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viernes, 1 de septiembre de 2023

Donna Strickland, Nobel de Física: “Es difícil ver el hilo que va desde las ecuaciones de Einstein hasta el GPS”.

Strickland, después de la entrevista este jueves en Madrid.Strickland, después de la entrevista este jueves en Madrid.

La investigadora, que se convirtió en 2018 en la tercera mujer de la historia galardonada en su disciplina, afirma que se puede hacer buena ciencia en cualquier sitio si se elige bien el objetivo.

Donna Strickland, (Guelph, Canadá, 64 años), ganó el premio Nobel de Física en 2018 por un trabajo de 1985 que ha mejorado la vista a millones de personas en el mundo. La técnica, creada cuando tenía 26 años junto a su director de tesis, Gérard Mourou, fue bautizada como Amplificación de Pulso Gorjeado (CPA, de sus siglas en inglés) y se convirtió pronto en el estándar para obtener láseres de alta intensidad. Esa tecnología, empleada en las cirugías para corregir la miopía, mostraba las enormes posibilidades de manipular la luz para actuar sobre la materia, aunque la científica explica que nunca investigó buscando una aplicación concreta.

Además de por su trabajo científico excepcional, Strickland se convirtió en un fenómeno al ser la tercera mujer en recibir el Nobel de Física en más de un siglo de historia. Sus predecesoras fueron la francesa Marie Curie en 1903 por sus estudios sobre la radiactividad, y la estadounidense de origen alemán Maria Goeppert-Mayer en 1963 por su trabajo sobre la estructura interna del núcleo de los átomos. Sobre esta última, Strickland asegura que “ni siquiera sabía que era una mujer” cuando la citó en su tesis, y se refirió a ella con un “él”.

Ahora, como referente para las mujeres, no cree que se deban cuestionar los avances hechos por los hombres blancos que han dominado la física, pero sí que lo imprevisible del origen de los nuevos hallazgos hace importante “no limitar el acceso a la ciencia a la mitad del mundo, porque se estará perdiendo la oportunidad de encontrar esas perlas inesperadas”. “Todo el mundo debería ser juzgado por su capacidad y nada más; cuanta más gente permitamos que participe en la ciencia, mejor estaremos”, ha afirmado durante una entrevista en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Madrid. Esta institución le ha entregado a Strickland la Medalla de Oro, su máxima distinción.

Pregunta. ¿Cómo se continúa investigando cuando se gana el Nobel, cuando se está en la cumbre de la ciencia?

Respuesta. No estaba lista para el premio y cambió mi vida. Es probable que me haya distraído de mi investigación, he dejado solos a mis alumnos en el laboratorio quizá más de lo que debería, y además soy la tercera mujer en ganar un Nobel. Me han invitado a hablar y a viajar mucho, incluso más que a los hombres. He tomado la responsabilidad de contar al público la importancia de la ciencia. Ya he dejado mi impronta en la ciencia y ahora me he convertido en una figura pública que la fomenta.

Tenemos que parar y encontrar formas diferentes de definir qué es un buen científico

P. ¿Tiene algún proyecto científico que le gustaría culminar?
R. Me sigue gustando jugar con láseres. Irónicamente, la semana antes de recibir el Nobel por la CPA, dejé todos mis láseres CPA y cambié a otro tipo de láser de fibra. Eso es nuevo para mí y me divertirá aprender. También me ha invitado un colega, Toshi Tajima, que es el inventor del láser de aceleración, para trabajar en un proyecto para acelerar electrones con los que podemos llegar endoscópicamente hasta un tumor y erradicarlo del todo, evitando que los cirujanos tengan que cortar demasiado profundo.

P. Hace unos siglos, vivíamos en un mundo en el que todo el mundo comprendía más o menos las tecnologías de su día a día. Ahora estamos muy lejos de entender lo más básico de las tecnologías que utilizamos, como el láser. ¿Podemos hacer algo para entender el mundo en que vivimos?
R. Creo que ni siquiera los científicos conocemos del todo nuestros propios campos, pero lo importante no es comprender cada campo de la ciencia, sino que el público entienda el proceso científico. Entender que tenemos que hacer investigación fundamental para que una generación después sea posible desarrollar nuevas técnicas.

