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miércoles, 26 de febrero de 2020

_- Bombardeo en Dresde: la "tormenta de fuego" que arrasó la ciudad alemana hace 75 años y se volvió la "vergüenza" de los aliados.

_- Era una noche clara, fría e invernal en la ciudad alemana de Dresde cuando pasadas las 9 de la noche las sirenas de alerta temprana comenzaron a aullar.

Imagen de Dresde en 1946 que muestra los efectos del bombardeo

Como de costumbre, sus habitantes se dirigieron a los sótanos de sus casas o a los pocos bunkers que había disponibles para refugiarse. Era casi parte de su rutina. Una rutina que varias ciudades de Alemania venían experimentando desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en 1939.

Pero esa noche del 13 de febrero de 1945 sería distinta; esta vez, no se trataba de un ataque más.

Sin siquiera imaginarlo, los habitantes de Dresde serían las víctimas de uno de los ataques más crudos y mortales perpetrados por los aliados, específicamente por la Real Fuerza Aérea Británica (RAF) y las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos (USAAF).

A la mañana siguiente, los norteamericanos remataron la embestida con más de 300 bombardeos sobre la ciudad, arrasando con lo poco que había quedado en pie la noche anterior.

1.800 toneladas de bombas explosivas y de material incendiario fueron lanzadas sobre la capital sajona entre las 10 de la noche y la 1:00 de la madrugada. El ataque, que se dividió en dos pasadas consecutivas de 20 minutos cada una, reventó casas y edificios, dejando la ciudad reducida a escombros y cenizas.

Más de 25.000 personas murieron en los ataques sobre Dresde. Muchos de ellos, asfixiados por el fuego.

Personas muertas en la calle de Dresde

Fue una verdadera "tormenta de fuego" que desencadenó la muerte de al menos 25.000 personas y que muchos historiadores han calificado de innecesaria y cruel.

Incluso el entonces primer ministro británico, Winston Churchill, expresó dudas inmediatamente después del ataque.

"Me parece que ha llegado el momento en que debería revisarse la cuestión del bombardeo de ciudades alemanas simplemente por aumentar el terror, aunque bajo otros pretextos", escribió.

"La destrucción de Dresde es un serio interrogante contra la conducta de los aliados".

Pero ¿qué llevó a los aliados a ejecutar tan brutal operación?

Una ciudad militar estratégica. Operación trueno.
Así se llamaba el plan del alto mando de los aliados creado en 1944 para atacar por aire varias ciudades de Alemania: Berlín, Chemnitz, Leipzig y Dresde eran parte de los objetivos militares.

Aviones de la RAF británica lanzaron toneladas de bombas explosivas y de material incendiario. Hasta antes de la guerra, Dresde era conocida como la "Florencia alemana" (o la "Florencia del Elba") debido a su rica vida cultural con numerosas colecciones de arte, iglesias barrocas y pequeños callejones. Era, además, un verdadero semillero de arquitectos visionarios, pintores modernistas, compositores y escritores.

Con la llegada de Adolf Hitler al poder, la ciudad -situada cerca de las fronteras polaca y checa- pasó a formar parte de lo más profundo de la Alemania nazi, adoptando rápidamente sus políticas nacionalistas.

Dresde

Una imagen en color de Dresde en 1900, cuando ya era una de las capitales culturales de Europa.

Los jóvenes, por ejemplo, estaban obligados a participar de las "Juventudes Hitlerianas".

El escritor británico Sinclair McKay relata en detalle los acontecimientos que rodearon la embestida en su libro "Dresde 1945, fuego y oscuridad". Según él, a principios de febrero de 1945 quedaban 198 judíos en la ciudad. Antes de la llegada de los nazis, había más de 6.000.

Los pocos judíos que resistían en Dresde, no podían ejercer sus profesiones y fueron apartados de la sociedad con insólitas ordenanzas municipales como la prohibición de utilizar los tranvías o comprar flores y helados.

En forma paralela, la ciudad se convirtió en uno de los centros ferroviarios más importantes de la Alemania nazi. El transporte de los prisioneros a los campos de exterminio y el de las tropas pasaba por ahí.

Además, fue una zona industrial clave para el Reich, abasteciendo de importante material militar al ejército alemán. Decenas de fábricas proporcionaron municiones, piezas de aviones y otros suministros para el esfuerzo de guerra nazi.

Aún así, Dresde era de las pocas ciudades grandes de Alemania que aún no había sido víctima de grandes ataques. Por lo mismo, muchos intuían que podía ser un blanco fácil para los aliados.

