Mostrando entradas con la etiqueta colesterol. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta colesterol. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de diciembre de 2025

Lo que debes saber para controlar tu colesterol

An illustration of a pensive-looking person surrounded by four hexagons filled with various items related to cholesterol, including nuts, avocados and dumbbells; a chart on a clipboard; medications and a monitor; and meat, dairy and alcohol products. Colorful cholesterol shapes float in the background.
Credit...Sonia Pulido
Para prevenir las cardiopatías y otros problemas graves de salud, es fundamental medirlo y controlarlo. Les preguntamos a los expertos qué hay que saber sobre las pruebas y sus tratamientos.

Aunque 86 millones de adultos en Estados Unidos tienen niveles altos de colesterol, un tercio de los estadounidenses afirmó no haberse sometido a una revisión en los últimos cinco años.

Para prevenir las cardiopatías y otros problemas graves de salud, es fundamental medir y controlar el colesterol. No obstante, saber cuándo hay que hacerse la prueba y qué indican los resultados puede ser abrumador.

¿Hasta qué punto es perjudicial para la salud el “colesterol malo”? ¿Deberías preocuparte si tu colesterol total está a punto de ser demasiado alto? ¿Y qué tanto puedes reducir tus niveles cambiando tu dieta o tus hábitos de ejercicio?

Les preguntamos a los expertos qué hay que saber sobre las pruebas y el control del colesterol.

¿Qué es el colesterol?

El colesterol es una sustancia grasa (también llamada lípido) que se produce en el hígado. Es esencial para producir membranas celulares, hormonas y otros elementos. Normalmente, el hígado genera todo el colesterol que necesitas. Pero algunos alimentos, como la carne y los productos lácteos, pueden aumentar el colesterol que circula por la sangre, por lo que es posible que te pidan que ayunes antes de hacerte una prueba de colesterol.

El colesterol tiene mala fama porque hay pruebas sólidas que relacionan niveles elevados con la acumulación de placa en las arterias y el endurecimiento de las paredes de los vasos sanguíneos con el paso del tiempo. En términos médicos, esto se denomina aterosclerosis. Con el tiempo, la acumulación puede bloquear el flujo sanguíneo que va hacia al corazón y provocar un infarto. Los trozos de placa también pueden romperse y desplazarse a otras partes del cuerpo, provocando un derrame cerebral.

La mayoría de las personas no presentan síntomas hasta que sus arterias están gravemente obstruidas. Por eso los médicos se fijan en los niveles de colesterol para detectar y tratar con anticipación los problemas cardiovasculares, señaló John Wilkins, profesor asociado de cardiología y epidemiología de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.

¿Cuándo necesitas medir tus niveles de colesterol?

Según la Asociación Estadounidense del Corazón, todos los adultos a partir de los 20 años deben revisar sus niveles de colesterol cada cuatro o seis años. Es posible que necesites revisiones más frecuentes si tienes algunos factores de riesgo, como hipertensión, diabetes o antecedentes familiares de cardiopatías.

Sin embargo, las cardiopatías también son cada vez más frecuentes entre los jóvenes. El Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre recomienda empezar a medir el colesterol entre los 9 y los 11 años, o a partir de los 2 años si hay antecedentes familiares de colesterol alto y cardiopatías. Tu médico puede ayudarte a decidir cuándo es el momento de hacerte la prueba.

¿Qué muestran las pruebas de colesterol?

El médico puede medir el colesterol mediante un análisis de sangre denominado lipidograma o perfil lipoproteico. Este mide el colesterol total, el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL), el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) y los triglicéridos, otro tipo de grasa que endurece las arterias y procede principalmente de los alimentos. Todos estos valores se expresan en miligramos por decilitro (mg/dl).

A veces, la prueba incluye la lipoproteína de muy baja densidad (VLDL), que transporta los triglicéridos a diferentes partes del organismo.

En algunos casos, el médico podría solicitar también una prueba de apolipoproteína B, o ApoB, que es la partícula que en realidad transporta el colesterol en la sangre. Según Stephen Kopecky, cardiólogo preventivo de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, esta prueba se considera un indicador más preciso del riesgo de infarto, sobre todo si las cifras de LDL son moderadas o ligeramente elevadas.

Hay un grupo de pruebas caseras que utilizan una muestra de sangre de un pinchazo en el dedo para comprobar el nivel de colesterol. Si usas una de estas pruebas, debes consultar los resultados con un médico y, cuando sea posible, someterte a un examen presencial, porque se considera que es más fiable.

¿Cuáles son los niveles normales de colesterol?

Lo que se considera “normal” depende de varios factores. Los niveles de colesterol suelen aumentar con la edad. Los hombres por lo general tienen niveles más altos a lo largo de su vida, mientras que las mujeres suelen experimentar un aumento durante el embarazo o la menopausia. Algunos genes también pueden influir en la cantidad de colesterol que produce el organismo.

Quizá la cifra más importante sea el LDL, considerado el “colesterol malo” que se acumula en las paredes de las arterias. Para la mayoría de las personas, el LDL debe estar por debajo de 100 mg/dl, y cuanto más bajo, mejor.

Según Douglas Jacoby, director médico del Centro de Cardiología Preventiva y Control de Lípidos de Penn Medicine, las personas con diabetes, placa acumulada u otros factores de riesgo de cardiopatía deben mantener el LDL por debajo de 70 mg/dl.

