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viernes, 20 de octubre de 2023

¿Por qué la guerra?: las cartas que se intercambiaron Einstein y Freud hace 90 años

Einstein y Freud

Albert Einstein, el padre de la física moderna, y Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, se conocieron en la casa del hijo de este último en Berlín en 1927.

"Él es alegre, confiado y amable, y entiende tanto de psicología como yo de física, así que tuvimos una charla muy placentera", comentó el psicólogo.

Fue la única vez que se vieron en persona, pero mantuvieron una amistad epistolar, ocasionalmente ensombrecida por la amargura de Freud.

"El afortunado [Einstein] lo ha pasado mucho mejor que yo. Ha contado con el apoyo de una larga serie de predecesores desde Newton en adelante, mientras que yo he tenido que abrirme paso solo a zancadas a través de una jungla enmarañada", le escribió a princesa María Bonaparte.

También resentía su "juventud y la energía que le permiten apoyar tantas causas con tanto vigor"

Él mismo le confesó a Einstein "la envidia que no tengo miedo de poseer", excusándose en el hecho de que, como físico, Einstein gozaba del estatus de autoridad en su campo, mientras que él, como psicólogo, tenía que aceptar que hasta los ignorantes se atrevieran a opinar sobre su obra.

Uno de esos ignorantes era el mismo Einstein, quien -cuando se lo solicitaron- se había negado a apoyar la candidatura al premio Nobel que Freud tanto anhelaba. "A pesar de mi admiración por los ingeniosos logros de Freud, dudo en intervenir en este caso. No pude convencerme de la validez de la teoría de Freud", respondió el legendario físico en 1928.

La opinión de Einstein sobre el psicoanálisis mejoraría más tarde, y se lo comunicó a Freud cuando lo felicitó por sus 80 años.

"Realmente debo decirle cuánto me alegró enterarme de su cambio de parecer -le escribió Freud-. Por supuesto, siempre supe que usted me 'admiraba' sólo por cortesía y valoraba muy poco cualquiera de mis doctrinas".

La tarea

La impresión de Freud parecía desatinada a la luz del entusiasmo con el que Einstein lo había escogido unos años antes como su corresponsal cuando el Instituto para la Cooperación Intelectual invitó al renombrado físico a un intercambio interdisciplinario de ideas sobre política y paz con un pensador de su elección.

Mural del mundialmente artista callejero brasileño Eduardo Kobra basado en una foto de Albert Einstein de 1933.

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Mural del mundialmente artista callejero brasileño Eduardo Kobra basado en una foto de Albert Einstein de 1933.

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Einstein no albergaba ningún resentimiento (Mural del brasileño Eduardo Kobra basado en una foto de 1933).

"Admiro mucho su pasión por averiguar la verdad, una pasión que ha llegado a dominar todo lo demás en su forma de pensar", le escribió Einstein a Freud en 1931.

La tarea que tendrían era entender lo incomprensible: por qué la guerra.

¿Por qué la tarea?

Con las heridas de la Primera Guerra Mundial aún abiertas y el fuerte declive de las economías de todo el mundo, las tensiones sociales se habían agudizado y el totalitarismo echó raíces.

La amenaza a la paz mundial era palpable.

Jamás imaginaron lo que estaba a punto de suceder. (Afiche de la campaña electorral de Hitler, 1932)

Es por eso que la Liga de las Naciones recurrió a uno de los científicos más influyentes del mundo y pacifista perpetuo para pedirle que explorara cómo se podría lograr la paz mundial y éste, a su vez, invitó a uno de los más grandes estudiosos de la vida interior de los seres humanos.

Sus cartas fueron publicadas en marzo de 1933 en París, en francés, inglés y alemán simultáneamente.

En Alemania, el Partido Nacionalsocialista prohibió su divulgación; estremecedoramente, Adolfo Hitler, quien eventualmente desterraría tanto a Einstein como a Freud, ya había ascendido al poder.

Líderes sin poder

En su carta, fechada el 29 de abril de 1931, Einstein empezó refiriéndose a la "profunda devoción" de Freud "por el gran objetivo de la liberación interna y externa del hombre de los males de la guerra".