Tal como McKay dice en su libro, "todos los habitantes de Dresde sabían que la ciudad atraía cada vez más la atención del enemigo".

Sin embargo, Sinclair es claro al afirmar que era muy difícil prever un ataque de la magnitud de la "tormenta de fuego". "Para la población civil alemana debió ser difícil de imaginar una destrucción mayor que la causada hasta entonces", escribe.

Cayeron sobre la ciudad 1.800 toneladas de explosivos.

Destrucción total
En 1944, los jefes aéreos de Reino Unido y de Estados Unidos decidieron que un ataque a Dresde podría ayudar a sus aliados soviéticos, deteniendo los movimientos de tropas nazis pero también interrumpiendo las evacuaciones alemanas desde el este.

A esas alturas, los bombarderos de la RAF sobre ciudades alemanas habían aumentado en tamaño y potencia después de más de cinco años de guerra.

De esta manera, los aviones transportaban una mezcla de bombas de alto poder explosivo e incendiarias que tenían como objetivo destruir edificios y luego incendiar sus restos, causando más destrucción.

Los ataques anteriores habían aniquilado ciudades alemanas enteras. En julio de 1943, bajo el nombre de "Operación Gomorra", se destruyó la ciudad de Hamburgo casi por completo.

En tierra, la gente intentó escapar de las llamas. Muchos, sin embargo, no lo lograron. Siguiendo el mismo operativo, 800 aviones de la RAF volaron a Dresde la noche del 13 de febrero de 1945. En solo 25 minutos, los aviones británicos lanzaron más de 1.800 toneladas de bombas.

En tierra, los habitantes intentaban refugiarse sin éxito. La primera oleada de bombas dejó a la ciudad sin electricidad. Entonces algunos salieron de su escondite justo cuando la segunda oleada los golpeó nuevamente.

La gente caía muerta mientras otros huían de las llamas. La testigo presencial Margaret Freyer describió una cruda escena de una mujer con su bebé: "Ella corre, se cae y el niño vuela hacia el fuego... La mujer permanece tendida en el suelo, completamente quieta".

Kurt Vonnegut sobrevivió al bombardeo como prisionero de guerra en Dresde. "Dresde fue una gran llamarada. La llama destruyó todo lo orgánico, todo lo que pudiera quemarse", escribió en su libro Slaughterhouse-Five ("Matadero Cinco").

Después del ataque, Vonnegut dijo que el área que lo rodeaba se parecía a la luna. "(No había) nada más que minerales. Las piedras estaban calientes. Todos los demás en el vecindario estaban muertos", indicó.

Un ataque controvertido
La Alemania nazi usó inmediatamente el bombardeo para atacar a los aliados, afirmando que Dresde no tenía una industria de guerra y era solo una ciudad de cultura. Aunque las autoridades locales dijeron que unas 25.000 personas murieron, los nazis afirmaron que 200.000 civiles fueron asesinados.

En Reino Unido, Dresde era conocida como un destino turístico, y algunos parlamentarios y figuras públicas cuestionaron el valor del ataque. Un artículo publicado en aquella época por la agencia de noticias Associated Press dijo que los aliados estaban llevando a cabo bombardeos terroristas, propagando aún más la alarma.

Sin embargo, los planificadores militares de Reino Unido y de Estados Unidos insistieron en que el ataque estaba estratégicamente justificado, de la misma manera que los embates contra otras ciudades alemanas, al interrumpir la industria, destruir las casas de los trabajadores y el transporte en Alemania. Incluso el entonces primer ministro británico, Winston Churchill, expresó dudas inmediatamente después del ataque sobre Dresde.

Aun así, durante décadas se ha debatido y analizado la crudeza de su destrucción.

Un informe estadounidense de 1953 sobre el bombardeo concluyó que se destruyó o dañó severamente el 23% de los edificios industriales de la ciudad y al menos el 50% de sus edificios residenciales. Pero Dresde era "un objetivo militar legítimo", según el informe, y el ataque no contravino "las políticas de bombardeo establecidas".

Cómo los británicos lograron esconder sus tesoros artísticos de Hitler Con todo, los historiadores se preguntan si la destrucción de las ciudades alemanas obstaculizó el esfuerzo de la guerra nazi o simplemente causó la muerte de civiles, especialmente hacia el final de la guerra.

A diferencia de una invasión como la del Día D, es más difícil cuantificar cuánto ayudaron estos ataques a ganar la guerra.

Algunos argumentan que es una falla moral para los aliados, o incluso un crimen de guerra.

