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martes, 8 de agosto de 2023

Un vasto programa. Hay que aprender a someter la opinión personal a la búsqueda en común de la verdad, a denunciar sin miedo la mentira y a defender nuestro sistema educativo

Hay que aprender a someter la opinión personal a la búsqueda en común de la verdad, a denunciar sin miedo la mentira y a defender nuestro sistema educativo.

Uno de los jeeps de la Novena Compañía de la División Leclerc, compuesta casi exclusivamente por republicanos españoles, fue bautizado con el nombre de Mort aux cons, que me resigno a traducir como “Muerte a los necios”. No es improbable que dicho lema fuese una respuesta al más tristemente célebre  “Muera la inteligencia” que Millán Astray vociferó en 1936. Y es que, por debajo de la codicia, la crueldad, la banalidad y demás fuentes de la barbarie, se halla la capa freática de la necedad. De ahí que las guerras de religión fuesen anunciadas por el Elogio de la locura, de Erasmo de Róterdam; el triunfo del nazismo, por el Sobre la estupidez, de Robert Musil; y la revolución neoliberal de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, por Las leyes fundamentales de la estupidez humana, de Carlo M. Cipolla. ¿Acaso deberían preocuparnos las reediciones de estos libros y la reciente publicación de La imbecilidad es cosa seria, de Maurizio Ferraris?

Sin duda, la infrafinanciación de la educación, el desprecio de las humanidades, la prestidigitalización de la vida, el antintelectualismo populista y la sustitución de la verdad por “relatos” financiados por diferentes grupos de interés, no son buenas señales. Pero nada muy diferente del oscurantismo y de los cuentos de brujas, traidores e inmigrantes, que nos hechizan de generación en degeneración. Claro que la lucha entre la inteligencia y la necedad no se da solo en todas las épocas, sino también en todos los lugares, y especialmente en nuestra propia mente, tan propensa a lo simple y a lo falso. Por eso, la lucha no puede consistir en “matar a los necios”, pues cada uno de nosotros debería matarse primero a sí mismo. Eso sin contar que, tal y como nos enseñaron los votantes de Donald Trump, reírse de la necedad ajena no es una buena estrategia.

Es mejor aprender a someter la opinión personal a la búsqueda en común de la verdad, a denunciar sin miedo la mentira y a defender nuestro sistema educativo, renunciando, para empezar, a esa especie de chupete digital que son los móviles, con el objetivo de incluir a los niños en nuestras conversaciones (lo siento, pero escribo estas líneas en una cafetería, y el espectáculo es lamentable). Se dice que, al ver el lema Morts aux cons en la parte delantera de aquel jeep de La Nueve, el general De Gaulle afirmó, con felicidad: “Vasto programa”. No esperemos a septiembre para empezar a llevarlo a cabo.