Mural con Freud atendiendo a una paciente en pared de México.

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Mural con Freud atendiendo a una paciente en pared de México.

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Para Einstein, los conocimientos de Freud eran valiosos en la búsqueda de una solución. (Mural en México)

"Esta fue la profunda esperanza de todos aquellos que han sido reverenciados como líderes morales y espirituales más allá de los límites de su propio tiempo y país, desde Jesús hasta Goethe y Kant".

"Estoy convencido de que casi todos los grandes hombres que, por sus logros, son reconocidos como líderes (...) comparten los mismos ideales. Pero tienen poca influencia en el curso de los acontecimientos políticos. Casi parecería que el dominio mismo de la actividad humana más crucial para el destino de las naciones está ineludiblemente en manos de gobernantes políticos totalmente irresponsables".

Continuó argumentando que la única forma positiva de avanzar es a través del establecimiento de "una asociación libre de hombres cuyo trabajo y logros previos ofrezcan una garantía de su capacidad e integridad".

Reconoció que, "en vista de las imperfecciones de la naturaleza humana", esa asociación no estaría libre de todos los defectos que a menudo llevan a la degeneración.

"A pesar de esos peligros, ¿no deberíamos hacer al menos un intento de formarla? ¡Me parece nada menos que un deber imperativo!"

Urgente y absorbente

El verano siguiente, el 30 de julio de 1932, Einstein le escribió nuevamente a Freud invitándolo oficialmente a participar en el intercambio del Instituto para la Cooperación Intelectual sobre "este urgente y absorbente problema".

"¡No más guerra!". Cartel del Partido Laborista Noruego, 1930.

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"¡No más guerra!". Cartel del Partido Laborista Noruego, 1930.

"Este es el problema: ¿Hay alguna forma de liberar a la humanidad de la amenaza de la guerra?

"Es de conocimiento común que, con el avance de la ciencia moderna, este tema ha llegado a significar un asunto de vida o muerte para la Civilización tal como la conocemos; sin embargo, a pesar del celo desplegado, todo intento de solución ha terminado en un lamentable fracaso".

Le explicó que quienes se ocupan profesional y prácticamente a abordar el problema estaban "conscientes de su impotencia para enfrentarlo" y por eso deseaban "conocer los puntos de vista de los hombres que, absortos en la búsqueda de la ciencia, puede ver los problemas del mundo en la perspectiva que brinda la distancia".

En su caso, dijo Einstein, el tema que normalmente ocupaba sus pensamientos, la física, "no permite vislumbrar los lugares oscuros de la voluntad y el sentimiento humanos", de manera que no podía hacer mucho más que aclarar la cuestión y "despejar el terreno de las soluciones más obvias" para que Freud pudiera alumbrarlo con "su amplio conocimiento de la vida instintiva del hombre".

Utopía

En la carta, presentó sus propias ideas sobre lo que podría implicar una solución: aquel organismo legislativo y judicial internacional, que resolvería todos los conflictos por consentimiento mutuo, al que había aludido en la misiva anterior.

Primera Asamblea General de la Liga de las Naciones, con representantes de 41 Estados, noviembre 15 de 1920.

Primera Asamblea General de la Liga de las Naciones, con representantes de 41 Estados, noviembre 15 de 1920.

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La Liga de las Naciones ya existía, pero no tenía el poder necesario.


Por supuesto, reconoció que tal utopía enfrentaría fuertes obstáculos.

"En la actualidad estamos lejos de poseer una organización supranacional competente para dictar veredictos de autoridad incontestable y obligar a la sumisión absoluta a la ejecución de sus veredictos.

"Por lo tanto, llego a mi primer axioma: la búsqueda de la seguridad internacional implica la entrega incondicional por parte de cada nación, en cierta medida, de su libertad de acción, es decir, de su soberanía, y es claro más allá de toda duda que ningún otro camino puede conducir a tal seguridad.

"El anhelo de poder que caracteriza a la clase gobernante en todas las naciones es hostil a cualquier limitación de la soberanía nacional".

Pero hay algo más: "Esta sed de poder político a menudo es apoyada por las actividades de otro grupo, cuyas aspiraciones están en líneas económicas puramente mercenarias".

