Mostrando entradas con la etiqueta Martin Heidegger. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Martin Heidegger. Mostrar todas las entradas

sábado, 14 de diciembre de 2024

La banalidad del mal, 50 años después .

El nazi Adolf Eichmann, en la prisión de Teggart (Israel), en un descanso de su proceso. 1961.
El nazi Adolf Eichmann, en la prisión de Teggart (Israel), en un descanso de su proceso. 1961.
Una película sobre Hannah Arendt reconstruye una polémica de hace medio siglo Su crónica del juicio en Jerusalén contra el jerarca nazi Adolf Eichmann provocó controversias.

Una de las grandes polémicas intelectuales del siglo XX cumplirá pronto 50 años. El 16 de febrero de 1963 la revista The New Yorker dedicó 73 páginas a una crónica del juicio que había condenado a muerte en Jerusalén al teniente coronel de las SS Adolf Eichmann, encargado del transporte a los campos de concentración y exterminio. El texto era la primera de cinco entregas y lo firmaba Hannah Arendt, la pensadora alemana de origen judío que en 1951 había entrado en la historia de la filosofía con Los orígenes del totalitarismo.

La aparición del reportaje desencadenó una tempestad de acusaciones ancladas en dos puntos. Por un lado, el papel que los líderes judíos habrían jugado en la elaboración de las listas de deportados. Por otro, la idea de que Eichmann no era un ser demoniaco sino un diligente funcionario, lector de Kant, alérgico a la violencia y empeñado en cumplir las órdenes, un ser banal al que la irreflexión “le predispuso a convertirse en el mayor criminal de su tiempo”. Informe sobre la banalidad del mal fue precisamente el subtítulo que la politóloga puso a su crónica cuando, meses después, se convirtió en el libro Eichmann en Jerusalén. Existe Traducción española de Carlos Ribalta en Lumen y Debolsillo y Taurus ha publicado una versión reducida en su colección Great Ideas. Es todo un síntoma que Hannah Arendt (Hannover, 1906-Nueva York, 1975) sea la única mujer estudiada individualmente por Nigel Warburton en Una pequeña historia de la filosofía, recién publicada por Galaxia Gutenberg en traducción de Aleix Montoto. También lo es que el capítulo que le dedica esté centrado en el libro de 1963.



Casi medio siglo después, la polémica en torno a aquella obra sirve también de columna vertebral a la película de Margarethe von Trotta Hannah Arendt, que no tiene prevista fecha de estreno en España, pese a haber obtenido la Espiga de Plata en la última Seminci (Semana de Cine de Valladolid). Si Von Trotta fue musa de Fassbinder, la musa de Von Trotta es Barbara Sukova, impecable en el papel de la filósofa. La Hannah Arendt de Von Trotta arranca con el secuestro de Eichmann a cargo de los servicios secretos israelíes en Argentina, donde vivía de incógnito, y recurre a imágenes de archivo para reconstruir el juicio y al flashback para apuntar la relación de Arendt con Martin Heidegger, su maestro y amante antes de que este mostrara su apoyo al partido nazi y ella tuviera que huir a Francia para asentarse definitivamente en Nueva York. “Fuimos expulsados de Alemania porque éramos judíos. Pero apenas cruzamos la frontera francesa, nos convirtieron en boches”, escribió. “Aparentemente nadie quiere saber que la historia contemporánea ha creado una nueva clase de seres humanos: la clase de los que son confinados en campos de concentración por sus enemigos y en campos de internamiento por sus amigos”.
Hannah Arendt, en los años 60.
Hannah Arendt, en los años 60

En el número 370 de Riverside Drive transcurre la mayor parte del metraje de una una película de ideas en la que el trabajo de los actores matiza lo abstracto de algunas discusiones. Junto a la propia Sukova-Arendt, brillan los encargados de interpretar a su segundo marido —Heinrich Blücher (Axel Milberg)—, a su gran amiga y defensora —la novelista Mary McCarthy (Janet McTeer)— o a su gran amigo y luego detractor Hans Jonas (Ulrich Noethen), condiscípulo de la pensadora en los cursos de Heidegger. “No diga mi nombre en la misma frase que el de ese nazi”, dice él en el filme.