Se puede hacer buena ciencia en cualquier sitio. Creo que mi Nobel muestra eso. Yo no publiqué en revistas de alto impacto” Sucedió con la pandemia. La gente se preguntaba por qué no se tenía una vacuna desde el primer momento y, después, se pensaba que la vacuna se había desarrollado demasiado rápido y que por eso no podía ser fiable. Pero la gente no era consciente de que había gente trabajando desde hacía décadas en esta idea del ARN mensajero y en todas las ideas que hicieron posibles las vacunas. Eso permitió ayudar con el covid en un año, una rapidez que nos dejó locos.

Si la gente entendiese el proceso, en el que hay mucha gente, no solo una persona, trabajando en un problema junto a otros y laboratorios de todo el mundo, tendría más confianza. Que sepan cómo los científicos aprendemos de otros y de nuestros errores. Porque este es otro punto de la pandemia: la incertidumbre. ¿Debemos llevar mascarilla o no? Era un experimento que estaba sucediendo delante de nuestros ojos. No sabíamos si el contagio era por gotículas o aerosoles, qué cantidad era necesaria. A cada paso aprendimos y cambiamos nuestras ideas y los científicos aceptamos esa forma de pensar, pero para el público era: estos tipos no saben lo que hacen, ¿por qué deberíamos escucharlos?

P. Sobre la confianza en la ciencia, en los últimos tiempos estamos viendo cómo proliferan las publicaciones irrelevantes, investigadores que publican cientos de artículos al año que no aportan nada, científicos que se encuentran entre los más citados y son un fraude.
R. Es desafortunado. Pienso que estamos empujando la ciencia por el camino equivocado. Tenemos que parar y encontrar formas diferentes de definir qué es un buen científico, y ver qué estamos haciendo mal. Pero creo que aún son casos raros que reciben mucha publicidad, porque a los medios y a todos nos atrae más lo negativo que lo positivo. También quiero señalar que en algunos casos eran los propios colegas los que se daban cuenta de un problema y retiraban sus propios artículos de las revistas. Nos autorregulamos. Pero tenemos que mejorar y quitarnos esta idea que publicas o mueres o que debes publicar en una determinada revista o ser citado tanto.

A mí no me sucedió, porque en mis tiempos teníamos que ir a una biblioteca y mirar un libro grande y gordo para ver si nos estaban citando o no. Había pocas referencias al final de cada artículo y no nos preocupaba tanto cuánto nos citaban. En esta era digital es muy fácil mirar esos datos: en cuántos artículos, en cuántas revistas de impacto y mirar el factor de impacto. Es fácil juzgar así y todos nos hemos lanzado a ello. Espero que podamos darnos cuenta y encontrar una forma mejor de evaluar.

No todos podemos subirnos al carro de lo grande y lo guay, porque perderemos esas pequeñas perlas que hay por ahí”

P. La creciente competitividad en la ciencia hace que requiera mucho dinero, muy buenos cerebros de todo el mundo y que, al final, la ciencia ultracompetitiva se haga en un puñado de sitios en el mundo.
R. Creo que eso no es cierto. Se puede hacer buena ciencia en cualquier sitio. Creo que mi Nobel muestra eso. Yo no publiqué en revistas de alto impacto y mis artículos no fueron muy citados en los dos primeros años y, al final, gané el premio Nobel. Estoy de acuerdo en que algunos sitios tienen mucho dinero y pueden atraer a la mejor gente, que después atraen a los mejores estudiantes y atraen financiación. Eso permite que hagan más cosas que en los lugares con menos recursos. Pero espero que no perdamos la capacidad de financiar a todo el mundo.

P. Usted viene de un campus no muy grande, como es de la Universidad de Waterloo, y de un país con una población similar a la que hay en España, y ha logrado un gran éxito. Me gustaría saber si tiene algún consejo para un país de tamaño mediano como España y sin tantos recursos. ¿Cuál es la forma de elegir qué tipo de investigaciones impulsar para producir resultados significativos?
R. La pregunta es, ¿qué significa resultados significativos? Mucha gente cae en la trampa de tener que hacer algo aplicable de alguna manera en dos años. Eso significa que solo hacemos investigación aplicada y después, dentro de 20 años, no tendremos las ideas fundamentales necesarias para avanzar. Necesitamos la relatividad general para tener el GPS y es difícil ver el hilo que va desde las ecuaciones de Einstein hasta el GPS.

