defendido el derribo de ese símbolo criminal. En ese monumento estuvieron enterrados los asesinos de Mola y Sanjurjo, a los cuales se les sigue homenajeando hoy en día. Para desgracia de la izquierda, una más, los partidos gobernantes en Pamplona han decidido «resignificar» el monumento a los caídos. ¡Como si se pudiese reciclar el franquismo y su simbología! Las asociaciones memorialistas se han movilizado, se están movilizando, para impedir este despropósito. Y lo peor es que quieren ponerle a este monumento franquista el nombre de Maravillas Lamberto, cuando uno de los asesinos, Julio Redin Sanz, figura con su nombre en el citado monumento.
En su memoria, sobre todo en el País Vasco y Navarra, se han desarrollado diversos homenajes, se han compuesto canciones y se hicieron películas y documentales. La canción más conocida es la de Fermín Balentzia, aunque el grupo Berri Txarrak tiene también una canción muy conocida. Y han participado en su homenaje cantantes como Enrique Villareal “el Drogas”, ex de Barricada.
Como dejó escrito Julia Conesa, una de las trece rosas, «que mi nombre no se borre de la historia». No dejemos de hablar de ellas.
Fuente
domingo, 17 de agosto de 2025
Cate Blanchett llegó a Cannes con su vestido
Cate se pasó por el forro (nunca mejor dicho) las normas de etiqueta del festival y burló la censura que impedía llevar banderas palestinas. La misma censura que burlaron las mujeres palestinas cuando Israel cosían prendas de ropas con los colores de su país (o parecidos).
Ella no solo fue Galadriel, no solo nos dio a Carol o a Tár. Ella nos ha dado reivindicación y valentía en una industria que penaliza a quienes alzan la voz. Y si no que le pregunten a Susan Sarandon.
En fin, Ahora decidme que Cate Blanchett no es una diosa.
Catherine Élise Blanchett, la mujer que tú eres y lo que yo te amo.
sábado, 16 de agosto de 2025
LO QUE NOS JUGAMOS
"Claro que el asunto Cerdán, Ábalos, Koldo puede ser aberrante y exige que se tomen medidas rápidas y contundentes. Pero, ¿por qué creen ustedes que existe ese ansia, avidez o impaciencia por acabar como sea con este Gobierno y el odio enfermizo que suscita su presidente?"
(Art. de Nicolás Sartorius, Presidente del Consejo Asesor de la Fundación Alternativas)
No es fácil en los tumultuosos y oscurecidos tiempos que corren discernir lo que, en realidad, está en juego. El caos, el ruido y la furia se han convertido en el hábitat omnipresente que todo lo abarca, lo engulle y lo acaba expulsando, como el mar los detritus, hacia las aturdidas mentes del personal sufridor. No es nada sencillo que la realidad real o la verdad verdadera se abran camino ante tanta manipulación, ante el imperio de lo virtual, de la falsificación o, sencillamente, de la mentira. El mundo está inmerso en peligrosas guerras de momento locales en Ucrania, en Oriente Medio –el genocidio de Netanyahu en Gaza, la guerra contra Irán–, todo ello apoyado por los EEUU de Trump y aquí, por lo visto, lo que más interesa es hablar de Koldo, de Ábalos y Cerdán.
¿Es que alguien se cree que la potencia americana, con el concurso de Europa, no podría acabar con estos conflictos si de verdad se lo propusiesen? ¿Por qué Netanyahu, al frente de un país de diez millones de habitantes, se permite cometer los crímenes de Gaza, bombardear Teherán y lo que se ponga por delante –sin una sola sanción–, si no es porque cuenta con el apoyo incondicional de Trump y de la pasividad de buena parte de los países europeos, que mientras han impuesto, con razón, multitud de sanciones a la Rusia de Putin, aquí están agarrotados por extraños complejos del pasado o intereses del presente?
Y ahora vienen el preboste de la OTAN y su fiel escudero Mark Rutte a ordenar que tenemos que gastar la estrambótica cifra del 5% del PIB –más de 80 mil millones de dólares en cifras de 2024–, lo que supondría un golpe durísimo a nuestros derechos sociales en sanidad, educación, etc. Un diktat o ukase escandaloso e inútil al que se ha opuesto, únicamente, ese presidente español al que hay que abatir por todos los medios. Sabemos lo que sucedería si gobernasen las derechas: pues que aceptarían sin rechistar como han hecho siempre ante los requerimientos del “amigo americano”.
Desde luego no es suficiente para mover voluntades con exclamar “que viene la ultraderecha”, sin embargo, lo que irrumpe no es sólo eso, sino la ola más reaccionaria, antisocial, antieuropea y antidemocrática desde la IIª Guerra Mundial. Con un presidente de los EEUU a la cabeza de la contrarreforma, atrabiliario e imprevisible; una Unión Europea en la que solo tres países tienen gobiernos progresistas, donde en grandes naciones como Alemania, Francia e Italia la derecha radical es la segunda fuerza o gobiernan partidos euro incrédulos o descreídos. En una palabra, lo que está en juego es la democracia social –el modelo europeo–, la propia integración de la UE, los derechos civiles de las minorías, aparte de la fumigación de los emigrantes. En el fondo un sistema más parecido al de Trump que al que conocemos los europeos.
¿Por qué creen ustedes que existe esa ansia, avidez o impaciencia por acabar como sea con este Gobierno y el odio enfermizo que suscita su presidente? Pues porque España es el único país relevante que cuenta con un ejecutivo de coalición de izquierda, que ha aliviado algo las faltriqueras de los pudientes –lo que llaman “el infierno fiscal”–; ha normalizado totalmente la situación en Cataluña con una amnistía plenamente constitucional, como defendí en el origen de los tiempos; se han producido avances en derechos sociales y civiles, la economía es la que mejor funciona de Europa y la política exterior es, por lo menos, la más decente de las que circulan, al reconocer, este Gobierno, al Estado palestino, oponerse al atraco del 5% del PIB en armas, aumentar la ayuda al desarrollo o avanzar en el tema de Gibraltar. Todo ello sostenido por una mayoría parlamentaria en la que hay, por lo visto, “comunistas”, “separatistas” y “terroristas”. Algo realmente insoportable para los poderes tradicionales y sus corifeos mediáticos, que se han dedicado toda su vida a esquilmar al personal sufridor.
Claro que el asunto Cerdán, Ábalos, Koldo puede ser aberrante y exige que se tomen medidas rápidas y contundentes de naturaleza orgánica y política, con el fin de acabar de una vez con el cáncer de la corrupción. Y claro es que si informaciones fehacientes involucrasen a la presidencia o a la financiación ilegal del partido socialista la situación se haría, prácticamente, insostenible. Pero, en todo caso, un gobierno democrático no puede caer, de ninguna manera, por informes de la Guardia Civil o de cualquier policía. Aceptar esto sería terriblemente peligroso, pues hay que recordar que la costalada del Gobierno de Rajoy, que estaba de corrupción hasta las cejas, se debió a una sentencia de la Audiencia Nacional y no a informes policiales. En el caso actual se pretende que salte todo por los aires, la presunción de inocencia y lo que haga falta. Y estas agónicas ansias por fulminar a Sánchez tienen varias causas: la cercanía de juicios durísimos contra el PP por los manejos de la llamada “policía patriótica” y otras trapacerías; porque piensan que de celebrarse de inmediato elecciones arrasarían, mientras que dentro de dos años ya veríamos y, tercero, porque, tal y como va de bien la economía y las posibilidades muy reales de llegar al pleno empleo, es una pera en dulce lo que esta izquierda de nuestros pecados les dejaríamos en herencia.
Así que en el caso de España nos jugamos que regrese la tensión en Cataluña, con una derecha que no entiende, ni ha entendido nunca, la naturaleza plural de nuestro Estado, con presidentas de CCAA que se ausentan cuando alguien se expresa en catalán o vasco, idiomas que hablan millones de españoles en diferentes nacionalidades.
Nos jugamos el creciente deterioro de los servicios públicos fundamentales como la sanidad, la educación, las universidades o la ciencia, con el aumento desaforado de las privatizaciones, como ya está sucediendo en las CCAA que gobierna la derecha. No olvidemos que el eje central del programa de las derechas es bajar impuestos, es decir, deteriorar el Estado de bienestar y acrecentar el de malestar de la mayoría. Con una advertencia: toda política ultraliberal de recortes sociales sólo es factible imponiendo formas de represión. La presidenta de la CCAA de Madrid ya lo ha advertido ante las movilizaciones en la Universidad. Tomemos nota de lo que está sucediendo en EEUU, Argentina, Hungría, etc.
Nos jugamos el que no se practique una política razonable con la emigración, que es una de las bases de nuestra prosperidad y de una convivencia humana digna, a diferencia de lo que se hace en Italia, Hungría o incluso Gran Bretaña.
Nos jugamos que se regrese a actitudes y decisiones restrictivas en materia de derechos civiles como el aborto, la eutanasia y todo lo que hace referencia a los movimientos LGTBIQ.
Nos jugamos el que se haga inviable la reducción de la jornada laboral, pues las derechas están en contra, como se ha visto en el Parlamento, en el tema de las 37,5 horas. Proponen sustituir dicha rebaja, deseada por la generalidad de la ciudadanía, por una mayor “flexibilidad”, es decir, por la realización de millones de horas extras no pagadas. En este sentido, nos jugamos que se recorten derechos sindicales, reduciendo la representación de los trabajadores en los comités de empresa y en el diálogo social, como ya sucedió en CCAA gobernadas por el PP/VOX.
En una palabra, nos jugamos la democracia social, con libertades y derechos, el modelo europeo que los Trump y Putin, desde fuera, y sus socios desde dentro quieren laminar a toda costa.
Nos jugamos a que regresemos a la pérdida de la Memoria Democrática, que nos ha costado tanto ir recobrando, pues lo primero que harán las derechas, como ya están haciendo donde pueden, es derogar la ley homónima, base de una cultura democrática digna.
Nos jugamos el retroceso a la jungla del pelotazo urbanístico del pasado ante la concepción propia de las derechas en el sentido de que la vivienda es un negocio goloso y no una necesidad vital del ser humano.
Nos jugamos que la justicia siga en manos de jueces y magistrados que se concentran y hacen huelga, sin cobertura legal, cuando las leyes del Parlamento no les gustan.
Nos jugamos la reculada a los tiempos de una especie de nacional catolicismo, ante la insólita imagen de que una parte preponderante de la jerarquía de la Iglesia proponga la celebración inmediata de elecciones generales con el fin de terminar con el actual gobierno democrático, al que quedan dos años de la actual legislatura.
No olvidemos, por favor, todo lo que nos jugamos, porque si nos despistamos o nos lían, si no nos organizamos y movilizamos, nos arrepentiremos… pero ya será tarde. Nicolas Sartorio
No es fácil en los tumultuosos y oscurecidos tiempos que corren discernir lo que, en realidad, está en juego. El caos, el ruido y la furia se han convertido en el hábitat omnipresente que todo lo abarca, lo engulle y lo acaba expulsando, como el mar los detritus, hacia las aturdidas mentes del personal sufridor. No es nada sencillo que la realidad real o la verdad verdadera se abran camino ante tanta manipulación, ante el imperio de lo virtual, de la falsificación o, sencillamente, de la mentira. El mundo está inmerso en peligrosas guerras de momento locales en Ucrania, en Oriente Medio –el genocidio de Netanyahu en Gaza, la guerra contra Irán–, todo ello apoyado por los EEUU de Trump y aquí, por lo visto, lo que más interesa es hablar de Koldo, de Ábalos y Cerdán.