Los niveles elevados de triglicéridos también se asocian a un mayor riesgo de cardiopatías. Lo ideal es que estos niveles se mantengan por debajo de 150 mg/dl.

El HDL, también conocido como “colesterol bueno”, recoge el colesterol sobrante de las arterias y lo devuelve al hígado para que pueda ser eliminado del organismo. Por eso, los niveles más altos de HDL suelen considerarse mejores. Procura mantener el HDL por encima de 40 mg/dl, aunque superior a 60 se considera óptimo.

Sin embargo, cuando el HDL supera los 80 mg/dl en los hombres o los 100 mg/dl en las mujeres, es posible que pierda su función protectora y acelere la aterosclerosis, según dan a entender algunos estudios.

Conoce tu colesterol

Los resultados de las pruebas muestran tus niveles y ayudan a determinar tu riesgo de enfermedad cardiaca. 

Por Molly Cook Escobar

Cuando los niveles de LDL o triglicéridos se sitúan en una categoría “límite alto”, podría resultar más complicado evaluar el riesgo de enfermedad cardiaca. En estos casos, el médico revisará algunas cifras adicionales incluidas en el informe de la prueba, como el colesterol total, que se calcula sumando el HDL, el LDL y el 20 por ciento del nivel de triglicéridos.

Una medición aún más útil puede ser la cifra de colesterol no HDL, que sirve para indicar qué porcentaje del colesterol total está formado por LDL y otras partículas que obstruyen las arterias. Esta cifra no incluye los triglicéridos, por lo que refleja con mayor exactitud tu colesterol cuando comes con normalidad, en lugar de en ayunas para un análisis de sangre.

Los especialistas también pueden fijarse en el índice de colesterol, que es el colesterol total dividido por el HDL. Cuanto mayor sea este cociente, mayor será el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca.

¿Qué puedo hacer para bajar mi colesterol?

Comer más fibra soluble como legumbres, cereales integrales, semillas, fruta y verdura, podría ayudar a fijar el colesterol en el tubo digestivo y a eliminarlo del organismo. Algunos alimentos, como los frutos secos, el aguacate y los pescados grasos, también contienen grasas poliinsaturadas, que reducen el colesterol LDL en sangre.

Intenta limitar los alimentos ricos en grasas saturadas, grasas trans y colesterol, como la carne roja, la mantequilla y el queso, y elige mejor proteínas vegetales como la soya y alimentos mínimamente procesados.

Según Kopecky, si bien los efectos de estas opciones dietéticas sobre el colesterol varían de una persona a otra, pueden “reducir el riesgo de infarto, derrame cerebral o muerte en los tres meses siguientes” a la introducción de los cambios en la dieta.

Hacer ejercicio unos días a la semana puede reducir aún más los niveles de LDL y triglicéridos, al tiempo que aumenta el colesterol HDL, según Kopecky. Y estos cambios en el estilo de vida pueden beneficiar sustancialmente incluso a quienes necesitan medicamentos para reducir el colesterol.

¿Y los medicamentos?

El especialista puede recomendarte medicamentos para reducir el colesterol si ya has sufrido un infarto al miocardio o un derrame cerebral, o si una ecografía o angiografía muestra obstrucciones importantes en las arterias. El médico también podría considerar medicarte si tu colesterol LDL es igual o superior a 190.

Para la mayoría de las demás personas, los médicos toman en cuenta los niveles de colesterol en relación con la edad, los antecedentes familiares de cardiopatías, el hábito de fumar y otros factores antes de decidir si recetan un fármaco, señaló Wilkins.

Los medicamentos más recetados para el colesterol son las estatinas, que reducen el colesterol LDL. Tal vez haya que probar varias medicinas para encontrar la indicada y la dosis justa, añadió Wilkins, y la mayoría de las personas que las necesitan deben tomar estatinas de por vida. Suspender el tratamiento puede hacer que vuelvan a subir los niveles de colesterol y el riesgo de padecer una cardiopatía.

Nadie tiene riesgo cero”, dijo. “Pero se puede hacer mucho para mitigarlo”.

Knvul Sheikh es reportera del Times y cubre enfermedades crónicas e infecciosas y otros aspectos de la salud personal. 

domingo, 1 de diciembre de 2024

8 factores que pueden aumentar tu riesgo de enfermedad cardiaca.

Credit...Ilustración por Andrei Cojocaru; fotografías por Getty Images
Ya no solo es el colesterol y la presión arterial: en los últimos años, los expertos han empezado a pensar de forma más amplia sobre lo que impulsa el riesgo de padecimientos del corazón.

Las enfermedades cardiacas son la principal causa de muerte de hombres y mujeres en Estados Unidos, y lo han sido durante más de 100 años, a pesar de los grandes avances en salud pública.

Desde hace años, los médicos saben que la hipertensión, el colesterol alto, la diabetes y el tabaquismo aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular. Suelen utilizar estos factores para calcular el riesgo individual de los pacientes y orientar las recomendaciones terapéuticas. Pero en los últimos años, los expertos han empezado a pensar de forma más amplia sobre lo que impulsa el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Sadiya Khan, cardióloga preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, dijo que, con el descenso del tabaquismo y la disponibilidad de mejores tratamientos para el colesterol y la tensión arterial, las tasas de mortalidad por ataque cardíaco y accidente cerebrovascular han descendido en el último medio siglo. Pero varios factores amenazan ahora con ralentizar —o incluso revertir— ese progreso, entre ellos el aumento de afecciones metabólicas como la obesidad y la diabetes y las crecientes tasas de insuficiencia cardiaca.