“La imagen que habían creado era la de un ‘mal libro’; ahora han de probar que fue escrito por una ‘mala persona”, escribió Hannah Arendt al recordar las acusaciones que recibió. Algunos insinuaron que su informe nacía del odio a su propia condición de judía. No todos fueron tan sutiles: “¿Es nazi Hannah Arendt?”, se titulaba una carta colectiva publicada por Le Nouvel Observateur. La polémica es ya historia. No en vano, Von Trotta ha contado con la colaboración de los archivos sobre el Holocausto de Steven Spielberg, la Universidad de Jerusalén y la Organización Sionista Mundial.

Fuera del cine, el interés por la obra de Hannah Arendt no ha parado de crecer. Amén de sus obras filosóficas, solo en España hay disponibles tres biografías suyas y parte de su correspondencia. A ellas acaba de sumarse La batalla de las cerezas. Mi historia de amor con Hannah Arendt (Paidós. Traducción de Alicia Valero), que recoge los apuntes que su primer marido, Günther Anders, tomó cuando eran una pareja de recién casados que discutía a Leibniz en una habitación subalquilada de Drewitz. Siempre pegada a un cigarrillo, “profunda, insolente, alegre, mandona, melancólica, danzarina”, así retrata Anders a la mujer con la que se casó en 1929 y de la que se divorció en 1937. En 1940 ella se casó con Blücher. Ese año fue recluida en el campo de internamiento de Gurs, en el sur de Francia. Allí vivió sus mayores crisis, pero mantuvo la lucidez suficiente para desobedecer la orden que obligaba a los judíos a registrarse en una prefectura. Había aprendido a desconfiar de la policía francesa, decía, leyendo novelas de Simenon. Hannah Arendt se convirtió en apátrida, pero salvó la vida. Aquel registro se convirtió para muchos en el pasaporte hacia los campos de exterminio. A ellos fueron deportados, entre otros, parte de los 6.000 judíos que habían sido transitoriamente enviados a Gurs por un puntilloso funcionario llamado Adolf Eichmann.

Pasto de controversia

JUAN GÓMEZ
Por grandes que sean sus méritos, la vida de buena parte de los grandes filósofos parece casi tan poco cinematográfica como sus obras.

Margarethe von Trotta, antigua colaboradora de Fassbinder, ha elegido el libro más controvertido y el más célebre de Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén, porque tiene acción, intrigas y una considerable carga polémica que interesará a cualquier curioso.

La película estrenada este mes cuenta la condena a muerte del criminal nazi Adolf Eichmann, oficial de las SS y funcionario del Holocausto, vista por Arendt, alemana y judía. En 1961, la pensadora fue enviada por la revista The New Yorker a cubrir la primera parte del juicio contra él en Jerusalén. Arendt, que era ya una intelectual de renombre, buscó una explicación para la formidable maldad de los actos de Eichmann, a los que asoció la inopinada cualidad de "banales". Ya el subtítulo de su libro, Un informe sobre la banalidad del mal, cayó como una bomba entre los intelectuales alemanes y entre los pensadores judíos de todo el mundo. Von Trotta cuenta la génesis de la obra en un biopic no apto para exfumadores recientes.

La "banalidad del mal" es hoy lugar común. Se entiende que Eichmann, aquel tipo gris, calvo y míope tan alejado de un Sigfrido wagneriano, se convirtió en asesino de masas por encargo, no por vocación. La Hannah Arendt de Von Trotta, interpretada con fría destreza por Barbara Sukova, se pasa media película intentando que su tesis no sea, a su vez, banalizada. En conversaciones privadas de la Nueva York elegante de los sesenta o en aulas universitarias y siempre —siempre— con un pitillo entre los dedos, la pensadora de Hannover defiende que "las mayores maldades son las cometidas por un don nadie". Como tituló Der Spiegel en una crítica, la Arendt de Sukowa "se tumba, fuma, piensa" con una "credibilidad que permite seguir la película con gusto y atención hasta el final". El estreno del filme ha provocado un revuelo considerable en Alemania, donde las tesis de Arendt son aún pasto de controversia. Un crítico del diario berlinés Die Tageszeitung afea al guion que pusiera en boca de Arendt que "Eichmann era incapaz de pensar", cosa que nunca dijo y que suena a disculpa. También el descafeinado flashback que muestra la historia de amor entre Arendt y su profesor de Friburgo Martin Heidegger. El nazismo militante del a la sazón rector universitario queda diluido en lo que el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung califica de "sólida panorámica […] que renuncia a presentar a una pensadora […] tan controvertida como lo fue en vida".