¿Es que alguien se cree que la potencia americana, con el concurso de Europa, no podría acabar con estos conflictos si de verdad se lo propusiesen? ¿Por qué Netanyahu, al frente de un país de diez millones de habitantes, se permite cometer los crímenes de Gaza, bombardear Teherán y lo que se ponga por delante –sin una sola sanción–, si no es porque cuenta con el apoyo incondicional de Trump y de la pasividad de buena parte de los países europeos, que mientras han impuesto, con razón, multitud de sanciones a la Rusia de Putin, aquí están agarrotados por extraños complejos del pasado o intereses del presente?
Y ahora vienen el preboste de la OTAN y su fiel escudero Mark Rutte a ordenar que tenemos que gastar la estrambótica cifra del 5% del PIB –más de 80 mil millones de dólares en cifras de 2024–, lo que supondría un golpe durísimo a nuestros derechos sociales en sanidad, educación, etc. Un diktat o ukase escandaloso e inútil al que se ha opuesto, únicamente, ese presidente español al que hay que abatir por todos los medios. Sabemos lo que sucedería si gobernasen las derechas: pues que aceptarían sin rechistar como han hecho siempre ante los requerimientos del “amigo americano”.
Desde luego no es suficiente para mover voluntades con exclamar “que viene la ultraderecha”, sin embargo, lo que irrumpe no es sólo eso, sino la ola más reaccionaria, antisocial, antieuropea y antidemocrática desde la IIª Guerra Mundial. Con un presidente de los EEUU a la cabeza de la contrarreforma, atrabiliario e imprevisible; una Unión Europea en la que solo tres países tienen gobiernos progresistas, donde en grandes naciones como Alemania, Francia e Italia la derecha radical es la segunda fuerza o gobiernan partidos euro incrédulos o descreídos. En una palabra, lo que está en juego es la democracia social –el modelo europeo–, la propia integración de la UE, los derechos civiles de las minorías, aparte de la fumigación de los emigrantes. En el fondo un sistema más parecido al de Trump que al que conocemos los europeos.
¿Por qué creen ustedes que existe esa ansia, avidez o impaciencia por acabar como sea con este Gobierno y el odio enfermizo que suscita su presidente? Pues porque España es el único país relevante que cuenta con un ejecutivo de coalición de izquierda, que ha aliviado algo las faltriqueras de los pudientes –lo que llaman “el infierno fiscal”–; ha normalizado totalmente la situación en Cataluña con una amnistía plenamente constitucional, como defendí en el origen de los tiempos; se han producido avances en derechos sociales y civiles, la economía es la que mejor funciona de Europa y la política exterior es, por lo menos, la más decente de las que circulan, al reconocer, este Gobierno, al Estado palestino, oponerse al atraco del 5% del PIB en armas, aumentar la ayuda al desarrollo o avanzar en el tema de Gibraltar. Todo ello sostenido por una mayoría parlamentaria en la que hay, por lo visto, “comunistas”, “separatistas” y “terroristas”. Algo realmente insoportable para los poderes tradicionales y sus corifeos mediáticos, que se han dedicado toda su vida a esquilmar al personal sufridor.
Claro que el asunto Cerdán, Ábalos, Koldo puede ser aberrante y exige que se tomen medidas rápidas y contundentes de naturaleza orgánica y política, con el fin de acabar de una vez con el cáncer de la corrupción. Y claro es que si informaciones fehacientes involucrasen a la presidencia o a la financiación ilegal del partido socialista la situación se haría, prácticamente, insostenible. Pero, en todo caso, un gobierno democrático no puede caer, de ninguna manera, por informes de la Guardia Civil o de cualquier policía. Aceptar esto sería terriblemente peligroso, pues hay que recordar que la costalada del Gobierno de Rajoy, que estaba de corrupción hasta las cejas, se debió a una sentencia de la Audiencia Nacional y no a informes policiales. En el caso actual se pretende que salte todo por los aires, la presunción de inocencia y lo que haga falta. Y estas agónicas ansias por fulminar a Sánchez tienen varias causas: la cercanía de juicios durísimos contra el PP por los manejos de la llamada “policía patriótica” y otras trapacerías; porque piensan que de celebrarse de inmediato elecciones arrasarían, mientras que dentro de dos años ya veríamos y, tercero, porque, tal y como va de bien la economía y las posibilidades muy reales de llegar al pleno empleo, es una pera en dulce lo que esta izquierda de nuestros pecados les dejaríamos en herencia.
Así que en el caso de España nos jugamos que regrese la tensión en Cataluña, con una derecha que no entiende, ni ha entendido nunca, la naturaleza plural de nuestro Estado, con presidentas de CCAA que se ausentan cuando alguien se expresa en catalán o vasco, idiomas que hablan millones de españoles en diferentes nacionalidades.
Nos jugamos el creciente deterioro de los servicios públicos fundamentales como la sanidad, la educación, las universidades o la ciencia, con el aumento desaforado de las privatizaciones, como ya está sucediendo en las CCAA que gobierna la derecha. No olvidemos que el eje central del programa de las derechas es bajar impuestos, es decir, deteriorar el Estado de bienestar y acrecentar el de malestar de la mayoría. Con una advertencia: toda política ultraliberal de recortes sociales sólo es factible imponiendo formas de represión. La presidenta de la CCAA de Madrid ya lo ha advertido ante las movilizaciones en la Universidad. Tomemos nota de lo que está sucediendo en EEUU, Argentina, Hungría, etc.
Nos jugamos el que no se practique una política razonable con la emigración, que es una de las bases de nuestra prosperidad y de una convivencia humana digna, a diferencia de lo que se hace en Italia, Hungría o incluso Gran Bretaña.
Nos jugamos que se regrese a actitudes y decisiones restrictivas en materia de derechos civiles como el aborto, la eutanasia y todo lo que hace referencia a los movimientos LGTBIQ.
Nos jugamos el que se haga inviable la reducción de la jornada laboral, pues las derechas están en contra, como se ha visto en el Parlamento, en el tema de las 37,5 horas. Proponen sustituir dicha rebaja, deseada por la generalidad de la ciudadanía, por una mayor “flexibilidad”, es decir, por la realización de millones de horas extras no pagadas. En este sentido, nos jugamos que se recorten derechos sindicales, reduciendo la representación de los trabajadores en los comités de empresa y en el diálogo social, como ya sucedió en CCAA gobernadas por el PP/VOX.
En una palabra, nos jugamos la democracia social, con libertades y derechos, el modelo europeo que los Trump y Putin, desde fuera, y sus socios desde dentro quieren laminar a toda costa.
Nos jugamos a que regresemos a la pérdida de la Memoria Democrática, que nos ha costado tanto ir recobrando, pues lo primero que harán las derechas, como ya están haciendo donde pueden, es derogar la ley homónima, base de una cultura democrática digna.
Nos jugamos el retroceso a la jungla del pelotazo urbanístico del pasado ante la concepción propia de las derechas en el sentido de que la vivienda es un negocio goloso y no una necesidad vital del ser humano.
Nos jugamos que la justicia siga en manos de jueces y magistrados que se concentran y hacen huelga, sin cobertura legal, cuando las leyes del Parlamento no les gustan.
Nos jugamos la reculada a los tiempos de una especie de nacional catolicismo, ante la insólita imagen de que una parte preponderante de la jerarquía de la Iglesia proponga la celebración inmediata de elecciones generales con el fin de terminar con el actual gobierno democrático, al que quedan dos años de la actual legislatura.
No olvidemos, por favor, todo lo que nos jugamos, porque si nos despistamos o nos lían, si no nos organizamos y movilizamos, nos arrepentiremos… pero ya será tarde. Nicolas Sartorio
viernes, 15 de agosto de 2025
La mecánica cuántica: el doble filo de su desarrollo que hoy conmemoramos

Con el desarrollo de la mecánica cuántica vamos a experimentar cómo los sistemas físicos pueden llegar a ser tan efectivos como contraproducentes.
Hace unos días se cumplieron cien años del inicio de la revolución cuántica, una manera radical de entender la física, basada en observar el aparente desorden que muestran los electrones en torno al núcleo del átomo. Fue el 9 de julio de 1925, cuando el joven de 23 años Werner Karl Heisenberg Werner Karl Heisenberg le entrega una copia de su trabajo a Max Born, físico y matemático de quien es ayudante en la Universidad de Gotinga. En el citado trabajo, Heisenberg estudia el comportamiento del electrón en cada uno de sus saltos. Con la extraña belleza que trazan las leyes matemáticas, Heisenberg maneja tablas —matrices de Gotinga— donde la órbita de llegada y la de partida se representan en columnas y filas; cada salto del electrón afecta a estas dos órbitas. A partir de ahora, en lugar de predecir certezas, se predicen probabilidades. Con ello, las leyes deterministas se quedan fuera de esta nueva manera de entender la física.
Hace unos días se cumplieron cien años del inicio de la revolución cuántica, una manera radical de entender la física, basada en observar el aparente desorden que muestran los electrones en torno al núcleo del átomo. Fue el 9 de julio de 1925, cuando el joven de 23 años Werner Karl Heisenberg Werner Karl Heisenberg le entrega una copia de su trabajo a Max Born, físico y matemático de quien es ayudante en la Universidad de Gotinga. En el citado trabajo, Heisenberg estudia el comportamiento del electrón en cada uno de sus saltos. Con la extraña belleza que trazan las leyes matemáticas, Heisenberg maneja tablas —matrices de Gotinga— donde la órbita de llegada y la de partida se representan en columnas y filas; cada salto del electrón afecta a estas dos órbitas. A partir de ahora, en lugar de predecir certezas, se predicen probabilidades. Con ello, las leyes deterministas se quedan fuera de esta nueva manera de entender la física.
Así da comienzo una nueva era científica que proyectará sus claroscuros a través de los años y que llega hasta nuestros días. Porque el doble filo que amenaza la gramática del mundo donde subyace lo impredecible, se lo debemos a la mecánica cuántica. Por un lado, gracias a sus efectos tecnológicos, conseguimos comunicarnos a través de dispositivos móviles; sin ir más lejos, podemos leer este mismo artículo en la otra cara del mundo.
Y aunque mucho de esto se lo debemos en un principio al joven Heisenberg que curioseó en la magia de los saltos del electrón, también queda añadir que la mecánica cuántica se conjugó con la química y la ingeniería para conseguir el poder destructivo de la bomba atómica. Ahí tenemos el otro lado, el filo cortante.
Con tal planteamiento, los efectos de la aplicación de esta nueva física nos llevan a asimilar la realidad de otra manera, revisando nuestra comprensión de la misma. Porque el mundo se convierte en un lugar inhóspito donde, en cualquier momento, puede tener lugar la catástrofe. Ahora se cumplen ochenta años de aquel día —6 de agosto de 1945— cuando los Estados Unidos lanzaron la bomba Little boy desde el cielo de Hiroshima.
Ahora, tras el espanto, volvamos por un momento a 1925, cuando todavía el mundo del electrón iba y venía en la dimensión inocente de unas páginas escritas de manera “descabellada”, según el propio Heisenberg en la nota al trabajo que entregó a Max Born. Tras leerlo, a Max Born le pareció tan interesante que lo envió a la revista Zeitschrift für Physik. Con ello, los mecanismos del azar se pusieron en marcha.
Ya dijimos que estamos en 1925, un año de claroscuros y morbosidades, de fantasmas y señales de humo para Europa y para el mundo. Fue el año en el que se publicó Mi Lucha, el panfleto de Hitler. También fue el año que Stalin llegó al poder y el año en el que Franco, coronel entonces, se fogueó en el desembarco de Alhucemas; hablamos de un tiempo opresivo y sinsentido que Kafka llevaría hasta los últimos fuegos narrativos con su obra póstuma titulada El proceso, un relato donde la incertidumbre se convierte en pesadilla burocrática. La gramática oculta de la realidad no tardaría en manifestarse.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
jueves, 14 de agosto de 2025
5 cosas que una nutricionista recomienda antes de empezar a tomar suplementos alimenticios
Desde colágeno en polvo hasta gomitas para la inmunidad, los suplementos están en todas partes: en nuestros mensajes de Instagram, en los estantes de los supermercados y llenando el botiquín de nuestros baños. Se comercian como curas rápidas contra los males de la saludo modernos, con la promesa de darnos mejor sueño, piel reluciente, mayor concentración y hasta más longevidad.
