Es una calle discreta y anodina, de no más de 200 metros, en el distrito XII de París. Hay una lavandería, una agencia bancaria, un concesionario de Peugeot y un hotel de tres estrellas. Si no fuese por el nombre, pasaría desapercibida. Porque la calle, y la estación de metro vecina, llevan el nombre de Jacques François Dugommier (1738-1794), propietario de esclavos en la isla de Guadalupe y "ferviente esclavista, jamás arrepentido", como ha explicado el historiador Marcel Dorigny, coautor del Atlas de las esclavitudes, desde la Antigüedad a nuestros días.
El callejero, como las estatuas, es el reflejo de un país, el espejo en el que se proyecta su historia, sus valores, sus traumas. El debate no es exclusivo de Francia. En España, ley de la memoria histórica ordenó en 2007 la retirada de símbolos y monumentos públicos de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura franquista. Y en Estados Unidos, la retirada de símbolos y estatuas dedicados a personalidades de la Confederación —los estados secesionistas y esclavistas del Sur que lucharon contra la Unión en la Guerra Civil americana, entre 1861 y 1865— ha topado con la reacción, en ocasiones violenta, de partidarios de mantenerlos.
El diario Libération ahondó esta semana en el debate con una portada que proclamaba: "Esclavitud: Francia también tiene sus fantasmas". En un editorial, su director, Laurent Joffrin, señalaba la hipocresía que consiste en mirar la paja en el ojo ajeno, el de los Estados Unidos de Trump, sin ver la viga en el propio, el de los episodios turbios de la historia nacional. "Fue un talentoso general americano quien defendió un gobierno esclavista: por todos los Estados Unidos se derriban las estatuas de Robert E. Lee", escribe Joffrin. "Fue un brillante general francés cuyo gobierno restableció el esclavismo en 1802: nadie sueña con derribar las estatuas de Napoleón Bonaparte".
"La opinión [pública] francesa lleva 15 días apasionándose con las estatuas de esclavistas en Estados Unidos, pero ignora que en Francia nosotros tenemos lo mismo, en peor", dice Louis Georges Tin, presidente del Consejo representativo de las asociaciones negras de Francia (CRAN). "¿Qué país es más racista? ¿El que lo debate? ¿O aquel en el que no hay ningún debate, en el que todo el mundo encuentra normal celebrar a estos personajes?"
Tin cita el caso de Jean-Baptiste Colbert, que fue ministro de Finanzas de Luis XIV y está considerado el inspirador del dirigismo económico que todavía hoy rige las políticas del país. Colbert también fue el artífice del Código negro, que en 1685 reguló la esclavitud en las colonias francesas, y, como recuerda Tin, fundó la Compañía francesa de las Indias Orientales. "Y, sin embargo, hay una estatua de Colbert en la Asamblea Nacional. Proclamamos la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero celebramos a alguien que era enemigo de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, alguien que simplemente cometió un crimen contra la humanidad".
Francia ha cambiado su callejero en otros momentos de su historia. "El nombre de las calles tiene un valor simbólico muy fuerte", dice el historiador Jean-Claude Bouvier. "Es importante sustituir los que dan una imagen vergonzosa del país. Se ha hecho en repetidas ocasiones".
Bouvier explica que, tras la ocupación nazi, el régimen colaboracionista de Vichy eliminó nombres asociados al republicanismo, como Jaurès, Hugo o Zola. "Fue una verdadera depuración toponímica", resume Bouvier, profesor de la Universidad de Provenza y autor del libro Los nombres de calle explican la ciudad. Al terminar la guerra, se recuperaron los nombres antiguos y algunas calles y avenidas se rebautizaron con héroes de la resistencia. Quedaron calles con el nombre del mariscal Pétain, héroe de la Primera Guerra Mundial y jefe del Estado francés colaboracionista. La última despareció en 2013.
