En la sesión de este pasado miércoles quedó claro que la mayoría parlamentaria que “volvió” a investir a Pedro Sánchez como presidente de Gobierno tiene decidido que la ley de amnistía es absolutamente imprescindible para que se pueda debatir políticamente la integración de Catalunya en el Estado, el problema constitucional más importante al que ha tenido que enfrentarse España en los dos únicos procesos constituyentes democráticos que ha tenido en su historia: el de 1931 y el de 1977-78. Por motivos distintos y con consecuencias también distintas, en ninguno de ambos se ha conseguido encontrar una respuesta de aceptación generalizada con una vigencia indefinida. Se trata, por tanto, de una “asignatura pendiente”.
He puesto entre comillas “volvió”, porque la mayoría parlamentaria de la investidura de 2023 es la mayoría parlamentaria de la moción de censura de julio de 2018. No la de 2019. Todo el nacionalismo catalán y todo el nacionalismo vasco han sido necesarios en ambos casos. En la moción de censura fue la incorporación del nacionalismo catalán el que arrastró al PNV e hizo posible el éxito de la misma. Recuérdese que el PNV había pactado los Presupuestos Generales del Estado con el Gobierno presidido por Mariano Rajoy y que una de las condiciones que puso para votar la moción de censura fue la de que el nuevo Gobierno se comprometiera a la aprobación de dichos Presupuestos. En 2023 ha sido a la inversa. Fue la intervención de Aitor Esteban respondiendo a Alberto Núñez Feijóo en el debate de investidura de este último: “¿Núñez Feijóo o amnistía?, pues amnistía” la que dejó claro cuál era la cuestión de la que dependía que la legislatura pudiera echar a andar.
Echar a andar no quiere decir que la legislatura ya esté encauzada. Quiere decir que existe la posibilidad de una negociación política con una Constitución Territorial “no mutilada”. Que va a ser difícil, pero que es posible. A esa posibilidad es a la que se dijo sí este pasado miércoles. La necesidad de la amnistía va calando. De ahí que no haya sido ni siquiera especialmente polémico el debate de las enmiendas a la totalidad, a diferencia de lo que ha ocurrido con los debates y votaciones de los tres Decretos-leyes, que lo han sido porque a través de la no convalidación de los mismos lo que se perseguía era crear un ambiente que dificultara la continuidad de la tramitación parlamentaria de la proposición de ley de amnistía. Las derechas españolas daban por perdido el ataque frontal a la ley de amnistía, pero pretendían hacerla imposible de una manera oblicua mediante la no convalidación de los Decretos-leyes.
Como el lector ya sabe, la mayoría parlamentaria ha sobrevivido a la emboscada de las derechas. Los dos Decretos-leyes decisivos, que afectaban al Gobierno en su totalidad, han sido aprobados. De manera un poco estrambótica uno de ellos, pero han sido aprobados, que es de lo que se trataba. El lenguaje tanto verbal como corporal de Pedro Sánchez y de Alberto Núñez Feijóo lo dijeron todo. La derecha fracasó por completo y el Gobierno consiguió lo que se proponía, que no era más que comprobar que Junts va a ser muy exigente, pero que no está dispuesto a la ruptura. Hubiera preferido hacerlo con un coste de imagen menor al que tuvo que soportar, pero lo consiguió. Nada grave se rompió en la mayoría parlamentaria.
El tercer Decreto-ley que no fue convalidado no ha sido una derrota del Gobierno. Ha sido el resultado de la quiebra del grupo parlamentario de Sumar. No puedo pronunciarme con solvencia sobre el contenido del decreto, porque es una materia compleja a la que necesitaría dedicarle mucho tiempo para formarme una opinión inequívoca, pero, por lo que he escuchado en la Ser en la mañana del jueves y por lo leído en La Vanguardia a Pedro Vallín, 'Podemos o la falacia del nirvana', no parece que el voto negativo de los cinco diputados de Podemos esté justificado por encima de toda duda razonable. Más bien da la impresión de lo contrario. No es una reacción política ante una decisión gubernamental, sino un ataque pasional a la vicepresidenta Yolanda Díaz porque sí, es decir, sin una justificación objetiva y razonable, lo que va a obligar a Podemos a explicar su coincidencia con el PP y Vox en el rechazo a una medida que afecta negativamente a la parte del cuerpo electoral que puede encontrarse más próxima a los que Podemos dice querer representar.
La sesión del miércoles en el Pleno del Congreso de los Diputados dejó claro dos cosas:
1ª Que las derechas españolas siguen instaladas en la urgencia de derribar a Pedro Sánchez, porque no soportan su continuidad en la presidencia del Gobierno. Siguen sin aceptar que el resultado electoral, en lugar de ser un referéndum sobre el Gobierno Sánchez, como habían pretendido, ha sido un referéndum sobre la oposición del PP y Vox durante la legislatura. El cuerpo electoral no ha dado un Sí con mayúsculas a Pedro Sánchez, pero ha dado un No rotundo al tándem Alberto Núñez Feijóo-Santiago Abascal. Mientras no acepten esta realidad, tirarán piedras contra su propio tejado.
2ª Que el Gobierno no puede gobernar en esta legislatura como lo hizo en la anterior. Pedro Sánchez debería mirar a Francia y a lo que le está ocurriendo a Emmanuel Macron con el abuso del artículo 49.3 de la Constitución francesa, que es el equivalente políticamente a lo que se está haciendo en España con el artículo 86 de la Constitución. No se puede seguir exigiendo a los socios que aprueben primero y hablar después. Y entre los socios hay que contar con los cinco diputados de Podemos, que no son parte de la mayoría del Gobierno de coalición.