Como nutricionista, frecuentemente me preguntan si los suplementos valen su costo, y la respuesta es: depende. Basado en lo que afirman online, creerías que pueden curar casi todo.
Mientras que algunos suplementos sí cumplen un papel valioso bajo ciertas circunstancias, suelen ser malentendidos y frecuentemente sobre promocionados. Sin embargo, muchas personas no están conscientes de los riesgos, limitaciones y trucos publicitarios detrás de las marcas.
Aquí planteo 5 cosas que me gustaría que la gente supiera antes de comprar suplementos.
1. Empieza con comida, no con suplementos
Si puedes obtener un nutriente de tu dieta, eso casi siempre es la mejor opción.
La Agencia de Normas Alimentarias de Reino Unido define un suplemento alimenticio como un producto "destinado a corregir deficiencias nutricionales, mantener una ingesta adecuada de ciertos nutrientes, o apoyar funciones fisiológicas específicas".
En otras palabras, los suplementos están ahí para ayudar tu dieta, no reemplazar los alimentos reales.
Los alimentos integrales proporcionan mucho más que nutrientes aislados. Por ejemplo, pescado graso como el salmón no solamente provee grasas omega-3, sino también proteína, vitamina D, selenio o otros compuestos beneficiosos. Estos interactúan de maneras que no entendemos completamente y sus efectos combinados son difíciles, si no imposibles, de replicar con suplementos.
Un salmón en una bandeja con tomates, hierbas y otras verduras, antes de ser horneado
Los suplementos no pueden replicar todos los beneficios de los alimentos integrales. Los científicos han tratado de aislar los "ingredientes activos" de frutas y vegetales para recrear sus beneficios en pastillas, pero sin éxito. Las ventajas parecen venir del alimento completo, no de un solo compuesto.
Dicho eso, hay circunstancias en las que los suplementos son necesarios. Por ejemplo, el ácido fólico se recomienda antes y después del embarazo para reducir el riesgo de defectos en los tubos neurales del feto.
La vitamina D se recomienda durante los meses de invierno cuando la luz del sol es limitada. Las personas que siguen una dieta vegana podrían necesitar vitamina B12, que es la que más se encuentra en productos animales.
2. Podrás no darte cuenta de que estás tomando demasiados
Es mucho más fácil tomar demasiado de un suplemento que sobrepasarse con la comida. A corto plazo, eso puede generar efectos secundarios como náusea o diarrea. Pero a largo plazo, el sobreconsumo puede tener consecuencias severas.
Muchas personas toman suplementos durante años sin saber si los necesitan o cuántos son demasiado. Vitaminas solubles en grasa como la A, D, E y K se almacenan en el cuerpo en lugar de ser excretadas.
Demasiada vitamina D, por ejemplo, puede producir una acumulación de calcio, que puede dañar los riñones y el corazón, así como debilitar los huesos. Dosis altas de vitamina A pueden causar daños al hígado, defectos de nacimiento durante el embarazo y una disminución de la densidad ósea.
Una mujer embarazada, parada frente al estante de una cocina saca una pastilla de un frasco
Las mujeres embarazadas deben prestar particular atención al tipo de suplemento que consumen. Incluso las vitaminas solubles en agua pueden causar problemas, ya que se ha vinculado el sobreuso a largo plazo de la vitamina B6 con daños a los nervios.
Como la mayoría de las personas no revisan regularmente sus niveles de nutrientes en la sangre, muchas veces no se dan cuenta de que algo anda mal hasta que aparecen los síntomas.
3. No te fíes de los consejos en redes sociales
Si pasas unos minutos online probablemente verás suplementos promocionados como "fortalecedores del sistema inmune", "naturales", o "desintoxicantes". Estas palabras pueden sonar convincentes, pero no tienen ninguna definición científica. Son términos de mercadeo.
La agencia que controla las normas de la publicidad en Reino Unido (ASA, por sus siglas en ingles) tiene reglas sobre cuántas atribuciones de la salud pueden hacer, incluyendo en las redes sociales. Pero hacerlas cumplir es difícil, especialmente con el mercadeo de influenciadores y programas afiliados.
Una mujer frente a una cámara promueve productos en frascos que sostiene en la mano
No te dejes llevar por influenciadores o vendedores online que no tienen experiencia médica. Las estrategias de mercadotecnia conocidas como marketing multinivel (MLM) añaden más complejidad. Los vendedores, que suelen no tener capacitación médica ni científica, promueven los productos en base a anécdotas personales en lugar de evidencia.
Aunque ASA provee guías específicas de cómo los vendedores de MLM pueden promocionar los suplementos, estas reglas son frecuentemente ignoradas, y raramente impuestas y suelen escurrirse entre brechas reguladoras, lo que da lugar a unas atribuciones verdaderamente extraordinarias.
4. La industria de suplementos es más sobre ventas que ciencia
El mercado global de suplementos está avaluado en más de US$100.000 millones. Como cualquier gran industria, sus metas son crecimiento y ganancias. Eso influye en cómo los productos son desarrollados y comerciados. Si un suplemento realmente funcionara, sería recomendado por médicos, no influenciadores.
Algunos suplementos están respaldados con evidencia, pero estos tienden a ser menos llamativos que otros, como el hierro o la vitamina D.
Muchos otros son publicitados con afirmaciones que van mucho más allá de lo que los estudios demuestran y frecuentemente son promovidos por personas que no tienen capacitación formal en nutrición o cuidado de la salud.
Cápsulas de color rojo y rosa son distribuidas a un surtidor en una fábrica farmacéuticaFuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,El comercio de suplementos de nutrición y salud es una industria multimillonaria.
5. Algunos suplementos no son aptos para todos
Que estén disponibles sin receta médica no significa que un suplemento es seguro. Aún cuando los productos estén etiquetados como "naturales" pueden reaccionar con medicamentos o causar daño.
La hierba de San Juan, usada algunas veces para levantar el ánimo, puede tener efectos secundarios peligrosos si se toma con algunos antidepresivos, anticonceptivos o fármacos para la presión arterial.
La vitamina K puede interferir con anticoagulantes como la Warfarina. El hierro de dosis alta puede producir problemas digestivos y afectar cómo algunos antibióticos son absorbidos.
Un farmacéutico con una bata blanca frente a un estante con pastillas y medicamentos recomienda a una mujer que está a su lado un medicamento
Como nutricionista, frecuentemente me preguntan si los suplementos valen su costo, y la respuesta es: depende. Basado en lo que afirman online, creerías que pueden curar casi todo.
Mientras que algunos suplementos sí cumplen un papel valioso bajo ciertas circunstancias, suelen ser malentendidos y frecuentemente sobre promocionados. Sin embargo, muchas personas no están conscientes de los riesgos, limitaciones y trucos publicitarios detrás de las marcas.
Aquí planteo 5 cosas que me gustaría que la gente supiera antes de comprar suplementos.
1. Empieza con comida, no con suplementos
Si puedes obtener un nutriente de tu dieta, eso casi siempre es la mejor opción.
La Agencia de Normas Alimentarias de Reino Unido define un suplemento alimenticio como un producto "destinado a corregir deficiencias nutricionales, mantener una ingesta adecuada de ciertos nutrientes, o apoyar funciones fisiológicas específicas".
En otras palabras, los suplementos están ahí para ayudar tu dieta, no reemplazar los alimentos reales.
Los alimentos integrales proporcionan mucho más que nutrientes aislados. Por ejemplo, pescado graso como el salmón no solamente provee grasas omega-3, sino también proteína, vitamina D, selenio o otros compuestos beneficiosos. Estos interactúan de maneras que no entendemos completamente y sus efectos combinados son difíciles, si no imposibles, de replicar con suplementos.
Un salmón en una bandeja con tomates, hierbas y otras verduras, antes de ser horneado
Los suplementos no pueden replicar todos los beneficios de los alimentos integrales. Los científicos han tratado de aislar los "ingredientes activos" de frutas y vegetales para recrear sus beneficios en pastillas, pero sin éxito. Las ventajas parecen venir del alimento completo, no de un solo compuesto.
Dicho eso, hay circunstancias en las que los suplementos son necesarios. Por ejemplo, el ácido fólico se recomienda antes y después del embarazo para reducir el riesgo de defectos en los tubos neurales del feto.
La vitamina D se recomienda durante los meses de invierno cuando la luz del sol es limitada. Las personas que siguen una dieta vegana podrían necesitar vitamina B12, que es la que más se encuentra en productos animales.
2. Podrás no darte cuenta de que estás tomando demasiados
Es mucho más fácil tomar demasiado de un suplemento que sobrepasarse con la comida. A corto plazo, eso puede generar efectos secundarios como náusea o diarrea. Pero a largo plazo, el sobreconsumo puede tener consecuencias severas.
Muchas personas toman suplementos durante años sin saber si los necesitan o cuántos son demasiado. Vitaminas solubles en grasa como la A, D, E y K se almacenan en el cuerpo en lugar de ser excretadas.
Demasiada vitamina D, por ejemplo, puede producir una acumulación de calcio, que puede dañar los riñones y el corazón, así como debilitar los huesos. Dosis altas de vitamina A pueden causar daños al hígado, defectos de nacimiento durante el embarazo y una disminución de la densidad ósea.
Una mujer embarazada, parada frente al estante de una cocina saca una pastilla de un frasco
Las mujeres embarazadas deben prestar particular atención al tipo de suplemento que consumen. Incluso las vitaminas solubles en agua pueden causar problemas, ya que se ha vinculado el sobreuso a largo plazo de la vitamina B6 con daños a los nervios.
Como la mayoría de las personas no revisan regularmente sus niveles de nutrientes en la sangre, muchas veces no se dan cuenta de que algo anda mal hasta que aparecen los síntomas.
3. No te fíes de los consejos en redes sociales
Si pasas unos minutos online probablemente verás suplementos promocionados como "fortalecedores del sistema inmune", "naturales", o "desintoxicantes". Estas palabras pueden sonar convincentes, pero no tienen ninguna definición científica. Son términos de mercadeo.
La agencia que controla las normas de la publicidad en Reino Unido (ASA, por sus siglas en ingles) tiene reglas sobre cuántas atribuciones de la salud pueden hacer, incluyendo en las redes sociales. Pero hacerlas cumplir es difícil, especialmente con el mercadeo de influenciadores y programas afiliados.
Una mujer frente a una cámara promueve productos en frascos que sostiene en la mano
No te dejes llevar por influenciadores o vendedores online que no tienen experiencia médica. Las estrategias de mercadotecnia conocidas como marketing multinivel (MLM) añaden más complejidad. Los vendedores, que suelen no tener capacitación médica ni científica, promueven los productos en base a anécdotas personales en lugar de evidencia.
Aunque ASA provee guías específicas de cómo los vendedores de MLM pueden promocionar los suplementos, estas reglas son frecuentemente ignoradas, y raramente impuestas y suelen escurrirse entre brechas reguladoras, lo que da lugar a unas atribuciones verdaderamente extraordinarias.
4. La industria de suplementos es más sobre ventas que ciencia
El mercado global de suplementos está avaluado en más de US$100.000 millones. Como cualquier gran industria, sus metas son crecimiento y ganancias. Eso influye en cómo los productos son desarrollados y comerciados. Si un suplemento realmente funcionara, sería recomendado por médicos, no influenciadores.