Otro episodio traumático en la historia reciente, la guerra de Argelia, también provoca controversia. En los últimos años varios alcaldes del ultraderechista Frente Nacional han cambiado nombres de calles que conmemoraban los acuerdos de paz que llevaron a la independencia de Argelia y lo han sustituido por el de militares golpistas por su disconformidad con la descolonización, o por fechas que conmemoran matanzas contra franceses.
La idea de borrar a figuras históricas como Colbert del relato nacional no está en la agenda, pero en el mismo París se han retirado nombres de calles, como la rue Richepanse, un general asociado a la represión sanguinaria de esclavos en Guadalupe a finales del siglo XVIII. Se rebautizó como calle del Chevalier-de-Saint-Georges, el Mozart negro, un músico de la misma época que era hijo de una esclava. Y, en los puertos de la costa Atlántica de donde partían las naves que participaban en el comercio de esclavos, han surgido iniciativas para retirar los nombres de las calles dedicadas a los negreros locales, y honrar a los esclavos que se rebelaron.
En Burdeos, Karfa Diallo, presidente de la asociación Mémoires & Partages, propugna una tercera vía entre la supresión de los viejos símbolos y su mantenimiento: añadir paneles explicativos junto a las calles con nombres de negreros; ofrecer contexto en vez de suprimir. "Burdeos era el primer puerto colonial de Francia, la ciudad que más se enriqueció con el esclavismo. Hay entre 15 y 20 calles que honran a estos personajes", dice Diallo. "Desbautizar una calle o desmontar una estatua borra la memoria. Nuestro objetivo no es borrar la memoria, sino preservarla".
https://elpais.com/internacional/2017/08/26/actualidad/1503749312_468166.html
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sábado, 9 de septiembre de 2017
lunes, 3 de junio de 2013
El Defensor del Pueblo exige por primera vez a un municipio que quite las calles franquistas
Se trata de Pelayos de la Presa, una población situada al suroeste de la Comunidad de Madrid que tiene 2.572 habitantes.
El alcalde se ha negado reiteradamente a cambiar la denominación de la plaza del Generalísimo, donde se sitúa el Ayuntamiento.
El Defensor del Pueblo, institución que dirige la política del PP Soledad Becerril, ha emitido la primera resolución que avala la aplicación directa de la Ley de Memoria Histórica en España. En un escrito enviado a principios del mes de mayo, Becerril insta al ayuntamiento de la localidad madrileña de Pelayos de la Presa (2.572 habitantes) a cumplir la normativa vigente y a retirar de sus calles las denominaciones que exalten la dictadura franquista y a sus protagonistas.
Según la institución, el artículo 15.1 de la ley 52/2007 —elaborada por el primer gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero— establece "imperativamente" que las administraciones públicas tomarán medidas para retirar los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas que exalten de forma personal o colectiva la sublevación militar, la Guerra Civil y la represión de la dictadura. Solo quedan al margen aquellas en las que no se exalte a los bandos enfrentados o aquellas que estén protegidas legalmente por razones artísticas, arquitectónicas o religiosas.
Nada más entrar en vigor la ley, el PSOE de Pelayos instó a Herminio Cercas, alcalde por el PP, a cambiar nombre de la Plaza del Generalísimo, en la que se erige el Ayuntamiento, por el de Plaza de la Constitución. Los socialistas alegaban que el órgano de gobierno democrático del municipio no podía asentarse en un lugar que homenajeaba al dictador Francisco Franco.
También solicitaron cambiar la denominación de las calles dedicadas a Calvo Sotelo, ministro durante la dictadura de Primo de Rivera y nombrado 'Protomártir del Movimiento Nacional', y José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española.
El alcalde, respaldado por su grupo, se negó a aceptar la propuesta alegando que el cambio no era una prioridad ni era del interés de los vecinos. Por el mismo motivo rechazó una moción similar presentada por el grupo independiente Nos Gusta Vivir Aquí.