Javier Rodríguez Marcos

https://elpais.com/cultura/2013/01/28/actualidad/1359401307_892113.html

jueves, 26 de noviembre de 2020

La percepción de las ideas de Martin Heidegger y Carl Schmitt en China

Martin Heidegger fue un pensador alemán, uno de los más grandes filósofos del siglo XX (Un nazi, con esas ideas no creo que se pueda ser un gran filósofo). Creó la doctrina del Ser como lo fundamental e indefinible, pero todo parte del elemento del universo. Es uno de los representantes más destacados del existencialismo alemán.

En su opinión, durante más de 2.000 años de historia la filosofía prestó atención a todo lo que tiene las características del “ser” en este mundo, incluido el mundo mismo, pero olvidó lo que eso significa. Ésta es la «cuestión de la vida» de Heidegger, que recorre como un hilo rojo todas sus obras. Una de las fuentes que influyó en su interpretación de este tema fueron las obras de Franz Brentano sobre el uso de los diferentes conceptos del ser en Aristóteles. Heidegger inicia su obra principal, Ser y tiempo, con un diálogo de El sofista de Platón, que muestra que la filosofía occidental ignoraba el concepto de ser porque consideraba que su significado era evidente por sí mismo. Heidegger, por su parte, exige que toda la filosofía occidental rastree todas las etapas de la formación de este concepto desde el principio, clamando por un proceso de «destrucción» de la historia de la filosofía. Heidegger define la estructura de la existencia humana en su integridad como «cuidado», que es la unidad de tres momentos: «estar-en-el-mundo», «correr hacia adelante» y «estar-con-el-mundo-del-ser». El «cuidado» es la base de la «analítica existencial» de Heidegger, como lo llamó en Ser y tiempo.

Heidegger creía que, para describir una experiencia, primero se debe encontrar algo para lo que tal descripción tenga sentido. Así, Heidegger deduce su descripción de la experiencia a través del Dasein, para lo cual el ser se convierte en una cuestión. En Ser y tiempo, Heidegger criticó la naturaleza metafísica abstracta de las formas tradicionales de describir la existencia humana, como un “animal racional”, la personalidad, el ser humano, el alma, el espíritu o el sujeto. El Dasein no se convierte en la base de una nueva «antropología filosófica», sino que Heidegger lo entiende como una condición para la posibilidad de algo parecido a la «antropología filosófica». El Dasein según Heidegger es el “cuidado”. En la parte sobre la analítica existencial, Heidegger escribe que el Dasein, que se encuentra arrojado al mundo entre las cosas y los Otros, encuentra en sí mismo la posibilidad e inevitabilidad de su propia muerte.

La esencia del pensamiento de Heidegger es esta: el individuo es la existencia del mundo. Entre todos los mamíferos, solo los humanos tienen la capacidad de ser conscientes de su existencia. No existen como «yo» asociado con el mundo exterior, o como entidades que interactúan con otras cosas en este mundo. Las personas existen debido a la existencia del mundo y el mundo existe debido a la existencia de las personas. Heidegger también cree que las personas están en contradicción: predicen una muerte inminente, que conduce a experiencias dolorosas y aterradoras.

En cuanto a la adopción del Ser y tiempo en China, Wang Heng señaló en Filosofía extranjera que esta hace parte del existencialismo. Esto probablemente se deba a la atmósfera ideológica de lucha por la libertad y la liberación humana en los años 80. Todo el mundo cree que la existencia o supervivencia se entiende como una elección libre del individuo. Ahora parece que la lectura de Ser y Tiempo por parte del pueblo chino fue un poco inapropiada. Porque en Ser y tiempo, Heidegger criticó duramente los llamados valores modernos de subjetividad, libertad individual y liberación humana.