Algunos suplementos están respaldados con evidencia, pero estos tienden a ser menos llamativos que otros, como el hierro o la vitamina D.
Muchos otros son publicitados con afirmaciones que van mucho más allá de lo que los estudios demuestran y frecuentemente son promovidos por personas que no tienen capacitación formal en nutrición o cuidado de la salud.
Cápsulas de color rojo y rosa son distribuidas a un surtidor en una fábrica farmacéuticaFuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,El comercio de suplementos de nutrición y salud es una industria multimillonaria.
5. Algunos suplementos no son aptos para todos
Que estén disponibles sin receta médica no significa que un suplemento es seguro. Aún cuando los productos estén etiquetados como "naturales" pueden reaccionar con medicamentos o causar daño.
La hierba de San Juan, usada algunas veces para levantar el ánimo, puede tener efectos secundarios peligrosos si se toma con algunos antidepresivos, anticonceptivos o fármacos para la presión arterial.
La vitamina K puede interferir con anticoagulantes como la Warfarina. El hierro de dosis alta puede producir problemas digestivos y afectar cómo algunos antibióticos son absorbidos.
Un farmacéutico con una bata blanca frente a un estante con pastillas y medicamentos recomienda a una mujer que está a su lado un medicamento
Siempre es recomendable solicitar el consejo de una persona experta.
Muchos suplementos no han sido puestos a prueba en términos de seguridad para personas embarazadas. Se sabe que otros, como la vitamina A de dosis alta, puede ser perjudicial durante el embarazo y ser traspasada a través de la leche materna.
Si estás embarazada, lactando, tomando medicamentos o lidiando con una condición de salud, habla con un farmacéutico, médico general o dietista antes de empezar a tomar un nuevo suplemento.
Los suplementos pueden ayudar a la salud cuando hay una necesidad específica, pero no son un remedio universal. Antes de gastar dinero en un producto que promete mucho, hazte esta pregunta: ¿Realmente lo necesito o no sería mejor gastar el dinero en comida saludable?
*Rachel Woods es catedrática senior de la Universidad de Lincoln. Su artículo original fue publicado en The Conversation, cuya versión en inglés puedes leer aquí
Si estás embarazada, lactando, tomando medicamentos o lidiando con una condición de salud, habla con un farmacéutico, médico general o dietista antes de empezar a tomar un nuevo suplemento.
Los suplementos pueden ayudar a la salud cuando hay una necesidad específica, pero no son un remedio universal. Antes de gastar dinero en un producto que promete mucho, hazte esta pregunta: ¿Realmente lo necesito o no sería mejor gastar el dinero en comida saludable?
*Rachel Woods es catedrática senior de la Universidad de Lincoln. Su artículo original fue publicado en The Conversation, cuya versión en inglés puedes leer aquí
miércoles, 13 de agosto de 2025
80 años de mentiras: Estados Unidos finalmente admite que sabía que no necesitaba bombardear Hiroshima y Nagasaki

Fuentes: Mint Press News. Foto Foto destacada | Un hombre observa las ruinas que dejó la explosión de la bomba atómica el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, Japón. Unas 140.000 personas murieron allí inmediatamente. Foto | AP.
Con los ataques israelíes y estadounidenses a las instalaciones de energía nuclear de Irán, la entrada en guerra de India y Pakistán en mayo y la creciente violencia entre Rusia y las fuerzas apoyadas por la OTAN en Ucrania, la sombra de otra guerra nuclear se cierne sobre la vida cotidiana.
Ochenta años de mentiras
Estados Unidos sigue siendo el único país que ha lanzado una bomba atómica en un acto de ira. Si bien las fechas del 6 y el 9 de agosto de 1945 están grabadas a fuego en la conciencia popular de todos los japoneses, esos días tienen mucha menos relevancia en la sociedad estadounidense.
Cuando se discute sobre este oscuro capítulo de la historia de la humanidad en Estados Unidos, suele presentarse como un mal necesario, o incluso como un día de liberación: un acontecimiento que salvó cientos de miles de vidas, evitó la necesidad de una invasión de Japón y puso fin a la Segunda Guerra Mundial de forma anticipada. Sin embargo, esto está totalmente lejos de la realidad.
Los generales y estrategas de guerra estadounidenses coincidieron en que Japón estaba al borde del colapso y, durante semanas, habían intentado negociar una rendición. La decisión de incinerar a cientos de miles de civiles japoneses se tomó, pues, para proyectar el poder estadounidense en todo el mundo y frenar el ascenso de la Unión Soviética.
“Siempre nos pareció que, con bomba atómica o sin ella, los japoneses ya estaban al borde del colapso”, escribió el general Henry Arnold, comandante general de las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos en 1945, en sus memorias de 1949.
Arnold no era el único en esta apreciación. De hecho, el almirante de flota estadounidense, William Leahy, el oficial de mayor rango de la Armada durante la Segunda Guerra Mundial, condenó duramente a Estados Unidos por su decisión y comparó a su propio país con los regímenes más brutales de la historia mundial.
Como escribió en 1950:
En mi opinión, el uso de esta arma bárbara en Hiroshima y Nagasaki no fue de ninguna ayuda en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y listos para rendirse. Mi impresión fue que, al ser los primeros en usarla, adoptamos una ética común a los bárbaros de la Edad Media.
Una columna de humo se eleva más de 60.000 pies en el aire después de que la segunda bomba atómica jamás utilizada explotara sobre Nagasaki, el 9 de agosto de 1945. Foto | AP
En 1945 Japón se encontraba militar y económicamente agotado. Tras perder a aliados clave, Italia en 1943 y Alemania en mayo de 1945, y ante la perspectiva inmediata de una invasión soviética total de Japón, los líderes del país buscaban frenéticamente negociaciones de paz. Su única condición real parecía ser que deseaban mantener al emperador como figura decorativa, una posición que, según algunos relatos, data de hace más de 2.600 años.
“Estoy convencido”, escribió el expresidente Herbert Hoover a su sucesor, Harry S. Truman, “si usted, como presidente,sondea al pueblo de Japón diciéndoles que pueden tener a su emperador si se rinden, que no significará una rendición incondicional excepto para los militaristas— obtendrá la paz en Japón; y ambas guerras terminarán”.
Muchos de los asesores más cercanos de Truman le dijeron lo mismo. «Estoy absolutamente convencido de que si hubiéramos dicho que podían quedarse con el emperador, junto con la amenaza de una bomba atómica, habrían aceptado, y nunca habríamos tenido que lanzar la bomba», declaró John McCloy, subsecretario de Guerra de Truman.
Sin embargo, Truman inicialmente adoptó una postura absolutista, negándose a escuchar cualquier advertencia negociadora japonesa. Esta postura, según el general Douglas MacArthur, comandante de las Fuerzas Aliadas en el Pacífico, de hecho prolongó la guerra. «La guerra podría haber terminado semanas antes», dijo, «si Estados Unidos hubiera aceptado, como finalmente lo hizo, mantener la institución del emperador». Truman, sin embargo, lanzó dos bombas y luego revirtió su postura sobre el emperador para evitar el desmoronamiento de la sociedad japonesa.
Sin embargo, en ese momento de la guerra, Estados Unidos se perfilaba como la única superpotencia mundial y disfrutaba de una influencia sin precedentes. El lanzamiento de la bomba atómica sobre Japón lo puso de manifiesto; fue una maniobra de poder destinada a infundir miedo en los líderes mundiales, especialmente en la Unión Soviética y China.
Primero Japón, luego el mundo
Hiroshima y Nagasaki frenaron drásticamente las ambiciones de la URSS en Japón. Las fuerzas de Iósif Stalin habían invadido y anexado permanentemente la isla de Sajalín en 1945 y planeaban ocupar Hokkaido, la segunda isla más grande de Japón. Esta medida probablemente impidió que la nación insular cayera bajo la esfera de influencia soviética.
Hasta el día de hoy, Japón mantiene un profundo vínculo con Estados Unidos, tanto económica como política y militarmente. Hay alrededor de 60.000 soldados estadounidenses en Japón, distribuidos en 120 bases militares.
Muchos en la administración de Truman también deseaban usar la bomba atómica contra la Unión Soviética. Sin embargo, al presidente Truman le preocupaba que la destrucción de Moscú llevara al Ejército Rojo a invadir y destruir Europa Occidental como respuesta. Por ello, decidió esperar hasta que Estados Unidos tuviera suficientes ojivas para destruir por completo a la URSS y su ejército de un solo golpe.
Los planificadores de guerra estimaron esta cifra en alrededor de 400 ojivas. Para ello, Truman ordenó el aumento inmediato de la producción. Un ataque así, ahora sabemos, habría provocado un invierno nuclear que habría acabado definitivamente con toda vida organizada en la Tierra.
La decisión de destruir Rusia se topó con una férrea oposición en la comunidad científica estadounidense. Actualmente, se cree ampliamente que los científicos del Proyecto Manhattan, incluido el propio Robert J. Oppenheimer , transmitieron secretos nucleares a Moscú para acelerar su proyecto nuclear y desarrollar un elemento disuasorio que frenara este escenario catastrófico. Sin embargo, esta parte de la historia quedó fuera de la película biográfica de 2023.
En 1949, la URSS fue capaz de producir una disuasión nuclear creíble antes de que Estados Unidos hubiera producido cantidades suficientes para un ataque total, poniendo así fin a la amenaza y llevando al mundo a una era de destrucción mutua asegurada.
“Ciertamente, antes del 31 de diciembre de 1945, y con toda probabilidad antes del 1 de noviembre de 1945, Japón se habría rendido incluso si no se hubieran lanzado las bombas atómicas, incluso si Rusia no hubiera entrado en la guerra, e incluso si no se hubiera planeado o contemplado ninguna invasión”, concluyó un informe de 1946 del US Strategic Bombing Survey.
Dwight D. Eisenhower, Comandante Supremo Aliado en Europa y futuro presidente, era de la misma opinión, afirmando que:
Japón ya estaba derrotado y lanzar la bomba era completamente innecesario… ya no era obligatorio como medida para salvar vidas estadounidenses. Creía que Japón, en ese preciso momento, buscaba la manera de rendirse con el mínimo desprestigio.
Sin embargo, tanto Truman como Eisenhower consideraron públicamente la idea de usar armas nucleares contra China para frenar el auge del comunismo y defender su régimen títere en Taiwán. Fue solo el desarrollo de una ojiva nuclear china en 1964 lo que puso fin al peligro y, en última instancia, a la era de distensión de buenas relaciones entre las dos potencias, que perduró hasta el Pivote hacia Asia del presidente Obama.
En última instancia, el pueblo japonés fue el daño colateral de un gigantesco intento estadounidense de proyectar su poder a nivel mundial. Como escribió el general de brigada Carer Clarke, jefe de la inteligencia estadounidense en Japón: «Cuando no necesitábamos hacerlo, y sabíamos que no necesitábamos hacerlo, y ellos sabían que nosotros sabíamos que no necesitábamos hacerlo, los usamos [a los ciudadanos japoneses] como experimento para dos bombas atómicas».
De puntillas acercándose al Armagedón
El peligro de las armas nucleares está lejos de terminar. Hoy, Israel y Estados Unidos —dos naciones con armamento atómico— atacan las instalaciones nucleares iraníes. Sin embargo, sus continuas e hiperagresivas acciones contra sus enemigos solo sugieren a otros países que, a menos que ellos también posean armas de destrucción masiva, no estarán a salvo de un ataque. Corea del Norte, un país con una disuasión convencional y nuclear, no se enfrenta a tales ataques aéreos por parte de Estados Unidos o sus aliados. Por lo tanto, es probable que estas acciones provoquen que más naciones persigan ambiciones nucleares.