No sé si se le ha ofrecido a Podemos o no la posibilidad de tramitar el Decreto-ley, tras su convalidación, como proyecto de ley por el procedimiento de urgencia. Si se le ha ofrecido esa posibilidad y la ha rechazado, la conducta de Podemos sería injustificable. Si no se le ha ofrecido, sería el Gobierno el que tendría que reflexionar. En todo caso, no es un problema que no se pueda resolver con relativa facilidad en las próximas semanas.
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domingo, 14 de enero de 2024
miércoles, 19 de septiembre de 2018
Aznar* niega que el PP sea corrupto y se enfrenta con todos en el Congreso. La oposición aprovecha una comparecencia del expresidente en la que se desmarca de Correa, de los sobresueldos y de la financiación ilegal para cuestionar todo su mandato.
Lo negó todo, no entonó ningún mea culpa ni asumió ninguna autocrítica. Al contrario, fue retador. El expresidente del Gobierno, José María Aznar, negó haber conocido, contratado o haberse reunido nunca con el fundador de la trama Gürtel, Francisco Correa, rechazó haber cobrado algún sobresueldo del PP y cuestionó incluso el sentido de la sentencia impuesta por la Audiencia Nacional en el juicio central de ese caso de corrupción que acabó con la carrera de Mariano Rajoy. Afirmó así que su partido no es corrupto y que no montó en su seno un sistema de financiación ilegal. Toda la oposición le tenía ganas y aprovechó su presencia para arremeter contra su tono, su estilo y, sobre todo, los espinosos ángulos oscuros de todo su mandato de presidente del Gobierno y del PP. Aznar no solo no eludió los enfrentamientos sino que los alentó contra el socialista Rafael Simancas, el republicano Gabriel Rufián y contra Pablo Iglesias.
Fue un aquelarre que duró más de cuatro horas y quince minutos. El presidente de la comisión sobre la financiación ilegal del PP, el canario Pedro Quevedo, resultó además muy permisivo y dejó que el asunto fuese sobrepasado con creces y los portavoces de los distintos partidos y el propio Aznar se mostraran encantados de resolver algunas cuitas pendientes.
La cita comenzó ya fuerte, con el socialista Rafael Simancas dejando para la oficialidad de las actas confidencias de pasillo de diputados actuales del PP -que se refieren a Aznar con la confesión de que ellos, ahora, se están comiendo “toda su mierda”-. Simancas le exigió al expresidente popular que reconozca los hechos de la caja oculta y opaca del PP “y no escurra el bulto”, que pida perdón y disculpas a la “hastiada” sociedad española y que asuma alguna responsabilidad. Nada de eso sucedió.
La Gürtel, uno de los puntos centrales
El portavoz del PSOE se agarró para sus ataques iniciales a la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la pieza central del caso Gürtel, conocida el pasado mes de mayo y que determinó condenas de hasta 51 años de cárcel a 29 de los 37 acusados, que suman 351 años de presidio, una resolución que puso en solfa la credibilidad del testimonio del expresidente Rajoy y que condenó al PP a pagar 245.492 euros por lucrarse de ese entramado de corrupción para la organización de varios actos electorales.
Fue en ese punto cuando Aznar rebatió que le parecía “un poco exagerado” acusar a todo el PP de ser un partido corrupto tras haber sido condenados a título lucrativo, cuando, apuntó, esa sentencia está recurrida ante el Tribunal Supremo y afecta solo a dos casos en dos ayuntamientos madrileños (Pozuelo y Majadahonda) por un importe total de unos 200.000 euros. Enseñó entonces también cuál iba a ser su estrategia de defensa: el ventilador. Al PSOE le reprochó en varios momentos el caso de los ERE de Andalucía, con 320 cargos afectados y una cuantía de 855 millones de euros, la condonación de 50 millones de euros en los bancos y hasta Filesa.
Aznar contestó a Simancas -y luego lo repitió a otros portavoces- que nunca “conoció ni contrató a Correa”. El diputado socialista le recordó que el jefe de Gürtel fue padrino en la boda de su hija, “en la que había más delincuentes que en una película de Coppola” y le enumeró la ristra de sus excolaboradores afectados por casos de corrupción: Luis Bárcenas, Ana Mato, Jesús Sepúlveda, Eduardo Zaplana… “¿Y usted pasaba por allí? cuando la sentencia establece que hubo una caja b y una estructura paralela a la oficial, de dinero negro u opaco, desde 1989”. Aznar tomó el mando total del PP en el congreso de 1990 y no lo dejó hasta 2004. Fue la época de florecimiento de Gürtel y Correa dentro del PP.
Aznar optó por minimizar la valía de la sentencia de Gürtel y se parapetó en que, tras diez años de instrucción del caso, tres jueces y múltiples testimonios recogidos en el juicio, él no ha sido nunca citado a declarar, ni imputado. Aznar se aferró a su idea de que “no existe una caja b del PP ni una trama para actos delictivos” sino, en todo caso, algunas personas que pudieron cometerlos y que no son todo el partido. El expresidente se declaró “orgulloso de haber sido presidente 14 años del PP” y de su hoja de servicios y hasta rescató la posición del actual presidente, el socialista Pedro Sánchez, que aseguró al ganar la moción de censura que “el PP no es un partido corrupto”.
A la pregunta de Simancas sobre la acusación de que Aznar recibió sobresueldos, en sobres, en su época de presidente del partido, el exlíder del PP lo negó y detalló que solo compaginó, en su época, el salario de jefe del ejecutivo y responsable del PP, ambas retribuciones declaradas a Hacienda. El diputado del PSOE le recordó a Aznar que algunos cargos del PP, como Eugenio Nasarre, Jaime Ignacio del Burgo, Jaume Matas o Pío García Escudero, han reconocido que recibieron dinero del partido que figuraba en la contabilidad b de Luis Bárcenas para distintos cometidos. Aznar enmarcó esas aportaciones en ayudas para solventar problemas relacionados con amenazas de la banda terrorista ETA. Generosidad que ahora repetiría.