"Pienso especialmente en ese grupo pequeño pero decidido, activo en todas las naciones, compuesto de individuos que, indiferentes a las consideraciones y restricciones sociales, consideran la guerra, la fabricación y venta de armas, simplemente como una ocasión para promover sus intereses personales y ampliar su autoridad".

Einstein con una multitud de inmigrantes en un mural del The Roosevelt Public School, Roosevelt, New Jersey.

Einstein con una multitud de inmigrantes en un mural del The Roosevelt Public School, Roosevelt, New Jersey.

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El nazismo haría de Einstein un inmigrante más en EE.UU. (Mural del artista Ben Shahn)

Einstein también formuló una serie de preguntas para enmarcar la discusión:

"¿Cómo es posible que esta pequeña camarilla [la clase gobernante] doblegue la voluntad de la mayoría, que puede perder y sufrir por una guerra, al servicio de sus ambiciones?"

"¿Es posible controlar la evolución mental del hombre para hacerla a prueba de las psicosis del odio y la destructividad?"

"No estoy pensando de ninguna manera sólo en las llamadas masas incultas.

"La experiencia demuestra que es más bien la llamada "intelligentsia" la más propensa a ceder a estas desastrosas sugestiones colectivas, ya que el intelectual no tiene contacto directo con la vida en bruto, sino que la encuentra en su forma más fácil y sintética: en la página impresa".

Terminó señalándole a Freud que su contribución "bien podría abrir el camino a nuevos y fructíferos modos de acción".
Firma de Albert Einstein
 Firma de Albert Einstein

La incómoda verdad

Unas semanas más tarde, el 12 de septiembre de 1932, Leon Steinig, director de la Liga de Naciones, le comunicó a Einstein que Freud había aceptado cooperar aunque le advertía que lo que tenía que decir podría ser demasiado pesimista para el gusto de la gente, pues no endulzaría la incómoda verdad:

 íciles de tragar. Ahora que soy viejo, ciertamente no quiero engañarlos".

Einstein le aseguró a Freud que lo que buscaba era una respuesta psicológicamente efectiva, no una optimista.

Acordados los términos, el psicoanalista procedió a plasmar sus pensamientos en su carta ese mismo septiembre.

En su carta, Freud empezó expresando su sorpresa frente a la pregunta que Einstein, un físico, le planteó a él, un psicólogo.

"Quedé estupefacto al pensar en mi (de nuestra, casi escribí) incompetencia; pues me pareció un asunto de política práctica, el estudio adecuado del estadista".

"Pero luego me di cuenta de que usted no planteaba la cuestión en su calidad de científico o físico, sino como amante de sus semejantes... Y, a continuación, me recordé a mí mismo que no estaba llamado a formular propuestas prácticas sino, más bien, a explicar el punto de vista de un psicólogo sobre la cuestión de prevenir las guerras".

Freud


A su edad, dijo Freud, no estaba para endulzar la realidad.
Freud

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Aclarado el asunto, Freud pasó a describir su teoría de la trayectoria evolutiva de la violencia, que determina "lo que debe pertenecer a uno u otro o cuál es la voluntad que debía respetarse".

Un hito es la intervención del arma, que marca "el momento en que la supremacía intelectual comienza a sustituir a la fuerza bruta".

"La fuerza bruta es vencida por la unión; el poderío aliado de las unidades dispersas hace valer su derecho contra el gigante aislado. Así podemos definir 'derecho' (es decir, ley) como el poder de una comunidad.

"Sin embargo, tampoco es más que violencia, rápida para atacar a cualquier individuo que se interponga en su camino, y emplea los mismos métodos, persigue los mismos fines, con una sola diferencia: es la violencia comunitaria, no individual, la que se sale con la suya".

Control central

Eventualmente, Freud trajo su teoría de regreso al presente.

Carta para Einstein escrita por Freud.

Carta para Einstein escrita por Freud.

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Carta para Einstein escrita por Freud.

"Hay una forma segura de poner fin a la guerra y es el establecimiento, de común acuerdo, de un control central que tendrá la última palabra en todo conflicto de intereses. Para ello se necesitan dos cosas: primero, la creación de tal tribunal supremo de la judicatura; en segundo lugar, su inversión con fuerza ejecutiva adecuada".