En reconocimiento de estos cambios, la Asociación Americana del Corazón publicó el año pasado una nueva calculadora de riesgos, denominada PREVENT, que incluye medidas de salud metabólica y renal y permite a los médicos predecir el riesgo de insuficiencia cardíaca, además del de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.

“No creo que los principales factores de riesgo de enfermedad cardiovascular hayan cambiado necesariamente”, dijo Michael Nanna, cardiólogo intervencionista de la Facultad de Medicina de Yale. “Pero creo que hay un mayor reconocimiento de un conjunto más amplio de factores de riesgo de lo que los cardiólogos pensábamos tradicionalmente”.

Los grandes factores de riesgo siguen existiendo
Las afecciones que provocan la acumulación de placas en las paredes internas de los vasos sanguíneos son una gran preocupación. A medida que las placas crecen, estrechan el espacio disponible para que fluya la sangre, lo que puede causar síntomas como dolor torácico. Con el tiempo, las placas pueden desprenderse y obstruir una arteria que lleva sangre al corazón o al cerebro, provocando un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular, explicó Jeremy Sussman, profesor asociado de medicina interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Míchigan.

Colesterol elevado: el colesterol es un componente principal de la placa. Aunque el colesterol es esencial para funciones corporales como la producción de hormonas y vitaminas, cuando es demasiado alto puede acumularse en las paredes arteriales, combinándose con grasa, calcio y otras sustancias de la sangre para formar placas, dijo Khan, quien dirigió el comité de la Asociación Americana del Corazón que desarrolló la nueva calculadora de riesgos.

Presión arterial alta: la hipertensión puede dañar las arterias, forzándolas a tensarse y volverse rígidas en lugar de permanecer elásticas. Esto puede aumentar la acumulación de placa, dijo Khan. La hipertensión también sobrecarga el corazón. Esto aumenta el riesgo de insuficiencia cardíaca, que se produce cuando el músculo cardíaco no puede bombear suficiente sangre para satisfacer las necesidades de sangre y oxígeno del organismo.

Diabetes: Las personas con diabetes de tipo 1 o de tipo 2 tienen más probabilidades de tener el colesterol alto o desequilibrado y la presión arterial alta, y tener tanto diabetes como uno de estos factores de riesgo adicionales agrava la probabilidad de padecer una enfermedad cardiaca, dijo Khan.

Edad: se cree que la edad aumenta el riesgo de cardiopatía, en parte porque el daño que el colesterol y la presión arterial producen en los vasos sanguíneos se acumula con el tiempo, dijo Sussman.

El tabaquismo: Fumar es como un envejecimiento acelerado, dijo Khan. “Con el mismo nivel de colesterol o el mismo nivel de presión arterial, tus vasos sanguíneos tendrán peor aspecto”, dijo. Eso no solo significa más placa, sino que también aumenta la probabilidad de que la placa se desprenda y forme un coágulo sanguíneo.

Fumar también provoca inflamación, que es un tema común subyacente a todos los factores de riesgo de las enfermedades cardiacas, dijeron los médicos. Las investigaciones sugieren cada vez más que la inflamación desempeña un papel importante en el desarrollo de las placas y en su ruptura.

El sexo: generalmente se considera que los hombres corren mayor riesgo, aunque las enfermedades cardíacas son también la principal causa de muerte de las mujeres estadounidenses, cuyo riesgo tiende a aumentar después de la menopausia.

También se considera importante la salud metabólica Los factores de riesgo de enfermedad cardiaca rara vez existen de forma aislada. “La mayoría de la gente no solo tiene hipertensión ni solo tiene diabetes”, dijo Khan.

En atención a la coincidencia entre las enfermedades cardiacas, renales y metabólicas y sus mecanismos subyacentes comunes, la Asociación Americana del Corazón acuñó el año pasado el término “síndrome cardio-reno-metabólico” para definir este conjunto de problemas de salud relacionados.

Un factor inicial clave en el desarrollo del síndrome, según el documento que lo describe, es la acumulación de tejido adiposo excesivo y disfuncional, sobre todo en el abdomen. Esto puede provocar inflamación, resistencia a la insulina y, con el tiempo, diabetes, enfermedad renal crónica y cardiopatía.

Por este motivo, la nueva calculadora incluye datos como el índice de masa corporal (una medida controvertida pero muy utilizada de la obesidad) y la tasa de filtración glomerular estimada, que indica a los médicos lo bien que funcionan tus riñones.

Los médicos también pueden utilizar la hemoglobina A1C, un indicador de la media de azúcar en sangre durante tres meses, y el cociente albúmina-creatinina en orina, una medida del estado de salud de tus riñones, para estimar el riesgo de forma más granular en los pacientes de mayor riesgo.

La raza importa
Los estadounidenses negros tienen más riesgo de morir de enfermedad cardiovascular que los blancos. En promedio, desarrollan hipertensión arterial y diabetes entre cuatro y seis años antes que sus coetáneos blancos, dijo Khan, y también presentan tasas más elevadas de enfermedad renal avanzada. Los estadounidenses asiáticos del sur y los nativos estadounidenses también tienen mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, dijo Nanna.

