Mostrando entradas con la etiqueta académico comprometido. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta académico comprometido. Mostrar todas las entradas

domingo, 18 de junio de 2023

_- ¿Cómo ser un profesor comprometido? Sobre Wolfgang Abendroth

_- Desde la fallida resistencia contra Hitler hasta la división en la Guerra Fría, la carrera de Wolfang Abendroth estuvo definida por las tragedias de la izquierda alemana. Pero siendo el intelectual socialista más importante de la Alemania de postguerra, Abendroth demostró cómo un académico puede hacer que su trabajo permanezca ligado y arraigado en la lucha.

Wolfgang Abendroth fue el intelectual socialista más importante de la Alemania de posguerra. Siendo uno de los pocos juristas y politólogos socialistas de su país en ese periodo, formó a toda una generación de académicos marxistas, además de ser una figura singular en la esfera pública de Alemania Occidental.

Su aventurera vida le llevó de las filas del Partido Comunista Alemán (KPD) a los desiertos del norte de África, Alemania Oriental y de vuelta a Occidente: una biografía personal que encarna las grandes esperanzas y las amargas catástrofes del siglo que habitó.

Pero esto también le sirvió como base para desarrollar un amplio pensamiento y multitud de escritos. Dejó una huella imborrable en quienes tuvimos el privilegio de aprender de él, inspirándonos para dedicar nuestras carreras académicas a comprender mejor y fortalecer el movimiento obrero.

Treinta y cinco años después de la muerte de Abendroth, su legado tiende a ser pasado por alto y eclipsado por sus contemporáneos más renombrados. Pocos fuera de Alemania han oído hablar de la Escuela de Marburgo que fundó, que fue durante décadas uno de los principales centros de estudios marxistas, y su estilo de ciencia social abiertamente político ha caído en desgracia entre los académicos alemanes. Sin embargo, su forma de unir la erudición y el activismo político, su integridad personal y su inquebrantable compromiso con el socialismo ejemplifican lo que debe ser un intelectual de izquierdas.

Luchando por la unidad de la clase trabajadora
Nacido en 1906, fue el hijo de un profesor socialdemócrata de Wuppertal, pasó su infancia en Fráncfort, donde se afilió a una organización juvenil comunista. Como joven izquierdista leyó los escritos de los comunistas de izquierda holandeses Herman Gorter y Anton Pannekoek junto con El Manifiesto Comunista, y pronto cayó bajo la influencia de los dirigentes del KPD August Thalheimer y Heinrich Brandler, defensores de un "frente unido" para las organizaciones obreras. Este planteamiento, ideado en oposición a la corriente ultraizquierdista dominante en el KPD en aquella época, serviría de brújula política a Abendroth durante el resto de su vida.

Comenzó a estudiar Derecho en Fráncfort en 1924, impulsado no por un interés personal sino por el deseo de servir al movimiento obrero. Su pensamiento se vio muy influido por el jurista y miembro del Partido Socialdemócrata (SPD) Hermann Heller, quien, en contra de la opinión dominante en la época, reconocía la relación entre las estructuras económicas y las formas jurídicas de la sociedad, y encomendaba al Estado del bienestar la tarea de restringir el poder de los capitalistas en interés de la gran mayoría. A lo largo de su carrera, Abendroth consideraría la construcción y defensa del Estado del bienestar como una cuestión central para el movimiento obrero.

A mediados de la década de 1920, Abendroth participó activamente en el llamado Grupo de Estudiantes Rojos del KPD cuando aún estaba en la universidad. Esto exigió mucho valor por su parte, teniendo en cuenta que los campus alemanes en el periodo de Weimar -tanto las facultades como los estudiantes- eran bastiones de ideas reaccionarias, nacionalistas y antisemitas. Los miembros del grupo a escala nacional se contaban tan solo en varios centenares.

Mientras que la mayoría de los intelectuales de extrema izquierda a la cabeza del partido -figuras como Ruth Fischer, Werner Scholem y Franz Borkenau- procedían de la clase media y sabían poco de las luchas de la vida obrera, Abendroth se había criado en el movimiento juvenil socialista y cultivaba un enfoque fundamentalmente diferente. Defendía la unidad entre comunistas y socialdemócratas, rechazando la teoría del "socialfascismo" de la dirección, que confundía la política de gestión de crisis del SPD con el fascismo y lo declaraba el principal enemigo del KPD. Esta actitud sectaria profundizó la división del movimiento obrero y facilitó la llegada de los nazis al poder.