Sin embargo, no es suficiente una sin la otra.

"En nuestros tiempos, buscamos en vano alguna noción unificadora cuya autoridad sea incuestionable.

"Está abundantemente claro que las ideas nacionalistas, primordiales hoy en día en todos los países, operan en una dirección muy opuesta. […] Por lo tanto, parecería que cualquier esfuerzo por reemplazar la fuerza bruta por el poder de un ideal está, en las condiciones actuales, condenado al fracaso".

Sin embargo, en un pasaje menos pesimista de su escrito, señaló

"En el aspecto psicológico, dos de los fenómenos más importantes de la cultura son, en primer lugar, un fortalecimiento del intelecto, que tiende a dominar nuestra vida instintiva, y, en segundo lugar, una introversión del impulso agresivo, con todos sus consiguientes beneficios y peligros".

"Ahora bien, la guerra va más enfáticamente en contra de la disposición psíquica que nos impone el crecimiento de la cultura; por lo tanto, estamos obligados a resentir la guerra, a encontrarla completamente intolerable".

La humanización
Gustav Stresemann, ministro de Exteriores de Alemania, firmando el pacto Briand-Kellogg, renunciando a la guerra de agresión y prohibiendo el uso de la guerra como instrumento de política nacional excepto en asuntos de legítima defensa en 1928.

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Gustav Stresemann, ministro de Exteriores de Alemania, firmando el pacto Briand-Kellogg, renunciando a la guerra de agresión y prohibiendo el uso de la guerra como instrumento de política nacional excepto en asuntos de legítima defensa en 1928.

A pesar de que "no estaba llamado a formular propuestas prácticas", propuso un modelo.

A diferencia de Einstein, Freud era un elitista que pensaba que el papel de la "intelligentsia" era imponer la dictadura de la razón: "Se debe tener más cuidado que hasta ahora en educar a un estrato superior de la hombres con mentes independientes, no abiertos a la intimidación y ansiosos en la búsqueda de la verdad, cuya misión sería darle dirección a las masas dependientes".

Su idea era la humanización a través de la educación y lo que él llamó "identificación" con "cualquier cosa que lleve a los hombres a compartir intereses importantes", creando así una "comunidad de sentimientos". Esos medios, concedió, podían conducir a la paz.No obstante, Freud concluyó con ambivalencia y mucho escepticismo sobre la eliminación de los instintos violentos y la guerra. "El resultado de estas observaciones, en relación con el tema que nos ocupa, es que no hay probabilidad de que podamos suprimir las tendencias agresivas de la humanidad".

¿Cuánto tiempo?
Postal de la Conferencia Internacional de Desarme en Ginebra 1932
Postal de la Conferencia Internacional de Desarme en Ginebra 1932

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Postal de la Unión Mundial de la Mujer que decía: "Ser o no ser. Desarme o Desastre. Esa es la pregunta. ¿Están conscientes de eso?"

Al final, Freud dejó una pregunta cuyo eco es doloroso dado lo ocurrido durante los 90 años desde las dos luminarias escribieron sus ideas:

"¿Cuánto tiempo tenemos que esperar antes de que el resto de los hombres se vuelvan pacifistas?

"Imposible de decir, y sin embargo tal vez nuestra esperanza de que estos dos factores —la concepción cultural y el temor justificado de las repercusiones de una conflagración futura— puedan servir para poner fin a la guerra en un futuro cercano, no es quimérica.

"Por cuáles caminos o desvíos sucedería, es imposible adivinarlo.

"Mientras tanto, podemos confiar en que todo lo que contribuye al desarrollo cultural está trabajando también contra la guerra.

"Con el saludo más cordial y, si este exposé le resulta decepcionante, mi sincera disculpa, suyo...