Debido a estas diferencias, una antigua calculadora de riesgos utilizaba fórmulas distintas para personas blancas y negras. No existía una opción separada para las personas de otras razas porque históricamente los datos sobre esos grupos eran limitados.

La Asociación Americana del Corazón eliminó la raza como consideración independiente en su nueva calculadora de riesgo. Esto se hizo para reconocer que la raza es una construcción social, no un factor biológico, dijo Khan. La raza sigue siendo importante en lo que respecta al riesgo de enfermedad cardiovascular, dijo, pero al desarrollar las ecuaciones de PREVENT, el comité descubrió que las disparidades raciales quedaban reflejadas en otros factores de riesgo y que el modelo predecía con exactitud el riesgo en todos los grupos raciales.

La calculadora incluye el código postal en un esfuerzo por captar elementos de “privación social”, como los bajos ingresos o el desempleo, que pueden afectar a los resultados de salud.

Las calculadoras son solo una parte de la prevención 

El colesterol alto, la hipertensión, la obesidad y la diabetes pueden tratarse con medicamentos o cambios en el estilo de vida, como adoptar una dieta sana y hacer ejercicio. Dejar de fumar también puede reducir significativamente el riesgo de ataque cardíaco o accidente cardiovascular.

“Sin duda queremos asegurarnos de que abordamos cualquier factor de riesgo que sea fácil de detectar”, dijo Nanna.

Algunos factores de riesgo, como el origen racial y los antecedentes familiares, están fuera del control de las personas, pero siguen siendo relevantes para las decisiones sobre el tratamiento, dijeron los médicos. Alguien que tenga antecedentes familiares significativos —un progenitor que haya sufrido un ataque cardíaco antes de los 50 años, o varios familiares cercanos con cardiopatías— puede justificar un examen más detenido o un tratamiento, aunque la puntuación de riesgo de esa persona sea baja, dijo Sussman.

Los estudios han revelado que la nueva calculadora estima el riesgo de enfermedad cardiaca de las personas aproximadamente un 50 por ciento más bajo, de media, que las calculadoras anteriores, lo que suscita la preocupación de que menos personas alcancen el umbral para que se les prescriba una estatina o un fármaco antihipertensivo. Pero Khan y otros dijeron que las calculadoras anteriores habían sobrestimado el riesgo porque se basaban en datos antiguos, de cuando las tasas de ataque cardíaco y de accidente cerebrovascular eran más elevadas, y señalaron que los umbrales para la medicación pueden cambiar a medida que se adopte la nueva herramienta.

Sea cual sea la calculadora utilizada, los médicos dijeron que necesitan obtener una imagen lo más clara posible del riesgo de cardiopatía y de los posibles beneficios del tratamiento para cualquier paciente. “Esperar a que la gente tenga esta enfermedad no va a ser nuestra solución”, dijo Khan. “Necesitamos prevención”.




viernes, 27 de septiembre de 2024

¿Puedo reducir el colesterol sin tomar estatinas? Los expertos explican qué puede funcionar para mantener niveles saludables.

Los expertos explican qué puede funcionar para mantener niveles saludables.

P: Tengo el colesterol alto, pero cuando probé las estatinas no me gustaron sus efectos secundarios. ¿Cuáles son las formas no farmacéuticas de reducir mi colesterol?

Las personas con colesterol alto suelen pertenecer a dos grupos. Aquellas cuyos niveles son tan elevados que necesitan medicamentos para reducir el colesterol, como las estatinas, para disminuir el riesgo de cardiopatías. Y aquellas cuyos niveles son elevados, pero no tanto como para necesitar medicación, dijo Felipe Lobelo, investigador en medicina del estilo de vida de la Universidad Emory de Atlanta.

Si las personas de este último grupo tienen un riesgo por lo demás bajo de padecer una enfermedad cardiaca, los cambios en el estilo de vida deberían ser su primer paso para intentar mejorar su salud, según la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA por su sigla en inglés).

Por qué son importantes los niveles de colesterol
El colesterol es la medida de dos tipos de partículas en la sangre: las lipoproteínas de baja densidad (a veces denominadas colesterol “malo” o LDL) y las lipoproteínas de alta densidad (a menudo denominadas colesterol “bueno” o HDL). Un exceso de colesterol LDL en la sangre puede obstruir los vasos sanguíneos y dificultar el bombeo de la sangre por el corazón.

Para los adultos a partir de 20 años, suele considerarse saludable que los niveles de colesterol LDL en sangre sean inferiores a 100 miligramos por decilitro. Según la AHA, si sus niveles alcanzan los 189 miligramos por decilitro, pero su riesgo de enfermedad cardiaca es bajo, puede que merezca la pena probar ciertos cambios en su estilo de vida para reducir el colesterol antes de recurrir a la medicación con receta.

Los niveles que superan los 190 miligramos por decilitro suelen requerir la prescripción de estatinas.

Alternativas sin fármacos
Ciertos cambios en el estilo de vida, como dormir lo suficiente, reducir el consumo de tabaco y controlar el estrés, pueden ayudar a mejorar los niveles de colesterol. Sin embargo, según dijo Frank B. Hu, catedrático de nutrición y epidemiología de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, hay dos opciones de estilo de vida que pueden ser mucho más beneficiosas.