Aznar, a gusto como diputado
El expresidente Aznar se fue sintiendo cada vez más a gusto en su olvidada faceta parlamentaria, rememoró que estuvo 20 años de diputado en el Congreso, y no desperdició la ocasión para derivar el debate hacia revanchas que tenía pendientes. En uno de esos pasajes se entretuvo en hacer chanzas sobre que el actual presidente llame “proyectiles de alta precisión” a las bombas que se han vendido a Arabia Saudí y que han provocado la desautorización de la ministra de Defensa, Margarita Robles, o a mofarse de su debilidad parlamentaria con tan solo 84 diputados.
Simancas resucitó, a su vez, el escándalo que se desató en el verano de 2003, cuando él mismo ganó unas elecciones autonómicas en Madrid y se disponía a gobernar. Dos diputados del PSOE se ausentaron y posibilitaron luego la elección de Esperanza Aguirre. Simancas insinuó muy directamente que Aznar y el PP tuvieron mucho que ver con aquella actuación. Aznar ironizó con que Simancas debería intentar “superar todas sus frustraciones y disgustos” y “reinventar” su vida.
La tensión se desbocó cuando tomó la palabra Gabriel Rubián, diputado de ERC. Acusó a Aznar de mentir y le recriminó la participación de 2.600 soldados españoles en la guerra de Irak, la muerte del cámara de Telecinco José Couso (del que Rufián llevaba una camiseta) y hasta el ingreso en prisión y la fuga al extranjero de varios políticos catalanes presos. Y le preguntó en tono directo y provocativo: “¿Tiene usted vergüenza?”. Aznar se atrevió a recomendar al diputado separatista que no tirase de “histrionismo” en sus debates parlamentarios y le recriminó formar parte de “un partido golpista que quiere destruir el orden constitucional” y que tiene a sus máximos dirigentes en prisión.
Aznar relató que durante sus mandatos en La Moncloa (presumió de haber sido el primero en terminar los los dos) nombró 71 cargos ministeriales y solo ha visto a uno condenado con sentencia firme y por una actuación posterior. Y se agarró, en lo demás, a la presunción de inocencia. También pidió solidaridad ante la situación de Eduardo Zaplana, en la cárcel, que ha pedido su libertad condicional por padecer leucemia. Rufián afeó a Aznar defender a un partido que no condena el golpe de 1936 y lo etiquetó como “el padrino del cartel” de la trama Gürtel. Aznar se remontó al golpe de 1934 y a que un exconsejero catalán de ERC fue condenado por contrabando de tabaco.
En ese ritmo frenético de increpaciones y ataques, Rufián sacó toda la lista de miembros de los equipos de Aznar salpicados por corrupción, narró una escena mítica de El Padrino, los relacionó con la boda en el Escorial de su hija y hasta lo interrogó sobre a qué se dedica su yerno, Alejandro Agag, al que definió como “el Steve Jobs de Gürtel”. Aznar tampoco eludió ese terreno pantanoso. Bromeó con que él no se casó aquel día, con que cumple ahora 40 años de feliz matrimonio con Ana Botella, y se desmarcó de los apuntes de Bárcenas donde aparecen pagos a J. M.: “No tengo noticia, ni estoy en nada ni tengo nada que ver con esos papeles ni con esas siglas; yo no tengo que probar mi inocencia”. Y piropeó a su yerno: “Es un empresario de éxito en el Reino Unido y en el mundo”.
El duelo con el portavoz de Bildu, Oskar Matute, se enfangó cuando Aznar relacionó a esa formación directamente “con Batasuna y una parte de ETA” y el diputado vasco lo menospreció como una reliquia del pasado. No contestó a nada de lo que le preguntó el representante del PNV, pero sí le confesó que se lo estaba pasando bien. Por parte de Ciudadanos, su diputado Toni Cantó subrayó que no entendía el “tono y la actitud chulesca, no humilde y ocurrente” del expresidente llamado a declarar en una comisión de investigación sobre financiación ilegal y criticó el combate sobre el “y tú más” emprendido con el portavoz del PSOE. Aznar se defendió preconizando que nadie puede aventurar lo que puede llegar a hacer mal un compañero de partido varios años después de dejar su cargo.
El expresidente del Gobierno recogió unas alusiones a su frase “Váyase, señor González”, en un debate de la nación, para constatar que ahora se lleva mejor con el exlíder del PSOE “pese a haber discutido mucho”, que colaborarán juntos en un acto este jueves y para extrapolar que les une un “consenso sobre la transición democrática” que se mantuvo durante los ejecutivos del PSOE y del PP.
Enfrentamiento con Podemos
En la traca faltaba la intervención más esperada del líder de Podemos, Pablo Iglesias, que no es portavoz en esa comisión pero quiso asumir este martes esa función. Iglesias se quiso ceñir al objeto de la comisión, pero Aznar lo estaba esperando hace tiempo. El líder de Podemos le tocó en el orgullo más sensible, además, cuando le recordó todo el rato que estaba obligado a no mentir. Iglesias se interesó por aspectos tan concretos como si Aznar había detectado alguna irregularidad durante sus mandatos en el PP y el expresidente replicó con alusiones a que Podemos se benefició de financiación de gobiernos extranjeros y condonaciones. Iglesias le cuestionó sobre si en su día tuvo acceso a las escuchas de otro extesorero del PP, Rosendo Naseiro, y el líder popular retomó la acusación de la financiación de 270.000 euros a Podemos desde Venezuela o Irán. Iglesias quiso saber por qué Aznar había escrito artículos en el Instituto de Estudios Financieros con Ramón Blanco Balín, uno de los cerebros de la trama Gürtel, y el exdirigente del PP afirmó que nunca fue su amigo y que le conoció menos que el líder de Podemos a Nicolás Maduro. Y así más.
