Mostrando entradas con la etiqueta Isidoro Moreno. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Isidoro Moreno. Mostrar todas las entradas

lunes, 29 de mayo de 2017

¿Existe hoy la izquierda?

Isidoro Moreno
Diario de Sevilla

La adhesión plena al sistema y el apoyo activo a las políticas que tantos sufrimientos han provocado han producido la espectacular pérdida de apoyos de los partidos "socialistas"

Una de las noticias internacionales más relevantes de estos días ha sido el hundimiento del Partido Socialista Francés. Teniendo hoy la Presidencia de la República y del Gobierno, no ha pasado del 6% en las elecciones presidenciales. Su candidato ha quedado en quinto lugar, con tres veces votos menos que el cuarto. Hace pocos años, algo similar ocurrió en Grecia al Pasok, y el PS italiano desapareció hace más tiempo, envuelto en escándalos. En Gran Bretaña, el Partido Laborista entró en crisis tras el supuesto descubrimiento de la "tercera vía" por Toni Blair. Aquí, el PSOE está como sabemos: destrozado internamente y actuando para garantizar la continuidad de Rajoy en la Presidencia del Gobierno. Existe un denominador común en este hundimiento general: los partidos denominados socialistas pasaron de ser social-demócratas a convertirse en social-liberales, apuntándose a ser uno de los dos pilares políticos, junto a la derecha tradicional, del sistema económico-social dominante.

Desde hace décadas, en cada uno de los países europeos y en las instituciones de la UE, "populares" y "socialistas" se han repartido en exclusiva los gobiernos, los parlamentos y demás instancias, coaligándose o alternándose. En periodos electorales sacaban siempre a relucir cuestiones en las que pudieran diferenciarse para, luego, realizar políticas muy similares en todo lo fundamental. El comportamiento de unos y otros durante la crisis que comenzó en 2008 despeja toda duda: han sido fieles ejecutores de las decisiones de los poderes financieros, de la troika y de Merkel.

Esta adhesión plena al sistema y el apoyo activo a las políticas que tantos sufrimientos han provocado en muy amplios sectores de la población -trabajadores, empresarios autónomos, estratos medios, pensionistas, jóvenes sin perspectivas de empleo…-, es lo que está produciendo en todos los países la espectacular pérdida de apoyos, reflejada en votos, de los partidos "socialistas". Produciendo con ello la quiebra del bipartismo de la alternancia como régimen político sostenedor del sistema. Cada vez es más claro, para más gente, que los dos pilares de ese régimen están hechos de una misma sustancia, aunque se tiñan con colores diferentes.

Descartada la resurrección de los partidos comunistas -que desaparecieron o se hicieron irrelevantes por sus insuficiencias teóricas (considerar la clase social como única base de todas las desigualdades, menospreciando la importancia del género, de las identidades nacionales y de otros marcadores), su incapacidad para construir modelos propios que no fueran los de la socialdemocracia tras la desaparición del "modelo" soviético, y su dogmatismo y falta de democracia interna-, los dos espacios político-electorales clásicos de la izquierda han dejado prácticamente de existir o se han minimizado aunque puedan continuar vivas organizaciones que se autocalifican con esos términos.

Pero la desaparición o creciente irrelevancia, hoy, de los partidos de la izquierda tradicional no significa, en modo alguno, que hayan dejado de tener vigencia los valores, ideas y aspiraciones que siempre han sido definidos como de izquierda: lucha contra las desigualdades, sentido de la justicia, solidaridad… Valores que hoy han de complementarse necesariamente con otros valores "nuevos" o no plenamente asumidos antes, como el respeto a la naturaleza (al ecosistema) y a los bienes comunes (los llamados generalmente recursos naturales), prioridad de lo colectivo (sobre todo de lo comunitario) frente a los intereses privados, democratización de todas las relaciones sociales, defensa de la diversidad cultural frente a la homogeneización que impone la globalización capitalista, cauces de participación directa en los debates y decisiones sin dejar estos en manos de políticos profesionales, oposición al patriarcalismo, al sexismo y al racismo, derecho de los pueblos-naciones a decidir por sí mismos…

¿Alguna organización o partido en Andalucía, el Estado español o Europa responde a estos valores en su programa y, sobre todo, en su práctica política y electoral? Si partimos de que existen valores y objetivos de izquierda que confrontan el sistema, ¿alguna organización los asume hoy realmente y actúa en consecuencia sin caer en dogmatismos ni oportunismos electoralistas? Pienso que cada quién debe sacar sus propias conclusiones. Y no debemos sorprendernos, y menos deprimirnos, si lo que contemplamos es mucha confusión. Ello siempre ocurre en épocas en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer. Como ya escribió Blas Infante, en estos casos nuestra principal aportación sería actuar de parteros.

Isidoro Moreno.Catedrático emérito de Antropología de la Universidad de Sevilla.

