Mostrando entradas con la etiqueta Mateo Salvini. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mateo Salvini. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de julio de 2018

Matteo Salvini, contra su pasado. El líder de la Liga quiere vencer a las élites de Europa en las elecciones de 2019. El encuentro anual del partido en Pontida certifica su cambio de rumbo hacia un trumpismo mediterráneo.

Un desangelado descampado junto a la carretera nacional 342 de Bérgamo sintetiza la mitología heroica de la Liga de Matteo Salvini. Pontida, un pequeño pueblo de 3.230 habitantes en el Bergamasco, es el lugar donde supuestamente se celebró el 7 de abril de 1167 el juramento de la Liga Lombarda, un ejército capaz de enfrentarse y derrotar al invasor Federico I Barbarroja. No hay una sola prueba de ello. Pero en 1990 el partido proclamó oficialmente este solar como su “prado sagrado”. Aquí se izó la bandera de la Padania, otro territorio ficticio sobre el que Umberto Bossi —fundador del partido, condenado por robarle a su propia criatura— proclamó una falsa independencia. Fue mucho antes de que la Liga Norte se despojase de su apellido, se convirtiera en un artefacto nacional y alertase de otra invasión sin que cuadrasen los datos. Viejos nuevos tiempos. Sucedió hace solo un par de años.

Pontida, donde este domingo se juntaron 75.000 militantes, es la prueba del algodón. Aquí la Liga Norte, en medio del olor a polenta, cerveza y chuletas de cerdo cantó contra el sur, contra Nápoles, contra el Mediterráneo. La escoria se encontraba bajo esa serpenteante línea que trazaba el río Po, la frontera imaginaria de la Padania. El propio Salvini, que entonces era comunista, coreó aquello de “Roma ladrona” y bramó lo de “ya huele, llegan napolitanos”. No hay un lugar que recuerde más a los militantes que ellos no son la “mierda del sur” de la que siempre se distinguieron: los despreciables terroni. “En el norte han entendido que nos necesitan”, se reconforta Paolo, napolitano del barrio de Forcella, con dos cervezas en la mano en la zona de caravanas y tiendas de campaña. Junto a él han llegado otros 300 paisanos unidos por la causa contra la “invasión de inmigrantes”. Un formidable pegamento para la histórica brecha entre el norte y el sur. Nada menos que un botín de 140.000 votos del sur en las pasadas elecciones generales.

La rave de Pontida, con una dosis de excentricidades considerable y un presentador que fue ultra del Atalanta y hoy es diputado (Daniele Bellotti), es un punto de inflexión. Cuando Salvini cogió las riendas del partido, la formación no superaba el 5% de los votos y estaba al borde del derribo. Ahora le reciben con un tenor cantando el aria Nessun Dorma del Turandot de Puccini, y un vídeo que recuerda como su gran hazaña que no dejó entrar al Aquarius, el barco con 629 migrantes que terminó atracando en Valencia. Habla durante una hora. Chistes sobre la izquierda, repaso al programa y oración a ritmo de gaitas por Gianluca Buonanno, un eurodiputado muerto en un accidente de tráfico. Poco más del pasado. Ni de las viejas glorias. “El mundo es el que ha cambiado, no la Liga”, lanza al final de su intervención, con un rosario en la mano, para justificar el tremendo viraje. Y tanto. Su partido ahora gobierna, se ha adueñado de la bandera tricolor —que siempre despreció— y apela al sentido común. “Primero los italianos”, puede leerse bien grande en la entrada del recinto.

Pontida siempre midió las fuerzas de un partido residual, los bárbaros del norte. Hoy harían falta 20 descampados como este para descifrar su éxito. La última encuesta, publicada el sábado por el Corriere della Sera le da ya casi un 31% de los votos, 14 puntos más de lo que obtuvo el 4 de marzo, suficiente para certificar el sorpasso al Movimiento 5 Estrellas, su socio de gobierno. De modo que la Liga, como se encargaron de recordar todos los ministros que subieron al escenario, ya no es un reducto de frikis disfrazados de vikingo (aunque este domingo no faltasen). Es el partido con más apoyo de Italia, un proyecto trumpista con aroma mediterráneo que planifica ya su expansión por Europa. “Pienso en una Liga de ligas en Europa que incluya a todos los movimientos libres y soberanos que quieran defender sus propias fronteras y el bienestar de sus hijos”, ha señalado mientras saludaba las banderas independentistas de Cataluña en la primera fila y de Rusia. “Visitaré las capitales, no sólo las europeas, para crear una alternativa a esta Europa fundada sobre la explotación, las finanzas y la inmigración en masa”, anunció.