Heidegger también tiene consideraciones ideológicas más profundas. Liu Jinglu señaló en su artículo «Sobre la crítica de la metafísica tradicional de Heidegger» que Heidegger se preocupa por una cuestión más fundamental, la cuestión fundamental de la metafísica o filosofía occidental, e incluso la cuestión clave de la civilización occidental. Heidegger cree que, si queremos comprender la existencia, debemos partir de la existencia real de los seres humanos; el “ser” no puede considerarse un objeto real, así como la existencia humana. La esencia de un ser humano es el «ser», es decir, las personas no tienen una esencia definida. Es probable que la gente mire hacia el futuro y se enfrente a su propia muerte.

Después de la Primera Guerra Mundial la civilización occidental moderna se enfrentó a una grave crisis, es decir, con profundas dudas sobre el racionalismo moderno. Desde el siglo XVIII los occidentales sintieron que podían comprender el mundo a través de la razón, la ciencia y la tecnología y establecer un orden social y político racional, logrando lo que Kant llamó la «paz perpetua». Pero la Primera Guerra Mundial golpeó duramente esta confianza. Este es el trasfondo ideológico de Ser y tiempo de Heidegger. Heidegger se preguntó: ¿Puede esta filosofía racionalista moderna explicar y transformar verdaderamente el mundo? La conclusión de Ser y tiempo es que el racionalismo moderno como base filosófica de la civilización moderna no tiene raíces en sí mismo, porque el conocimiento racional de las personas tiene sus raíces en las emociones específicas de la vida de las personas.

Más tarde Heidegger llamó nihilismo a la crisis del mundo moderno. Dijo que el nihilismo no es una crisis moral, no significa que nuestra vida haya perdido su fundamento moral, y ni siquiera es una crisis de valores como la comprendió Nietzsche. Según él, la crisis del nihilismo es la crisis de toda la civilización moderna como época tecnológica. Porque la esencia de la tecnología es primero convertir el “ser” en un objeto reconocible, un “ser” comprensible, y luego conquistarlo y controlarlo. La tecnología es como formatear una computadora, formatear todo. Por tanto, el mundo de la existencia humana no tiene misterio ni fuente de significado. Heidegger dijo que, en la época de la tecnología, ¿por qué huyeron los dioses? Porque los dioses deben quedarse donde no se los pueda alcanzar. En su nivel más profundo, el pensamiento posterior de Heidegger nos obliga a reflexionar sobre muchos de los temas fundamentales de la supervivencia humana en la época de la tecnología. Porque en la época de la tecnología, las personas se enfrentan no solo a la huida de los dioses, sino también a importantes problemas éticos y morales que están estrechamente relacionados con nuestra vida particular. Heidegger nos preguntará si hay un campo que los humanos no puedan comprender y controlar. En un período posterior de su vida, creyó que el «ser» es la fuente de todos los pensamientos, y siempre debemos temblar ante él. Aunque el ser está más allá del alcance de nuestros pensamientos, todos nuestros pensamientos provienen de sus dones.

En una entrevista llamada «Sobre Heidegger y su filosofía», el profesor Wu Zengding del Departamento de Filosofía de la Universidad de Pekín, cree que, aunque el estudio de Heidegger en China se centró originalmente en Ser y tiempo, muchos estudiosos se han centrado en sus pensamientos posteriores, especialmente en pensamientos posteriores a las tradiciones del pensamiento chino tradicional. Otro ejemplo: la implicación de Heidegger con los nazis y otros problemas son ahora muy populares en los círculos académicos e ideológicos occidentales, los académicos chinos, aunque también están preocupados por estos temas, no los consideran las cuestiones más importantes del pensamiento de Heidegger.

Además, Wu Zhengding enfatizó en entrevistas que la importancia fundamental de Heidegger para los académicos chinos es que proporciona a los académicos chinos una referencia particularmente buena para comprender las tradiciones filosóficas occidentales. Los eruditos chinos creían inconscientemente que la civilización occidental progresaba de una luz a otra y de un progreso a otro: la antigua Grecia era el punto de partida y la modernidad era el final. Pero Heidegger ofrece la imagen opuesta del pensamiento. Pudo haberse pensado por igual en la época presocrática, durante la época de los griegos y los occidentales que en ese momento podrían haber tenido una comprensión más real y más profunda del «ser», pero la civilización moderna ha olvidado esta experiencia mental del «ser».