Abendroth fue expulsado del KPD por sus críticas en 1928. Se unió a la Oposición de Derecha organizada en el Partido Comunista (Oposición), o KPO. Además, asesoró jurídicamente al Socorro Rojo Alemán, que apoyaba a los izquierdistas que se enfrentaban a la represión política. Aunque Abendroth consiguió terminar la carrera de Derecho en Alemania, los nazis le prohibieron ejercer como abogado, por lo que se vio obligado a cancelar su tesis sobre los consejos de fábrica y continuó sus estudios en Berna (Suiza) con una nueva disertación sobre derecho internacional.

Persecución y perseverancia
Abendroth fue detenido por la Gestapo en 1937 como miembro de la resistencia ilegal y condenado a cuatro años de prisión por "preparar una operación de alta traición". Nunca habló públicamente de las torturas que le infligieron, pero más tarde, durante sus apasionadas conferencias como profesor de la Universidad de Marburgo, a menudo se callaba a mitad de frase.

Los que fuimos sus estudiantes pudimos ver en su rostro cómo luchaba por recuperar la capacidad de hablar, pero pasaban los minutos sin que emitiera sonido alguno. El auditorio permanecía en absoluto silencio: ni una palabra, ni un susurro, no se oía movimiento alguno antes de que reanudara su monólogo interrumpido. Más tarde nos dimos cuenta de que estas afasias intermitentes eran producto de las torturas que sufrió en el cautiverio nazi.

Poco después de ser liberado, los nazis le obligaron a unirse a la tristemente célebre 999ª División Ligera Afrika, un batallón compuesto por antiguos y actuales prisioneros obligados a soportar condiciones especialmente duras. En 1944 consiguió desertar y unirse a los partisanos del Ejército de Liberación del Pueblo Griego (ELAS). Poco después fue encarcelado por los británicos, que luchaban contra la resistencia griega, y llevado a Egipto, donde pasó casi un año en un campo de prisioneros de guerra junto con bastantes nazis.

Tras ser liberado del internamiento británico y regresar a Alemania, Abendroth se casó con la historiadora Lisa Hörmeyer y se dedicó a construir un sistema jurídico antifascista en la zona de ocupación soviética. Pronto fue nombrado catedrático de Derecho Internacional y, más tarde, de Derecho Público en la Universidad de Jena, pero en 1948 se vio obligado a huir a Occidente con su esposa y su hija Elisabeth debido a su continua afiliación al SPD, una afiliación que la administración soviética había prohibido.

Una vez en Occidente, fue nombrado profesor de Derecho Público y Política en la ciudad de Wilhelmshaven. Poco después, en 1950, fue nombrado profesor de "ciencias políticas" en la Universidad de Marburgo, una nueva disciplina académica introducida tras la guerra.

Construyendo el “Bastión Rojo”
Entre 1951 y 1972, Abendroth trabajó y enseñó en la conservadora ciudad universitaria de Marburgo, donde antes de 1933 había enseñado el filósofo de tendencia fascista Martin Heidegger y donde también había estudiado Hannah Arendt. Su nombramiento sólo fue posible gracias al apoyo de influyentes socialdemócratas de la "Hessia roja", coloquialmente denominada así por el control que el partido ejercía sobre el gobierno estatal en aquella época.

A pesar de los despiadados ataques tanto dentro como fuera de la universidad -después de todo, era, junto con Max Horkheimer y Theodor Adorno en Fráncfort, el único profesor titular marxista del país-, su influencia intelectual y política no dejó de crecer. Se afilió al SPD por razones pragmáticas, pero criticó su transformación de “partido obrero” al conocido como “partido popular” [Volkspartei] a finales de los años 50. Abendroth se solidarizó con su ala estudiantil izquierdista, el SDS, lo que acabaría provocando su expulsión del SPD junto con otros profesores de ideas similares.

También realizó importantes contribuciones académicas a lo largo de su carrera. Entre sus principales disputas destaca su desacuerdo público con el ex fascista y ahora jurista "liberal" Ernst Forsthoff, autor del libro de 1933 El Estado total. Mientras que Forsthoff rechazaba el término "Estado de bienestar legal" por considerarlo una categoría jurídicamente inaceptable, Abendroth veía tanto la posibilidad como la necesidad de alcanzar los objetivos del Estado de bienestar -e incluso de iniciar una transición al socialismo- con la ayuda de una constitución democrática.