A principios de este año, India y Pakistán (dos estados con armas nucleares más) entraron en un conflicto abierto debido a disputas sobre terrorismo y Jammu y Cachemira. Muchas personas influyentes a ambos lados de la frontera exigían que sus respectivos bandos lanzaran sus armas nucleares, una decisión que también podría significar el fin de la vida humana organizada. Afortunadamente, prevaleció la serenidad.
Mientras tanto, la guerra en Ucrania continúa, y las fuerzas de la OTAN instan al presidente Zelenski a intensificar sus ataques. A principios de este mes, se informó que el propio presidente Trump animó al líder ucraniano a usar sus armas de fabricación occidental para atacar Moscú.
Son precisamente acciones como estas las que llevaron al Boletín de Científicos Atómicos a mover su famoso Reloj del Juicio Final a 89 segundos antes de la medianoche, lo más cerca que el mundo ha estado alguna vez de una catástrofe.
“La guerra en Ucrania, que ya lleva tres años, se cierne sobre el mundo; el conflicto podría volverse nuclear en cualquier momento debido a una decisión precipitada, un accidente o un error de cálculo”, escribieron en su explicación, añadiendo que los conflictos en Asia podrían descontrolarse y convertirse en una guerra más amplia en cualquier momento, y que las potencias nucleares están actualizando y ampliando sus arsenales.
El Pentágono también está reclutando a Elon Musk para que le ayude a construir lo que denomina una Cúpula de Hierro estadounidense. Si bien esta medida se presenta en un lenguaje defensivo, dicho sistema, de tener éxito, otorgaría a Estados Unidos la capacidad de lanzar ataques nucleares en cualquier parte del mundo sin tener que preocuparse por las consecuencias de una respuesta similar.
Así, cuando recordamos los horrores de Hiroshima y Nagasaki hace 80 años, debemos entender que no sólo eran totalmente evitables, sino que ahora estamos más cerca de una confrontación nuclear catastrófica de lo que mucha gente cree.
Fuente original:
martes, 12 de agosto de 2025
El reportaje de un periodista sobre Hiroshima que burló la censura y reveló al mundo el verdadero horror de la bomba atómica

Fuente de la imagen,
El 6 de agosto de 1945, hace ahora 80 años, Estados Unidos arrojó una bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, donde decenas de miles de personas murieron o quedaron con secuelas de por vida.
No sería hasta un año después que, gracias a la publicación de un reportaje que fue elogiado como uno de los más grandes escritos de la historia del periodismo, el mundo conocería los horrores causados por esa bomba.
Titulado simplemente Hiroshima, el artículo de 30.000 palabras, escrito por John Hersey para la revista The New Yorker, tuvo un impacto masivo al revelar el absoluto horror de las armas nucleares a la generación de la posguerra. Así lo describía la documentalista británica Caroline Raphael.
"Tengo una copia original de la edición de la revista The New Yorker del 31 de agosto de 1946. Tiene una portada muy inocua; un encantador, fresco y despreocupado dibujo de un verano en el parque".
En la contraportada hay una imagen de los directores técnicos de los equipos de béisbol Gigantes y Yankees de Nueva York exhortando a los lectores a siempre comprar cigarrillos Chesterfield.
Después de las páginas de la agenda de la ciudad y de la cartelera, y de elegantes anuncios publicitarios de diamantes y abrigos de piel, te encuentras con una simple declaración editorial que explica que esta edición está dedicada a un sólo artículo "sobre la casi completa erradicación de una ciudad por la bomba atómica".
No sería hasta un año después que, gracias a la publicación de un reportaje que fue elogiado como uno de los más grandes escritos de la historia del periodismo, el mundo conocería los horrores causados por esa bomba.
Titulado simplemente Hiroshima, el artículo de 30.000 palabras, escrito por John Hersey para la revista The New Yorker, tuvo un impacto masivo al revelar el absoluto horror de las armas nucleares a la generación de la posguerra. Así lo describía la documentalista británica Caroline Raphael.
"Tengo una copia original de la edición de la revista The New Yorker del 31 de agosto de 1946. Tiene una portada muy inocua; un encantador, fresco y despreocupado dibujo de un verano en el parque".
En la contraportada hay una imagen de los directores técnicos de los equipos de béisbol Gigantes y Yankees de Nueva York exhortando a los lectores a siempre comprar cigarrillos Chesterfield.
Después de las páginas de la agenda de la ciudad y de la cartelera, y de elegantes anuncios publicitarios de diamantes y abrigos de piel, te encuentras con una simple declaración editorial que explica que esta edición está dedicada a un sólo artículo "sobre la casi completa erradicación de una ciudad por la bomba atómica".

Fuente de la imagen,Cortesía de The New Yorker
La primera página del artículo Hiroshima en la revista The New Yorker. Tomaron la decisión de publicar el artículo, dijeron, por estar "convencidos de que algunos de nosotros todavía no entendemos el increíble y absoluto poder destructivo de esta arma y de que todos debiéramos tomarnos el tiempo para considerar las terribles implicaciones de su uso".
Hace casi 80 años nadie hablaba de reportajes volviéndose "virales", pero la publicación del artículo Hiroshima de John Hersey en The New Yorker logró precisamente eso.
Fue discutido, comentado, leído y escuchado por millones de personas en todo el mundo, a medida que empezaban a comprender lo que había sucedido en realidad, no solamente a la ciudad de Hiroshima sino también a sus habitantes, ese 6 de agosto de 1945 y en los días posteriores.
Fue en la primavera de 1946 cuando John Hersey, un condecorado corresponsal de guerra y galardonado novelista, recibió el encargo de The New Yorker para ir a Hiroshima. Esperaba escribir un artículo, como otros habían hecho antes, sobre el estado de la devastada ciudad y su reconstrucción, nueve meses después del lanzamiento de la bomba.
Durante el viaje cayó enfermo y recibió una copia del libro "El Puente de San Luis Rey", de Thorton Wilder. Inspirado en la narrativa de Wilder sobre las cinco personas que cruzaron el puente cuando se desplomó, Hersey decidió que su reportaje sería sobre personas en lugar de edificios.
Fue esa simple decisión la que separa a Hiroshima del resto de los artículos de la época.
Una vez en Hiroshima, encontró sobrevivientes de la explosión cuyas historias relataría, empezando por los minutos antes de que la bomba fuera lanzada. Muchos años después describió el horror que sintió y cómo sólo pudo quedarse unas semanas nada más en la ciudad japonsesa.
Hersey regresó con todos estos relatos a Nueva York. Pensó que si los enviaba desde Japón, las posibilidades de que fueran publicados era remota; los intentos previos de sacar del país fotos, películas o reportajes habían sido interceptados por las fuerzas de ocupación de Estados Unidos. El material era censurado o incautado. Algunas veces simplemente desaparecía.

Fuente de la imagen,Science Photo Library
John Hersey - 1914-1993
Nacido en China, hijo de misioneros estadounidenses.
Regresó a EE.UU. a los 10 años de edad, y estudió en la Universidad de Yale.
Empezó a escribir para la revista Time en 1937, e informó desde Europa y Asia durante la guerra.
Su primera novela, "Una campana para Adano" (1944), sobre una aldea en Sicilia ocupada por las fuerzas de EE.UU., ganó el premio Pulitzer.
Su primera novela, "Una campana para Adano" (1944), sobre una aldea en Sicilia ocupada por las fuerzas de EE.UU., ganó el premio Pulitzer.
Hiroshima aparece en una lista como una de las mejores piezas del periodismo estadounidense del siglo XX.

Fuente de la imagen,AP
John Hersey nació en China y era hijo de misioneros estadounidenses.
Los editores de Hersey, Harold Ross y William Shawn, sabían que tenían algo extraordinario y único, y la edición se preparó en completo secreto. Nunca antes se le había dado todo el espacio editorial de la revista a un solo reportaje y no ha vuelto a ocurrir desde entonces.
Los periodistas que esperaban la publicación de sus artículos en la edición de esa semana se preguntaban dónde estaban sus pruebas de imprenta. Doce horas antes de la publicación, se enviaron copias a todos los principales diarios de EE.UU., una medida inteligente que resultó en editoriales exhortando a todos a leer la revista.
Todo el tiraje de 300.000 ejemplares se agotó y el artículo fue reimpreso en muchos otros periódicos y revistas por todo el mundo, excepto en los lugares donde había racionamiento de material impreso.
Cuando Albert Einstein trató de comprar 1.000 ejemplares de la revista para enviárselos a sus colegas científicos, tuvo que recurrir a copias facsímiles.
El Club del Libro del Mes de EE.UU. envió una edición especial gratis a todos sus subscriptores porque, en las palabras de su presidente, "encontramos difícil de concebir cualquier otro escrito que pudiera ser más importante en este momento para la raza humana".
Dos semanas después, una copia de The New Yorker de segunda mano se vendió por 120 veces su precio original.
Si Hiroshima demuestra algo como texto de periodismo es el poder eterno de la narración. John Hersey combinó toda su experiencia como corresponsal de guerra con sus habilidades de novelista.
Fue una muestra de periodismo radical que les dio una voz vital a aquellos que apenas un año antes habían sido enemigos mortales.
En ese panorama catastrófico de pesadillas vivientes, de personas medio muertas, de cuerpos quemados y chamuscados, de intentos desesperados por cuidar de sobrevivientes destrozados, de vientos calientes y de una ciudad consumida por incendios, conocemos a la señora Sasaki, al reverendo Tanimoto, a la madre Nakamura y sus hijos, al sacerdote jesuita Kleinsorge y a los doctores Fujii y Sasaki.
Sobreviviente de la explosión.

Fuente de la imagen,Getty Images
Los seis personajes
Toshiko Sasaki - secretaria en una fábrica de unos 20 años que se encontraba a 1.500 metros del centro de la explosión, con una lesión horrible en la pierna.
Reverendo Kiyoshi Tanimoto - un pastor de la Iglesia Metodista Hiroshima que padece de síndrome de irradiación aguda.
Hatsuyo Nakamura - la viuda de un sastre que murió prestando servicio en Singapur y tiene hijos menores de 10 años.
Padre Wilhelm Kleinsorge - un sacerdote jesuita alemán que siente la presión de ser un extranjero en Japón y sufre de exposición a la radiación.
Los doctores Masakazu Fujii y Terufumi Sasaki - dos médicos temperamentalmente opuestos.
Los pueblos de Asia habían sido demonizados desde antes del ataque japonés a Pearl Harbor.
La "amenaza amarilla" de las tiras cómicas había calado profundamente en la psiquis estadounidense.
En 1941, la revista Time-Life publicó un artículo extraordinario para explicarles a los lectores cómo diferenciar a un japonés de un chino: "Cómo distinguir a tus amigos de los japos".
Se informó de que el piloto del Enola Gay -el avión que cargaba la bomba- dijo haberse sentido como un héroe de ciencia ficción el día que la lanzó.
Así que, apenas un año después de la guerra, estos seis retratos íntimos de cinco hombres y mujeres japonesas y un hombre occidental, cada uno de los cuales "vio más muerte de la que jamás pensó que vería", tuvieron un impacto inesperado y devastador.
Los lectores que enviaron cartas a The New Yorker, casi todas elogiando el trabajo, escribieron sobre su vergüenza y horror de que personas comunes y corrientes como ellos -secretarias y madres, médicos y sacerdotes-, hubieran soportado semejante terror.
John Hersey no fue el primero en informar desde Hiroshima pero los reportajes y noticieros cinematográficos habían sido una avalancha de números demasiado grandes como para comprenderlos. Habían reportado sobre la destrucción de la ciudad, el hongo nuclear, las sombras de los muertos en los muros y las calles, pero nunca se acercaron a aquellos que sobrevivieron esos días del fin del mundo, como lo hizo Hersey.