Firma de Sigmund Freud
Firma de Sigmund Freud
  
*Puedes leer una de las cartas de Albert Einstein y la de Sigmund Freud (ligeramente abreviadas) en el sitio web de la UNESCO

jueves, 28 de septiembre de 2023

Psicoanálisis, ¿ciencia o pseudociencia?: la polémica que divide las opiniones desde hace más de un siglo

La microbióloga y comunicadora científica Natalia Pasternak generó una polémica con su nuevo libro, en el que describe al psicoanálisis como una “pseudociencia”.

Esta descripción provocó acaloradas reacciones en las redes sociales, tanto en contra como a favor de la especialista, que se hizo conocida a nivel popular por sus comentarios durante la pandemia de covid-19.

En su libro “Que Bobagem! Pseudociências e Outros Absurdos que Não Merecem Ser Levados a Sério” (¡Qué absurdo! Pseudociencias y otras tonterías que no merecen ser tomadas en serio) Pasternak y el periodista Carlos Orsi critican también la homeopatía, la astrología y la acupuntura, a las que llaman “falsificaciones de la ciencia”.

Sin embargo, la controversia provocada por Pasternak sobre el psicoanálisis no es nueva: tiene más de un siglo.

Algunos expertos afirman que el trabajo de Freud era completamente pseudocientífico por naturaleza y que los defensores de su teoría hicieron poco por revisarla.

Otros defienden que la eficacia del psicoanálisis puede ser comprobada científicamente.

También destacan que tiene una influencia enorme en la cultura occidental, a pesar de todas las críticas, y que cuenta con muchos adeptos en todo el mundo.

Sigmund Freud en su despacho

Sigmund Freud en su despacho

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Sigmund Freud, el neurólogo austríaco que fue el fundador del psicoanálisis.


Desde sus inicios, a comienzos del siglo XX, ha habido encarnizadas discusiones sobre si el psicoanálisis es o no una ciencia.

Pero, antes de entrar en esa polémica, es preciso entender qué es el psicoanálisis, un método para tratar trastornos mentales y una teoría para explicar el comportamiento humano.

El austríaco Sigmund Freud (1856-1939) es considerado su padre fundador.

Freud creía que los acontecimientos de nuestra infancia tienen una gran influencia en nuestra vida adulta, moldeando nuestra personalidad.

Freud, padre del psicoanálisis

Por ejemplo, en términos simples, la ansiedad originada por las experiencias traumáticas en el pasado de una persona se oculta de la conciencia y puede causar problemas en la edad adulta (neurosis).

Así, cuando nos explicamos nuestro comportamiento a nosotros mismos o a los demás, raramente damos cuenta de nuestra motivación.

Por ello, Freud se abocó a tratar de penetrar ese “camuflaje”, muchas veces sutil y elaborado, que oscurece la estructura de los procesos ocultos de nuestra personalidad.

Freud aseguraba que sus postulados formaban la base de la ciencia de la psicología, que, para él, era una “ciencia natural”.

Karl Popper

Karl Popper

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El filósofo Karl Popper consideraba al psicoanálisis una pseudociencia. 

Uno de los principales críticos de las teorías de Freud fue el austrobritánico Karl Popper (1902-1994).

Considerado uno de los más influyentes filósofos del siglo XX, Popper consideraba al psicoanálisis una pseudociencia por proponer hipótesis que no podían ser refutadas empíricamente, llegando a compararlo con la astrología.

Argumentaba que la ciencia se diferencia de la pseudociencia o la superstición porque se puede demostrar que las hipótesis científicas son falsas por medio de la observación de experimentos.

Popper y el “falsacionismo”

Según el falsacionismo de Popper, cualquier afirmación científica basada en la observación jamás puede ser considerada una verdad absoluta o definitiva.

Popper sostenía que las teorías científicas se caracterizan por implicar predicciones que las observaciones futuras pueden revelar como falsas.

Por ejemplo: en el pasado, como se desconocía la existencia de cisnes negros, se creía que todo cisne era blanco.

Pero, para Popper, no importa si todos los cisnes observados eran blancos, basta con que aparezca uno solo negro para desmontar esa teoría.

Como consecuencia, no podemos afirmar científicamente que “todos los cisnes son blancos”.

Pequeños botes con pastillas homeopáticas

Pequeños botes con pastillas homeopáticas

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La homeopatía no sale bien parada en el nuevo libro de Pasternak y Orsi. 