Cuando Max Horkheimer estaba instalado en Fráncfort, se negó a permitir que Jürgen Habermas, un estudiante “demasiado izquierdista” a su parecer, completara su tesis postdoctoral Historia y crítica de la opinión pública, lo que llevó al joven filósofo a pedir a Abendroth, conocido por su valentía intelectual, que fuera su supervisor. A pesar de enfrentarse a un ambiente político mucho más hostil que el de Fráncfort, Abendroth permitió a Habermas completar su tesis en Marburgo en 1961. Publicado por primera vez en 1962 y convertido ya en un clásico de la teoría social de posguerra, Habermas dedicó el volumen "a Wolfgang Abendroth en agradecimiento".

Abendroth alcanzó la cúspide de su carrera como intelectual público de gran influencia entre mediados de los sesenta y mediados de los setenta. Su labor en este periodo se centró principalmente en reforzar al ala izquierda del movimiento obrero y a otras fuerzas democráticas. Junto con el sociólogo Heinz Maus -antiguo alumno y ayudante de Horkheimer- y el economista y sociólogo Werner Hofmann, formó el "triunvirato" fundador de la Escuela de Marburgo, un grupo de científicos sociales marxistas de la Universidad de Marburgo del que salieron varios estudiosos de primera fila, como Karl Hermann Tjaden, Reinhard Kühnl, Frank Deppe, Georg Fülberth y Dieter Boris.

El hombre detrás del marxista
Los logros académicos y las intervenciones políticas no fueron lo único que hicieron de Abendroth el intelectual socialista "orgánico", y a la vez independiente, más importante de la Alemania Occidental. Su notoriedad se debió al menos tanto a su singular personalidad como a su reputación de absoluta integridad y firmeza.

Siempre contestaba a las llamadas telefónicas con un animado y prácticamente jubiloso "¡Abendroth!" -aunque por lo que él sabía, probablemente al otro lado de la línea le esperaba un acérrimo enemigo-. Debido a su reputación de amabilidad y paciencia, atraía a su despacho a personajes peculiares que querían convencerle de su genio no reconocido. Le mostraban coloridas ilustraciones gráficas del camino hacia un paraíso social, o le ofrecían botellas de agua que prometían salud eterna. Él escuchaba pacientemente todas estas ofertas, admiraba sus caminos hacia el paraíso y sorbía su agua sin vacilar.

Tomaba ágilmente el micrófono en las reuniones públicas, argumentaba con conocimiento de causa y prolijidad, y arrastraba al público hacia su órbita. Una vez, cuando yo era un joven estudiante, comenté que todos admirábamos a nuestro profesor Wolfgang Abendroth. "No", me corrigió uno de mis compañeros, "no le admiramos, le queremos". Nos preocupábamos bastante por él, ya que conducía fatal, y a menudo los domingos nos cruzábamos con un Volkswagen Escarabajo que se inclinaba curiosamente al circular con dos ruedas sobre el bordillo. La persona al volante era invariablemente Abendroth.

Fumaba constantemente durante sus seminarios, mientras un ayudante se esforzaba por recoger la ceniza que caía de sus cigarrillos. Los estudiantes estaban pendientes de cada palabra de sus interminables frases, en las que nunca perdía el hilo.

Intervino en todas las grandes cuestiones políticas de su época: el desarrollo de los sindicatos, la amenaza de un nuevo fascismo, las inminentes Leyes de Emergencia, la política de enseñanza superior, las relaciones entre Alemania Oriental y Occidental y el movimiento estudiantil. Para todo ello, Abendroth se guiaba por una comprensión "operativa" de la teoría marxista, es decir, comprendió mejor que la mayoría que el marxismo sólo podía encontrar legitimación en la práctica política. Había interiorizado, más que la mayoría de los intelectuales alemanes, la famosa formulación de las Tesis sobre Feuerbach de Marx: "Los filósofos hasta ahora sólo han interpretado el mundo de diversas maneras; de lo que se trata es de cambiarlo".

Hablar por hablar, andar por andar
Desde un punto de vista académico, Abendroth cimentó su reputación con estudios como el clásico Historia social del movimiento obrero europeo, publicado en 1965 y traducido al inglés varios años después. Impartió clases sobre la República de Weimar, el fascismo, el derecho constitucional, el movimiento obrero y la teoría marxista, por citar sólo algunos temas. Puede que otros profesores de su época tuvieran un acervo de conocimientos comparativamente amplio, pero ninguno mostraba una unidad tan profunda entre lo que pensaba, decía y hacía.