El PSOE decidió entonces recurrir a la Defensora del Pueblo. Esta abrió un expediente que ahora queda cerrado con una última comunicación.
En ella, Soledad Becerril desestima la excusas del alcalde, que argumentó ante la defensora que "gran parte del municipio está de acuerdo con el nombre actual" —aunque no ha existido ninguna consulta pública oficial— y que "nunca" ha habido quejas por las denominaciones.
El primer edil admite, sin embargo, que el emplazamiento es conocido mayoritariamente como la "plaza del Ayuntamiento" o "plaza de la fuente" —por el surtidor que adorna la misma—, por lo que, en teoría, tampoco habría problema en rebautizarlas. El emplazamiento llegó a ser reformado con dinero de la Comunidad de Madrid, pero mantuvo su nombre. Becerril concluye ahora que Pelayos tiene que cumplir con el "deber legal" que le impone la ley. Si no lo hace, recuerda a la oposición que puede llevar la cuestión a los tribunales, puesto que el Defensor, pese a su importancia, carece de poder ejecutivo.
Recurso a la Justicia
El PSOE local volverá a presentar su moción en el pleno ordinario del mes de junio. "Estamos convencidos de que nos dirán que no. Así que ya estamos estudiando cómo presentarlo ante un juez", responde su portavoz, Mar García. Esta vía es la misma que el propio alcalde retó a tomar a la oposición si quería modificar algo.
El alcalde Herminio Cercas, no ha querido atender a 20minutos para explicar cómo procederá ahora. Su hermano es propietario del bar restaurante El Mirador, situado en el municipio. En el comedor del mismo se exhiben retratos de Franco, Primo de Rivera o el ex ministro franquista y después presidente de Galicia Manuel Fraga (imagen procedente de la web losotros.foroactivo.com). Otra de las atracciones es una figura a tamaño natural de un guardia civil.
En todo Madrid
Pelayos de la Presa no es el único municipio que conserva símbolos franquistas o calles que hacen referencia a la dictadura y la Guerra Civil.
En Madrid capital aún perduran calles como Caídos de la División Azul, unidad española que Franco envió a luchar del lado del ejército nazi durante la II Guerra Mundial, o el Parque Carlos Arias Navarro (Aluche), que el PP se negó a cambiar de nombre a pesar de estar dedicado al último presidente del gobierno franquista. El caudillo aún goza de una travesía en la ciudad.
En Boadilla del Monte, el PP tampoco quiso sustituir la Avenida del Generalísimo por la de Esperanza Aguirre. El partido Alternativa por Boadilla lo propuso con tal de evitar el nombre del dictador, pero ni aun así consiguió convencer al equipo de Gobierno.
El pasado 12 de mayo el gobierno central reconoció que no ha retirado ningún vestigio franquista de los edificios o complejos propiedad de la Administración del Estado desde que tomó posesión en diciembre de 2011.
Fuente 20minutos.es Ver la noticia aquí.
Si tenéis un momento escuchar esta maravilla que nos llega desde Galicia, España.
El alcalde se ha negado reiteradamente a cambiar la denominación de la plaza del Generalísimo, donde se sitúa el Ayuntamiento.
El Defensor del Pueblo, institución que dirige la política del PP Soledad Becerril, ha emitido la primera resolución que avala la aplicación directa de la Ley de Memoria Histórica en España. En un escrito enviado a principios del mes de mayo, Becerril insta al ayuntamiento de la localidad madrileña de Pelayos de la Presa (2.572 habitantes) a cumplir la normativa vigente y a retirar de sus calles las denominaciones que exalten la dictadura franquista y a sus protagonistas.
Según la institución, el artículo 15.1 de la ley 52/2007 —elaborada por el primer gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero— establece "imperativamente" que las administraciones públicas tomarán medidas para retirar los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas que exalten de forma personal o colectiva la sublevación militar, la Guerra Civil y la represión de la dictadura. Solo quedan al margen aquellas en las que no se exalte a los bandos enfrentados o aquellas que estén protegidas legalmente por razones artísticas, arquitectónicas o religiosas.