Setenta y cinco años después, el bombardeo de Dresde sigue siendo uno de los episodios más polémicos de la Segunda Guerra Mundial.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51475999

P.D.: No diría que es un episodio "polémico", "controvertido", "falla moral",  o "vergonzoso", para mi dadas las circunstancias y la injustificada utilidad táctica y estratégica del bombardeo junto a encontrarse la ciudad en ese momento rodeada por el ejército soviético y llena de refugiados, mujeres, niños y mayores no combatientes, fue un crimen de guerra. Pero los ejecutores ganaron la guerra y, los que ganan las guerras, escriben la Historia.

domingo, 16 de febrero de 2020

_- Good Bye La separación del Reino Unido (pronto desunido) favorece solo a ciertos financieros y a esa oligarquía que hará de la isla una finca para superricos

_- A Hitler no lo derrotó Gran Bretaña. Fue más bien el colosal esfuerzo industrial americano (que supuso, por cierto, la incorporación de las mujeres al trabajo severo), junto con el arrojo de los soldados anglosajones, lo que venció al disciplinado, sacrificado, tonto, pero admirable Ejército alemán, con la inestimable ayuda del invierno ruso y sus millones de cadáveres.

Aquella fue la Gran Bretaña que amamos, la de los soldados audaces, la de los heroicos servicios hospitalarios en el frente, la de la honra de los mutilados, todos ellos empujados por la colosal bravura de Churchill, uno de los últimos políticos adultos que ha dado Europa. Yo conocí aquella Inglaterra de los primeros años sesenta del siglo pasado, aún renqueante, aún empobrecida, casi arruinada, y la amé sin reservas.

Olvidamos, sin embargo, que buena parte de las finanzas y una mayoría de la nobleza apoyó a Hitler hasta que estalló la guerra. Entre otros, los Windsor. Las clases dirigentes inglesas eran odiosas: clasistas, chovinistas, vanidosas, racistas y analfabetas. Churchill tuvo que luchar contra sus amigos y contra sus pares, solo contó con el apoyo de una población que aún entonces conservaba el orgullo del valor y la honra.

Para nuestra desdicha, los herederos de aquella parte de la clase dirigente son los que han llevado a cabo la estafa más artera desde la II Guerra Mundial. La separación del Reino Unido (pronto desunido) favorece solo a esos financieros y a esa oligarquía que hará de la isla una finca para superricos, un centro de blanqueo (ya lo es) y, muy probablemente, un país al borde de la delincuencia internacional. Para lo cual explotan de nuevo el patriotismo de los pobres, pero ahora para convertirlos en miserables.

https://elpais.com/elpais/2020/02/03/opinion/1580734970_254762.html

_- La derrota de Hitler

_- En su lúcido comentario de adiós al Reino Unido por el Brexit, Félix de Azúa celebra la victoria aliada sobre los nazis en la II Guerra Mundial destacando justamente los méritos de norteamericanos y anglosajones en general, “con la inestimable ayuda del invierno ruso...”.

Pero no fue el “invierno ruso”, sin más, sino el enorme sacrificio humano y militar soviético en la decisiva batalla de Stalingrado (verano 1942-febrero 1943), que consiguió frenar y rendir a la poderosa Wehrmacht causándole allí 740.000 muertos.

Como dice Eric Hobsbawm, tras Stalingrado “todo el mundo sabía que la derrota de Alemania era solo cuestión de tiempo”.

CARTAS A LA DIRECTORA. El País.
 Javier Díaz Malledo.
Santa Cruz de Tenerife PD.: En los tiempos que corren, todo se revisa en favor de la derecha y extrema derecha, incluso nazi. Así las celebraciones del fin de la II G. M., y de la victoria se han desplazado a Normandía donde los rusos nunca estuvieron y se representa una narrativa lejos de toda la verdad. Ahora se olvida quienes vencieron al ejercito nazi, quienes lograron detener en su carrera llena de triunfos a la Wehrmacht, fueron los soviéticos en Stalingrado y a las puertas de Moscú. Ahí se rompió esa carrera victoriosa que parecía imparable. Los soviéticos la quebraron haciéndola detener y tomando a 750.000 prisioneros. No debemos olvidar la Historia pues corremos el riesgo de repetirla.

viernes, 31 de enero de 2020

Trabajo esclavo, fusilamientos masivos y cámaras de gas. Gitanos, el genocidio olvidado de la Segunda Guerra Mundial.