"Lo importante no es comprender cada campo de la ciencia, sino que el público entienda el proceso científico”

Debemos defender ante nuestros gobiernos que se debe hacer investigación básica. Y también ser conscientes de que no todos podemos subirnos al carro de la cuántica o de la inteligencia artificial. No todos podemos subirnos al carro de lo grande y lo guay, porque perderemos esas pequeñas perlas que hay por ahí. Podemos dejar lo grande para los grandes países, y que los más pequeños busquen los grandes avances que pueden surgir en cualquier lado.

Corea del Sur ha pasado de país pobre a rico porque invirtió de verdad en la ciencia y me gustaría que países como España o Canadá miren ese ejemplo, porque Corea al final de su guerra en la década de 1950 era muy pobre. Ahora tienen grandes compañías como Samsung porque han invertido casi el 5% de su PIB en I+D. Y según crecen lo siguen incrementando, porque saben que la I+D expande la economía. Hacen investigación aplicada, pero también básica, y tienen un plan a largo plazo, no solo piensan en lo inmediato.

P. Recientemente, el Papa la ha fichado para la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano, donde también están Jennifer Doudna o Emmanuelle Charpentier, galardonadas con el Nobel por su investigación sobre el sistema de edición genética CRISPR. ¿Cuál es su trabajo allí?
R. El Vaticano quiere saber lo que es la ciencia y tener un grupo con muchas voces, que vengan de todo el mundo, no solo de Italia o Europa, y están incluyendo a mujeres. No es necesario ser católica, yo no lo soy. Creo que este Papa en particular está bastante preocupado por el medio ambiente y es una de las cosas que quieren promover. Sienten su responsabilidad social y quieren entender de una manera amplia la ciencia y asegurarse de que la llevamos a cabo de forma ética.

P. ¿Siente que la ciencia, en su caso la comprensión de los fundamentos físicos del mundo, dan sentido a su vida o eso lo busca en otro lugar?
R. Para mí son dos cosas completamente separadas. En nuestra cabaña, miramos hacia el oeste, sobre un gran lago, y podemos ver unas puestas de sol preciosas. Y como experta en óptica, sé por qué el sol es rojo cuando se pone. Entiendo por qué el cielo es azul: porque las nubes dispersan la luz. Lo entiendo todo desde un punto de vista óptico. Pero cada noche, cuando veo ese bonito atardecer, doy gracias a Dios por dejarnos vivir en un universo hermoso. Creo que los científicos explican cómo funciona el universo, pero no creo que puedan explicar por qué se nos dio este universo. Y no importa si fue creado por Dios o simplemente ha estado siempre ahí. Eso es independiente de mi ciencia.

sábado, 9 de octubre de 2021

Syukuro Manabe, Klaus Hasselmann y Giorgio Parisi reciben el premio Nobel de Física 2021

 

     Syukuro Manabe, Klaus Hasselmann y Giorgio Parisi los galardonados este año.

Los investigadores Syukuro Manabe, Klaus Hasselmann y Giorgio Parisi fueron anunciados este martes como los ganadores del premio Nobel de Física 2021.

El anuncio fue hecho por el secretario de la Academia Sueca de Ciencia, Göran Hansson, quien señaló que el premio se otorgaba a estos tres investigadores "por las contribuciones innovadoras a nuestra comprensión de los sistemas físicos complejos".

El premio, así como los correspondientes a Medicina, Química y Literatura que se irán anunciado esta semana, se entregarán en la ceremonia del 8 de diciembre en Estocolmo.

Giorgio Parisi, italiano de 73 años, fue premiado especialmente por el descubrimiento "de patrones ocultos en materiales complejos y desordenados. Sus descubrimientos se encuentran entre las contribuciones más importantes a la teoría de sistemas complejos".

Por su parte, el japonés Syukuro Manabe y el alemán Klaus Hasselmann fueron galardonados por su aporte "fundamental" en la creación de los modelos climáticos.


El trabajo de Syukuro Manabe y Klaus Hasselmann está relacionado con los modelos climáticos.

Por ejemplo, Manabe, de 90 años, demostró cómo el aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera conduce a un incremento de las temperaturas en la superficie de la Tierra.

Este trabajo sentó las bases para el desarrollo de modelos climáticos actuales.

En ese mismo sentido, Klauss Hasselmann, de 89 años, fue pionero en la creación de modelos que vinculan la meteorología y el clima.

Sus métodos se han utilizado para demostrar que el aumento de temperatura en la atmósfera se debe a las emisiones humanas del dióxido de carbono.