Cuando se demuestra que las teorías son falsas en vista de tales observaciones, los científicos pueden responder revisando la teoría o rechazándola en favor de una rival, o dejando la teoría tal y como está y cambiando a una hipótesis auxiliar.

En el caso del psicoanálisis freudiano, Popper argumentaba que este, así como otras teorías que describe como no científicas, no hacen ninguna predicción que sea refutable.

En este sentido, por no haber predicciones precisas, estas teorías terminan siendo creadas a medida y proporcionan una supuesta explicación para cualquier comportamiento observado.

Niño en el agua

Para ilustrar su punto, Popper da como ejemplo una situación con dos hombres.

Uno empuja a un niño al agua con la intención de ahogarlo y el otro se lanza al agua para salvarlo.

Según él, el psicoanálisis puede explicar las dos acciones aparentemente contradictorias.

En el primer caso, el psicoanalista puede decir que la acción fue impulsada por un componente reprimido del "ello" (inconsciente) y, en el segundo caso, que la acción resultó de una sublimación exitosa de ese mismo tipo de deseo del "yo" y el "superyo".

En otras palabras: para Popper, independientemente de cómo se comporta realmente una persona, el psicoanálisis puede usarse para explicar ambos comportamientos.

Eso, a su vez, nos impide formular cualquier experimento crucial que pueda servir para refutar el psicoanálisis.

Para Popper, el psicoanálisis era “simplemente inverificable, irrefutable. No había comportamiento humano concebible que lo contradijese”.

Un niño nada en una piscina

Un niño nada en una piscina

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¿Se puede refutar el psicoanálisis?

“Es muy claro. Ni Freud ni Adler (Alfred Adler, psicólogo austriaco fundador de la psicología del desarrollo individual) excluyen la acción de cualquier persona en particular, de cualquier manera particular, sean las que sean las condiciones externas. Si un hombre sacrifica su vida para rescatar a un niño que se ahoga (un caso de sublimación) o si asesina al niño ahogándolo (un caso de represión), no podría ser previsto ni excluido por la teoría de Freud”, escribió en 1974.

“Yo personalmente no dudo de que mucho de lo que ellos (Freud y Adler) dicen es de una importancia considerable y puede desempeñar un día un muy buen papel en una ciencia psicológica que pueda ser puesta a prueba”.

Natalia Pasternak

Natalia Pasternak

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La microbióloga y comunicadora científica Natalia Pasternak desató la polémica.

“Pero eso significa que las ‘observaciones clínicas’ que los analistas creen que confirman su teoría no seandiferentes de las confirmaciones diarias que encuentran los astrólogos”, añade.

Popper, por otro lado, señaló que muchas veces hay propósitos legítimos para postular teorías no científicas.

Él decía que las teorías que comienzan como no científicas pueden luego volverse científicas a medida que encontramos métodos para generar y comprobar predicciones específicas basadas en esas esas teorías.

Criticando al crítico

A lo largo de los años, la validez científica del psicoanálisis fue cuestionada por otras figuras prominentes como el psicólogo Steven Pinker, el lingüista Noam Chomsky, el biólogo evolutivo Stephen Jay Gould o el físico Richard Feynman.

Algunos profundizaron en la obra de Freud, diseccionando lo que consideraban sus deficiencias, como 
el filósofo germano-estadounidense Adolf Grünbaum (1923-2018).

Su libro “Los fundamentos del psicoanálisis: una crítica filosófica” (1984) lo volvió mundialmente famoso.

En ese momento, su trabajo fue visto como un punto de inflexión en el debate sobre el psicoanálisis y considerado por algunos críticos de Freud como una “obra maestra”.

Freud creía que solo el psicoanálisis podía producir efectos terapéuticos.
 
Un hombre en un diván.

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Curiosamente, Grünbaum era un crítico de Popper antes de volverse crítico de Freud.

La verdad es que gracias a Popper, Grünbaum se empezó a interesar por Freud.

Esto se debe a que tanto en la teoría como en la práctica, dice Grünbaum, Freud entendía y aceptaba la falsabilidad de Popper.