El ejercicio. Cuando hacemos ejercicio, el colesterol HDL se libera en el torrente sanguíneo, donde barre los depósitos de placa grasa de los vasos sanguíneos y los transporta al hígado para su eliminación.

La AHA recomienda que todos los adultos realicen al menos 150 minutos de ejercicio moderado, o 75 minutos de ejercicio intenso, a la semana, dijo Lobelo. Esto puede incluir caminar, nadar, levantar pesas, bailar o cualquier otra actividad que le guste y pueda hacer sin lesionarse, añadió.

La clave, dijo, es que te asegures de que el ritmo cardíaco es lo bastante elevado. Si te cuesta mantener una conversación mientras haces ejercicio, dijo Lobelo, sabrás que estás trabajando lo suficiente.

Lobelo dijo que el ejercicio regular puede ayudar a reducir el colesterol, sobre todo si antes no se hacía ejercicio. Aunque añadió que a algunas personas les puede llevar más tiempo que a otras mejorar sus niveles de colesterol mediante el ejercicio. Por lo tanto, si no se reduce inmediatamente, dijo, no hay que desanimarse.

Dieta. Según Andrea Glenn, investigadora en nutrición de la Universidad de Nueva York, las investigaciones también sugieren que una dieta basada en plantas, denominada dieta de la cartera, que incluye productos de soya, como el tofu, y otras proteínas vegetales, como los frijoles, las lentejas y los garbanzos; alimentos que contienen fibra viscosa, como la avena, la cebada, la cáscara de psilio, los frutos rojos, las manzanas y los cítricos; frutos secos y semillas; aguacate; y aceites vegetales saludables, como el aceite de canola y el de oliva, puede ayudar a reducir el colesterol.

En una revisión de siete ensayos clínicos que incluyeron alrededor de 440 participantes que tenían niveles altos de colesterol, pero que no requerían medicación, los investigadores encontraron que la dieta de la cartera ayudó a reducir su colesterol LDL hasta en un 30 por ciento. Según dijo Glenn, se trata de una eficacia similar a la de las antiguas versiones de las estatinas, muy utilizadas en los años de la década de 1990.

Glenn y sus colegas realizaron un seguimiento de unos 210.000 adultos de EE. UU. durante unos 30 años en un estudio publicado en 2023. Encontraron que quienes llevaban esta dieta tenían un riesgo 14 por ciento menor de enfermedad cardiovascular que quienes comían menos de estos alimentos, dijo Glenn.

La dieta de la cartera funciona porque combina varios tipos de alimentos y nutrientes que ayudan a reducir el colesterol de diferentes maneras, dijo.

Las proteínas vegetales como los frijoles, los garbanzos y los productos de soya, por ejemplo, pueden inhibir la producción de apolipoproteína B, que normalmente ayuda al organismo a absorber el colesterol de los alimentos. La fibra viscosa atrapa o fija el colesterol en los intestinos, dificultando su absorción. Y los frutos secos son una buena fuente de ácidos grasos insaturados, esteroles vegetales y fibra, que pueden reducir los niveles de colesterol LDL.

Glenn dijo que incluso la adición o sustitución de algunos alimentos, como añadir frutos secos a la granola de la mañana o cambiar la carne roja por garbanzos o tofu, puede ayudar a mejorar los niveles de colesterol.

“Desde luego, no existe una varita mágica”, dijo Hu. Pero la dieta, el ejercicio y otros hábitos saludables pueden ayudar mucho a reducir el colesterol. Dijo: “Tenemos que pensar en ello desde un punto de vista holístico”.

lunes, 28 de octubre de 2019

“Un jefe estúpido puede ser peor para el corazón que el colesterol”. Enrique Gavilán publica 'Cuando ya no puedes más', un libro que narra el desgaste de un médico de atención primaria.

Un infierno. Una tortura. Una pesadilla. La guerra. Todos estos sustantivos emplea Enrique Gavilán para describir cómo era cada día de consulta; cada jornada como médico de familia en dos pueblos de Extremadura, donde los pacientes se sucedían uno detrás de otro. Y otro. Hasta 60 en un día tuvo que atender. Sin tiempo de mirarles a los ojos, de entenderlos, de prestarles la atención que requerían.

El médico de atención primaria Enrique Gavilán, en una cafetería de Madrid.

El desamor de Gavilán (Benalmádena, 1972) con la atención primaria está narrado en el libro Cuando ya no puedes más (Anaconda Editions) a lo largo de 236 páginas. Con un mes en la calle y una segunda impresión en marcha, el texto es una confesión íntima de una situación personal, pero también el reflejo de las condiciones en las que trabajan los médicos de familia: "Para referirnos a los pacientes no es raro llamarles 'los enemigos'. Cuando estos se hartan de esperar y se vuelven a casa sin ser atendidos, recurrimos a la expresión 'A enemigo que huye, puente de plata".

Gavilán acabó quemado por su trabajo, padeciendo lo que la Organización Mundial de la Salud denomina síndrome del burnout, que según algunos estudios afecta, en grado severo, hasta a un tercio del personal de atención primaria. "Si su médico se comporta como un cínico, es probable que lo sufra", advierte el autor.