Unos 75.000 seguidores de la Liga asistieron al encuentro de Pontida. LUCA BRUNO AP Salvini, selfie mediante, citó a todos los enemigos: Bruselas, George Soros, Saviano —“un antimafia de boquilla”—, la izquierda radical chic, Matteo Renzi. Básico y efectivo. Como el nuevo ministro de Agricultura, Gian Marco Centinaio: “Los productos italianos son los mejores. No esa basura que provoca cáncer que nos mandan de fuera”. O el discurso del ministro de Familia, el homófobo Lorenzo Fontana: “No quiero el apoyo de las multinacionales, sino el del pueblo”.

El cocktail que la nueva Liga sirvió en Pontida tiene una parte de nacionalismo, autonomismo, bajada de impuestos (en la montaña una enorme pancarta pedía la tarifa única de IRPF), eslóganes antiestablishment. Un malabarismo al que tocaba añadir a los viejos rockeros de siempre, algo molestos con tanto cambio. En la primera fila está Luca Bresciano, con una bandera independentista catalana. “Queremos la libertad de nuestros hermanos catalanes”, dice mientras en el escenario amenazan con quitarle las subvenciones a las asociaciones LGTBI. Salvini le saluda. Y Empiezan a oírse las críticas a las ONG. De hecho, el hit entre el abundante merchandising salviniano era la camiseta azul con la cara del ministro del Interior y su celebre frase contra los migrantes: “Se acabó la buena vida”. Lorenzo, de 17 años, con su madre y su tía, la llevaba orgulloso.

El fenómeno Liga tiene algo de hipnótico. Es capaz incluso de seducir a quienes son objeto de desprecio. Agron Kolthi, un albanés que llegó en autobús desde Albania para buscarse la vida lleva a cuestas un enorme retrato enmarcado que le ha pintado a Salvini. Es jardinero y apenas habla italiano. Pero cree que la cosa va solo con los africanos. “Me gusta Salvini porque es un líder fuerte. Es lo que necesitamos. También en Albania”. A su lado, Mirella A., 42 años y su perro tatuado en el brazo, confirma que el problema ya no es el sur —“nos necesitamos”. Hasta que, como dice Salvini, el mundo vuelva a cambiar.

UNA LIGA DE LIGAS EN EUROPA Matteo Salvini y la Liga van sobrados en Italia. Lo dicen las encuestas (le dan ya el 31% de estimación de voto) y el apoyo ciudadano. Este domingo el líder de la Liga, convertido en una estrella del rock en el encuentro anual de Pontida, se dio un baño de multitudes. Encarrilada la batalla doméstica, el ministro del Interior tiene la vista puesta en Europa y en crear una nueva plataforma internacional populista. El domingo fue lo que más repitió durante su discurso y dejó claro cuáles son sus planes para los próximos meses. “Pienso en una Liga de ligas en Europa que incluya a todos los movimientos libres y soberanos que quieran defender sus propias fronteras y el bienestar de sus hijos”, señaló mientras saludaba las banderas independentistas de Cataluña en la primera fila y de Rusia. “Visitaré las capitales, no sólo las europeas, para crear una alternativa a esta Europa fundada sobre la explotación, las finanzas y la inmigración de masa”, anunció.

Con la vista puesta en las próximas elecciones europeas en 2019, el líder ultraderechista, en el Gobierno con el Movimiento Cinco Estrellas, avisó de que “el próximo muro que se derribará será el de Bruselas”. “Las elecciones europeas del año próximo serán un referéndum entre la Europa de las élites, de las bancas, de las finanzas, de la inmigración y la precariedad, y la Europa de los pueblos y del trabajo. Nos han ofrecido un futuro de precariedad y miedo, donde un contrato indefinido o tener pensión es un sueño”.