Aznar estaba más tenso en ese pasaje, y al final le soltó a Iglesias: “Usted me parece un peligro para la democracia en España y lo demuestra todos los días”. Iglesias tampoco se cortó: “Esto no es un tribunal de justicia, y no se le pide ninguna responsabilidad penal pero sí política. Usted ha mentido y usted es el máximo responsable de la corrupción del PP”. Ya no hubo tregua. Aznar reprendió a Iglesias ser “un antisistema y anticapitalista, no fiable e incapaz de decir la verdad hasta el final”. Iglesias concluyó que la intervención del expresidente le había parecido “triste” y proclamó: “Trabajaré para que en mi patria nadie se tenga que avergonzar de expresidentes como usted”. Aznar aclaró: “Me da igual, su partido quiere destruir el sistema de 1978”.
https://elpais.com/politica/2018/09/18/actualidad/1537262272_803440.html?autoplay=1
* Post Data y Comentario:
Lo que me ha causado mucha impresión es la prepotencia e incluso chulería y desprecio con que el compareciente se mostraba en todo momento, y la falta de reacción por parte de la comisión, como por parte de los representante de los partidos le pararan con firmeza los piés y le recordaran sus obligaciones. Vimos como en múltiples ocasiones adoptó el rol de los diputados investigadores, haciéndoles preguntas en vez de contestar a las que le hacían, incumpliendo sus obligaciones ciudadanas de comparecer, colaborar en la investigación y no mentir.
En muchas ocasiones, se permitió juzgar a los diputados con juicios de valor no solo fuera de lugar -ni era el lugar ni era la ocasión ni tenia autoridad para ello en su calidad de compareciente- saltándose e incumpliendo todas las normas. El presidente de la comisión no lo llamó al orden, ni con la autoridad que legalmente poseía, cortó de raíz y tajantemente estos comportamientos y actitudes y no le hizo en ningún momento rectificar, como era de rigor y su obligación de presidencia neutral y no sesgada. Solo en una ocasión, con Pablo Iglesias, al que el compareciente le repetía una y otra vez acusaciones ya demostradas ante los tribunales, falsas, el Presidente le hizo un comentario, que no rectificación, ni llamada al orden.
Es un ejemplo más de las actitudes y comportamientos a los que la derecha de este país nos tienen habituados. Desde el levantamiento criminal contra la legalidad republicana del 18 de julio del 36, (sin justificación real ninguna, más que la defensa de sus privilegios injustos de clase, mientra el pueblo padecía toda suerte de injusticias, desprecios, hambre y necesidades de una educación y salud gratis para todos.) al que mintiendo de entrada llamaron cruzada, y en el que durante años se permitieron juzgar a los defensores de dicha legalidad como sublevados dándole una vuelta a toda la verdad, la justicia y el sentido común sino también a todo el ordenamiento jurídico con leyes injusta y con utilización del sistema "legal" civil y militar como un obsceno fraude de ley y venganza. Lo que supuso una represión sin par, con cientos de miles fusilados, desaparecidos, torturados, apaleados, condenados y ejecutados con el ignominioso garrote vil, sin precedentes, con prohibición, persecución y represión de todo intento de asociación obrera de autodefensa; partidos o sindicatos, durante más de 40 años. Después esa derecha alardea de constitucionalista, de ser respetuosa con las normas y legal,...
He subrayado y puesto en negrita las partes de la crónica en las que el compareciente adopta el rol de investigador o portavoz y se le permite, ¡¡¡una y otra vez con todos los portavoces!!! No contesta a las preguntas, miente, utiliza el insulto, la ironía, la mentira, acusa falsamente, pregunta, sentencia, se niega a contestar reiteradamente y en definitiva se ríe del Congreso, de las normas sobre la comisión y de todos nosotros con una prepotencia y chulería inadmisible. No podemos olvidar que nos metió en una guerra injusta y criminal basada en mentiras que repitió múltiples veces y de la que todos los otros de las Azores se han arrepentido, pedido disculpas y lamentado, menos él. Terrible.
Fue un aquelarre que duró más de cuatro horas y quince minutos. El presidente de la comisión sobre la financiación ilegal del PP, el canario Pedro Quevedo, resultó además muy permisivo y dejó que el asunto fuese sobrepasado con creces y los portavoces de los distintos partidos y el propio Aznar se mostraran encantados de resolver algunas cuitas pendientes.
La cita comenzó ya fuerte, con el socialista Rafael Simancas dejando para la oficialidad de las actas confidencias de pasillo de diputados actuales del PP -que se refieren a Aznar con la confesión de que ellos, ahora, se están comiendo “toda su mierda”-. Simancas le exigió al expresidente popular que reconozca los hechos de la caja oculta y opaca del PP “y no escurra el bulto”, que pida perdón y disculpas a la “hastiada” sociedad española y que asuma alguna responsabilidad. Nada de eso sucedió.
La Gürtel, uno de los puntos centrales
El portavoz del PSOE se agarró para sus ataques iniciales a la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la pieza central del caso Gürtel, conocida el pasado mes de mayo y que determinó condenas de hasta 51 años de cárcel a 29 de los 37 acusados, que suman 351 años de presidio, una resolución que puso en solfa la credibilidad del testimonio del expresidente Rajoy y que condenó al PP a pagar 245.492 euros por lucrarse de ese entramado de corrupción para la organización de varios actos electorales.