Nada más entrar en vigor la ley, el PSOE de Pelayos instó a Herminio Cercas, alcalde por el PP, a cambiar nombre de la Plaza del Generalísimo, en la que se erige el Ayuntamiento, por el de Plaza de la Constitución. Los socialistas alegaban que el órgano de gobierno democrático del municipio no podía asentarse en un lugar que homenajeaba al dictador Francisco Franco.
También solicitaron cambiar la denominación de las calles dedicadas a Calvo Sotelo, ministro durante la dictadura de Primo de Rivera y nombrado 'Protomártir del Movimiento Nacional', y José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española.
El alcalde, respaldado por su grupo, se negó a aceptar la propuesta alegando que el cambio no era una prioridad ni era del interés de los vecinos. Por el mismo motivo rechazó una moción similar presentada por el grupo independiente Nos Gusta Vivir Aquí.
El PSOE decidió entonces recurrir a la Defensora del Pueblo. Esta abrió un expediente que ahora queda cerrado con una última comunicación.
En ella, Soledad Becerril desestima la excusas del alcalde, que argumentó ante la defensora que "gran parte del municipio está de acuerdo con el nombre actual" —aunque no ha existido ninguna consulta pública oficial— y que "nunca" ha habido quejas por las denominaciones.
El primer edil admite, sin embargo, que el emplazamiento es conocido mayoritariamente como la "plaza del Ayuntamiento" o "plaza de la fuente" —por el surtidor que adorna la misma—, por lo que, en teoría, tampoco habría problema en rebautizarlas. El emplazamiento llegó a ser reformado con dinero de la Comunidad de Madrid, pero mantuvo su nombre. Becerril concluye ahora que Pelayos tiene que cumplir con el "deber legal" que le impone la ley. Si no lo hace, recuerda a la oposición que puede llevar la cuestión a los tribunales, puesto que el Defensor, pese a su importancia, carece de poder ejecutivo.
Recurso a la Justicia
El PSOE local volverá a presentar su moción en el pleno ordinario del mes de junio. "Estamos convencidos de que nos dirán que no. Así que ya estamos estudiando cómo presentarlo ante un juez", responde su portavoz, Mar García. Esta vía es la misma que el propio alcalde retó a tomar a la oposición si quería modificar algo.
El alcalde Herminio Cercas, no ha querido atender a 20minutos para explicar cómo procederá ahora. Su hermano es propietario del bar restaurante El Mirador, situado en el municipio. En el comedor del mismo se exhiben retratos de Franco, Primo de Rivera o el ex ministro franquista y después presidente de Galicia Manuel Fraga (imagen procedente de la web losotros.foroactivo.com). Otra de las atracciones es una figura a tamaño natural de un guardia civil.
En todo Madrid
Pelayos de la Presa no es el único municipio que conserva símbolos franquistas o calles que hacen referencia a la dictadura y la Guerra Civil.
En Madrid capital aún perduran calles como Caídos de la División Azul, unidad española que Franco envió a luchar del lado del ejército nazi durante la II Guerra Mundial, o el Parque Carlos Arias Navarro (Aluche), que el PP se negó a cambiar de nombre a pesar de estar dedicado al último presidente del gobierno franquista. El caudillo aún goza de una travesía en la ciudad.
En Boadilla del Monte, el PP tampoco quiso sustituir la Avenida del Generalísimo por la de Esperanza Aguirre. El partido Alternativa por Boadilla lo propuso con tal de evitar el nombre del dictador, pero ni aun así consiguió convencer al equipo de Gobierno.
El pasado 12 de mayo el gobierno central reconoció que no ha retirado ningún vestigio franquista de los edificios o complejos propiedad de la Administración del Estado desde que tomó posesión en diciembre de 2011.
Fuente 20minutos.es Ver la noticia aquí.
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