La plataforma europea, fácil de conectar en Francia con Marine Le Pen —aquí se entiende parte de la guerra que Salvini mantiene con el presidente de Francia, Emmanuel Macron—, forma parte también de la estrategia del exasesor de Donald Trump Steve Bannon. El estratega ultraconservador pasó varios días en Roma después de las elecciones y asesoró a la Liga sobre cómo ampliar horizontes electorales.

https://elpais.com/internacional/2018/07/01/actualidad/1530465032_091792.html

lunes, 25 de junio de 2018

La guerra de Italia contra los inmigrantes me hace temer por el futuro de mi país

Roberto Saviano
El diario/The Guardian

- Socialmente, los italianos estamos retrocediendo en medio del ascenso del nacionalismo que alienta el racismo contra los extranjeros.

El personal del buque Aquarius trata de calmar a los migrantes rescatados. KARPOV / SOS MEDITERRANEE

Nunca había sentido esta necesidad de hablar. Nunca había sentido esta necesidad de explicar por qué no podemos permitir que sobreviva este nuevo Gobierno italiano. Incluso antes de comenzar a trabajar en serio, ya ha causado daños irreparables.

El drama del barco de rescate de inmigrantes Aquarius, al que la semana pasada le negaron permiso para atracar en puertos italianos, atrajo la atención de todos. Pero parece que para algunos, indiferentes hacia el destino de 629 personas a la deriva en el mar, era una oportunidad para enseñar a Europa una lección sobre cómo lidiar con los inmigrantes. Sin embargo, para otras personas es escandaloso utilizar 629 vidas como elemento de negociación. El problema es que todos hemos perdido la perspectiva general del asunto.

En el mundo actual, la noción de "tolerancia cero" en el Mediterráneo, según la cual no se permite a ningún inmigrante llegar a Europa, es otra cosa que propaganda criminal. Matteo Salvini, ministro de Interior italiano y líder de la Liga, afirma que quiere prevenir más tragedias en el mar y rescatar a las inmigrantes víctimas de los traficantes de personas de Libia y las organizaciones criminales italianas.

Durante el fin de semana, utilizó Facebook para insistir en este argumento. "Mientras el Aquarius navega hacia España", escribió Salvini, "otros dos navíos operados por ONG han llegado a la costa de Libia para esperar sus cargamentos de personas mientras los traficantes los abandonan. Esta gente debe saber que Italia ya no quiere ser parte del negocio de la inmigración clandestina y que tendrán que buscar otros puertos hacia los que navegar".

Pero una cosa es la propaganda y otra son los hechos.

Todos los predecesores de Salvini han intentado políticas de "tolerancia cero", utilizando estrategias similares y terminando en fracasos idénticos, como arrestando inmigrantes en Libia. La única diferencia es que Salvini es más evidente en su bajeza y tiene aliados en el Gobierno que lo respaldan. Todos estos años, Italia –y Europa– ha enviado dinero a países inestables y financiado a traficantes y criminales sin lograr resolver nada. Mientras haya gente que quiera venir desde África a Europa, siempre habrá alguien dispuesto a traerlos a cambio de dinero.

Las puertas de Europa están oficialmente cerradas para los africanos. La única forma de entrar es clandestinamente, y las mafias de Libia están dispuestas a ofrecer la manera ( a casi 100.000 africanos al año). Existe una demanda que satisfacer y no hay oferta legal. Los argumentos engañosos de Salvini y su aliado de coalición, el líder del Movimiento Cinco Estrellas Luigi Di Maio, no significan nada. Ellos tienen que comprender la ley más elemental del mercado: si existe demanda, habrá oferta, ya sea de forma legal o ilegal.

¿Podemos recibir a todos los africanos que quieran emigrar a Europa? No. Pero Italia no tiene derecho a decir: "Basta, ya es suficiente". Muchas veces me preguntan cuál es la solución, como si una persona fuera capaz de resolver todo el problema. No existe una respuesta definitiva, pero sí hay pasos que se pueden dar.