Los complejos modelos climáticos
Una de las conclusiones que deja la decisión, especialmente en la elección de Manabe y Hasselmann, es llamar la atención sobre el tema climático.

Como lo señalan varios expertos, es muy difícil predecir el comportamiento a largo plazo de sistemas físicos complejos como el clima de nuestro planeta.

Sin embargo, y también como lo señala el comité de la Academia Sueca de Ciencia, los modelos informáticos que pueden anticipar cómo responde la Tierra a las emisiones de gases de efecto invernadero han sido cruciales para nuestra comprensión del calentamiento global.

Y en eso han sido clave estos dos científicos.

Para empezar, Manabe, quien trabaja en la Universidad de Princeton en EE.UU., lideró en los años 60 el desarrollo de modelos físicos del clima, que llevaron a la conclusión que las emisiones de dióxido de carbono calentaban el planeta.

John Wettlaufer, miembro del comité que otorga el premio Nobel de Física, explica las razones detrás de su decisión.

Y una década después Hasselman, quien hace parte del Instituto Max Planck de Alemania, creó un modelo informático que vinculaba la meteorología y el clima.

Su trabajo, como lo señala la Academia Sueca, respondió a la pregunta de por qué los modelos climáticos pueden ser confiables a pesar de que el clima es cambiante y caótico.

Ahora, el trabajo del italiano Parisi no está directamente relacionado con este campo.

El comité dijo que los descubrimientos de este científico hicieron "posible comprender y describir muchos materiales y fenómenos diferentes y aparentemente completamente aleatorios".

Esto incluyó el comportamiento de sistemas complejos a nivel microscópico.

Su trabajo tiene aplicaciones no solo en la física sino también en otras áreas muy diferentes, como las matemáticas, la biología, la neurociencia y el aprendizaje automático (área de la inteligencia artificial).

domingo, 1 de diciembre de 2019

Lev Landáu, el niño prodigio ruso referente mundial de la Física

Empezó la universidad con 14 años y sus investigaciones y descubrimientos sobre todas las ramas de la Física Teórica le hicieron merecedor del Premio Nobel en 1962

Recordado por sus compañeros de colegio como un chico tímido e introvertido, Lev Landáu creció con una compañera que se volvió inseparable en su vida: las matemáticas. Lejos de sentirse traumatizado por su soledad en la infancia, de adulto reconoció que le costaba pensar en algún momento de niño en el que no hubiera estado familiarizado con el cálculo infinitesimal.

Y es que Lev nació en un terreno abonado para la ciencia, con un padre ingeniero de la industria petrolera y una madre doctora en Medicina. Él se convirtió en un niño prodigio y contribuyó a la saga de grandes científicos y premios Nobel de la antigua Unión Soviética con un currículo inmaculado que lo llevó a la universidad con solo 14 años y a publicar su primer trabajo de investigación a los 18.

La posibilidad de viajar y aprender en los institutos científicos y en las universidades más prestigiosas del mundo hicieron el resto, hasta convertir a Lev Landáu en una figura clave de la Física Teórica del siglo XX y en uno de los mejores científicos de la historia. Sus investigaciones, pero sobre todo sus descubrimientos, lo llevaron a recibir el Premio Nobel de Física en 1962 por su teoría matemática sobre el comportamiento del helio superfluido a temperaturas cercanas al cero absoluto.

Lev Davídovich Landáu nació el 22 de enero de 1908, en Bakú, actual capital de Azerbaiyán y en aquel tiempo perteneciente al Imperio Ruso.

Acabó sus estudios de Secundaria con 13 años, pero tuvo que esperar uno más para acceder a la universidad, donde se matriculó simultáneamente en dos facultades: la de Ciencias Físicas y Matemáticas y la de Química. En 1924 se trasladó a la Universidad Estatal de Leningrado, considerada el centro de la Física soviética y, tras graduarse en 1927, se dedicó a la investigación en el Instituto Físico Técnico de Leningrado.

Landáu obtuvo una beca Rockefeller complementada con otra del Gobierno soviético con las que pudo visitar centros de investigación en Zúrich, Cambridge y Copenhague. Sus viajes le permitieron estudiar con el premio nobel Niels Bohr, que ejerció una gran influencia en el joven físico, y conversar con Albert Einstein.