Fue en ese punto cuando Aznar rebatió que le parecía “un poco exagerado” acusar a todo el PP de ser un partido corrupto tras haber sido condenados a título lucrativo, cuando, apuntó, esa sentencia está recurrida ante el Tribunal Supremo y afecta solo a dos casos en dos ayuntamientos madrileños (Pozuelo y Majadahonda) por un importe total de unos 200.000 euros. Enseñó entonces también cuál iba a ser su estrategia de defensa: el ventilador. Al PSOE le reprochó en varios momentos el caso de los ERE de Andalucía, con 320 cargos afectados y una cuantía de 855 millones de euros, la condonación de 50 millones de euros en los bancos y hasta Filesa.
Aznar contestó a Simancas -y luego lo repitió a otros portavoces- que nunca “conoció ni contrató a Correa”. El diputado socialista le recordó que el jefe de Gürtel fue padrino en la boda de su hija, “en la que había más delincuentes que en una película de Coppola” y le enumeró la ristra de sus excolaboradores afectados por casos de corrupción: Luis Bárcenas, Ana Mato, Jesús Sepúlveda, Eduardo Zaplana… “¿Y usted pasaba por allí? cuando la sentencia establece que hubo una caja b y una estructura paralela a la oficial, de dinero negro u opaco, desde 1989”. Aznar tomó el mando total del PP en el congreso de 1990 y no lo dejó hasta 2004. Fue la época de florecimiento de Gürtel y Correa dentro del PP.
Aznar optó por minimizar la valía de la sentencia de Gürtel y se parapetó en que, tras diez años de instrucción del caso, tres jueces y múltiples testimonios recogidos en el juicio, él no ha sido nunca citado a declarar, ni imputado. Aznar se aferró a su idea de que “no existe una caja b del PP ni una trama para actos delictivos” sino, en todo caso, algunas personas que pudieron cometerlos y que no son todo el partido. El expresidente se declaró “orgulloso de haber sido presidente 14 años del PP” y de su hoja de servicios y hasta rescató la posición del actual presidente, el socialista Pedro Sánchez, que aseguró al ganar la moción de censura que “el PP no es un partido corrupto”.
A la pregunta de Simancas sobre la acusación de que Aznar recibió sobresueldos, en sobres, en su época de presidente del partido, el exlíder del PP lo negó y detalló que solo compaginó, en su época, el salario de jefe del ejecutivo y responsable del PP, ambas retribuciones declaradas a Hacienda. El diputado del PSOE le recordó a Aznar que algunos cargos del PP, como Eugenio Nasarre, Jaime Ignacio del Burgo, Jaume Matas o Pío García Escudero, han reconocido que recibieron dinero del partido que figuraba en la contabilidad b de Luis Bárcenas para distintos cometidos. Aznar enmarcó esas aportaciones en ayudas para solventar problemas relacionados con amenazas de la banda terrorista ETA. Generosidad que ahora repetiría.
Aznar, a gusto como diputado
El expresidente Aznar se fue sintiendo cada vez más a gusto en su olvidada faceta parlamentaria, rememoró que estuvo 20 años de diputado en el Congreso, y no desperdició la ocasión para derivar el debate hacia revanchas que tenía pendientes. En uno de esos pasajes se entretuvo en hacer chanzas sobre que el actual presidente llame “proyectiles de alta precisión” a las bombas que se han vendido a Arabia Saudí y que han provocado la desautorización de la ministra de Defensa, Margarita Robles, o a mofarse de su debilidad parlamentaria con tan solo 84 diputados.
Simancas resucitó, a su vez, el escándalo que se desató en el verano de 2003, cuando él mismo ganó unas elecciones autonómicas en Madrid y se disponía a gobernar. Dos diputados del PSOE se ausentaron y posibilitaron luego la elección de Esperanza Aguirre. Simancas insinuó muy directamente que Aznar y el PP tuvieron mucho que ver con aquella actuación. Aznar ironizó con que Simancas debería intentar “superar todas sus frustraciones y disgustos” y “reinventar” su vida.
La tensión se desbocó cuando tomó la palabra Gabriel Rubián, diputado de ERC. Acusó a Aznar de mentir y le recriminó la participación de 2.600 soldados españoles en la guerra de Irak, la muerte del cámara de Telecinco José Couso (del que Rufián llevaba una camiseta) y hasta el ingreso en prisión y la fuga al extranjero de varios políticos catalanes presos. Y le preguntó en tono directo y provocativo: “¿Tiene usted vergüenza?”. Aznar se atrevió a recomendar al diputado separatista que no tirase de “histrionismo” en sus debates parlamentarios y le recriminó formar parte de “un partido golpista que quiere destruir el orden constitucional” y que tiene a sus máximos dirigentes en prisión.
Aznar relató que durante sus mandatos en La Moncloa (presumió de haber sido el primero en terminar los los dos) nombró 71 cargos ministeriales y solo ha visto a uno condenado con sentencia firme y por una actuación posterior. Y se agarró, en lo demás, a la presunción de inocencia. También pidió solidaridad ante la situación de Eduardo Zaplana, en la cárcel, que ha pedido su libertad condicional por padecer leucemia. Rufián afeó a Aznar defender a un partido que no condena el golpe de 1936 y lo etiquetó como “el padrino del cartel” de la trama Gürtel. Aznar se remontó al golpe de 1934 y a que un exconsejero catalán de ERC fue condenado por contrabando de tabaco.
En ese ritmo frenético de increpaciones y ataques, Rufián sacó toda la lista de miembros de los equipos de Aznar salpicados por corrupción, narró una escena mítica de El Padrino, los relacionó con la boda en el Escorial de su hija y hasta lo interrogó sobre a qué se dedica su yerno, Alejandro Agag, al que definió como “el Steve Jobs de Gürtel”. Aznar tampoco eludió ese terreno pantanoso. Bromeó con que él no se casó aquel día, con que cumple ahora 40 años de feliz matrimonio con Ana Botella, y se desmarcó de los apuntes de Bárcenas donde aparecen pagos a J. M.: “No tengo noticia, ni estoy en nada ni tengo nada que ver con esos papeles ni con esas siglas; yo no tengo que probar mi inocencia”. Y piropeó a su yerno: “Es un empresario de éxito en el Reino Unido y en el mundo”.
