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domingo, 21 de marzo de 2010

Sobre la Felicidad. Momentos.

...Una pequeña estación de ferrocarril, mesas cubiertas de hule en el andén, bajo un emparrado. El silbido del tren, las niñas que llevaban sandalias de colores y calcetines blancos. Los buñuelos de Cuaresma, recién horneados.
El perfume del horno me acerca a otro momento... Huelo aquel pan, veo aquellos pinos, disfruto del esplendor turquesa del Mediterráneo todavía inviolado. Escucho a los inteligentes, abrazo con ternura, pétalo a pétalo descubro a los amigos. Todos esos momentos, y algunos que sucedieron anteayer –una sobremesa larga y bien conversada, el calor de un vaso de vino, las confidencias– y otros que están por suceder son, ni más ni menos, la vida. Ese río que nos trae.

De modo que los recojo para saber por qué he llegado hasta aquí y a qué y a quién debo dar las gracias, y esos momentos se acumulan en mi regazo y acarician mi corazón. Les pido a ustedes una promesa, a ustedes, que son uno de mis mejores momentos, y que me escuchan cuando les hablo a media voz. Les ruego que vivan sus días sin dejar que las horas pisoteen sus momentos. Porque eso es todo lo que nos vamos a llevar. ¿Recuerdan la foto de satélite que se publicó hace poco, aquella en que desde muy lejos, en el universo, se distinguen claramente las pirámides?

Pues eso. Así vemos desde la vejez las cúspides que dieron sentido a nuestras vidas. No son de oro y piedras preciosas, sino de algo infinitamente mejor. Son de tiempo. Del tiempo que usamos bien y en que fuimos bien usados. Tiempo breve, fugaz, tiempo deslumbrante de lucidez, belleza y felicidad. (Rosa Montero, seguir aquí. "Momentos" El País Semanal 21/03/2010)

Otra visión de la Felicidad más pragmática. (¿Una demostración de que lo vanal no sirve para casi nada?)

Un estudio encontró que las conversaciones profundas hacen que la gente sea más feliz que con las charlas triviales. Tiempo ¿Serías más feliz si dedica más tiempo a discutir el estado del mundo y el sentido de la vida - y menos hablar del tiempo?

Puede sonar contradictorio, pero las personas que emplean más su tiempo del día con debates profundos y menos tiempo en participar en la conversaciones o charlas sobre pequeñas cosas parecen ser más felices, dijo Matthias Mehl, psicólogo de la Universidad de Arizona, que publicó un estudio sobre el tema.

“Encontramos esto tan interesante, porque podría haber ido en sentido contrario - podría haber sido, “No te preocupes, sé feliz” - mientras usted navega en el nivel superficial de la vida eres feliz, y si hablas sobre la profundidad existencial serás infeliz”, dijo el Dr. Mehl.

Sin embargo, propuso, la conversación profunda parecía ser la clave de la felicidad por dos razones principales: una porque conduce a los seres humanos a buscar y crear significado en sus vidas, y segundo, debido a que somos animales sociales que desean y necesitan comunicarse con otras personas.

“Al participar en conversaciones significativas, se las arreglan para imponer sentido en un mundo de otro modo bastante caótico”, dijo el Dr. Mehl. “Y las relaciones interpersonales, le ayudan a usted a encontrar este sentido, y nos vinculamos con nuestras parejas interactuando de forma profunda, y sabemos que la relación interpersonal y la integración es la base fundamental de la felicidad".
El estudio del Dr. Mehl es pequeño y no prueba una relación causa-efecto entre el tipo de conversaciones que uno tiene y la felicidad. Pero eso será el siguiente paso previsto, cuando se propone a la gente que aumenten el número de conversaciones sustantivas que tienen cada día y recorten las pequeñas charlas triviales, y viceversa.

El estudio, publicado en la revista Psychological Science, participaron 79 estudiantes de la universidad - 32 hombres y 47 mujeres - que accedieron a llevar un grabador activado electrónicamente con un micrófono en la solapa que registraron 30 fragmentos de segundos de conversación cada 12,5 minutos durante cuatro días, la creación de lo que el Dr. Mehl llama “un diario acústico de sus días”.

Investigaron, entonces, a través de las cintas y se clasificaron los fragmentos de la conversación, ya sea como pequeña charla sobre el tiempo o de haber visto un programa de televisión, y hablar más a fondo sobre temas de actualidad, filosofía, la diferencia entre religiones o el papel de la educación.
La persona más feliz tenía un 45,9 por ciento de las conversaciones del día profundas, de fondo, mientras que sólo el 21,8 por ciento de las conversaciones de la persona más infeliz eran de fondo.
A continuación, el Dr. Mehl quiere ver si la gente realmente puede hacerse más feliz por tener conversaciones más sustantivas.

“No es tan fácil como tomar una pastilla una vez al día”, dijo el Dr. Mehl. “Pero esto siempre me ha intrigado. ¿Podemos hacer que la gente sea más feliz, pidiéndoles que, para los próximos cinco días, tengan una conversación a fondo extra cada día?” (NYT, 17-3-10 seguir aquí)

"Momentos" es también el nuevo disco que Dulce Pontes sacará el próximo 23 de marzo y se puede oir aquí en su Web.

sábado, 20 de marzo de 2010

Así va

Cuando Lisboa fue destruida por un terremoto en 1755, la Iglesia católica dictaminó que era un justo castigo de Dios (¿les recuerda algo semejante derroche de compasión?). Y la obvia insensatez de esa afirmación cruel (habían muerto miles de inocentes, niños incluidos, en un país además especialmente religioso) creó una conmoción mundial y una reacción aconfesional encabezada por Voltaire. Aquel seísmo fue el comienzo de la muerte de los dioses.
Han pasado 250 años de aquello, pero la Iglesia sigue diciendo cosas igual de insensatas e insensibles. Las crudas palabras del obispo Munilla (que la pobreza espiritual de España es un mal mayor que la tragedia de Haití) también han provocado un sonoro escándalo. Para peor, en vez de pedir excusas, el prelado se justificó diciendo que hablaba a "nivel teológico", con lo cual solidificó su error de expresión y lo convirtió en lo que sin duda es: pura y berroqueña ideología. Ah, sí, seguro que hablaba teológicamente. Sólo hundido a ciegas en el dogma puede uno tener una percepción tan deformada de la realidad y creer que la tibieza católica de los españoles es peor que el atroz sufrimiento de los haitianos y que el pavoroso colapso de un país entero: un abismo en la Tierra. Es la teología como sinónimo del fanatismo. Si Munilla quería hacer una reflexión moral, podría haber hablado de que el horror de ahora es una consecuencia del horror de antes. Haití, ya se sabe, es uno de los países más míseros, corruptos y desesperados del planeta; la esperanza de vida no llega a los 52 años y sólo uno de cada 50 ciudadanos recibe salario. Eso sí que es pobreza espiritual; quiero decir que algo funciona muy mal en un mundo que permite la existencia de estos infiernos. Pero, ya ven, a Munilla y Cía. sólo parece interesarles lo teológico. Así va la Iglesia: matando ella sola a Dios con sus torpezas. 19-1-10 El País.
Lucio Dalla, Caruso.