“El primer ímpetu para mi investigación sobre los méritos intelectuales de la empresa psicoanalítica”, escribió, “provino de mis dudas sobre la filosofía de la ciencia de Karl Popper”, en alusión a la falsabilidad.

Grünbaum también sostuvo que el padre del psicoanálisis practicaba lo que predicaba: en varias ocasiones, Freud abandonó sus ideas porque eran empíricamente insostenibles.

Portada del libro La interpretación de los sueños de Freud

Portada del libro La interpretación de los sueños de Freud

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"La interpretación de los sueños" es uno de los libros más conocidos de Freud.


En otras palabras, en opinión de Grünbaum, Freud actuó exactamente como dice la teoría de Popper, abandonando las posturas teóricas cuando los hechos las contradecían.

Pero, en su opinión, el problema del psicoanálisis estaba en lo que llamó el “argumento de la adecuación”.

En síntesis, Grünbaum criticaba a Freud por creer que solo el psicoanálisis podía producir efectos terapéuticos.

Según él, los pacientes no son fuentes confiables para descubrir qué “funciona” realmente para curar sus trastornos.

Otro lado

Muchos expertos sostienen que algo merece ser considerado una ciencia cuando predomina la consideración de los datos, que están disponibles para todas las partes interesadas, y cuando la teoría está basada en datos y cambia en respuesta de nuevas observaciones.

Esa es una visión más tradicional.

De acuerdo a este punto de vista, el progreso de la teoría es acumulativo, y el modelo original puede servir de base para modelos más nuevos.

Las afirmaciones deben también basarse en evidencias y no en la autoridad.

“El psicoanálisis, por otro lado, está basado principalmente en postulados pseudocientíficos que son inherentemente no refutables”, explica Anna Järvinen, psicóloga clínica, neuropsicóloga y terapeuta de tradición no psicoanalítica/psicodinámica en un artículo publicado en la la revista británica The Skeptic.

Cartel de la película "Spellbound"
Cartel de la película "Spellbound"

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La película de 1945 de Alfred Hitchcock "Spellbound" ("Cuéntame tu vida" en América Latina o "Recuerda" en España) se centra en el psicoanálisis.


En entrevista con la BBC, dice que las reacciones acaloradas sobre si el psicoanálisis es o no una ciencia “se deben, por lo menos en parte, al hecho de que, a pesar de sus deficiencias bastante debatidas y delineadas, en la psicología continúa teniendo una presencia bastante prominente, al menos en el ámbito clínico.

“Muchos encuentran esto incómodo y francamente amenazante, debido a que, posiblemente, la teoría de Freud no es fácil de entender en un sentido intelectual (y muy pocos han leído sus textos de primera mano), y toca áreas muy sensibles”, añade Järvinen, quien cuenta con un doctorado en Psicología del Goldsmith College de la Universidad de Londres.

Según Järvinen, “el psicoanálisis es extremadamente poderoso. El paciente suele ser colocado en la posición de objeto, y los tratamientos suelen ser vistos como misteriosos y hasta oscuros”.

“Dado que es algo de difícil comprensión, los psicoanalistas son vistos a veces como ‘elitistas’ por diferentes profesionales de la salud mental. Tampoco ayuda que existan algunos grupos o cultos de practicantes que asumen una actitud muy poco crítica en relación a la obra de Freud”, añade.

Provocador

“Los factores mencionados hacen que la teoría de Freud sea altamente provocadora/evocadora emocionalmente, y las personas reaccionan naturalmente con una actitud defensiva”.

“Además, en esta era de modelo médico y tratamientos basados en evidencia, muchos encuentran probablemente incompresible el que se le preste tanta atención al psicoanálisis. Sin embargo, el tratamiento continúa beneficiando a muchos”, concluye.

Aunque, como muchos otros psicólogos, Järvinen no considera al psicoanálisis una ciencia, advierte que los tratamientos médicos comprobados científicamente “no siempre llegan a los niveles más profundos de la psique y carecen de la flexibilidad necesaria”.

Freud leyendo el periódico

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La obra de Freud "hoy en día es leída mayormente en los departamentos de humanidades", según Stefan Marianski, de la Casa Museo Freud en Londres.