El duelo con el portavoz de Bildu, Oskar Matute, se enfangó cuando Aznar relacionó a esa formación directamente “con Batasuna y una parte de ETA” y el diputado vasco lo menospreció como una reliquia del pasado. No contestó a nada de lo que le preguntó el representante del PNV, pero sí le confesó que se lo estaba pasando bien. Por parte de Ciudadanos, su diputado Toni Cantó subrayó que no entendía el “tono y la actitud chulesca, no humilde y ocurrente” del expresidente llamado a declarar en una comisión de investigación sobre financiación ilegal y criticó el combate sobre el “y tú más” emprendido con el portavoz del PSOE. Aznar se defendió preconizando que nadie puede aventurar lo que puede llegar a hacer mal un compañero de partido varios años después de dejar su cargo.
El expresidente del Gobierno recogió unas alusiones a su frase “Váyase, señor González”, en un debate de la nación, para constatar que ahora se lleva mejor con el exlíder del PSOE “pese a haber discutido mucho”, que colaborarán juntos en un acto este jueves y para extrapolar que les une un “consenso sobre la transición democrática” que se mantuvo durante los ejecutivos del PSOE y del PP.
Enfrentamiento con Podemos
En la traca faltaba la intervención más esperada del líder de Podemos, Pablo Iglesias, que no es portavoz en esa comisión pero quiso asumir este martes esa función. Iglesias se quiso ceñir al objeto de la comisión, pero Aznar lo estaba esperando hace tiempo. El líder de Podemos le tocó en el orgullo más sensible, además, cuando le recordó todo el rato que estaba obligado a no mentir. Iglesias se interesó por aspectos tan concretos como si Aznar había detectado alguna irregularidad durante sus mandatos en el PP y el expresidente replicó con alusiones a que Podemos se benefició de financiación de gobiernos extranjeros y condonaciones. Iglesias le cuestionó sobre si en su día tuvo acceso a las escuchas de otro extesorero del PP, Rosendo Naseiro, y el líder popular retomó la acusación de la financiación de 270.000 euros a Podemos desde Venezuela o Irán. Iglesias quiso saber por qué Aznar había escrito artículos en el Instituto de Estudios Financieros con Ramón Blanco Balín, uno de los cerebros de la trama Gürtel, y el exdirigente del PP afirmó que nunca fue su amigo y que le conoció menos que el líder de Podemos a Nicolás Maduro. Y así más.
Aznar estaba más tenso en ese pasaje, y al final le soltó a Iglesias: “Usted me parece un peligro para la democracia en España y lo demuestra todos los días”. Iglesias tampoco se cortó: “Esto no es un tribunal de justicia, y no se le pide ninguna responsabilidad penal pero sí política. Usted ha mentido y usted es el máximo responsable de la corrupción del PP”. Ya no hubo tregua. Aznar reprendió a Iglesias ser “un antisistema y anticapitalista, no fiable e incapaz de decir la verdad hasta el final”. Iglesias concluyó que la intervención del expresidente le había parecido “triste” y proclamó: “Trabajaré para que en mi patria nadie se tenga que avergonzar de expresidentes como usted”. Aznar aclaró: “Me da igual, su partido quiere destruir el sistema de 1978”.
https://elpais.com/politica/2018/09/18/actualidad/1537262272_803440.html?autoplay=1
* Post Data y Comentario:
Lo que me ha causado mucha impresión es la prepotencia e incluso chulería y desprecio con que el compareciente se mostraba en todo momento, y la falta de reacción por parte de la comisión, como por parte de los representante de los partidos le pararan con firmeza los piés y le recordaran sus obligaciones. Vimos como en múltiples ocasiones adoptó el rol de los diputados investigadores, haciéndoles preguntas en vez de contestar a las que le hacían, incumpliendo sus obligaciones ciudadanas de comparecer, colaborar en la investigación y no mentir.
En muchas ocasiones, se permitió juzgar a los diputados con juicios de valor no solo fuera de lugar -ni era el lugar ni era la ocasión ni tenia autoridad para ello en su calidad de compareciente- saltándose e incumpliendo todas las normas. El presidente de la comisión no lo llamó al orden, ni con la autoridad que legalmente poseía, cortó de raíz y tajantemente estos comportamientos y actitudes y no le hizo en ningún momento rectificar, como era de rigor y su obligación de presidencia neutral y no sesgada. Solo en una ocasión, con Pablo Iglesias, al que el compareciente le repetía una y otra vez acusaciones ya demostradas ante los tribunales, falsas, el Presidente le hizo un comentario, que no rectificación, ni llamada al orden.
Es un ejemplo más de las actitudes y comportamientos a los que la derecha de este país nos tienen habituados. Desde el levantamiento criminal contra la legalidad republicana del 18 de julio del 36, (sin justificación real ninguna, más que la defensa de sus privilegios injustos de clase, mientra el pueblo padecía toda suerte de injusticias, desprecios, hambre y necesidades de una educación y salud gratis para todos.) al que mintiendo de entrada llamaron cruzada, y en el que durante años se permitieron juzgar a los defensores de dicha legalidad como sublevados dándole una vuelta a toda la verdad, la justicia y el sentido común sino también a todo el ordenamiento jurídico con leyes injusta y con utilización del sistema "legal" civil y militar como un obsceno fraude de ley y venganza. Lo que supuso una represión sin par, con cientos de miles fusilados, desaparecidos, torturados, apaleados, condenados y ejecutados con el ignominioso garrote vil, sin precedentes, con prohibición, persecución y represión de todo intento de asociación obrera de autodefensa; partidos o sindicatos, durante más de 40 años. Después esa derecha alardea de constitucionalista, de ser respetuosa con las normas y legal,...