Con sus estudiantes siempre se mostró comprensivo y abierto, incluso cuando el movimiento estudiantil ocupó el Instituto de Política Científica en enero de 1969. Por supuesto, nuestra ocupación no iba dirigida contra el propio Abendroth, sino que estaba motivada por fines más rituales. Sin embargo, mientras que Adorno llamó a la policía para que sacara a los estudiantes que protestaban de su renombrado Instituto de Investigación Social de Frankfurt, Abendroth simplemente nos amonestó para que "no perdiéramos el contacto con las masas". Nunca se le pasó por la cabeza llamar a la policía.

Aunque tanto Horkheimer y Adorno como Abendroth habían sido perseguidos por los nazis, nunca cooperaron a largo plazo. Todos invocaban el marxismo, pero sus respectivas concepciones de la ciencia eran demasiado opuestas. Los frankfurtianos llevaron a cabo lo que Luc Boltanski y Eve Chiapello llamarían "crítica artística", el estudio de las coacciones subjetivas del capitalismo, la alienación y la objetivación. Abendroth, por el contrario, llevó a cabo la "crítica social": el análisis de las condiciones económicas, sociales y políticas para transformar la sociedad capitalista a través de un movimiento obrero socialista aliado con la intelectualidad de izquierdas.

La comprensión "operativa" de la ciencia de Abendroth también le llevó a simpatizar con el Partido Comunista Alemán (DKP), refundado en 1968, aunque sin sacrificar su independencia ni aceptar acríticamente su línea. Se opuso a la marcha de los Estados del Pacto de Varsovia hacia Checoslovaquia en 1968, que el DKP defendió como un paso necesario para proteger el socialismo. A pesar de sus defectos, Abendroth defendió al DKP como un partido que organizaba a los trabajadores con conciencia de clase y que, por tanto, desempeñaba un papel importante en el arrastre del movimiento obrero hacia la izquierda.

Un profesor comprometido
Tras la jubilación de Abendroth en 1972, varios de sus antiguos alumnos pudieron continuar la Escuela de Marburgo que él fundó, ahora en calidad de profesores. Fuera de Marburgo, antiguos alumnos de Abendroth enseñaron en Paderborn, Kassel, Hamburgo y Bremen, donde continuaron su tradición. Abendroth pasó su jubilación en Fráncfort, donde siguió dando conferencias en la "Academia del Trabajo" y pronunciando discursos siempre que lo consideraba necesario.

Pocos meses antes de su muerte, pronunció una impresionante conferencia en la Universidad de Fráncfort junto con el profesor Josef Schleifstein, comunista, antiguo prisionero de la Gestapo y director del instituto de investigación del DKP entre 1968 y 1981, y el médico y periodista de izquierdas Hans Brender. Ante un millar de oyentes, habló de forma impresionante sobre sus experiencias como intelectual del movimiento obrero durante la República de Weimar, la dictadura nazi y el periodo posterior a 1945.

Wolfgang Abendroth murió en 1985 y fue enterrado en Fráncfort del Meno. Veinte años antes, Jürgen Habermas lo había descrito como un "profesor comprometido en el país de los conformistas", un acertado resumen de la extraordinaria personalidad de este hombre y de su monumental importancia para los movimientos políticos y sindicales anticapitalistas de Alemania Occidental.

Lothar Peter completó su doctorado bajo la supervisión de Wolfgang Abendroth en la Universidad de Marburgo, donde también militó en el SDS, y más tarde fue profesor de sociología en la Universidad de Bremen. Su libro más reciente es "Marx on Campus: A Short History of the Marburg School" (Brill, 2019). Fuente:
Jacobin Magazine, 01/11/2020


martes, 7 de enero de 2020

_- Manuel Castells, un académico comprometido. Su trabajo sobre la sociedad de la información es un referente mundial.

