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viernes, 7 de noviembre de 2014

El mejor banco era ¡una caja!

El triunfo de Kutxabank en los exámenes del BCE rompe mitos como el de la perversa politización 

El mejor banco español es una entidad con espíritu, génesis y nombre de caja de ahorros. El mejor, con distancia. Así que debemos revisar algunos tabúes sobre las cajas. No fueron solo el patio de monipodio de tarjeteros negros. No todas.

Kutxabank es el mejor capitalizado de todos los bancos españoles que se sometieron al reciente examen del BCE. En el peor escenario recesivo exhibiría una solvencia —capital sobre activos, que indica la capacidad para responder a fallidos, compromisos y reveses— del 11,82%. O sea, más que la media española (9%); que la de la eurozona (8,4%); y el doble largo del mínimo requerido (5,5%) (EL PAÍS, 27 de octubre). A nivel europeo se sitúa en el puesto 31 de los 130 bancos escrutados; por encima de la media de la banca danesa (11,66%), quinta en la clasificación; y casi a la par de la tercera, la finlandesa (11,97%) (EL PAÍS, 28 de octubre).

Pero este éxito abrumador no dispone, como el coronel de García Márquez, de casi ningún medio que lo subraye. Porque para hacerlo hay que romper varios mitos. El primero es que las fusiones frías inventadas por el exgobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO) fueron un fracaso total, sin paliativos ni excepciones. Kutxabank (la Kutxa) es la principal excepción (hay otras). Se creó el 1 de enero de 2012 como producto de la fusión fría —no invasiva, respetando ciertas identidades y actividades complementarias de origen— de los negocios financieros de las tres cajas provinciales vascas.

El triunfo de Kutxabank en los exámenes del BCE rompe mitos como el de la perversa politización La convergencia exitosa de la bilbaína BBK (Bilbo Bizkaia Kutxa) con la Kutxa (Donostia Gipuzkoa Kutxa) y la Vital (Caja Vitoria y Álava) desmiente el segundo mito de la última fase de historia de las cajas. El de que su agrupación territorial por comunidades autónomas carecía en todos los casos del mínimo sentido empresarial. Casi tres años después, Kutxabank da sopas con honda a todos sus rivales. Ergo, en determinados supuestos y con ciertas condiciones —no vale generalizar—, la fusión autonómica no era un dislate, sino su contrario, lo más acertado.

El tercer mito es que el modelo de propiedad de las cajas, inhabitual o heterodoxo, más bien poco identificable (semipúblico con los impositores, público en el caso de las fundadas por entidades públicas) y en todo caso lejano a las sociedades anónimas de capital privado, constituía un obstáculo insalvable para su eficiencia actual y viabilidad futura.

MAFO acertó cuando en el Congreso lamentó, el 24 de julio de 2012, que “si durante los doce años de expansión se hubieran reformado las cajas no habría sucedido lo que ha sucedido”. Pero bastante menos al sentenciar que la equiparación financiera con los bancos “debía haberse trasladado [antes] a su sistema de propiedad y gobierno”. Al menos a la luz de la experiencia Kutxa.

Ya tiempo atrás los economistas Vicente Cuñat y Luis Garicano sostenían que “el problema de las cajas no es la politización... el factor explicativo clave de la disparidad de resultados de las cajas es su diferente grado de profesionalización”. Para lo que exhibían el ejemplo de las tres cajas vascas que, pese a estar “totalmente controladas por los partidos políticos, obtienen unos resultados extraordinarios” (“La crisis económica española”, FEDEA, 2010). Los resultados posteriores de la fusión ratifican el aserto.

La receta del éxito vasco —paralelo al declive de la banca estrictamente vasca— tiene varios ingredientes: la escasa expansión de las cajas al exterior; la escasa penetración de entidades de fuera en su territorio base; el respeto a los ámbitos geográficos provinciales de cada una; la abundante liquidez que les proporcionaban las Diputaciones forales; el bajo endeudamiento mayorista; y, sobre todo, su escasa exposición al ladrillo, como recopiló Antoni Serra Ramoneda, protagonista a la par que analista del hundimiento cajero (“Els errors de les caixes”, Viena 2011).