Además, Heidegger también es de gran importancia para los académicos chinos en la comprensión de la tradición ideológica de China. Por ejemplo, los eruditos chinos han utilizado el marco de la filosofía o metafísica occidental para comprender el pensamiento chino. Por lo tanto, los eruditos chinos siempre han dudado de que la filosofía existiera en la antigua China. ¿Existe la ciencia? ¿Existe la epistemología y la metafísica? Los eruditos chinos creen que parte del pensamiento chino es ética y otra parte es metafísica, pero no importa cómo se explique, no corresponde a la filosofía occidental, es decir, a la metafísica. Pero a los ojos de Heidegger, los académicos chinos sentirán que la metafísica occidental en sí misma puede ser problemática, y no hay necesidad de usarla como condición previa y estándar para comprender y explicar el pensamiento chino, o para complacer deliberadamente a una escuela o sistema occidental en particular.

Carl Schmitt es un teólogo, abogado, filósofo, sociólogo y teórico político alemán. Schmitt es una de las figuras más destacadas y controvertidas de la teoría jurídica y política del siglo XX, gracias a sus numerosos trabajos sobre el poder político y la violencia política ( Otro nazi, destacado por sus ideas fascistas y defensor y teórico de la dictadura nazi, un gobierno corrupto y criminal hasta el final de sus días).

En El concepto de lo político, Schmitt escribió que la diferencia clave en política es la diferencia entre amigos y enemigos. Esto es lo que separa la política de todo lo demás. El llamado judío a amar a sus enemigos encaja perfectamente con la religión, pero no se puede reconciliar con la política que siempre involucra vida o muerte. Los filósofos morales se preocupan por la justicia, pero la política no tiene nada que ver con hacer el mundo más justo. El intercambio económico solo requiere competencia, no extinción. La situación es diferente con la política. Schmitt dice: «La política es la confrontación más intensa y extrema». La guerra es la forma más violenta de política, e incluso si no hay guerra, la política aún requiere que trates a tus oponentes como hostiles a lo que tú crees.

Los conservadores le prestaron más atención a las opiniones políticas de Schmitt que los liberales. Schmitt cree que los liberales nunca se convirtieron en políticos. Los liberales tienden a ser optimistas sobre la naturaleza humana, pero «todas las verdaderas teorías políticas asumen que las personas son malas». Los liberales creen en la posibilidad de un gobierno neutral que pueda regular posiciones en conflicto, pero para Schmitt, dado que cualquier gobierno representa solo la victoria de una facción política sobre otra, tal neutralidad no existe. Los liberales insisten en que hay grupos sociales que no se limitan al Estado; pero Schmitt cree que el pluralismo es una ilusión porque ningún Estado real ha permitido que otras fuerzas, como la familia o la iglesia, se opongan a su poder. En resumen, los liberales están preocupados por las autoridades porque critican la política, no se involucran en política.

El profesor Xiao Bin señaló en su libro Del Estado, el mundo y la naturaleza humana a la política: construyendo el concepto político de Schmitt, que el hombre mismo es un ser peligroso. «Afirma que la política es un peligro para la gente». La siguiente pregunta que surge al participar en la política es explicar qué es la política, especialmente la naturaleza de la política. La supervivencia de la unidad nacional requiere como requisito previo una distinción entre enemigos y amigos. Una política basada en la separación de enemigos y amigos no es solo el destino inevitable de la unidad de la nación y el Estado, sino también la base de su existencia. Schmitt tiene una comprensión única de la naturaleza de la política: el estándar de la política es separar amigos y enemigos. De hecho, lo que llamamos política en realidad involucra la relación entre amigo y amigo, y la diferencia es la intensidad de la diferencia. Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de los orígenes teológicos más secretos y misteriosos y el nacionalismo alemán tienen un nivel de criterio diferente para separar amigos y enemigos.