Es una historia con final feliz: volvió a enamorarse de la atención primaria, regresó a una consulta rural donde hoy es feliz. Eso sí, manejando su agenda, viendo a entre 15 y 20 pacientes al día y con una sintonía con los pacientes y sus compañeros que poco tenía que ver con la plaza que le llevó a dejarlo todo, familia incluida, para irse a trabajar a una ambulancia.

Pregunta. En su libro se pregunta: “¿Por qué he llegado a odiar ser médico de familia?"

Respuesta. Había llegado a querer tanto a la medicina de familia y me había defraudado tanto que acabé odiándola. Es un sentimiento de despecho, de desilusión, de decepción, que tengo ya superado. Tenía un concepto idealizado y cuando me vi sumergido en el día a día me sentí atrapado.

P. Expone un problema estructural de cómo está planteada la atención primaria, sin suficiente tiempo para atender a los pacientes. ¿Cómo cree que debería ser?

R. La medicina de familia tal y como la conozco sigue subsistiendo en el medio rural, que es donde conserva su esencia, donde se le puede dedicar el tiempo suficiente al paciente, hay cercanía, se puede trabajar de cara a la comunidad, una atención continuada a lo largo del tiempo… En un entorno urbano es más complicado. La demanda es más alta, la presión asistencial, también.

P. Habla de un sistema hospitalcentrista. ¿Qué es eso?

R. Cuando la sanidad está centrada en la solución que se puede ofrecer de un hospital; cuando hablamos de que llega la epidemia de la gripe y de los colapsos de los hospitales y no nos damos cuenta de que los centros de salud estamos sin dar abasto todos los días...

P. También asegura que existe un halo de superioridad de los médicos del hospital con respecto a los de atención primaria.

R. El otro día a un residente, en una rotación hospitalaria, una enfermera le preguntó de qué especialidad era. Respondió que medicina de familia y le cuestionó si eso era una especialidad. Existe desde 1978. Lo curioso es que 41 años después sigamos con esas preguntas. El trato directo con los compañeros del hospital es muy bueno; aprecian el trabajo que hacemos porque saben que es importante. Pero nos cargan con muchas tareas que no son nuestras; consideran que son de segunda fila y recaen en nosotros. Sobre todo, tareas administrativas: bajas, recetas, volantes, etc.

P. ¿Qué margen hay para automatizar procesos burocráticos para que el médico se dedique realmente a la medicina primaria?

R. Muchas veces se informatizan papeles que no deberíamos hacer, como justificantes o papeles de mil circunstancias, como poder acceder a un programa de ejercicio, a una plaza de aparcamiento de discapacitados; tenemos que certificar a veces que una persona no ha podido ir a sellar el paro. O que un niño no pueda ir al colegio por un catarro.

P. Habla de guerra, calvario, pesadilla en tu día a día. ¿Ser médico de atención primaria puede provocar esto?

R. La prueba es que cuando dejé aquel trabajo desaparecieron todos mis problemas. Coincidió una etapa en la que yo estaba desgastado. Las circunstancias no eran peores que las de muchos compañeros. Mi récord de asistencia en un día fueron 60; tengo compañeros que han visto a 80 o 90. Otros que ven diariamente a 40, 50 o 60. No soy el que haya trabajado en peores condiciones de España, ni mucho menos. He podido salir de ese calvario, estoy contento de mi trabajo, pero mucha gente sigue ahí.

P. Narra cómo esto perjudica al paciente, que recibe un peor trato.

R. Sí, y eso hacía que me sintiera todavía peor. Esto te supone un estrés tan cotidiano que dejas de ser tú mismo. Empiezas a comportarte de una manera que no te reconoces. Yo no soy así, yo no estoy encabronado todo el día. Acabas tan embrutecido que lo pagas con el paciente. Y él no tiene culpa.

P. ¿También se hacen peores diagnósticos?

R. Sí, hay mucha literatura al respecto. Un médico que no se encuentra bien anímicamente y que tiene ese desencanto por su día a día tiende a no concentrarse de la misma manera, a equivocarse a la hora de diagnosticar, a no escuchar al paciente…

P. En el libro reparte culpas. Habla de pacientes que no hacen un buen uso de la sanidad, en sus palabras, "una plaga de sanos preocupados".

R. Las personas no van al médico porque sí, sino porque tienen una preocupación o un problema. La cuestión está en que hacen lo que se les ha enseñado. Si miras el grueso de la información sanitaria hoy en día… te bombardean de información. Hoy por ejemplo es el día internacional del dolor [la entrevista se realizó el 17 de octubre] y casi todas las noticias tienen que ver con fármacos para aliviarlo. El dolor es algo humano, siempre lo ha habido, pero en los últimos 15 o 20 años la prevalencia de dolor crónico se ha disparado. Sin embargo, las enfermedades que pueden producirlo no han aumentado. ¿Qué está pasando? Hay más intolerancia al dolor. ¿Eso redunda en mayor calidad de vida? Todo lo contrario, los pacientes con dolor viven peor y cada vez hay más fármacos para tratarlos. Hemos enseñado a la gente a demandar una solución médica, como puede ser la unidad del dolor. Se hablaba de que hay muchas menos unidades de las que debería. Me gustaría que también se publicaran sus resultados, a cuánta gente dejan de tratar al cabo de cierto tiempo, cuántas altas dan por resolver el problema. Lo que hacen es cronificarlo.

