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lunes, 20 de julio de 2009

Fallece el escritor Frank McCourt a los 78 años


En 1997 recibió el Premio Pulitzer por la novela Las cenizas de Ángela.

El escritor y profesor, del que hablamos el 7 de julio en este blog, Frank McCourt, ganador de un Premio Pulitzer en 1997 por Las cenizas de Ángela (Angela's Ashes), falleció ayer a los 78 años de edad, informa el diario estadounidense The New York Times.

Según el diario Los Angeles Times, su hermano Malachy ha confirmado que el escritor ha fallecido en la clínica para enfermos terminales donde se hallaba ingresado a causa de una meningitis que contrajo hace dos semanas. Además, el autor de origen irlandés estaba siendo tratado de un melanoma, el cáncer de piel más grave.

Nacido en Nueva York en 1930, McCourt pasó una difícil infancia en Irlanda, de donde era su familia, experiencia que le sirvió de inspiración para su novela más conocida Las cenizas de Ángela, publicada en 1996, cuando el escritor tenía más de 60 años de edad y tras 30 años del ejercicio de la docencia en un colegio.
En 2005 llegó El profesor (Teacher Man), obra en la que McCourt cuenta sus inicios en la enseñanza y los retos que suponía ser un profesor de instituto inexperto en Nueva York.

(Agencias y el País, NYT, LAT)

martes, 7 de julio de 2009

El profesor Frank McCourt

Frank McCourt nació en Estados Unidos, pero pasó su juventud en Irlanda, ya que la Gran Depresión obligó a sus padres –inmigrantes irlandeses– a regresar a su tierra natal cuando él tenía poco más de 3 años. La familia se instaló en Limerick, en medio de la pobreza más absoluta. Sin embargo, a los 19 años, Frank regresó solo a Nueva York con un objetivo: tener una educación, ir a la universidad. Compaginó sus clases con todo tipo de trabajos y, por fin, en 1957 se licenció y empezó a ejercer como profesor de Creación Literaria en diversos institutos neoyorquinos. Con la jubilación llegó el final de la carrera docente y el inicio de la literaria. Con 66 años publicó su primera obra, “Las cenizas de Ángela”. Esta autobiografía se convirtió en un “best-seller” (lleva vendidos más de 20 millones de ejemplares y se ha traducido a más de 20 idiomas), ganó el Pulitzer y fue llevada al cine.

Cuentan que no empezó a escribirla hasta que su madre murió porque ella “no quería que el mundo supiera lo pobres que fuimos”, ha comentado en alguna ocasión. En 1999 publicó “Lo es”, donde narra su aventura vital tras volver a Nueva York. Por B. Begin

“Ser padre es definitivamente más difícil”, palabra del profesor McCourt. “Cuando tuve a mi hija Maggie en mi primer matrimonio, con 39 años, me di cuenta de lo que era. Mientras eres profesor puedes tener encontronazos con tus estudiantes, pero igual que vienen se van... Tus hijos, sin embargo, van a estar día y noche contigo, y por más bien que te portes con ellos, sabes que cuando se hagan adolescentes serán como un dolor en el culo (risas)”. A veces padre, a veces sargento, y a veces bufón, payaso, crítico, rabino o último asidero. Todos esos papeles caben, según McCourt, en la dura piel de un profesor... “Porque en una clase de treinta o cuarenta chavales, siempre hay alguien dispuesto a convertirse en la peste. La “oveja negra” se suele sentar en la última fila, para reclinar su silla contra la pared y hacerte ver así su impostura... Pero hay que hacer lo posible por no caer en su juego, recordarle quién tiene la sartén por el mango, aunque mostrándole al mismo tiempo cierta empatía. Con el tiempo y con la práctica te haces respetar, sin necesidad de imponerte de una manera autoritaria o excesivamente paternalista”.

En el Mundo le hicieron una entrevista y algunas respuestas que me llamaron la atención fueron:

P. ¿Hablamos de la reforma educativa, la eterna asignatura pendiente?
R. La mejor reforma educativa sería deshacernos de los políticos. ¿Acaso les dicen a los médicos "agarra así el bisturí y corta por aquí"? Pues eso es lo que hacen con los profesores. Nos dicen: "Esto es lo que debéis hacer y si no, no os damos el dinero". Mi idea de la educación es enseñar a los niños a pensar críticamente y por ellos mismos. Si los chavales piensan sólo en los exámenes y las notas, actúan por miedo, y así no hay manera de pensar independientemente. Es la misma estrategia de la religión.

P. ¿Qué consejo le daría a un profesor novato?
R. Las cosas funcionan en clase cuando disfrutas con lo que estás haciendo; si los chavales descubren que no te apasiona lo que haces, eres profesor muerto. Mi libro no sólo ha despertado vocaciones de profesor, también ha desanimado a muchos otros que se lo estaban pensando.

P. ¿Y qué me dice de lo mal pagada y valorada que está la profesión?
R. ¡Ah, la mala reputación del profesor! Tenemos que hacer algo para darle una imagen sexy a nuestra profesión, y necesitamos sobre todo un notable aumento de sueldo. No es justo que cobremos menos que los bomberos o los policías y que no tengamos para vivir con nuestra misérrima pensión. No es de extrañar que el 50% de los profesores arrojen la toalla a los cuatro años. Arrastramos la mala fama del pasado y no se valora nuestro esfuerzo. No es sólo el tiempo, es la energía que le dedicas. Imagínese lo que pueden desgastarle a uno 12.000 estudiantes en 30 años.

¿Cree en Dios?
No, no sé si existe Dios. ¿Cómo lo voy a saber? Nadie sabe nada, es todo un misterio. Nací ignorante, aprendí unas pocas cosas y moriré ignorante. ¿Cómo puede alguien tener la certeza de a dónde vamos después de muertos, si es que vamos a alguna parte?

Usted nació en Brooklyn, pero a los 4 años se lo llevaron a Limerick (Irlanda) y allí vivió en un callejón infecto. ¿Qué siente ahora cuando ve el milagro irlandés?
No creo en los milagros, aunque el cambio es como para frotarse los ojos. En Limerick ya no hay niños harapientos y descalzos por las calles; ahora los niños están a dieta porque se están volviendo obesos... Pero aún subsiste la pobreza, como ocurre aquí. No tienes más que cruzar unas manzanas y llegar al Harlem hispano. Los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres...

¿Cree usted en el mito de América como "la tierra de las oportunidades"?
Sí, es una de las pocas cosas en las que sigo creyendo. En este país puedes llegar donde quieras si eres ambicioso. Yo nunca habría podido haber pasado por la universidad si me hubiera quedado en Irlanda. Allí me hice hombre cuando empecé a trabajar a los 14 años como repartidor de telegramas.

¿Y cómo fue lo de hacerse profesor?
No quería trabajar para una compañía, obedeciendo órdenes todo el día. Quería hacer algo significativo, que diera sentido a mi vida y pudiera, tal vez, tocar las vidas de otros.

Antes de contarnos cómo fue su primer día de profesor, díganos cómo fue su último día como estudiante...
Me consideré el hombre más feliz del mundo cuando dejé la escuela. Tenía 13 años y no veía llegar el momento. Todos odiábamos a los profesores: eran duros, crueles, malvados... Nos educaban en el miedo.
(Tomado de El Mundo y el blog Aula 21 de Muñoz de la Peña, Si quieres leer toda la entrevista Clik en el titular)