De regreso a la Unión Soviética, Landáu fue jefe del Departamento de Teoría del Instituto Físico-Técnico de Ucrania en Kharkov entre 1932 y 1937, y después jefe del Departamento de Teoría del Instituto de Problemas Físicos de la Academia de Ciencias de la URSS en Moscú, cargo que compaginó con la enseñanza de Física Teórica.

Por motivos ideológicos, Landáu se vio forzado a abandonar Ucrania en 1937 y fue arrestado por el KGB y condenado a 10 años de prisión. La amistad con otros científicos cercanos al Gobierno le permitieron salir en libertad un año después, si bien después se demostró que fue un antiguo alumno suyo quien, por venganza, lo denunció de manera falsa como espía alemán.

A partir de ese momento sus escritos sobre materias relacionadas con la investigación de los fenómenos físicos incluyen alrededor de cien artículos y numerosos libros, entre los que se encuentra el ampliamente conocido Curso de Física Teórica, que contiene nueve tomos, y que fue publicado en 1943 junto al también científico ruso Yevgueni Mijáilovich Lifshitz.

Entre las aportaciones realizadas por Landáu a la ciencia están la teoría termodinámica de las transiciones de fase de segundo grado; la teoría macroscópica de la superfluidez del helio líquido -lo que valió el Premio Nobel de Física en 1962-; la teoría de los aludes de las tormentas electrónicas; la teoría de la turbulencia y la física de las bajas temperaturas, la teoría del plasma, la energía de las estrellas, el neutrino, la teoría cuántica, así como el descubrimiento de las estrellas de neutrones.

La URSS inició un proyecto de investigación cuyo objetivo era la construcción de la bomba atómica, algo que se aceleró a partir de la tragedia de Hiroshima. Landáu participó en el proyecto como matemático calculando las ecuaciones de la dinámica de la bomba termonuclear. En 1958 se hicieron públicos parte de esos trabajos, mostrando aspectos novedosos como la superconductividad, la física de partículas elementales y ruptura de simetría.

Además del Premio Nobel recibió otros reconocimientos, como tres premios de Estado, ser denominado Héroe del Trabajo y un Premio Lenin, todos ellos en la Unión Soviética. Fuera de las fronteras de la antigua URSS fue miembro de la Royal Society de Londres, Medalla Max Planck, premio Fritz London de la Real Academia de Ciencias de Dinamarca, de la Real Academia de Ciencias de los Países Bajos, Asociado en el Extranjero de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, Miembro Honorario de la Academia Americana de Artes y Ciencias, de la Sociedad Física (Londres), y de la Sociedad Física de Francia.

El 7 de enero de 1962 Lev Landáu sufrió un accidente de coche al chocar contra un camión cuando conducía su pequeño automóvil. A partir de ese momento no volvió a ser el mismo e incluso estuvo en varias ocasiones al borde de la muerte. Se retiró de sus investigaciones aunque de vez en cuando siguió visitando el instituto de investigación. Murió en Moscú el 1 de abril de 1968, a los 60 años, y fue enterrado en el cementerio Novodévichi, el más céntrico y famoso de la capital rusa, que forma parte del monasterio del siglo XVI que lo alberga y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2004.

El reconocimiento a su trascendental legado científico va más allá de sus investigaciones, teorías y descubrimientos, ya que Lev Landáu tiene un cráter en la Luna con su nombre y el asteroide 2142 también lo recuerda, llamándose Landáu en homenaje al físico ruso.

https://elpais.com/elpais/2019/01/22/ciencia/1548144054_106966.html

viernes, 24 de junio de 2016

Un gato vivo y muerto en dos sitios al mismo tiempo. Investigadores de EE UU logran entrelazar grupos de cuatro fotones y mantenerlos estables, un paso necesario para la creación de ordenadores cuánticos.

Erwin Schrödinger recibió un Nobel por sus aportaciones a la física, tiene un cráter a su nombre en la cara oculta de la Luna y realizó aportaciones filosóficas fundamentales para la genética. Sin embargo, su nombre es mundialmente conocido por un experimento mental que planteó en 1935 en el que un gato podía estar muerto y vivo al mismo tiempo. En aquel caso creado para ilustrar la extrañeza de la mecánica cuántica, que el físico austriaco calificaba de ridículo, se introducía un gato en una caja de acero junto a una pequeña cantidad de material radiactivo. La cantidad era tan pequeña que solo existía un 50% de posibilidades de que durante la hora siguiente uno de los átomos decayese. Si eso sucedía, se activaría un mecanismo que llenaría la caja de ácido hidrociánico, uno de los gases tóxicos utilizados en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, y el gato moriría.