Algunos también empezaron a tener mayor claridad sobre esta nueva arma que continuaba matando mucho después del "mudo destello", tan brillante como el sol, a pesar de los intensos esfuerzos del gobierno y el ejército de encubrirlo o negarlo.
Portadas

Hiroshima fue la primera publicación que hizo que personas comunes y corrientes, en ciudades distantes, en sus quehaceres cotidianos, enfrentaran la miseria del síndrome de irradiación aguda, comprendieran que se podía sobrevivir la explosión y todavía morir por sus efectos posteriores.
Con su prosa calmada e impávida, John Hersey reportó lo que habían presenciado los sobrevivientes. A medida que se iniciaba la carrera armamentista, apenas tres meses después de otra prueba nuclear en el atolón de Bikini, el verdadero poder de las nuevas armas empezó a comprenderse.
Tales fueron las repercusiones del artículo de Hersey, y el gran apoyo público de Albert Einstein, que el entonces secretario de Guerra de EE.UU., Henry Stimson, publicó en una revista una réplica titulada "La decisión de usar la bomba atómica", en la que justificaba el uso de la bomba.
Cuando el extraordinario artículo llegó a Reino Unido, resultó demasiado largo para su publicación en una época de racionamiento de papel impreso y John Hersey no permitía que fuera editado.
Así que la BBC siguió el ejemplo de la radio en EE.UU. y, unas seis semanas después, fue leído en su totalidad a lo largo de cuatro noches consecutivas en un nuevo espacio, a pesar de las reservas de algunos jefes preocupados por el impacto emocional sobre los oyentes.
La revista de la BBC Radio Times comisionó al celebrado autor y locutor Alistair Cooke una larga pieza de fondo. Haciendo alusión a que el artículo fue publicado en The New Yorker, reconocida como una revista de ingeniosos dibujos humorísticos, Cooke llamó su pieza "El chiste más mortal de nuestra época".
Los índices de audiencia fueron tan altos que la BBC decidió retransmitir la lectura del reportaje de Hersey en su estación de programación popular en una sola leída, unas semanas después, para asegurarse de que más personas la escucharan.
Esa estación tenía como misión, de acuerdo al manual de la BBC de ese año, "entretener a los oyentes e interesarlos en actualidad mundial general sin olvidar el entretenimiento". Hubo poco entretenimiento en este programa de dos horas. El crítico del diario The Daily Express, Nicholas Hallam, dijo que fue la trasmisión más horripilante que jamás había escuchado.
El momento de la explosión en un reloj.
Con su prosa calmada e impávida, John Hersey reportó lo que habían presenciado los sobrevivientes. A medida que se iniciaba la carrera armamentista, apenas tres meses después de otra prueba nuclear en el atolón de Bikini, el verdadero poder de las nuevas armas empezó a comprenderse.
Tales fueron las repercusiones del artículo de Hersey, y el gran apoyo público de Albert Einstein, que el entonces secretario de Guerra de EE.UU., Henry Stimson, publicó en una revista una réplica titulada "La decisión de usar la bomba atómica", en la que justificaba el uso de la bomba.
Cuando el extraordinario artículo llegó a Reino Unido, resultó demasiado largo para su publicación en una época de racionamiento de papel impreso y John Hersey no permitía que fuera editado.
Así que la BBC siguió el ejemplo de la radio en EE.UU. y, unas seis semanas después, fue leído en su totalidad a lo largo de cuatro noches consecutivas en un nuevo espacio, a pesar de las reservas de algunos jefes preocupados por el impacto emocional sobre los oyentes.
La revista de la BBC Radio Times comisionó al celebrado autor y locutor Alistair Cooke una larga pieza de fondo. Haciendo alusión a que el artículo fue publicado en The New Yorker, reconocida como una revista de ingeniosos dibujos humorísticos, Cooke llamó su pieza "El chiste más mortal de nuestra época".
Los índices de audiencia fueron tan altos que la BBC decidió retransmitir la lectura del reportaje de Hersey en su estación de programación popular en una sola leída, unas semanas después, para asegurarse de que más personas la escucharan.
Esa estación tenía como misión, de acuerdo al manual de la BBC de ese año, "entretener a los oyentes e interesarlos en actualidad mundial general sin olvidar el entretenimiento". Hubo poco entretenimiento en este programa de dos horas. El crítico del diario The Daily Express, Nicholas Hallam, dijo que fue la trasmisión más horripilante que jamás había escuchado.
El momento de la explosión en un reloj.

Fuente de la imagen,Science Photo Library
El momento exacto de la explosión quedó congelado para siempre en este reloj que se encontró en Hiroshima.
La BBC también invitó a John Hersey para que fuera entrevistado y su respuesta mediante un telegrama se encuentra en los archivos de la corporación: "Hersey muy agradecido invitación BBC interés y cobertura Hiroshima pero siempre mantenido política dejar la historia hablar por sí sola sin palabras adicionales mías u otros".
En efecto, Hersey concedió únicamente tres o cuatro entrevistas durante toda su vida. Tristemente, ninguna a la BBC.
Una grabación de la lectura de Hiroshima de 1948 se encuentra todavía en los archivos de la BBC.
El efecto de las claras voces inglesas contando esta desgarradora historia es impactante. Revela una prosa rítmica y frecuentemente poética e irónica. Una de las lectoras es la joven actriz Sheila Sim, recién casada con el actor Richard Attenborough, posteriormente un galardonado director de cine.
Ese noviembre, Hiroshima fue publicado en formato de libro. Fue rápidamente traducido a muchos idiomas, incluyendo una edición en braille.
Sin embargo, en Japón, el general Douglas MacArthur, el comandante supremo de las fuerzas de ocupación que gobernó Japón hasta 1948, prohibió rotundamente la difusión de cualquier reportaje sobre las consecuencias de la bomba.
Las copias de los libros y la edición de The New Yorker fueron vetados hasta 1949, cuando el texto finalmente fue traducido al japonés por el reverendo Tanimoto, uno de los seis sobrevivientes que aparecía en el artículo de Hersey.
Hersey nunca se olvidó de esos sobrevivientes. En 1985, en el 40 aniversario de la bomba, regresó a Japón y escribió "Las Secuelas", la historia de lo que había sucedido con ellos en el transcurso de cuatro décadas. Dos de ellos ya habían muerto, uno sin duda de una enfermedad relacionada a la radiación.
*Este artículo se publicó originalmente en 2016 y fue actualizado con motivo del 80 aniversario del lanzamiento de la bomba sobre Hiroshima.
La BBC también invitó a John Hersey para que fuera entrevistado y su respuesta mediante un telegrama se encuentra en los archivos de la corporación: "Hersey muy agradecido invitación BBC interés y cobertura Hiroshima pero siempre mantenido política dejar la historia hablar por sí sola sin palabras adicionales mías u otros".
En efecto, Hersey concedió únicamente tres o cuatro entrevistas durante toda su vida. Tristemente, ninguna a la BBC.
Una grabación de la lectura de Hiroshima de 1948 se encuentra todavía en los archivos de la BBC.
El efecto de las claras voces inglesas contando esta desgarradora historia es impactante. Revela una prosa rítmica y frecuentemente poética e irónica. Una de las lectoras es la joven actriz Sheila Sim, recién casada con el actor Richard Attenborough, posteriormente un galardonado director de cine.
Ese noviembre, Hiroshima fue publicado en formato de libro. Fue rápidamente traducido a muchos idiomas, incluyendo una edición en braille.
Sin embargo, en Japón, el general Douglas MacArthur, el comandante supremo de las fuerzas de ocupación que gobernó Japón hasta 1948, prohibió rotundamente la difusión de cualquier reportaje sobre las consecuencias de la bomba.
Las copias de los libros y la edición de The New Yorker fueron vetados hasta 1949, cuando el texto finalmente fue traducido al japonés por el reverendo Tanimoto, uno de los seis sobrevivientes que aparecía en el artículo de Hersey.
Hersey nunca se olvidó de esos sobrevivientes. En 1985, en el 40 aniversario de la bomba, regresó a Japón y escribió "Las Secuelas", la historia de lo que había sucedido con ellos en el transcurso de cuatro décadas. Dos de ellos ya habían muerto, uno sin duda de una enfermedad relacionada a la radiación.
*Este artículo se publicó originalmente en 2016 y fue actualizado con motivo del 80 aniversario del lanzamiento de la bomba sobre Hiroshima.

Fuente de la imagen,Getty Images
John Hersey en un a imagen de 1960.
lunes, 11 de agosto de 2025
Teníamos que terminar, pero él se negó “Te amo”, le dije, “pero esto se ha acabado”.
Mi marido y yo estábamos cenando con nuestros amigos KC y Pete cuando KC dijo: “Le dije a Pete el tipo de mujer con la que debería casarse si me pasa algo”.
Nos reímos. Este tipo de conversaciones se han vuelto cada vez más familiares a nuestros cincuenta y tantos años, cuando digamos que no somos precisamente viejos, pero para allá vamos.
Yo dije que si le pasaba algo a Danny, simplemente cerraría el negocio en el frente romántico y aceptaría mi estilo de vida de soltera, planeando viajes con otras viudas y dedicándome a la cerámica.
¿Quién morirá primero? Cuando todas las mañanas siento un dolor nuevo, me duele una rodilla o tengo el cuello contracturado, y en la sección de obituarios aparecen nombres de personas que una vez me arrojaron un balón a la cabeza en clase de Educación Física, la pregunta de quién morirá primero se hace tangible y terrible.
La primera vez que KC y Pete se cruzaron en mi camino fue cuando empecé a salir con Danny, hace siete años. Estaba a punto de vender la casa en la que había vivido 22 años tras un divorcio, y ellos eran los compradores. Para mí y para mis hijas adolescentes, fue una época de profundas pérdidas y cambios.
KC y Pete también eran una pareja que se había conocido después del divorcio, y nos entendimos enseguida. Una vez, durante un contratiempo en el proceso, Pete llamó y dijo: “Eres buena persona. Nosotros también. ¿Podemos solucionarlo?”.
Lo hicimos al instante. Fue sanador que compraran la amada casa donde crecieron mis hijas, cuyas diminutas formas de hadas aún rondan el empedrado del patio delantero en algún universo paralelo.
Entre bocado y bocado de un pastel de carne mediocre y una buena chuleta de cerdo, les conté a nuestros amigos la vez que me dijeron que tenía cáncer y de inmediato intenté terminar con Danny, un año y medio después de haber empezado a salir.
Tenía un largo historial de quistes en los senos, así que cuando un radiólogo encontró un bulto y me remitió a un cirujano de mama, no sentí especial aprensión. Le pedí a Danny que me llevara a la cita para la biopsia de mama con la promesa de una buena hamburguesa después.
Esperó pacientemente en el vestíbulo, escudriñando su teléfono, mientras yo estaba en consulta con el médico.
El cirujano de mama, un hombre mayor con el pelo entrecano y tres décadas de experiencia, entró al consultorio y se sentó en una silla a mi lado. Su rostro mostraba preocupación a pesar de que aún no había realizado la biopsia.
“Querida, dijo, me temo que probablemente se trate de cáncer. No quiero que te preocupes porque se trata de un estadio inicial. Lo trataremos agresivamente y no tienes nada de qué preocuparte”.
Estaba en estado de shock. La gente de mi familia sufre infartos, no cáncer. Grandes infartos a los 65, más pequeños a los 80, y luego aguantamos, cenando a las 4:30 p. M. y vistiendo un conjunto deportivo hasta cerca de los 90. Evidentemente, este hombre estaba en la habitación equivocada, hablando compasivamente con la mujer equivocada.
Entonces me acordé de Danny en el vestíbulo.
“La esposa de Danny murió de cáncer”, le dije al médico. “Apenas estaba en sus cuarentas y tenía dos hijos pequeños. Él tuvo que verla enfermarse cada vez más y luego fallecer. No puede volver a pasar por esto. No se lo merece”.