“Necesitamos una amplia variedad de opciones de tratamiento para abordar la enorme heterogeneidad de la población humana y sus diversos síntomas, e indiscutiblemente, el psicoanálisis es una opción útil”, destaca.

Järvinen también apunta a que es “extremadamente importante” ubicar a la teoría de Freud en su contexto cultural -él vivió y creció en el mundo sexista, racista e imperialista del siglo XIX, en una privilegiada Viena, y eso con certeza se refleja en su teoría. Sin embargo, él estaría actualizando su teoría si pudiese ver la evolución de la psicología”.

“Sin embargo, en mi opinión, la contribución de Freud al campo de la psicología es irrefutable”, concluye.

Concepto “no uniforme”

Para Érico Andrade, psicoanalista, filósofo y profesor de la Universidad Federal de Pernambuco, en Brasil, el concepto de ciencia “no es uniforme”.

“La misma concepción de la ciencia va a variar a lo largo de la historia. El ataque al psicoanálisis se basa en un modelo estrictamente empírico de evidencia científica, demostrable en términos de observación en el laboratorio”, dice.

“La idea de empirismo también esta asociada en este contexto a algo que podemos mostrar en términos físicos, es decir, la evidencia es de orden material”, añade.

“Con el advenimiento de las Ciencias Humanas, hay una reelaboración de la concepción misma de la evidencia. La evidencia empírica ya no está más en el plano material, sino en la observación del comportamiento humano a partir de análisis sociológicos, antropológicos, etc. El psicoanálisis deja de girar en torno a la conexión con la psiquiatría y la neurociencia y pasa a dialogar más con las Ciencias Humanas”, dice.

“Cuando se dice que el psicoanálisis no es una ciencia, hay una mala interpretación de la producción de las Ciencias Humanas. Y, peor, cuando se dice que el psicoanálisis es una pseudociencia, se plantea la idea de que sus efectos se basan en cosas mágicas y misteriosas, que no tiene nada que ver con la reflexión que el propio psicoanálisis propone”.

En opinión de Andrade, el psicoanálisis no se postula como “la única verdad, una solución trascendental, ni como mecanismos inmateriales. Tampoco como una sustancia física que puede cambiar al ser humano”.

Una mujer sostiene la representacion en plástico de un cerebro

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El cerebro sigue escondiendo muchos misterios.

La base del psicoanálisis es la idea de que, por un proceso de análisis personal, llegar a comprender mejor nuestro deseo tiene implicaciones en nuestra vida, porque parte de nuestro sufrimiento está vinculado a cuestiones psíquicas y no de orden material”.

En una entrevista con el periódico Folha de S.Paulo, Ana Cláudia Zuanella, directora de Febrapsi, (Federación Brasileña de Psicoanálisis), defendió esta disciplina como una ciencia.

“No es una ciencia dura, que implica refutaciones por medio de la replicabilidad, sino que es una ciencia que engloba un conjunto de conocimientos sólidamente establecidos a través de investigaciones clínicas y una infinidad de debates teóricos”, señaló Zuanella.

A juicio de la experta, el psicoanálisis “ha demostrado incesantemente su eficacia no en el interior de los laboratorios, sino dentro del sujeto”.

Problemas de metodología

Para Martin Hoffmann, investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad de Hamburgo, en Alemania, “incluso si el propio Freud consideraba al psicoanálisis como una teoría científica válida, su propia metodología de investigación enfrenta serios problemas”.

“Pero, contrariamente a la crítica de Popper, no se puede negar que muchas de las afirmaciones de la teoría psicoanalítica son empíricamente comprobables y que, desde la década de 1950, existe un notable cuerpo de evidencia que cumple con los estándares de investigación científica con el objetivo de confirmar las afirmaciones teóricas centrales del psicoanálisis y la eficacia de la terapia psicoanalítica”, escribió en un artículo publicado en 2017.

Por lo tanto, desde el punto de vista metodológico, “el psicoanálisis actual es sin duda una ciencia”.

“Pero, al mismo tiempo, es una pregunta abierta si el esfuerzo científico para confirmar los postulados centrales del psicoanálisis tendrá éxito”.