He subrayado y puesto en negrita las partes de la crónica en las que el compareciente adopta el rol de investigador o portavoz y se le permite, ¡¡¡una y otra vez con todos los portavoces!!! No contesta a las preguntas, miente, utiliza el insulto, la ironía, la mentira, acusa falsamente, pregunta, sentencia, se niega a contestar reiteradamente y en definitiva se ríe del Congreso, de las normas sobre la comisión y de todos nosotros con una prepotencia y chulería inadmisible. No podemos olvidar que nos metió en una guerra injusta y criminal basada en mentiras que repitió múltiples veces y de la que todos los otros de las Azores se han arrepentido, pedido disculpas y lamentado, menos él. Terrible.
Lee íntegra la condena a Ana Botella y siete ex altos cargos por malvender pisos públicos.
viernes, 6 de septiembre de 2013
¿Se acerca el Vaticano a la teología de la liberación? Un congreso de teólogos debate en Madrid sobre la vigencia de esta corriente del pensamiento cristiano, severamente execrada por Juan Pablo II y el papa Ratzinger.
El comienzo del curso religioso en España, esta primera semana de septiembre, tiene cada año dos acontecimientos especiales: las celebraciones del primer día del Nuevo Año Judío, esta vez el 5774, que empezó el miércoles con la salida de la primera estrella, y el multitudinario congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, que abre esta tarde en Madrid su 33 edición en la sede central del sindicato Comisiones Obreras con un tema muy de actualidad, la teología de la liberación y la pobreza en el mundo.
El Vaticano ha anunciado que la primera encíclica escrita en solitario por el papa Francisco se titulará Beati pauperes (Bienaventurados los pobres), y que se publicará probablemente antes de navidad. ¿Es un paso más del supuesto acercamiento – o, al menos, comprensión-, del Vaticano hacia la teología de la liberación, la corriente del pensamiento cristiano perseguida y execrada por los papas anteriores, el polaco Juan Pablo II y el alemán Benedicto XVI? Todavía en 2009 el papa Ratzinger advirtió a los obispos de Brasil, de visita en Roma, sobre los “desastrosos efectos” de esa corriente teológica en la Iglesia romana. Les recordó la instrucción ‘Libertatis Nuntius’ sobre esa teología, emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe cuando lo presidía él mismo. "Sus consecuencias más o menos visibles hechas de rebelión, división, discordancia, ofensa, anarquía aún ahora se hacen sentir, creando en nuestras comunidades diocesanas gran sufrimiento y una grave pérdida de fuerzas vivas", dijo Ratzinger.
El debate vuelve a la calle avivado por la publicación el martes pasado en el periódico oficial del Papa, L'Osservatore Romano, de un artículo firmado por Gustavo Gutiérrez, el sacerdote peruano que dio nombre a la Teología de la liberación con la publicación en 1971 de un libro con ese título, traducido ya a medio centenar de idiomas, seguido de La fuerza histórica de los pobres (Lima, 1979). L'Osservatore Romano recogía ese día fragmentos del su libro De la parte de los pobres. Teología de la liberación, teología de la Iglesia, además de nuevas reflexiones del religioso peruano, cobijado ahora en un convento de dominicos en Francia, sobre la pobreza y en contra del "neoliberalismo económico" y de la "deshumanización de la economía".
“La Teología de la liberación, hoy” es el título del congreso de este año, que cuenta con la participación especial del obispo mexicano Raúl Vera, diocesano de Saltillo, y del jesuita Juan Masiá, castigado por su teología bioética. El obispo Vera se inició en el episcopado como auxiliar de Samuel Ruiz, el mítico prelado de Chiapas, y fue ‘exiliado’ por Roma más tarde a Saltillo por sus simpatías con el movimiento indigenista (ha sido acusado, incluso, de zapatista). Es una de las voces más interpelantes en México, muy críticas con el llamado Primer Mundo, y más escuchadas en el mundo desde América Latina. Hablará el sábado a los congresistas sobre ‘La Iglesia de los pobres’.
Pese a que todos los congresos de Teología de la Asociación Juan XXIII se han movido en el horizonte de la corriente teológica bautizada por Gustavo Gutiérrez y han seguido su metodología y orientación, nunca antes se había abordado como tema específico y monográfico. Se hace este año “respondiendo a las peticiones de no pocos congresistas habituales, precisamente en un momento en el que se oyen voces de que la Teología de la Liberación no goza de buena salud, incluso que ha muerto, y otros informes médico-ideológicos similares, la mayoría de las veces procedentes de adversarios de dicha teología que confunden su deseo mortífero con la realidad, que es muy otra”. Lo afirma el secretario general de la asociación organizadora, Juan José Tamayo, él mismo relevante teólogo de la liberación.
Pese a los nuevos aires renovadores del cristianismo romano, propiciados por el papa Francisco, los teólogos convocados entre hoy y el domingo en número que suele superar el millar van a reflexionar sobre esta pregunta: ¿Puede asumir la Iglesia institucional la teología de la liberación? Esto opina Tamayo: “A la vista de no pocos de los gestos, palabras, actitudes y opciones del papa Francisco, la respuesta parece ser afirmativa. Así lo creen importantes sectores religiosos y laicos, incluidos los progresistas y hasta algunos teólogos –no así las teólogas- de la liberación. Yo creo, sin embargo, que una teología de la liberación que hace de la opción por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la institución eclesiástica por el lugar social en el que se ubica –los pobres, los movimientos sociales-, la radicalidad de sus opciones –interculturalidad, pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual-, la revolución metodológica que implica y la crítica del poder eclesiástico y de sus instituciones. En los discursos pronunciados durante su visita en Brasil el papa Francisco ni siquiera citó la teología de la liberación. Tampoco se encontró con ninguno de sus cultivadores, muy numerosos en Brasil. A lo más que puede llegar la institución eclesiástica es a respetar la teología de la liberación, establecer una moratoria, no condenarla, a no sancionar a sus cultivadores y cultivadoras”.