Fuente:
http://www.diariodesevilla.es/opinion/tribuna/Existe-hoy-izquierda_0_1132687309.html

sábado, 4 de junio de 2016

Podemos y el PSOE

Isidoro Moreno

El 26J habrán pasado más de seis meses en que la actividad política, tanto del gobierno en funciones del PP como de los otros partidos, y también buena parte de la actividad de los movimientos sociales han sido sustituidas por escenificaciones y discursos electoralistas. Baste como ejemplo la paralización de la Junta de Andalucía, abstraída su señora presidenta en la cuestión de si el día 27 cogerá o no el AVE a Madrid para quedarse allí y hacerse cargo de la secretaría general de su partido.

En realidad, este casi paréntesis de medio año, y el gasto de más de 130 millones que costarán las nuevas elecciones, sólo se explica por un objetivo: justificar el apoyo o aceptación del PSOE a un gobierno del PP, probablemente con la participación de Ciudadanos, con la acusación a Podemos de impedir un “gobierno de progreso”. Esto mismo se podría haber hecho el 21 de diciembre pasado pero no se consideró a los votantes preparados para ello. Todo lo ocurrido desde entonces ha sido con el fin de prepararlos. El desenlace supondrá la salida de Pedro Sánchez e incluso, si fuera necesario, también de Rajoy, porque para el régimen político de la segunda Restauración Borbónica es esencial que PP-Ciudadanos-PSOE lleguen a un acuerdo. Evidentemente, Susana Díaz, o quien encabece su partido en julio, no va a fotografiarse con Rivera y con Rajoy (o quien sustituya a este) pero sí va a aceptar que gobiernen ambos (ya lo está haciendo ella aquí en Andalucía gracias a un pacto con el primero). Y tratará de vender esta aceptación (este apoyo) como un ejercicio de responsabilidad política, como un sacrificio para garantizar la gobernabilidad y cohesión de España.

De todos modos, el PSOE sólo habrá conseguido prolongar unos meses el momento de su debacle; una debacle que no es resultado solamente de la falta de consistencia de sus últimos secretarios generales, barones y baronesas sino de que se ha quedado sin lugar ideológico-político: el espacio socialdemócrata ya no existe, porque, al igual que el keynesianismo, no es posible dentro del capitalismo globalizado neoliberal. Aquí, y en todas partes, los otrora partidos socialdemócratas, más allá de su palabrería electoral, son ya socioliberales.

Como si no supieran que esto es así, los máximos dirigentes de Podemos repiten ahora que, para que sea posible “el cambio”, es necesario un gobierno entre ellos y el PSOE. Lo que no sólo les obliga a olvidar una de las más celebradas frases del 15M: “el PSOE y el PP la misma m… es”, rehusando a su inicial crítica a la “casta política”, sino incluso a calificar a aquel como un “partido de progreso” (Errejón dixit,) aún señalando que sus líderes son proclives a tener “inconsecuencias”. Si con este planteamiento pretenden provocar un trasvase de votos desde el electorado socialista, considero que la táctica es equivocada, porque legitimar al PSOE como “progresista” puede ayudar a tranquilizar la conciencia de muchos de sus votantes y despejarles las dudas para seguir votándolo. Es hacer algo parecido a lo que casi siempre ha hecho el PCE-IU aunque el objetivo pueda ser distinto.

Si ahora Unidos Podemos, incluso adelantando en votos al PSOE, no lograra superar a este en número de diputados, Sánchez estaría en condiciones de poder presionar a Pablo Iglesias para que le dé su apoyo esgrimiendo su propio argumento de que ambos son partidos “del cambio” y deberían formar gobierno con un programa viable (léase aceptable por la Troika y los poderes fácticos económicos), para impedir que siga gobernando Rajoy. Sería una especie de OPA hostil, que es también la que persiguen, a la inversa, los líderes de Podemos tratando de poner al PSOE en la tesitura de optar por ellos o por el PP, para que elija por sí mismo su forma de suicidio.

A nivel del Estado, el 26J podríamos estar ante la confirmación del fin del bipartidismo turnista. Pero, ¿y en Andalucía? Aquí no ha habido bipartidismo sino monopartidismo. El cambio necesario consiste no en desalojar al PP sino en desmontar el régimen clientelar, corrupto y demagógico del psocialismo. Pero si el PSOE es definido por Iglesias, Errejón, etc. como un partido “de progreso”, con el que hay que compartir gobierno, ¿cómo podría hacerse esto? Evidentemente, saltan a primer plano las contradicciones entre la estrategia de un partido estatal y la que respondería a los intereses andaluces. Y también las limitaciones de un proyecto político que pretende, a la vez, ser de ruptura democrática y gobernar junto a una de las dos columnas del régimen que afirma querer sustituir.

Isidoro Moreno. Catedrático emérito de Antropología
Publicado el 31/05/2016 en Diario de Sevilla y otros diarios andaluces del Grupo Joly.