1. Primero, Italia tiene que regularizar la situación de los inmigrantes ilegales que ya viven en el país. El exministro de Trabajo, Roberto Maroni, lo hizo en 2002: otorgó documentos a 700.000 inmigrantes que inmediatamente se convirtieron en 700.000 contribuyentes más para el país. Este Gobierno puede y debe hacer lo mismo.

2. Segundo, deberíamos trabajar en regular visas y dejar de financiar a las mafias de Libia para que sean carceleros a cargo de sórdidos campos de concentración. El dinero nos pesa en el bolsillo, pero sobre todo en la conciencia, aunque parece que la conciencia de muchos italianos está hibernando.

3. Tercero, debemos generar acuerdos con otros países europeos para que los permisos obtenidos en Italia sean válidos para transitar y trabajar en los otros países de la UE. Esto significa lograr realmente un avance político, en lugar de hablar sin llegar a nada.

A menos que se concreten estos pasos, es fácil predecir lo que sucederá en los próximos meses y años. Los inmigrantes a bordo del Aquarius estuvieron dos días en el mar antes de poder dirigirse hacia España. Pero los que estaban a bordo del barco de la guardia costera italiana, el Diciotti, pudieron atracar en Catania, Sicilia.

¿Entonces ahora tenemos inmigrantes de primera y segunda clase? A bordo del Aquarius había inmigrantes rescatados por operaciones de la guardia costera italiana. La próxima vez, ningún inmigrante querrá abandonar los supuestos barcos de rescate oficiales para ser llevado a los barcos de las ONG, a los que les pueden negar acceso a los puertos europeos por no se sabe cuántas horas o días.

Mientras tanto, en Italia se está desarrollando una guerra silenciosa entre los italianos y los inmigrantes que –ya sea legal o ilegalmente– viven y trabajan en el país, a menudo por muy poco dinero o viviendo en condiciones de esclavitud. Al enfocar nuestra atención en los inmigrantes que quieren venir, perdemos de vista los derechos de los que ya están aquí, derechos que debe tener todo ser humano, al margen de si tiene o no permiso de residencia.

La ola de odio que se ha desatado contra los africanos que ni siquiera han pisado el país se descarga en los inmigrantes que ya viven aquí. Socialmente, los italianos estamos retrocediendo, en medio del ascenso del nacionalismo que alienta el racismo contra los extranjeros.

El primer comunicado oficial del nuevo ministro de la Liga para la Familia y los Discapacitados fue una declaración en contra de las familias homosexuales y en contra del aborto. Las palabras de Lorenzo Fontana cayeron como una bomba en un país que esperó décadas que se aprobaran las uniones civiles y donde la objeción de conciencia en los hospitales todavía es una traición al referéndum que decidió la legalización del aborto en 1981.

La triste verdad es que este gobierno tiene muchos seguidores y es popular porque identifica bien sus objetivos: las categorías de personas sobre quienes descargar sus frustraciones, los enemigos a quienes atacar. Así son las cosas, guste o no a los italianos. Pero la gran cantidad de italianos que sufren y están enfurecidos no mejorarán su situación movilizándose contra los inmigrantes.

Por el contrario, en los países en los que se les garantizan derechos a todos, incluidas las minorías, toda la comunidad disfruta de los beneficios. Ha llevado décadas que las comunidades se integren, pero en muy poco tiempo todo puede colapsar como un castillo de arena, destruido por el nacionalismo que convierte a todo el mundo en enemigos.

Si Europa es incapaz de cumplir su misión de recibir e integrar a los inmigrantes, aquellos líderes europeos que no están a la altura de las circunstancias deberían cerrar la boca en lugar de caer en insultos calculados. Es el deber de Italia intentar cambiar para mejor y no caer en el peor de los nacionalismos. Hay vidas humanas en peligro.

@robertosaviano

Traducido por Lucía Balducci.

Fuente:
https://www.eldiario.es/theguardian/guerra-Italia-inmigrantes-temer-futuro_0_784271979.html