Comparado con el Holocausto, el asesinato en masa de medio millón de gitanos (romaníes, sintis y otros grupos) en Europa permanece ignorado y no reconocido. Esta ausencia y la persecución de la que siguen siendo víctimas nos plantean preguntas para las que todavía no hay respuestas claras.

Se trata del "genocidio olvidado" de la Segunda Guerra Mundial: alrededor de 500.000 gitanos fueron asesinados en Europa por los nazis y sus colaboradores durante la Segunda Guerra Mundial, tras la aplicación de políticas destinadas específicamente a perseguirlos. ¿Por qué ha sido olvidado el genocidio de los gitanos? ¿Por qué el reconocimiento aunque sea parcialmente, de esas muertes tardó tanto? ¿Cuáles son los obstáculos que nos impiden aún hoy reconocer plenamente la importancia de este genocidio?

Actualmente, y hasta marzo del 2020, tiene lugar la exposición Víctimas olvidadas: El genocidio nazi de los sintis y los romaníes, en la Biblioteca del Holocausto de Viena en Londres, dedicada a examinar la destrucción nazi de la vida de los gitanos, a examinar las políticas que precedieron a la masacre y a sacar a luz aspectos de esta historia que permanecieron ocultos y en gran medida desconocidos durante décadas. (1)

Ya antes de 1933, los romaníes y los sintis eran víctimas de prejuicios y discriminación en Alemania, pero cuando los nazis llegaron al poder la persecución se acentuó.

A mediados de la década de 1930, se prohibió a los gitanos el ejercicio de ciertas profesiones y muchos fueron trasladados a campos de concentración. A finales de los años 1930, la ideología racial nazi se amplió para incluir la noción de que los gitanos eran de "sangre extranjera" y representaban una amenaza para la fuerza racial de la "raza maestra aria". Como parte del desarrollo de estas ideas, los gitanos fueron sometidos a un programa masivo de investigación pseudocientífica y a programas de esterilización forzada.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los gitanos de los territorios ocupados por los nazis fueron víctimas de deportaciones a campos y guetos, condenados a trabajos forzados y malos tratos, muchos murieron de inanición, fueron víctimas de fusilamientos masivos o murieron en las cámaras de gas en campos como el de Chelmno o el de Auschwitz. Algunos regímenes colaboracionistas, como los Ustachas en Croacia, cometieron también asesinatos en masa contra las poblaciones judías y romaníes.

En un relato donado a la biblioteca de Viena, el doctor Max Benjamin, sobreviviente judío de Auschwitz, describe la "liquidación" del "campo de gitanos" el 2 y 3 de agosto de 1944: esa noche, "todos los gitanos que formaban parte de la población de ese campo fueron asesinados en las cámaras de gas".

A pesar del terrible sufrimiento y de la injusticia sufridos por la población gitana de Europa durante el período nazi, el genocidio de los gitanos ha sido a menudo relegado o minimizado. Una de las principales razones de ello es la multiplicidad de prejuicios, la discriminación y la marginación que los sobrevivientes romaníes y sintis siguieron sufriendo después de la liberación. La hostilidad y los estereotipos negativos sobre los gitanos permanecieron después de 1945. En muchos países, la exclusión de los gitanos de la representación política y del poder económico ha sido un obstáculo para toda campaña en favor del reconocimiento de la persecución y del genocidio.

Esta marginalización se manifiesta en el hecho de que no se procesó a los autores de los crímenes contra los gitanos en los primeros juicios por crímenes de guerra. En la Alemania occidental de la posguerra, existía un clima de negación de la importancia de los horrores cometidos contra las víctimas gitanas, que a menudo no recibían siquiera la indemnización otorgada a otras víctimas de la persecución racial nazi. Muchos memoriales construidos en las décadas posteriores a la guerra no dejaban lugar para las víctimas gitanas.

Alemania reconoció oficialmente los crímenes nazis contra los gitanos como genocidio recién en 1982. La primera disculpa de Francia por haber colaborado en los crímenes nazis contra los romaníes y sintis recién tuvo lugar en 2016.

En la Unión Soviética y en Europa del Este, el genocidio gitano fue también en gran medida ignorado. Los gitanos, que deseaban seguir siendo nómadas, debieron asentarse por la fuerza. En el período poscomunista, la discriminación contra los gitanos aumentó aún y al mismo tiempo, las condiciones de vida y el acceso a los servicios se deterioraron drásticamente.