De acuerdo con los principios de la mecánica cuántica, durante el tiempo que durase el experimento, el gato estaría vivo y muerto al mismo tiempo, resultado de un fenómeno conocido como superposición. Sin embargo, esa circunstancia cambiaría cuando abriésemos la caja para acabar con la incertidumbre. En ese momento, de vuelta a la dura e incontrovertible realidad de la física clásica, el gato estaría o vivo o muerto.

Con el tiempo, los científicos han sido capaces de manipular los estados cuánticos de la materia y es posible que en el futuro este conocimiento sirva para construir potentes ordenadores cuánticos. Esta semana, en un artículo que se publica en la revista Science, un equipo de físicos de la Universidad de Yale (EE UU) muestra cómo ha logrado mantener un "gato de Schröedinger" cuántico vivo y muerto en dos lugares a la vez.

En realidad, estos gatos cuánticos son grupos de hasta cuatro fotones con estados entrelazados pese a estar en recipientes separados. El entrelazamiento es un fenómeno cuántico por el que las partículas subatómicas pueden alinear sus estados cuando están en contacto y mantenerlo después separadas, incluso a millones de kilómetros de distancia. El equipo de Yale, liderado por Chen Wang, fue capaz de introducir los fotones en receptáculos separados y modificar su estado, como el gato que está vivo o muerto, observando cómo cambiaban de forma coordinada.

El interés del trabajo, según explica Oriol Romero-Isart, investigador en el Instituto de Física Teórica de la Universidad de Innsbruck (Austria), es que “permite crear dos qbits (sistemas cuánticos que servirían para gestionar la información en ordenadores cuánticos) y aplicar correcciones para que duren más”. La inestabilidad de estos qbits hace que sean poco prácticos para construir máquinas cuánticas y es un reto para producir aplicaciones prácticas con este tipo de física. Normalmente, sin la aplicación de correcciones, un qbit se destruiría en menos de un segundo. Con las correcciones, comenzaría acercándose la posibilidad de emplear el potencial de un sistema en el que las partículas no solo sirven para codificar información a partir de unos y ceros, como en la computación convencional, sino que pueden aprovechar la posibilidad de que estén en varios estados al mismo tiempo.

La capacidad del grupo de Yale para crear “gatos de Schrödinger” de un gran número de fotones es importante porque para corregir los errores que hacen que el qbit se diluya en muy poco tiempo es mejor tener un sistema con muchas piezas. “Si nos imaginamos un sistema que pueda tener varios estados, en el que las partículas son canicas rojas y azules, si solo tienes una canica, cuando cambia el color, pierdes la información. Pero si tengo 100 canicas del mismo color, si solo cambia una de información, podría reparar el error y mantener la información gracias al resto”, explica Romero-Isart.

Las posibilidades que abren estudios como el publicado en Science son enormes, pero la extrañeza cuántica tiene sus límites. Aunque dos partículas entrelazadas seguirán estándolo aunque las mandemos a planetas separados por un millón de kilómetros, este sistema no serviría para transmitir información más rápido que la luz. La física no permite esa herejía y en este caso se conserva el dogma porque no es posible manipular a nuestro antojo el estado de esas partículas entrelazadas.

Entre las aplicaciones prácticas más cercanas de las máquinas cuánticas, Romero-Isart, que ha planteado la posibilidad de realizar un experimento en el que un objeto con millones de átomos esté en dos lugares a la vez, señala la simulación cuántica. “Se trataría de hacer un prototipo, de la misma manera que se hace con modelos de menor tamaño en aviación, para recrear un sistema cuántico muy complejo, como la física de los sólidos”, señala. “Saber cómo interaccionan los electrones en un sólido puede ayudarnos a entender cómo se puede crear un material en el que haya superconductividad a temperatura ambiente”, añade. Ahora, los materiales empleados para conducir la electricidad a temperatura ambiente, como el cobre, producen una enorme resistencia que limita su eficiencia. Este tipo de progresos llegarían antes que los ordenadores cuánticos, una tecnología posible, pero que aún requerirá mucho tiempo para hacerse realidad.

http://elpais.com/elpais/2016/05/25/ciencia/1464195525_734270.html?rel=lom