Un estudio con miles de pájaros a los que se ha medido y pesado desde hace 40 años muestra que las aves son cada vez más pequeñas. Al mismo tiempo, para compensar el empequeñecimiento, están alargando sus alas. Los autores del estudio solo encuentran una explicación a este doble fenómeno: el calentamiento provocado por el cambio climático.
Desde 1978, ornitólogos del Museo Field de Historia Natural (Chicago, EE UU) realizan una operación de rescate algo macabra. Con el inicio de las migraciones de primavera y otoño de millones de aves que sobrevuelan la ciudad, salen del museo y se van a los pies de los rascacielos más altos. No tardan en caer al suelo decenas de pájaros que chocan contra los deslumbrantes cristales de los edificios. Los científicos poco pueden hacer por ellos salvo clasificarlos por especie, sexo, edad, pesarlos o medir la envergadura de sus alas. Ya han catalogado más de 100.000 ejemplares de 52 especies migratorias.
Ahora, al revisar una muestra de 70.000 aves conservadas en el museo, un grupo de investigadores se ha percatado de que las aves están cambiando. Así, según publican en Ecology Letters, todas las especies han reducido su masa, con una media del 2,6%. También todas han acortado las dimensiones del tarso, el conjunto de huesos de la base de la pata, en un 2,4%. En paralelo, 40 de las especies han agrandado sus alas de forma significativa, con una media del 1,3%.
El tamaño del cuerpo es un rasgo morfológico clave que determina cómo una especie interactúa con las demás y el entorno, así que un cambio de tamaño es clave para la ecología de la especie", recuerda el ornitólogo de la Universidad de Michigan y coautor del estudio Brian Weeks. "En las aves migratorias, que están adaptadas para llevar a cabo migraciones estacionales extremadamente exigentes desde el punto de vista fisiológico, una reducción de la masa corporal puede ser especialmente relevante, ya que afecta a la eficiencia metabólica", añade.
Los autores del estudio, de hecho, relacionan entre sí estos cambios morfológicos. "Creemos que la magnitud de la reducción del tamaño corporal es significativa ya que parece que habría provocado el aumento de la longitud de las alas", sostiene Weeks. Al hacerse más pequeños, la migración se haría más dura y, para compensar, habrían agrandado sus alas buscando mayor eficiencia en el vuelo. Lo siguiente fue buscar el porqué.
"Cuando empezamos a recopilar los datos analizados en este estudio, nos interesaban aspectos de las variaciones interanuales o de estación a estación en las aves. La expresión cambio climático como un fenómeno moderno apenas se atisbaba en el horizonte", comenta Dave Willard, el primero en recoger pájaros muertos hace 40 años y ahora responsable emérito de la colección ornitológica del museo y coautor del estudio.
Para los autores, el cambio climático es lo único que puede explicar el empequeñecimiento de las aves. Las especies estudiadas crían al norte de Chicago, en los bosques templados y región boreal de Canadá y pasan el invierno al sur de la ciudad, en las áreas más cálidas de EE UU o aún más abajo. Al norte, la temperatura media regional ha variado hasta un grado. Aunque analizaron otras variables, como la disponibilidad de recursos, la que mejor correlacionaba con los cambios en masa y alas era la de las temperaturas.
"El aumento de la temperatura en las zonas de cría aparece asociado con la reducción en el tamaño corporal", recuerda Weeks. Esta conexión no es nueva, fue postulada en el siglo XIX y los ecólogos la conocen como la regla de Bergmann. En su versión resumida dice que, dentro de una misma especie, las poblaciones o subespecies que viven en áreas más cálidas tienden a ser más pequeñas que las que lo hacen en zonas más frías. Las diferencies tendrán que ver con una mejor adaptación al entorno térmico. Lo diferente es que la adaptación vendría provocada por la acción humana.
Sin embargo, el patrón observado en EE UU no parece universal. En España, un grupo de científicos lleva estudiando dos poblaciones de ruiseñores desde hace 20 años. Anidan en el sur de Madrid después de una larga migración desde sus cuarteles de invierno, en el Sahel africano. "A diferencia de lo que han encontrado en EE UU, nosotros hemos registrado un acortamiento de las alas y un ligero aumento del tamaño", cuenta el investigador de la Universidad Complutense, Javier Pérez-Tris.
El ecólogo español presentó en el reciente congreso de nacional de ornitología de SEO/BirdLife los resultados preliminares de su estudio con los ruiseñores. Han visto que cada vez llegan más ruiseñores alicortos después de volar de miles de kilómetros, un viaje que debería favorecer a los de alas más largas. Aún no están claros los procesos de fondo que intervienen o la conexión entre los distintos rasgos morfológicos que están generando patrones tan opuestos pero, como dice Pérez-Tris, "el fenómeno global es que los pájaros están cambiando".
https://elpais.com/elpais/2019/12/04/ciencia/1575437826_441171.html
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