Cuando se trata de política tanto Oriente como Occidente hablan principalmente sobre la comprensión de la naturaleza humana. Schmitt también reconoció este punto: una cuestión fundamental en la filosofía política es el debate entre el «mal» o el «bien» en la naturaleza humana. En su libro El concepto de lo político, Schmitt sostiene que los seres humanos son inherentemente inciertos, impredecibles y siempre un problema sin resolver. La comprensión confuciana china de la naturaleza humana pone más énfasis en «desarrollar la mente». Occidente, que es muy diferente de Oriente en su temperamento espiritual, admira aún más la «filosofía espiritual». La civilización marítima única y la historia empresarial de Occidente han permitido que el conocimiento y la inteligencia penetren y dominen la política. En el conocimiento de Schmitt, «bueno» significa la existencia de lo «seguro», el «mal» significa el «peligro». El «peligro» trae vitalidad al mundo.

El punto de vista de Schmitt es que la política siempre está dominada por la necesidad de distinguir entre amigos y enemigos. Los amigos y los enemigos no se crean desde cero. Desde el punto de vista de la teoría del contrato social: en un estado de naturaleza, ya sea un estado pacífico de coexistencia pacífica entre personas o un estado de guerra cuando las personas viven juntas como lobos, los conflictos son inevitables. Marx entendió que el Estado se creó antes del antagonismo de clases y la política es producto de la lucha de clases. Sin embargo, Marx enfatizó la lucha de clases, y el objetivo final es eliminar las clases y eliminar la base económica creada por las clases. Marx demostró la posibilidad de la eliminación de las clases, es decir, la realización de la libertad y la liberación de toda la humanidad: el comunismo.

Desde el punto de vista anterior, la política surge de los conflictos humanos y los fenómenos políticos de la sociedad humana están inevitablemente asociados con los conflictos y la cooperación. Incluso si entiendes la política en términos de bondad y moralidad, como Aristóteles, no puede ocultar la existencia del mal. Debajo del bien supremo está la crisis del mal. El hombre es la existencia de la incertidumbre, el hombre es un animal político natural, y donde esté, habrá conflictos. En los conflictos inevitablemente habrá dos lados opuestos y la política no puede deshacerse del conflicto… Los dos aspectos del conflicto y la confrontación nos dan una base lógica para la división en amigos y enemigos.

Schmitt tiene una visión pesimista y negativa del mundo humano desde el punto de vista de la teología religiosa. El estado ideal de perfección existe solo en el Reino de Dios. Incluso la paz de Dios libraría inevitablemente de la enemistad y la contienda. Este misticismo pesimista destruye el carácter activo y optimista de las personas. Marx llamó a la religión el opio del pueblo. La vida política debe construirse sobre la base material de una época en particular. Aunque Schmitt atacó al marxismo, su filosofía política aparentemente no se deshizo de los grilletes de la teología. Esta búsqueda de la eternidad y la metafísica absoluta vincula la filosofía política con tradiciones teológicas misteriosas y enfatiza el estatus absoluto de los factores políticos. La visión política del enemigo y el amigo proporciona un método de argumentación y debilita la preocupación humanista que existe en la tradición de la filosofía política occidental.

La visión política de Carl Schmitt sobre los enemigos y amigos es clave para nuestra comprensión de su concepto político. Varias exposiciones, comparaciones e incluso argumentos en torno a los pensamientos políticos de Schmitt sobre los enemigos y amigos en la historia no son infundados. Según el entendimiento de Gao Quanxi, incluso lo llamó «un pensador lleno de mordeduras». Bajo el valor del nacionalismo, Schmitt entendió la política como enemiga del Estado nacional y luchó contra él. La idea de la teología política indica en un nivel más profundo que lo que distingue a los enemigos de Cristo y lucha contra ellos es la política. Según él, “la conexión sistemática entre premisas teológicas y premisas políticas es clara. Sin embargo, la participación teológica tiende a confundir los conceptos políticos porque lleva la división de enemigos y amigos al ámbito de la teología moral”. Con una visión tan pesimista de la naturaleza humana, no es difícil adoptar una actitud escéptica y celosa hacia la naturaleza humana. La declaración de la maldad sexual en un sentido existencial enfatiza que el contenido de las acciones humanas está completamente impulsado por impulsos, como los animales, y cree que esto es inevitable al final de todo, que proviene de su fe cristiana. La visión política de Schmitt sobre amigos y enemigos es una combinación de estos dos niveles.