“Por Dios”, dijo el cirujano. Nos quedamos sentados un momento, y luego añadió en voz baja: “Acabo de decirte que tienes cáncer, ¿y estás preocupada por él?”.
Estaba preocupada por él. ¿Quién morirá primero? ¿Quién quedara vivo, ciego de dolor y pérdida, navegando por el lado vacío de la cama?
La biopsia está desdibujada en mi mente, al igual que la conversación entre Danny y el cirujano. Sin embargo, recuerdo el largo viaje de vuelta a casa.
“Tenemos que terminar”, dije. No era posible que alguien desempeñara dos veces el papel de cuidador del cáncer en una vida. “Te amo, pero esto se acabó. Tienes que dejarme”.
“No me iré”, dijo.
“Definitivamente, tenemos que terminar”, dije, imaginándome que él volvía a oír todos aquellos términos sobre el cáncer, viendo los tratamientos y lidiando con la caída del pelo, percibiendo los olores de los hospitales y la enfermedad. “Esto se acabó”, repetí, “y deberías irte”.
“No me iré”, dijo.
Cuando llegamos a la entrada de mi casa y nos quedamos sentados en el coche frente a ella, le dije: “Es la última vez que me ves. No puedo pedirte esto. Te amo y te echaré de menos, pero esto es lo mejor. Te dejo en libertad”.
“No vamos a terminar”, me dijo. “Te amo. Superaremos esto”. Luego me miró y dijo: “Tengo hambre, y lo único que va a pasar ahora mismo es que voy a entrar y nos voy a preparar unos sándwiches”.
Y eso fue lo que hizo.
Comimos juntos en silencio, uno al lado del otro. No volví a hablar de terminar. Él quería quedarse, para bien o para mal, y yo deseaba con toda el alma que él quisiera quedarse.
Pasé la semana siguiente pensando en lo que este diagnóstico significaría para mi vida. Un cáncer grande o pequeño seguía siendo un cáncer. Una vez que una célula se ha vuelto loca en tu cuerpo y ha aprendido a replicarse en una campaña contra ti, ¿puedes sentirte seguro de nuevo? Pensé en la gran masa de mi pecho e imaginé a las células marchando como hormigas de fuego en un recorrido furioso por mi interior.
Cinco días después, mientras conducía, el cirujano me llamó para decirme que no tenía cáncer. Se trataba de una masa parecida a un fibroma con una superficie irregular parecida a la forma de estrella del cáncer. Hizo que dos radiólogos lo confirmaran.
“Lo siento mucho”, dijo. “Ha sido una lección para mí. Siempre hay que esperar los resultados de las pruebas”.
Recuerdo perfectamente ese momento al volante, el torrente de alivio, la alegría cegadora. Algún día moriré de algo, pero es probable que no sea de esto. La lección para mí fue que Danny era un compañero a largo plazo, por muy larga o corta que fuera esta vida.
Mientras comíamos el postre con nuestros amigos, KC y yo nos lamentamos del aumento de peso de la menopausia mientras devorábamos alfajores con caramelo. KC compartió detalles de la recuperación de una amiga íntima de un grave derrame cerebral. Hablamos de derrames cerebrales, infartos de miocardio, aneurismas y otras cosas que trastocan la vida.
Nos preguntamos en qué condiciones querríamos seguir viviendo. ¿Querrías reanimación o nada si ya no fueras la persona que, días antes, había disfrutado comiendo alfajores y refunfuñando sobre la menopausia?
¿Quién morirá primero? ¿Estarás en mi lecho de muerte, tomándome de la mano, o estaré yo en el tuyo?
En nuestro primer año de noviazgo, una época complicada pero hermosa, le envié a Danny un poema del poeta inglés Robert Browning que incluía los versos: “¡Envejece conmigo! Lo mejor está por llegar, lo último de la vida, para lo que se hizo lo primero”.
Nos encontrábamos en ese periodo otoñal que se acerca al invierno; es decir, estábamos en ese indefinible mejor momento, a punto de iniciar el declive. El crecimiento de un nuevo amor se siente como un retorno a la juventud. Esa sensación de aceleración del pulso y deliciosa anticipación antes de una cita no está muy lejos de la emoción de la primera vez que un chico vino a recogerme para ir a una reunión de exalumnos. Esas conversaciones interminables y esas conexiones profundas son un elíxir de juventud.
Como sucede con todos los elixires, el efecto es temporal. Ese estado de animación suspendida no puede durar ni contener la marea del envejecimiento. Los poetas comprenden que, a medida que la juventud retrocede, el autoconocimiento alcanza su punto álgido antes de la llamada final al telón. “La primera llamada” es la exuberante belleza de un cuerpo joven mezclada con la incertidumbre, la duda, la insensatez, el orgullo y los errores.
“La última” es la de piel de papel sobre huesos cansados combinada con claridad, humildad, reflexión, gratitud y perdón.
Lo mejor que está por venir es esto. Cuando Danny y yo seamos viejos, querré lo que tengo ahora. Compartir tazas calientes de café humeante en una mañana fría. El placer de su rostro todavía apuesto, nuestras viejas bromas, el revolcón del perro con su hueso, el aliento en nuestros pulmones sanos y el calor de los rayos del sol a través de la ventana de nuestra cocina. Todo lo demás es ganancia.
Al terminar la cena, intercambiamos abrazos con nuestros amigos en el estacionamiento. Puede que pasen meses antes de que podamos encontrarnos de nuevo entre las necesidades de los hijos mayores, la colonoscopia por tanto tiempo olvidada y los últimos vestigios del trabajo mientras ya podemos ver que se acerca la jubilación. Decimos “Adiós” y “Te amo”, porque si algo nos ha enseñado la edad es a no perder nunca la oportunidad de compartir la ternura de nuestros corazones aún palpitantes.
https://www.nytimes.com/es/2025/06/14/espanol/estilos-de-vida/rompimiento-amoroso.html
Nos reímos. Este tipo de conversaciones se han vuelto cada vez más familiares a nuestros cincuenta y tantos años, cuando digamos que no somos precisamente viejos, pero para allá vamos.
Yo dije que si le pasaba algo a Danny, simplemente cerraría el negocio en el frente romántico y aceptaría mi estilo de vida de soltera, planeando viajes con otras viudas y dedicándome a la cerámica.
¿Quién morirá primero? Cuando todas las mañanas siento un dolor nuevo, me duele una rodilla o tengo el cuello contracturado, y en la sección de obituarios aparecen nombres de personas que una vez me arrojaron un balón a la cabeza en clase de Educación Física, la pregunta de quién morirá primero se hace tangible y terrible.
La primera vez que KC y Pete se cruzaron en mi camino fue cuando empecé a salir con Danny, hace siete años. Estaba a punto de vender la casa en la que había vivido 22 años tras un divorcio, y ellos eran los compradores. Para mí y para mis hijas adolescentes, fue una época de profundas pérdidas y cambios.
KC y Pete también eran una pareja que se había conocido después del divorcio, y nos entendimos enseguida. Una vez, durante un contratiempo en el proceso, Pete llamó y dijo: “Eres buena persona. Nosotros también. ¿Podemos solucionarlo?”.
Lo hicimos al instante. Fue sanador que compraran la amada casa donde crecieron mis hijas, cuyas diminutas formas de hadas aún rondan el empedrado del patio delantero en algún universo paralelo.
Entre bocado y bocado de un pastel de carne mediocre y una buena chuleta de cerdo, les conté a nuestros amigos la vez que me dijeron que tenía cáncer y de inmediato intenté terminar con Danny, un año y medio después de haber empezado a salir.
Tenía un largo historial de quistes en los senos, así que cuando un radiólogo encontró un bulto y me remitió a un cirujano de mama, no sentí especial aprensión. Le pedí a Danny que me llevara a la cita para la biopsia de mama con la promesa de una buena hamburguesa después.
Esperó pacientemente en el vestíbulo, escudriñando su teléfono, mientras yo estaba en consulta con el médico.
El cirujano de mama, un hombre mayor con el pelo entrecano y tres décadas de experiencia, entró al consultorio y se sentó en una silla a mi lado. Su rostro mostraba preocupación a pesar de que aún no había realizado la biopsia.
“Querida, dijo, me temo que probablemente se trate de cáncer. No quiero que te preocupes porque se trata de un estadio inicial. Lo trataremos agresivamente y no tienes nada de qué preocuparte”.
Estaba en estado de shock. La gente de mi familia sufre infartos, no cáncer. Grandes infartos a los 65, más pequeños a los 80, y luego aguantamos, cenando a las 4:30 p. M. y vistiendo un conjunto deportivo hasta cerca de los 90. Evidentemente, este hombre estaba en la habitación equivocada, hablando compasivamente con la mujer equivocada.
Entonces me acordé de Danny en el vestíbulo.
“La esposa de Danny murió de cáncer”, le dije al médico. “Apenas estaba en sus cuarentas y tenía dos hijos pequeños. Él tuvo que verla enfermarse cada vez más y luego fallecer. No puede volver a pasar por esto. No se lo merece”.
“Por Dios”, dijo el cirujano. Nos quedamos sentados un momento, y luego añadió en voz baja: “Acabo de decirte que tienes cáncer, ¿y estás preocupada por él?”.
Estaba preocupada por él. ¿Quién morirá primero? ¿Quién quedara vivo, ciego de dolor y pérdida, navegando por el lado vacío de la cama?
La biopsia está desdibujada en mi mente, al igual que la conversación entre Danny y el cirujano. Sin embargo, recuerdo el largo viaje de vuelta a casa.
“Tenemos que terminar”, dije. No era posible que alguien desempeñara dos veces el papel de cuidador del cáncer en una vida. “Te amo, pero esto se acabó. Tienes que dejarme”.
“No me iré”, dijo.
“Definitivamente, tenemos que terminar”, dije, imaginándome que él volvía a oír todos aquellos términos sobre el cáncer, viendo los tratamientos y lidiando con la caída del pelo, percibiendo los olores de los hospitales y la enfermedad. “Esto se acabó”, repetí, “y deberías irte”.
“No me iré”, dijo.
Cuando llegamos a la entrada de mi casa y nos quedamos sentados en el coche frente a ella, le dije: “Es la última vez que me ves. No puedo pedirte esto. Te amo y te echaré de menos, pero esto es lo mejor. Te dejo en libertad”.
“No vamos a terminar”, me dijo. “Te amo. Superaremos esto”. Luego me miró y dijo: “Tengo hambre, y lo único que va a pasar ahora mismo es que voy a entrar y nos voy a preparar unos sándwiches”.
Y eso fue lo que hizo.
Comimos juntos en silencio, uno al lado del otro. No volví a hablar de terminar. Él quería quedarse, para bien o para mal, y yo deseaba con toda el alma que él quisiera quedarse.
Pasé la semana siguiente pensando en lo que este diagnóstico significaría para mi vida. Un cáncer grande o pequeño seguía siendo un cáncer. Una vez que una célula se ha vuelto loca en tu cuerpo y ha aprendido a replicarse en una campaña contra ti, ¿puedes sentirte seguro de nuevo? Pensé en la gran masa de mi pecho e imaginé a las células marchando como hormigas de fuego en un recorrido furioso por mi interior.
Cinco días después, mientras conducía, el cirujano me llamó para decirme que no tenía cáncer. Se trataba de una masa parecida a un fibroma con una superficie irregular parecida a la forma de estrella del cáncer. Hizo que dos radiólogos lo confirmaran.
“Lo siento mucho”, dijo. “Ha sido una lección para mí. Siempre hay que esperar los resultados de las pruebas”.