_- Cuando la mayoría de la gente apenas intuía el impacto que podía tener Internet, Manuel Castells (Hellín, Albacete, 77 años) ya había escrito su gran obra sobre la sociedad de la información y había vaticinado que el avance disruptivo de las nuevas tecnologías de la comunicación no solo cambiaría nuestra manera de comunicarnos y acceder a la información y la cultura, sino que configuraría un nuevo modelo de producción, una nueva economía.

ministros podemos

Con la trilogía La era de la información: economía, sociedad y cultura (1996-2003), Castells se convirtió en el referente internacional de la nueva sociedad de la información. Investigador incansable, no ha dejado de publicar libros y trabajos científicos mientras ejercía como asesor de todo tipo de organismos internacionales, desde la Unesco a la Comisión Europea, y numerosos Gobiernos. Como resultado de este ingente trabajo, Castells ocupa la sexta posición de la lista de investigadores más citados entre 2000 y 2017 en el Social Science Citation Index.

Pero su interés como sociólogo ha sido siempre global, holístico y no se ha limitado a analizar los efectos de la revolución tecnológica, sino a explorar las mutaciones de un mundo en rápida transformación inmerso en un proceso de globalización que trae consigo nuevas formas de exclusión. Su preocupación por los efectos sociales de la evolución económica y política ha estado presente en toda su obra, con títulos recientes tan explícitos como La crisis de Europa o Ruptura, la crisis de la democracia liberal, en los que aborda las causas de la pérdida de legitimidad de las instituciones.

Castells siguió muy de cerca las discusiones del Foro Social de Porto Alegre, el movimiento del 15-M en España y todas las revueltas de los indignados que recorrieron el mundo por esos años, desde las primaveras árabes a las protestas de Occupy Wall Street. Analizó sus motivaciones y el cambio que implicaban en obras como Redes de indignación y esperanza, un título de referencia sobre las nuevas formas de expresión política. Con Pekka Himanen publicó Sociedad de la información y Estado de bienestar, en el que sostienen que, como demuestra el caso de Finlandia, es posible estar en la vanguardia de las transformaciones tecnológicas y de la globalización sin pagar por ello un alto precio en términos de desigualdad y exclusión social.

Hombre discreto, de profundas convicciones progresistas, que rehuye la notoriedad y los focos de las televisiones como si quemaran, ha cimentado una ingente obra académica sobre la formación de equipos multidisciplinarios a los que ha exhortado a explorar nuevos ángulos de la realidad. Sus colaboradores saben desde el primer contacto que todo esfuerzo será poco para estar a la altura de la exigencia que Manuel Castells se aplica a sí mismo y a sus equipos. Esa es la clave de su exitoso paso por las universidades más prestigiosas. Expulsado de España por el franquismo, se licenció en Sociología por la Universidad de París, en la que tuvo como mentor a Alain Touraine, y con apenas 24 años se convirtió en el profesor más joven de esa universidad. De París saltó a la Universidad de California en Berkeley, donde fue catedrático de Sociología y Planeamiento Urbano y en la que a lo largo de 24 años desarrolló la parte central de su carrera. Sin dejar esta institución, de la que sigue siendo catedrático emérito, Castells regresó a España para dirigir el Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya.

Autor de 26 libros y coautor o editor de otros 22, es doctor honoris causa por 18 universidades europeas y ha sido profesor invitado en 17 de las más prestigiosas del mundo, entre ellas las de Oxford y Cambridge y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). El número de premios y distinciones que figuran en su currículo apabulla, entre ellos el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política en 2008 o el premio Holberg de 2012 creado por el Parlamento de Noruega para suplir las carencias del Nobel en ciencias sociales. Tener ese nivel de reconocimiento internacional es una excelente credencial para ocupar la cartera de Universidades.

En los últimos años se ha implicado en el devenir político español e internacional desde tribunas periodísticas y foros de debate. Ha expresado sin tapujos críticas aceradas a la forma en que se abordaba desde las instituciones del Estado el conflicto político catalán y también a la forma en que se ha gestionado la crisis económica en España y en Europa. Comprensivo con las causas que han llevado al auge del soberanismo en Cataluña, ha abordado también el papel que desempeñan las nuevas identidades religiosas, culturales y nacionales en el mundo global. La línea de pensamiento que ha expresado en sus artículos periodísticos ha estado en sintonía con las nuevas corrientes políticas de la llamada izquierda transformadora. En las elecciones brasileñas hizo un llamamiento a los intelectuales para impedir la elección de Jair Bolsonaro y en las últimas municipales apoyó la candidatura de Ada Colau como alcaldesa de Barcelona. Ahora responde a su llamada para una tarea tan comprometida como formar parte del Gobierno en estos tiempos de polarización extrema.

https://elpais.com/politica/2020/01/05/actualidad/1578248195_961148.html?rel=lom