El comienzo del curso religioso en España, esta primera semana de septiembre, tiene cada año dos acontecimientos especiales: las celebraciones del primer día del Nuevo Año Judío, esta vez el 5774, que empezó el miércoles con la salida de la primera estrella, y el multitudinario congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, que abre esta tarde en Madrid su 33 edición en la sede central del sindicato Comisiones Obreras con un tema muy de actualidad, la teología de la liberación y la pobreza en el mundo.
El Vaticano ha anunciado que la primera encíclica escrita en solitario por el papa Francisco se titulará Beati pauperes (Bienaventurados los pobres), y que se publicará probablemente antes de navidad. ¿Es un paso más del supuesto acercamiento – o, al menos, comprensión-, del Vaticano hacia la teología de la liberación, la corriente del pensamiento cristiano perseguida y execrada por los papas anteriores, el polaco Juan Pablo II y el alemán Benedicto XVI? Todavía en 2009 el papa Ratzinger advirtió a los obispos de Brasil, de visita en Roma, sobre los “desastrosos efectos” de esa corriente teológica en la Iglesia romana. Les recordó la instrucción ‘Libertatis Nuntius’ sobre esa teología, emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe cuando lo presidía él mismo. "Sus consecuencias más o menos visibles hechas de rebelión, división, discordancia, ofensa, anarquía aún ahora se hacen sentir, creando en nuestras comunidades diocesanas gran sufrimiento y una grave pérdida de fuerzas vivas", dijo Ratzinger.
El debate vuelve a la calle avivado por la publicación el martes pasado en el periódico oficial del Papa, L'Osservatore Romano, de un artículo firmado por Gustavo Gutiérrez, el sacerdote peruano que dio nombre a la Teología de la liberación con la publicación en 1971 de un libro con ese título, traducido ya a medio centenar de idiomas, seguido de La fuerza histórica de los pobres (Lima, 1979). L'Osservatore Romano recogía ese día fragmentos del su libro De la parte de los pobres. Teología de la liberación, teología de la Iglesia, además de nuevas reflexiones del religioso peruano, cobijado ahora en un convento de dominicos en Francia, sobre la pobreza y en contra del "neoliberalismo económico" y de la "deshumanización de la economía".
“La Teología de la liberación, hoy” es el título del congreso de este año, que cuenta con la participación especial del obispo mexicano Raúl Vera, diocesano de Saltillo, y del jesuita Juan Masiá, castigado por su teología bioética. El obispo Vera se inició en el episcopado como auxiliar de Samuel Ruiz, el mítico prelado de Chiapas, y fue ‘exiliado’ por Roma más tarde a Saltillo por sus simpatías con el movimiento indigenista (ha sido acusado, incluso, de zapatista). Es una de las voces más interpelantes en México, muy críticas con el llamado Primer Mundo, y más escuchadas en el mundo desde América Latina. Hablará el sábado a los congresistas sobre ‘La Iglesia de los pobres’.
Pese a que todos los congresos de Teología de la Asociación Juan XXIII se han movido en el horizonte de la corriente teológica bautizada por Gustavo Gutiérrez y han seguido su metodología y orientación, nunca antes se había abordado como tema específico y monográfico. Se hace este año “respondiendo a las peticiones de no pocos congresistas habituales, precisamente en un momento en el que se oyen voces de que la Teología de la Liberación no goza de buena salud, incluso que ha muerto, y otros informes médico-ideológicos similares, la mayoría de las veces procedentes de adversarios de dicha teología que confunden su deseo mortífero con la realidad, que es muy otra”. Lo afirma el secretario general de la asociación organizadora, Juan José Tamayo, él mismo relevante teólogo de la liberación.
Pese a los nuevos aires renovadores del cristianismo romano, propiciados por el papa Francisco, los teólogos convocados entre hoy y el domingo en número que suele superar el millar van a reflexionar sobre esta pregunta: ¿Puede asumir la Iglesia institucional la teología de la liberación? Esto opina Tamayo: “A la vista de no pocos de los gestos, palabras, actitudes y opciones del papa Francisco, la respuesta parece ser afirmativa. Así lo creen importantes sectores religiosos y laicos, incluidos los progresistas y hasta algunos teólogos –no así las teólogas- de la liberación. Yo creo, sin embargo, que una teología de la liberación que hace de la opción por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la institución eclesiástica por el lugar social en el que se ubica –los pobres, los movimientos sociales-, la radicalidad de sus opciones –interculturalidad, pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual-, la revolución metodológica que implica y la crítica del poder eclesiástico y de sus instituciones. En los discursos pronunciados durante su visita en Brasil el papa Francisco ni siquiera citó la teología de la liberación. Tampoco se encontró con ninguno de sus cultivadores, muy numerosos en Brasil. A lo más que puede llegar la institución eclesiástica es a respetar la teología de la liberación, establecer una moratoria, no condenarla, a no sancionar a sus cultivadores y cultivadoras”.
El congreso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII cuenta con gran presencia y representación de las diferentes teologías de la liberación del mundo: América Latina, Asia, África y Europa. Ayer jueves lo abrió Juan Torres, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, y uno de los más prestigiosos economistas con propuestas alternativas al neoliberalismo, que tan catastróficas consecuencias está ocasionando en los sectores más vulnerables de la sociedad.
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