P. ¿Estamos demasiado medicalizados?

R. Existen problemas que anteriormente no se trataban en consultas médicas y ahora mismo se han convertido en problema médico, como la menopausia, que es un proceso natural que se ha medicalizado. Ayer vino a mi consulta una mujer preocupada porque se le estaba yendo la regla, cuando realmente estaba en la edad en la que suele producirse esto. Venía demandando una serie de controles. Ella creía que necesitaba densitometría, mamografía, citología... lo que le hemos enseñado. Algunas de ellas pueden tener sentido, pero no por la menopausia. En las consultas hay gente preocupada por su salud, pero sin problemas de salud.

P. También afirma que se demandan demasiados análisis. ¿No debemos controlar el colesterol, los triglicéridos, los niveles de azúcar?

R. No hay ningún problema en hacerse un análisis de vez en cuando. La recomendación para medir colesterol en un adulto joven y sano es uno cada cinco años. ¿Tiene sentido hacérselo todos los años? No. La cuestión es la necesidad de que un análisis nos diga cómo estamos de salud. Si los análisis rutinarios sirven para algo: ni mejoran la supervivencia, ni la salud… Lo lógico es usarlos cuando tenemos un problema o si existe mucho riesgo de uno. Está demostrado que no tener empleo es un factor de riesgo coronario, el barrio donde vives también... tener un jefe estúpido que te amarga la vida puede ser peor para el corazón que el colesterol. Tenemos que preguntarnos por qué le prestamos tanta atención al colesterol y menos a este tipo de cuestiones sociales.

P. Es enemigo de la medicalización, pero tuvo que recurrir a los fármacos para superar su problema. ¿Cómo lo explica?

R. Me hizo removerme mucho. Yo quería salir para adelante, me puse en mano de mi médica y fue la que me propuso tomar este tipo de medicamento. Aún sabiendo que no tienen una efectividad muy alta accedí. No me arrepiento. Una de las cosas que he aprendido es darme cuenta de las muchas contradicciones que puedo tener y cómo convivir con ellas. Los antidepresivos me sirvieron durante un tiempo, pero al mismo tiempo conservé la capacidad para saber lo que estaba haciendo y para decir: hasta aquí he llegado.

P. ¿Cuánto tiempo?

R. Estuve dos años en psicoterapia y tres o cuatro meses con tratamiento farmacológico. Se me derribó un mito: que estos medicamentos no sirven para nada. No sé si fue efecto del fármaco o placebo, pero notaba que las cosas me afectaban menos, me sentía anestesiado. Y cuando sientes mucho dolor, una anestesia no viene mal. Pero tiene que servir para algo: si tienes una herida, te puede servir para coserla. Yo la necesitaba para poder enfrentarme a mi problema y fue lo que hice.

P. ¿Cómo se vuelve a enamorar de la profesión, qué ha cambiado?

R. Que ya no estoy en el mismo sitio, que dije hasta aquí, que escribí el libro, que me ayudó a sacar toda la quemazón que tenía. Ahora soy dueño de mi agenda, puedo dedicar el tiempo que requiere cada paciente, dejar el ordenador y mirarlo cara a cara.

https://elpais.com/sociedad/2019/10/17/actualidad/1571335130_766958.html?rel=lom

sábado, 21 de febrero de 2015

Las nueces ayudan a reducir el colesterol

El consumo de nueces podría ayudar a reducir los niveles de colesterol en la sangre, afirman los científicos.

La investigación de la Universidad de Loma Linda, en California, Estados Unidos, revisó 25 estudios en los que participaron unas 600 personas en siete países.

Los científicos hallaron que quienes consumían una bolsa pequeña de nueces al día redujeron en 7,4% sus niveles de colesterol.

Por eso, creen que las nueces ayudan a prevenir la absorción del colesterol, de modo que estos alimentos deben formar parte de una dieta sana.

El colesterol -o lipoproteínas- es una sustancia que produce el hígado a partir de los alimentos grasos que comemos.

Aunque es muy importante para el funcionamiento normal del organismo, los niveles excesivamente altos de este elemento en la sangre pueden tener efectos graves en la salud.

Riesgo para el corazón
La evidencia científica demuestra que los altos niveles de colesterol pueden causar estrechamiento de las arterias y aumentar el riesgo de un infarto o derrame cerebral.

También se ha demostrado en el pasado que el consumo regular de nueces o frutos secos tiene beneficios para la salud, porque estos productos son ricos en proteínas, ácidos grasos insaturados, fibras, minerales, vitaminas y otros compuestos como antioxidantes y fitoesteroles.

Pero la nueva investigación -publicada en Archives of Internal Medicine (Archivos de Medicina Interna)- intentó establecer cuál es su impacto preciso en el estado cardiovascular.

Las personas involucradas en el estudio consumieron, en promedio, 67 gramos de nueces al día durante un período de entre tres y ocho semanas.

Además de mejorar los niveles de colesterol, las nueces redujeron la cantidad de triglicéridos, otro tipo de grasa en la sangre que también ha sido vinculada a enfermedades coronarias.

Sin embargo, afirman los científicos, el impacto fue menos pronunciado entre los participantes con sobrepeso.

Esteroles
Los científicos no saben por qué las nueces tienen este efecto, pero creen que podría deberse a los fitoesteroles que contienen, que son compuestos que -se piensa- bloquean la absorción del colesterol en el nivel intestinal.