Recuerdo perfectamente ese momento al volante, el torrente de alivio, la alegría cegadora. Algún día moriré de algo, pero es probable que no sea de esto. La lección para mí fue que Danny era un compañero a largo plazo, por muy larga o corta que fuera esta vida.
Mientras comíamos el postre con nuestros amigos, KC y yo nos lamentamos del aumento de peso de la menopausia mientras devorábamos alfajores con caramelo. KC compartió detalles de la recuperación de una amiga íntima de un grave derrame cerebral. Hablamos de derrames cerebrales, infartos de miocardio, aneurismas y otras cosas que trastocan la vida.
Nos preguntamos en qué condiciones querríamos seguir viviendo. ¿Querrías reanimación o nada si ya no fueras la persona que, días antes, había disfrutado comiendo alfajores y refunfuñando sobre la menopausia?
¿Quién morirá primero? ¿Estarás en mi lecho de muerte, tomándome de la mano, o estaré yo en el tuyo?
En nuestro primer año de noviazgo, una época complicada pero hermosa, le envié a Danny un poema del poeta inglés Robert Browning que incluía los versos: “¡Envejece conmigo! Lo mejor está por llegar, lo último de la vida, para lo que se hizo lo primero”.
Nos encontrábamos en ese periodo otoñal que se acerca al invierno; es decir, estábamos en ese indefinible mejor momento, a punto de iniciar el declive. El crecimiento de un nuevo amor se siente como un retorno a la juventud. Esa sensación de aceleración del pulso y deliciosa anticipación antes de una cita no está muy lejos de la emoción de la primera vez que un chico vino a recogerme para ir a una reunión de exalumnos. Esas conversaciones interminables y esas conexiones profundas son un elíxir de juventud.
Como sucede con todos los elixires, el efecto es temporal. Ese estado de animación suspendida no puede durar ni contener la marea del envejecimiento. Los poetas comprenden que, a medida que la juventud retrocede, el autoconocimiento alcanza su punto álgido antes de la llamada final al telón. “La primera llamada” es la exuberante belleza de un cuerpo joven mezclada con la incertidumbre, la duda, la insensatez, el orgullo y los errores.
“La última” es la de piel de papel sobre huesos cansados combinada con claridad, humildad, reflexión, gratitud y perdón.
Lo mejor que está por venir es esto. Cuando Danny y yo seamos viejos, querré lo que tengo ahora. Compartir tazas calientes de café humeante en una mañana fría. El placer de su rostro todavía apuesto, nuestras viejas bromas, el revolcón del perro con su hueso, el aliento en nuestros pulmones sanos y el calor de los rayos del sol a través de la ventana de nuestra cocina. Todo lo demás es ganancia.
Al terminar la cena, intercambiamos abrazos con nuestros amigos en el estacionamiento. Puede que pasen meses antes de que podamos encontrarnos de nuevo entre las necesidades de los hijos mayores, la colonoscopia por tanto tiempo olvidada y los últimos vestigios del trabajo mientras ya podemos ver que se acerca la jubilación. Decimos “Adiós” y “Te amo”, porque si algo nos ha enseñado la edad es a no perder nunca la oportunidad de compartir la ternura de nuestros corazones aún palpitantes.
https://www.nytimes.com/es/2025/06/14/espanol/estilos-de-vida/rompimiento-amoroso.html
domingo, 10 de agosto de 2025
8 consejos que los terapeutas de pareja siempre dan

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Cada relación es única, un delicado ecosistema en el que influyen el pasado, las preferencias y las manías particulares de las personas.
Sin embargo, los terapeutas que se pasan el día hablando con parejas dicen que suelen ver y oír los mismos problemas una y otra vez: parejas que luchan por volver a conectarse tras las discusiones, que pierden su sentido de la ligereza y el juego, o que caen en patrones, sin tomarse el tiempo de comprenderlos. Con esto en mente, nos pusimos en contacto con varios terapeutas de pareja para preguntarles: ¿cuál es el consejo que más repites? ¿Cuál es la lección sobre relaciones de pareja que más crees que funciona? ¿Qué obviedad desearías que entendieran más parejas?
Esto es lo que nos dijeron. (Dinos qué te parecen los consejos y añade los tuyos en los comentarios).
1. Manejar sus diferencias es crucial
Hay muchos factores que determinan si una pareja es feliz, pero la tarea central de una relación es aprender a manejar las diferencias, según Anthony Chambers, psicólogo y director académico del Instituto de la Familia de la Universidad Northwestern.
Chambers cree que volverse bueno para manejar las diferencias —ya sea por molestias cotidianas, o por expectativas, deseos y preferencias de comunicación mayores— se reduce a tres cosas: flexibilidad, curiosidad y humildad.
Las parejas flexibles “abordan las interacciones no con la perspectiva de intentar demostrar que tienen razón y que su pareja está equivocada, sino más bien con la mentalidad de darse cuenta de que hay múltiples formas de abordar nuestras diferencias”, dijo Chambers, y añadió que las parejas “deben tener presente que existe una baja correlación entre tener razón y ser feliz”.
Las parejas que saben manejar sus inevitables diferencias tienden a experimentar una mayor satisfacción en la relación, dijo Chambers. Las parejas que no saben cómo, tienen dificultades. No es lo que sale en las tarjetas Hallmark, pero es fundamental.
2. Reponerse es una habilidad
Las parejas que discuten pueden seguir siendo bastante felices y estar conectadas si se les da bien “reparar”, o reconectarse después de un conflicto, dijo Lauren Fogel Mersy, psicóloga y terapeuta sexual que reside en Minnesota y que es coautora de Desire: An Inclusive Guide to Navigating Libido Differences in Relationships.
Según dijo, la reparación consiste en procesar lo ocurrido y recuperarse de formas sanas y eficaces. Sus clientes suelen dar por sentado que se les da bien reparar, pero en realidad es una habilidad que la gente necesita aprender.
Las parejas tienen distintas formas para reconciliarse tras un desacuerdo. Por ejemplo, ¿generalmente les gusta tomar un descanso para calmarse? ¿El contacto físico suele ayudar o empeorar las cosas? ¿Sus disculpas son auténticas y eficaces?
Puede que tu pareja y tú no requieran necesariamente la misma reparación, pero hablar de sus preferencias en momentos más tranquilos puede ayudar a fomentar el entendimiento cuando inevitablemente surja el conflicto.
3. Sentimientos > hechos
Demostrar que tienes razón puede parecer un objetivo satisfactorio y que vale la pena en medio de un desacuerdo. Pero las parejas que se centran demasiado en los hechos pueden quedar atrapadas fácilmente en un patrón de ataque-defensa, dijo Alexandra Solomon, psicóloga de Illinois y autora de Loving Bravely.
Al final, sirve más a la relación intentar sentir curiosidad por lo que siente tu pareja y por qué puede estar viendo una situación concreta de una forma tan distinta a la tuya, dijo.
“Cuando nos enfocamos en los hechos, estamos preparados para el debate, soy yo contra ti”, explicó Solomon. “Cuando nos enfocamos en los sentimientos, estamos preparados para el diálogo”.
4. Turnarse es una habilidad que se desatiende
Los padres y los profesores dedican mucho tiempo a enseñar a los niños pequeños a turnarse durante los juegos y las conversaciones, pero las parejas suelen olvidar esa habilidad tan básica, dijo Julie Menanno, terapeuta matrimonial y familiar con licencia en Bozeman, Montana, y autora de Secure Love.
Parece sencillo, pero las parejas que no se turnan tienden a empezar a hablar encima del otro, dijo Menanno. “Nadie es escuchado. Nadie escucha. Todo el mundo toma el micrófono”, dijo, y añadió que las parejas “se estancan en decidir qué necesidades personales importan más y quién sufre más”.
Todas las parejas con las que trabaja tienen que aprender o reaprender a turnarse, dijo Menanno. Algunos puntos básicos: procura tener conversaciones cuando te sientas tranquilo y regulado, escucha cuando hable tu pareja y parafrasea lo que has oído, al tiempo que le preguntas si quiere dar más detalles.
5. Dejarse llevar y decidir no son lo mismo
Galena Rhoades, psicóloga y profesora de investigación de la Universidad de Denver y coautora de Fighting For Your Marriage (en su cuarta edición), suele recordar a las parejas que hay una gran diferencia entre “dejarse llevar” pasivamente hacia las circunstancias —desde la frecuencia de las relaciones sexuales hasta dónde quieren vivir— y decidir proactivamente lo que es correcto para la relación.
Rhoades ha descubierto que comprender la diferencia puede ser fortalecedor para las parejas: un recordatorio de que pueden ser más deliberados sobre cuestiones grandes y pequeñas, aunque lleven años haciendo las cosas de una determinada manera.
“No tienen por qué seguir en esa trayectoria sin rumbo en la que se dejan llevar juntos por las cosas”, dijo. “Pueden cambiar su enfoque y ser más intencionados”.
6. Las parejas felices nunca dejan de jugar
El juego y la risa pueden calmar el sistema nervioso, ayudar a afrontar el estrés y aportar lo mejor de uno mismo a la relación.
Esas actividades a veces pueden desvanecerse con el tiempo entre las parejas, dijo Stephen Mitchell, psicoterapeuta de Denver y coautor de Too Tired to Fight.
“La gente subestima el poder del humor para ayudar a las parejas a sentirse conectadas y a superar los momentos difíciles”, dijo Mitchell.
A menudo insta a sus clientes a buscar con diligencia oportunidades para divertirse juntos. Pequeñas cosas pueden bastar: enviar un mensaje tonto, cultivar chistes internos o planear una cita sorpresa.
7. Probablemente ya sepas qué hacer
Si puedes conectarte con tus verdaderos deseos y necesidades, puede que encuentres las claves para mejorar tu relación, aunque puede hacer falta mucho valor para actuar en consecuencia.
Jeff Guenther, un terapeuta profesional con licencia en Portland, Oregón, que dirige la popular cuenta de redes sociales Therapy Jeff, dijo que a veces su trabajo como terapeuta consiste simplemente en asegurarle a las personas en busca de respuestas para una relación que ya saben la solución.
“Tú sabes si funciona o no funciona”, dijo. “Sabes qué conversaciones has estado evitando. Sabes con qué te estás conformando”.
Puede ayudar preguntarte algo como: si mi mejor amigo o mi hijo o hija estuvieran en la situación en la que yo me encuentro ahora, ¿qué consejo les daría? (A veces, dijo, la respuesta podría ser: acude a un terapeuta de pareja).
8. Trabajar tu propio estrés beneficia a tu pareja
Es probable que pasar por un momento difícil en tu relación añada estrés a tu vida. Pero ten en cuenta la otra cara de la moneda: si no controlas el estrés de tu vida, es probable que llegue a afectar tu relación.
Elizabeth Earnshaw, terapeuta matrimonial y familiar con licencia en Filadelfia y autora del libro ’Till Stress Do Us Part, dijo que cuando las personas no trabajan para mitigar su propio estrés, pueden provocar una desconexión en sus relaciones. Se vuelven irritables, retraídos, cortantes el uno con el otro. Eso puede provocar más discusiones o hacer que cada uno se retraiga, con lo que se crea una mayor distancia emocional.
Earnshaw enseña a las parejas un sistema que ella denomina sistema de desbordamiento del estrés. Juntos, hacen una lista de factores estresantes y los colocan en tres cestas: los que pueden desechar (estresores que pueden y probablemente deben eliminar), los que pueden prevenir (normalmente con más planificación) y los que no pueden evitar ni planificar mejor y, por tanto, simplemente deben adaptarse a ellos.
“Cuando las personas gestionan mal su estrés, también es más probable que se vuelvan ‘egocéntricas’, lo que significa que pensarán más en sus propias necesidades y agenda que en las de su pareja”, dijo.
Catherine Pearson es reportera del Times, donde escribe sobre familias y relaciones.
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