¿Explica este éxito por sí solo el fracaso casi general del resto, que derivó en una cruel jibarización del sector, reducción de la competencia y menor atención a los clientes más humildes? No. Hubo mala administración; hubo dilapidación y corrupción; hubo abusos de los gestores.

Y también un designio, demasiado esquemático, de acabar con las cajas porque eran OFNIS, objetos financieros no identificados. Joan Cals acaba de apuntar (“Los intereses del futuro”, RBA, 2013) que se justificaba plenamente exigir más capital a las cajas. ¿Pero justamente en 2011 y no antes? Colocarles la barrera de solvencia en el 8% y el 10% en medio del maremoto, so pena de bancarización, “en plena crisis del sistema financiero” fue letal para unas entidades con más reservas que capital y con escasa capacidad de endeudamiento sensato. Letal.
Fuente: El País.

sábado, 9 de marzo de 2013

Entrevista con el diputado de la Izquierda Plural Joan Coscubiela "La desaparición de las cajas es un deseo de la banca con el apoyo entusiasta de Fernández Ordóñez"

Qué Hacemos/Eldiario.es

Referente del sindicalismo catalán durante años, diputado de la Izquierda Plural desde las últimas elecciones, Joan Coscubiela participó en la Subcomisión del Congreso sobre transparencia de productos financieros e hipotecarios por la que desfilaron los principales responsables del sector financiero en los últimos años.

Estuvo también presente en la comparecencia de Mario Draghi en el Parlamento, cuyo formato a puerta cerrada denunció y rompió tuiteando y grabándola en vídeo.

Hablamos con él sobre el control del sector financiero, a raíz de la publicación de Qué hacemos con el poder de crear dinero. La Subcomisión sobre transparencia de productos financieros, de la que forma parte, ¿ha servido para algo? ¿Qué balance hace de la misma?

Ha servido para poner en evidencia que con mayoría absoluta, si el PP no colabora, el Congreso no puede ejercer sus funciones de control del Gobierno. En todo caso, han aparecido indicios evidentes de las causas profundas de la “estafa” de las preferentes. Y de cómo el Gobierno Zapatero no supo reaccionar a tiempo y el Gobierno Rajoy ha renunciado a hacerlo.

¿No es paradójico que una subcomisión sobre transparencia se celebre a puerta cerrada?
No está justificado que las sesiones se celebren a puerta cerrada. Son esperpénticas, un debate bipartidista en canal cerrado que solo ven los púgiles.

¿Cómo valora que el exgobernador del Banco de España diga que el caso de Bankia no estaba bajo su control, como ha hecho Fernández Ordóñez en la Audiencia Nacional?
Es la evidencia de que ni Caruana [el anterior gobernador] ni Fernández Ordóñez desempeñaron con diligencia su función de supervisores.

¿Hasta dónde llega la responsabilidad del Banco de España en todo lo sucedido en el sector financiero? ¿Miró para otro lado o no le dejaron actuar?
Es una combinación de incompetencia provocada por la sustitución de la economía por la ideología y la sumisión a los poderes financieros. La incompetencia viene provocada por la obsesión “teológica” en identificar el mercado de trabajo como el problema y la reforma laboral como la solución. Pero además está la opción de la desregulación y la sumisión al poder financiero.

¿Qué valoración hace de todo el asunto Bankia, desde su fusión hasta hoy?
Es un cúmulo de despropósitos y de negligencias. Desde la asunción desmesurada de riesgos, hasta la fusión y posterior salida a Bolsa. Desencadenadas entre otros factores por la obsesión del PP de mantener controladas las cajas.

¿Cómo valora lo sucedido con las cajas de ahorro?
No todas las cajas han evolucionado igual. Un factor determinante ha sido la radical transformación en la práctica de su función social, sin que hayan existido mecanismos de control, de contrapeso. La desaparición del modelo de cajas es el objetivo deseado por los bancos desde hace tres décadas, con el apoyo entusiasta de Fernández Ordóñez. La irresponsable gestión de algunas ha brindado en bandeja esta oportunidad de desaparición de unas y de transformación de su naturaleza en el resto.