Tal como afirma el profesor Joan Sabaté, quien dirigió el estudio, "los efectos del consumo de nueces están relacionados con las dosis ingeridas, y los distintos tipos de nueces tienen efectos similares".

Pero el científico agrega que estos efectos se vieron "significativamente modificados por el colesterol LDL (el llamado "colesterol malo") ya presente, el índice de masa corporal y el tipo de dieta".

Es decir -explica el investigador-, el efecto del consumo de nueces en los niveles de colesterol fue mayor entre los individuos con un nivel alto de "colesterol malo", con un índice de masa corporal bajo y entre aquellos que consumían dietas de tipo occidental.

"Las nueces son un alimento integral que ha sido consumido por los humanos a lo largo de la historia", expresa el científico. "Y puede esperarse que el aumento en el consumo de nueces como parte de una dieta prudente afecte de forma favorable los niveles de lípidos en la sangre y tenga el potencial de reducir el riesgo enfermedad coronaria", agrega.

Otros expertos advierten, sin embargo, que debe tenerse cuidado con el consumo de nueces cubiertas de azúcar o sal.
Fuente: BBC

sábado, 21 de junio de 2014

El gen mutado que protege el corazón. Alteraciones en el APOC3 reducen los triglicéridos y disminuyen un 40% el riesgo de infarto

De forma independiente y por caminos distintos, dos grupos de investigadores –uno estadounidense, otro danés- han rastreado el ADN de miles de pacientes hasta dar con el gen APOC3 y llegar a una misma conclusión: las mutaciones en este gen protegen el corazón y las arterias. Las alteraciones detectadas no solo reducen significativamente los niveles de triglicéridos –un tipo de grasa que circula por la sangre cuyo exceso se asocia a lesiones vasculares-, sino que disminuyen el riesgo de sufrir lesiones coronarias (infartos, ictus) hasta en un 40%, como publican en el New England Journal of Medicine.

En las sociedades occidentales, estas enfermedades son la principal causa de muerte, en buena medida, por la mala alimentación y el estilo de vida. En España, el 30% de los fallecimientos se deben a procesos cardiovasculares, por encima de la suma de los tumores. Buena parte de la responsabilidad es del colesterol malo (LDL, lipoproteínas de baja densidad), al adherirse a las paredes de las arterias, endurecerlas y estrecharlas. Aunque existe una familia de fármacos, las estatinas, que se ha mostrado eficaz a la hora de combatir estas grasas.

Sin embargo, frente a los triglicéridos –otro de los agentes causantes de arterioesclerosis-, los fármacos existentes (fibratos, niacina, ácidos grasos omega 3) no han alcanzado el mismo nivel de resultados. Solo ayudan moderadamente a reducir los niveles en sangre y no aportan beneficios sensibles en cuanto a paliar el riesgo cardiovascular. Por ello, estos dos trabajos han despertado el interés entre los investigadores y médicos que velan por la buena salud de las arterias.
...
El gen APOC3 es especialmente activo en el hígado, donde produce una proteína (la apolipoproteína C3) que transporta los triglicéridos a través de la corriente sanguínea hasta su destino. Al llegar a los tejidos, estos lípidos se degradan y se transforman en ácidos grasos, es decir, en energía. Este proceso es posible gracias a una enzima. El problema es que la apolipoproteína anula la actividad enzimática, por lo que, si abunda, los triglicéridos no se metabolizan, se acumulan en la sangre y lesionan las arterias.

El trabajo de los científicos de la Universidad de Pensilvania y del Hospital General de Massachusetts analizó los exomas (la parte más activa del genoma, la que fabrica proteínas) de 4.000 personas en busca de mutaciones que se pudieran asociar con los niveles de triglicéridos en la sangre. Tras un complejo proceso de selección y descarte, los investigadores advirtieron que cuatro mutaciones diferentes en el APOC3 no solo comprometían la fabricación de la proteína, sino que se relacionaban con una caída del 40% de la tasa de triglicéridos. Mientras la presencia habitual ronda los 150 miligramos por decilitro, entre estas personas la cifra bajaba hasta los 85. La mutación les ayudaba a tener poca apolipoproteína C3.

Una vez comprobado que cambios en las bases (las letras que componen el alfabeto genético accttgga…) del gen APOC3 se traducen en un menor nivel de triglicéridos quedaba por determinar si, además, estas personas eran menos sensibles a desarrollar enfermedades cardiovasculares. A partir de 110.000 muestras de pacientes, los investigadores estadounidenses analizaron los perfiles genéticos y compararon aquellos que tenían las mutaciones identificadas con sus historiales clínicos. El resultado fue que la alteración genética se asociaba a una caída del 40% de la posibilidad de tener un infarto, ictus, isquemia crónica y el resto de lesiones coronarias.

Este es el aspecto que más destaca Civeira del trabajo: evidenciar que la reducción de los niveles de la apolipoproteína C-3 en sangre se traduce en una mejora de la salud del paciente, lo que no sucede con los medicamentos que se usan hasta ahora para tratar el exceso de triglicéridos.
“A partir de nuestros hallazgos, podemos predecir que si bajamos los triglicéridos mediante la inhibición del gen APOC3 habrá una reducción del riesgo de patología coronaria”

MÁS INFORMACIÓN

Fuente: El País. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/06/19/actualidad/1403191139_284139.html