Nuestra exposición intenta abordar la amnesia colectiva con respecto al genocidio de los gitanos. La Biblioteca del Holocausto de Viena cuenta con colecciones importantes sobre este tema, incluyendo los primeros testimonios de sobrevivientes gitanos (2) recopilados en el marco de un proyecto dirigido por la doctora Eva Reichmann, miembro de la biblioteca, a partir de los años 50. La Biblioteca tiene proyectado publicar algunos de estos testimonios en el correr del año 2020.

También contamos con material recogido en ocasión del primer proyecto de investigación que intentó documentar sistemáticamente el genocidio, un proyecto llevado a cabo por Donald Kenrick y Grattan Puxon a finales de la década de 1960. En la exposición se presentan varias piezas de esta colección, incluidos resúmenes de testimonios de sobrevivientes.

Otro elemento destacado de la exposición es una fotografía de posguerra de Margarete Kraus en la que se puede ver, pese a que no aparece con claridad en la foto, el tatuaje del número de campo en su antebrazo izquierdo. Margarete Kraus fue una romaní checa sobreviviente de Auschwitz, donde fue víctima de experimentos médicos forzados. El retrato de Kraus fue realizado por el periodista de Alemania Oriental Reimar Gilsenbach en la década de 1960. Gilsenbach investigó la persecución de los romaníes durante el período nazi.

Una pieza muy diferente en esta exposición es un documento titulado "Prohibiciones publicadas con respecto a los polacos, judíos y gitanos", presentado en el Juicio de Crímenes de Guerra de Nuremberg como prueba de los crímenes nazis. Con fecha del 10 de marzo de 1944, se trata de una circular enviada por Heinrich Himmler a un grupo de altos funcionarios del Estado informándoles que la "evacuación completa y el aislamiento efectuado" de los judíos y gitanos significaba que ya no eran necesarias más directivas sobre ellos.

La "evacuación" y el "aislamiento" significaban en este contexto que la gran mayoría de los judíos, sintis y romaníes de la Gran Alemania ya habían sido deportados a guetos, a campos de concentración o asesinados. La terminología utilizada aquí ilustra la "realidad plomiza" del lenguaje burocrático de las SS, descrito memorablemente por el historiador Mark Roseman como una "parodia diabólica de la precisión administrativa" [Mark Roseman es autor, entre otros trabajos, de The Wannsee Conference and the Final Solution: A Reconsideration, 2003].

La exposición recoge también la historia de Hans Braun, un sinti alemán nacido en Hannover en 1923. Braun sobrevivió tanto a Auschwitz como a Flossenbürg. La mayoría de los miembros de su familia fueron asesinados en Auschwitz.

Cuando Hans Braun presentó una demanda de indemnización al estado alemán en 1950, la policía local decidió abrir una investigación en su contra - buscando pruebas falsas de que Braun había sido encarcelado como "criminal" - para justificar el rechazo de su pedido.

El hecho de que la verdadera naturaleza y la amplitud del genocidio de los gitanos hayan sido negadas, minimizadas o ignoradas por tantas personas durante tanto tiempo ha resultado insoportable, provocando indignación entre las víctimas sobrevivientes y sus familias.

Si bien ya es demasiado tarde para reparar las injusticias sufridas, no lo es para ocuparse de la marginación y la discriminación a las que se enfrentan las comunidades gitanas hoy en día en países como Hungría, donde la discriminación y la hostilidad hacia los gitanos es habitual, o Ucrania, donde los grupos fascistas han llevado a cabo una serie de ataques violentos contra los gitanos en los últimos dos años. Esta exposición es quizás un comienzo, al reconocer hasta dónde pueden llevar la discriminación y los prejuicios.

Las Editions Page deux (http://www.page2.ch/page2/), Lausana, Suiza, publicó en 2009 la investigación de Thomas Huonker et Regula Ludi, Roms, Sintis et Yéniches. La «politique tsigane» suisse à l’époque du national-socialisme (Romaníes, sintis y yeniches. La “política gitana” suiza en la época del nacional socialismo, con epílogo de Thomas Huonker y un cuaderno de documentos comentados por el mismo Huonker.

Notas

1) Forgotten Victims: The Nazi Genocide of the Roma and Sinti. https://www.wienerlibrary.co.uk/Forgotten-Victims (2) https://blog.ehri-project.eu/author/cschmidt/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

Toby Simpson es directora de la Biblioteca del Holocausto de Viena, en Londres.

Barbara Warnock es conservadora principal y responsable pedagógica en la Biblioteca del Holocausto de Viena, Víctimas olvidadas: El genocidio nazi de los romaníes y sintis.

Fuente:
Haaretz.com, Israel, 23-1-2020