¿Se ha perdido la oportunidad de crear una banca pública?
La oportunidad existe aún, pero voluntad política no hay. Con el agravante de la contradicción que supone justificar las ayudas públicas a la banca en base a la trascendencia pública de la función financiera, y a continuación no aceptar que exista una parte del sistema de mayoría publica. Si el sector financiero no puede soportar que se le apliquen las leyes el mercado, no debería regularse exclusivamente por las leyes del mercado. En esta como en otras cosas se detecta la hegemonía ideológica de la derecha y la falta de ideas propias en determinadas esferas de la izquierda. La reestructuración bancaria resultará en mayor concentración financiera.

¿Habrá controles suficientes sobre un poder tan enorme?
Uno de los peores efectos colaterales de esta crisis del sistema financiero será la configuración de un oligopolio que debilitará los derechos de los ciudadanos y la función del regulador y el supervisor. Sobre todo, con los espacios de nadie que puede provocar la entrada en funcionamiento del supervisor europeo. Se deberían evitar las zonas opacas a la regulación y supervisión.

Visto el papel jugado por el Banco de España, ¿estaremos más tranquilos si es el BCE quien vigila el sector financiero español?
Otra de las evidencias de la crisis es la barbaridad política que supone el estatus de “independencia” del BCE. Un organismo “irresponsable” no debe responder ante ninguna institución democrática, lo que lo convierte en presa fácil del control ademocratico de los mercados.

La reciente visita de Mario Draghi al Congreso, el formato en que se realizó, ¿qué mensaje transmiten?
La comparecencia de Draghi puso de manifiesto hasta qué niveles de esperpento puede llegar la condición de organismo “independiente” el BCE. Total para no decir nada. Como si de lo que se tratara era de hacer evidente la posición de superioridad sobre la ciudadanía. Han presentado una querella contra el exgobernador del Banco de España por permitir que Alfredo Sáenz siga en el Santander.

¿Cómo influye la anulación del indulto en su querella?
Hemos presentado la querella por prevaricación. El Tribunal Supremo con su sentencia nos ha dado indirectamente la razón. Sáenz no puede ejercer sus funciones de directivo del Santander. La propuesta del Gobierno de reformar las normas para permitir que continúe ejerciendo, confirma que los gobiernos de Zapatero y Rajoy no tienen ninguna independencia en relación al poder financiero.

Para continuar el debate, más análisis y propuestas en Qué hacemos.
Fuente: http://www.eldiario.es/quehacemos/Coscubiela_bancos_cajas_BCE_Banco_de_Espana_6_106799321.html

domingo, 2 de octubre de 2011

Cómo saquearon la CAM y, hasta ahora, sin consecuencias para los autores. Las deudas las paga el Estado con el dinero de todos.

Las indemnizaciones millonarias a exdirectivos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo y la pensión atribuida a su ex directora general rematan el escándalo de la gestión de esta entidad.
La historia de un fiasco, afianzado en el boom inmobiliario, consentido, e incluso alentado, por el Gobierno de la Comunidad Valenciana de Francisco Camps, que utilizó la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) para financiar sus megaproyectos: Ciudad de las Artes, en Valencia; la Ciudad de la Luz, en Alicante, y Terra Mítica, entre otros. Y rematado con la ambición desmesurada de un grupo sin escrúpulos que se lucró en plena ruina de la caja. Así se entiende la deriva de la CAM, el centenario buque insignia de las finanzas de la provincia de Alicante, comandado durante los últimos años por Modesto Crespo, en la presidencia, y Roberto López Abad, como director general, hasta que el pasado 22 de julio fue intervenida por el Banco de España.
En la antesala de la intervención, López Abad y otros cuatro altos ejecutivos se aseguraron un dorado retiro con elevadas prejubilaciones (12,8 millones de euros en total). La sucesora de López Abad, la empleada María Dolores Amorós, no quiso ser menos y se puso un sueldo de 600.000 euros al año y una pensión vitalicia de 370.000. Todo ello sin contar con el visto bueno de los órganos de la entidad, pero con el beneplácito del entonces presidente de la caja, Modesto Crespo, más ocupado en atender las urgencias de su mentor, Francisco Camps, que de los requerimientos del Banco de España para poner orden en las cuentas. El resto de miembros del consejo, conscientes de su papel de comparsas, se mantuvo pasivo y tragando la información que recibían. La CAM pagaba 1.000 euros por cada asistencia al consejo.
Cuando presidía la CAM, Modesto Crespo estaba más atento a urgencias de Francisco Camps que al Banco de España. Leer todo el artículo en El País.