El congreso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII cuenta con gran presencia y representación de las diferentes teologías de la liberación del mundo: América Latina, Asia, África y Europa. Ayer jueves lo abrió Juan Torres, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, y uno de los más prestigiosos economistas con propuestas alternativas al neoliberalismo, que tan catastróficas consecuencias está ocasionando en los sectores más vulnerables de la sociedad.
El Vaticano ha anunciado que la primera encíclica escrita en solitario por el papa Francisco se titulará Beati pauperes (Bienaventurados los pobres), y que se publicará probablemente antes de navidad. ¿Es un paso más del supuesto acercamiento – o, al menos, comprensión-, del Vaticano hacia la teología de la liberación, la corriente del pensamiento cristiano perseguida y execrada por los papas anteriores, el polaco Juan Pablo II y el alemán Benedicto XVI? Todavía en 2009 el papa Ratzinger advirtió a los obispos de Brasil, de visita en Roma, sobre los “desastrosos efectos” de esa corriente teológica en la Iglesia romana. Les recordó la instrucción ‘Libertatis Nuntius’ sobre esa teología, emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe cuando lo presidía él mismo. "Sus consecuencias más o menos visibles hechas de rebelión, división, discordancia, ofensa, anarquía aún ahora se hacen sentir, creando en nuestras comunidades diocesanas gran sufrimiento y una grave pérdida de fuerzas vivas", dijo Ratzinger.
El debate vuelve a la calle avivado por la publicación el martes pasado en el periódico oficial del Papa, L'Osservatore Romano, de un artículo firmado por Gustavo Gutiérrez, el sacerdote peruano que dio nombre a la Teología de la liberación con la publicación en 1971 de un libro con ese título, traducido ya a medio centenar de idiomas, seguido de La fuerza histórica de los pobres (Lima, 1979). L'Osservatore Romano recogía ese día fragmentos del su libro De la parte de los pobres. Teología de la liberación, teología de la Iglesia, además de nuevas reflexiones del religioso peruano, cobijado ahora en un convento de dominicos en Francia, sobre la pobreza y en contra del "neoliberalismo económico" y de la "deshumanización de la economía".
“La Teología de la liberación, hoy” es el título del congreso de este año, que cuenta con la participación especial del obispo mexicano Raúl Vera, diocesano de Saltillo, y del jesuita Juan Masiá, castigado por su teología bioética. El obispo Vera se inició en el episcopado como auxiliar de Samuel Ruiz, el mítico prelado de Chiapas, y fue ‘exiliado’ por Roma más tarde a Saltillo por sus simpatías con el movimiento indigenista (ha sido acusado, incluso, de zapatista). Es una de las voces más interpelantes en México, muy críticas con el llamado Primer Mundo, y más escuchadas en el mundo desde América Latina. Hablará el sábado a los congresistas sobre ‘La Iglesia de los pobres’.
Pese a que todos los congresos de Teología de la Asociación Juan XXIII se han movido en el horizonte de la corriente teológica bautizada por Gustavo Gutiérrez y han seguido su metodología y orientación, nunca antes se había abordado como tema específico y monográfico. Se hace este año “respondiendo a las peticiones de no pocos congresistas habituales, precisamente en un momento en el que se oyen voces de que la Teología de la Liberación no goza de buena salud, incluso que ha muerto, y otros informes médico-ideológicos similares, la mayoría de las veces procedentes de adversarios de dicha teología que confunden su deseo mortífero con la realidad, que es muy otra”. Lo afirma el secretario general de la asociación organizadora, Juan José Tamayo, él mismo relevante teólogo de la liberación.
Pese a los nuevos aires renovadores del cristianismo romano, propiciados por el papa Francisco, los teólogos convocados entre hoy y el domingo en número que suele superar el millar van a reflexionar sobre esta pregunta: ¿Puede asumir la Iglesia institucional la teología de la liberación? Esto opina Tamayo: “A la vista de no pocos de los gestos, palabras, actitudes y opciones del papa Francisco, la respuesta parece ser afirmativa. Así lo creen importantes sectores religiosos y laicos, incluidos los progresistas y hasta algunos teólogos –no así las teólogas- de la liberación. Yo creo, sin embargo, que una teología de la liberación que hace de la opción por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la institución eclesiástica por el lugar social en el que se ubica –los pobres, los movimientos sociales-, la radicalidad de sus opciones –interculturalidad, pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual-, la revolución metodológica que implica y la crítica del poder eclesiástico y de sus instituciones. En los discursos pronunciados durante su visita en Brasil el papa Francisco ni siquiera citó la teología de la liberación. Tampoco se encontró con ninguno de sus cultivadores, muy numerosos en Brasil. A lo más que puede llegar la institución eclesiástica es a respetar la teología de la liberación, establecer una moratoria, no condenarla, a no sancionar a sus cultivadores y cultivadoras”.
El congreso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII cuenta con gran presencia y representación de las diferentes teologías de la liberación del mundo: América Latina, Asia, África y Europa. Ayer jueves lo abrió Juan Torres, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, y uno de los más prestigiosos economistas con propuestas alternativas al neoliberalismo, que tan catastróficas consecuencias está ocasionando en los sectores más vulnerables de la sociedad.
martes, 25 de septiembre de 2012
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